¿Qué encontraré afuera? Tengo miedo. Algunos se escuchan tan preocupados, angustiados, otros felices y tranquilos, me gustaría ser de los segundos, pero después de ser de los primeros, así valoraría el verdadero estado del arte en los buenos sentimientos. En ocasiones me pregunto si llegaré alto, si podré lograr todas las proezas que he escuchado de los demás o si, por otra parte, no pasaré del intento.


Me inquieta llegar a amar algo o alguien. No sabría que hacer o decir si llegase a pasar. Todo indica que eso podría ser el mayor riesgo de todo lo que pueda vivir. Porque si se ama también se debe sacrificar algo: tiempo, esfuerzo, voluntad. ¿En serio serpa tan hermoso el amor que muchos por él son capaces de fundirse con el otro?


En una ocasión escuché a dos enamorados. Él le prometía a ella que siempre la querría (tal vez para el esto es sinónimo de amar) y ella solo se limitó a contestar que duraría lo que tendría que durar; aunque sentí que ella lo mencionó con inseguridad, de aquella que provoca evocar palabras de dientes para afuera, pero él lo sintió como si le hubieran clavado una daga de hielo. Lo noté por lo que contestó: -de ser así está bien pero yo te seguiré queriendo-. Ella tenía miedo de amar, el de perderla a ella por tener miedo al amor. Y aun así eran felices. Pasaron muchos días cuando los volví a oír, se decían lo mismo y se escuchaba que chocaban sus labios entre sí. Ese ruido me gustaba, sonaba mejor que los vehículos que de repente pasaban por aquí o los niños con su algarabía y su juego.


De repente dejaron de venir, esos amantes tan tiernos, el tan prometedor, ella tan inquieta, el con su voz madura, fuerte, que se doblaba cada vez que le decía que la querría por siempre, ella con su voz débil tierna y dubitativa. Espero y lo suyo se haya consumado  y llegado a buen término.


Creo que de lo más seguro que estoy es que tengo miedo de amar. Aunque también llegará el día en que... ¡No¡ ¡Está pasando¡ La crisálida se rompe, es hora de salir al mundo. Pasar de la potencia al acto duele. ¡Ay¡ Mirad, allá se ven los árboles sobre los cuales cantan los pájaros, acullá el lugar donde los enamorados conversaban. Un momento, ahí están, él se ve tan feliz, ella tan ilusionada, pese a ser tan noche, ambos están en plenitud. ¿Qué le pasa a él? Tiene una venda en la boca y en el brazo, ella lo abraza. Si tan solo pudiera terminar de romperse esto y llegar a observar mejor, abriré mis alas, sí, lo haré, creo que si el capullo se empieza a romper es porque ya es tiempo.


Haré un poco de fuerza para destruirlo, una vez escuché que debía esperar un poco, pero ¿Y si no vuelven? ¿Y si no puedo experimentar de cerca lo que es el amor? Me debo arriesgar. Quebraré este capullo. Acepto que me he enamorado del amor. Aceptaré también las consecuencias. Por ser testigo del amor yo... saldré del interior.