EL EVANGELIO DE MARIADO NOROLA (Salmo VII)
Publicado en Mar 16, 2010
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Salmo 7. En la Ciudad de Textaleth.
 
Se dirigieron entonces a Textaleth, ciudad de escritores, donde todos no hacían otra cosa que pasársela escribiendo todo el día, poemas, cuentos y ensayos. Al arribar, centrándose en medio de la plaza pública, Mariado aún montado a su borriquito (de Gabriel, porque no le daba el dinero para comprarse mejor cabalgadura), mirando a todos dijo:
-Yo soy la poesía y soy el amor. Yo soy vuestro camino y vuestro mesías!. Postraros ante mí!.
Y así como él lo indicara, todos cayeron prontamente de rodillas, y le adoraron.
Todos, excepto una hermosa doncella, de nombre María Pazdalena, que le miró con asco, y siguió escribiendo, por lo que pronto la notó nuestro héroe.
-¿Qué escribes, oh, bella princesa del alita rota, que yo quiero remendar a besos?.
Ella lo miró con más asco que antes, y le recitó entero el nuevo poema que acababa de escribir, titulado “El Bobo”.
Enseguida la poblada se levantó entonces iracunda, a causa de la intrepidez de la muchacha, y todos tomaron piedras para apedrearla. A lo que Mariado exclamó.
-¡Deteneos!, quien esté libre de pecados, que arroje la primera piedra.
Por lo que la muchedumbre soltó las piedras, bajando los rostros, avergonzados todos.
A todo esto, Don Mariado no dejaba de ver a la bella María, y ya comenzaba a ecxitarse (pero sin maldad) cautivado por su hermosura, y llenándosele la boca de baba, alcanzó a balbucear.
-Y, dime, princesa… ¿Cuál es tu nombre?.
-Puesto que el narrador de esta historia es tan orate como tú, repetiré mi nombre pero esta vez de manera completa. Yo soy María Pazdalena Reyes Peña de Langella, legítima esposa de Sir Barrabás Langella, y ahora tendrás que vértelas con él!.
El apellido Langella retumbó en la cabezota del pobre tontuelo. Se escuchó un “¡oooooooohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!”, temeroso de la muchedumbre, y de pronto desde el horizonte, se vio aparecer galopando en brioso corcel, espada en alto, al terrible caballero Barrabás Langella, con su melena al viento.
Era Barrabás un hombre sabio, inteligente, culto, educado, sagaz, perspicaz, sensible, simpático, refinado, ecuánime, centrado, objetivo, hilarante, gracioso, sexy, magnético, fiel, esclarecido, sano, agudo, modesto, sencillo, humilde, cálido, sorprendente, asombroso, seguro, justiciero, voluntarioso, afable, apuesto y varonil.
Se apeó del caballo justo enfrente de Norola. Lo miró y le dijo (al mejor estilo argento):
-Jeropa-. Y le dio un bofetón.
A lo que mareado Mariado respondió ofreciéndole la otra mejilla. Fue tanta la indignación del caballero Barrabás, que entonces lo agarró a patadas.
Desde aquella infausta tarde, la paz de Textaleth nunca más volvió a hacer, puesto que en los días que se sucedieron, el caballero Barrabás Langella iba a agarrar a patadas al pobre Mariado, cada vez que se lo cruzara por alguna esquina.
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Descripción

Salmo 7. En la Ciudad de Textaleth. Se dirigieron entonces a Textaleth, ciudad de escritores, donde todos no hacían otra cosa que pasársela escribiendo todo el día, poemas, cuentos y ensayos. Al arribar, centrándose en medio de la plaza pública, Mariado aún montado a su borriquito (de Gabriel, porque no le daba el dinero para comprarse mejor cabalgadura), mirando a todos dijo: -Yo soy la poesía y soy el amor. Yo soy vuestro camino y vuestro mesías!. Postraros ante mí!. Y así como él lo indicara, todos cayeron prontamente de rodillas, y le adoraron. Todos, excepto una hermosa doncella, de nombre María Pazdalena, que le miró con asco, y siguió escribiendo, por lo que pronto la notó nuestro héroe. -¿Qué escribes, oh, bella princesa del alita rota, que yo quiero remendar a besos?. Ella lo miró con más asco que antes, y le recitó entero el nuevo poema que acababa de escribir, titulado “El Bobo”. Enseguida la poblada se levantó entonces iracunda, a causa de la intrepidez de la muchacha, y todos tomaron piedras para apedrearla. A lo que Mariado exclamó. -¡Deteneos!, quien esté libre de pecados, que arroje la primera piedra. Por lo que la muchedumbre soltó las piedras, bajando los rostros, avergonzados todos. A todo esto, Don Mariado no dejaba de ver a la bella María, y ya comenzaba a ecxitarse (pero sin maldad) cautivado por su hermosura, y llenándosele la boca de baba, alcanzó a balbucear. -Y, dime, princesa… ¿Cuál es tu nombre?. -Puesto que el narrador de esta historia es tan orate como tú, repetiré mi nombre pero esta vez de manera completa. Yo soy María Pazdalena Reyes Peña de Langella, legítima esposa de Sir Barrabás Langella, y ahora tendrás que vértelas con él!. El apellido Langella retumbó en la cabezota del pobre tontuelo. Se escuchó un “¡oooooooohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!”, temeroso de la muchedumbre, y de pronto desde el horizonte, se vio aparecer galopando en brioso corcel, espada en alto, al terrible caballero Barrabás Langella, con su melena al viento. Era Barrabás un hombre sabio, inteligente, culto, educado, sagaz, perspicaz, sensible, simpático, refinado, ecuánime, centrado, objetivo, hilarante, gracioso, sexy, magnético, fiel, esclarecido, sano, agudo, modesto, sencillo, humilde, cálido, sorprendente, asombroso, seguro, justiciero, voluntarioso, afable, apuesto y varonil. Se apeó del caballo justo enfrente de Norola. Lo miró y le dijo (al mejor estilo argento): -Jeropa-. Y le dio un bofetón. A lo que mareado Mariado respondió ofreciéndole la otra mejilla. Fue tanta la indignación del caballero Barrabás, que entonces lo agarró a patadas. Desde aquella infausta tarde, la paz de Textaleth nunca más volvió a hacer, puesto que en los días que se sucedieron, el caballero Barrabás Langella iba a agarrar a patadas al pobre Mariado, cada vez que se lo cruzara por alguna esquina.

Palabras Clave: Salmo 7. En la Ciudad de Textaleth. Se dirigieron entonces a Textaleth ciudad de escritores donde todos no hacían otra cosa que pasársela escribiendo todo el día poemas cuentos y ensayos. Al arribar centrándose en medio de la plaza pública Mariado aún montado a su borriquito (de Gabriel porque no le daba el dinero para comprarse mejor cabalgadura) mirando a todos dijo: -Yo soy la poesía y soy el amor. Yo soy vuestro camino y vuestro mesías!. Postraros ante mí!. Y así como él lo indicara todos cayeron prontamente de rodillas y le adoraron. Todos excepto una hermosa doncella de nombre María Pazdalena que le miró con asco y siguió escribiendo por lo que pronto la notó nuestro héroe. -¿Qué escribes oh bella princesa del alita rota que yo quiero remendar a besos?. Ella lo miró con más asco que antes y le recitó entero el nuevo poema que acababa de escribir titulado “El Bobo”. Enseguida la poblada se levantó entonces iracunda a causa de la intrepidez de la mucha

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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