• Roberto Funes
CheRoberto
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  • País: Argentina
 
Como a una flor la encontré, con la belleza que irradia, y como a ella, me empeñé, por tratar de conservarla . Le corté hojas marchitas, le cambié mil veces el agua, del sol la llevé a la sombra, de la mesa a la ventana. Fue muy feliz por tres días, o tal vez una semana, y ya comenzó  a cerrarse, un lunes por la mañana. Al medio día caía, ni siquiera me miraba. Esa noche que se fue, aunque ya lo imaginaba,  a pesar de que no quise, el llanto mojó mi almohada.
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INDECISIONES
Autor: Roberto Funes  1418 Lecturas
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Heridas de amor
Autor: Roberto Funes  1341 Lecturas
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Chubasco
Autor: Roberto Funes  1254 Lecturas
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No te vayas todavía
Autor: Roberto Funes  1225 Lecturas
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INUNDACIÓN
Autor: Roberto Funes  1147 Lecturas
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EN LA OSCURIDAD
Autor: Roberto Funes  898 Lecturas
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Danza conmigo
Autor: Roberto Funes  882 Lecturas
Como te quiero mi rubia...Transpirando pero frescaTu presencia me refrescaComo al verano una lluviaVendito sean los diosesY el hombre que te creóTonto el que no te probóTe busca el que te conoceSeguro es una promesaQue seas mi compañeraPues uno quiere y deseaTenerte siempre en la mesaNo quiero que haya sorpresaCuando te nombre al finalY a nadie le caiga malQue te ame tanto... cerveza.
A ella
Autor: Roberto Funes  835 Lecturas
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El ruso
Autor: Roberto Funes  826 Lecturas
Adiós  Juan Gelman  http://www.lacapital.com.ar/informacion-gral/Las-letras-estan-de-luto-a-los-83-aos-murio-el-poeta-escritor-y-periodista-Juan-Gelman-20140114-0072.html
Hasta pronto
Autor: Roberto Funes  820 Lecturas
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Fuego
Autor: Roberto Funes  819 Lecturas
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Belleza
Autor: Roberto Funes  802 Lecturas
Maldito carruaje negroNo la traigas por aquíNo quiero ver que la llevasA ese lugar infelizMaldito y lento carruajeNo te la puedes llevarY dejarme aquí angustiadoTan solo puedo llorarMaldito lleva las floresY a todo ese cortejoMás llévame a mí con ellaPues yo también estoy muerto. 
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Enredadera
Autor: Roberto Funes  781 Lecturas
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Puente viejo
Autor: Roberto Funes  780 Lecturas
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Conocer
Autor: Roberto Funes  765 Lecturas
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MUDANZA
Autor: Roberto Funes  761 Lecturas
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Intentos
Autor: Roberto Funes  758 Lecturas
Arrancamos mal desde el principio. El Bocha dijo que iríamos en su auto  y se apareció a las cuatro de la mañana en el utilitario de la fábrica del padre diciendo que sería más cómodo. En el asiento de al lado venía ya acomodado Santiaguito, pues lo había pasado a buscar primero. Beto, Cacho y yo, estábamos juntos ya que vivímos cerca. Los tres subimos en la parte de atrás, donde el Bocha había puesto tres sillas a manera de butacas. Ni bien arrancó, mi silla se fue para atrás, se tumbó y yo fui a dar de cabeza contra la rueda de auxilio. Luego de las respectivas carcajadas de mis amigos, el Bocha detuvo la chata y me preguntaron, _ ¿estás bien gordo?_ Yo que me había quedado sin aire por el golpe en la espalda y veía estrellas por lo de mi cabeza contra la rueda, me incorporé, acomodé la silla y dije _sigamos, está todo bien _.Terrible el frío que hacía en esa Trafic, aparte era ensordecedor el ruido a chapas y parecía que se iría a desarmar. Eso y hacer trescientos cincuenta kilómetros sentados en una silla que se mueve para todos lados, solamente al Bocha le podía resultar cómodo. Lo fui insultando todo el viaje. Para mitigar el frío, Santiaguito sacó de la mochila una botella de ginebra a la que le dábamos un trago del pico de vez en cuando. Como el Bocha no tomaba debido a que estaba manejando, comenzó a romper las pelotas para que empezáramos el mate, me ocupé yo de eso  y les aseguro que no fue una tarea simple y agradable como compartir unos mates con amigos en la casa de uno. Por empezar, no podía acomodar la yerbera y azucarera en un lugar de fácil acceso, eso hacía que para cargar el mate me tirara yerba por todo el cuerpo.Me quemé dos o tres veces con el agua del termo. Cuando llegamos a Villa María, bajé de la camioneta hecho una porquería, lleno de yerba, mojado y con una ampolla en la mano izquierda, a parte todavía me dolía la cabeza y la espalda por el golpe de la salida.En el trayecto de Villa María a Córdoba, se nos cruzó un perro en la ruta. El Bocha pegó una frenada tan grande que terminamos todos los de atrás, contra los asientos de adelante, en una gran pelota de carne y caños, enredados en las sillas, mochilas y equipo de mate. No es que yo sea mala onda, pero todavía no me explico de qué mierda se reían los boludos de mis amigos. A esta altura yo tenía dolor de cabeza, de espalda, la mano quemada, la ropa sucia, mojada y ahora una raspadura en el muslo derecho desde la rodilla al culo que ardía como la hostia. Ya estaba a punto de volverme en colectivo si no fuera por el Beto, que me convenció diciéndome que no podía perderme lo que venía, que escalar el Uritorco sería algo único, una experiencia increíble._ ¿Te trajiste buenas botas para escalar? _ me preguntó Cacho. _ Las zapatillas_ le contesté._ No loco, hay muchas piedras, te vas a lastimar, yo te aconsejaría que en Córdoba te compres un par de botas tipo borcegos, con buena suela. _ Le hice caso y antes de seguir para las sierras, me compré las botas. Estaban muy buenas, las pagué trescientos pesos, en doce cuotas con tarjeta de crédito.Decidimos parar a comer en el camino a las sierras, en un comedor chiquito al costado de la ruta. Comimos algo liviano y rápido para seguir viaje cuanto antes. Cuando vamos a partir, la camioneta no quiere arrancar, insistía el Bocha, pero nada, estaba muerta. Aunque ninguno sabía nada de mecánica automotor, abrimos el capot y mirábamos como cinco opas, tocamos los cables de bujías, la batería, y volvíamos a intentar el arranque. No pasaba nada. Estuvimos casi tres horas parados sin saber que hacer._ Bocha _ dijo alguien _ ¿le pusiste nafta?_ Si boludo, en Córdoba, ¿no viste?La cuestión es que a las tres horas, cuando le estábamos por pedir al dueño del comedor que nos llame un auxilio, a Santiaguito se le da por probar el arranque y comenzó a andar el motor como si nunca hubiera fallado.Los muchachos se reían y decían que los marcianos del Uritorco habían descompuesto la chata.Seguimos para Capilla del Monte, el lugar donde el Bocha había reservado alojamiento en una posada familiar, que según él, estaba muy buena.El viaje por las sierras fue medianamente tranquilo, aunque entre tantas subidas y bajadas, curvas y contra curvas, las sillas se iban de un lado hacia otro y nosotros teníamos que viajar casi en cuclillas. Cuando llegamos tenía las piernas acalambradas y me dolían los dedos de las manos de tratar de agarrarme de la chapa de los costados de la camioneta. Al final un viaje que debería ser de seis horas, fue de doce, una locura.La posada se veía buena, nos salieron a recibir una pareja joven. Altos, rubios de piel muy blanca, vestidos con ropa sueltas al estilo jípies. Las habitaciones eran pequeñas pero cómodas, para tres personas cada una, con una cama simple y dos en cucheta. En una se alojaron el Bocha, Santiaguito y Cacho, en la otra Beto y yo. Entre que nos bañamos y nos cambiamos de ropa se hicieron las nueve y media de la noche, entonces decidimos ir a cenar ya que el alojamiento era con desayuno, almuerzo y cena.El comedor se veía acogedor, con sahumerios perfumados como en toda la posada, las paredes adornadas con cuadros de diferentes lugares de las sierras de Córdoba, con repisas llenas de piedras de distintos colores y en una de ellas tres piedras en forma de pirámides y un porta sahumerios al lado.Nos acomodamos en una mesa redonda donde entrábamos los cinco. Cuando tomo la carta para ver la comida me quise morir, eran tres menúes; uno, tarta de calabaza, otro, milanesas de soja con ensalada de remolacha y papas, y el último, guiso de berenjenas, zanahorias, cebollas y nabos. _ ¿Qué es esto? _ pregunté _ ¿y la carne? Lo quería matar al Bocha cuando me dijo que esa era una familia de suizos que habían puesto esa posada con comida vegetariana. Yo que había comido poco al medio día, pensando que a la noche le daría duro al asado, algún chivito, chorizos y algunas achuras, me tenía que conformar con tarta de calabazas?. _ La puta que te parió Bocha. ¿Desde cuando sos vegetariano vos?El imbécil dijo que se lo habían recomendado por la ubicación, la comodidad y el precio.La cuestión es que después de esa cena "VEGETARIANA" nos tomamos unos vinos y nos fuimos a caminar por el centro. No duró mucho ese paseo, ya que el centro tenía tres cuadras, los negocios estaban cerrados a esa hora y nosotros teníamos que ir a dormir, para levantarnos temprano a la mañana, pues teníamos que escalar el famoso cerro Uritorco.El desayuno no estuvo mal; café con leche, media lunas, tostadas y una linda variedad de tortas.A las nueve de la mañana partimos para el pié del cerro en la camioneta. Con las indicaciones que nos dieron en la posada, llegamos sin problemas. Estábamos los cinco vestidos de forma parecida. Con las botas, pantalón de gabardina color camuflado, de esos que usan los militares, remera, buzo y una campera del mismo tipo que los pantalones, pero forrada para el frío.Me llamó la atención que antes de subir teníamos que pasar por una oficina para anotarnos. El Beto me explicó que es un parque nacional y llevan un control de la gente que sube, pero lo que me asustó un poco, es que te hagan firmar un papel donde vos te haces responsable por lo que te pudiera pasar.Comenzamos el asenso por un sendero entre la vegetación que parecía fácil.Santiago se puso en la punta, detrás iban; el Bocha, Cacho, Beto y yo. En un momento la subida se puso más empinada y el camino era de piedras. Los tres de adelante avanzaban más rápido, el Beto y yo, quedamos más rezagados. Me costaba subir, tenía que agarrarme de los pastos para no patinar con las piedras. Ya llevábamos una hora subiendo y comencé a sentir dolor en los pies. Claro, a mi se me ocurre solamente ponerme a escalar un cerro con botas nuevas. En uno de los manotazos que pegaba sobre los pastos, agarré un espinillo, cuando sentí el pinchazo, largué justo en el momento de dar el impulso para subir. Una piedra se movió bajo mis pies y rodé por el camino unos cinco metros hacia abajo. Cuando pude incorporarme me dolía todo. El pantalón estaba hecho pedazos, debajo de cada rotura tenía una lastimadura, de pronto ciento algo tibio que me corría por sobre el labio superior, debajo de la nariz, me toqué y era sangre. Cuando me toco la nariz, pego un salto, era impresionante el dolor, me había quebrado el tabique, no me paraba de sangrar, para colmo el Beto  no se dio cuenta que me caí y siguió subiendo. Pasaron unos chicos de una escuela y me dieron un poco de algodón que me lo puse como tapón en la nariz, eso me detuvo la hemorragia. Seguí subiendo, pensando que al llegar arriba, me lavaría las heridas en el baño y tomaría algo fresco, ese pensamiento me daba más fuerza.Después de una hora y media más de asenso con varios golpes y tropiezos llegué a la cima. Allí estaban los muchachos que me miraban de arriba a bajo y se miraban entre ellos. _ Gordo, ¿qué te pasó? Estás hecho mierda. _ me dijeron. _ vamos al bar_ dije yo _ que quiero lavarme _ que bar boludo?, aquí no hay bar, estamos arriba de una montaña._ y se cagaban de risa.Casi me vuelvo loco. Miraba para un lado, miraba para otro, montañas, todo montañas. Me preguntaba ¿por qué seguí subiendo en vez de regresar cuando me caí? Los muchachos me llevaron a una vertiente y allí me pude lavar un poco con agua fresca. Estaba muy lastimado, me miré la cara en el espejo de los lentes de Cacho y me asusté, tenía la cara hinchada, la nariz manchada de sangre, el ojo derecho se empezaba a poner negro y los pelos los tenía revueltos, lleno de palitos y piedritas, un asco. No me quise sacar los tapones de la nariz por miedo a que me sangre de nuevo. Tenía un raspón en cada rodilla y un corte en la canilla derecha, aparte se volvió a raspar el muslo que ya tenía raspado. Se me estaban haciendo ampollas en los pies por culpa de las botas nuevas, que a esta altura ya no parecían nuevas.Cuando mis amigos decidieron regresar, yo estaba buscando un lugar más seguro para bajar, por eso les dije que bajaran que yo los seguiría. Di algunas vueltas por arriba, hasta que me pareció que encontré el lugar. Comencé a descender por una cuesta menos empinada y con más vegetación. Era un camino en zic-zac entre medio de algarrobos y espinillos más plano que el de ascenso, caminé durante una hora por ese medio bosque, tenía los pantalones llenos de abrojos pero por lo menos podía caminar. De pronto se termina la vegetación y me encuentro con un despeñadero como de doscientos metros de profundidad, que macana, no sabía que hacer, si regresaba me moría, pues había tardado una hora en bajada, en subida tardaría dos o más. Caminé una media hora por el costado del precipicio hasta chocar con otro cerro con mucha más vegetación, entonces tomé por un camino no muy marcado en subida que parecía el sendero de animales. No sé cuanto caminé pero ya se estaba ocultando el sol y me di cuenta que me había perdido. Me senté en una piedra a descansar, pues me dolía todo, _ y ahora que mierda hago_ me preguntaba.Cuando estaba por ponerme a llorar de bronca, escucho a alguien que silba una canción, no muy lejos, pegué un grito ­_ Holaaa! ­_ no sé si fue para que me escuchen, de desesperación o de alegría, la cuestión es que a los cinco minutos se apareció de entre los espinillos un guarda parques con cara de asombro preguntando que me pasaba. Le contesté que estaba perdido y con más cara de asombro caminó hacia arriba y me dijo _ bajó nada más que cincuenta metros. Lo seguí y me di cuenta que había dado toda una gran vuelta cuando después de subir un trecho, salimos de los espinillos, y nos encontramos en la cima, en la vertiente donde me lavé.Después que el guarda parque me dio una lección con respecto a las consecuencias de alejarse del grupo y no leer las indicaciones, se prestó a acompañarme en la bajada, pues me vio demasiado maltrecho para dejarme bajar solo en la oscuridad, que a esa hora ya era total.Cuando los muchachos vieron que venía llegando con este hombre, se fueron a esperarme a la camioneta. Me preguntaron por mi demora y les mentí, diciéndoles que me había hecho amigo del guarda parques y me quedé charlando con él hasta que no quedó nadie arriba y luego bajamos juntos. Me hubieran cargado hasta Rosario si les decía la verdad.Llegamos a la posada. Lo primero que hice fue darme un baño, me quité los tapones de la nariz y por suerte no me sangró más, pero me dolía mucho. Al sacarme las botas, miré mis pies, los tenía ampollados, en los talones y encima de los dedos.Después de ducharme, me tiré en la cama y no me desperté hasta el otro día. Beto me llamó para cenar pero dijo que no pudo despertarme.A la mañana, mientras mis amigos desayunaban, hice algo que nunca hubiera hecho. Robé...si, robé. Saqué un colchón de una habitación de al lado del estacionamiento que estaba abierta, y lo puse en la Trafic. Retorné al comedor y desayuné yo también. A las diez de la mañana, pagamos, cargamos las mochilas en la chata y nos fuimos. Los  muchachos se morían de risa cuando me vieron tirado en el colchón y no se explicaban de donde lo había sacado.El regreso fue tranquilo. Dormí casi todo el viaje. Solo me desperté en un momento, cuando Cacho se me cayó con silla y todo, sobre mis piernas lastimadas.Ahora en casa, me parece que estoy en el cielo. Me estoy atendiendo todas las heridas. Realmente no la pasé bien.Los muchachos están preparando un viaje al Champaquí, para el mes que viene.Que se vayan a la concha de su madre.Yo me voy a las termas de Entre Ríos, que son más tranquilas. Aunque ya tuve una mala experiencia con el agua caliente y mis hemorroides... pero esa es otra historia.  
El Uritorco
Autor: Roberto Funes  757 Lecturas
Si yo fuerapoeta...Leescribiría al cielo y a sus estrellas.O tal veza una flor, a la más bella.Leescribiría  al camino, con todas sushuellas.O quizásal mar, sentado en la arena.O a unamariposa.O a unbarco a vela.Perosobre todo, si yo fuera poeta.No lodudaría... le escribiría a ella.
Si yo fuera
Autor: Roberto Funes  754 Lecturas
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Brava
Autor: Roberto Funes  754 Lecturas
Cuando el último se va y el candado está puesto, queda únicamente la soledad del cuarto. Ya no hay bullicio de gente, ni risas, ni saludos, ni apuestas a la ilusión de un número, ni personas contándote situaciones familiares que a ti ni te interesan, pero las escuchas porque es una manera de estar acompañado. Ahora queda el sonido de los autos que pasan por la calle, el ...ulular de la sirena de una ambulancia, el chillido grotesco de los frenos de un colectivo, el roncar estrepitoso de una moto sin escape. Es toda la gente que vuelve a su casa, a encontrarse con su familia, después de un día de trabajo. Pero a ti no te toca eso. Tú terminaste tu día de trabajo y te encuentras con la soledad  de tu cuarto. Y a medida que pasan las horas, los ruidos de la calle van mermando. No tienes un hola... como te fue?. Ni un... mucho trabajo hoy?. Solo está tu televisor, en un canal que ni miras, y tu computadora. No hay un... que cenamos hoy?, hay un... que ceno hoy? Que a veces lo dices en voz alta para seguir escuchando alguna voz, aunque sea la tuya. Y pasan las horas y no lo decides. Por último te arreglas con unas rodajas de salame con un bizcocho viejo y un vaso de vino. Y las horas siguen pasando. Miras la cama y no sientes deseos de acostarte, no tienes sueño, y fumas, uno tras otro fumas. Hasta que miras la hora y te das cuenta que es muy tarde. Ya no hay ruidos en la calle. Te asomas y solo ves los fríos adoquines que brillan en la oscuridad de la noche. Decides acostarte, no porque el cuerpo te lo pide, si no para no seguir fumando. Y te encuentras con esas sabanas frías, con esa cama que parece más grande de lo que es, dejas el televisor encendido para no pensar en nada, pero tampoco puedes concentrarte en ningún programa. Por fin el vino cumple su función y te duermes, con el televisor encendido. Pero tranquilo, sin pensar en nada. Mañana... será otro día?.
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Taríco y Niyo
Autor: Roberto Funes  748 Lecturas
Ya no queda tiempo en el tiempo. Todo debe ser ahora. Es corto el lapso en mi existencia, mas no alcanza un beso para sentirme enamorado. Lo que no proporcioné en su oportunidad, debo entregarlo ahora. Necesito arrebatarte hoy, lo que no pude despojarte ayer. Ya estoy pronto a mudarme al otro barrio y no quiero cruzar esa avenida sin tenerte. Aunque digan, que del otro lado del espejo, todo se percibe de mejor manera. Ninguno volvió para contarlo, pese a que nadie crea que todo acabe con la muerte. No le temo al ocaso. Si me atemoriza la proximidad de ese fin, sin demostrarte mi amor. Dame tu néctar, endúlzame mis días y yo te daré el torrente de pasión que guardo en mis entrañas. Solo te dejaré recuerdos cuando parta, pero buenos recuerdos al fin. Ya no queda tiempo en el tiempo. Tiene que ser ya. Todo debe ser ahora.  
Muy cerca del ocaso
Autor: Roberto Funes  747 Lecturas
                        Y ahora solo me quedé...Busqué por todos los mediosVivir como todo el mundoNo quise perder el rumboPero ya no hay más remedios Nada tiene ya misterioY muy solo yo quedéTal vez yo no había aprendidoA no entregarme de llenoA no dar lo que no tengoNo jugué bien el partidoAhora todo está perdidoY ya estoy solo otra vezAprenderé a ser más duroAunque nadie esté a mi ladoVoy a mirar de costadoTransformándome en un muroAprenderé a ser un rudoPorque ahora solo quedé.
Solo
Autor: Roberto Funes  746 Lecturas
Vida que floreces bella a los ojos de la vidasorpréndeme nuevamente y dame otra maravillavoy apreciando tus logros de belleza día a diame pregunto como haces, colores y algarabíasque te inspira? que te guía?que genio puede tomarse esa tremenda osadía?vida que floreces bella a los ojos de la vidano dejaré de admirarte hasta el final de mis días.
Vida
Autor: Roberto Funes  741 Lecturas
Cuando fue que eso ocurrió que no alcancé a reaccionar?Como fue que ese castillo se comenzó a derrumbar?Era una carta sobre otra... una de amor, otra de pazUna el camino, que aprendiste a andarOtra de alas, para que puedas volar.El naipe era completo, no se iba a terminarTenía muchas de cariño, que yo te pensaba darHabía cartas de esperanza, de familia, de amistadCartas bien acomodadas, para no desmoronarUna que dice mi hija, otra que dice papá.Como pudo derrumbarse, sin ni siquiera avisar?Tal ves un castillo nuevo comenzaste a levantarUno con cartas mas grandes, mas fácil de acomodar  Uno con brillos de oro, que te hicieron deslumbrarUno lujoso, cariño, pero no dice "papá"
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Como droga
Autor: Roberto Funes  739 Lecturas
Entonces fue su propia ira que lo llevó a conducir su automóvil, por esa ruta solitaria, a esa hora del día. Como queriendo borrar  con la velocidad sus problemas. Que estarían allí adelante y debería pasarlos. Cerros, curvas y contra curvas, despeñaderos pronunciados, mucha ira y demasiada velocidad… un condimento letal. Todo se transformó en un silencio fantasmal. De pronto veía el cielo, un golpe, de pronto las rocas y su vegetación, otro golpe. Y la oscuridad total… No llegó a sentir dolor. Y una película que comenzaba en su infancia se irradió por su cerebro. -No papá, no puedo hacerlo, no me gusta esto. Veo tus fotos, tus trofeos y no puedo repetir tus logros. No me atrevo a decírtelo, me dejo llevar por tus deseos, que no son los míos y no lo digo. Ahora a esta edad, me doy cuenta que no me hablaste mucho, no fuimos compañeros. Te decepcioné. Un momento…, yo te decepcioné? O tu me decepcionaste? Me gustaba la música y no te diste cuenta. De un manotazo borraste mis letras, mis instrumentos y lo reemplazaste por un balón de fútbol al cual yo odiaba. Hoy viene Gaby a decirme que está embarazada, que vamos a tener un hijo, y solo se me ocurre escapar. Es que no se da cuenta que no puedo ser padre?... que puedo llegar a arruinarle la vida a un nuevo ser humano? No no no!!.   Yo si podría…, no haciendo lo que mi padre hizo. Dejándolo hacer, dejándolo ser. Donde estoy? Gaby donde estás? Que son esas luces que pasan por arriba? Es un hospital? Voy a morir. No puedo morir. Quiero a ese hijo Gaby, quiero a ese hijo. No puedo respirar… me ahogo… Dios me equivoqué, no debería haber huido… Te quiero Gaby… quiero tener a nuestro hijo… voy a ser un buen padre. No voy a morir…! No voy a morir…! No voy a morir…!   Entonces fue su propia ira, por lo que había hecho, que lo volvió de nuevo a la vida.    
Su propia ira
Autor: Roberto Funes  735 Lecturas
El flaco Javier es un amigo, un verdadero amigo. Deesos que nunca te abandonan.Nuestra amistad, comienza  ese día que me presento en la agencia deremisses y ante la  ausencia de la dueñame atiende él, que en ese momento trabajaba como   operador._ ¿Qué se le ofrece señor? ­_ Me trató de usted elFlaco. Todo respetuoso._  Estoy  averiguando si no están haciendo falta autos.Ando sin trabajo y creo que con este auto podría trabajar. A Ud. ¿qué leparece?_ También lo traté de usted._ ¿Por qué no se da una vuelta a la tarde?, sé queestán necesitando uno. ¿Qué auto es?_ Ese, un 505 modelo 91._ Si, es ideal para esto. Pase a la tarde y hablecon Susana, la dueña.Esa tarde pasé y me tomaron para la noche que no tenían autos. Comencé al otro día alas doce de la noche y otra vez estaba el Flaco como operador._ Pasa (comenzóa tutearme) recién se va el último y nos quedamos nosotros solos, ¿tomamosmate?Y así empezó todo esto, el Flaco atendía el teléfonoy me pasaba los viajes.Trabajamos en esta agencia de esa manera, hasta queconsiguió, el Flaco, un auto para trabajar. Al cavo de un año, la agenciacomenzó a tener problemas ya que la dueña se peleaba con el marido, eso hacíaelevar las esperanzas del flaco que le tenía unas ganas bárbaras a la veterana.Porque a Javier, siempre le gustaron las veteranas y eso le traía muchosproblemas con su esposa.Fue tal la decadencia de esta agencia que terminamossin operador, atendiendo el teléfono y haciendo los viajes nosotros dos.Por supuesto tuvimos que conseguirnos otra empresa.Entramos en una familiar en donde había tres autos, el de la familia y losnuestros. Aquí comenzaron nuestras locuras. Le metíamos de día y de noche. Losviernes nos cansábamos de llevar chicas a los distintos boliches de Rosario,eso nos ponía loco y nos llevaba a dejar de trabajar y quedarnos en alguno deellos. De a poco nos hicimos de la noche bolichera y nos gustaba. Imagínate,dos tipos de cuarenta con unos mangos en los bolsillos, auto y algo de parla,pocas veces  salíamos de las confiteríassolos. En ese tiempo Javier tenía una tía que vivía sola en una casa por lacalle Rioja y Francia. Trabajaba de noche y era tan gamba que le dejaba lasllaves al flaco para que la usáramos cuando quisiéramos, porque ella me conocíay me quería mucho.  Hace unos años murióla tía del flaco, me dio mucha pena, pobre, nos aguantaba tantas cosas.Más de una vez prendíamos el fuego a las tres ocuatro de la mañana y poníamos unos chorizos de campo que le mandaba el padredel flaco, un conocido médico de Mugueta, judío como el flaco pero tan ovejanegra entre los judíos como el flaco, los parientes no los querían mucho por lahabilidad en derrochar la guita que tenían. Bueno en esas choriceadas que nosmandábamos, siempre teníamos un par de locas que por esos chorizos unos vinos yunos whiskys estaban dispuestas a cualquier cosa.Recuerdo una vez que salimos con dos hermanas deVilla Diego, las llevamos en un solo auto, el mío, pues el otro lo dejamos enlo de la tía del flaco, hasta la casa de una de ellas, separada,  la otra era casada.  Con dos botellas que compramos en el camino,seguimos con el baile y nos pasábamos la compañera uno al otro hasta queterminamos uno en cada dormitorio de la casa. A las once de la mañana nos despiertanunos gritos de la calle. Llegó el marido de la casada,  armando  quilombo porque esta, no había ido a dormir ala casa y preguntaba de quién era el auto que estaba en la puerta. La separadale explicaba que estaba ella con un amigo. Nunca me puse la ropa tanrápido.       _ Flaco ¿qué mierda hacemos ahora? _ No sé, no asomemos la nariz porque somos boleta._ Y si a este se le da por romperme el auto?_ Uno tendría que salir y decir que es el amigo deEstela (la separada)_ Salgo yo que el auto es mío, en todo caso si metengo que ir doy una vuelta y te paso a buscar más tarde._ Dale yo de aquí adentro no me muevo ni loco.  ja ja (se cagaba de risa el flaco)Me quedé más tranquilo cuando salí y vi que el tipoera flaquito y no medía  más de un metrosesenta. Lo tranquilicé diciéndole que era amigo de Estela, de Buenos Aires queen un rato tenía que seguir viaje porque estaba trabajando.El tipo se fue y se llevó a Mónica, su señoraesposa.Fue gracioso verlo al flaco, cuando entramos, metidoen un cuartito que guardaban herramientas.Salimos luego con mucho cuidado porque  Mónica vivía a solo dos cuadras de allí y nospodían ver.Parecía que todo era muy divertido, y queéramos  unos piolas terribles, pero elproblema empezaba   cuanto llegábamos acasa, diciendo que habíamos trabajado toda la noche y sin un peso en losbolsillos. Este tipo de situaciones fue deteriorando nuestrasrespectivas parejas. En verdad la de Javier, la mía se había deteriorado hacíarato.La esposa del flaco, empezó a hacerle la guerra. Laspeleas eran constantes y Javier no lo podía soportar, a tal punto que llegó adeprimirse de tal forma que no trabajaba y llegó a hacer barbaridades, comomanejar borracho a Mugueta, hasta que un día se llevó por delante un caballo.El no sufrió graves lesiones pero destrozó el auto que no era de él y no teníapermiso para salir de Rosario, a parte se comprobó que estaba alcoholizadoporque no paraba de decir boludeces. Pobre la gorda dueña del auto, nunca pudo reponer ese coche. Un día voy a buscarlo a la casa de la tía y loencuentro tirado en la cama barbudo con la ropa toda sucia y arrugada._ ¿Qué estás haciendo boludo? Mirá que desastre quesos. ¿Qué mierda te pasa? _ No puedo más gordo, la negra me rajó de casa, yencima no tengo trabajo. La guacha no me deja ver a mi hija. Se pudrió todogordo._Dejate de hinchar las pelotas, levantate, afeitatey vamos. Estoy en otra agencia y necesitan un operador. ¿Tenés alguna ropa limpia?_Si, pero está arrugada._Bueno dale, planchala, yo voy a comprar algo paramorfar. ¿Cuánto hace que no comés?_ no sé, tres días._Mirá hijo de puta, te chupaste toda la botella dewhisky  que teníamos guardada. Dalebañate y afeitate que ya vengo.Nos comimos unas costeletas a la plancha y unostomates y lo saqué de ese encierro. Ya se lo veía mejor al flaco. En el caminole dijo algunas guarangadas a una veterana que caminaba con un bolsito por lavereda._ Pará gordo que me dio bola._Vos no perdés las mañas la puta que te parió _ Y si ya me echaron a la mierda de mi casa. ¿Qué puedo perder?_ Vamos a buscarte laburo boludo.    Empezó como operador en la agencia del rengo Mario,donde yo, ya estaba trabajando desde que nos echaron al carajo, ese día que nosquedamos dormidos en lo de las hermanas de Villa Diego y  dejamos a la agencia  sin autos toda la noche y toda la mañana.El rengo Mario había puesto esa agencia con la guitaque cobró por la pérdida de una pierna en un accidente laboral en la fábrica deaceros donde trabajaba.Este rengo era un hijo de puta que nos teníacagando. Nos hacía trabajar con corbata cosa que yo odiaba. El flaco no seencontraba cómodo tampoco ya que el rengo se quedaba con él y le hacía dar losmejores viajes a su hermano que manejaba el auto de él.Un  día mevolví loco cuando el flaco me pasó un viaje a San Nicolás ida y vuelta y elrengo me llamó él mismo para anulármelo y pasarme uno a la Florida, ya quesegún él ese de San Nicolás le tocaba a su hermano. Como estaba a una cuadradel cliente no le di bola y lo levanté yo. Apagué el handy  porque me llamaba constantemente. A miregreso estacioné el auto frente a la agencia y le tiré el aparato desde lavereda, con tanta suerte que pegó en un televisor que tenía sobre una mesa y sedestruyó la pantalla. El flaco solidario se hizo eco de mi bronca y de unmanotazo le tiró el equipo base al suelo, salió a la calle se subió a mi auto ynos fuimos cagándo._ Gordo.... ¿este rengo puto no nos denunciará a lapolicía?_  No creo.Tiene muchos autos truchos y no te olvides que el hermano ya estuvo en cana. Nole conviene ni arrimarse por allí.Otra vez quedamos los dos sin trabajo. Para colmo lamujer de Javier seguía sin darle bola, este se rayó y se fue para Mugueta.Yo entré en una remissería de la zona sur  que se llamaba San Antonio y era de un milicoretirado. El viejo tenía todo muy bien organizado y era muy estricto con losturnos de cada uno. Trataba por todos los medios de no quedarse sin autos, poreso la vez que se me rompió el auto y estuve parado unos quince días, el guachotomó otro auto y cuando regresé me dijo que no tenía lugar para mí.El flaco me vino a ver cuando volvió a Rosario.Estaba amargado porque no tenía un mango y los tíos de Moisés Ville  (los únicos que vivían en Mugueta eran losviejos)  no lo querían habilitar con unamoneda.Yo no lo podía ayudar, también estaba en bancarrota,sin laburo  y viviendo solo ya que untiempo atrás había decidido dejar mi matrimonio que no daba para más._ Que hacemos flaco. Está todo mal._ No sé, vos por lo menos todavía tenés el auto_ Si.... a no ser que choque con una caja fuerte yse me caigan todos los billetes dentro del auto le voy a tener que pasar  vaselina y metérmelo en el culo.Cuando dije lo de la caja fuerte se me ocurrió laidea._ ¿Te animás a chorear un banco? Le dije_ Gordo seguro terminamos los dos en cana_ Tengo una idea para hacerlo sin armas y sinlastimar a nadie._ ¿Qué estás diciendo loco?_ Verdad. Hay que estudiarlo muy bien, pero es buenaidea. Si estamos muertos, en la lona.El flaco es tan buen amigo que si yo le decía me voya tirar al río el se tiraba conmigo.Nos pusimos a estudiar el asunto, no era sencillonos llevaría tiempo. Pero eso nos sobraba. A todo esto la tía del flaco viajó aBuenos Aires a pasar una temporada con una hermana de Florencio Varela  que no andaba muy bien de salud  y eso nos sirvió para instalarnos en su casa_ Flaco lo primero que tenemos que hacer es caminary elegir el banco._ Estoy un poco cagado gordo, pero  te tengo confianza y le doy para adelante.Nos pasamos una semana recorriendo todos los bancosde la ciudad y algunos de los alrededores de Rosario.  Nos gustó uno de Mendoza al cuatro mil.Al final el auto nos sirvió pues teníamos queaveriguar el domicilio de un cajero que manejaba la cuenta corriente endólares. Primero conseguimos el nombre, se llamaba Mariano Acosta, era unflaquito alto, joven de unos treinta y cinco años pero de cabellos canosos. Nostomamos el trabajo de seguirlo a la salida del banco, hasta saber bien quevivía en la calle Gorriti al dos mil cien.La esposa era una gordita culona llamada MaríaCecilia Renso y tenía un hijo de once años llamado Martín Mariano y entraba alas ocho menos cuarto al colegio Boneo, lo llevaba la madre en colectivo.Todo este trabajo nos llevó casi un mes, para sermás preciso veintisiete días. Ya no sabíamos de donde sacar unos pesos paracomer y para el GNC del auto.Conseguí un Dentista que viajaba dos veces porsemanas a Casilda y me pagaba treinta pesos por viaje solamente de ida, eso ycincuenta que le mandaba el padre del flaco de vez en cuando, lo estirábamoscomo goma  para poder vivir.Para colmo esto me provocaba una ansiedad tan grandeque me devoraba los cigarrillos, porque yo me hacía el que la tenía bien clara,pero tenía más cagazo que el flaco. Imagínate que nunca había hecho algo niparecido a esto. Jamás pensé que me iba a embarcar en semejante aventura, (sise lo podía llamar así). Creo que la desesperación hace estragos en la mentedel ser humano. Qué loco, ¿no?.Tuvimos situaciones en donde exponía mi cara paraaveriguar todo esto,  por ejemplo:sabíamos que el pibe jugaba los sábados al fútbol en las canchitas de JuanXXIII y no teníamos los nombres de ellos. Entonces, me presenté un día en la casacomo directivo de las divisiones inferiores de Rosario Central, interesados porel chico para ficharlo en el club. Allí tomé los datos del padre, la madre ydel hijo que me lo dieron con gusto y entusiasmo  pensando, como todos los padres, que podían tener un Maradona en la casa. Les dejéde regalo un llaverito  para cada uno yuna taza para Martín con el logotipo del club, una inversión de diez pesos quehacía todo más creíble.Ya teníamos los datos de todos, ahora había queplanificar el golpe, algo complejo que provocó varias discusiones fuertes conJavier. Tal vez por el miedo, el flaco siempre encontraba fallas en lo que leplanteaba y eso me ponía loco.Primero teníamos que ver cual era el día del mes endonde entraba más guita a la caja de Mariano y en que horario se juntaba másgente dentro del banco, ya que de eso dependía la perfección del golpe. Los días demayor recaudación eran los primeros tres o cuatro días del mes y la hora de másaglomeración en el banco; de 11:30 a 13:30 horas.Estábamos en el mes de noviembre, ya se ponían losdías pesados,  el comedor de la casa erael lugar más fresco ya que se trataba de una casona antigua de techos altos ypisos de madera, allí con un pequeño ventilador discutíamos  con el flaco sobre el modo de hacer este ¨trabajo ¨._ Flaco pensa lo que te digo. Nadie va a sospecharnada porque el cajero va a estar todo cagado y le vamos a asegurar que si siguelas instrucciones no le va a pasar nada ni a él ni a la familia._ ¿y si hace algo antes de leer la carta? Estamosfrito._ Por eso tiene que estar bien redactada y con lainformación más temerosa al principio, para que siga leyendo. No te olvides queel va a recibir la hoja con algunas facturas por debajo para que no se note quees una carta. _ Pero cuando nos dé la guita ¿no se van a darcuenta?_ ¡Pero flaco! ¿Para qué mierda estuvimos horasadentro de ese banco? Boludo.... ¿no viste la gente que se llevaba los sobresgorditos con la tela en su interior? Ahora tenemos que pensar ¿qué ponemos enla carta? Tiene que ser  corta, clara yque diga todo._ Cuando salgamos va a llamar a la mujer_ ¿Qué importa?, nosotros ya no vamos a estar allí yaparte eso nos va a dar más tiempo para rajar lejos antes  que dé la alarma. Porotro lado al banco voy a entrar yo solo. Vos vas a esperar con  el auto en marcha.Nos habíamos olvidado de algo. No estudiamos ellugar para estacionar con una salida más directa y sin transito ya que el bancoestaba ubicado en una zona netamente comercial. Lo solucionamos de inmediato. Ala vuelta por Alsina teníamos un lugar especial frente a una obra enconstrucción.Yo en esos días me sentía  mal, tenía un nudo en el estomago, comía algoy vomitaba. No le contaba nada al flaco para no ponerlo nervioso a él también.Tampoco podía dormir, de eso se daba cuenta porque él tampoco dormía. Nostomábamos litros de mate durante la noche._Hoy es doce flaco, lo tenemos que hacer  el mes que viene._¿Y si esperamos un poco más gordo?_Diciembre es especial Javier. La gente estáenloquecida por las fiestas. Tenemos que aprovechar eso para perdernos entre lamultitud.Unos de esos días decidimos ir a Mugueta a lo de losviejos del flaco a comer un asado, para despejarnos un poco y porque hacía ratoque comíamos porquerías. Además el viejo siempre nos invitaba, porsupuesto  no tenía ni idea en queandábamos. Comimos esanoche como animales y por suerte no me cayó mal la comida, se ve que estaba másrelajado, en familia, escuchando las andanzas de don Saúl (el padre del flaco)cuando estuvo en Barcelona veinte años atrás. Sara, la esposa de don Saúl nossirvió café con una torta de chocolate  y nueces que hacía ella.Después de una larga sobremesa salimos a caminar porel pueblo con el flaco. Cruzábamos la plaza hacia la confitería de la esquinacuando nos encontramos con una flaquita rubia tetona._Hooola Javi!... ¿Qué hacés por el pago? _Hola Mirta. Este es mi amigo Roberto de Rosario_Mucho gusto, Javi siempre te nombra, por fin teconozco. ¿Qué hacen?Estamos al pedo dijo el flaco_Yo voy a lo de Marisa nos vamos a juntar aguitarrear un rato.  ¿Por qué no sevienen?_¿Quiénes van?_Nosotras, Zulema, Marquito, Gachy, Agustín y  la Silvia_¿Vamos gordo?Por supuesto que me enganché enseguida, Marisa vivíaen Arminda y para allá fuimos.Estaban todos reunidos en un patio grande conpileta, tomando cerveza. Me presentaron a todos y me dieron un vaso bienhelado  y espumoso.El flaco me hablaba siempre de la flaca Silvia, queera el amor de su vida, que estaba loco por ella, que una vez le había pegadouna apretada y ella no se resistió, pero que tenía novio y se le ponía endifícil. Yo me imaginaba una mina linda, pero solamente el flaco podíaenamorarse de semejante vagarto. Debería tener alrededor de cincuenta años,flaca como una garza, narigona y la cara surcada de arrugas. Aparentaba tenersesenta y pico. Ya te dije, este flaco es un bagayero.Se armó la guitarreada esa noche. Tocaban Marisa yAgustín,  un homosexual de veintisieteaños, que me hacía cagar de risa. Imaginate un puto cantando folclore, no lopodía creer. Pero la pasamos bien, empezamos cantando, continuamos bailando yterminamos a las cinco de la mañana metidos todos en la pileta, medio en bolas,ya que nadie tenía traje de baño. A mi se me había pegado  la Mirtita  toda la noche, cantaba a mi lado y me hacíacantar a mi también. Cuando comenzaron a tirarse a la pileta se sacó delante demí la remara y el vaquero. El diminuto corpiño que tenía no alcanzaba a cubrirsemejantes tetas y así se tiró al agua. Me llamaba  desde adentro y no lo dudé, tiré mi remera ymi pantalón en una silla y me zambullí en slip.         Jugábamos en el agua como chicos entre todos perocuando podía le metía alguna mano a ella, que no tenía problemas en dejarsetocar. Me agarré tal calentura, que ella lo notó cuando en un momento me apoyóel culito y sintió mi dureza. No sabía que hacer,  pues éramos muchos y parecía que el únicocaliente era yo. Ella se reía y se me tiraba encima cada rato yo pensaba comosalir de la pileta sin que se dieran cuenta. Salí por la esquina más cercana albaño y corrí hacia allá. Me estaba secando cuando escuché unos  golpecitos en la puerta, Era ella, la hiceentrar y pasó lo que tenía que pasar.Nos despedimos prometiéndonos volver a ver.Viajamos a Mugueta un poco alcoholizados a las ochode la mañana de ese domingo soleado, el flaco no dejando de hablar de laSilvia. Yo pensando en las tetas de Mirta.Llegamos a lo de don Saúl,  doña Sara nos recibió con dos tazones de café con leche y facturas reciéncompradas, lo devoramos y nos acostamos a dormir.     No sé si por el alcohol, por el cansancio o porqueestaba muy relajado sin pensar en lo que teníamos planeado, que dormí sinsobresaltos como hacía rato no me pasaba, hasta la una de la tarde, cuando donSaúl nos despertó para almorzar . En la mesa había una fuente grande con tallarinescaseros y otra con albondiguitas  consalsa muy tentadoras.Después de ese rico almuerzo volvimos a Rosario.Nunca me voy a olvidar de ese fin de semana, de la bondad  y hospitalidad de los padres del flaco, tan generosos como su hijo. De la buena gente  de Arminda, de la fogosidadde Mirtita, que después me contó Javier que era casada y ella no me lo dijo.¡Qué cosa!, parece que en los pueblos, el gorreo, es el deporte nacional, o será que en todos lados es igual yallí se descubre más rápido por lo pequeño del lugar. Como dice el refrán  "Pueblo chico, infierno grande" ¿No?Cuando volvíamos comencé a tener palpitaciones y aponerme ansioso otra vez,  como sifuéramos a dar el golpe al otro día y todavía teníamos quince días por delantey muchas cosas por planificar .        Al otro día la mujer del flaco le permitió ver a lahija, este se fue para la casa  al mediodía y volvió a las dos horas con una cara de culo terrible._ ¿Qué pasó flaco? _ La negra casi me denuncia a la policía._ ¿Por qué?_La nena no estaba, nos pusimos a hablar y en unmomento la abracé y me la quise voltear. Hizo un quilombo bárbaro, empezó a losgritos y yo no aflojaba, entonces me dio una piña  y dijo, siempre a los gritos, que me iba a hacer meter en cana, y que no mequería ver más por allí. Cuando salí de casa, los vecinos estaban todos afuera,mirando con cara de "allí va el violador". Caminé hacia la parada del bondi sinmirar a nadie._ ¡Qué boludo!!! ... y a tu hija ¿no la visteentonces? _ ¿No te digo que no estaba? Estaba en la casa deuna amiga._ Flaco sos una máquina de hacer cagadas _ Si ya sé...no hago una bien...encima esta vez a mihija no la veo más._Javier tenemos que seguir con lo nuestro y quieroque te concentres porque esta nos tiene que salir bien, y con guita en la manola conquistas de nuevo. _ Gordo vos siempre tenés razón. Vamos a darle paraadelante._ Vamos a confeccionar la carta que es lo másimportante ahoraNos llevó varios días ponernos de acuerdo con lacarta pero al final la terminamos, ya te voy a contar que decía.El treinta de noviembre estábamos casi listos,  solo tenía que ver la ropa que me pondría yque me haría en el pelo. _ Necesito una tintura bien negra, para parecer másjoven, flaco_ ¿Y una peluca?_ ¿De a donde vamos a sacar una peluca? Aparte senota mucho cuando alguien lleva peluca._ Y ¿vos sabes algo de tinturas?_ No,  perotiene que ser una que se vaya con un lavado de cabeza.Nos fuimos a un negocio que venden insumos parapeluquerías  de la Florida y dijimos queteníamos una casa de disfraces y un cliente nos pidió algo así para el disfrazde Drácula. Por suerte lo conseguimos a treinta pesos.La mañana del cuatro de diciembre se presentaba muy calurosa, con el flaco tomábamosunos mates en el patio, a la sombra de una parra y ultimábamos  detalles. Eran las ocho y a las diez y mediasaldríamos para el banco. Nos invadía una excitación terrible. El flaco separaba, iba hacia la cocina, volvía, caminaba a la puerta de calle, volvía,estaba muy loco._  Javier,pará un poco, sigamos con esto, estás muy nervioso, si el que va a entrar albanco soy yo boludo._ Es que yo no hice nunca esto, ¿qué querés gordo?_ Y yo ¿que? ¿Pensas que lo hago todos los días?_ Vos también estás nervioso_Si, pero tratemos de calmarnos porque vamos a hacercagadas.Diez y cuarto salimos para el banco. Yo tenía puestozapatos negros, pantalón vaquero, una camisa de seda negra y un saco negro deverano. En ese tiempo usaba el pelo largo, así que le pusela tintura negra y con gel lo dejé bien aplastado y la parte de atrás metidapor debajo del cuello de la camisa, eso hacía que para girar la cabeza, giraratambién los hombros, como si fuera un robot. Subimos al auto, el flaco se sentó al volante.Yo llevaba un sobre negro de cuero en la mano, deesos con hebilla de metal en el frente. Adentro tenía la carta entre dosfacturas, una de luz y otra de gas, que sacamos un día de un local vacío en lazona sur y una agenda color gris.Javier venía de vaquero, remera celeste y zapatillasblancas. En ese momento pensé que me gustaría estar en el lugar de él.Llegamos a la calle Alsina, como lo veníamos viendo,frente a la obra en construcción no estaba nadie estacionado, pues tenía uncartel que decía  "Entrada y salida decamiones". El banco estaba a la vuelta por Mendoza. Tenía que caminar treintametros hasta Mendoza, girar a la derecha y caminar otros treinta metros  hasta el banco.     Le dije a Javier que no dejara el auto en marcha,que prestara atención, cuando me viera doblar en la esquina que lo hagaarrancar. Para que no se le recaliente.Nos miramos con el flaco, nos dimos un abrazo, ledije _ si no vuelvo desaparecé _ y me fui.El salón del banco no era muy grande, serían unosveinte metros de frente por treinta de fondo, precisamente en el fondo estabala hilera de cinco cajas, a la derecha había cuatro escritorios donde atendíanlos plazos fijos, tarjetas de crédito, cuentas corrientes y algunas otrascosas. A la izquierda tres computadoras para los saldos y la garita delpolicía, el policía estaba parado afuera. Me temblaban las piernas ytranspiraba  como loco, me sequé lafrente con el pañuelo. Trataba por todos los medios de que no se me notara elnerviosismo.      Todas las cajas tenían colas de veinte o veinticincopersonas. La de Mariano Acósta  teníadoce (los conté) Me fui a las computadoras, hice como que miraba el saldo yanotaba en la agenda. En los escritorios también había gente esperando. Fuicaminando lentamente como leyendo algo en la agenda y me puse en la cola de laventanilla de Mariano.Estaba el aire acondicionado encendido, pero yo noparaba de transpirar. Era un manojo de nervios y escucho la voz de Javier pordetrás... _Gordo, es un trámite como otros, tranquilo.Sin darme vuelta le digo _ ¿Qué haces aquí?  ¿boludo!_ Quería tener una idea de lo que ibas a demorar._ Andá al auto ¡la puta que te parió!!!_ Bueno, quedate tranquilo.Caminó lento hacia otra cola, miró la de al lado ycon toda tranquilidad se fue. El flaco tenía esas boludeces que te sacaba delas casillas, pero esta ves me tranquilizó.Comencé a decirme yo solo _  esto es un trámite, esto es un trámite. _ Yasí me relajé un poco.Tenía todavía tres personas adelante, miré haciaatrás y se juntaron unas diez más. Disimuladamente miro al guardia y estabahablando con una rubia de trajecito azul y unas carpetas en la mano. Charlabananimadamente y él estaba desatento a lo que pasaba alrededor, yo pensaba queojala se quedara un rato esa rubia para distraerlo.Me tocaba a mí y el cana seguía con la rubia. Saquédel sobre las facturas con la carta en el medio.Esperé que me llamara ya que el primero tenía queesperar a dos metros de la caja en una barrera hecha con  cadenas de plástico.Me temblaban las manos y es increíble laconcentración que tenía para no estar nervioso y actuar con naturalidad..._ El que sigue _ llamó Mariano.Me acerco y le extiendo las facturas con la cartaarriba, él toma los papeles en forma automática. Cuando vio la carta iba alevantar la vista y le dije entre dientes sin mover los labios _ leé y no hagasni un gesto.Comenzó a leer y se iba poniendo colorado, eso measustó un poco. Miré hacia las otras cajas disimuladamente y cada cual estabaen lo suyo, miro al policía y seguía charlando con la rubia.Y Mariano seguía leyendo la carta que decía:"Mariano, tenemos a María Cecilia y a Martín connosotros, no les pasará nada si seguís las instrucciones que te damos y yosalgo sin problemas del banco.Te paso un sobre y meté los dólares que entren. Nomirés a nadie. Dejate  la carta allí convos te va a servir para no perder el laburo.Cuando salga de aquí, esperá tres minutos y llamá atu casa.Terminó de leer y levantó suavemente la cabeza hasta el mostrador. Le pasé el sobre y ledije,_ Tranquilo, llenalo con mucha tranquilidad, sin movimientos bruscos y cerralo.Sacó del cajón varios fajos de billetes de cien ylos fue acomodando en el sobre, que vos viste, esos que son tipo fuelle.Quedó gordo el sobre, no tenía idea cuanto era. Melo pasó y le recordé _ Esperá tres minutos después que salga, tu familia va aestar bien.Miré a mi alrededor y me di cuenta que nadie sepercató de lo que estaba pasando. El milico seguía de jarana con la rubia y losdemás empleados estaban con sus trabajos.Caminé lentamente a la salida con el sobre bajo elbrazo, antes recogí un volante con propagandas del banco, de una pilita delmostrador de las computadora de saldos y salí haciendo que lo leía.Al salir del banco caminé a paso rápido para laesquina entreverándome con la gente que a esa hora era mucha y al doblar laesquina casi corriendo llegué al auto que el flaco ya había puesto en marcha. Entré del lado de la vereda por la puerta de atrás y metiré entre los asientos, el flaco me tapó con una lona vieja que llevamos paraeso y arrancó hacia  la calle Tres deFebrero dobló a la derecha hasta Lavalle. Manejaba tranquilo sin apuro para nolevantar la perdiz. Por Lavalle siguió hasta Córdoba, cuando cruzamos Mendozapasaron dos patrulleros con la sirena a toda velocidad, _ Se armó el bolonqui._ Dijo el flaco, en Córdoba dobló hacia Francia y de allí hasta Rioja. Estacionó frente a la casa de la tía ydespués que se aseguró que no había nadie me abrió la puerta y nos fuimosadentro.Puse el sobre arriba de la mesa del comedor y mealejé unos pasos, nos miramos con Javier, estábamos los dos temblando. _ ¡Lo hicimos gordo!._ ¿Cuánto habrá?_ Abrílo vos dale.Lo abro y saco siete fajos, cuento uno y son de diezmil dólares _ Flaco diez mil por siete... ¡son setenta mil!!!Nos abrazamos, saltábamos como chicos, llorábamosEstábamos contentos. El flaco corrió a la cocina yse vino con una botella de vino blanco espumante helada. _ Lo guardé para estemomento gordo. La tomamos del pico. Javier daba saltitos con unfajo en cada mano.Me saqué la ropa y me metí en la ducha, me lavé lacabeza para sacarme la tintura y me afeité la barba _ Pareces un pendejo gordoja ja. _ se reía el flaco.Sacamos doscientos dólares y escondimos el resto,nos fuimos al centro a cambiarlos. Nos dieron en esa época novecientos pesos(estaba a cuatro cincuenta el dólar) nos pusimos en el bolsillo cuatrocientoscincuenta cada uno. Esa noche  fueinolvidable. Yo te cuento esto a vos porque también sos un amigoy sé que no lo vas a contar a nadie y junto con el flaco son los únicos que mevienen a visitar.A Javier no lo agarraron. Piensan que lo hice solo.Yo me sigo declarando inocente.En el banco había cámaras de video y entre el cajeroy otro empleado que parece que me conocía y me reconoció cuando le mostraron lafilmación, me mandaron en cana. El flaco viene día por medio y no deja que me falteni puchos ni comida buena. Dice que la guita no la está tocando, que está bienescondida.El abogado me dijo que me quede tranquilo que elvideo no es prueba condenable,  que yavoy a salir.La estoy pasando realmente mal aquí, pero gracias aJavier y a vos que me visitan, los días no se me hacen tan largos.Bueno hermano después te cuento que va a pasar contodo esto. Si lo ves al flaco dale un abrazo y decile que lo espero mañana, Queme traiga una campera , que de noche se pone frío por aquí.
Mi amigo Javier
Autor: Roberto Funes  731 Lecturas
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Autor: Roberto Funes  726 Lecturas
Truenos incomprensibles para mí, que destruyen. Mis amigos quedaron jugando al dormido en la plaza. Los adultos cargan sus casas, cual caracoles, y huyen, donde están mis padres?... Todo es confusión. Mi casa ya no está, es una montaña de escombros humeante. Hay adultos por el camino jugando también al dormido Los truenos siguen más cerca, con luces incandescentes, tengo miedo… donde estás mamá? y mis hermanos? Es esta mi cuadra?. Todo se ve distinto. Por qué todos corren? Me ahoga el humo, me arden los ojos, esa nena llora, le sangra el cuello, no está su mamá con ella. Mamita donde estás? Tengo mucho miedo, no se a donde ir, todos corren y nadie me mira. Un señor se cayó y tiene sangre en la espalda y la cara quemada, grita mucho. Algo me golpeó en el brazo, me duele. Hay mamá, no tengo mi brazo! Estoy en el suelo. La gente pasa sobre mí corriendo. Ayúdenme por favor! Mamá, mamita, donde estás? Todo está oscuro, no veo, mamita ……….
La guerra y un niño
Autor: Roberto Funes  725 Lecturas
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Si no quieres
Autor: Roberto Funes  721 Lecturas
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