Canto a la cerveza Fue una tarde calurosa de verano, Te invité a cobijarte entre mis labios, Primero sentí tu aroma, algo amargo, Luego sentí la amargura de tus besos, Quedamos solos tú y yo. Te tomé entre mis manos, te sentía fría, Me hacías tan feliz que sentía ganas de correr, Salté, grité, fui feliz por una tarde, Paseaba contigo de la mano, Me gritaron, se rieron, me envidiaron. Aquella tarde fui feliz, a pesar de dejarte en el olvido, Recorriste mi cuerpo, fui tu prisionero, Aquel tímido que fui se había marchado, Fui valiente, pude decirle a Diana que la amo, Me hiciste feliz por una tarde, luego otra, luego otra, Hasta hacerme prisionero de tu vicio. Pd. La imagen no es cerveza, es la muestra para mi examen de orina
El niño de ayer (parte 3 y final) Que triste la vida al dormir bajo el frío, Que triste es la vida cuando lloran los niños, Que triste es la vida cuando tienes frío, Caminando tres días con el yugo al hombro, Caminando tres días sin tener comida. Piececitos descalzos que ya no tienen casa, Piececitos descalzos van buscando un destino En la tierra las huellas de los pies lastimados A lo lejos el ruido de una carreta de palos Sobre ella un hombre con una manta de trapo. Para donde viaja señora con esos cabros, Mire patrón dijo el niño, mire mis manos Están llenas cayos de tanto sujetar el arado. Mire patrón mi cara ya soy un hombre de trabajo, Déme un techo señor y yo le trabajo en el campo. Desde aquella tarde el patrón, les dio casa, Les daba todos los meses harina Y para las cosechas tres sacos de papas Un cordero bien gordo para cuando año acababa El niño de antaño ya no araba, el niño ahora un caballo montaba. fin
El niño de ayer (parte 2) En la loma de los cerros su futuro le espera, Yo también hijo mío fui niño y jamás conocí la escuela Será mejor que el cerro a conocer aprenda, Porque si pierda una oveja la correa le espera, Mire hijo mío éstas marcas, son por perder una oveja. En la noche aquel hombre abrazó la pobreza, Pues partió a la cama con su amiga tristeza, Y de aquella noche pasaron dos años, Cuando de nuevo el viejo con voz lastimera, Le dijo hijo mío en el fundo en patrón le espera. En la mañana siguiente al clarear las estrellas, Van llegando a la hacienda donde el patrón los espera. Con voz fuerte y clara grita en mi fundo no quiero, A ni un flojo de mierda, tú ya no eres un niño, Es el trabajo el que enseña a ser gente buena. La pasaron dos bueyes para cultivar la tierra, Con su mano de niño se aferro a la mansera, Creyendo era un juego al rayar el sol sus bueyes aperan, Con el arado la mano empezó a caminar en la niebla, Y en la primera vuelta supo lo difícil de cultivar la tierra. Para el almuerzo diez golpes le llevaba el arado, Al almuerzo las risas de los hombres del campo, Que le decían se fuerte para que tu padre no le quiten el rancho, Mira niño se fuerte pà que no te bote al arado, Mira niño mis manos cubiertas de callos. Ya a sus doce años era su amigo el arado, El que encallaba sus manos, al que seguían sus pasos, Al que contaba sus penas porque su padre ha marchado, Le decía mi viejo entre cuatro tablas quedo encerrado, Fueron cuatro tablas brutos que el patrón la ha dado. A la semana siguiente el patrón y dos peones, Le golpean la puerta y en la calle los ponen, Será el hombre junto su madre y pequeños hermanos Quienes abrasen el frío, los que non tengan reparo Y por techo tengan la sombra de un viejo espino. Para esa gente no hay dios, para ellos no hay pago, Sólo un par de sacos que llevan la riqueza de años, En la mano un hacha y en el hombro un yugo, Sobre su cuello al hermano que no podía seguir tranco Para no pasar la noche bajo el cielo del campo.
El niño de ayer ( parte 1 ) Piececitos descalzos van bajando del cerro, Piececitos descalzos caminando a la escuela, En sus pasos hay sueños para él y sus viejos, Se detiene y recoge un pajarillo muerto, Le pide sus alas para volar en el tiempo. Ve vestido a su padre con un traje negro, Ve del brazo a su madre con el pelo al viento, Entrando en la casa que el hiciera a sus viejos, Al pisar una piedra la aterriza del vuelo Pues mira la choza que ha dejado lejos. Ya se asoma la escuela detrás de aquel cerro, Con los pies escarchados camina en silencio Mira al sol que no asoma para que se lleve el hielo, Mira a su escuela de tablas que lo espera en silencio, Mira a su escuela de tablas escondida detrás del cerro. Allá lo espera un abrazo y un beso, Allá lo espera un jarrito de leche para calentar el cuerpo, Él está mediodía, junto a su anciana maestra, Y un hambre maldita que lo atormenta, Allí espera la hora para salir de la escuela. Con su bolsito de trapo, que su madre cosiera, Va el niño solito, olvidando las letras, Camina junto al arroyo siguiendo unas hojas secas, Mientras en su cabeza los piojos con sus uñas restriega Con sus pies en el barro va dejando sus huellas. Las hojas del agua eran sus compañeras, Pues corrían veloces para que él las siguiera, Hizo un barco de palo y puso dos hojas por velas, Su compañero de viaje quedaba cada tarde en la rivera, Fue una noche de lluvia que lo llevó una tormenta. Allá en su choza le espera una cara sonriente, Es el padre que esconde unas chalitas calientes, Son de cuero de vaca, para que los pies no se hielen, Las hizo con sus manos el hombre que lo besaba Cuando estaba en el vientre. Al llegar una noche su viejo le besa la frente, Y le dice hijo mío usted ya no es niño, es un hombre fuerte Aunque solo tiene ocho años, el patrón le requiere, Para cuidar los ovejas en el cerro de afuera, Será mejor hijo que olvide su escuela.
Lagrimas de lluvia Padre mío que partiste en medio del silencio, Padre mío hoy más que ayer te echo de menos, Cuando escucho la lluvia en el tejado, Cuando el viento trae a mi memoria tus pasos, Las frías gotas de lluvia rodando en el cristal, Me recuerdan esa lágrima en tus ojos al marchar, Cuando escucho la lluvia en el tejado, Imagino son mis lagrimas cayendo sobre el mármol, No habrá tiempo que me quite tu recuerdo, Como no hay roca que se incline con el viento. Cuando escucho la lluvia en el tejado, Recuerdo aquella lis que junto cultivamos, Mañana cuando abra, cortaré la flor más bella, Cuando abra la pondré sobre el mármol que te encierra. Padre mío hoy más que ayer te echo de menos, Cuando veo cuando veo que mi vieja sólo guarda tu recuerdo.
Amor bajo la lluvia En un frío anden su cruzaron nuestros pasos, Yo miraba su cara, ella a un niño jugueteando, Yo miraba sus labios, ella mi pelo alborotado Yo miraba sus ojos, ella mordía sus labios Yo le dije me gustas y se unieron nuestras manos. Salimos bajo una lluvia gris de otoño, Hacia el cerro caminando, Nos dijimos mil locuras tomados de la mano, Corrimos, jugueteamos, nuestros amores olvidamos, Hasta llegar al mirador mas alto, ya casi sin aliento, Le dije, son tus labios fresa roja, Son tus ojos verdes hojas, Es tu pelo negra roca, Luego sellamos con un beso, Ese amor que vivimos en silencio.
La marcha de María María muy temprano se levanta, Del jardín coge un par de rosas blancas, Irá muchas cuadras caminando, Sin llevar más compañía que sus años. Villa Grimaldi es su destino, Allí donde estuvo prisionero su marido, Para dejar una rosa junto al nombre del querido, Camina nuevamente silenciosa, Bañada por el sol que la acongoja. Se detiene sobre un puente del Mapocho, Para mirar como viaja tan furioso, Ve figuras en el agua, ve a sus hijos, Su marido, su nuera y su cuñada, A su nieto que le dice no te vayas. Camina nuevamente bajo el sol, Hasta llegar al memorial de lo sin voz, Para pegar una rosa junto al nombre de aquel hijo, Al que un día arrebataron sin saber su rumbo fijo.
Para Joaquín Fue tu vida como gotas de rocío Que adornaste con tus risas a las rosas, Fuiste agua, fuiste aire, fuiste tierra Fuiste el sol entre la niebla. Hoy te busco y no te encuentro, Hoy te veo jugueteando con el viento, Veo tus manos que acarician El cabello de tus padres, Veo tus ojos entre estrellas titilantes. Más no podrá tu recuerdo Vivir sólo en la memoria Ya que es frágil como pétalos de rosa Mas yo sé que tu recuerdo Es más firme y duradero Que huella sobre roca. No habrá tiempo, no habrá lluvia No habrá fuego, no habrá viento Que se lleve tu recuerdo, Aún te veo correteando por la plaza Aún te veo jugueteando por la casa, Cuando escucho el trinar de los gorriones Me recuerdan a tus llantos y canciones. Ahora se que estas en los jardines, Cortando algunas rosas y jazmines, Harás rondas con lo ángeles Tomados de las manos, Harás olas con el viento por los prados. Fue tu vida trigo fértil en los campos, Fue tu vida la semilla, fue tú partida el arado, Tus lagrimas el agua, la tierra tus manos, Al mirar verdes espigas en el campo, Sé que fuiste un ángel que ha marchado. Eres ahora como gotas de rocío, Porque bajan a la tierra en el crepúsculo Y nos miran, eres ahora como gotas de rocío, Pues bajan a la tierra en el crepúsculo Y nos besan, eres como gotas de rocío Porque bajan a la tierra en el crepúsculo Y al salir el sol al cielo se regresan.
Te he esperadodìa a dìamomento a momentopero te escapaste ausentas como aguaentre las manossuspiro lejanono se si te soñèo en realidad exististeapareces de prontopero nunca de frentete veo, te leopero acaso eres Tùaquel que decìaamarme por siempreo tal vez fue un sueñoun bendito consueloen mis noches de insomniode tristeza, de abandonosi aparecieras de nuevote estarìa esperandopara llenarme de sueñosde melodìa, poemasde amores, de suspirospero no lleguesy digas son solo recuerdosno seas infame se Tuel Caballero amorosoel que me acompañabaen mis cuitas, el que enjugabami llanto mi rayo de luz, se Tu te lo pido 17 de Julio de 2010 Mèxico
Te vas como el agua entre las manosno puedo retenerte y solo te vasdejando una estela de añoranzasde recuerdos suspendidos en el airede vivencias sin sentido de sueños locos en momentosde dentro, del alma y corazònte vas, y te lloro como a un muertoy contigo muero a cada instantepoco a poco, mis ojos estàn secosy mi alma adolorida y perdidate vas como agua entre las manosy no puedo retenerte, solo te vas
Para el momento en el que la luna se pudo asomar entre las nubes por un momento, dejándose ver o corriendo a las nubes para mirar la batalla, fue el momento en el que sonó un cuerno, era este cuerno el del general Daránndor quien luego dijo:-quiero que una oleada de flechas sea quien ilumine a nuestros enemigos para que luego que las flamas los iluminen las flechas den de lleno en ellos. Si bien tenemos muchas flechas no quiero que estas sean desperdiciadas, “por la victoria y por la vida y la de quienes se ha extinguido”. Para el sonar por segunda vez del cuerno fue cuando salieron desde el interior de los muros del castillo las flechas en llama, estas al iluminar el campo dejaron al descubierto a los miles de hombres que aguardaban en las afueras, aun no caían al suelo, es mas mientras las flechas iban volando en el aire los payatzals empezaron también con su ataque. Los payatzals estaban divididos en pequeños grupos, los que dejaban unos pasadizos para que quienes portaban las escaleras para trepar los muros pudieran avanzar sin contratiempos, para el momento en que estos pasaron llevando su cargamento, se volvieron a juntar sin dejar un solo pasadizo al descubierto, los arqueros de Daránndor por su parte intentaban derribar a la mayor cantidad de hombres posibles para que ni siquiera llegasen a los muros con sus escaleras, pero por cada payatzals derribado había otros para que tomase su lugar, y no tardaron mas que unos momentos en poner algunas escaleras apoyadas en los muros, para luego trepar rápidamente por sus peldaños. Sin embargo sólo alcanzaban a poner sus pies en los últimos peldaños cuando la madera de los flechas los hacía perder todo lo avanzado llevándolos en un vuelo mortal. Si no encontraban la muerte por las flechas era la caída en si la que les daba cobijo para terminar así con su dolor. También se podía ver a quienes había sido herido por las flechas ardientes, siendo muchos de ellos consumidos por el fuego, se podía ver como se retorcían cual gusanos al sol, ellos esperaban que una flecha enemiga o un brazo amigo terminara de una vez por todas con su sufrimiento. El triunfo en pos de quienes defendían el castillo era inminente, pero un sonido penetrante hizo palidecer hasta al mismo Daránndor, era el grupo de los cien, un grupo de hombres que el mismo Daránndor había entrenado durante cinco años, pero un día estos hombres fueron tentados por la ambición del poder y Daránndor debió desterrarlos porque inclusive se sentían superiores al rey Dénnator y osaron desafiar la autoridad de Dáranndor. Estos hombres venían con escudos y a su alrededor un gran numero de hombres protegiéndolos, es decir recibiendo las flechas que les lanzaban al grupo de los cien, sacrificaban sus vidas por proteger a los arqueros. Arqueros-gritó Dáranndor-apunten al grupo de quienes portan una bandera como la nuestra, los hombres lo miraban preguntándose como podremos saber quienes llevan una bandera de los arqueros si la noche sólo nos deja ver sombras. Aun los hombres no salían de su asombro por lo dicho por su general cuando del arco blanco de Daránndor salió una flecha encendida, mientras ésta surcaba el cielo los hombres apuntaban sus arcos buscando el blanco que iluminaría la flama de la flecha. Contrario a lo que todos creían que quedaría enterrada junto al suelo, quedó enterrada junto al madero en el cual ondeaba la bandera, alcanzando con su flama a la misma propiamente tal, la que empezó a arder bajo la estupefacta mirada de todos quienes seguían su destino. Los arqueros que una vez estuvieron bajo las ordenes de Daránndor y ahora luchaban contra él y su gente miraban como la bandera a la que por años ellos habían portado y mediante la cual cultivaban el odio hacia el general que los había desterrado estaba en llamas, en tanto quien era el portador del estandarte la tiró junto a la hierba para apagar la llama con sus pies. Apenas la bandera tocó el suelo, su portador se desvanecía sobre ella, con una flecha enterrada junto a su pecho, la chispa del odio pareció acrecentarse al ver que el mismo que los había desterrado, quemaba su estandarte y daba muerte a su portador, ya que fue una de sus flechas la que dio muerte al portador del estandarte. La ira era tal que uno de los hombres salió de su refugio tras los escudos y se inclinó para hacer a un lado al hombre que había caído sobre la bandera, es mas con su propio cuerpo inerte apagó las llamas. Con una furia tal, tomó al hombre y lo apartó de la bandera, la que estaba con gran parte quemada, extendió sus mano para asirse del madero y llevar lo que quedaba de bandera a lo mas alto, sin embargo Dáranndor apuntando una nueva flecha, una vez que llegó a su destino atravesó la mano de quien la sostenía en lo alto. Con su mano herida y a pesar del dolor la levantó cuanto mas pudo, siendo aquella su última afrenta a Dáranndor ya que una flecha disparada desde el arco blanco entró en su pecho. Los ojos del herido parecían perderse cada vez que parpadeaba mirando los muros del castillo, en sus pupilas podía verse reflejado el fuego de las flechas surcando el cielo, para finalmente desplomarse tan cerca del que un día fue su hogar y debió luego abandonarlo por haber sido presa de las garras de la ambición. Para el momento en el que el rostro del arquero tocó y besó por última vez la que fue la tierra que lo vio crecer, ahora abría sus brazos para recibirlo nuevamente, sin que a ésta le importase que hubiera sido un traidor. Para los traidores ya no había bandera que flameara, ahora eran tan solo unos hombres criados en las tierras de la montaña corcovada, pero al fin enemigos de su propia sangre, enemigos de su propia tierra, enemigos de sus hermanos, enemigos de sus padres, enemigos del maestro que les enseñó a disparar con el arco. Con el sonar del cuerno de los arqueros que acompañaban a los payatzals era como si un grito saliera de las entrañas de la montaña corcovada, ya que sería la primera vez que las flechas de los hombres de Daránndor serían usadas para derramar la sangre, la misma que corría por sus venas, pero a ellos parecían no importarles a quien dieran las flechas, si había dado en un hermano un tío o inclusive en el pecho de su propio padre, para ellos era igual, las ansias de venganza los había enceguecido y su corazón se había vuelto sin sentimientos. Las flechas de los hombres venidos con los payatzals estaban haciendo estragos en un sector del muro del castillo, oportunidad que era aprovechada por los payatzals para posar las escaleras y de una vez por todas entrar al castillo. Los arqueros estaban a pocos pasos del muro y desde allí tiraban sus certeras flechas. Dáranndor desesperado al ver que los enemigos se empezaban a meter al castillo, corrió al lugar a donde estaban cayendo sus arqueros, había llegado el momento que el maestro se enfrentara a sus aprendices. Los hombres que habían a su alrededor iban cayendo uno a uno, parecía que el general se quedaría completamente solo para enfrentarse a los que fueron sus alumnos, pero quien había llevado a sus hombres caminando hasta el mismo castillo corrió a luchar a su lado, fue así como Daránndor y Molldarr quedaron cada uno de ellos con su arco enfrentándose a los enemigos, hasta que de pronto les llegó refuerzo, los arqueros que acostumbraban acompañar a Daránndor llegaron a su lado para combatir. En el horizonte ya se podía ver que no faltaba mucho para que el sol asomara entre las montañas, motivo por el cual ya era posible mirar al rostro a los enemigos, había un joven en especial, había combatido largo rato al lado de Daránndor… El campo estaba sembrado de cuerpos de uno y otro bando, pero los payatzals no habían logrado su objetivo de tomar el castillo, siendo los arqueros que un día pertenecieron a la montaña corcovada los que mas se acercaron a dicho fin, pero por mas escudos que usaran para protegerse, sólo quedaban unos cuantos con vida, éstos tomaron sus escudos para poder correr y trepar con mayor facilidad por las escaleras, fue ese el momento en que fueron casi todos aniquilados, excepto por uno que logró trepar y entrar al castillo. Dáranndor no se había percatado de lo sucedido, y mucho menos se había dado cuenta que el arquero lo tenía como blanco, pero el muchacho que se encontraba a su lado si pudo ver que la vida de su general estaba en peligro, sin mirar a la cara a su enemigo tensó su bordón. Las flechas tanto de quien apuntaba a Daránndor como la del joven que luchaba junto a él salieron a mismo tiempo de sus arcos, Daránndor pensó que la flecha del traidor iba hacia él pero dio en medio del pecho del joven que se encontraba a su lado, el general quien se encontraba con su bordón tensado para enviar también una flecha, lo soltó al ver que tanto la flecha que había enviado el payatzals como la del joven de la montaña corcovada habían dado en el blanco. Daránndor intentaba sostener entre sus brazos al muchacho para que no se desplomase, fue entonces cuando al mirar al joven al rostro pudo ver en sus mejillas rodando un par de lagrimas, luego volteó su mirada quien había disparado la otro flecha que lo había herido, lo vio de rodillas desplomándose lentamente, Dáranndor lo reconoció y fue entonces sólo entonces cuando comprendió porque de los ojos del muchacho corrían lagrimas, ¿Por qué?-gritó Daránndor-porque tenían que morir, porque tenían que matarse con sus flechas, si eran hermanos. Por favor general-dijo el muchacho-ayúdeme a caminar hacia mi hermano. Quien también y luego de disparar su arco se dio cuenta de su error, también de sus ojos rodaban algunas lágrimas, éste último, afirmándose en su arco intentó ponerse en pie pero se tumbó al suelo, el muchacho por su parte también alcanzó a dar un par de pasos y calló, ambos estiraban su mano derecha como si quisieran alcanzarse, pero la muerte llegó primero a buscarlos, quedando ambos con sus manos extendidas, el uno hacia el otro. Molldarr al verlos dio un par de pasos para acercar al joven arquero ya muerto hacia el cadáver de su hermano pero Daránndor lo detuvo, y le dijo: si los dejas que se toquen sus manos nunca lo sabrán, déjalos que sigan con la esperanza que un día se reencontraran.
Adiós hijo mío (recuerdos de la despedida de mi abuela a mi padre) Despierta hijo mío, abre los ojos, mis manos no tienen fuerzas para seguir aferradas a la madera que te encierra, mis piernas ya no son tan ágiles para seguir tus pasos, escucha que te hablo, no sigas con tus ojos perdidos tras los parpados, hijo mío como quisiera acariciar tu rostro en vez de golpearlo como lo hacia cuando eras niño, te pude besar tantas veces y ahora que no te tengo lo deseo, quiero sentir tu aroma por última vez antes que se confunda con el de las flores que te rodean, mira mis ojos ¿los recuerdas? Recuerdas aquellas lagrimas que cayeron de ellos cuando debí despedir a tu hermana, yo pensaba que mis lagrimas que se habían extinguido al igual que mi alegría lo hizo por cuarenta años, hijo mío se que no puedes abrir los ojos para mirarme, pero cuando te reúnas con tu padre y tu hermana diles que me dejaste sola y no pudiste despertar para mirar siquiera mis lágrimas.
Para Joaquín Fue tu vida como gotas de rocío Que adornaste con tus risas a las rosas, Fuiste agua, fuiste aire, fuiste tierra Fuiste el sol entre la niebla. Hoy te busco y no te encuentro, Hoy te veo jugueteando con el viento, Veo tus manos que acarician El cabello de tus padres, Veo tus ojos entre estrellas titilantes. Más no podrá tu recuerdo Vivir sólo en la memoria Ya que es frágil como pétalos de rosa Mas yo sé que tu recuerdo Es más firme y duradero Que huella sobre roca. No habrá tiempo, no habrá lluvia No habrá fuego, no habrá viento Que se lleve tu recuerdo, Aún te veo correteando por la plaza Aún te veo jugueteando por la casa, Cuando escucho el trinar de los gorriones Me recuerdan a tus llantos y canciones. Ahora se que estas en los jardines, Cortando algunas rosas y jazmines, Harás rondas con lo ángeles Tomados de las manos, Harás olas con el viento por los prados. Fue tu vida trigo fértil en los campos, Fue tu vida la semilla, fue tú partida el arado, Tus lagrimas el agua, la tierra tus manos, Al mirar verdes espigas en el campo, Sé que fuiste un ángel que ha marchado. Eres ahora como gotas de rocío, Porque bajan a la tierra en el crepúsculo Y nos miran, eres ahora como gotas de rocío, Pues bajan a la tierra en el crepúsculo Y nos besan, eres como gotas de rocío Porque bajan a la tierra en el crepúsculo Y al salir el sol al cielo se regresan.
muchas Gracias por tu comentario Daih, te lo agradezco de todo corazón, amiga mía hAAAA lo había olvidado el texto despedida que es para casi cortarse las venas no se si lo has leído me basé en uno de tus textos el cual contaba cuando tu pareja había tomado la maleta y tu seguías en el sillón....
Muchas Gracias, Caranndor.. Muy linda tu poesía... y al iguak que tú! Espero serlo espero ser poeta.. al igual que todos ustedes, Gracias... y por siempre Seguidora tuya Nooooee (:
daih
Caranndor
Nooemar Hevia
leticia salazar alba