Un borracho desconocido me aborda en el camino para decirme: el amor no existe; yo, que un día amé, amé hasta la médula de mi mirada y regresé a la piel del amor para luego partir de su ostracismo, respondo con ojos en constante plática con mi sangre: ¿qué es eso del amor? El extraño me mira con aversión, me da a entender que soy otro de quienes él mismo devasta, se aleja desconcertado y desde la distancia grita: ¡Una baratija es el amor! Más tarde reflexiono si el amor es una gota de agua, que al asentarse en un cáliz de bronce se narcisisma de oro, hasta creer embriagar el sol con su ápice de ilusión. ¿El amor? ¿Son las tres de la tarde?