• victoria alarcón garcía
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Y quiero escribirte algo lindo, algo que sea bello y cierto, que llegue a lo más hondo de tu alma, que se grabe en ella, porque quiero que jamás olvides lo que siento por ti. Entonces escribo poemas chafas, patéticos, cursis. Y los guardo por no provocar tu risa y lloro por no ser capaz de ponerlos frente a tus ojos. Podría compararte con las estrellas, admirar tus ojos, pero todo eso se ha dicho antes, mucho antes de sentirte como al mar. ¿Y qué hago entonces? Pensar. Pensar en lo que te diría, en las frases que te convencieran de mi amor. Pero nada parece suficiente. Por mi mente atraviesan cientos de imágenes y en todas ellas hay algo real, y eso real es mi deseo de abarcarte, de contener tu alma entre mis brazos. Sin embargo te quiero libre, como ahora. No encuentro palabras ni argumentos, no sé si me entiendas. Si no puedo escribirte un verso, al menos quisiera decirte que te quiero conmigo para compartir no sólo lo romántico y lo bello. Te quiero conmigo para compartir lo amargo, lo extraño, lo incierto. Te quiero conmigo para tomar tu mano, para sobrevivir. Las escenas se repiten en mi mente. Caminar por las noches tomados de la mano, cocinar juntos, estudiar mientras tocas tu guitarra y pasar cientos de noches en tu cuarto. En tu ventana. Te quiero conmigo y sé que muchos días hemos de pelear, incluso llegaré a celarte. Pero también seré capaz de compartir. Qué bella sería la vida en tales circunstancias. Ver tu ropa junto a la mía al abrir el cajón. No puedo encontrar las palabras precisas pero quisiera que entendieras que te quiero no sólo por ser guapo, por ser inteligente o por todas las absurdas cosas que se creen en esta sociedad. Te quiero porque el amor por tí nace de mi pecho sin razones y sin razones quiero que me beses y sin razones quiero pasar mi vida contigo. Si eso está bien o mal, ¿qué importa? Si tú y yo estamos de acuerdo, si tú y yo mas que entendernos nos aceptamos. No puedo escribirte un verso, pero al menos quiero que tengas presente esto.
Me estremece la violencia de un deseo que puede hacerse realidad, me estremece el fuego helado que recorre mi espalda al dudar, hay cosas en las cuales no  me puedo equivocar y entonces escucho, a través de una onda de aire, el llamado sospechoso de un secreto. Entonces, a través de aguas que jamás he surcado, mi alma se aventura para capturar medusas que flotan en suaves fluorescencias. Todo ahí parece sencillo y todo aquí es intrigante, veo mis manos extenderse en un azul líquido  que me arranca las respuestas y me llena de temor al pensar. En la profundidad abismal de aquel retiro, mis sentidos se abren más para captar el mensaje de la vida… Mis oídos perciben la música de la lejanía, mis manos ahora sienten la suavidad de las respuestas, mis ojos captan el líquido color que me envuelve, y voy alejándome más hacia aquel refugio cálido donde me es dable pensar, dudar, imaginar, construir y en fin, vivir.
La inspiración se agota en la soledad de un recuerdo amoroso que jamás va a regresar.Se agota en labios cansados de pronunciar el nombre del amor que se nos fue. La inspiración se consume en las noches agitadas de un gran dolor. La inspiración me ha abandonado, tal como lo hiciste tú; se ha cansado de buscar palabras que regresen nuestra fallida felicidad. La inspiración ya no está en mí, voló a donde no le humedezca el sabor de mi llanto, y busca otros cielos felices que no recuerden que en mi corazón ha muerto por el dolor que me provoca tu ausencia.
 Y con el aire colándose por la ventana, se colaban miles de ilusiones. Yo solo me sentía reina sobre su cama. Me sentía diosa si sus manos blancas me recorrían la piel.No parecía ser yo la que de ese modo se entregaba. La que al entrar por su puerta se despojaba de todo vestigio de compostura o disimulo. No quería ni podía ser otra entre sus brazos. Solo una loca sedienta de sus besos, una tonta que con cada uno de ellos se estaba dejando matar.  
Soy una maldita mujer romántica.  La que te toma como dios de mis noches y de mi cama,como hacedor de milagros sobre mi piel.  Soy una maldita mujer romántica, porque no puedo evitar bordarte un paraíso de caricias,  un cielo de ilusiones, un atardecer de desnudeces.  Sí, romántica hasta los huesos, porque me hago tu esclava si me tomas inesperadamente, si te fundes en mi carne y si con ella resucitas.
Soy inocente de que mi piel se erice al contacto con la tuya, de que mi mente se agite si aspiro tu olor. Soy inocente de amar tu sonrisa que ilumina mi vida como un sol.Pero quiero ser culpable, culpable de encender tu fuego, de arrancarte caricias, suspiros, orgasmos. Quiero ser culpable por deslizarme desde tu piel hasta tu corazón, de dejarte desnudo el cuerpo y el espíritu. 
A veces me siento y los observo a todos: observo a los pequeños que juegan en los parques, las parejas que enlazan las manos, los perritos que caminan por ahí, las aves que pasan cantando. Observo los árboles y una que otra tímida flor que apenas se atreve a saludar. Me siento y observo a los ancianos que leen los periódicos, los jóvenes que hacen ejercicio, las fachadas de las casas que se encuentran alrededor y allá enfrente, la gran avenida con su tránsito, con sus vehículos y con su smog. En todos lados encuentro corazones, dentro de todo, sobre todo, a pesar de todo, palpitan miles de sentimientos, miles de emociones y es lo que me gusta ver, y más que verlo puedo sentirlo, imaginarlo. Casi puedo aspirar las emociones fluyendo de cada ser, dándole color a la vida, esa vida que si no se observa a detalle parece cotidiana.Me gusta sentarme aquí, verlos a todos y recrear sus historias. Cuántos de ellos aman en silencio, cuántos de ellos callan terribles secretos, cuántos.Pero más que mi imaginación reconstruyendo historias, me gustan sus estampas, esas que me hablan de la vida diaria y que sin decir nada, me lo enseñan todo.Ahí está la inocencia de los pequeños. Sus ojitos abriéndose al mundo, descubriendo colores, formas, sonrisas, formando con sus juegos la cadena maravillosa de sus recuerdos futuros.Encuentro también la ilusión de las jóvenes parejas, encerradas en su mundo, en una esfera intangible que los llena de felicidad. Cuántos de ellos formarán familias, cuántos se dirán adiós el día de mañana. Cuántos aman ahora, cuántos besos se regalan, cuántas promesas. Cuánto de eso sobrevivirá al futuro.Y si de estampas de la vida diaria se trata, me encanta descubrir de la fe de los caninos. Esos manojitos de pelos que menean las colitas, que son nobles y que nunca pierden la esperaza de que alguna ancianita les regale un pedazo de pan.Encuentro tanto en este parque que por eso me gusta venir aquí, aunque sé que cualquier pedacito de la Tierra puede enseñarnos algo, iluminar un nuevo espacio, dejarnos un buen sabor de boca, un grato recuerdo, una gran lección.Por eso, también me gusta viajar y cuando me falta tiempo o me falta dinero, tomo un libro. Me faltarán horas o monedas, pero jamás alas. Jamás inspiración, porque cualquier lugar del mundo de a de veras o del de la fantasía, puede transformarse en un bello parque. 

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