Friederich Nietzsche. Así habló Zaratustra. (pp. 78-80)De Alianza Editorial (libros muy caros por cierto, el saber debiera ser más asequible).Aquí los apuntes del discurso De los despreciadores del cuerpo:" - así habla el niño. ¿Por qué no hablar como los niños?Pero el despierto, el sapiente, dice: cuerpo soy yo íntegramente, y ninguna otra cosa; y alma es sólo una palabra para designar algo del cuerpo.El cuerpo es una gran razón, una pluralidad dotada de un único sentido, una guerra y una paz, un rebaño y un pastor.Instrumento de un cuerpo es también tu pequeña razón, hermano mío, a la que llamas , un pequeño instrumento y un pequeño juguete de tu gran razón.Dices y estás orgulloso de esa palabra. Pero esa cosa aún más grande en la que tú no quieres creer, - tu cuerpo y su gran razón: ésa no dice yo, pero hace yo.""Detrás de tus pensamientos y sentimientos, hermano mío, se encuentra un soberano poderoso, un sabio desconocido, - llámese sí-mismo. En tu cuerpo habita, es tu cuerpo.Hay más razón en tu cuerpo que en tu mejor sabiduría. ¿Y quién sabe para qué necesita tu cuerpo precisamente tu mejor sabiduría?Tu sí-mismo se ríe de tu yo y de sus orgullosos saltos. <<¿Qué son para mí esos saltos y esos vuelos del pensamiento?, se dice. Un rodeo hacia mi meta. Yo soy las andaderas del yo y el apuntador de sus conceptos.>>El sí-mismo dice al yo: <<¡Siente dolor aquí!>>. Y el yo sufre y reflexiona sobre cómo dejar de sufrir - y justo para ello debe pensar.""El sí-mismo creador se creó para sí el apreciar y el despreciar, se creó para sí para el placer y el dolor. El cuerpo creador se creó para sí el espirítu como una mano de su voluntad."Aquí la reflexión e interpretación acerca del significado e intención del discurso:Tal vez la naturaleza misma (el sí-mismo que es el individuo) empuja hacia el superhombre, la propia voluntad de poder (de vida) cuando es afirmativa. Y a su vez, junto con la moral y la religión, lo aparta de ese camino (voluntad de vida descendente, expresión de la décadence). Depende pues, de la naturaleza de cada uno, el esconderse entre las sombras para sobrevivir, o el alzarse para luchar hasta vencer o fenecer.