• javier castillo esteban
raskolnikov
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  La maleta estaba en la sala 21, girando el primer pasillo a la derecha, después de sortear sendas puertas volteadas, resistidas a tornarse, y golpeándole en la cabeza.   Prisa salía con ella y se dio de bruces con el hombre agitado en busca de su equipación. Se encontraron de repente y él arguyó tembloroso la importancia del contenido   Cuando K. regresó a la estación se sintió invadido por cientos de miradas expectantes. Fue entonces cuando recordó lo  que a lo largo de su vida había preferido olvidar,  incontables historias de párrafos sin padre, dejando el título para otro momento.   Fugado de su ensimismamiento se concentraba en los pasos que ahora le conducían de vuelta al centro de aquellos ojos  de un brillo lacerante, haciéndose camino entre la carne vigilante A las doce recibió la llamada, asintió sin obviar la atención de sus observadores y salió disparado   Prisa había sustraído la maleta donde bostezaba la equipación, ignorante de su propio secuestro, puesto que ella no era sino la ropa que ahora vestía su secuestradora.   K. desesperado se aferró a la barandilla de aluminio cuando las piernas de su pupila afilaban el hielo ofreciendo un espectáculo sin precedentes en la pista de la vieja estación. La miraba como a una extraña, limitándose a contemplar la calidez de ese vestido tan familiar.   La patinadora saludó con gracilidad convocando el apoteósico aplauso en derredor suya, y abrió los ojos.
LA MALETA
Autor: javier castillo esteban  434 Lecturas
  Allí donde el río desciende plateado, el silencio empuñó su grito por primera vez, tentando a la sutileza a penetrar en la profusión de lo prohibido, enarbolando la voz queda de corazones engrilletados. , reclamando  manos llenas de espesura y  rendidas a la materia   Ya se han sucedido la niebla y la luna desde que Gabriela y María tradujeron los guiños en cuerpos precipitados al hedonismo manoseado, a la dulce tarea de destripar el llanto entre zarzas y meandros. Trombones trasnochadores, capturando amagos y besos lacerantes, que arrancaron la visión de los demonios estridentes, hundiéndose en  la piel atezada y en esos senos embrujadores de arrebato,    Deponentes  de aquel romance , los zapateros no pudieron retener su embeleso,y ondeando las aguas frías del invierno, tornaron el liquido en un magma cobrizo de fósil destino,    Cinco años después a la visita de los caminantes por trochas y angostos senderos, se conforma la frondosidad de los castaños, que rezuman  la ternura afincada en remotas riberas, y de cuando en cuando se escucha el aspersor de su fragancia mutiladora, descabezando los capullos, que de tan frágiles al suspiro, se prestan a flotar como ascuas en la noche.
Era un hombre deforme o un animal lo que gañía desde un ojo rasgado sobre la tela gris. Casi sin quererlo el gentío congregado lo miraba de soslayo haciendo ímprobos esfuerzos por no concentrarse en aquella aterradora visión de ellos mismos. Anhelaban la delicadeza, el afán de un mundo exterior cristalizado donde solo se reflejara la suave revisión de la bondad Pero el ojo, siempre vigía congelaba sus aspiraciones oníricas y humeantes. No conocían los párpados ni la piel depuradora  que ocultase la profundidad atezada de la criatura. -vaya una patochada!( espetó con displicencia la mujer barría el umbral de su cueva) El hombre más rico de preguntó: -¿ cuánto vale, chico? - No está a la venta señor -( Parsimoniosamente extrajo de la faltriquera de colores un fajo de billetes en blanco y negro)- Ofrezco quinientos por la bestia - le repito que no está a la venta, - Será terco el señorito bergante! - No se da cuenta señor, que intenta comprar su alma ( el murmullo cesó de repente y las cabezas apuntaron al muchacho que descansaba los codos sobre sus muslos) - ¿ cómo has dicho? Saltó el mas gallardo de los allí presentes - Observen detenidamente su rostro, prácticamente humano, pero distorsionado por la mancha que todos, ( no parecían comprender la perorata preparada para el espectáculo) -Abran bien los ojos –( entonces el dueño de la barraca tiró con una hilo del esparto, descubriendo un espejo rectangular a la luz del sol decadente
1     La lluvia, inmortal desde el invierno, había cesado…   En los días previos a sus vacaciones, Pedro ultimaba precipitadamente las prendas odiosas que habían dejado sus compañeros de trabajo. Esperaba ansioso a que dieran las dos, después de aguantar una abúlica reunión con obedientes clientes y proyectos incompetentes A las once de la mañana, recibió la inesperada visita de un agente comercial con el que todavía no actuaban. Presentó su ficha a expensas de recibir la acogida del gerente, pero , incapaz de demostrar simpatía por la intempestiva cita, lo despachó en sendas capeas argumentando el tiempo limitado para otros asuntos inopinadamente relevantes. Lo hizo de tal forma que no ocasionó el malestar de su interlocutor, pero dejando muy claro que ese no era el día propicio para vender humo El contraataque no resultó ser un revulsivo ya que no podía quitarse de la cabeza los 15  tediosos correos pendientes de respuesta. Tres llamadas más y alguna interrupción ramplona de su compañera fueron el colofón de la jornada que agonizaba entre el calor y las seis paredes del primero derecha.    Aquel día de agosto era extrañamente parecido a los demás, perturbado únicamente por las farolas escondidas detrás de carteles anunciadores de las fiestas. Los rostros descompuestos y las camisas abiertas de los yuppies conformaban un cuadro perfecto que abandonar cuanto antes, la ciudad respiraba un agotamiento insoportable. Finalizó abruptamente el pavimento y antes de cruzar la carretera, Pedro se giró y contempló por última vez la avenida central que no lo volvería a atrapar jamás.   Llegó a casa y aún  con tiempo de sacar del frigorífico los restos del día anterior, cayó rendido sobre la mesa de la cocina, atiborrada de papeles escritos a máquina. Un sueño profundo capturó la imagen de las noches insomnes con una novela que no concluía como debiera                                                                  2            El viento batió violentamente una de las ventanas de la casa, causando un estruendo infernal Pedro dio un respingo, y en la posición de alerta en la que se encontraba, advirtió el plato de macarrones boca a bajo y el tenedor hincado en el codo, dejando su huella estriada como prueba de la  dedicación.   Eran las seis de la tarde, e interrumpiendo aquel clamor prolongado en su pecho, el sonido inescrutable de unas alas, acompañado de sendos graznidos reverberó en la habitación. El revoloteo provenía de la terraza, y Pedro presa de un temor infundado, se acercó lentamente, desechando la postergación de cualquier sueño.   A menudo los gorriones formaban nidos junto a las antenas de la azotea, pero aquel  reclamo era totalmente inédito en los oídos de nuestro protagonista, pues poseía un eco penetrante que helaba la sangre La gigantesca sombra se desperezó, proyectando sus enormes alas sobre el ladrillo El movimiento de sus articulaciones se tornaba más recalcitrante cuanto menos distancia restaba entre los dos seres. Estaba decidido, y empuñando la escoba, que descansaba en una de las jamabas de la puerta acristalada, abrió súbitamente la puerta, girando su cuerpo hacia el animal.   Pedro quedó inmóvil, atenazado ante la lógica burlesca, y es que el origen de tan lúgubre aparición se dilucidó en una cría de estornino multicolor que piaba ahora con dulzura, mientras movía espasmódicamente su cola. Hubo un momento que el pájaro quedó de perfil al hombre mirándolo con miedosa profundidad, desde la negrura de su inocencia  
    He soñado con la luz amarillenta al pasar frente a ti, Guarecido entre castaños, convertidos en infancia desperdigada, Y el gris infinito de las aceras de Pamplona   Vaga memoria de unos ojos vastos, saturados de saber En un minúsculo espacio Y bigotes encendidos en postura reflexivamente conciliadora   Recuerdos del frío detenido en tu regazo, Bajo el perentorio efecto de la hipnosis literaria Donde tus hojas no han dejado de pasar, como incansables filos sobre el viento Poseedoras de la historia más reciente y pasada, erigida frente a la mano censuradora Y asomada, desde la reticencia, cautelosa Escudriñando los establecimientos atiborrados de sospechosa cultura   Allí aprendí a leer, violado por las palabras Enjaulando mi inocencia en pos de conquistar una tierra lejana a la cotidianidad, y al mismo tiempo extrañamente familiar. Aventuras y miserias he absorbido, robando una brizna de intimidad a los personajes más singulares y célebres, escondidos en aquellas hondas estanterías de madera.   Qué triste duerme la calle, ahora que ya no respiras con versos Pues todas las noches escucho los sollozos de tus paredes Derrumbadas de silencio,   Y en esos momentos cuando la luna todavía no ha mermado rEAPARECE El murmullo de los libros que abandonaron el altar ReverberANDO  plácidamente en los dormitorios encendidos Emitiendo la señal de una vida que no se ha consumido A pesar de evidenciar el vacío mortal de lo que un día fue su hogar  
Vena de poeta bañada de madrugadaQue con fuerza se dilata cuando piensa en ellaEntre  la esperanza y desazón de sentirse extrañosEmbarullan sin sentido un pasado extinguidoMas Nada rescatan de la niebla agotadora Que ha expandido tanto sus gotitasQue perdida está su esencia enamoradaLuces sin luz de un recuerdo consumidoApagado por el tiempo y la distanciaSilenciado de inapelables circunstanciasde almas que orillean nuestro cuerpoAnhelantes todavía del sabor de esa miradaVoz sobre tu voz Temblorosa y marchita al comprobar que no eres míaPues no se erige rey mitigador de rencorescapaz de enmendarlosY así arribo al sinfín de esos adiosesApurando olores renacidosEn los que zarcean el viento y el olvido
CatarsisNo me complacían los trucos facilones de ese miserable rendido a la adulación, desmoronándose sin saberlo, y por eso, salí aquella noche sin dirección lejos del local abarrotado de luces y hondas bocas, de misterios fingidos. Mi pasos eran ecos de una noche maldita, esforzada en ser lo que no era, y yo sin embargo mi nariz  rastreaba los resquicios de la autenticidad perdida. Doblé la esquina y di frente a unos pandilleros que ejecutaban su sombra sobre el estampado refulgente  de la ciudad, en posición amenazadora. Sus siluetas no me resultaron extrañas puesto que los abrigos tres cuartos enfundaban a la mayor parte de los borrosos caminantes en esos días. Los cuellos giraron a izquierda y derecha cuchicheando opiniones referentes a mí. Después un largo silencio,y la corpulenta imagen de un hombre errabundo emergido de la niebla con los pantalones raídos y la camisa desgarrada. Dos pasos por delante del grupo, comenzó a farfullar un soliloquio incompresible acerca de la aurora y de un final inminente, apuntándome con su dedo índice. Lo respeté sin interrumpirle hasta que mis articulaciones dejaron de recibir la señal de mi cerebro engrilletado al espectáculo.El sol nacía Vestido de adelfas Cubierto de calima Responso de la vidaEfímera despedidaLa luz cegadora se tornó rosa y gris hasta desvanecerse en una profundidad insondable, desprendida de las luces omnipresentes . Solo el cielo huérfano de estrellas acogiendo mi pequeñez en su exorbitante silencio., y en lontananza las islas que restaban por ser devoradas, que como la tierra emitían los destellos de un faro en medio de la nada.
catarsis
Autor: javier castillo esteban  379 Lecturas
Han regresado, hirientes confidentes de mi almaCon ellos he zurcido el vestíbulo improvisado de nuestro encuentroRetrato fulgurante y alado que esperábamos despiertosHe vuelto a escuchar el rumor de sus oídos, sempiternos guardianes de mi pluma Paralizada por la canícula y el retiroY ahora, después de charlar, sabiéndome  polizonte de sus viajes exóticos Sobrevolando los páramos ignotosDonde ayer era hoy, he descubierto el reclamo cristalinoProyectado en la naturaleza viva y armoniosaYa no me siento en soledad...Hallado entre vuestro tronco poderoso que brota del magmaY Arrebuja  mi cuerpo, petrificando el olor de la protuberancia, Escondiendo los senos en las reverberantes olas saladas. Que conforman mi disparatada imaginación.Y me devuelven a mi pasión encerrada
La sangre de las palabras   Halladas tan tiernas En un osado rincón Las margaritas me espolean Para reclamar a los poetas Evocando la verdad Cuando agitadas discuten el Crear sin seducir Escoltando la corriente Atisbando el porvenir Orando sin creerte Ni dando fe a tus vestidos Inútil zurcido Desfigurada actuación No latiendo con pasión Sin remedio encontraremos Escollos, desiertos Atados al asiento      Esta mañana He soñado todo el tiempo Amar y llorar cada renglón Que de tan hondo sentir Nos comamos los hombres Desde alturas remotas Bajo nubes jugosas Veamos la tierra florecer Ciega y sincera Con nuestro nombre crecer Espléndida amiga Ofrecida por Dios Nos vislumbres concedida A los eternos olvidados Con la pluma abierta Y el papel colmado Mientras la tinta anhela La nueva historia Que brote de nuestra entretela     
La ventana estaba entreabierta y olía a humo. Cuando me incorporé estaba acorralado en una granja lejos del mundo.Vi a las esclavas completar la ronda una detrás de otra conun margen de cinco metros. Al voltear el edificio la luz naranja se tornaba verde hasta que un pájaro, cualquier cosa, hacía sospechar un cambio en su sistema periférico, y la alarma se disparaba. Mi frente era un lago, 2014 se había fundido con la historia, y sólo la foto de Amí me recordaba el calor  decasa,La huida, me hallaba rendido aquella noche, y desarmado.Dos vueltas y a la tercera se despejaba un paso de diez metros entre ellas extendiendo su itinerario programadopor el recintoLa última oportunidad de sumergirme en la noche y desaparecer, no dejando pistas.Agarré la saca por el hombro y salté desde el granero en dirección al bosquecillo que lindaba con la parcela, sinllamar la atención de ningún ganso. Me senté contra un tronco recomponiendo mi respiración sin mover un ápice mi postura. Cerré los ojos para descansar Fue en un instante cuando mis párpados traslucieron el oro blanco de la luz matutina, gobernada por el reposo de la naturaleza Las esclavas, simularon ser invisiblessupervivientes, silbando a la mañana la ilusión provocada, La humedad me envolvía y cuando levanté la vista un cartel señalaba la granja.Erigida solitaria, imponía su  hermético semblante sin indicios de actividad.  Una esclava, la más grande de todas, asomó su ridícula cabeza verde desde el portillo y  quieta me escudriñópalmo a palmo, barruntando el cortejo. La densa saliva manaba en un hilo irrompible deleitándose con la imagen de la violaciónEn un acto interminable y horriblemente extraño el insecto concluyó la penetración, volando de nuevo,Me supe en otro cuerpo, sin duda más ágil y limpio, execrando mi piel sobrante, y moví las alas contemplandodesde la altura a mis víctimas, la versión multicolor de mi abdomen les daba miedo.
Asalto
Autor: javier castillo esteban  369 Lecturas
  Cuando Pelayo dejó de mirar la botella, la noche se había hecho eco en la costa de Cudillero, el valle terminaba puntiagudo esculpiendo las casas blancas sobre el rompeolasVarios minutos siguió ensimismado escuchando el ir y venir de la espuma mientras la yola se acercaba lentamente a la orilla .Colocó escrupulosamente el amarre,dejando la red de peces sumergida, y echó su saca al hombroEl olor a marisco había despertado el apetito de nuestro protagonista que advirtió el murmullo y las luces de la taberna más próximaLas grandes jornadas bullían de la boca de los pescadores más primerizos en contraste con el silencio de la piel curtida  y la mirada perdida de Pedro, el propietario de la tabernaUna cata de sidra  secundaba dos medias raciones de pulpo y lacón que ofrecía la carta.Entre plato y plato, Pelayo descorchó aquella botella achatada extrayendo con cuidado el  papel garabateado:  Amado Pedro, Te he soñado todo el tiempo y en cualquier lugar y de tanto suponerte no me hace falta acariciar los hoyuelos de tu sonrisaYa no me queda sino reclamar tus deudas al mar, donde quiera que te haya mecido la marea. Candela     TITULO: LA BOTELLANOMBRE: JAVIER CASTILLO ESTEBAN DOMCILIO: PASEO SANTXIKI Nº 8931192 MUTILVA ALTANAVARRA   
Y tu cuerpo  recto, enfrascado en la eterna dulzura incorruptible. Contempla el mundo derrumbarse Henchido De cataratas infinitas que engendrane fluidos subterráneos mientras,  impacientes evocamos  cada ligero renglón que describe tus designiosY en la ausencia de tu voz, Esperando tu voluntad nos postramos dedicados a sentir la vacuidad previa al contacto de las almas ,recogiendo  retazos  desperdigados de una espiral con nombre de universo
No se comenta de otros cuando se piensa que lo leído es superior 
Las letras, tan inquietas como estaban, anhelaban escapar de la prisión de tapas duras. Cuando el lector abrió la celda se sumieron en un reclamo inaudible de libertad. El lector disuadido por el papel  cientos de veces repetido, abandonó una vez más su distracción, ignorante de la agonía literaria Esa  noche cuchicheaban unas con otras urdiendo un último plan en pos de convencer a su salvador A la mañana siguiente, despertó temprano y despabilado por una fuerza desconocida, preparó un inmenso cuenco de café que derramó por la camisa fruto de la impaciencia. La lectura acuciante de aquel libro lo mantuvo en trance hasta que decidió abrir la primera página y sumergirse en el cuento.   Nunca antes le habían causado semejante impresión los renglones que leyó sin compasión de una sentada. Quedó atrapado por el embrujo que revestía las palabras extranjeras, recostándolo sobre el diván. Sin más lugar para el análisis de su embeleso, reclutó a las personas de responsabilidad de la editorial, exhortando su publicación inmediata, una joya que iba a circundar el planeta   Entre tanto las letras exultantes guardaban silencio, con las extremidades de su cuerpo puntiagudas y sonrientes, en armonía con la música del exterior, visionando una lámina muy fina de ilusión.   El día concluyó con una acalorada discusión entre el lector y los editores, reticentes a la publicación y exposición de la obra, esgrimiendo su escasa validez como instrumento comercial … Hormigas negras diminutas lloraron largas lágrimas de tinta, emborronando pasado presente y futuro, Después del estallido, resquicios del fluido formaron una costra irrompible , desde donde  hoy aún podemos contemplar la luna y los puntos perdidos en la infinita espiral reivindicando su hogar .
En un lugar de Castilla…  La noche era versoSobre  el papel arrullado y descubiertoLas láminas doradas en el cieloExhibiendo sus entrañas tras el vientoNo sabía de vosotrasEngañadas por las horasCompañeras de los campos y el silencio El chirrido de los grillosSecundaba los sentidosDeslizando su manto livianoEntre los nidos vigilantesDonde las ramas cimbreadasAguardaban a bienvenidos caminantes Alegres o cansadosIgnorábamos la atenciónDe unos propietarios entregadosA la llamada del timbre protestónArribamos sin prestarLas medidas ni el pudorMas hallamos en sus ojosLa posada del corazón  Perezosos Escudriñamos al alba Mientras Seguimos mecidos por el sueñoobjetivos de la calma Refugiados en aromas orientalesY sábanas blancas Juntos Acordamosuna efímera despedida Con La imagen del solReverberando en la piscina Su brillo perecederoConvocando la venida del otoño y la espesura de sus hojas Esbozando el genuino sendero que hollaron nuestros pies Y que ahora conocen su regreso.
En el bar de fausto espaldas resquebrajadas descansan, será por ello que Crimen se despereza con gusto bajo el tintineo de los hielos. Es una tarde aciaga como las demás, pero el nacimiento del ocaso provoca el efecto rejuvenecedor de la sed, recorriendo hondas pupilas dilatadas ,mientras  la vista  experimenta las nubes que ofrece su costumbre bebedora La atmósfera no dista demasiado de la muerte prematura y sólo resquicios de barro convocan sensaciones vivas y maleables en un suelo eternamente pisado . Los impulsos del silencio despiertan y permiten que el asesinato se produzca lejos del bar y de los rostros abotargados  Entre tanto ,sobrevuela la pasión febril de las citas inaccedidas por el techo del bar, que  viste de un rojo encarnizado la imagen.Primero el hormigueo debajo de la piel, cuando la sangre fluye forzosamente, y  segundos más tarde, los colmillos brotan engendrando sanguíneas raíces   Los esclavos, abrumados por la llamada del rey, amanecen desnudos formando un ejército de chupasangres empedernidos listos para la caza La ciudad transita oscura en sus propios latidos y la luna amarilla cierra las avenidas, en cuyas aceras habita la prensa, con sus hojas desperdigadas y mojadas de noticias atrasadas.
Vi pasar dos nubes que corrían siguiéndose de cerca, acrecentando la sensación de soledad frente al cielo negro y descubierto., la noche se cerraba, sometida a las invariables posturas de las ramitas que eran azotadas con violencia por el viento.Mi teléfono me servía de farol para hallar el rumor del riachuelo que oía desde hace un rato A las doce lo encontré, fluyendo a tramos entre musgo y troncos carcomidos de humedad, subiendo y escondiéndose en las pozas. De rodillas bebí hasta llenarme de su sabor y reconocí en el reflejo de cristal la sombra del pueblecito que yacía dormido. El valle comenzaba en abrupta actitud y se nivelaba en sus faldas amortiguando el descenso, cuidándome de no enredarme en la maleza Un cartel desvencijado marcaba los lindes de la aldea., "CAVERNA (un pueblo mágico)"La calle principal estaba desierta y las últimas luces de los ventanucos se apagaban a mi paso, sabedores de noticias. El silencio me envolvió en un cisma insoportable entre  realidad y la ficción, retorciendo las casas sobre sus cimientos, desligando el curso de la calles, escupiéndome al inicio del pueblo. Estaba de nuevo frente al cartel que se aferraba sobre un poste, rezando por no caer. "CAVERNA (un pueblo mágico... y maldito)"La calle se iluminó de repente y la música de carrusel giraba en mi cabeza al ritmo que los edificios permutaban su posición La calle principal se había desfigurado en un enorme bloque de hormigón solitario.Dos perros desnutridos custodiaban el muro ladrando su agonía, y clavaban sus esferas famélicas en mi cuerpo.El de la izquierda consiguió romper su cadena a base de embestidas mientras el otro lo miraba perplejo, las patas eran invisibles a cada zancada, y quedando escasos metros para darme caza la bestia salió rebotada. Tirado en el suelo, emitía sus últimas convulsiones y la espuma salía a borbotones de sus fauces.El muro tapaba prácticamente la luna y crecía y mermaba avasallándome con su poder. Hipnotizado penetré por segunda vez en el campo eléctrico sin sentir nada, avancé lentamente bajo la sarnosa mirada del perro El ruido cesó y un punto de luz se incrustó en el cielo pugnando por ser partícipe del día siguiente. La cortina de la noche quedó tendida a mis pies y el sol despuntaba con fuerza.Caverna se había volatilizado...Días después  congregué a mis amigos en un bar  para relatarles el fin de semana y lo sucedido en Caverna. Por supuesto nadie me creyó, y me trataron como a un chiflado. no habían oído hablar de Caverna, pero aún recuerdo la misma mirada del perro en los ojos del camarero y la foto que estaba girada contra la pared, ocultando el muro.
Vino y letras (hablando con la botella)¿Eres tú?Lo confieso, porque regresas incandescente En esta noche de enero Mientras recorro borrachoLos lugares pulidosCitándome con la eternidad Que acude por mi almaCon lisonjas y caricias Ansiosa por rendirKilómetros de estrellas orbitando sobre nosotrosDos locosAmiga mía, ¿no eres consciente de que el amorProfesado por mí, no tiene lindes ¿¿No hallas cobijo en esta tierra cuarteadaAun cuando las miserias lucen sin orden Custodiando anhelos desperdigados?Es por ello que no entiendes la verdad ni las excusasY que más dará...Si no existimos ni ahora ni nuncaY las sombras huyen ya de las calaveras indefensasQue prestan su imagen a la mañana
  Las nubes lloriquean el cielo Sedimentadas de escarcha Convocan lustrosas a los Sueños rebosantes Frágiles y bandidos vitales Escapados del silencio Ahora pueden hablar alto Y más claro que mis lagunas Solo  quedamos los buenos Que abren la puerta de corazones Henchidos de paciencia Desposeídos de cantos sin importancia Deleitantes gustos estrafalarios Se acercan a galope Untados de soledad Doblegados en papeles negros Somos roca y piel Verso acrecentado de rigor y desaires Calma nauseabunda que nada En mares secos Y orillas brotantes de sal desmedida Paladeando fragatas hundidas Presentes transformados en ecos Cristales partidos  sobre calles mentirosas De tímida sinceridad y oídos quietos Calima en suspenso La que traemos con el viento Y al llegar, Pisadas de caballo Miradas frívolas Y sus almas colmadas de nuestro periplo
Buenos días,       Mis gafas están torcidas, y tal efecto ofrece la imagen de mi vida, reducida a una constante caída. Inclinadas hacia la izquierda, aprecio mejor el impacto que el inicio del resbalón. Al contrario sucede si giro mi cuello a la derecha. Esta circunstancia no me aflige, pero teniendo en cuenta la única y final rampa me siento a veces removido por hallar  la línea recta, saltar los obstáculos y no arrollarlos.   Hoy de regreso a casa  he visto a mamá torcida, haciendo saltar la tortilla en la sartén, Cuando se ha desplazado sobre sus pies he dejado de ver la tortilla un segundo y al verla estamparse  contra la sartén, me he sentido  plácido y sereno.   Le interrogo sobre si mi situación es la idónea para ser feliz, si la acera interminable no estará determinada por las cuestas sin nombre que me acosan todo el tiempo. Ella me responde que “claro, es algo pasajero, y lo que te hiera ahora te hará más fuerte e importante en el futuro, donde los problemas son mas graves) Me reencuentro aliviado, aunque la inquietud continua latente.   Salgo a la calle buscando largos caminos con desenlace, agarro mi cazadora y reojo una vez más el perchero amenazantemente deforme, creador de sinuosas ramas en la cúspide, que sirven de colgador al resto de abrigos y bufandas. Me doy prisa por llegar al paso de cebra antes de que el luminoso marque el caminante rojo, deteniéndome  en el último instante ya que  los coches suben y bajan sin esperar al cruce,   Un hombre abominable con sombrero tapa su cara y el sobretodo  abultado exhibe acopio de descontrol Algo empuña  en la mano izquierda irreconocible desde la distancia., mientras el  temor me enreda. El semáforo se torna verde y el extraño se acerca a mí con paso estable. A centímetros de mi rostro, me quita con delicadeza las gafas y sin tiempo para el ocaso coloca unas nuevas patillas   Me quedo quieto y el extraño desaparece, para cuando quiero volver, la carretera se inclina hacia la derecha dejando mi  ojo izquierdo tuerto.  
las gafas
Autor: javier castillo esteban  393 Lecturas
6 DE julio de 2014     Javier revuelve su cajón en busca del pañuelo, un año más. Como cada día 6, apremiado por su madre, zurcido de su sombra, discuten ambos incansablemente hasta que la indumentaria está completa y tendida sobre la cama. Se despide con dos besos y da los buenos días al  cielo azul de julio, radiante y ajeno a 2014. Coloca su faja en la izquierda, escogiendo escrupulosamente la orientación y hace  un doble nudo que evite estar pendiente de la tela todo el tiempo. El pañuelo a la muñeca, estrangulado por otros dos nudos, agoniza esperando a las doce de la mañana cuando el cohete abra las fiestas, y ocupe un lugar privilegiado en el cuello, libre de ataduras. Las blanquísimas camisetas se fusionan con los rostros de los más madrugadores que acuden al casco viejo,  saturándolas con los números de los años que ha regalado Diario de Navarra   El  reencuentro con sus amigos se produce en un bar aledaño al jaleo, donde almuerzan huevos con txistorra, y  hablan  sin oírse  de lo que pueda acontecer la fiesta,  riendo y ensalzando al vino,  en tanto la marea nívea anega las calles.   Son las once y media y normalmente en la esquina del año anterior, una zapatería improvisada se convierte en un stand ambulante de champán a uno o dos euros, El grupo compra a razón de botella por persona, en algunos casos dos, ya que la primera estalla con solo mirarla.   En la Plaza del Castillo,  el cordón de la policía foral es el filtro de huevos y otros artefactos caseros. Ya dentro, las primeras botellas son descorchadas y vertidas íntegras sobre el pelo, lacio hasta el final del día. Minutos antes del chupinazo  la sangría hace enloquecer a un grupo de australianos, que fieles al arraigo sanferminero desgarran sus camisetas La explanada se tiñe de rojo con los pañuelos al viento en un guiso trémulo de felicidad y expectación.   La cruz roja en esta ocasión, es la encargada de prender la mecha deseando a viva voz unas felices fiestas a todos los pamplonicas.   Viva San Fermin! Gora San Fermín     La fiesta se desata durante 9 días en un aura indestructible que el Santo ha dispuesto con media sonrisa.
  Lleno mi voz de otro tiempo y soplo lentamente el presente mas drástico que nunca, brotante de vestigios reales que sinceran el buen hacer,   hoy la mañana es generosa ceñida a los seres de corazón desnudo ataviada de comisuras empinadas que agradecen su llegada   mi boca rebosa el agua teñida turbia de vivir dentro de mi cuerpo y frente al temor solo queda lo innegable la cúspide y el valle  oculto la certeza y la duda   lleno mi ser con aquellos que expiaron su pena respirando tu perfume entregando su patrimonio al arriscado olor sosteniendo la disputa por reencontrarse   entretanto mis ojos han conquistado el brillo el nacimiento del verano suspirado el verdor y la lluvia  que pasean a mi lado los lagos de paciencia que revisten la tierra   
dualidad
Autor: javier castillo esteban  378 Lecturas
Los pasos no son tan complejos y sinceros durante el entrenamiento, y el ritual se puede convertir en un manual de supervivencia con las hojas ajadas y la tinta corrida- La respiración conforma el núcleo cuyo alcance diametral requiere una buena sujeción de la culata acogiendo la fusión pecho y hombro. Por otro lado y sin desligarse de estas condiciones, la frialdad copa la marca intrínseca del cazador, irreconocible sin el talento natural.   La tarde era roja y caía como un puñal sobre la tierra húmeda del sur de Potes, Cantabria. Apunté hasta que el aire se vició de tanto soportarlo en mis pulmones, esperaba que el puntito quedase inmóvil, anulado sobre el blanco. Era preferible que el objetivo no detuviera sus movimientos antes de que vibrara la mosca negra y diminuta Solté el gatillo y la violencia del disparo desplazó mi tren superior hacia atrás, apoyé mi mano en el suelo y me incorporé oteando el estado de la presa que hacía un momento caminaba lentamente y con regularidad Sólo quedaba un cartucho que cargué a tientas, intentando no hacer ruido. El crepitar de las ramas  me silbaba detrás de la nuca  El oso se arrastraba ahora con sus únicas tres patas indemnes  emitiendo unos gemidos del demonio. Giró su cabeza 90 grados hincando su mirada parda en mi pecho desnudo, Mi corazón sobresalía sangrante por la boca, sin lugar para un nuevo bombeo, y el oso resollaba a cada zancada, descansé la escopeta encima de un trípode de madera improvisado, y el gatillo cumplió sin réplica mi última voluntad, dejando al oso tendido en el suelo con un disparo certero en la cabeza.   Al aturdimiento siguió a un sueño inevitable y profundo que no pude percibir hasta que mis ojos se entreabrieron, sabiéndome solo en la montaña, el camino de vuelta se había evaporado y no tenía comida El cielo escupió  en ese instante, los postreros reflejos de la bola dorada atisbando una muerte advenediza
cazador
Autor: javier castillo esteban  345 Lecturas
Sobre su ausencia esperas encantada Buscando el halo de sus reflejos oblicuos Desesperada por oler su rastro, y mecerte en encuentros polvorientos   Bendices sus pasos  sin réplica expositores del destello cegador Agachados, ocultos tras la niebla de disputas Que avecinan colofones terribles y sinceros   Venas dilatadas en presencia de su piel Que atraen los latidos implacables Credos esculpidos invocando el músculo rusiente de la memoria Se funden en la piel hundida disimulando el dolor Infligido por el  nombre más glorioso y deseado   Tu que conservas la calidez de los días más fríos Te atreves a contemplar la esperanzada travesía Desde caminos pedregosos y remotos Vislumbrando Los muros escarpados de la dicha   Cada vez más cerca Hacedora del plausible sino Poseedora del silencio Se halla el sol estruendoso Que has de buscar sin demora Hasta secar la última gota de tu exagerado pómulo
Problemas.. en los días más negros soportados por la velocidad con que vistes los paisajes   Que libre me siento cuando desperezo mi alma en el seno de tu traqueteo, vía dormida y silenciosa que tus curvas me han marcado más que los días pasados cuando te veía pasar y no eras mía.   Y cómo hablan de cultura con la boca tan llena como un besugo, siendo su baba la que emerge  por entre las escamas y no de sus visceras De una cabeza nutrida con las raspas que deja la sobredifusión maldita después de su pesca   En las tardes soleadas se revelan atisbos de soluciones sabrosas que no se excitan lo suficiente frente a ti y en sí las letras abordan de una manera más firme la estricta sentencia de mantenerme alejado de los hombres para penetrar de nuevo a tu falda   No se acuerdan de la tormenta escandalosa? Te prefiero a ti  incluso con los seres salvajes que desinteresadamente has colocado en este jardín Acércame la vida,  la muerte asustadiza y el pájaro cantor alegrará los semblantes olvidados. Proyéctame en tu solícito cielo azul  que rechaza las nubes exhibiendo su pecho impávido y transparente descansa tranquila que también en los inviernos más duros cuando lloras lágrimas pálidas me acuerdo de ti, fragante conquistadora Supón ahora que La tediosa calma con la que juegan mis dedos encadenan la carrera que disputa un lápiz, esforzado en figurarse horizontal y diluido  en el trayecto  que ha ido sedimentando la resina me encuentres prendado de tu aroma  
Lo más grande de esta vida son las mujeres- pensaba Javier al observar a Nuria aporrear el teclado. Era la hora del almuerzo, y sin tiempo de incorporarse avasalló a Nuria en su puesto. -         quieres tomar un café ¿ -         no tengo mucho tiempo, he quedado para comer y a las 4 cuando volvamos lo podemos echar en la máquina -         había pensado que quizá 10 minutos antes nos viéramos en la esquina, me gustaría hablarte de algo -         tan importante es..?- sonrió ella- no sé si llegaré a tiempo, hacemos una cosa, tendré el móvil a mano y si acaso te mando un mensaje , vale? -         Bien, vale   Cogió su abrigo magenta del perchero y salió corriendo   -         adios- nos vemos luego -         hasta luego!   El despacho quedó vacío con sus ganas flotando, y el pensamiento evaporado, hasta que sonó el teléfono. Asintió en varias ocasiones y pasado medio minuto , colgó y  puso una nota en el monitor de Nuria. Antes de abandonar la oficina, advirtió sus gafas arrinconadas, las cogió y escapó al bar de enfrente para comer El bocadillo vegetal era especialmente bueno en ese sitio y  mientras comía  la mirada abotargada de la camarera lo engullía a él   Miró por la ventana, pero ella no aparecía, pagó la comida y el vino y esperó en la semiterraza. La lluvia fina empezó a caer sobre los zapatos que despuntaban fuera del toldo, sospechando el plantón   A las 4 aparcó el periódico que hojeaba encima de la cuba de madera, y subió  las escaleras con un dolor terrible en el pecho .Cuando fue a abrir, la puerta se volteó repentinamente y la marabunta de cucarachas se precipitó por el pasillo, sorteando a Javier sin dejar rastro.   En el hall de la oficina, Nuria yacía en el suelo con el corazón infartado y un post-it en la mano:   Van a venir de AIPE , los del control de plagas  al mediodía les he dejado las llaves debajo del felpudo, me comentan han encontrado un nido importante de cucarachas en los cimientos del edficio, te aviso para que no te asustes si llegas antes Un beso   Javi  
infarto
Autor: javier castillo esteban  479 Lecturas
Sí algo ha aprendido Andrés es a no llorar. No cree justo ver a una madre sufrir por su pielSus  evidentes arrugas No fingen que la vida sea Fácil Sin embargo la base de su felicidad radica en el mismo bache desafortunado que se resuelve como un acicateconsidera  Andrés su situación privilegiada y ni mucho menos una maldición. Tiene  el tiempo y la fe en dios que le ha ofrecido las manos y la oportunidad de dibujar la vida. Creando paisajes sublimes a los ojos de Ana , Pedro, igor...Agota los días visitando a niños en estado terminal que  como el quedan prematuramente calvos . Y en las noches reza por volver a verlos con una sonrisa inabarcable  que le insufle las ganas de seguir convirtiendo la tierra en el reflejo del cielo. 
Cáncer
Autor: javier castillo esteban  409 Lecturas
Se encontraron  en ese mismo instante, y no distaba mucho el lugar de su ilusión.Los muebles estaban en el mismo sitio recogiendo el polvo de la memoria impregnado en las paredes. La mesita de noche cojeaba ahora de una pata y las copas eran verdes como el vidrioLa cogió de la mano y supo que nada de lo que formaba parte del pasado se traducía en su media sonrisa.Ella absorta en su mirada, quiso adivinar los años, contando las pequeñas betas sanguinolentas que crecían desde su pupila hasta refugiarse en los párpadosEl cartel del edificio fronterizo se iluminó dejando entrar una luz blanquecina en la habitación y los dos cuerpos imantados por el alboroto se echaron a la calle.Pasearon durante largo rato, dándose de bruces con un restaurante cochambroso e intimo. El camarero sirvió las cartas encuadernadas y abiertas por cada esquina  que pugnaba con la grasa que comenzaba a penetrar el papel.Una vez sentados fueron cautos de no elegir nada que recordase otro tiempo, limitados a cenarse con cumplidos mientras el vino se hacía de rogarLa madrugada se rehizo en sus secretos y las palabras puntiagudas crearon ecos sin respuesta, cruzaron la carretera y cogieron un taxi que les llevara directos a la cama, donde sus cuerpos se encargaron de cerciorarse lo mucho que se habían echado de menosAmaneció temprano, lo suficiente para ser consciente de que ella lo había abandonado, encendió un cigarro y exhaló el humo lentamente, asimilando el sueño que acababa de partir y que ahora lo azechaba de reojo.
Ilusión
Autor: javier castillo esteban  371 Lecturas
He visto a un sapo sacar su lengua alada y capturar un mosquito, su estomago entra en erupción digiriendo el conformado bocado . y gira los ojos acechando  mi mano que  se posa autónoma en el agua para servirla de base   La charca luce espléndida en su retiro primaveral, acogiendo a los obstinados visitantes en un mediodía  sordo, donde los juncos palmean la calma que se inmola en el follaje   El ruido ha cesado y los pájaros dormitan el almuerzo en las copas de los árboles, imperando sobre la naturaleza  . Sigo tumbado de espaldas a la tierra contemplando como el mundo se hace asfixiantemente pequeño y cierro mis parpados para no tener miedo gastando media tarde mientras se retuercen las nubes  que aminoran la marcha, abarrotando el cielo cobalto  de una blancura que recuerda a verano. En mi alma, aun despierta, la tristeza  respira profundamente  y late por nuestro reencuentro vespertino.   A Las siete de la tarde amanezco por segunda vez y emprendo el camino a casa , subiendo y bajando los continuos promontorios que  atildan la falda del valle. El sol  fusiona su  cuerpo detrás de las montañas destiñendo la vida, y la noche se acerca. La  puerta  me espera en el mismo lugar de siempre con su falsa madera, demostrando su inerte estado.  Acuciado por un hambre bien conocido, preparo dos carpas con jamón degustando el crepitante contacto de las escamas sobre el aceite hirviendo . y dispongo la mesa con un viejo mantel de cuadros rojos y blancos separando las dos copas llenas hasta la mitad de zumo rojo El baile de cubiertos secunda el ritual hincando una y otra vez su filo contra los peces Mi cuchillo culmina la cena crujiendo la manzana, convirtiéndose súbitamente en el último eco del día Más tarde dan las doce y  el aullido del silencio reverbera en la habitación en un reclamo insoportable por embarullarme en los sueños que no despiertan.
soledad
Autor: javier castillo esteban  368 Lecturas
Demasiado tiempo encerrado en estas calles sin nombre, En este desierto interminable de ilusiones veladas y malos pensamientos Con el mentón caliente de las heces que flotan hasta la superficie y lo embarra todo con su hedor, pisando llano He dedicado mi vida a recopilar recuerdos desvanecidos sin hallar la manera de cubrir tan hondo vacío y Ya no se si caminan hombres con cuatro ruedas o es el giro de mi errabunda mirada lo que muta con la alucinación Te he buscado en días secos y lluviosos desenredando las cortinas de la noche, sometido a la hipnosis de la luna real y majestuosa que me contempla rebosante de la bondad secuestrada el episodio regresa como en mas de una ocasión serpenteante, cuando la soga a mi cuello no era tan mordaz y sentado recorría la englanada alegria que llenaban mis horas, arrastrado, inmaculado de la vida que quedaba por vivir, necio sabelotodo de la mancha incipiente que en mi pecho se ha fraguado  irremisiblemente. TRANGO 
Detrás de aquel mago de pacotilla se escondía un hombre horrible, o por lo menos eso me parecía. Se jactaba de no practicar la magia obligados a creer en el  conocimiento como venta de sus Barajas. Sí nos agenciábamos una de ellas al módico precio de 10 chapas, seriamos los mayores ilusionistas. Me sonó ridículamente pobre, un hombre sin convicción en la  virtud vendia sus productos al mejor postor.  Abandone mi parada y en el siguiente paso dos puestos de chorizos enfrentados en nula disposición de venta se miraban de vez en cuando y se sonreían bajando en ese mismo instante las Pupilas al móvil.  El último establecimiento lo regentaba un gordo sin corazón que vendía cuchillos con un micrófono en la boca y asentia igual que el reloj de cuerda las cuestiones de potenciales compradores con tal de no ser turbado de manera innecesaria- explicación concisa y atiende bien porque lo demás será patraña _rDesencantado con la visita, pensé que no difería gran cosa el mercadillo del centro comercial, por lo que salí rápidamente del tumulto con la idea de comprarme unos pantalones Justo antes de entrar oí un fuerte golpe proveniente del contenedor próximo a la entrada. me acerqué  despacio mientras el traqueteo se hacía constante y abrí  subitemte la tapa. Un espejo en el fondo mostraba el cielo azul y las nubes rizadas obviando mi silueta .En su lugar los ojos del mago  se morían de la risa 
ISLA     Una gota pendía del techo de bambú aspirando a caer en el centro de la frente, pero en el último aliento, desligandose ya de la madera, aparté mecánicamente la cabeza y se estrello contra el suelo Estaba Acostumbrado al azul radiante que bronceaba la isla, la jaqueca  sin embargo se había instaurado permanentemente en mi cabeza merced a los constantes golpes de calor   Era tarde y el horizonte cobrizo se mostraba como un planeta invasor a través de la prisión , deshaciendo su ardor en el océano.  Los sonidos de la noche surgían entonces de la exuberante maleza mientras la marea cesaba su actividad y el agua muerta  evocaba un gigantesco pantano preñado de vida escondida. Me arrebuje en mi camisa hecha jirones buscando la postura más cómoda para dormir ,posando la cabeza encima de unas mullidas hojas de coco. El cielo terminó por cubrir de negro todos sus  resquicios y quedé completamente solo.   A la mañana siguiente me desperté exhausto, como si la pesadilla se hubiera encargado de  apalearme enredando mi mentes  su  viscosa ficción. Se sucedían eternas las horas de mi reclusión en el palafito, y aunque desconocía la fecha exacta , los “hombres de los huesos” se dejaban ver el mediodia, cuando el sol alcanzaba el cenit, para demostrarme que la tierra seguía orbitando. Me acercaban un plato de pescado fresco y espinoso que tragaba con fruición Tenían la piel cubierta de hojas selváticas  y la mandíbula encajada por una máscara ósea de jabalí, y hablaban entre ellos un idioma ininteligible  Debajo de mis pies un cerco de agua más densa conformaba el hogar de dos tiburones que circundaban el edificio sin descanso, cumpliendo las estrictas órdenes de sus benefactores  Las primeras fases del día transcurrieron idénticas a  las anteriores y únicamente la visita de los mosquitos fue un acontecimiento celebrado por su disparidad, el resto de la mañana lo dediqué a contemplar el casco hundido de nuestra embarcación     Calculo que serían las dos de la tarde cuando el viento comenzó a cimbrear las palmeras más cercanas doblegando sus ramas, que lamían ya la orilla. En ese momento, un nutrido grupo de “hombres” salieron despavoridos, adentrando sus pateras en el agua. Miré confundido hacia la selva vacilante de resolver el motivo de su huida, pero la atmósfera henchida de humedad se fragmentó ante mis ojos, anegando la playa de calima.  El sudor me caía a chorros cuando adivine el silencio imperante en la isla . La niebla se disipo y  me halle  lentamente rodeado de nada    
(         ) 
Silencio
Autor: javier castillo esteban  388 Lecturas
Tanto te gustan mis indecisos renglones si ni siquiera al borde de tu falda estánNi facultados para describir los claros de tu piel desnuda.. Tanto ansías visitar la consecuencia de mis escarceos mentales  ángel dorado...?Que derramas la pintura de los dioses en tus ojos ahogados...Proclamando calles desteñidas y paraísos inevitablemente mates Recabando pistas de muelles escoltados por esa luz tan redonda y sola vagas buscando la verdad que te alivie por finY te devuelva al mar en compañía de almas escamosas Oh! y donde estaré yo a la hora de tu oda sin consueloCiego gracias a tu halago sincero ,Fantaseo meciendote a salvo de rescoldos sobre una tierra yerma, empuñando una brizna de vida verde que refulja a cada lado y sea el espejo del sol, de un nacimiento, del germen de nuestro encuentro sufragado con el olor de 100 años sin tu amor.
Eres mi mayor y más deliciosa perversión  para ti: M.V reina del verso 
Frase
Autor: javier castillo esteban  358 Lecturas
Recuerdo una gran pupila que de derecha a izquierda se movía frenéticamente sin perder pista de mis movimientos. Quise desandar mi paso, era tarde y el ruido escandaloso de cristales me detuvo, saturando el rellano con mi respiración La pupila había desaparecido y la mirilla se presentaba ahora blanca. Giré la cabeza , atenazado, escudriñando palmo a palmo  sendas escaleras que envolvían su camino hacia un abismo azul oscuro. La pupila se mostró una vez más, sospechosamente tranquila, y mis pestañas comenzaron a crepitar. Me eché hacia atrás, posándome sobre el pasamanos, mientras una espiral eléctrica  venía por mi escupiendo chispas en sus extremos  La luz se apagó y quedé a oscuras, escuchando el reventón de las arterias forzosamente dilatadas, irisado por la ruleta verbenera que como un aspersor de sangre regaba las paredes de mi cuerpo. En mi intento por escarpar, tropecé y caí rodando al primer descansillo donde aquel fuego albino deshizo mi llanto retorciéndome de dolor hasta perder el conocimiento, Cuando desperté, María preocupada me condujo a su casa y cogió el teléfono dispuesta a llamar a un médico. Las imágenes distorsionaban el contorno del salón tornándolo diminuto, con un leve empujón me sentó en el sofá . Incapaz de reaccionar, y consumido por un demoledor cansancio, cerré los ojos para descansar   Su silueta gris se esmeraba  por ser discreta y cuidarse de no ser escuchada, pero en mi sueño fingido desmenucé los susurros. -No sé qué le ha pasado doctor, habíamos quedado para cenar y después de. Media hora escuché un golpe en el pasillo, estaba hablando solo y decía algo sobre un ojo. (silencio) Me desabroché el primer botón de la camisa y en forma de rayo una herida todavía rusiente cruzaba mi pecho. Cuando levanté la cabeza una enorme y vieja ruleta giraba violentamente sus aspas, y María con el teléfono en la mano reía a carcajadas.
VISIONES
Autor: javier castillo esteban  388 Lecturas
Nos veíamos al mediodía para no levantar sospechas, a la mis hora, cuando las cigarras también dormían. Ella se escondía detrás de la columna blanca que sujetaba la techumbre de aquel café de malas miradas y derrochadora displicencia. A las 15.05  entré , saludando tímidamente a la vieja  propietaria . -qué va ser!? - un cortado con hielos gracias,¿ tiene azúcar¿ - cógelo tu mismo- tendiéndome un cenicero de cristal  Me giré con la taza ardiendo y reparé en ella , arrinconada debajo de su pelo negro, me guió hasta la mesa con una sonrisa orbital, levantando las cejas y retorciéndose en la suavidad de su piel. -hola- dije con la voz partida - hola… Su voz candorosa me derretía el alma, lava encharcada de cada palabra que  conseguía enmarcar con dificultad Por ultima vez, me decidí y antes de sentarme le di un beso al que ella respondió furtivamente en pos de mi tranquilidad -Ya era hora… Mis labios enyesados flotaban sobre la ceniza del fogonazo y con un gesto inocente correspondí Media hora de palique fue suficiente para desbordar mi paciencia, deseoso por escapar de ese inhóspito lugar y alcanzar los muros grises de la plaza, invisible a todo examen. Emancipar violentamente el frenesí surcando su pecho y agotando el ultimo depósito de saliva.  te deseo- grité dentro de su boca mientras nos devorábamos , y ella balbuceaba su amor desnudando a jirones mi interior, erizándome la piel  y colmando el instante con una terrible erección contra su falda La noche se encargó de nosotros regalándonos su habitación engalanada de negro y de luces, de llantos y voces que desgarraban nuestro cuerpo, fustigándolo hasta quedar exangue.
voluptuoso
Autor: javier castillo esteban  418 Lecturas
OSASUNA   La primera vez que pisé el Sadar tenía apenas 10 años ,  mi padre me cogía de la mano para cruzar la carretera. Era un partido de copa del rey  contra el Sevilla , y los gritos provenían de las fauces del estadio retumbando en mis oidos como una marcha militar. Dimos el ticket a un tio con una txapela roja y buscamos la localidad apremiados por llegar antes del inicio. . La peña Indar Gorri , que se situaba en el graderío sur, esgrimía una visible pancarta bicolor, haciendo dedicada mención al Logroñes , a sus aficionados  y madres. Siendo un crío, no captaría la procacidad de su mensaje hasta pasados unos años cuando entendiese de qué versaba eso de los colores.   A las 9  rodó el balón y no retiré mis pupilas del juego. Otrora mi camiseta, que había sido blaugrana merced la influencia  de mi hermano, sabida referencia desde mi niñez, se diluía como el copo un nieve fundiéndose con las riberas del río serpenteante que daba nombre al estadio, descubriendo una tierra ardiente debajo de unas Niké, talla 41 Transcurrida la primera parte me hallaba sentado sobre el frío bloque de hormigón con un gorro de lana de colores similares,  observando con una admiración inusitada a once jugadores de camiseta roja y pantalón azul que jugaban torpemente el balón, a trompicones, creando un notable contraste con su ilusión y el brío, con la casta de chavales valientes que sabían lloran aquello que les era suyo.   Delante de nosotros  una familia, donde el  padre reía los improperios escupidos  por su hijo y una madre enfurruñada soportando estoicamente el panorama, y yo escandalizado con la gracia con la que tomaba el padre el asunto, volví la vista a la hierba   y  supe que a mi pesar o fotuna repetiría ese gesto del que nunca estaré orgulloso, pero que mil veces ha brotado  como sanguijuela que tiene entre sus patas una porción, la más profunda y viscosa de mi ser, que conoce mis horarios, el sufrimiento, y el sueño de la pasión que huele a  juventud y nos recuerda vivos sintiendo la camiseta pegada a la piel, asociada a las tardes más felices de mi vida   La música es mas triste y melancólica ahora que tus valores son tan bajos como tu ánimo OSASUNA, no obstante el fútbol es el reflejo de nuestro camino, de búsqueda ,de lucha y anhelos,  de no  vencerte , de integridad, y con la misma firmeza dignificar a tus rivales y también de segundas oportunidades…   Por ello y porque deseo que me representes como antaño, al margen y por encima de victorias o derrotas, estaré ahí una tarde más, fiel como un perro, guardando la espada reluciente que espera a su venerado poseedor.
  Qué puedo decirte que mis versos ya no sepan pues te han oido tantas veces que mi mente ya no sufre , y gasta su tiempo diseminando el amor que ocupa mi pecho   desraizando cada quiebro de mi aullido he desbaratado el silencio removiendo la tierra han germinado los besos y en este fecundo jardín la exuberancia de las rosas hacen coros     qué puedo decirte después de 25 años si la mañana no es mañana sin tu voz y el rostro más serio se asocia con mi rostro cuando  los días más extraños separan de mi  tu abrazo eterno y rollizo     deambulo por  este terruño evocando los momentos más dichosos y tú, antojadiza, te apoderas de todos sirviendo una historia diferente haciéndote valer con una sonrisa inefable desterrando el dolor con solo mirarme     Qué puedo decirte en este día madre mía, si engrilletado estoy a tu amor dime, qué puedo decirte ahora Si  mi camino es quererte con locura
Qué haces mirando al frente osada fundadora del horizonte escarbando en tus delirios de refulgentes líneas Escondida amiga Que yerras nuestra guía Y conspiras acerca de ti Sobre si no alcanzas fin Compuesta de jugo tu verdor explosionas ornando la falda de lagrimas mojadas Alterada por la música de tus versos En tu fondo desconsolada Por los s años del olvido La corteza queda retenida Por estrellas que guardan Corales tan distantes Sirena errante Faro maldito Con tu penetrante trago Cual vórtice se lleva La savia  de una vida Junto a un sol renombrado Queda sumergido El despido de tus reflejos Piélago perdido
mar
Autor: javier castillo esteban  375 Lecturas

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