• javier castillo esteban
raskolnikov
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1     La lluvia, inmortal desde el invierno, había cesado…   En los días previos a sus vacaciones, Pedro ultimaba precipitadamente las prendas odiosas que habían dejado sus compañeros de trabajo. Esperaba ansioso a que dieran las dos, después de aguantar una abúlica reunión con obedientes clientes y proyectos incompetentes A las once de la mañana, recibió la inesperada visita de un agente comercial con el que todavía no actuaban. Presentó su ficha a expensas de recibir la acogida del gerente, pero , incapaz de demostrar simpatía por la intempestiva cita, lo despachó en sendas capeas argumentando el tiempo limitado para otros asuntos inopinadamente relevantes. Lo hizo de tal forma que no ocasionó el malestar de su interlocutor, pero dejando muy claro que ese no era el día propicio para vender humo El contraataque no resultó ser un revulsivo ya que no podía quitarse de la cabeza los 15  tediosos correos pendientes de respuesta. Tres llamadas más y alguna interrupción ramplona de su compañera fueron el colofón de la jornada que agonizaba entre el calor y las seis paredes del primero derecha.    Aquel día de agosto era extrañamente parecido a los demás, perturbado únicamente por las farolas escondidas detrás de carteles anunciadores de las fiestas. Los rostros descompuestos y las camisas abiertas de los yuppies conformaban un cuadro perfecto que abandonar cuanto antes, la ciudad respiraba un agotamiento insoportable. Finalizó abruptamente el pavimento y antes de cruzar la carretera, Pedro se giró y contempló por última vez la avenida central que no lo volvería a atrapar jamás.   Llegó a casa y aún  con tiempo de sacar del frigorífico los restos del día anterior, cayó rendido sobre la mesa de la cocina, atiborrada de papeles escritos a máquina. Un sueño profundo capturó la imagen de las noches insomnes con una novela que no concluía como debiera                                                                  2            El viento batió violentamente una de las ventanas de la casa, causando un estruendo infernal Pedro dio un respingo, y en la posición de alerta en la que se encontraba, advirtió el plato de macarrones boca a bajo y el tenedor hincado en el codo, dejando su huella estriada como prueba de la  dedicación.   Eran las seis de la tarde, e interrumpiendo aquel clamor prolongado en su pecho, el sonido inescrutable de unas alas, acompañado de sendos graznidos reverberó en la habitación. El revoloteo provenía de la terraza, y Pedro presa de un temor infundado, se acercó lentamente, desechando la postergación de cualquier sueño.   A menudo los gorriones formaban nidos junto a las antenas de la azotea, pero aquel  reclamo era totalmente inédito en los oídos de nuestro protagonista, pues poseía un eco penetrante que helaba la sangre La gigantesca sombra se desperezó, proyectando sus enormes alas sobre el ladrillo El movimiento de sus articulaciones se tornaba más recalcitrante cuanto menos distancia restaba entre los dos seres. Estaba decidido, y empuñando la escoba, que descansaba en una de las jamabas de la puerta acristalada, abrió súbitamente la puerta, girando su cuerpo hacia el animal.   Pedro quedó inmóvil, atenazado ante la lógica burlesca, y es que el origen de tan lúgubre aparición se dilucidó en una cría de estornino multicolor que piaba ahora con dulzura, mientras movía espasmódicamente su cola. Hubo un momento que el pájaro quedó de perfil al hombre mirándolo con miedosa profundidad, desde la negrura de su inocencia  
Trémulo se halla el forastero, que penetra en nuestra casa con miedo a desnudarse y respirar su ignominioso secreto.   He aquí el motivo de escribir y describir, sustentado en los versos primigenios, anfitriones de la renovación de mi pluma, tan vanidosa e inexperta en su ingenio   Esta noche me encomiendo al vasto follaje, despojado de concesiones y halagos insinceros, es momento de enfrentarse a los poetas, ricos y maltrechos   Siento las primeras relaciones, nacidas de embeleso, portadoras de las llamas protectoras de palabras sin respeto.   En privado he descubierto el calor de unos abrazos, el ininterrumpido aliento, el infatigable viento que rachea en el desierto.   Vuelve a clarear… Y En el margen orillado, allá donde escribo, deambula mi verdad, tan triste y olvidada que no quiere ni llorar, pues ni el hecho de estar triste es consuelo   Pero hoy el cielo está despierto, y permite vislumbrar las versiones doradas que proyecta tu pelo al ondear, siendo ésa la única verdad sin remedio.   Desenfundo la estrofa, y aguardo ensangrentado, a cuantos desean ojos ciegos y corazones insensibles, y es que también para ellos fueron los versos y para ellos los escribo   Os doy las gracias, por haber erigido este lugar de ladrillos bien dispuestos y cimientos de bondad, hondo resumen de pasos fugaces sin criterio y certezas sin misterio.   Ahora  enmudecido, corro ante el cobrizo amanecer huyendo cual fugitivo a fin de preservar el ánimo de ayer.  
LA MANZANA Gira y gira De gala presume con su miriñaquePor no hospedar retorcidos intrusosGira y gira  La que da vueltas y viste de verdeNo eres  quien sin descanso la rodea por verla desnudaGira y giraY su rabillo travieso baja de vergüenza por no enfrentarse a esa bocaDientes que azuzan el sueño de la malditaGira y giraMordida y de dolorExpuesta a párpados cerrados Gira y giraMustia flaca y tristeSin más ganas que patearla ahora que no robustece
La pequeña pantalla, si es que todavía queda alguna con suficiente fondo, asiste a un gran éxito, sin pretensión de ser confirmado. En esta ocasión no son temibles criminales los que pululan por nuestras calles, ni aquellos que juegan al gato y al ratón con el virtuosismo del Fbi, o los que, a pesar de todo, son más astutos que el ojo del espectador. Tampoco será necesario transportarnos al mundo de los caballeros, en donde una espada vale más que mil palabras y una nevada conmueve más bien poco. Menos es más en esta serie, un canon artístico obsoleto y rancio, quizá, para los creadores de las vastísimas producciones actuales, estiradas sin remedio hasta la postración.   Los antihéroes del Imperio, ambos tras el paso bidireccional de la adolescencia y el reniego, irrumpen con fuerza en este cómico drama para estómagos preparados. Café sin azúcar, gracias. Sangre y arena para los gladiadores, un espacio para revelar que se trata de una historia comprometida, de las de verdad., de esas que se cuentan con fuerza y rabia y, sin embargo, no pueden tener un deje más comercial y televisivo. Lo bizarro es seducido por la ternura, muecas, visajes y aspavientos  son algo más que gestos en esta suerte de canción triste y sonriente, de tintineo estridentemente  real. Y ellos, finalmente... Dos rostros pueriles detrás de un papel, otro par de pupilas implorantes que, lejos de compartir lo insulso del amor, llegan más allá de la frontera entre la playa y el mar. Entender en ese mismo instante que" lo que nos une a las personas" resulta ser la piedra angular de esta fábula contemporánea sobre el final de este puto mundo.  
La escena del ratoncito, luego la vieja buscando la escoba y el vecino de negro que mira por la ventana. Cada uno de los personajes presos en su papel, pues ante la mirada fija del espectador no mutan su expresión. Sales del punto refulgente que hay frente al sillón para observar el exterior. El hombre no está y en su lugar han volado un montón de hojas en dirección al jardín contiguo. Oyes el movimiento pendular de una escoba actuando encima de la baldosa. Piensas en que las baldosas son de otra época, mueves repetidamente la ceja, te llenas de extrañeza y vuelves al hueco, que ha sido ocupado desde siempre. La madera detrás de la pared sigue formando viruta que asoma su cuerpo en espiral, el ratoncito te mira y tú le devuelves, mediante un desdeñoso movimiento, la mirada afligida reflejada en sus dos esferas violentas, henchidas de estridencia por no perecer aplastadas. Escapa el ratoncito ante el silbido de las púas plastificadas. La vieja blande el viento en busca de un roedor precavido. Las dos brillantes cápsulas rodeadas de pelo escudriñan la inútil tarea cuando la silueta reaparece como un resorte al final de cada hilo invisible. Negra, más aún que la noche, de tibia permanencia y agotada espera continúa haciendo lo que mejor sabe y peor recuerda. 
PÉNDULO
Autor: javier castillo esteban  400 Lecturas
Demasiado tiempo encerrado en estas calles sin nombre, En este desierto interminable de ilusiones veladas y malos pensamientos Con el mentón caliente de las heces que flotan hasta la superficie y lo embarra todo con su hedor, pisando llano He dedicado mi vida a recopilar recuerdos desvanecidos sin hallar la manera de cubrir tan hondo vacío y Ya no se si caminan hombres con cuatro ruedas o es el giro de mi errabunda mirada lo que muta con la alucinación Te he buscado en días secos y lluviosos desenredando las cortinas de la noche, sometido a la hipnosis de la luna real y majestuosa que me contempla rebosante de la bondad secuestrada el episodio regresa como en mas de una ocasión serpenteante, cuando la soga a mi cuello no era tan mordaz y sentado recorría la englanada alegria que llenaban mis horas, arrastrado, inmaculado de la vida que quedaba por vivir, necio sabelotodo de la mancha incipiente que en mi pecho se ha fraguado  irremisiblemente. TRANGO 
    He soñado con la luz amarillenta al pasar frente a ti, Guarecido entre castaños, convertidos en infancia desperdigada, Y el gris infinito de las aceras de Pamplona   Vaga memoria de unos ojos vastos, saturados de saber En un minúsculo espacio Y bigotes encendidos en postura reflexivamente conciliadora   Recuerdos del frío detenido en tu regazo, Bajo el perentorio efecto de la hipnosis literaria Donde tus hojas no han dejado de pasar, como incansables filos sobre el viento Poseedoras de la historia más reciente y pasada, erigida frente a la mano censuradora Y asomada, desde la reticencia, cautelosa Escudriñando los establecimientos atiborrados de sospechosa cultura   Allí aprendí a leer, violado por las palabras Enjaulando mi inocencia en pos de conquistar una tierra lejana a la cotidianidad, y al mismo tiempo extrañamente familiar. Aventuras y miserias he absorbido, robando una brizna de intimidad a los personajes más singulares y célebres, escondidos en aquellas hondas estanterías de madera.   Qué triste duerme la calle, ahora que ya no respiras con versos Pues todas las noches escucho los sollozos de tus paredes Derrumbadas de silencio,   Y en esos momentos cuando la luna todavía no ha mermado rEAPARECE El murmullo de los libros que abandonaron el altar ReverberANDO  plácidamente en los dormitorios encendidos Emitiendo la señal de una vida que no se ha consumido A pesar de evidenciar el vacío mortal de lo que un día fue su hogar  
Aquel suntuoso palacete  me da escalofríos. mi casa dista unos 20 metros de este muro de piedra  y siempre intento rodearlo antes que merodear por sus cimientos Erigido en el centro de la ciudad y sustentado por 4 baluartes en cada arista  no sabría decir si impone más de noche o de díaLas persianas, bajas la mayor parte del día , se alzan sobre las 9 de la noche manteniéndose inmóviles hasta  que la bruma abraza el edificio de madrugada Después de cenar monto guardia apostado ocultándome tras las jambas de mi ventana, para evitar que  mi cuerpo se someta a examen de miradas fisgonas.Me tiene realmente obsesionado  su contenido, hay veces en las que  pareciera esclarecerse la figura de una mujer y otras mis elucubraciones duelan con las imágenes más grotescas , con sombras ficticias y apariencias reales.Ese día, eran las tres de la mañana  y medio aletargado sin observar actividad decidí retirarme a descansar, en el momento que una niña emergió de uno de los balcones irradiada bajo la farola más cercana al portalón del edificio  rotó maquinalmente su cuello noventa grados , esbozó una sonrisa taimada ,y se precipitó al vacío.Un alarido incontenible brotó de mis entrañas y la calle respondió con crudeza enmudecida. Mi cuerpo se quedó pétreo y mis dientes castañeaban frenéticamente. Caí en el diván abatido, sollozando recluso de la impotencia y cerré los ojos. Tuve que respirar hondo y contar hasta 10 antes de volver a abrirlos y con paso titubeante me mostré al exterior abriendo el ventanal de par en par, la humedad era terrible y mi piel se contraía y dilataba al ritmo de mis emociones, miré  aterrorizado al sueloEl cuerpo yacía  inerte  y frío en el adoquín mientras se cubría lentamente por las hojas de octubre, ni rastro de señal humana la imagen dantesca, disipó mis lágrimas transformándolas en  rostro constreñido por la injusticia y  una sinrazón objetiva y frívolaCerré  la ventana , dispuesto a llamar a la policía cuando una ensayada y recordada sinfonía compuesta por violines en su mayoría  me atrajo de nuevo al cristal. la sala anexa al balcón se iluminó. Decenas de personas bailaban , bebían y gritaban formando un escándalo tremendo , un señor grueso con  traje almidonado y pajarita  sacó la cabeza entre las cortinas y me ofreció un brindis por MaríaSupuse que se trataba de la niña y. como un poseso, abrumado por la excitación corrí a llamar a mis padres. En el salón se econtraba mi madre  llorando desconsolada arrebujada en la bata y mi padre cabizbajo con cara de preocupación sin atreverse a mirarme, junto a ellos dos hombres con camisas de franjas anaranjadas altos y fornidos  me atraparon y me condujeron forzosamente a una furgón con unas iniciales. No me permitieron dar explicaciones de lo vivido hace solo unos minutos solo me inyectaron un liquido blanquecino y dormí largo ratoAhora estoy más tranquilo El centro de descanso, es un sitio agradable aunque circulan muchos médicos con caras largas y me hacen tomar muchas vitaminas, según ellos para encontrarme más sano, aunque me limita bastante a la hora de escribir mi diarioRegularmente recibo las visitas de mis padres, son reuniones cortas pero resultan fructíferas, hablamos de todo, pero sobre todo lo pasamos genial cuando les describo las fiestas que organizamos los señores del palacio y yo en mi habitación
En un lugar de Castilla…  La noche era versoSobre  el papel arrullado y descubiertoLas láminas doradas en el cieloExhibiendo sus entrañas tras el vientoNo sabía de vosotrasEngañadas por las horasCompañeras de los campos y el silencio El chirrido de los grillosSecundaba los sentidosDeslizando su manto livianoEntre los nidos vigilantesDonde las ramas cimbreadasAguardaban a bienvenidos caminantes Alegres o cansadosIgnorábamos la atenciónDe unos propietarios entregadosA la llamada del timbre protestónArribamos sin prestarLas medidas ni el pudorMas hallamos en sus ojosLa posada del corazón  Perezosos Escudriñamos al alba Mientras Seguimos mecidos por el sueñoobjetivos de la calma Refugiados en aromas orientalesY sábanas blancas Juntos Acordamosuna efímera despedida Con La imagen del solReverberando en la piscina Su brillo perecederoConvocando la venida del otoño y la espesura de sus hojas Esbozando el genuino sendero que hollaron nuestros pies Y que ahora conocen su regreso.
    Fin de año   Sería tremendamente insolente destacar algo de este 2014, ya que  provocaría la envidia y el recelo del resto de circunstancias que han asomado su cuerpo. Por este motivo, he querido ornamentar una serie de árboles que erijan uno mayor, para así aglutinar la apariencia y el dolor, la alegría y la tristeza, y cada una de las emociones que copan esos vacíos insustituibles   Uno de los árboles lo culminaré con las prendas de familia, que utilizan el vestidor privado, junto al gabanero, para arreglar los asuntos en su regazo, siempre con la firme batuta de la ternura.   Otro con las horas de amistad, extrañas al tiempo, y repartidas en noches de palabras y placeres. Teniendo en cuenta la posición de este árbol y para corregir la paulatina postura caída que había adoptado, he colocado dos bolas brillantes y doradas que representan el contrapeso de algunos ineludibles adioses. Ellos se sabrán protagonistas de este árbol.   Al siguiente lo dejaré libre,  pues discurre segregando un halo intermitente En este caso, la  imagen debe seguir tal cual era para refulgir con mayor intensidad y mostrar su autenticidad, a la espera de una nueva partida y de un nuevo regreso.   Otro, dedicado a la paciencia y al amor recogido de mi abrigo en invierno, y mi sol de primavera, al rumor de las olas que circundan su hogar y a la infinita resistencia de carácter.   Otro a mi pluma digital, que no se ha olvidado de navegar con y sin cabeza, atizando contundentemente a la conciencia y a la estupidez, pues somos ambas cosas por igual, aun cuando nos creemos la antítesis de la postura absoluta.   Otro estrechamente ligado al anterior, pero que merece su propio lugar, al tratarse de alguien que me hizo revivir “literalmente” y me ayudó a explotar aquellos tesoros ignotos y escondidos.   Otro a las herramientas de carne y hueso que me ofrecen el sostén  y la confianza necesaria para seguir trabajando. El aprendizaje carece de final a todos los niveles que alcanzo a comprender.   Otro por los proyectos de vida   Otro para el año venidero, alentándolo de cambios que deparen una sonrisa entre los que menos tienen, tanto por dentro como por fuera.   Y otro para ti, querido lector, que alimentas la sublime misión de plasmar lo que no soy capaz de transmitir con la voz.
Vino y letras (hablando con la botella)¿Eres tú?Lo confieso, porque regresas incandescente En esta noche de enero Mientras recorro borrachoLos lugares pulidosCitándome con la eternidad Que acude por mi almaCon lisonjas y caricias Ansiosa por rendirKilómetros de estrellas orbitando sobre nosotrosDos locosAmiga mía, ¿no eres consciente de que el amorProfesado por mí, no tiene lindes ¿¿No hallas cobijo en esta tierra cuarteadaAun cuando las miserias lucen sin orden Custodiando anhelos desperdigados?Es por ello que no entiendes la verdad ni las excusasY que más dará...Si no existimos ni ahora ni nuncaY las sombras huyen ya de las calaveras indefensasQue prestan su imagen a la mañana
Era un hombre deforme o un animal lo que gañía desde un ojo rasgado sobre la tela gris. Casi sin quererlo el gentío congregado lo miraba de soslayo haciendo ímprobos esfuerzos por no concentrarse en aquella aterradora visión de ellos mismos. Anhelaban la delicadeza, el afán de un mundo exterior cristalizado donde solo se reflejara la suave revisión de la bondad Pero el ojo, siempre vigía congelaba sus aspiraciones oníricas y humeantes. No conocían los párpados ni la piel depuradora  que ocultase la profundidad atezada de la criatura. -vaya una patochada!( espetó con displicencia la mujer barría el umbral de su cueva) El hombre más rico de preguntó: -¿ cuánto vale, chico? - No está a la venta señor -( Parsimoniosamente extrajo de la faltriquera de colores un fajo de billetes en blanco y negro)- Ofrezco quinientos por la bestia - le repito que no está a la venta, - Será terco el señorito bergante! - No se da cuenta señor, que intenta comprar su alma ( el murmullo cesó de repente y las cabezas apuntaron al muchacho que descansaba los codos sobre sus muslos) - ¿ cómo has dicho? Saltó el mas gallardo de los allí presentes - Observen detenidamente su rostro, prácticamente humano, pero distorsionado por la mancha que todos, ( no parecían comprender la perorata preparada para el espectáculo) -Abran bien los ojos –( entonces el dueño de la barraca tiró con una hilo del esparto, descubriendo un espejo rectangular a la luz del sol decadente
Estás sonriente dentro de un recuadro. Parece que ignores  la cámara, sin embargo sabes que yo te miro. Por eso, o porque te gusta lacerarme, yergues tu espalda para exhibir tus flamantes pechos. La camiseta amarilla deja de serlo para desvanecerse en comunión con el tono de tu piel. Y tu pelo… Cómo se enreda en susurros alrededor de tu cuello estrangulador. Esa estampa de la belleza suicida me eriza por momentos. Ahora quisiera que dejaras de arrebatarme con tus ojos el escaso flujo de otros órganos que no sea mi pene, pero me resulta imposible… No puedo detener mi impulso, el esbozo por dibujarte mientras te hago el amor con mis libidinosas pupilas cobra resistencia. Ella se bandea entre el lujo y el miedo, sin tener muy claro cuál de las emociones es sincera. La foto se empequeñece ya desgastada de su exposición impúdica y me envía lejos de allí, lejos de donde existes en realidad. 
-Sé de un refugio que, al alba, susurra a través de la ventana Ella, con los ojos entornados-¿Quién?- -O qué escapa de ti y de la lluvia mojada ( No hay respuesta) Sin miedo de sentirla igual que un blanco escurridizo Se volvía  una vez más de costado Y aún , si quisiera, sabía que allí moría igual que todos Penetrando en ese estado de las cosas Postrada y henchida por latidos Que suben, que bajan, que sin ellos gris o nada Entonces mi mano en su espalda de ojos Saben que son vistos y que miran de lejos Es mi gana la que insiste de buena, la ansia Por despedirme hasta mañana De lo que parece dormido y no lo está Sueña conmigo la vida esparcida debajo de la sábana
TU Y YO
Autor: javier castillo esteban  396 Lecturas
Cuan  tenues los senderos que transitas vacilantes por el destino procurado Costeando la mañana En tu eterno abismo dorado Y Aun deshecho  con la verdad de sus manos Pretenden enredarse en tus remiendos, espíritu olvidado? y si hacen un pacto sus ganas con la sangre de tus versos? te invito a pisar la tierra roja para terminar de removerlos o es que una reina con un pordiosero del linaje tiene miedo? No osarán siendo vírgen, idearte inmaculado ¿ Porque ni tus pensamientos más limpidos pudieran Estar libres de ningún vicio Ni la  mirada obstinada, de presenciar infinitos Vivos descapitados Que no poseen ni un centavo   Sin saber no quedes pues el fallo no retorna compasivo Y la justicia anodina en estos lares Mas propia del cielo Que de esta celda sin espejos Se apropiara algun dia de tu cuerpo Cuando yazca deshabitado. proclamando el silencio
A UN PRESO
Autor: javier castillo esteban  394 Lecturas
    Me gustaría ahondar sobre la  particular actuación de los millones de fotógrafos al salir de casa Es curioso, pero pese ser más accesible que nunca viajar, cuando lo hacemos, vemos menos.  Vemos más fotografías eso sí, siempre en compañía de traseros hediondos arrebujados  en los asientos de cafeterías, revisando con avidez la enorme galería de fotos de nuestros teléfono, pero no percibimos las motas de vida flotando a nuestro alrededor   El primer contacto con esta deleznable realidad se produjo en París. Visitábamos el Louvre, y por supuesto nadie se quería peder la mirada inquisitiva y persecutoria de la Gioconda . A mí en sí el cuadro me pareció discretito y seguramente le saqué  muy poco jugo con respecto a los estudiantes de arte, que hablaban con entusiasmo de lo aprendido en el colegio. Lo que sí me llamó poderosamente la atención, fue el semicírculo formado por varias filas de soldados dispuestos a burlar la atención de 4 guardias jurados que escoltaban la obra de arte. Cada flash era una pantomima, supongo que ideada con el fin de mitificar más si cabe a la mona lisa, puesto que si la fotografía procedía del flanco derecho, los 8 ojos emprendían marcha en esa dirección para sustraer la imagen del cuadro mientras que daban un generoso margen al resto de unidades que acribillábamos a la pobre mona lisa. No entiendo cómo esa figura oblonga no destila más sangre que belleza a estas alturas.   En cualquier caso, y sin desviarme del tema, recordé en ese instante después de contemplar durante más de un minuto a aquella mujer, las palabras de un profesor indignado que criticaba la falta de conexión con la realidad, y el poco sabor de una experiencia digital, más que vivida. Cuánta razón tenía!, pero desde entonces han pasado unos cuantos años y el futuro que ahora es presente no es más halagüeño, después de lo visto en la cabalgata de reyes. Estaba apostado en la pared contabilizando el desfile de carrozas chabacanas, o eso me pareció desde un perspectiva en las antípodas de los cientos de rostros embelesados por la ilusión, cuando una mujer que no alcanzaría los 30 años se introdujo a empujones entre la marea. No le importó  en absoluto situarse en primera fila con su novio como guardaespaldas  eclipsando la salida de los reyes a las abuelas allí congregadas con sus nietos, pero lo más ridículo y espantoso, al margen de la imagen de la jirafa que tenía por novio avergonzado al no dejar ver a las filas traseras , fue verle como una descosida sacar fotos sin remedio, unas 50 en la misma posición calculo.   Después del boock , se marchó igual que había venido. La aglomeración se fue dispersando y antes de llegar al coche, en el inicio de la cabalgata una chaval, también muy joven, ensalzó el móvil como el mismísimo excalibur, y comenzó a soltar espadazos ignorante de estar dirigiendo sus embates a la noche estrellada en vez de al suelo
No hay nada mas conmovedor que  la sonrisa del niño,  la belleza se dibuja desde las comisuras hasta el centro de la carne, su inocencia plasmada vigorosa, invencible. Y en ese instante no deseas nada más, solo volver No es necesario estar alerta, pues el ritmo no cesa  y  el alma se llena poco a poco de carantoñas fosiles. Un segundo después desnudo penetras en la infancia en los años felices y recreas un balón y una excavadora de juguete, cuando únicamente aceptabas sonrisas por respuestas y los rostros adustos eran condenados y convertidos. Entonces consciente de tu niñez, con  la piel más blanda , adviertes la ilusión como una feroz enfermedad se apropia de tu sangre, vislumbrando la verdad . Ésta se muestra marchita y crees reconocer  al tiempo detrás de esas arrugas , reo de  excesivas traslaciones sin paladear la compañía de sus hijos incólumes. Expatriado del  candor e infinitamente lejos de nuestro yo, no es más que un viejo decrépito que ha huido de esos días primeros buscando madurar el fruto que no está preparado mas que para caer reflexiones  con finales entreverados y otros sinremedios son extractos carentes en la vida adulta que se ha prendado de la rapidez, olvidando la sonrisa en algún recóndito lugar, creciendo tan rápido que sus hojas señalan el suelo y no el cielo  Nazcamos diminutos para morir pequeños  en la bondad de nuestro germen, arrullados por una brizna de la vida 
tiempo
Autor: javier castillo esteban  393 Lecturas
Buenos días,       Mis gafas están torcidas, y tal efecto ofrece la imagen de mi vida, reducida a una constante caída. Inclinadas hacia la izquierda, aprecio mejor el impacto que el inicio del resbalón. Al contrario sucede si giro mi cuello a la derecha. Esta circunstancia no me aflige, pero teniendo en cuenta la única y final rampa me siento a veces removido por hallar  la línea recta, saltar los obstáculos y no arrollarlos.   Hoy de regreso a casa  he visto a mamá torcida, haciendo saltar la tortilla en la sartén, Cuando se ha desplazado sobre sus pies he dejado de ver la tortilla un segundo y al verla estamparse  contra la sartén, me he sentido  plácido y sereno.   Le interrogo sobre si mi situación es la idónea para ser feliz, si la acera interminable no estará determinada por las cuestas sin nombre que me acosan todo el tiempo. Ella me responde que “claro, es algo pasajero, y lo que te hiera ahora te hará más fuerte e importante en el futuro, donde los problemas son mas graves) Me reencuentro aliviado, aunque la inquietud continua latente.   Salgo a la calle buscando largos caminos con desenlace, agarro mi cazadora y reojo una vez más el perchero amenazantemente deforme, creador de sinuosas ramas en la cúspide, que sirven de colgador al resto de abrigos y bufandas. Me doy prisa por llegar al paso de cebra antes de que el luminoso marque el caminante rojo, deteniéndome  en el último instante ya que  los coches suben y bajan sin esperar al cruce,   Un hombre abominable con sombrero tapa su cara y el sobretodo  abultado exhibe acopio de descontrol Algo empuña  en la mano izquierda irreconocible desde la distancia., mientras el  temor me enreda. El semáforo se torna verde y el extraño se acerca a mí con paso estable. A centímetros de mi rostro, me quita con delicadeza las gafas y sin tiempo para el ocaso coloca unas nuevas patillas   Me quedo quieto y el extraño desaparece, para cuando quiero volver, la carretera se inclina hacia la derecha dejando mi  ojo izquierdo tuerto.  
las gafas
Autor: javier castillo esteban  393 Lecturas
En el trayecto de tu ojo, cándido y lloroso, encontré un lugar para sentir Henchido de placeres que tornan la piel rugosa Creí desaparecer engullido por las fauces del mar Inserto desde siempre en el cielo límpido de tus albas madrugadoras Confiado de brumas e impresiones confusas   Descubrí que juntos éramos menos sinceros que despiertos Aun cuando evocábamos marginales veredas sin nosotros Por ello, desmantelados los sentimientos, he comprendido mi cabeza vacía, sin afectos Vuelta una alimaña carente de obligadas tareas   Y así, propuesto a recuperarme, te he dibujado con sangre, Con el verso exprimido de enjuagues infinitos Para desvariar en cuentos de ensueño, despojados de aceras sin linde Fusionando nuestros vientres en la rosaleda multicolor Que destila labios con sabor a primavera,   Tú y yo, caricia pretenciosa y gratitud baldía Sol negruzco y azabache divino Dos tallos sin cortar, prestos a olvidarse 
POEMA
Autor: javier castillo esteban  393 Lecturas
LA CONFERENCIA DE LOS GATOS                                                              Acto 0   Se abre el telón en medio de un vertedero y una  luz blanca y cegadora baña el escenario Aparecen tres gatos en un cestillo ligeramente magullados, tiritando,pidiendo clemencia. Son dos gatos  blancos y uno atigrado con betas ocres. Entran en escena una pareja de novios Jorge y Daniela acompañados del tio abuelo de ésta.   Daniela-   ¡¿Los has visto? Son preciosos!, Nos los podríamos llevar…   Jorge-   Sabes de sobra que tu padre note dejaría tenerlos en casa, además seguro que tienen cualquier enfermedad   Daniela queda sinceramente triste, sin fingimientos   Rafael-   Los he descubierto esta mañana cuando tiraba al contenedor las ramas del jardín de la abuela. He oído unos maullidos y aquí me he encontrado a los tres. Deben de haberlos abandonado.   Jorge-   Igual los ha dejado su madre en este rincón mientras busca comida.   Daniela-   No digas tonterías Jorge! Son demasiado pequeños para desmamantarlos de repente   Jorge-   ¡Hombre, la madre también necesitará alimentarse, sino la van a dejar seca.!   (silencio) Daniela y Rafael miran a Jorge dubitativos.   Daniela-   Vamos a llevarlos a casa de mi abuela, les damos de comer y de allí llamamos a la protectora del pueblo más cercano para que se hagan cargo de ellos   Rafael( compasivo y con un brillo plateado en su frente)-   Montaros en el coche y los llevamos a casa. Tapad el cestillo con un pañuelo para que retengan el calor.   Daniela-   ¡ sí, eso!      Jorge con gesto contrariado monta en el asiento del copiloto, haciendo patente su desaprobación.   Acto 1 Una casa de piedra con las paredes exteriores desconchadas por el tiempo y la humedad se yergue en las afueras de un pueblo navarro. El crotoreo de las cigüeñas forma un gran alboroto que termina con un gran portazo tras de si.   Entra la abuela, entra la tia abuela   Consuelo-   Ay.., madre mía! pero qué majos! ¿Dónde los habéis encontrado?   Daniela-   En el vertedero abuela! Están muy débiles hay que darles de comer ¡ hay leche en la despensa?   Consuelo-   Creo que sí, voy a ver   Merche-   Ya me había dicho Rafael que los había visto en el vertedero, que eran recién nacidos  Sabía que se apiadaría de ellos, y los acabaría trayendo a casa   Rafael mira con una mezcla de ternura y preocupación a los tres mininos famélicos y helados.   (Consuelo acaricia timorata el pelaje grasiento de uno de ellos)   Consuelo-   Están muy sucios Daniela, trae un paño caliente y vamos a pasárselo por encima   Rafael-   Uno de ellos tiene cerrado completamente el ojo   Merche- (elevando el tono de su voz)   ¿No has oído a Consuelo, coge un trapo que tiene que haber por la cocina y empápalo lo justo           Daniela-   Seguramente lo tendrá infectado, en la farmacia vendemos muchos colirios, aunque dudo que surtan el mismo efecto con los animales.   Jorge-   Pregúntale a tu jefa, igual sí que cumplan la función   Los gatos se arrebujan con el pañuelo de Daniela, mientras intensifican sus llamadas de socorro traducidas  en estridentes maullidos. Son sirenas en el corazón de un inexorable fuego   Los intentos por darles leche en un cuenco de plástico se frustrados por la incapacidad para ingerir nada que no sea inyectado directamente a su garganta     Consuelo-   El otro día estuvo aquí Sofía que vino con la nena y se dejaron olvidadas estas jeringuillas   Todos clavan la mirada en la abuela   Daniela-   No le importará a Sofía que las usemos?   Jorge-   Podemos comprarles unas nuevas sino. En la farmacia venden también no?   Daniela-   Sí, pero…   Consuelo-   Me dijo que no las utilizaba apenas porque ya no medía las cantidades que le daba a la nena en el plato   Merche-   Les damos leche y en cualquier caso Rafael podría ir a por otras.   Daniela-   Voy a llamar  Sofía mejor antes   Merche ( con voz estentórea)-   ¡Si no les damos algo pronto morirán, el negro prácticamente no se mueve del sitio y los otros dos están escarbando en su vientre buscando mamar!   Jorge espeta   - Vamos a darles de comer y luego veremos.   Rafael juicioso y moderado escucha la discusión alternando vigilantes miradas al refugio que empieza a desmoronarse.   Daniela- Míralos, qué hambre tenían.   Los gatos maman con fruición de la diminuta aguja de plástico. Parecen saciarse rápidamente y consiguen conciliar un ligero sueño. Se duermen posando sus insignificantes cabezas  sobre el lomo del gato negro de betas ocres, que ahora tiene que cargar no solo con su cuerpo.  
  Cuando Pelayo dejó de mirar la botella, la noche se había hecho eco en la costa de Cudillero, el valle terminaba puntiagudo esculpiendo las casas blancas sobre el rompeolasVarios minutos siguió ensimismado escuchando el ir y venir de la espuma mientras la yola se acercaba lentamente a la orilla .Colocó escrupulosamente el amarre,dejando la red de peces sumergida, y echó su saca al hombroEl olor a marisco había despertado el apetito de nuestro protagonista que advirtió el murmullo y las luces de la taberna más próximaLas grandes jornadas bullían de la boca de los pescadores más primerizos en contraste con el silencio de la piel curtida  y la mirada perdida de Pedro, el propietario de la tabernaUna cata de sidra  secundaba dos medias raciones de pulpo y lacón que ofrecía la carta.Entre plato y plato, Pelayo descorchó aquella botella achatada extrayendo con cuidado el  papel garabateado:  Amado Pedro, Te he soñado todo el tiempo y en cualquier lugar y de tanto suponerte no me hace falta acariciar los hoyuelos de tu sonrisaYa no me queda sino reclamar tus deudas al mar, donde quiera que te haya mecido la marea. Candela     TITULO: LA BOTELLANOMBRE: JAVIER CASTILLO ESTEBAN DOMCILIO: PASEO SANTXIKI Nº 8931192 MUTILVA ALTANAVARRA   
Dos individuos con aspecto deplorable salieron de la estación asiendo una cesta de mimbre, casi tocándose con los dedos. En ese instante, desde la otra acera, la señora presenció la imagen, intuyendo un grotesco desenlace. Levantaron sus ojos hasta alcanzar los de la señora, protegidos y escoltados por sus inquietas y pobladas cejas. La señora se giró, y tomó su paraguas encañonando al cielo gris de la noche madrileña .Los destellos de los coches sorteaban a la mujer que, acuciada por el suceso, acelaraba el paso sin detenerse. Acercóse al portal y miró en derredor ante la impertérrita contemplación de la oscuridad, las copas de los árboles se erigían como reflejo de los escasos faroles que circundaban el parque. Sacó la llave y penetró en el portal Al encender el interruptor tropezó bruscamente, alarmada por su propio llanto. Su espalda resbalaba sobre los marcos de la puerta traslúcida y las piernas lentamente cedían ante el peso de la visión. La hocicos de los secuestradores ladraban en dirección a la cesta, pues en ella se hallaba la imagen de los años. El cahorro había vuelto a casa. 
amarte... de eso estoy ansiosode adormecerme en el ocaso, al calor de tu cuerpo que vuelve el mío rusientede advertir como brota la raíz sobre el páramo yermo,dimanante  vergel que ilumina las gritas de mis manos, mientras espigamos exhaustos los frutos de la ternurame embelesa perder después de cercenar en vano el hilo de tu mirada  concluyo que no lo quiebra ni la más  mundanaescudriño tu pelo desde que nace, cómo recorre los avernos, sortea las ascuas y se derrite sobre mi pecho, Siento la humedad del lago en tus labios delgados, misteriosos, poseen ese inescrutable secreto que anega mi pensamientoHoy es una noche distinta a las otras, extraña a las de perenne soledadAgita el farol un viento desdeñado que tintineante insufla una ráfaga de tu olor ...presencia cercana a mi piel y dentro , en lo más hondo , en la exorbitante oscuridad    yace mi alma frente a la tuya
amarte
Autor: javier castillo esteban  391 Lecturas
Detrás de aquel mago de pacotilla se escondía un hombre horrible, o por lo menos eso me parecía. Se jactaba de no practicar la magia obligados a creer en el  conocimiento como venta de sus Barajas. Sí nos agenciábamos una de ellas al módico precio de 10 chapas, seriamos los mayores ilusionistas. Me sonó ridículamente pobre, un hombre sin convicción en la  virtud vendia sus productos al mejor postor.  Abandone mi parada y en el siguiente paso dos puestos de chorizos enfrentados en nula disposición de venta se miraban de vez en cuando y se sonreían bajando en ese mismo instante las Pupilas al móvil.  El último establecimiento lo regentaba un gordo sin corazón que vendía cuchillos con un micrófono en la boca y asentia igual que el reloj de cuerda las cuestiones de potenciales compradores con tal de no ser turbado de manera innecesaria- explicación concisa y atiende bien porque lo demás será patraña _rDesencantado con la visita, pensé que no difería gran cosa el mercadillo del centro comercial, por lo que salí rápidamente del tumulto con la idea de comprarme unos pantalones Justo antes de entrar oí un fuerte golpe proveniente del contenedor próximo a la entrada. me acerqué  despacio mientras el traqueteo se hacía constante y abrí  subitemte la tapa. Un espejo en el fondo mostraba el cielo azul y las nubes rizadas obviando mi silueta .En su lugar los ojos del mago  se morían de la risa 
Eché una ojeada y la vi rodar sin control, arrastrando las primeras hojas de noviembre. El otoño había llegado tarde y no era costumbre, por ello los castañeros se asaban bajo sus tejadillos metálicos contemplando impertérritos a los paseantes. Para el resto era invisible, sin embargo a mi me sorprendió en el momento más astuto y atento de aquellos días, y podía apreciar el titilante sonido metálico y los pliegues cegadores que describía al circular. Una gigantesca moneda de una sola cara atravesaba calles y  pasos de cebra, cediendo el equilibrio al viento, exhibiendo la corona pero no el importe de su valor. Creí que ése, sin duda, sería el motivo de su paso inadvertido. Al llegar al cruce de m. con j. aminoró la carrera hasta detenerse apostada sobre los contenedores de una callejuela donde los restaurantes despachaban la basura. Llegué con la lengua fuera, presto a volcarme en la entrevista, cuando la inquietud centelleó delante y detrás de la imaginación más romántica y perfecta. Era demasiado tarde para echarme atrás, y ni siquiera la enorme visión de su diámetro consiguió disuadirme. La calle sombría envolvía su silueta dorada y los ecos del día morían a mi espalda, solos nos quedamos ella y yo. Le pregunté quién era exactamente y de donde venía, puesto que nunca antes había visto una moneda de única cara. Me respondió que esa era la manera de distraer a las masas y vivir tranquila rodando y conquistando en sus viajes  el aire embriagador  preñado de inesperados encuentros. También quise interesarme por su familia, si es que había recorrido medio mundo por visitarlos, y ella me contestó que el hecho de que buscara lo inesperado desmontaba la pregunta acerca de sus parientes. Me lamenté por mi torpeza y de repente me sentí profundamente triste y frustrado, entonces la moneda interrumpió mis lamentos, para orientarme hacia el origen.   Señaló el cielo, y en ese instante decenas de diminutos cuerpos dorados brillaron levemente sobre la tierra, planeando como hojas arrancados de un cuento. No era difícil de suponer que nadie más que yo presenciaba el espectáculo, y por ello mi última pregunta fue dirigida en este sentido.  -La respuesta es tuya, en esta acera y en el paso de cebra, en las ventanas de curiosos que ahora te graban hablando solo. Sin embargo, yo he salido de tu bolsillo, y te has preocupado por mi tamaño, más que por la pequeñez de las personas a mi lado. Has conocido mis colmillos, y aunque el oro nos camufle, cada uno de nosotros está destinado a elaborar su atención para evitar que mueran como otros lobos. Disfruta ahora de esta lluvia que parece eterna, mañana el cielo estará nublado.  
LA MONEDA
Autor: javier castillo esteban  391 Lecturas
Vi pasar dos nubes que corrían siguiéndose de cerca, acrecentando la sensación de soledad frente al cielo negro y descubierto., la noche se cerraba, sometida a las invariables posturas de las ramitas que eran azotadas con violencia por el viento.Mi teléfono me servía de farol para hallar el rumor del riachuelo que oía desde hace un rato A las doce lo encontré, fluyendo a tramos entre musgo y troncos carcomidos de humedad, subiendo y escondiéndose en las pozas. De rodillas bebí hasta llenarme de su sabor y reconocí en el reflejo de cristal la sombra del pueblecito que yacía dormido. El valle comenzaba en abrupta actitud y se nivelaba en sus faldas amortiguando el descenso, cuidándome de no enredarme en la maleza Un cartel desvencijado marcaba los lindes de la aldea., "CAVERNA (un pueblo mágico)"La calle principal estaba desierta y las últimas luces de los ventanucos se apagaban a mi paso, sabedores de noticias. El silencio me envolvió en un cisma insoportable entre  realidad y la ficción, retorciendo las casas sobre sus cimientos, desligando el curso de la calles, escupiéndome al inicio del pueblo. Estaba de nuevo frente al cartel que se aferraba sobre un poste, rezando por no caer. "CAVERNA (un pueblo mágico... y maldito)"La calle se iluminó de repente y la música de carrusel giraba en mi cabeza al ritmo que los edificios permutaban su posición La calle principal se había desfigurado en un enorme bloque de hormigón solitario.Dos perros desnutridos custodiaban el muro ladrando su agonía, y clavaban sus esferas famélicas en mi cuerpo.El de la izquierda consiguió romper su cadena a base de embestidas mientras el otro lo miraba perplejo, las patas eran invisibles a cada zancada, y quedando escasos metros para darme caza la bestia salió rebotada. Tirado en el suelo, emitía sus últimas convulsiones y la espuma salía a borbotones de sus fauces.El muro tapaba prácticamente la luna y crecía y mermaba avasallándome con su poder. Hipnotizado penetré por segunda vez en el campo eléctrico sin sentir nada, avancé lentamente bajo la sarnosa mirada del perro El ruido cesó y un punto de luz se incrustó en el cielo pugnando por ser partícipe del día siguiente. La cortina de la noche quedó tendida a mis pies y el sol despuntaba con fuerza.Caverna se había volatilizado...Días después  congregué a mis amigos en un bar  para relatarles el fin de semana y lo sucedido en Caverna. Por supuesto nadie me creyó, y me trataron como a un chiflado. no habían oído hablar de Caverna, pero aún recuerdo la misma mirada del perro en los ojos del camarero y la foto que estaba girada contra la pared, ocultando el muro.
 Te han amputadoTodavía recuerdo cuando era niño cómo solitario dominabas campos de trigo que enrojecían mis pupilasCazábamos saltamontes y los enjaulábamos en botes agujereados para después marchar a tu encuentro,confidente de nuestra infancia , has sostenido estoicamente 100 cabañas sobre tus  ásperas y secas ramasLos años pasaron y poblaron tus alrededores de aparente progreso, confiriéndole al lugar un aspecto superficialmente bello y también menos mágico y seductorSin embargo has resistido a los embates del desarrollo firme desde tu posición, imponiéndote en la altura Hoy el día está nublado y yaces oreando los anillos de tu edad ,porque Algún miserable ha decidido que tu destino le corresponde a los hombresque tu tronco está podrido y debes rejuvenecer, eximiéndose de su crimen,Cómo osan liquidar tu sombra? ¿ quien dará cobijo ahora a las ocas y los gansos que moran en el lago?Acaso no saben que tus hojas están marchitas de tanto llorar nuestra mezquindad,Que han presenciado besos crespusculares y corazones atiborrados de amor y tristeza?Quien va a alimentar la anhelante espera por verte florecer en primavera?He visto emigrar a las ardillas que a su suerte cruzan calzadas sin mirar las ruedas de los coches pasar, sorteando las penurias de su partida, dejando atrás un hogar
Hola MiguelAyer remataste con un hilo muy grueso la etapa universitaria. Se que estas ya cansado de tanto libro y trabajo. Pero el esfuerzo solo lo podrás valorar con perspectiva, y transcurrido el tiempo oportuno, te halles satisfecho contigo y con lo que haces y quizá hilvanes las razones que te llevaron a adentrarte en esta empresa, confiriendole un sincero sentido.Mi regalo de graduación no va a ser nada material,Te voy a regalar algo más intenso y profundo, como son las palabras, porque considero que son la mayor  herencia que hemos recibido, porque con ellas tocamos algo dentro de los hombres. Para mi escribir ha sido una forma de  Resucitar, y ser libre. Este "poema"es tuyo:Asomas tu cabeza rubicunda al margen del grupo, esgrimiendo tu escucha sin ser paso en falacias y reproches , la inocencia fija el rumbo al equilibrio, ignorante ser de la mezquindad que circunda esta tierra.Baston que apoya apremiantes confidencias y lágrimas anhelantes de descanso en mullidas telasdispuesto cada noche a enloquecer con incontables tragos, nos haces reír sin mesura ocupándonos exclusivamente de saborear nuestra amistad sellada en momentos plenamente lúcidos. Que grato es dar fe  en la intimidad de esta relación que perdura cuando otras han quedado marchitas  e inacabadas y pese a no vernos conservar la certidumbre de tenernos.Felicidades Miguel.Tu amigoJavi
Recuerdo una gran pupila que de derecha a izquierda se movía frenéticamente sin perder pista de mis movimientos. Quise desandar mi paso, era tarde y el ruido escandaloso de cristales me detuvo, saturando el rellano con mi respiración La pupila había desaparecido y la mirilla se presentaba ahora blanca. Giré la cabeza , atenazado, escudriñando palmo a palmo  sendas escaleras que envolvían su camino hacia un abismo azul oscuro. La pupila se mostró una vez más, sospechosamente tranquila, y mis pestañas comenzaron a crepitar. Me eché hacia atrás, posándome sobre el pasamanos, mientras una espiral eléctrica  venía por mi escupiendo chispas en sus extremos  La luz se apagó y quedé a oscuras, escuchando el reventón de las arterias forzosamente dilatadas, irisado por la ruleta verbenera que como un aspersor de sangre regaba las paredes de mi cuerpo. En mi intento por escarpar, tropecé y caí rodando al primer descansillo donde aquel fuego albino deshizo mi llanto retorciéndome de dolor hasta perder el conocimiento, Cuando desperté, María preocupada me condujo a su casa y cogió el teléfono dispuesta a llamar a un médico. Las imágenes distorsionaban el contorno del salón tornándolo diminuto, con un leve empujón me sentó en el sofá . Incapaz de reaccionar, y consumido por un demoledor cansancio, cerré los ojos para descansar   Su silueta gris se esmeraba  por ser discreta y cuidarse de no ser escuchada, pero en mi sueño fingido desmenucé los susurros. -No sé qué le ha pasado doctor, habíamos quedado para cenar y después de. Media hora escuché un golpe en el pasillo, estaba hablando solo y decía algo sobre un ojo. (silencio) Me desabroché el primer botón de la camisa y en forma de rayo una herida todavía rusiente cruzaba mi pecho. Cuando levanté la cabeza una enorme y vieja ruleta giraba violentamente sus aspas, y María con el teléfono en la mano reía a carcajadas.
VISIONES
Autor: javier castillo esteban  389 Lecturas
Era bellísima, tanto, que habían quedado ciegos de mirarla y contemplaban únicamente su sombra, fina y ovalada. Las ondas, que por aquel tiempo refulgían como destellos en la noche, bailaban la pequeña goleta atracada a cien metros de la orilla, mientras una mano invisible sobresalía del ribete verde que decoraba la embarcación.  Un día, cuando el sol alcanzó su cenit, Marcos dudó del avistamiento de vida, cuando una botella sujeta por el imán embriagador del vino, se presentó entre el alto discurrir de la niebla y la claridad del océano El ser que no tenía rostro pero sí voz ,canturreaba: Oh no, huye de mí interminable y mísera circunferencia anaranjada… Marcos se mareó y tuvo alucinaciones, y la duda se tornó certeza para de nuevo disiparse adoptando la forma onírica del oasis. Se tumbó e intentó relajarse contando los no pocos veleros que flotaban por la bahía de San Pedro ese mediodía. El cielo centelleaba clavando su cuerpo añil, en un intento infructuoso por desvelar los ignotos secretos del campo y sus huellas, de las pisadas de las almas que recorren aún los caminos paralelos de la materia.
  Se fue mirando de reojo…  Cientos de pájaros rebosantes de color desenfundaron su onírica vestimenta a fin de constituirse en la quiebra de las lustrosas plumas, en el abandono reiterado e ineludible. La tormenta había pasado, y aunque la humedad traspasó los huesos y la razón, acordó, con las prematuras hojas caídas, las últimas condiciones del otoño. Estaba cansado, derrotado, sumido en la habitual desazón de los desenlaces. La expectativa de la noche anterior se tornó en  un cielo indeterminado, encalado en nubes y espacios diáfanos que conforman  cualquier día en las postrimerías del verano. La oscuridad con su efecto igual de embriagador que pernicioso me cautivó hasta los confines que delimitan lo real de lo ficticio. Era grande en el sueño, poderoso,  incluso cruel. Hoy, sin embargo, me siento igual de vulnerable que la hortaliza, zarandeada por dos manos vulgares y desgastadas, exorbitantes garras que me sujetan contra el filo de un cuchillo alborozado La piel tostada se desprendió, también, de varias capas ofreciendo al mundo la desnudez de nuestra alma, la auténtica experiencia vital y descarnada que habita en nosotros con pleno derecho y sin reparos. Se esfumó Epicuro, y en la nube de polvo arrastró consigo los placeres infatigables, la depravación recalcitrante que precede al tedio y a las buenas maneras, al decoro indecoroso. Antes de ahogarnos, en el borde de un río rumoroso y constante, se cristalizó nuestro reflejo en el agua, allá donde nuestro ego quedó varado eternamente y aguarda codicioso la llegada de la nueva estación, la más pérfida y maldita, la más propicia para escapar, a través de hechiceras imágenes, hacia la inefable voluptuosidad de lo arrinconado. 
(         ) 
Silencio
Autor: javier castillo esteban  388 Lecturas
Problemas.. en los días más negros soportados por la velocidad con que vistes los paisajes   Que libre me siento cuando desperezo mi alma en el seno de tu traqueteo, vía dormida y silenciosa que tus curvas me han marcado más que los días pasados cuando te veía pasar y no eras mía.   Y cómo hablan de cultura con la boca tan llena como un besugo, siendo su baba la que emerge  por entre las escamas y no de sus visceras De una cabeza nutrida con las raspas que deja la sobredifusión maldita después de su pesca   En las tardes soleadas se revelan atisbos de soluciones sabrosas que no se excitan lo suficiente frente a ti y en sí las letras abordan de una manera más firme la estricta sentencia de mantenerme alejado de los hombres para penetrar de nuevo a tu falda   No se acuerdan de la tormenta escandalosa? Te prefiero a ti  incluso con los seres salvajes que desinteresadamente has colocado en este jardín Acércame la vida,  la muerte asustadiza y el pájaro cantor alegrará los semblantes olvidados. Proyéctame en tu solícito cielo azul  que rechaza las nubes exhibiendo su pecho impávido y transparente descansa tranquila que también en los inviernos más duros cuando lloras lágrimas pálidas me acuerdo de ti, fragante conquistadora Supón ahora que La tediosa calma con la que juegan mis dedos encadenan la carrera que disputa un lápiz, esforzado en figurarse horizontal y diluido  en el trayecto  que ha ido sedimentando la resina me encuentres prendado de tu aroma  
    Gracias, por ser el motivo de mis versos, y sobre todo por respetarme y entender al fuego y al hielo Tienes un corazón terriblemente bondadoso, pero a veces siento miedo de no bombear la misma sangre sagrada que hace bultitos en tu sien, y me enreda agasajándome con el oro de la amistad Ambos caminos lejanos, que sin embargo deambulan en paralelo a miles de kilómetros tratando de encontrarse y tocarse, lanzándose puentes arqueados  que estampan su sombra en el cielo. No es mucho, pero la correspondencia la construyo de barro, moldeando estos pretenciosos y ordinarios renglones que aspiran a ser el sostén de tu vida, la gota de felicidad que culmina de verdor y nenúfares morados la alberca donde chapoteas jubilosa.
Hablaba por el manos libres con lorea cuando Ocurrió lo esperado y en el  día previsto.Ella me repetía una y otra vez que probara con la red y dejara los dibujos, que no estaba de más desviar mis tareas cotidianas En ese momento, Estaba ideando una viñeta muy graciosa de un monje predicando paparruchadas al diario, cuando el  intro se quedó bloqueado , y control alt supr se fue a tomar un café.Intenté reanudar la sesión de todas las maneras que me fue posible en vano, de repente y sin previo aviso un punto de luz apareció en el monitor, Crecía inexorable copando la pantalla esbozando una silueta difusa,  su nombre un tal Google. Mi ordenador parecía tomar vida formando pliegues y grotescas vibraciones, mientras una masa cibernética y viscosa rodeaba mi cuerpo aprisionándome contra la silla de ruedas.apretando con  fuerza.podía sentir crepitar mis costillas.El móvil estaba alejado en la mesilla auxiliar. Una voz queda-?papa?-lorea me oyes?-la hija desesperada -papa por favor que haces!?-estoy atrapado- papa!Un pico de tensión cortó la corriente electricaSu amistad me ha cambiado la vida. Creo que no necesitare cruzar más corresponencia con los editoresA día e hoy convive en mi habitación y me ha enseñado a crear un perfil en Facebook, creo que es una casa de citasA veces le hablo del trabajo que desempeñaba antes de la cita pero no parece interesarle demasiado ,aunque siente una inusitada  atraccion por el perfil de mis amigos y el de los amigos de mis amigosPor cierto hoy me ha ocurrido algo maravilloso, e aprendido  a escrivir a mi ija x chat!  
La red
Autor: javier castillo esteban  387 Lecturas
    Los humos inundan el ladrillo y no distingues si son las ansias por crecer o desertar del pasado lo que te ha mecido hasta la orilla. Tu nombre está en una lista de personas que fluctúan sin respiro y no eres ni más ni menos, sino algo indiferente, un pellizco entre manoseos que no entiende de clasificaciones. Despegas cuidadosamente los párpados e inhalas  tu propio ser concebido entre otros dos números.  consecuencia del gargajo expulsado sobre tu pelo liso  y castaño ,que se derrama como la savia del árbol nacido en praderas solitarias, de astillas levantadas por el ventarrón y piel desnuda al pájaro famélico.   Hechizado por la gran chimenea sumerges la cabeza hasta el fondo, quedando tu piel ennegrecida por la inefable bruma oscura. Después de paladear la ciudad grande, huyes cabalgando sobre tu propia lástima y alcanzas el cementerio de muchachos de gloria, y ni su halo permanece vivo, solo retales se yerguen contaminados en donde encuentras guarida. Descansas el infortunio encima de la montura mientras el jamelgo tensa sus patas con el peso de piedras que asoman en la saca   El primer residente te visita con una sonrisa, y atento escucha el relato que ahora brinca de tus entrañas mostrando su vestido de arlequín, pero la suerte no ha cambiado. Imbuido por la familiaridad de su rostro correspondes atendiendo con estupor  la historia que sigue a la tuya ahora de las fauces del aldeano   de repente no encuentras le semejanza con el viejo decrépito y lo abandonas en su soliloquio ,apremiado por la rabia, montas de nuevo sobre el lomo del animal. Pero ya no es un caballo sino un lobo, y su piel erizada contagia a la tuya  Haciéndote olvidar los ignotos caminos que te llevaron a ese lugar,   Sin embargo  tu espalda no está desmemoriada y pronto, con certeza, reincide en las respuestas a cuestiones de innumerables noches con vela y sin lumbre, esclareciendo  la negritud y atrayéndote a su pórtico  
ISLA     Una gota pendía del techo de bambú aspirando a caer en el centro de la frente, pero en el último aliento, desligandose ya de la madera, aparté mecánicamente la cabeza y se estrello contra el suelo Estaba Acostumbrado al azul radiante que bronceaba la isla, la jaqueca  sin embargo se había instaurado permanentemente en mi cabeza merced a los constantes golpes de calor   Era tarde y el horizonte cobrizo se mostraba como un planeta invasor a través de la prisión , deshaciendo su ardor en el océano.  Los sonidos de la noche surgían entonces de la exuberante maleza mientras la marea cesaba su actividad y el agua muerta  evocaba un gigantesco pantano preñado de vida escondida. Me arrebuje en mi camisa hecha jirones buscando la postura más cómoda para dormir ,posando la cabeza encima de unas mullidas hojas de coco. El cielo terminó por cubrir de negro todos sus  resquicios y quedé completamente solo.   A la mañana siguiente me desperté exhausto, como si la pesadilla se hubiera encargado de  apalearme enredando mi mentes  su  viscosa ficción. Se sucedían eternas las horas de mi reclusión en el palafito, y aunque desconocía la fecha exacta , los “hombres de los huesos” se dejaban ver el mediodia, cuando el sol alcanzaba el cenit, para demostrarme que la tierra seguía orbitando. Me acercaban un plato de pescado fresco y espinoso que tragaba con fruición Tenían la piel cubierta de hojas selváticas  y la mandíbula encajada por una máscara ósea de jabalí, y hablaban entre ellos un idioma ininteligible  Debajo de mis pies un cerco de agua más densa conformaba el hogar de dos tiburones que circundaban el edificio sin descanso, cumpliendo las estrictas órdenes de sus benefactores  Las primeras fases del día transcurrieron idénticas a  las anteriores y únicamente la visita de los mosquitos fue un acontecimiento celebrado por su disparidad, el resto de la mañana lo dediqué a contemplar el casco hundido de nuestra embarcación     Calculo que serían las dos de la tarde cuando el viento comenzó a cimbrear las palmeras más cercanas doblegando sus ramas, que lamían ya la orilla. En ese momento, un nutrido grupo de “hombres” salieron despavoridos, adentrando sus pateras en el agua. Miré confundido hacia la selva vacilante de resolver el motivo de su huida, pero la atmósfera henchida de humedad se fragmentó ante mis ojos, anegando la playa de calima.  El sudor me caía a chorros cuando adivine el silencio imperante en la isla . La niebla se disipo y  me halle  lentamente rodeado de nada    
Una de las cosas más bellas en la vida es la amistad. Gracias a ella todavía sonreímos y avanzamos. Se dice que un hombre no lo sería así, de no tener amigos, y lo creo firmemente. Hoy he recibido el regalo con más sentido de los últimos años, de hecho no recuerdo nada similar, ya que a menos de dos meses para emprender un nuevo proyecto, puedo decir que tengo la primera herramienta para pintar esta goleta, guiándola hasta el mar azul y negro.   Generalmente no suelo personalizar mis escritos, y procuro hacer giños con la intención de referirme a las personas de manera más íntima y personal. En este caso haré una excepción, dedicando los renglones a Iker.   Mi compañero, mi confidente, mi amigo. La persona que ha resistido heroicamente  vendavales y  desencuentros , juntos hemos paladeado la felicidad, la risa y también las lágrimas . Por este motivo, y por muchos otros, te regalo yo la tinta, desligando la letra de la intención y volviéndolas a unir por saberte a mi lado cuando gire la cabeza.     la tierra no anhelaba vencerse a tu lado fueron sencillos recuerdos que hoy reverdecen soles cautivos sobre cristales nacarados árboles robustos con la piel resplandeciente
a un amigo
Autor: javier castillo esteban  387 Lecturas
Diario de una lágrimaEscojo a mis victimas al azar,no discrimino conforme a la razónAunque siento apego por los más míserosCompuestos de pieles tersas y orejas de asnoMi trabajo es sordo y sucumbe atronador Cuando modelo apacibles cascadasDe ignotos abismosSoy tan clara como inesperada Y en noches frías engendro escarchaGusto arrullarme por sábanas blancas En ocasiones esponjosas otras, ásperas como el melgacho no tengo fronteras y soy peregrina erranteconfidente del mar y los océanostan alegre  como quebrada me descubropues mi patria ampara ambos cursosy ninguno envidia al otromi edad no la conozco ni yomas con vaguedad  y añoranzaaludo a tiempos gloriosos donde el afecto no era sucesoy a mis audiencias acudían auténticas voluntades Ahora  el trayecto es intrincado Agua de laguna seca Y Mis caminos han quedado obstruidos por la materia Engolada y postizaque no vierte sino hiel

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