• javier castillo esteban
raskolnikov
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"Los sueños sueños son", calderón de la Barca , han conservado el mismo traje inmaculado desde el principio de los tiempos, cuando reinaba la nada, incorruptibles a pesar del transcurrir incesante del tic tacCreo, por tanto, que la bondad de los sueños radica precisamente en su inexistencia en la irracionalidad de nuestra mente que tiene recursos para crear un desahogo pues recaban retazos de nuestra historia y presente, jugando con presagios, levantando muros invisibles, Son invitados de lujo de nuestro dolor aquí en la tierra , donde zurcimos nuestras penas a conciencia dando puntadas de amargura, tejiendo una compacta teleraña de soledad, asisitiendo impertérritos al lamentable espectáculo  Merced a la conmiseración hacia los hombres, los sueños ,mediante su daguerrotipo creado en lo vericuetos de nuestra alma, proyectan imágenes superpuestas en blanco y negro  en nuestro cerebro mostrándonos nuestros anhelos, perversiones,placeres,ilusiones,delirios...A pesar de no sanar nuestras heridas ni devolvernos a un pasadao roido por el comején, nos envuelven con la calidez del abrazo fraternal. Sin embargo, los hombres cansados de bañarse en albercas de dicha, recalcitrantes en el sufrimiento, abren sus ojos y  se despiden quizá, hasta otra noche más en la que poder escapar y soñar 
El día en que marches no pregonaré que es el más tristeLo será  cuado regreses porque ya nada sonará igualSolo hallaremos memoria, ribera de un río secoSeremos la muda de la serpiente tan fina como insignificantePor ello, no desesperesHe preparado esta última cena donde el vino sea el tiempoY nuestro cuerpo las rosasPara embriagarme por ultima vez de tus cariciasY apurar la pasión con el beneficio de no volver a vernosAcaba ahora que puedes conmigoArráncame tu amor a tiras
despedida
Autor: javier castillo esteban  459 Lecturas
La noche y la mañana Que no tienen guia Y se encuentran En cielos desnudos Me hallan desierto Frente a mi mismo Sin nubes que ahoguen Ni barreras naturales Me siento yo Y también me siento discretamente tu
los dias
Autor: javier castillo esteban  345 Lecturas
  De tu acceso divino aprendí Que es más grato vivir que esperar Por ello vierto aquí Las rusientes ganas de explorar Con tu pelo enroscado a mi espalda Golpeo una y otra vez sin cesar A la estruendosa aldaba del alma Que una luna más alta quiso tocar Bendita ilusión de nosotros Vistos desde la altura celeste Haciéndonos calculados gestos De la caricia más hiriente Ahora que no estoy muerto, Ahora, quiero llorar Para saciar a mi cuerpo De agostos sin mar
amarte... de eso estoy ansiosode adormecerme en el ocaso, al calor de tu cuerpo que vuelve el mío rusientede advertir como brota la raíz sobre el páramo yermo,dimanante  vergel que ilumina las gritas de mis manos, mientras espigamos exhaustos los frutos de la ternurame embelesa perder después de cercenar en vano el hilo de tu mirada  concluyo que no lo quiebra ni la más  mundanaescudriño tu pelo desde que nace, cómo recorre los avernos, sortea las ascuas y se derrite sobre mi pecho, Siento la humedad del lago en tus labios delgados, misteriosos, poseen ese inescrutable secreto que anega mi pensamientoHoy es una noche distinta a las otras, extraña a las de perenne soledadAgita el farol un viento desdeñado que tintineante insufla una ráfaga de tu olor ...presencia cercana a mi piel y dentro , en lo más hondo , en la exorbitante oscuridad    yace mi alma frente a la tuya
amarte
Autor: javier castillo esteban  391 Lecturas
Ayer cuando llegué al despacho el miedo se apoderó de mi. No creí que fuera real  puesto que acostumbro entregarme a la ficción constantemente, pero cuando miré por la ventana una multitud de sombras tenían fija la mirada inquisitiva en el piso primero. Merced a una fuerza desconocida  pude responder escudriñando desafiante a los entes. Pasaron los minutos y mi visión se tornó paulatinamente borrosa no pudiendo discernir lo que  unos instantes atrás era  una tarea sencilla.  Cuando  recuperé el conocimiento  las sombras ya no estaban, pero una fuerte jaqueca se instauró en mi cabezaMecánicamente deslicé mi cuerpo hasta la silla de ruedas  y comencé a batallar con los correos que se encaramaban a mi ordenador , aborto en el trabajo me sobresalté al escuchar dos timbrazos procedentes del interfono. No era posible porque me hallaba solo en la oficina., mi corazón martilleaba con fuerza y un incipiente sudor caía de mi frente. Al punto histérico y desconcertado, cogí las llaves y me dispuse a bajar a la calle, comprar aspirinas  y atajar  la ansiedad La puerta estaba atrancada desde el otro lado, miré por la mirilla pero sólo la negritud habitaba el rellano. El interfono volvió a sonar , esta vez sin detenerse me acerqué temeroso a él posé mi mano hasta notar el frío plástico recorriendo mi brazo,.DescolguéHoy me he levantado en mi cama  desnudo con una energía inusitada.no puedo describir lo que sentí a partir de la llamada porque el recuerdo se mezcla con la fantasía y mi percepción no es la misma de ayerEs un nuevo día , mejor dicho es el mismo que ayer pero camuflado con otros acontecimientos sigue siendo 28 de febrero  , mi despertador de fe Mis manos trémulas invitan a jugar con los  botones de la camisa  no atinando con su atadura,  me enfundo el primer pantalón colgado de la mesilla antes de salir corriendo a la oficina . Son las ocho y llego  tarde  Decido cambiar el itinerario y me desvío por la calle amaya, la gente tropieza conmigo y se extraña mirando frenéticamente  en derredor. están aterrados, me disculpo pero no comprendo el entuerto. Abro el portal, y recojo la prensa deshojada en el buzón Una pinza abre mis ojos tensando los párpados hasta sobresalir mis globos oculares , impidiéndome cerrarlos, La portada del diario tiene fecha de 28 de frebrero de 2015  y conmemora el primer aniversario el incendio que devastó las oficinas del edificio nº 13  ocasionando una víctima mortal tras quedarse dormido sobre su ordenador
nebulosa
Autor: javier castillo esteban  365 Lecturas
Carábola Es difícil de explicar, pero si te miran sin ánimo de hacerlo, sudas. Una estridencia que ataca a la voluntad por la espalda sin más respuesta que la de cuestionarte la motivación de ese gesto, aunque, quizá, eso sea suficiente… Así, volví a sudar cuando ella esgrimió de soslayo sus ojos verdes y asustados, dos diminutas esferas a juego con el color cetrino de su piel. Algunos decían que estaba muerta, que era únicamente un reflejo proyectado desde el Carábola, tan cercano al campus en distancia y en rumores. Para mí representaba las últimas ganas de arrastrarme por aquel bloque de hormigón con vistas a la muerte.En la universidad, y en “puras” en concreto, te vuelves un atleta de fondo, sin embargo ella nunca juzgó el tiempo ni el concepto estético de pódiums académicos. Era ella,impregnada de un aura incólume, como de miedo a tocarla siquiera, quien convenía con la armonía de tácitas miradasla definición de nuestra estancia allí. Parecía de acero, incluso sus matemáticas perdían forma en una habitación infranqueable, henchida de razón y sobriedad, cuando engullía, impía, el romanticismo más sublime de la docencia en ciernes, la ilusión de un comienzo. Pese a todo me acordonaba su olor a cada respingo que su voz creía evitar. Aquel día, mientras yo esperaba inmutable un nuevo vaivén de su arrojo, un paso en falso, atravesó mis pensamientos, igual que un relámpago, la inquietante languidez de esa edad, bajo cuyas fauces dudas de ti, de lo demás y de los demás, pero, por encima de todo, de ti. Quería comprender qué era, su composición incorruptible, cuáles habrían de ser las consecuencias de haberme cruzado con sus pupilas, de donde nacía mi extraña sonrisa.Terminó la clase y mis compañeros, muy lejos de allí, abandonaron su más que cumplida asistencia por otra más tediosa, pensaba yo, en lid con pueriles devaneos, o eso quería pensar, porque ahora serpenteaba el telón rojo, las voces enmudecían y creía ser el único aspirante, la sencilla razón de elegir esa hora y ese lugar.Dedicó a recoger su material idéntica gracilidad que a sus constantes e irremediables tirones de falda, entonces sus piernas mermaron enfermizamente y simuló entenderlo, por lo que acordó, instintivamente, otro leve corrimiento de tela. Había llegado el momento de hablarle:-¿Cómo estás?- vacilaron mis palabras. Me miró de reojo, obliterando cualquier atisbo de entenderme. Sus labios temblaron y dijo con voz queda algo que no llegué a interpretar. Salió rápidamente del aula. La seguí por los pasillos, puerta tras puerta, guiado por la corriente natural de sus pasos. El primer piso estaba desierto, y la luz de la calle creaba las últimas sombras sobre las baldosas. Miré a través de la cristalera,  y la vi dirigirse hacia el Carábola. Al salir intenté coger aire. Aglutinaba los vestigios de una primavera irreal, alérgica de sí misma, atrapada en un estado letárgico infundido de trámites interminables.  Los pocos intrépidos, ajenos a la embriaguez de esa atmósferairrespirable, que como yo, devoraban la tarde, resultaban ser siluetas en perenne búsqueda, mutis de aquel año atestado de carteles descoloridos y desvencijados, de aceras quebradas por la “crisis”.Carábola, bautizado así por el promontorio que lo erigía,  daba cobijo a un cementerio sin entradas, un camposanto olvidado incluso por quienes compartieron su decrepitud ancestral. El acceso principal, y único, estaba tapiado hace años. Únicamente la niebla, dispuesta con escrupuloso concierto, visitaba regularmente cada rincón.Era su primer año en la universidad, pero ningún registro del apartado virtual del campus atestiguaba su ingreso dentro del elenco docente. Su nombre se había esfumado entre currículums brillantes y trabajos previos sin parangón. Tampoco había rastro de ella en el Carábola. Me senté a esperar en el primer escalón de diez que ascendían abruptamente hasta el umbral cementado. El viento susurraba en mis oídos igual de incrédulo que mi situación allí mientras los olmos vencían la falta de cuidados ondeando sus copas histriónicamente, empecinadas en dibujar sombras absurdas a mi alrededor.A las nueve la oscuridad tomó el relevo de la niebla en descomposición. Algunos señalados faroles, que no habían sido víctimas del tiempo, chisporrotearon, emitiendo una nueva e intermitente lumbre que cercaba  los muros del cementerio. Resolví  abandonar el lugar, estaba agotado y confuso, pero algo llamó mi atención. Dos sombras discutían en silencio detrás de una hilera de árbolestorcidos. Me acerqué a hurtadillas hasta que una rama seca crepitó bajo mi pie izquierdo. El forcejeó cesó,  con análogo sigilo. Guardé la posición, conteniendo las ahogadas palpitaciones encaramadas a mi garanta. No confiaba ya en mis sentidos . Una descomunal garra se asomó descuartizando la corteza del primero de los árboles. La imagen de mi mismo se deshizo cuando un manto de nubes copó la luna. No podía despegar los labios. Acaricié mi pelo una vez más, suave y agradable.…La mañana…Una mañana como otra cualquiera, el cielo seguía siendo gris y el teléfono estaba sonando. Descolgué.- ¿A qué se supone que estás jugando? Ha venido otro tutorando tuyo al despacho. Dice que no has dado las prácticas de las diez- ¿Podía ser la voz del rector?- No lo entiendo, señor, estudio en…- ¿Señor? Déjate de gilipolleces, es el segundo día con la misma queja, ponte las pilas. Por cierto, Carábola ha preguntado por ti, ha dejado una nota.- ¿Carábola?- Si no conoces a tu mujer, yo menos.No entendía nada. ¿Quién era Carábola? El nombre me resultaba singularmente cercano. A las once, el cartero, como cada mañana, estrujaba el periódico hasta convertirlo en un atajo de papeles dentro del buzón.  Salí y leí someramente las novedades culturales de la ciudad. Después de aprenderme la ubicación exacta una galería que exponía la obra ignorada de Cézzane, reparé en un anuncio.“2008. Sueña, haz otra vida de tu vida.” En la margen izquierda del recuadro la cara de una mujer voluptuosa servía de escaparate.Me ardía la muñeca. Mis venas se configuraban en relieve esbozando cifras penosas: “2008”.
Pondría en otras manos la decoración de mi casa, incluso el color de las cortinas. Pero lo que nunca dejaría al mal o buen Agüero es el derecho y el deber de quererte
Frase
Autor: javier castillo esteban  367 Lecturas
11 de marzo de 2004Marta tiene 24 años y hace escasos meses que ha terminado la carrera de medicina. Risueña  y alborotada, rezuma el optimismo que le falta a nuestro tiempo.Cubre su cuerpo grácil con el  vestido blanco de algodón que le regaló su hermana y sale de casa con una sonrisa inefable Ha quedado con sus padres para celebrar su graduación en un restaurante de etiqueta.Camina por Madrid airosa, haciendo la ciudad suya , recogiendo los olores que manan de su largas avenidas, es un día soleado A las 12 de la mañana coge el tren de cercanías número 9Roberto de 26  es un agente comercial en ciernes, mujeriego y desprendido, en él se reflejan encanto y miseria. Oriundo de Pamplona, vive solo en su apartamento, y aguarda impaciente la primera oportunidad de escapar de la capitalCorre como el diablo para montarse en el tren que le lleve a Balay,   no puede llegar tarde por segundo día consecutivoA las 12 de la mañana coge el tren de cercanías número 9Atocha bulle y cientos de pies conducen a sus dueños a un tren si retornoMientras , en el vagón E. Roberto , que está sentado de espaldas a su destino mira a  María con un descaro furtivo . ella, enfrente de él, corresponde  al instante.por un momento el hilo invisible se vuelve intenso, siendo reos de la burbuja que se yergue a su alrededor, aislando sus corazones del murmullo Roberto dispuesto a entablar conversación, despega sus labios, cuando alrededor todo queda en silencio, dos almas , seductoras y seducidas se aprietan con fuerza  las manos por última vez  hasta que sus rostros se desvanecen Las sirenas se mezclan con el llanto y la desgracia Una enorme deflagración descarrilla varios vagones acabando con la vida, los sueños y desventuras de 192 personas.Apenas una hora después el gobierno de España ofrece un comunicado atribuyendo el atentado a ETA.Entretanto flotan sobre la Cibeles , arrulladas por el viento retazos del Corán
LA MANZANA Gira y gira De gala presume con su miriñaquePor no hospedar retorcidos intrusosGira y gira  La que da vueltas y viste de verdeNo eres  quien sin descanso la rodea por verla desnudaGira y giraY su rabillo travieso baja de vergüenza por no enfrentarse a esa bocaDientes que azuzan el sueño de la malditaGira y giraMordida y de dolorExpuesta a párpados cerrados Gira y giraMustia flaca y tristeSin más ganas que patearla ahora que no robustece
Imagen
VOZ
Autor: javier castillo esteban  512 Lecturas
Hola papaHe soñado contigo, me agarrabas de la mano, y yo me rendía ante ese brillo con que me miras cuando atiendes mis caprichos a menudo sin mesura y a destiempo. Únicamente hay algo que percibo diferente en mi sueño, caminas con prisa y tus oídos apremian una noticia, aunque no se cuál ya que he despertadoVoy a tu cuarto a regalarte el presente y mi sonrisa Estirado en las sábanas  abres un ojo remoloneando por un día,  Pasándome el testigo, siendo por horas escasas el señor premiado con el billete más inmenso Cuanto te debo.. Que prodigio desahogar mi cruda existencia cobijado en tu canicula Mito en vida y maestro de mi desarrollo, a la altura de tus hombros pretendo ser, más no sobre ellos jamas te enseñare estas letras porque los sentimientos más puros afloran en soledad y descansan libres sin esperar nada Prefiero el remanso de tu inocencia a perder el brío de la poesía que albergo para ti apretare los dientes y contendré mi anhelo  a Fin de no adentrarme en una desbandada de emociones Quiero oirte sin hablar , abrazar tu vida como si fuera la mía, cabalgar entre la guerra y la avenencia y no explosionar las traviesas que guían este tren tan bello  y cadencioso Te quiero mientras fluye mi sangre sobre tu sangre 
Al padre
Autor: javier castillo esteban  358 Lecturas
Pondría en otras manos la decoración de mi casa, incluso el color de las cortinas. Pero lo que nunca dejaría al mal o buen Agüero es el derecho y el deber de quererte
23 de febrero 1981, Madrid La metralla retumba en el congreso y las cabezas  asistentes se agazapan bajo sus mesas. Todas…menos dos. …. Pasado y presente se unen hoy formando una línea difusa. Se ha extinguido tu vida, descarriada hace ya tiempo por una enfermedad cruel, sucumbiendo a la fatalidad de los días y a las noches, consumando el tétrico romance con la muerte. , El recuerdo de tu sugestiva sonrisa me trae ahora un soplo de aire fresco que repara mi aflicción. sobre  mis manos resbalan hoy  pétalos del empaque y la fuerza y que has exhibido en los momentos más oscuros de este desgastado reino. Tus firmes resoluciones agotaron un régimen atrofiado ,y  siendo un hombre de estado como dicen, buscaste la convivencia de una  gran comunidad enfrentada por odios inmortales sin cura, anteponiendo el devenir de un pueblo a la ambición de tu trono Te acusaron de todo  a lo que la lógica atañe y hoy lloran tu muerte como si fueras un desvalido agonizante. Para mi, sin embargo, serás el mismo héroe de ayer  bajo la fosa, equivalente a los innumerables extranjeros de la vida pública que batallan en silencio. Un alto en el camino y una fuente que lava mi rostro de los miedos que  amenazan la libertad,   Los ojos los tengo henchidos de emoción por tu muerte y es que aun siendo un desconocido, te siento tan cercano como el rocío matutino, porque un centinela de la tolerancia y el respeto es hermano de todas las almas que moran esta orbe. Probablemente seas el ejemplo de adalid que añora nuestro  tiempo, que a falta de pan se conforma con migas creyéndose un  señalado ejemplo de  altruismo y generosidad Deseo ver tu alma por dentro y por fuera, de ver cómo asciende hasta evaporarse y quedar perpetuada en el cielo eterno de nuestra juventud , Guiado por esa luz que refulge entre las sombras te dedico estas líneas a ti, presidente 
Hazte las preguntas No respondasÁbrete paso Siempre se puedeAlberga un sentimientoAmbiciona, devoraMata, si es porque vivesSiempre se puede Respira , más hondoDoblégate Saborea la derrotaSiempre se puede Y más ahora Tan ridículamente solo Frente a tu propia imagenSiempre se puede 
Hoy el bar está tan solo como yo,  languidezco arrebujado en mi silla, de un plástico duro como el hierro  los hielos terminan de licuarse con la sustancia densa y mis sentidos se dispersan por el entramado de mesas. La cabeza empieza a molestarme y me inclino disimulando el dolor a mis parroquianos Unas voces femeninas reverberan en la barra y dirijo mi atención, en un ademán descarado La más joven, enterada  de su dominio, se pavonea con su amiga que es camarera. Mantiene una alegre conversación sustentada en la frivolidad de temas domésticos, sus gestos más parecen los de la seductora incurable que saborea cada resquicio de mi penetrante observación.  Tiene el pelo negro como el gato de medianoche y su sonrisa es encantadora. Enfrente la camarera ríe sus ocurrencias fingiendo un interés inverosímil para su amiga. Su actitud roza lo displicencia exhibiendo un notable contraste entre los dos cuerpos. Aprovecho la ocasión para ir a pagar mi vaso y atentar contra su intimidad, irrumpiendo en los cánones y derrumbándolos a cañonazos, despojándome de la educación paralítica del gran grupo. En ese mismo instante, La camarera se acerca a su amiga y  besa sus suaves y brillantes labios Precintando el amor hasta el próximo encuentro, esta sale del bar clavando sus ojos en mis ojos y sonriendo débilmente. noto la frustración casi tan cercana como el agotamiento, pero mi cuerpo y mi mente reculan con fuerza impidiéndome salir tras ellaLa camarera me pregunta – que es? Las Palabras salen de mi boca arrojadas como un resorte -Dos baileys- Miro desesperado el implacable paso de mi deseo malogrado, riachuelo convertido en agua embotellada. La perversión se confunde con el cielo irisado que viola al crepúsculo, y lo deja preñado de historias sin final
    Los humos inundan el ladrillo y no distingues si son las ansias por crecer o desertar del pasado lo que te ha mecido hasta la orilla. Tu nombre está en una lista de personas que fluctúan sin respiro y no eres ni más ni menos, sino algo indiferente, un pellizco entre manoseos que no entiende de clasificaciones. Despegas cuidadosamente los párpados e inhalas  tu propio ser concebido entre otros dos números.  consecuencia del gargajo expulsado sobre tu pelo liso  y castaño ,que se derrama como la savia del árbol nacido en praderas solitarias, de astillas levantadas por el ventarrón y piel desnuda al pájaro famélico.   Hechizado por la gran chimenea sumerges la cabeza hasta el fondo, quedando tu piel ennegrecida por la inefable bruma oscura. Después de paladear la ciudad grande, huyes cabalgando sobre tu propia lástima y alcanzas el cementerio de muchachos de gloria, y ni su halo permanece vivo, solo retales se yerguen contaminados en donde encuentras guarida. Descansas el infortunio encima de la montura mientras el jamelgo tensa sus patas con el peso de piedras que asoman en la saca   El primer residente te visita con una sonrisa, y atento escucha el relato que ahora brinca de tus entrañas mostrando su vestido de arlequín, pero la suerte no ha cambiado. Imbuido por la familiaridad de su rostro correspondes atendiendo con estupor  la historia que sigue a la tuya ahora de las fauces del aldeano   de repente no encuentras le semejanza con el viejo decrépito y lo abandonas en su soliloquio ,apremiado por la rabia, montas de nuevo sobre el lomo del animal. Pero ya no es un caballo sino un lobo, y su piel erizada contagia a la tuya  Haciéndote olvidar los ignotos caminos que te llevaron a ese lugar,   Sin embargo  tu espalda no está desmemoriada y pronto, con certeza, reincide en las respuestas a cuestiones de innumerables noches con vela y sin lumbre, esclareciendo  la negritud y atrayéndote a su pórtico  
Te anhelo en la noche Reseca de las aguas Queriendo despertar Los Cirros en tu pelo   te siento sin la lluvia y  Rios de paciencia Desbordan  ya estos lindes Ribeteando tus piernas De líquidos extraños   Te anhelo por tu risa Perentorio efecto Que mi piel necesita desahuciar la tristeza Quedar vacío Relevando mi sangre Por tu denso licor azafranado   Te anhelo donde el viento escucha mis secretos Y eleva el pensamiento Volviéndolo tan espigado Como nuestras ganas que aguardan inquietas La sal de nuestros besos   Te anhelo trastornado Agotando la espera Que vence cuando  El frío Comprime mis delirios Despertando a la razón de opacas ilusiones   Te anhelo al alba Para que el momento no ulcere afrentas casi abiertas y en nuestras manos resida El tiempo que nos queda
anhelo
Autor: javier castillo esteban  368 Lecturas
Cuan  tenues los senderos que transitas vacilantes por el destino procurado Costeando la mañana En tu eterno abismo dorado Y Aun deshecho  con la verdad de sus manos Pretenden enredarse en tus remiendos, espíritu olvidado? y si hacen un pacto sus ganas con la sangre de tus versos? te invito a pisar la tierra roja para terminar de removerlos o es que una reina con un pordiosero del linaje tiene miedo? No osarán siendo vírgen, idearte inmaculado ¿ Porque ni tus pensamientos más limpidos pudieran Estar libres de ningún vicio Ni la  mirada obstinada, de presenciar infinitos Vivos descapitados Que no poseen ni un centavo   Sin saber no quedes pues el fallo no retorna compasivo Y la justicia anodina en estos lares Mas propia del cielo Que de esta celda sin espejos Se apropiara algun dia de tu cuerpo Cuando yazca deshabitado. proclamando el silencio
A UN PRESO
Autor: javier castillo esteban  394 Lecturas
    He regresado de Asturias hace dos días, y el gusano de la ciudad ya ronda debajo de mi piel abultando su silueta, las vueltas son repulsivas y nunca he pensado en energías renovadas. Simplemente el final de un sueño plácido que disimula su halo para no entender las vacaciones equivocadamente  Han sido unos días magníficos y durante mi ausencia en el papel varias noticias de especial relevancia que no me dejan indiferente. No le faltaba  razón  a Úrsula Iguarán cuando gritaba a la vida que la casa de los buendia era una casa de locos, símil probable de Marquez  sobre este mundo. Una grieta en la aparente calma y la vulgar esperara, que de tan honda se cierra en la superficie haciéndose verdaderamente  sangrante en su interior  Lo llaman Gabo por cierto, supongo que la gente más cercana a él, yo sin embargo lo prefiero Gabriel, pronunciando cada una de sus letras, esgrimiendo el poderío de su bíblica entonación. Hasta  las verdes montañas y el agua pura penetran  las notas de su colosal obra y me estremezco evocando  los interminables días con el sol de metal hostigando a un náufrago o el fatal destino  de un hombre sosteniendo sus propios órganos, aun con fuerzas para caminar  Así, mi mente merodeaba engullendo kilómetros por abruptos pueblos que retuercen carreteras apremiando su origen, disponiendo el horizonte frente a calas de aguas claras y falsos espigones Atrapado por las redes de pesca que cede la naturaleza, flotando en compañía de los peces entre boyas y mareas Exquisita sidra la que nos escancia la literatura regando una estancia  abigarrada pero sabrosa Los días han pasado gracias a Dios en pos de preservar lo efímero , y no evaporarse la sustancia importante, la que está en el fondo sedimentada aglutinando estaciones En todo ello mi pequeña reflexión entendiendo globalmente  el carpe diem, inseparables  el claro y la noche y resolviendo la  fusión de los días que mueren antes de nacer  y los que , por otro lado, siguen otro sendero, y embelesan , sustentando  su gracia en  el aire que insuflan,  meciéndonos en su apacible vaivén, 
Decenas de órbitas negras observaban el manto invisible de Sara. La reunión había transcurrido como todas, transformando la saleta en un lugar irrespirable donde las  voces  impronunciadas reverberaban intensamente, -La guardia civil sigue buscando el cuerpo- susurraba  Ander al grupo más cercano Los padres desolados descansaban en dos sillas situadas junto al hall, concedidos a  las lágrimas y al pésame de los congregados, -         Marga ofrecía un falso padecimiento. -         -Gracias-  casi al mismo tiempo los progenitores de la víctima En la reunión , varios desconocidos con gabardinas  comentaban el siguiente paso Marco, el hermano, arrebujado en una de las esquinas de la sala pensaba en Nuria, el amor obstinado y atrapado en la pantalla de su móvil,   Un golpe seco acalló la incipiente algarabía y las miradas se clavaron en la cancela que se abría lentamente acompasada por chirrido de los rieles oxidados. Sara se incorporó desde el suelo tambaleándose con la piel arañada y articulando torpes pasos hacia la cristalera ,. Sus piernas sin vida vencieron de nuevo, quedando de rodillas frente a la masa y su rostro se apagó, Las sombras se arremolinaron alrededor de Sara, que yacía sin vida En ese momento,   su cuerpo comenzó  a convulsionar , y  los vómitos se sucedieron Mientras la sangre camuflaba la maraña del pelaje animal.   Marco advirtió en ese momento cómo los hombres de la gabardina salían apresurados entre la confusión , y la puerta del velatorio quedaba entreabierta.  En el interior del féretro un gato se desperezaba
funeral
Autor: javier castillo esteban  370 Lecturas
OSASUNA   La primera vez que pisé el Sadar tenía apenas 10 años ,  mi padre me cogía de la mano para cruzar la carretera. Era un partido de copa del rey  contra el Sevilla , y los gritos provenían de las fauces del estadio retumbando en mis oidos como una marcha militar. Dimos el ticket a un tio con una txapela roja y buscamos la localidad apremiados por llegar antes del inicio. . La peña Indar Gorri , que se situaba en el graderío sur, esgrimía una visible pancarta bicolor, haciendo dedicada mención al Logroñes , a sus aficionados  y madres. Siendo un crío, no captaría la procacidad de su mensaje hasta pasados unos años cuando entendiese de qué versaba eso de los colores.   A las 9  rodó el balón y no retiré mis pupilas del juego. Otrora mi camiseta, que había sido blaugrana merced la influencia  de mi hermano, sabida referencia desde mi niñez, se diluía como el copo un nieve fundiéndose con las riberas del río serpenteante que daba nombre al estadio, descubriendo una tierra ardiente debajo de unas Niké, talla 41 Transcurrida la primera parte me hallaba sentado sobre el frío bloque de hormigón con un gorro de lana de colores similares,  observando con una admiración inusitada a once jugadores de camiseta roja y pantalón azul que jugaban torpemente el balón, a trompicones, creando un notable contraste con su ilusión y el brío, con la casta de chavales valientes que sabían lloran aquello que les era suyo.   Delante de nosotros  una familia, donde el  padre reía los improperios escupidos  por su hijo y una madre enfurruñada soportando estoicamente el panorama, y yo escandalizado con la gracia con la que tomaba el padre el asunto, volví la vista a la hierba   y  supe que a mi pesar o fotuna repetiría ese gesto del que nunca estaré orgulloso, pero que mil veces ha brotado  como sanguijuela que tiene entre sus patas una porción, la más profunda y viscosa de mi ser, que conoce mis horarios, el sufrimiento, y el sueño de la pasión que huele a  juventud y nos recuerda vivos sintiendo la camiseta pegada a la piel, asociada a las tardes más felices de mi vida   La música es mas triste y melancólica ahora que tus valores son tan bajos como tu ánimo OSASUNA, no obstante el fútbol es el reflejo de nuestro camino, de búsqueda ,de lucha y anhelos,  de no  vencerte , de integridad, y con la misma firmeza dignificar a tus rivales y también de segundas oportunidades…   Por ello y porque deseo que me representes como antaño, al margen y por encima de victorias o derrotas, estaré ahí una tarde más, fiel como un perro, guardando la espada reluciente que espera a su venerado poseedor.
Los pasos no son tan complejos y sinceros durante el entrenamiento, y el ritual se puede convertir en un manual de supervivencia con las hojas ajadas y la tinta corrida- La respiración conforma el núcleo cuyo alcance diametral requiere una buena sujeción de la culata acogiendo la fusión pecho y hombro. Por otro lado y sin desligarse de estas condiciones, la frialdad copa la marca intrínseca del cazador, irreconocible sin el talento natural.   La tarde era roja y caía como un puñal sobre la tierra húmeda del sur de Potes, Cantabria. Apunté hasta que el aire se vició de tanto soportarlo en mis pulmones, esperaba que el puntito quedase inmóvil, anulado sobre el blanco. Era preferible que el objetivo no detuviera sus movimientos antes de que vibrara la mosca negra y diminuta Solté el gatillo y la violencia del disparo desplazó mi tren superior hacia atrás, apoyé mi mano en el suelo y me incorporé oteando el estado de la presa que hacía un momento caminaba lentamente y con regularidad Sólo quedaba un cartucho que cargué a tientas, intentando no hacer ruido. El crepitar de las ramas  me silbaba detrás de la nuca  El oso se arrastraba ahora con sus únicas tres patas indemnes  emitiendo unos gemidos del demonio. Giró su cabeza 90 grados hincando su mirada parda en mi pecho desnudo, Mi corazón sobresalía sangrante por la boca, sin lugar para un nuevo bombeo, y el oso resollaba a cada zancada, descansé la escopeta encima de un trípode de madera improvisado, y el gatillo cumplió sin réplica mi última voluntad, dejando al oso tendido en el suelo con un disparo certero en la cabeza.   Al aturdimiento siguió a un sueño inevitable y profundo que no pude percibir hasta que mis ojos se entreabrieron, sabiéndome solo en la montaña, el camino de vuelta se había evaporado y no tenía comida El cielo escupió  en ese instante, los postreros reflejos de la bola dorada atisbando una muerte advenediza
cazador
Autor: javier castillo esteban  345 Lecturas
6 DE julio de 2014     Javier revuelve su cajón en busca del pañuelo, un año más. Como cada día 6, apremiado por su madre, zurcido de su sombra, discuten ambos incansablemente hasta que la indumentaria está completa y tendida sobre la cama. Se despide con dos besos y da los buenos días al  cielo azul de julio, radiante y ajeno a 2014. Coloca su faja en la izquierda, escogiendo escrupulosamente la orientación y hace  un doble nudo que evite estar pendiente de la tela todo el tiempo. El pañuelo a la muñeca, estrangulado por otros dos nudos, agoniza esperando a las doce de la mañana cuando el cohete abra las fiestas, y ocupe un lugar privilegiado en el cuello, libre de ataduras. Las blanquísimas camisetas se fusionan con los rostros de los más madrugadores que acuden al casco viejo,  saturándolas con los números de los años que ha regalado Diario de Navarra   El  reencuentro con sus amigos se produce en un bar aledaño al jaleo, donde almuerzan huevos con txistorra, y  hablan  sin oírse  de lo que pueda acontecer la fiesta,  riendo y ensalzando al vino,  en tanto la marea nívea anega las calles.   Son las once y media y normalmente en la esquina del año anterior, una zapatería improvisada se convierte en un stand ambulante de champán a uno o dos euros, El grupo compra a razón de botella por persona, en algunos casos dos, ya que la primera estalla con solo mirarla.   En la Plaza del Castillo,  el cordón de la policía foral es el filtro de huevos y otros artefactos caseros. Ya dentro, las primeras botellas son descorchadas y vertidas íntegras sobre el pelo, lacio hasta el final del día. Minutos antes del chupinazo  la sangría hace enloquecer a un grupo de australianos, que fieles al arraigo sanferminero desgarran sus camisetas La explanada se tiñe de rojo con los pañuelos al viento en un guiso trémulo de felicidad y expectación.   La cruz roja en esta ocasión, es la encargada de prender la mecha deseando a viva voz unas felices fiestas a todos los pamplonicas.   Viva San Fermin! Gora San Fermín     La fiesta se desata durante 9 días en un aura indestructible que el Santo ha dispuesto con media sonrisa.
  Las nubes lloriquean el cielo Sedimentadas de escarcha Convocan lustrosas a los Sueños rebosantes Frágiles y bandidos vitales Escapados del silencio Ahora pueden hablar alto Y más claro que mis lagunas Solo  quedamos los buenos Que abren la puerta de corazones Henchidos de paciencia Desposeídos de cantos sin importancia Deleitantes gustos estrafalarios Se acercan a galope Untados de soledad Doblegados en papeles negros Somos roca y piel Verso acrecentado de rigor y desaires Calma nauseabunda que nada En mares secos Y orillas brotantes de sal desmedida Paladeando fragatas hundidas Presentes transformados en ecos Cristales partidos  sobre calles mentirosas De tímida sinceridad y oídos quietos Calima en suspenso La que traemos con el viento Y al llegar, Pisadas de caballo Miradas frívolas Y sus almas colmadas de nuestro periplo
En un lugar de Castilla…  La noche era versoSobre  el papel arrullado y descubiertoLas láminas doradas en el cieloExhibiendo sus entrañas tras el vientoNo sabía de vosotrasEngañadas por las horasCompañeras de los campos y el silencio El chirrido de los grillosSecundaba los sentidosDeslizando su manto livianoEntre los nidos vigilantesDonde las ramas cimbreadasAguardaban a bienvenidos caminantes Alegres o cansadosIgnorábamos la atenciónDe unos propietarios entregadosA la llamada del timbre protestónArribamos sin prestarLas medidas ni el pudorMas hallamos en sus ojosLa posada del corazón  Perezosos Escudriñamos al alba Mientras Seguimos mecidos por el sueñoobjetivos de la calma Refugiados en aromas orientalesY sábanas blancas Juntos Acordamosuna efímera despedida Con La imagen del solReverberando en la piscina Su brillo perecederoConvocando la venida del otoño y la espesura de sus hojas Esbozando el genuino sendero que hollaron nuestros pies Y que ahora conocen su regreso.
La ventana estaba entreabierta y olía a humo. Cuando me incorporé estaba acorralado en una granja lejos del mundo.Vi a las esclavas completar la ronda una detrás de otra conun margen de cinco metros. Al voltear el edificio la luz naranja se tornaba verde hasta que un pájaro, cualquier cosa, hacía sospechar un cambio en su sistema periférico, y la alarma se disparaba. Mi frente era un lago, 2014 se había fundido con la historia, y sólo la foto de Amí me recordaba el calor  decasa,La huida, me hallaba rendido aquella noche, y desarmado.Dos vueltas y a la tercera se despejaba un paso de diez metros entre ellas extendiendo su itinerario programadopor el recintoLa última oportunidad de sumergirme en la noche y desaparecer, no dejando pistas.Agarré la saca por el hombro y salté desde el granero en dirección al bosquecillo que lindaba con la parcela, sinllamar la atención de ningún ganso. Me senté contra un tronco recomponiendo mi respiración sin mover un ápice mi postura. Cerré los ojos para descansar Fue en un instante cuando mis párpados traslucieron el oro blanco de la luz matutina, gobernada por el reposo de la naturaleza Las esclavas, simularon ser invisiblessupervivientes, silbando a la mañana la ilusión provocada, La humedad me envolvía y cuando levanté la vista un cartel señalaba la granja.Erigida solitaria, imponía su  hermético semblante sin indicios de actividad.  Una esclava, la más grande de todas, asomó su ridícula cabeza verde desde el portillo y  quieta me escudriñópalmo a palmo, barruntando el cortejo. La densa saliva manaba en un hilo irrompible deleitándose con la imagen de la violaciónEn un acto interminable y horriblemente extraño el insecto concluyó la penetración, volando de nuevo,Me supe en otro cuerpo, sin duda más ágil y limpio, execrando mi piel sobrante, y moví las alas contemplandodesde la altura a mis víctimas, la versión multicolor de mi abdomen les daba miedo.
Asalto
Autor: javier castillo esteban  369 Lecturas
    Cómo llamar tu atención? Se me ha antojado asfixiante y sin retorno, En el camastro yace cansada la pluma, humilde y engreída, que no logró amagar tu escucha, relegada de una batalla reservada, supongo, a caballeros más duchos y menos sinceros Me siento solo sin tus ojos, aterrado con cada carta que regresa. Intento disimular la vena henchida de hambre, crecida de no hallarte, como pataleando por salir del portador envenenado de ausencia Sigo sonriendo cada noche pese a no tener espejo ni espectadores, con la obligación de no olvidárseme el gesto, no vaya a ser que el veleidoso destino postre tu cuerpo ante estas rejas, y desee entonces dedicarte satisfacción y gozo. La esperanza… poco conocemos de su rostro, destellos de ilusión desfigurada, de imaginarte flotando con gracia delante de la celda, siendo reina y gobernadora de este tabuco, adornado con la sangre seca que tanto suspiró en balde o en camino de tu olor. Hoy quizá, mi último renglón, ha quedado desteñido merced a la lluvia invisible anegando estas manos bailonas, confiriéndoles la ventura o la desgracia de susurrar canciones que recuerdan al amor.
Una capucha negra cruzaba todos los días a la misma hora el recorrido entre la calle Troca y la avenida principal. Sus movimientos eran rápidos, acuciado por un apremio desconocido. En el café nadie reparaba en él, las conversaciones cotidianas se retorcían en una espiral insoportable mientras unos escupían sus penosas hazañas y otros escuchaban sonrientes. El trabajo, asfixiante en esa época del año previa al verano, ya no me importaba demasiado, me hallaba en un estado de ensimismamiento con ruedas que zigzagueaba  entre la universidad y los fines de semana.   Los desayunos se servían de 8 a 10, y dentro de la carta a pesar de anuncios con ofertas generosas, la mayor parte de las veces carecían de sentido, ya que el repartidor se aburrió de transigir los atrasos y mi jefe se olvidó de pagarlos, por lo que a día de hoy, las tostadas con mantequilla se consideraban el plato estrella.   Sé que tiendo a divagar, pero intentaré no desviarme más del tema. Por aquellos días como ya he dicho, estaba disperso detrás y delante de la barra, y sin embargo al acecho de las andanzas de nuestro paseante misterioso. Todavía me parece increíble que un tio  con esa corpulencia y ese aspecto pasara inadvertido para mis compañeros y los clientes. Yo no dije nada, pues ya había tenido algún malentendido( que más adelante explicaré)con Mónica, la encargada, y no quería armar más revuelos.   He de confesar que he tenido problemas con el alcohol y eso no ha facilitado la relación ni con mis compañeros ni con cada cliente que entra por la puerta. El primer psiquiatra me detectó brotes paranoides, el segundo una importante incapacidad comunicativa con visos sociopatía, y por último un grupo de ayuda para cuyos integrantes era una especie de semidios.    Mucho apellido para indagar en mi cerebro, sacarme 100 euros por consulta y decirme que efectivamente estoy como una cabra. En cualquier caso, ningún médico me impidió participar de todas las cosas extrañas que sucedieron detrás de las cristaleras que miraban a la calle como tampoco vaticinaron la verdad.    El día que reaccioné, salí a la calle con el pretexto de tirar la basura, lo que provocó el desasosiego de Mónica, que clavaba obstinadamente sus pupilas en mi culo.( No sé por qué nunca se atrevió a decirme que le gustaba, que quería arrancarme la piel a fin de conseguir todas las sensaciones perdidas hace tiempo y nunca reencontradas. En vez de eso, prefería hostigarme, convirtiéndome en el responsable de su decadencia.)   La calle expedía los primeros humos de las calefacciones y el aire viciado de los portales se volvía paulatinamente puro al cruzar la acera, guiándome lejos de la ciudad, más allá del campo embriagador. Cuando regresé, alargué al camino en la dirección en que veía llegar sus pasos, eran las 08 y 10 pero nadie, excepto dos chavales, apareció.
    Se acerca la Navidad, en mi caso, un periodo frágil para los sentidos y donde es difícil desligar la felicidad nostálgica de la tristeza, orlada de pérdida y adioses, de rostros y lugares que se han difuminado y confundido con el tiempo.   Me gusta soñar despierto, y aún en ocasiones cuando el viento es favorable mis pensamientos viajan desnudos e inocentes ante los ventanucos del pasado. Me deleito entonces con el pino vestido y el periplo de los reyes que caminan hacia el portal escoltados por manos invisibles, protegiendo las ofrendas al niño En el sueño, el castillo de Herodes escudriña desde las alturas las vastas tierras y a los campesinos subyugados convencidos de que su poder no muere en manos de ningún salvador.   Así transcurren los días de fiesta en mi casa, con la nieve perpetua simulada con un spray y la cenefa que sustenta el colorido del cuadro, mientras los romanos caen una y otra vez de un falso promontorio, dispuesto a la derecha del belén.   A veces pienso que estas sempiternas figuritas de plástico representan algo más que un accesorio devorado por su uso, que denodan sus esfuerzos en pos de transmitirnos las sencillas imágenes que creíamos muertas, sirviéndonos de vasos comunicantes entre el presente y el tiempo perdido.
Bajé las escaleras agotado y con la corbata desabrochada, después de una noche entre hienas huidizas y rostros insaciables. Para entonces había sacrificado el proyecto aun no habiéndome posicionado, ofrecía constantes esperanzas a fin de quedarme tranquilo y escapar de aquel tormento.   Llegué al sótano, y me sobresalté al ver la puerta del coche abierta, me detuve y estudié el terreno para acercarme sin ser visto. Deje el maletín detrás de una columna, y agachado describí un arco rodeando el objetivo. El coche se movía de arriba abajo dando ligeros botes,  haciendo crujir el chasis del bmw. Reconocí entonces los gemidos ahogados de la asistenta acompasando las sacudidas violentas del controlador del parking Mi pulso aceleró el instante lleno de rabia e incredulidad, me incorporé de un salto y abrí la puerta trasera En el coche no había nadie, y un sobre en blanco se balanceaba al borde del asiento. Lo cogí y en su interior la cara de alguien muy parecido a mí, aunque sin ser yo, sonreía mezquinamente. A pie de página, una nota subrayada decía:   La otra noche estuve aquí, no me hiciste caso, Esta vez has accedido a encontrarme Libérame ahora para no hallarme en el ocaso Sentirás mi aliento al prenderte e iluminarme   (¿Qué sinsentido era ése?)   No le di demasiada importancia, y achaqué el suceso a algún empleado ansioso por poner a prueba los límites de la reunión, y de cambiar su asquerosa rutina   Arranqué el coche y me detuve ante la barrera, pasé la tarjeta por el lector pero no respondía, así que me introduje a hurtadillas en la cabina. Había papeles desordenados encima de la mesa y restos de comida. Retiré los desperdicios para ver el control de mandos, en ese momento guardé la respiración al comprobar la cara de la nota, El gesto era prácticamente idéntico, con alguna salvedad. Revisé cada hueco del habitáculo hasta dar con un botón verde, lo pulsé y la barrera se alzó  lentamente dejando libre el paso.   Me dirigía de nuevo al coche cuando las luces del parking se apagaron, a excepción de las señales que indicaban las salidas de emergencia. Un desagradable chisporroteo provenía de a cabina, los dos monitores de las cámaras seguían encendidos y la pantalla estaba pixelada. El monitor de la izquierda se ennegreció y mostró la difusa imagen de una figura dentro del parking, me acerqué más y vi que apremiaba sus pasos  hacia  la cabina. Tensé mis músculos para defenderme del ataque, cuando se apagaron los dos monitores y la oscuridad se hizo absoluta   El silencio era insoportable y podía escuchar mi respiración antes de manifestarse, el sudor borboteaba en mi frente. Pasaron interminables minutos hasta que me decidí a entrar en el coche y salir. Di el contacto y giré la ruleta.   Las luces de posición mostraban mi cuerpo inerte en el suelo.
CINE PARA DOSUna garrapata irrumpió en la máquina de hacer palomitas cuando el niño pidió su cucurucho. La muchedumbre comenzó a arremolinarse en derredor dando pasos cortos y contemplando la escena. La alimaña devoraba el contenido de la máquina al tiempo que repasaba de soslayo la amalgama de ojos fijos en su abdomen La visión se deshizo tras caer una montaña de palomitas sobre el bicho. El montículo se erigía mudo y desolador ante la impresión de los no convocados. Creyóse entonces segura, sepultada como estaba por la sal y el viscoso aceite que se impregnaba por doquier.A escasos metros del acontecimiento un señor ataviado con un sobretodo y un ridículo sombrero se acercó y consoló al niño, pues las lágrimas comenzaron a brotar, irreprimibles, de aquellas dos pupilas sinceras.Le preguntó el hombre acerca de su aflicción y éste le habló de la muerte con una pena inefable.-¡Pero si es solo una garrapata!-Espetó el extrañoEl niño, que apenas alcanzaba las rodillas de su benefactor, respondió que el cine era la experiencia más increíble que su padre conocía. Detrás del cristal apareció, entre las ruinas de maíz, el vientre hinchado del arácnido y el imperceptible guiño que el niño había reconocido.
En la misma habitación que antes, Ludiko, con los ojos cerrados, tarareaba una canción conocida. Cuando llegó al estribillo cogió más aire y lo retuvo, confiriéndole  a su rostro un aspecto más grave e inquietante. Era la piel de una bestia en apariencia dormida, tersa y sin arrugas. Sus ojos, negros y pequeños, inspeccionaban los primeros botones de mi camisa cuando me senté enfrente. -         ¿ Dónde está el cuerpo, Ludi?- Le pregunté con voz queda y conciliadora Estiró el cuello hacia atrás expulsando el aire viciado mientras movía de arriba abajo su quebrada nuez, proponiéndome una idea igual de repugnante que probable. La saliva caía de sus comisuras igual que un cuerpo comatoso y agonizante, y reía, reía entonces con furia para hacerme fingir y aparentar no tener miedo.  Su dedo índice finalmente indicó sutilmente su estómago y el horror se apoderó de cada poro de mi cuerpo. De repente, un estruendo sonó en todo el edificio haciendo vibrar la mesa metálica. El fluorescente se apagó y la risotada se perdió en la oscuridad. La humedad se había hecho tangible y la exigua habitación parecía menguar aceleradamente. Podía distinguir el sonido de las esposas recreando un bucle en su azaroso movimiento. Intenté mantener la calma, pero el incesante traqueteo no cesaba. En mi cabeza se atropellaban imágenes siniestras y la posibilidad de no salir de allí. Grité pero nadie respondía al otro lado del cristal, las llaves las tenía mi compañero. Aporreé la puerta sin resultado. Apoyé la cabeza contra la puerta, exhausto, impregnándola de desesperación. Las esposas ya no emitían ningún ruido.   Volvió la luz igual que se había ido, y miré por debajo de mi brazo. Ludiko seguía allí con una sonrisa diabólica y las manos liberadas. Se acercó el monstruo arrastrando mecánicamente  sus pies mientras las manos iban de lado a lado, inertes. Me sostuve con fuerza al tirador de la puerta concediéndome a mi inexorable destino con resignación. De su mirada impía deduje que ya no habría tiempo sino de aguantar la presión de sus estilizados dedos desgarrando mi cuello.   Instantes antes de perder el conocimiento, justo cuando las fauces de la criatura se entreabrieron, pude reconocer a la víctima suplicando en su interior. Sus ojos llenos de pánico me resultaron extrañamente familiares, y  entre la deserción de alusiones recordé los veranos al sol y la casa con piscina. También apareció en una neblina insondable el bueno y fiel Ludiko, nuestro cocinero, tan hacendoso y siempre dispuesto a probar el primer bocado antes de servirlo a la mesa.
HAMBRE
Autor: javier castillo esteban  363 Lecturas
Una botella cubre la cabeza hasta el cuello, lugar donde discurre junto a otro cuello. Cada parte sólida se halla paralela y tiene el mismo apellido aunque prácticamente no compartan más que el espacio inmediato. Se cuestiona que lo inmediato es difuso, e incluso puede equipararse a los esfuerzos de la propiedad por lindar con otra errática edificación con el fin de parecer más suntuosa.   Naia y Andrea sobreviven así, intentando ser algo más que ellas mismas cuando se tocan. Llaman relación a vivir sin molestar, a pesar de que el vínculo proceda del infierno. No se me ocurre otra acepción para los irrepetibles casos que desentraño al pasear, ya sea de día o de noche. Pero, en seguida, puedo uno percatarse de que  el término “relación” ensucia la instantánea. y que el anhelo individual sirve tan solo de fantasía o quimera. Naia murió a manos de Andrea. Ésta la respetaba, incluso a veces la quería, sin embargo el respeto dividido no es algo aceptable para nosotros, y menos el amor. Digamos que este sentimiento, nacido en apariencia apacible, puede coexistir desdoblándose, a costa de perder veracidad. Puedes fingir con la misma intensidad que se fluye, siempre y cuando conserves la careta alicatada y no se desprenda su herrumbroso interior, mas en el momento que has perdido el objeto sincero de tus actuaciones, también pierdes juventud. Por esto motivo, no es de extrañar que Andrea cortara por la mitad a su compañera de “sentimiento” cuando descubrió la infidelidad.   El hecho de dejarse arrullar por las emociones más superficiales es por igual miserable y humano, nuestro cuchillo afilado que degolla inmisericorde. De todos modos, la razón invita a pensar en capas ineludibles, sin las cuales exhibiríamos con descaro nuestro viscoso gusano, de aspecto sumamente horripilante y guardián del camino que conduce a otro paradero. A este punto final y sin retorno debieron llegar las amantes. Lugar frío que recoge los miedos y el vórtice oscuro al que debían enfrentarse solas.
ahaztearen gainean/ DESTIERRO     18/09/2015     Algunos, con mayor o menor sentido que otros, aparecen diseminados por la loma. Son  pequeños archipiélagos de piedra que han clavado sus raíces hace tiempo para no moverse. Quizá porque tengan miedo a la culebra de brea que circunda su badajo y observa sin pestañear. Solo mediante angostas veredas y trochas más escuetas se accede a estas creaciones huérfanas, crecidas en soledad y que hablan un idioma ininteligible. Son años erigidos sobre la historia de las montañas y por debajo del sempiterno color verdoso que esboza el paisaje.   Se farfulla, en los pueblos menos remotos, acerca de los fantasmagóricos moradores que ocasionalmente descienden para comprar leche y alquilar reses. Tienen el rostro macilento y las mejillas sonrosadas, pero más allá de su aspecto, las terribles historias brotan desbocadas y salvajes del pico de sus creadores. Así, el mito o la verdad, circulan afanosos, impulsados por la creciente curiosidad de los vecinos de abajo, alimentando con un cupo de miedo las horas vencidas y las que restan por vencer   A las 17.00 el crepitar de ramas sin secar anuncia su llegada, pero rara vez  se los ve caminar. Segundos después, el umbral queda igual de mundo que el montón de guijarros depositados en el fondo del río. Los hay que, arrebujados en mantas para soportar el frío y tapados hasta los ojos, aguardan el paso de los extraños. Sin embargo, no se alude al aviso sino a la improvisación, pues cuando perciben ojos desconocidos su imagen se evapora y recogen sus aperos.
REGRESION Todo apuntaba al desastre. Palomitas por el suelo y una antesala desierta donde los únicos tertulianos éramos nosotros. Dos mesitas redondas y sucias componían un mobiliario desvencijado y dedicado a esperar de mala gana la proyección. Demasiadas señales que evidenciar y sortear. A las once y 5 minutos comenzaba, con retraso, la película. Ignora el monstruoso barrunto, me decía en clave de soliloquio. Ya en el asiento, y después de ver a Daniel Craig inmerso en la que se anuncia como la mejor trama de James Bond en años, llega nuestro turno. Palabras borrosas que dan nombre al título y superpuestos varios renglones que nos avisan de la temática de la cinta. No entiendo cómo el suspense enseña su badajo antes de ser encumbrado, aunque buen detalle para desviar, insuficientemente a la postre, la atención del espectador. Con todo: Satán para el público bueno y para las medias sonrisas santurronas que confiábamos en la pericia del director para salir de los atolladeros. Buen ritmo desde el arranque. Atmósfera rural y decadente, lluvia y limpiaparabrisas que funcionan, también coches de policía blancos y negros que nos llenan de nostalgia y regocijo… así que carita de embobado.  Etiqueta americana para fardar de producto nacional. Hasta ahí, todo bien. Pronto comienza a truncarse el visionado cuando de soslayo y con cara de preocupación, igual que la que pone el pobre Ethan, asistimos a, no a una, sino a varias actuaciones inverosímiles que juegan al pilla pilla en las estribaciones del patetismo. Indicios de fango debajo del espejismo. La tensión, si es que en algún momento la hubo, se diluye en medio de una serie de interrogatorios más parecidos a un casting  que al abuso de una rubia, joven y bella. Tampoco Emma convence en su histrionismo a pesar de las lágrimas de cocodrilo que recorren un rostro tan grácil como acartonado. El zenit de la película se acerca lánguidamente dejando varias migas de pan detrás de las espontáneas apariciones de una joven, vencida por la bucólica juventud de graneros y alcohol, que pretende abandonar su pasado, no sin antes provocar diferentes desdichas y el desconcierto del agudo inspector y su cínico acompañante. Clarines y timbales para un desenlace abrupto e insultante, aunque en armonía con el secuestro sin rastro de la intriga y el abandono total de cualquier elemento que respire la angustia de los primeros thrillers del chileno. La sensación, una vez que todos hemos regresado, es la de una mentira mal contada. La tenencia de una idea abrumadora, incluso para Amenábar, nacida de un suceso real, quizá excesivamente real.  Posiblemente Volver, sino es de la mano de Almodóvar, está sobrevalorado.  En este caso, la ingente publicidad puede haber sido el anodino presagio para impedirnos ver el bosque y ser conscientes de la protección de que gozan los genios cuando desfallecen.
REGRESION
Autor: javier castillo esteban  524 Lecturas
1     Una flauta ensayaba sola al otro lado de la pared. El grupo de amigos soñaba sobre lo que de ahora en adelante permanecería. Jaime, el mayor de los tres, no se escondía ante la espiral verde que se advertía cerca de allí. Revelaciones salvajes y desaires asumidos en la intimidad protestona. Sandro, por el contrario, conocía su aceresco destino de placer en placer y Marco; aquél no sabía nada de lo que parecía real. Tres formas irregularmente definidas encima del finísimo papel inmaculado. Líneas negras muy marcadas y colores desperdigados. Eso, tan grotesco y sublime, eran las vías, las últimas traqueteantes vías. A las 20.00 h abandonaron el silencio, truncado de repente incómodo, para coger el tren que los llevaría hacia la despedida.     2 Sandro hacía ostensible su enfado por compartir asiento con otro desconocido, y más aún el hecho de que su acompañante, decrépito y maloliente, no articulara una sola palabra y respondiera lacónicamente a los infructuosos intentos de Sandro por entablar palique. Removido en el número asignado miraba el valle cerrado y pensaba en montar una venta de quesos. La visión de la emergente luna comenzó a producirle espanto.   3   Marco, en verdad, no ofrecía mucha compañía. Pero eso a Jaime no parecía importarle demasiado. Leían y respiraban acompasados intuyéndose cerca. El sentimiento poderoso y alicatado se mostraba impenetrable frente a la apariencia del frío extenuante. La situación les provocaba una sonrisa grácil y cómplice que hablaba en silencio cuando se sentían lejos de las miradas.   4   A las 22,00 h Sandro observó, con  un entusiasmo ojeroso, a sus dos amigos levantarse e ir hacia el vagón delantero. Hizo ademán de incorporarse pero Jaime le disuadió argumentando la señal del servicio. Sandro volvió a recostarse de mala gana.   5   El servicio pretendía ser una burbuja virgen y opaca, de un tono oscuro y similar al de su entorno. Sin embargo, los dos amantes no pudieron reprimir su deseo con tanto rigor. Antes de entrar en uno de los cuartos ya se besaban , incautos y despreocupados, volteando la puerta a su paso. Sandro, que se había cansado de mirar el paisaje, entró violentamente en el servicio. La puerta de uno de los cuartos dejó de moverse por fin. Los rostros yacían pálidos en el suelo y la vergüenza había anegado el espacio.
EraseheadHistoria de una recuperación ( y de mi atrevimiento) En el universo de las alegorías existe un pequeño reducto para el orden y la interpretación. A veces , de tan exiguo que resulta el espacio, perdemos el rastro de migas de pan y lloriqueamos a fin de que alguien nos encuentre y se apiade de nosotros. En este caso nos hacemos amigo de otro héroe desubicado: Henry¿realmente su nombre es ese ?Siguiendo las instrucciones de los rumores que navegan por viejas cañerías y  en base los infructuosos intentos por abandonar su tabuco, el triste impresor se entrega a la creación de un engendro imaginario ,pero real a nuestros ojos, de una brillantez repugnante. Una criatura monstruosa que alude, ni más ni menos, a la escisión más terrorífica de nuestro ser.El engañoso viaje por el matrimonio y demás parajes sin color deberían contribuir, gradualmente,al flamante delirio que pretende apoderarse del espectador.La cabeza borradora que brinda su peinado dibuja, igual que un lapicero, el infierno en tonos grises y enfadados, cimentando su propia existencia entre porciones de realidad y paranoia. El público respira a duras penas y abre los ojos cuando el viento que sopla a lo largo de todo el metraje se detiene. iar. Durante el proceso de regeneración de la memoria...Labios mojados en agua caliente que rodean la mirada sensual de la vecina suntuosidad. Embeleso y traición consumada,Pasión y deseo soterrados que se evaporan sin darnos cuenta. Un truco más del mago.Atisbamos una luz que nos prepara para el siguiente paso, un puñal teatral que nos tiende un rostro familiarLos deshechos ,que caen como copos de nieve impulsados con un ventilador , nos indican que es hora de tirar la basura.Luz y más luz.Él termómetro va a estallar y las tijeras rusientes ya se acercan con temor a desatar el sumun de los fluidos, la escena ficticia de un  morador agonizante.Desprendido del mal, desde un cerrojo observa el cierre de una puerta sin pomo, la alicatada caricia , la media sonrisa cómplice o la imagen de un extranjero sin cabeza, un pasajero invisible.Luz blanquísima Final o principio de una segunda oportunidad. Primeros planos para 1977, angustia, horror y compasión. Una declaración profundamente triste, otra obra histriónica ,Otro fenómeno excepcional.
15/10/2015 H DE HORROR   LLEVABA VARIOS DÍAS INACTIVO, PERO NO FUE HASTA EL MARTES CUANDO SE LO COMENTÉ A CARLOS: - NO LLAMAN- SU CARA SE MOSTRABA MÁS ABSURDA QUE SORPRENDIDA Y A MI, LÓGICAMENTE, ME DABA EXACTAMENTE IGUAL. AQUEL DÍA ME FUI A LA MISMA HORA QUE TODOS CON LA NOCHE RELFEJÁNDOSE EN LAS FAROLAS. BAJÉ LAS ESCALERAS Y ANTES DE SALIR DEL PORTAL OÍ UNOS RUIDOS EN EL TABUCO DONDE GURDABA SUS TRASTOS EL PORTERO. NORMALMENTE NO SUELO PREOUCPARME POR LOS RUIDOS, YA QUE LOS CONSIDERO CASUALIDAD QUE NO ESCONDE NADA. PERO ESTO NO ERA ALGO VULGAR, ERA UN RITMO ESTRIDENTE Y MACHACON Y SE HACIA OSTENSIBLE CONFORME ME ACERCABA. CUANDO LLEGÉ A LA PUERTA APRETÉ EL POMO CON FUERZA Y ABRÍ DE  REPENTE. LOS PAPELES TRITURADOS FLOTABAN DESCRIBIENDO SURCOS EN EL AIRE. EL RUIDO HABIA CESADO Y UN OLOR PUTREFACTO GANABA EN INTENSIDAD. EL PORTERO NO ESTABA AUNQUE SUS ROPAS SE REPARTÍAN DESPERDIGADAS POR EL SUELO, COMO SI LAS PRISAS SE LO HUBIERAN LLEVADO A OTRA PARTE.  EL SUCESO, LEJOS DE PREOCUPARME VERDADERAMENTE CONSIGUIÓ QUE ME AGITARA DURANTE ALGUNAS HORAS. AL DÍA SIGUIENTE EL BUZÓN ESTABA VACÍO Y LAS CARTAS, QUE NORMALMENTE SOBRESALÍAN DEL HUECO, TAMPOCO SE ANUNCIABAN EN EL RESTO DE LOS DESVENCIJADOS CAJONES DE MADERA. SUBÍ AL PRIMER Y UNOS GRITOS ME ALARMARON. CARLOS MANTENÍA UNA FUERTE DISCUSIÓN AL TELÉFONO. LA PUERTA DE SU DESPACHO SE ENCONTRABA ENTORNADA PERO EL SONIDO DEL FAX  IMPEDÍA LA ESCUCHA.  FINALMENTE SE ABRIÓ LA PUERTA EN UN IMPASSE ETERNO. EL TELÉFONO ESTABA DESCOLGADO Y CARLOS DEVORABALOS ÚLTIMOS PROYECTOS EN VIGOR. EL SOL HABÍA SALIDO.
Rebajas o migajas...En nuestro afán derrochador, cómplice de vestimentas malhumoradas, nos adentramos en el esperpéntico escaparate de nosotros mismos.No importa ya el carácter subliminal de la oferta, ni siquiera la cara bonita del vendedor. El objeto de la visita resulta de comprar y comparar si un establecimiento u otro defienden su postura, o lanzan sus productos a la hoguera de las vanidades. Entonamos una sílaba en silencio, un murmullo que solo nuestro ego puede escuchar, asediamos el mundano reflejo de gente sin escrúpulos ni conciencia, y una vez allanado el terreno...Preconizamos el arte y la cultura, sometiendo al instinto a las más inmisericordes bajezas con el único fin de ver nuestra sonrisa de medio lado.En mi caso la sonrisa trasciende en un gesto sincero, pues ni las compras ni el sabor de "fuentes de cartón" pueden impedir que me acompañe el viejo leño de la amistad, tu otra mitad, el vértice adyacente de un día impregnado de ganas de rompernos los bolsillos.

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