• melvin
melvin enrique
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  • País: Colombia
 
EN LA LINEA( CUENTO)EN LA LÍNEADos horas después de caminar por la avenida, acompañado de las luces de las farolas, parecía que las imágenes se clonaban y el avance era un espejismo.  El sueño era el único aliciente que hacía mover los pies para a llegar a la habitación; los taxis a esa hora evitaban entrar al barrio por miedo a las pandillas, pero sobre todo por el temor a Carabalí, un negro mal encarado y pañoso que a veces se pasaba de bazuco y se le daba por trazar líneas imaginarias, y quién tuviera la mala suerte de pisarlas era perforado a tiros.Eran las tres de la mañana. Había caminado setenta y dos cuadradas; los dedos estaban en confrontación con los zapatos. Cuando doblé la esquina para entrar a la casa escuché una voz que salía de las bolsas de la basura ubicadas en el andén. - Hoy te mueres percanta, estás en la línea cero. Carabalí, se puso en pie y me apuntaba con un revólver de cañón largo.Al acercarse pude ver sus ojos agrietados y rojizos; quedé estático con las manos levantadas, esperando el fogonazo, me vi dentro del cajón. En ese momento conocí la dimensión del miedo.-¡Ah, el inquilino de María! Continúa sin miedo, estás en el trazo del bien; supe lo que hiciste por mi amigo Eduardo: mientras  yo viva tu vida es sagrada hasta para las moscas.Seguí la marcha. Cuando iba a entrar  a la casa  me llamó: - ¿Por qué llegas a esta hora? -Narraba historias en un evento público. - conteste. Soltó una carcajada.- Eres artista, - dijo meneando la cabeza- cuentero, qué bien ¡me gustan los cuenteros! yo también cuento historias; quiero contarte un cuento corto, - hizo una pausa - escucha con atención, un niño dibuja una línea en el único plato de su casa porque sabe que su obra va a durar muchos días antes de ser ensuciada con algo que valga la pena. Carabalí se sentó encima de una bolsa de basura y prosiguió:“El papá traza líneas en el aire en el interior de la casa,  lo hace para generar miedo y evitar que alguno de los hijos pequeños las cruce cuando golpea a la esposa. Creció en un barrio donde se vivía mal, al otro lado de la línea del tren, estaban los que vivían bien.El niño cursó la primaria y tuvo problemas porque odiaba las líneas y también las reglas puesto que con ellas es que se trazan; por eso era difícil escribir en el cuaderno y cuando, en clase de geometría, la profesora lo obligaba a hacer figuras él contestaba que eso era prisión; encerrar un círculo en un triángulo era doloroso; los cuadrados limitaban el espacio para otros sueños; el triángulo emitía sonidos que le templaban los dientes.Un día tiró los cuadernos a la alcantarilla y decidió trazar líneas imaginarias  con otros mundos; era así como en las tardes se subía a los árboles  y construía puentes por encima de la línea del ferrocarril. Solo así podía vivir entre los niños felices y ser uno de ellos.Otras líneas permitían a los pobres del barrio entrar a los supermercados, en especial al área de carnes para abastecer sus cocinas.  Estaba feliz con su invención,  podía entrar al estadio y verLa mechita del alma y bailar bugaloo en las discotecas de moda.”Carabalí cambió el tono de voz, se llevó la mano a la boca como si tuviera un micrófono y al estilo de un narrador deportivo continuó con el relato:“Ha pasado el día por fuera; cuando llega a la casa encuentra un nuevo dibujo de líneas rectas y curvas sobre una mujer que yace tendida en mitad de la sala; varios hombres, con tapabocas, toman fotografías. A él le cuesta entrar por la muchedumbre arremolinada en la puerta.Fue el caos: un padre en fuga, unos hermanos que se fueron con hombres de corbatas y señoras con olor a comida en medio de berrinches y mordiscos; los extraños  intentan hacer lo mismo con  él, pero ya conoce los pasadizos y las aéreas de fuga y huye como un  gato sobre los techos de zinc.El  niño  se escondió en la basura y cuando creció se dedicó a trazar líneas imaginarias.”Carabalí entró en una especie de éxtasis histriónico:“Era un arte tan suyo que nadie podía imitarlo y el truco estaba en el color; un color existente en su corazón, ni siquiera parecido a los del mundo, era el color de la vida y la muerte en los trazos del azar.”Luego bajó el tono a decibeles de susurro...-¿Has entendido mi historia cuentero? - preguntó en tono desafiante.-Creo que eres el protagonista Carabalí. -respondí con serenidad.Hizo un seseo de serpiente, luego con voz pausada... -¿Es lo único que has captado de mi relato, cuentero? Te veo mal, pero también te veo bien; a pesar del miedo eres honesto; tendrías que haberlo vivido para saber cuál es mi búsqueda. ¿Sabes qué? te veo después.Una noche estaba en un bar con un grupo de recicladores; nos hicimos amigos en el barrio y de alguna manera me cuidaban. De a uno se marcharon hasta quedarme solo. En un momento entró Carabalí, sin camisa y lucía varias cicatrices circulares al costado derecho del ombligo. Deben ser balazos pensé. Se sentó a mi lado, me colocó la mano en el hombro; el mesero me miró preocupado. Carabalí jadeaba como un lobo cansado, con dificultad para balbucear palabras por la traba; sus dedos eran fríos, en su mirada estaba el brillo sin vida de las canicas, respiró y dijo –Cuentero  -y apagó la voz-, -¡Cuentero! -gritó de nuevo y me miró fijamente- ¿Sabe en qué me parezco a una mosca? - Ni idea  le contesté.- -Pues en que lo que toco es mierda. -Soltó una carcajada; se agarraba la barriga mientras trataba de sostenerse en la silla.Se  levantó, salió a la calle y se desplomó. Empezó a convulsionar y a botar babaza;  se retorcía y suplicaba que alguien le diera leche para contrarrestar el efecto de la sobredosis. El propietario del establecimiento aumentó el volumen de la música, la gente del barrio miró con indiferencia, casi complacidos, y se alejaron. Tuve la intención de dejarlo allí; su historial de homicidios era interminable. Pero un impulso superior me hizo tomar la carreta de Eduardo, el reciclador, y llevarlo al hospital. Por el camino decía:-Cuentero evita que muera hoy,  aún espero el encuentro,  no ha llegado el día, todavía  falta que pise la línea.- ¿A quién buscas Carabalí? - Al que llaman Dios…
EN LA LINEA (Cuento)
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