• juan carlos reyes cruz
JCRC
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  • País: Chile
 
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Ruinas
Autor: juan carlos reyes cruz  356 Lecturas
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Amigos
Autor: juan carlos reyes cruz  389 Lecturas
No es primera vez que intento valorar éste sitio mencionando sus muchas virtudes y las inmensas satisfacciones que nos permite. Es probable que haya profundizado sobre el sentimiento que se experimenta al publicar un texto, cual es lo provocado por alcanzar ávidamente el conocimiento de muchos lectores. En lo personal imagino que se repite la sensación cuando acompañamos con nuestras letras un comentario a ese texto, o le testimoniamos con un apruebo. También en lo personal haré presente que se pone un serio esfuerzo para que dicho trabajo sea bien recibido por todos, llegando, en el caso de varios, a incluir en su presentación, una figura alusiva. Lamentablemente no siempre se obtiene todo el afán que uno quisiere: En demasiadas ocasiones las lecturas no alcanzan el número esperado y, por supuesto, las razones pueden ser justificadas y atendibles; sin embargo, es imperdonable cuando no se responde a la dedicada atención que se da a través de un comentario. Esto es en lo relativo a criticar el comportamiento de los participantes, pero mayor responsabilidad aun la hago recaer en la administración cuando ésta ignora la publicación de nuestras imágenes adjuntas oportunamente. Quizás sean éstas las causas que hacen prever un fatal destino de TEXTALE, lo que sería tremendamente lamentable. JCRC.
                                      Orgulloso de ser quien soy.   Nadie mejor que nosotros mismos conoce nuestros sentimientos y hoy estoy dispuesto para lanzar una apuesta en favor de lo convencido que estoy de que los míos son los más grandes que éste mundo haya conocido. Mis amores ( que han sido muchos, mas no demasiados, pero sí los suficientes) no han sido solo una aventura marcada como una banal muesca que incremente un estúpido orgullo, porque cada una de las veces de acaecidos ellos, el pecho se me ha abierto y mi corazón ha palpitado al compás incondicional de aquel  otro. Siempre, como en todo camino de la vida, existen curvas inesperadas y en ellas las causas para sufrir accidentes pueden ser variadas provocando, en el tránsito de dichos amores, desconcierto, reproches, heridas o la muerte de uno de los navegantes y, quizás, de todos. Sin embargo, muchos de los que hemos quedado víctimas de la contingencia las heridas no impiden que nos refugiemos en los recuerdos y que el fuego de esos sentimientos permanezca encendido para siempre. El enfajado gris del tiempo (como le llama Daih) es una sabia soledad que nos surte de alternativas para poner en escena a aquellos sentimientos que bien nos pertenecen y que plenamente merecen ser defendidos. Por ello amo la vida, porque lo he entregado todo y no me arrepiento. No obstante, lo que sí duele – y bastante—es no ser reconocido.   JCRC. 
¿Y qué es la verdad? Pregunta ella, luego de mi publicada argumentación y con justificadas dudas a  pesar de su demostrada inteligencia, de su acucioso enfoque moral y de su robusto dominio verbal. Por supuesto es legítimo dudar cuando a diario somos salpicados por el lodo de los que chapotean irreflexivos en los charcos de la miseria, intentando  flojamente  descubrir una justa definición. También fácil es vacilar cuando advertimos de manera reiterada que el concepto es manejado malintencionadamente por muchos. Pero en definitiva… ¿ qué es la verdad? El antónimo de la mentira… ( Perdón… No tan fácil ). Los cantos de sirena son una mentira, como aquellos que entonan ciertos amantes mezquinos, o muchos de los líderes de la política mundial y local, o  esos cuenteros de la religión encumbrados en sus púlpitos lustrados, los verbo -errantes  timadores delincuenciales que también nos quieren robar, etc.   También huele a mentira el grandilocuente amparo paradisíaco del cielo que nos muestra una florida senda de resignación cuando los inocentes sufren injustos castigos en la tierra: Terremotos, tsunamis, incendios, huracanes, erupciones volcánicas, guerras, crímenes… Otra cruel mentira es la lucha sesgada que busca porfiadas igualdades en circunstancias donde se evidencia que el débil jamás tendrá el tiempo suficiente para nacer como el fuerte, quién por su ventaja natural, más rápido abrirá siempre los caminos. Nos lo ha mostrado la madre naturaleza cuando los humanos hemos instalado caprichosamente nuestros lares en sus riberas, sus pendientes, sus causes y sus dominios en general; tan solo le basta un breve tiempo y movimiento para recuperar su sitio como lo ha hecho eternamente. Y no puedo dejar de mencionar que una obscura pariente de la mentira es la degradación voluntaria de la especie que se empecina en transformar a todos en vivos esperpentos.   No obstante, esa es la mentira. ¿Cuál es la verdad? La verdad es el elemento fundamental que está inserto en la composición de nuestra esencia individual, que nos permite vivir en armonía y paz; aquello que nos energiza para defender nuestra propia edificación, lo que nos da fuerzas para levantarnos después de tropezar, lo que convierte a las cosas simples en riquezas, como ir a comprar el pan caliente y tomarnos una reconfortante taza de té junto a nuestra pareja con quién recién vivimos una frenética noche sexual hasta el mismo amanecer. Por último, verdad es sencillamente reconocer la capacidad de nuestro íntimo ser. Porque una sonrisa sincera y simple es reflejo de bondad, porque nos identifica, porque nos brota desde el corazón sin costo para nadie y porque,  como dije antes, nos permite vivir en armonía y paz, incluso, a esperar el morir. Todo eso, junto a los intensos deseos de vivir, es la verdad.   JCRC.
                                                      Principios y valores Es enormemente merecido el orgullo que nos embarga al haber construido nuestra consciencia con sólidos muros de piedra; sin embargo, también es justo y pertinente establecer en ellos una puerta abierta que permita el tránsito, en ambos sentidos, de la verdad. J.C.Reyes Cruz
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Fragmentos
Autor: juan carlos reyes cruz  248 Lecturas
Últimamente, en mis íntimos instantes, me ha rondado el fantasma de la muerte, pero no precisamente me atemoriza que el filo de su guadaña me roce o desgarre la piel de las piernas y que yo, desesperado,   le esté huyendo.   Después de todo, por mí, ella y yo juntos, podemos irnos a la mierda.   Sin embargo, obsesivamente se ha instalado en mi consciencia la inevitable cercanía de su presencia…   Razón por lo cuál ya no es cómodo desconocer día y momento de mi muerte pues seguro estoy   que saberlo me daría una paz diferente. .
Mi muerte.
Autor: juan carlos reyes cruz  313 Lecturas
Soy un tonto; me da igual. Tú ya conoces mi tragedia…   A solas con mis sueños reconozco mi estupidez y hasta soy capaz de burlarme   de mi desfigurado rostro en el espejo.   En el reflejo de la realidad se forma la patética figura de mis restos y la evidencia protesta por la imagen basureada.   Sin embargo, el marco de mi silencio se forma con recuerdos, melodías hechiceras, fragancias cautivantes    e infinitas luces de colores donde espléndida, deliciosa y bella, te sitúas en el centro de un  adecuado proscenio que te convierte en protagonista irremplazable.    Es la escena precisa que me acepta grotesco en mi indigno papel, donde hieres mi alma con indolencia,  arrastras mi orgullo por la suciedad y empequeñeces a mis sinceros sentimientos.   Pero ya no existen más opciones y solo queda colorear estos ridículos y hermosos sueños contigo que me brindan gozo,   esbozan una sonrisa en mi rostro y envuelven a mi alma en una lúdica esperanza.  
Dagas con hojas de acero indolente y de filos mortales, empuñaba la otoñal brisa aquella, en esa soleada mañana de Junio, cuando en medio de circunstancias injustificadas y triviales, tomó el viejo la escoba para comenzar a barrer y amontonar las hojas secas esparcidas en el vasto prado extendido en frente de su humilde hogar. Mas, a tan solo unos pocos segundos de haber iniciado su faena, la fría brisa arreció, penetrando con su ostentado hielo en lo más profundo del umbral de su alma, congelando sin piedad su corazón ya debilitado por tanto tiempo. Como una más de todas aquellas hojas secas acumuladas en ese desamparado jardín, su frágil cuerpo se fue desplomando lentamente hasta caer sobre el suelo. El Otoño ingrato, la fría brisa y los tantos años recorridos, silenciosamente le habían quitado la vida. En sus últimos días había pensado y temido profusamente que llegara ese acontecimiento; inclusive, se lo había imaginado. Sin embargo, para su mayor desgracia, al llegar éste, ni siquiera tuvo la certeza plena para conocer que aquel fue su momento.  
Estoy atado a tu recuerdo con una suave cinta verde de satín, caprichosamente en silencio y obstinado con las pocas bondades que siempre me bridaste; como si mi corazón construyera mentiras, o como si fuere yo un mendigo sin abrigo. Me amparo en la débil sensación de tibieza que me dejaron tus labios ardientes, o con el intenso brillo de tus ojos pardos que iluminaron el trayecto perdido de nuestro egoísta pasado. No obstante, mi más profusa evocación se anuda irremediablemente a la inolvidable fragancia de tu marmóreo y escultural cuerpo adolescente que ahora percibo en todo mi tiempo, en cada uno de mis actos y en los anhelos del resto de mi senda. ¡Cuánto te extraño después de tantos años!
Tu recuerdo
Autor: juan carlos reyes cruz  257 Lecturas
En el sótano de mi alma  y prisionero de las leyes de mi constitución, el fantasma de mis anhelos sufre...entre pasos cansinos y muros de piedra, reviviendo con sueños secretos el lejano tiempo pasado,con la hermosa máscara de tu rostro y el traidor sabor de tus besos. El intenso dolor de mi presente es una tortuosa condena y quisiera cambiarla por el sufrimiento de tu presenciapara respirar el fantástico perfume de tu cuerpo que se burló siempre de todas mis soledades.
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Un deseo.
Autor: juan carlos reyes cruz  275 Lecturas
Había sido una de aquellas noches de dormir inquieto en la que había despertado incómodo más veces de las acostumbradas. Molesto me había  revolcado una y otra vez en la cama intentando recobrar el sueño y en cada intento buscaba ver los números rojos del reloj digital esperando que pronto fuere la hora para levantarme. Cuando marcó las 7:00 tiré las piernas fuera de la cama y me alcé resuelto para ir hasta la cocina y prepararme un delicioso café acompañado por unas sabrosas  tostadas untadas con mantequilla. Me cubrí con mi bata de franela y me calcé las viejas pantuflas de cuero marrón que tanto me aliviaban de la incomodidad de mis pies. Ya aterrizado en la planta baja, percibí cómo una incipiente lluvia se dejaba caer suavemente, golpeteando con sus gotas en los cristales del ventanal.   Fue en ese mismo instante que sonó un toc toc en la puerta de entrada. Era demasiado temprano para haber esperado a alguien. Asomé la mirada por la ventana y, entre los hilos líquidos que se deslizaban sobre el vidrio, vi a una elegante mujer envuelta en un entallado sobretodo merengue que iluminaba su bella figura. Su mano enguantada quitó los cabellos desordenados que cubrían su mejilla y tuve, entonces, la oportunidad de notar la frescura y dulzor de su rostro. El impacto que me provocó su hermosura hizo que estirara rápidamente el brazo y abriera completamente la hoja de la puerta. Su sonrisa diluyó el gris de la mañana y un brillo platinado adornó su voz cuando me dice juguetonamente: --¡Surprise! Quedé atónito. Era imposible que aquello fuera realidad. Era tal como siempre la había imaginado; su aspecto, su personalidad, su gracia, su encanto… Una sola cosa de ella nunca había tenido el placer de conocer: Su verdadera voz. Porque todo es posible referir con palabras, pero reproducir sonidos, melodías y voces quedarán siempre solo a merced de una directa interpretación. Sin embargo, demás puedo decir que la voz de ella era cálida como su sonrisa. --¿Puedo pasar? --Por supuesto. Perdón. ¡Adelante! Me hice hacia un lado y de inmediato le señalé el sofá. --¿Quieres tomar asiento? Encendí las luces de la sala. --Disculpas por éste desorden y por mi facha*. Lo cierto es que no estaba preparado para recibir a alguien… Me disponía a tomar un café… ¿Me aceptarías uno para ti? --¡Si, me encantaría! Con un ágil movimiento se despojó del abrigo, quedando con su negro traje de fino corte que la puso como dueña de la situación. Con semejante arrojo terminó desbaratando mis defensas. La luz del entorno se hizo indefinida y me sentí flotando en ese denso y angustioso ambiente. La miraba una y otra vez, perplejo y sin tener una claridad para enfrentarla, con mil preguntas atropellándose en mi garganta. Los minutos que siguieron fueron una brisa impetuosa que, sin darme cuenta, no dejarn huellas claras. Al parecer fui y regresé repetidas veces hacia la cocina hasta que el agua hubo hervido y serví las dos tazas de café ofrecidas. Recuerdo, también,  haberle oído preguntar cómo había estado yo en los últimos días y, si acaso, no me habría topado con algunas complicaciones que alteraran mi quietud.  Mis respuestas fueron rápidas palabra solitarias y, repentinamente, estuve sentado enfrente suyo, con las tazas de café humeantes sobre la pequeña mesita central. Embobado y nervioso clavé mis ojos en los suyos, tranquilos, brillosos y hermosos --Te miro y no lo puedo creer, ni entender – le dije con una voz trémula. --¿Qué es lo que no entiendes..? Pregúntame. Sabes quién soy ¿Verdad? Y quieres saber qué hago aquí. No tuve el valor para responder, pero mi mente lo sabía. --La necesidad me ha traído a buscarte – dijo quedamente, ocupando el espacio de mi silencio. Prosiguió con un tono adolorido: —Me has abandonado con indolencia… Lanzaste mi vivir al basurero como la nada y tengo ahora mis anhelos en un limbo. Olvidaste con odiosa facilidad que fui la ninfa que llenó tus sueños, la que respondió a las inquietudes de género que se manifestaban en tu mente, la que allanó tantos vacíos. Recuerdo que mirabas mis facciones con tanto orgullo…En general sentías un enorme orgullo de mí…   --Eras solo un personaje que creé… --¿Tan solo un personaje..? ¡Qué triste! Me diste un rostro, una personalidad, una familia, un entorno… --Fueron solo fantasías… También tenía el derecho de concluir todo a mi libre antojo. --Sin embargo, dejaste que me involucrara con personas vivas. Opinaba; dejabas que planteara verdades y yo las defendía. --Eran mis verdades. --Dichas con mi nombre. Que tú inventaste, pero no te responsabilizabas… Acéptalo; me eliminaste cruelmente. --No tuve más alternativa porque te trasformaste en una telaraña que acabó por atraparme. --Entiendo. Entonces te trasformaste en un dios cuya creación fue solo para tu beneficio. --Como todo dios. --Yo no soy un dios, pero tendré el privilegio de vivir en tu conciencia y, de alguna manera, ello me otorgará un maravilloso poder sobre ti. -- ¿Qué me harás? --Seguirte eternamente donde quiera que estés. Con un movimiento fuera de lo normal desplazó toda su figura, apoyó una de sus rodillas sobre la alfombra, estiró su brazo encima de la mesita y tomó mi mano con la suya mostrando  un digno gesto de humildad. Apretó los dedos de la mano que me tenía tomada y me jaló con fuerza. -- Te llevaré por el inframundo de la locura, en donde la imaginación lo puede todo… Dices que todo fue una locura. ¡De acuerdo! Seamos locos y dichosos como entonces… Solo quiero que no me dejes nunca más ¡Por favor..! La luz de la sala se desvaneció y la figura de ella danzó en el aire en medio de mil haces luminosos irradiados desde su cuerpo, ahora vestida con un pequeño blusón de tul blanco y transparente que insinuaba nítidamente su armoniosa y dulce figura, notándose sus diminutos pezones color de miel, el coqueto lunar en su cadera y todo el mágico nácar de su piel. Sonreía como siempre, encantadora y en paz. ¡Crip, crip, crip..! Un extraño y persistente ruido interrumpió la calma reinante y noté en mi rededor una profunda obscuridad. Mi vista circuló con avidez por entremedio de los laberintos de la tiniebla buscando desorientado una forma o una razón y tras un lapso de angustia, divisé una ceniza cabellera desgreñada y una espalda encorvada sentada al borde de la cama. Era mi anciana esposa que movía sus brazos en una acción que supuse era el motivo del ruido persistente. --¿Qué problema tienes, mujer? --Estoy ventilando ésta bolsa infame. Está muy inflada, llena de porquería…  Perdóname si te desperté. Su “bolsa” era el dispositivo de colostomía que evacuaba sus heces, ya que hacía poco había sido intervenida con una cirugía por un cáncer en su colon. Era una incomodidad que últimamente le arruinaba completamente toda su vida; y a mí me destruía la felicidad. --No importa—le contesté – Estuvo bien que me despertara, pues estaba teniendo una pesadilla.                                                                                                   F  I  N    
                                    El bien contra el mal. He conocido uno solo de los tiempos descritos en la existencia universal y en él he podido notar cómo el bien y el mal se disputan inclementemente la presa... Nunca he podido definir cuál de ambos tiene la prevalencia. Por un lado se habla de la fé y, por el otro, la nada solo es una tumba olvidada.
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Odiar.
Autor: juan carlos reyes cruz  684 Lecturas
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Poseerte.
Autor: juan carlos reyes cruz  313 Lecturas
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No...
Autor: juan carlos reyes cruz  222 Lecturas

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