• Magnolia Stella Correa Martinez
magnolia correa
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  • País: Colombia
 
Corazones tan nobles que arraigan mil razones     Para impartir gratitud y compartir bendiciones;Incluso en los momentos de mayor aflicción     No haya dolor tan grande que amargue la razón.Sonoras aleluyas despierten las mañanas     Y se duerman los días con mucha gratitud;Nostalgias y esperanzas se fundan en abrazos     Para que el amor preñe de luz la realidad.Encienda cual Estrella la luz del interior     Como un sol que se engulla cualquier dificultad,Siempre sean fluyentes las sanas energías     Que no quede refugio para la oscuridad. Benditos sean los días cargados de esperanzas     Su bondad amerita inmensa gratitud;Las luces y las sombras, propias de su rutina     Solo sirvan de apoyo para la voluntad.Augurios para amigos, parientes y vecinos,     Compañeros de paso en pos de la hermandad:Nirvana donde efluvios de dignidad divina     Cimienten y sostengan la tal humanidad;Consciente que la vida, y su infinidad de seres,     Refleja y representa tan solo la unidad.Orgullo inmarcesible que vibra en esta alma     TU rostro está en el álbum que inspira MI oración:Salmodia por tu vida, tu salud tu familia…     Y que el cielo te asigne abundante bendición.
Genoma que vibra al son del perdón, sanando la mente    y así, la razón. Remanso de luz que alumbra el camino a la  realización.  Aleluya con gritos sin voces que alaban la realidad,    sin distraerse con sueños de mentira o verdad. Templo Sagrado de la hermandad refugiada en la cripta de la humanidad. Inmaculada gracia, virtud que reflecta el afecto   por la creación. Trono consagrado a la bendición porque hace de todo,    una vivencia de amor. Unción impalpable de fraternidad que deja una estela    de transmutación. Dádiva sin costo y muy lucrativa para quien la quiera donar.
Desesperante e intimidante el amarillismo de la prensa colombiana.  En realidad, desespera escuchar el dramatismo de algunos periodistas colombianos alegando por los $100 que subió la tarifa del transporte público en Bogotá.  Para quienes no están en Colombia: $100 es el valor de un confite, caramelo, dulce, banana, etc.  Como es obvio no faltó en esa mesa de trabajo el genio matemático que hizo una complicada operación para deducir que este incremento le sale costando al usuario más o menos $4.000 mensuales, aprox. US$1.  Consecuentes con su “olfato periodístico” de inmediato empezaron a entrevistar a quienes a diario hacen uso del transporte público urbano en la capital, no sin antes inducirlos a lamentarse por esta exagerada alza y por ahí derecho azuzarlos para que se quejen por la precariedad de su salario. En honor a la verdad, da físico pánico el sensacionalismo de estos redentores de los pobres que usan y abusan de la población más débil que es, al fin y al cabo, la más susceptible a su discurso plañidero al tiempo que suben el rating. No. Yo sí me niego de manera enfática a darle alguna credibilidad a ese periodismo interesado, sesgado y manipulador para el que su mayor preocupación es aumentar la audiencia mediante el editorial amarillista y sensacionalista que se vale de personas vulnerables para lucrarse con su sintonía. Amparados en el derecho a la libre expresión, difuminan rumores que no hay cómo corroborar… sin tener en cuenta que un chisme es tan dañino, incontrolable e incontenible como un virus pues ambos viajan en el viento y se reproducen en el aire, ninguno de los dos tiene fronteras y tanto el bochinche como el virus tienen la capacidad de acabar con la vida de una persona de una u otra manera. Utilizan el “secreto de la fuente” como si este fuera un aval para difundir su malicia, siempre con algún tinte.     Tanto el secreto de la fuente como la libertad de expresión son derechos que fortalecen la investigación periodística y que deben ser garantía de credibilidad, por tanto, requieren de mucha responsabilidad, no son un escudo detrás del cual se pueda decir cualquier cosa… tienen que ser el aval de la información veraz, documentada con rigurosa fidelidad.
Que nuestro planeta gira sobre su propio es algo que todos sabemos y, en buena medida, todos entendemos.  Que, por esa misma razón, la tierra está en constante movimiento y, aunque no percibamos ese movimiento, también todos los entendemos. Pero, ¿alguien sabe y puede explicar de qué manera influye ese movimiento rotatorio del planeta en nuestra precaria humanidad?  O ¿será que la tierra ya está borracha de tanto girar y girar, ha contagiado a la especie humana su borrachera mental? Es que de otra manera ¿cómo se puede explicar esto que circula por la red? “El vabbing es una tendencia de TikTok donde se usan las secreciones vaginales como                                                                                      perfume para atraer a varias personas.   Así como lo lees, ese trend de TikTok que ha explotado recientemente, incita a las mujeres a que utilicen sus fluidos vaginales.” ¿Secreciones vaginales como perfume? ¿Dolor, vergüenza, remordimiento…? Todos los anteriores.  Por el cruel legado que han de recibir las nuevas generaciones, hasta pedirles perdón sería un imperativo moral. En ese afán de facilitarles la vida y de establecerles derechos sin responsabilidades, el resultado terminó siendo una mente frágil, susceptible a una racionalidad inversa, contraria al sentido común. Si esto es desarrollo y evolución, sí estamos muy distantes de un Ser soberano e independiente.  Si esto es la inteligencia suprema de la persona humana, resulta inimaginable lo que puede ser la crasa estupidez del ser más desarrollado de la creación.  Si esta es la senda del progreso y desarrollo de la especie, sí estamos muy próximos a ser, el ser menos evolucionado de la creación.  ‘EL ser humano cada vez más distante del SER HUMANO’
Existe un sitio sagrado que me gusta visitar, Porque aquí encuentro la paz que se engulle el bien y el mal Y roba mis argumentos para a algunos criticar. Al entrar a este lugar, todo conmueve mi ser. Aquí la razón no puede ahogar al sentimiento Pues sabe que su lamento le basta para matar. Sentisemo me tenés loca de amor y… miedo.   Un aire dulce y muy blanco me seduce a la entrada, Preñándome de confianza para el singular garbeo Porque el paseo es valioso si asimilo la enseñanza.   Gente de toda calaña se vislumbra en esta aldea; Unos vienen y otro van, pero ni unos ni otros Dejan entrever la seña.   Luego de mucho camino y hablar con varias personas Un ángel sale saltando, como brotando del aire; Sigue por una ruta que hasta ahora desconozco Y por eso es que lo sigo, confiando en sus buenos pasos.  Sin embargo y aunque extraño, es una vía muy ambigua; Transita gente muy mala, que no deseo ni nombrar, También hay personas buenas con quienes me sintonizo.  Y es que aquí vengo a saber lo falso que es mi juicio, Pues… mientras amo a unos malos a otros buenos fustigo.   Entretenida en mi análisis, pierdo de vista al tal ángel, Aunque sigo tras sus huellas para ver si así lo encuentro. Casi cayendo la tarde me topo con un anciano, Quien, custodiando una cueva, me invita a irrumpir, A lo cual yo no me niego a pesar de mi rechazo. Es entonces cuando el sabio entiende mi interrogante: ¿Dónde se encuentra aquel ángel?  No quiero perder su rastro.   El sabio hace una seña hacia atrás… al interior de la cueva, Donde no alcanzo a mirar, en cambio sí me genera enorme curiosidad. Al preguntar por la cueva y qué es lo que allí se esconde, Con una verdad certera, el sabio me lo responde:      Bien pueda siga, le invito; para usted entrar aquí no necesita permiso. Eso sí tenga cuidado no se vaya a tropezar Al mirar para adelante o si mira hacia atrás. Le recuerdo que aquí encuentra lo que usted venga a buscar Así es que no se disguste y aprecie la realidad.   Atenta a las sugerencias, me interno en la extraña cripta, Donde lo blanco y lo negro ostentan la misma forma.  La verdad y la mentira asumen la realidad Aquí el amor y el miedo presumen valor igual.   Al fondo de la caverna, vigilante encuentro al ángel, Cuida una gruta chiquita, que al parecer es arcano… Un ventrículo escondido en lo hondo de la gruta, Donde conviven los seres que sostienen nuestro mundo. Dios y el diablo aquí cohabitan tomaditos de la mano; No hay disgustos ni peleas, son dueños de la razón.   El ángel se hace a un lado y me cede su lugar… Y al notar mi resistencia, el ángel no se ve más. De inmediato y aunque tímida me decido a mirar Ese fondo misterioso donde se oculta aquel par.      Un enorme y brillante espejo…      Que solo muestra la imagen      De mi humano corazónnn…
Sinceramente la mujer sí es un ser excepcional sea cual sea la circunstancia o la condición que tenga que afrontar, pero el suceso de la maternidad si es algo que no lo recompensa sino el hijo agradecido y compasivo.  Yo, que jamás tuve la noble fortaleza para ser mamá, observo casi con envidia a muchas de mis amigas que fueron mamá por encima de todo y que hoy se ven recompensadas con sus hijos.  Sin embargo, hay de hijos a hijos.  La historia que voy a contar no tiene un mínimo de fantasía, dolorosamente es una cruel realidad. Conozco de toda la vida la historia de mi amiga Rosita con su hija Diana, quien hoy tiene 36 años y también tiene una niña de 6 años.  Rosita fue creada por la abuela, sin mamá ni papá, pero con mamá y papá; tal vez por esto, mi queridísima amiga es una mujer de un carácter muy, muy agrio, brusca y agreste en su trato cotidiano con todo el mundo; para nadie tiene ni ha tenido modales o demostraciones afectivas.  Quizás por esta razón, no pudo formar un hogar y el hombre, papá de la hija, salió corriendo cuando la niña tenía apenas algunos mesecitos y se desentendió por completo de sus obligaciones económicas y emocionales con la pequeña; de tal manera que, además de su dura crianza también le tocó criar sola a su única hija.  En medio de las más extremas necesidades económicas, con el único apoyo de su instinto maternal; con un sacrificio soportado en la férrea voluntad de sacar a su hija adelante, esta mamá logró hacer de su hija una mujer de bien para la sociedad…  solo que esa sociedad no incluye a esta mamá, por tanto, hoy en día, después de una vida de entrega y devoción, el resultado es una mujer sumisa y humillada que no disfruta de esa “mujer de bien”, porque ante la mamá, esa mujer no existe… Una tarde de cualquier día, llego a la casa de mi comadre Rosita.  Estamos charlando en el patio cuando llega Diana, mi ahijada que anda por los 13 años, una morena muy hermosa.  Pero lo que tiene de hermosa lo tiene de atarbana y vulgar esta muchacha que viene de la calle furibunda por el calor que está haciendo.  Yo hacía bastante no la veía, pero sí sabía que era una mujer muy violenta y áspera; sin tacto ni delicadeza en su trato con los demás y de respeto y consideración con la mamá, mejor ni hablar.  Pero esto es un simple y escaso preámbulo del monstruo que apenas se estaba gestando.  Formada en la más absoluta pobreza, aprendió a manipular a Rosita de tal manera que esta mamá buscaba plata prestada como fuera, con tal de satisfacer los caprichos de la adolescente que poco a poco iba aprendiendo a detectar esa fragilidad de la mamá; esa debilidad de la mujer, tal vez originada en un estúpido complejo de culpa y remordimiento por no tener dinero y por no haberse conseguido un marido rico.  “Por qué me escogiste a ese hijueputa de papá?, ¿por qué no te levantaste un mozo rico?”, era el reclamo constante ante cualquier necesidad económica; reclamos cada vez más frecuentes y agresivos que exceden las normas mínimas del respeto y la dignidad del más indiferente y frío Ser Humano.  A esto, poco a poquito todos nos fuimos acostumbrando y ninguno del medio social o familiar nos atrevimos a decirle algo a la muchacha por no desafiar su extrema y vulgar agresividad; pero sí ha sido un comentario obligado siempre que se presenta la ocasión. Diana ha utilizado todas las mañas y artimañas habidas y por haber para manipular a Rosita.  Cuando la hija tenía unos 17 años, para la época decembrina la mamá me llamó desesperada: “venga, la necesito, cómo le parece que Diana se tomó un mundo de esas pastillas que se le dan a mi mamá (ya anciana) para dormir y se acostó y cayo vencida.  Tengo mucho miedo”.  Salí corriendo para la casa de ellas; a decir verdad, yo estaba aterrorizada.  Cuando llegué le pregunté a la mamá: ¿y por qué se tomó todo eso, tuvieron alguna pelea o qué pasó?; la misma respuesta de siempre: porque yo no tengo plata para comprarle el estreno…  Yo simplemente sonreí en medio de la zozobra y el pánico que circundaba el lugar.  Pero la vida con nada se queda.  No sé si por cosas de Dios o del diablo; no sé cómo, por qué o para qué yo me acerqué al lavadero y allí pude ver una de estas pastillas que se había quedado atorada en la rejilla del sifón.  Jajaja, llamé a Rosita y le señalé con el dedo la prueba de la mentira de su hija, mientras le decía: “mirá, nada se ha tomado, las echó por el sifón para hacerte creer que se las tomó porque está deprimida y aburrida porque no tiene qué ponerse; te está manipulando para que salgás corriendo a buscar plata para comprarle ropa…”.  Una simple y triste mirada fue la única respuesta de Rosita.  Y así fue toda la vida, siempre queriendo mostrar y demostrar lo que no tiene. Y así es esta mujer hoy en día, esclava de la moda y la apariencia; amante de los lujos y la vida social; poco amiga del trabajo y de las labores domésticas.  Solo sabe consumir y nada le importa producir.  Pero bueno así ha sido desde muy niña; manipuladora y controladora con Raimundo y todo el mundo, aunque más que todo con la mamá. Pero como dicen los padres cuando ya están viejos: “cuando ya los hijos están grandes, los que mandan son ellos y a uno ya no le queda sino obedecer.”, mi pobre amiga no ha sido ajena a esta ley de la naturaleza, entonces ahora es su hija la que lleva las riendas de la casa, solo que con una crueldad inimaginable para con esa mamá enferma, que ya no puede producir. Cuando esta muchacha quedó embarazada de un hombre bebedor y mujeriego, normal, pero muy generoso en cuanto a lo económico, Diana inmediatamente le prohibió a Rosita que siguiera trabajando la modistería, lo cual hacía excelentemente y, por ende, tenía muy buena clientela.  Este hombre sostenía la casa con todo y un poco de excesos pero, obviamente no aguantó la patanería y manipulación de su mujer, quien pretendió que él dejara de ser bebedor y mujeriego por ella y para ella.  Al irse este hombre de la casa, llegó la época de las vacas flacas… llegaron juntas… Ahora Rosita con 55 años de vida, cansada de trabajar y ver por su casa durante toda su vida, está muy enferma y agotada; ya no puede con la obligación de la cocina, lo cual la convierte en objeto de insultos y humillaciones de parte de la hija que tampoco quiere saber de esta labor doméstica.  Y del cuidado de su salud ni hablar.  Al respecto, hace algunos días fui testigo de algo tan increíble como verdadero. En el mismo momento en que Rosita me contaba que el médico le recetó una medicina que no se la cubre el sistema de salud y que no tenía dinero para comprarla; justo ahí, llegaba Diana con la medicina que le formuló el veterinario al perrito.  Plop… yo simplemente tragué en seco… sin embargo, todavía no he contado lo más cruel. Muchas, muchas veces Rosita me ha contado que la echa de la casa en una forma muy satírica, sin embargo, cuenta Rosita, que ahora ya se lo dijo de una manera muy nítida: “Yo no la puedo seguir manteniendo; usted no quiere hacer nada y yo así no puedo; usted verá qué va a hacer o qué se va a poner a hacer, pero necesito que me desocupe la casa porque usted ya se me está convirtiendo en una carga muy pesada…”.     Rosita no tiene casa, no tiene pensión, no tiene más hijos…  se supone que esa hija por la cual trabajó toda su vida y a la cual sacó adelante ella solita es su apoyo para la vejez; pero…  CRÍA CUERVOS Y ELLOS TE SACARAN LOS OJOS…
Yo los tengo en mi memoria desde siempre porque desde muy pequeñita los veía llegar a la escuela con regalos para todos, buenos regalos hasta para los profesores.  Cuando yo llegaba a mi casa con esos buenos regalos, mis papás no decían nada, apenas sonreían, para ellos era algo muy normal. Este día nunca lo olvidaré.  Mi mamá me despertó a las 5 de la madrugada cantándome las mañanitas; ese era el día de mi noveno cumpleaños.  Yo estaba especialmente feliz; cuando mi mamá me dejó en la escuela a las 6:30 de la mañana, inocentes ambas de la cruel trampa que sería mi natalicio número 9, me abrazó fuertemente, me repitió el feliz cumpleaños y nos despedimos sonrientes y felices porque esperábamos vernos a la hora del almuerzo para celebrar en familia y con amigos. Cuando se llegó la hora del recreo, yo fui la primera en salir corriendo del salón de clase; salí feliz porque la vi a ella y me di cuenta que me estaba esperando, llevaba un regalo…  metí la carrera, pegué un brinco y me arrojé en sus brazos.   “Feliz cumpleaños, muñeca”, me dijo con voz tierna mientras apretaba mi cara contra la suya.  Yo recibí mi regalo, feliz y sin darme cuenta que estaba mordiendo la manzana envenenada.  Ella se sentó a mi lado y, en tanto que yo disfrutaba orgullosa de mi muñeca, me dijo: “con los otros muchachos te tenemos preparada una gran fiesta de cumpleaños…”.  Yo solo brincaba de la dicha, sin saber que estaba cavando la tumba para enterrar mi niñez y mi adolescencia; a mis nueve años, era imposible calcular que estaba viviendo los últimos instantes felices de mi vida. “Vamos, vamos que se nos hace tarde”, me dijo apurada; yo contesté: “no, primero tengo que pedirle permiso a mi mamá ahora que venga por mí” …; “no te preocupes, muñeca; yo ya le pedí permiso para que fueras a tu fiesta, es más, ella nos está esperando allá”, me dijo, cariñosamente.  Yo le creí y salí con ella de la escuela, delante de todo el mundo.  Los profesores también se dieron cuenta que yo salí y me fui con Doris.  Todos la conocían y todos, hasta los profesores, se dieron cuenta que yo me fui con ella.  Aunque el camino me era totalmente desconocido, yo iba inmediblemente feliz, sin saber que estaba a punto de sepultar mi inocencia, mi ilusión y mi esperanza.  Abrazada a mi fina y hermosa muñeca, repentinamente me entraron unas ansias, una angustia por llegar allá, donde mi mamá me esperaba para celebrar mi noveno cumpleaños con los otros muchachos.  El camino se iba poniendo cada vez más difícil; con una mano yo apretaba mi muñeca contra mi pecho y con la otra tomaba la mano de Doris; después de mucho, mucho caminar, pregunté: ¿esto cómo se llama, falta mucho para llegar?; yo no conozco este lugar, quiero ver ya a mi mamá, dije tímidamente.   Doris me contestó secamente: “esto es la selva y sí, si falta mucho para llegar”.   Luego de esto, nos sentamos a descansar un rato.  En medio de mi inocencia, ya me estaba pareciendo que Doris no era tan cariñosa conmigo y sentí un poco de inseguridad.  Sin embargo, me callé esta percepción y continué, ahora en silencio, hasta el lugar, aquel lugar donde enterré la última sonrisa de mi vida; el mismo lugar donde nació mi llanto eterno. Inolvidable… en el mismo instante en que llegué murió mi sonrisa y no supe que con ella se iba también, mi niñez y mi vida.  Un extraño e inexplicable temor se apoderó de mí; una sensación de inseguridad y angustia me obligaron a gritar: “MAMÁ, MAMÁ”, pero mi amargo llanto y mi estúpido grito tuvieron una respuesta seca e inhumana: “no, su mamá no está aquí y me dejó la chilladera ya mismo” , era la voz de Doris, la desconocida Doris, la verdadera Doris que con engaños me había llevado hasta este tenebroso lugar donde lo único que yo veía eran un poco de hombres y mujeres armados.  No me volví a acordar de fiestas de cumpleaños; yo solamente sentía la necesidad de ver y estar con mi mamá, era la única que podía protegerme y defenderme.  Pero, por más tenebroso que fuera ese miedo, con tan poquiticos años de vida, era imposible adivinar, ni siquiera medio intuir o calcular, el horror y la maldad humana que tendría que sufrir y padecer mientras lloraba a diario pidiendo que me llevaran donde mi mamá.  En medio de la angustia y la desesperanza, transcurrían mis días y mis noches totalmente desamparada; lo único que deseaba era la protección de mi mamá; lloraba todo el día de todos los días.  Pensándolo bien, por esos días yo era más bien un estorbo, no era mucho lo que podía hacer porque me la pasaba en cualquiera rincón llorando, siempre llorando.  De esta época de mi niñez frustrada, tan solo puedo recordar horrores ya que me obligaron a ser testigo de todo tipo de torturas y crueldades. Un día me mandaron con un grupo de hombres, no sé quiénes eran ni siquiera sabía sus nombres, a una misión.  Uno de ellos me tomó de la mano y los tuve que seguir para presenciar el hecho más horripilante y siniestro que pueda cometer un ser humano, con un mínimo de raciocinio, contra un semejante. Tan solo me di cuenta en qué consistía la tal misión cuando llegamos al sitio a recoger el cadáver de uno de los hombres de esta asquerosa organización que había sido fusilado cuando intentó desertar.  La sorpresa que sentí al ver un cadáver la manifesté con un grito de espanto; me puse a llorar e intenté salir corriendo, para dónde, no sé; sin embargo, uno de estos hombres me tomó bruscamente por un brazo y me obligó a quedarme.  Había que llevar el cuerpo ante el comandante… Me obligaron a ver cómo lo descuartizaban para empacarlo en bolsas y llevarlo al comandante del frente.  Con hacha y machete, entre dos o tres hombres picaban este cuerpo por cada una de las articulaciones, mientras yo simplemente lloraba y observaba la desalmada escena, absolutamente horrorizada, sin intuir siquiera que esto no era lo peor del día; no podía imaginar que esto era apenas el preámbulo de la más aterradora y despiadada tortura a una niña de 9 años.  Una vez hecho pedazos este esqueleto empezaron a empacarlo en las bolsas plásticas, pero estas no alcanzaron, quedando por fuera los pies, las manos y los brazos, sin embargo, tenían la orden de llevarlo completo.  Fue entonces cuando uno de aquellos hombres, sorpresivamente me arrebató mi morral; yo, inocente de nueve años, opuse toda mi escaza resistencia a que mi morral fuera utilizado para algo tan macabro; obviamente y sin importar mis gritos ni mis lágrimas, me lo quitaron y ahí empacaron estos restos humanos.  Mientras yo lloraba repugnada y horrorizada por mi morral, no alcanzaba a imaginar que podía haber algo un poquito más macabro.  Me resistí mucho más allá de mis frágiles y debilitadas fuerzas; grité tanto, como con la ilusión de que alguien pudiera salvarme, con la esperanza de ver a mi mamá defendiéndome para que no me obligaran a cargar ese morral a mi espalda; pero estos gritos capaces de extraer de mis entrañas todo el terror que pueda acumular y calcular cualquier persona, solo sirvieron de alimento para nutrir todo el sadismo que, de igual manera, pueda acumular y calcular cualquier persona.  Derrotada, con la inocente angustia de que esas manos que allí llevaba me iban a ahorcar, cargué mi morral en mis espaldas hasta donde estaba el comandante, sin pronunciar una sola palabra durante todo el camino.  Con el tiempo supe que esta era una práctica recurrente dentro de la maldita organización para deshumanizar a los niños.  Pero poco a poco, yo solita fui entendiendo la situación y jamás volví a hablar con alguien; ¿resignada? Tal vez, no lo sé; en mi mente solo estaba mi mamá, era en la única persona en la que podía confiar para contarle lo que me estaba sucediendo porque era la única que me iba a defender y proteger.  A mi corta edad, ya sin lágrimas y sin sonrisas, cuando pensaba que había superado los miedos más horrendos a fuerza de vivirlos, no podía imaginar que aún me faltaban más crueldades por experimentar en mi propia piel, en mi propia carne y sin que alguien me lo contara. Cuando tenía once años, Doris me mandó con Oscar al monte para que ayudara a traer una leña.  Sin decir una palabra, obedecí la orden y me fui con este hombre a quien no conocía, o no quería conocer, no sé.  A decir verdad, no sentí desconfianza, parecía ser un señor serio.  Pero si algún sentimiento me faltaba por escarmentar en esta tortura que yo estaba padeciendo hacía ya dos años, indudablemente era el asco y la repugnancia; el desprecio y el rechazo por todo aquello que se pareciera a la humanidad lo viví en esta ocasión con este detestable personaje. Debía ser más o menos el medio día cuando terminamos, o más bien terminó este asqueroso porque yo no hice mucho, de recoger, apilar y amarrar la leña; entonces el abominable se sentó bajo  la sombra de un frondoso árbol, justo al frente de  donde yo estaba parada con la mirada perdida; sin ver y sin mirar solo escuché, sin darle la menor importancia, que me dijo: “chillona venga”; sin siquiera mirarlo, di dos pasos hacia este maldito; sin malicia y ya sin temor, observé cómo el maldecido se levantó al tiempo que me repetía la perentoria orden: “que vengás”, me gritó justo en el momento en que llegaba hasta mí; me tomó bruscamente por mi brazo derecho, me sacudió violentamente y me dijo: “además de chillona, sorda?”.  Yo permanecí callada, en este instante percibí mi orfandad como nunca antes.  Sí, éste fue el preludio de la cruel atrocidad. Sin decir más, me levantó en sus brazos y empezó a “besarme” el cuello mientras buscaba un lugar donde sentarse conmigo en sus brazos.  Entretanto yo, desconociendo mi orfandad y mi abandono, gritaba mi asco e inapetencia ante la sordera de la majestuosa selva.  Sin dejar de resistirme ni de llorar, escuché cuando el maldito me dijo: “bueno mamita, o es por las buenas o es por las malas”.  El inhumano dolor físico es superable porque es pasajero, sin embargo, el asco y la repugnancia son eternos. Lloré durante todo el camino de regreso al campamento; Doris me vio llorando cuando llegué y entonces preguntó, con un tono de burla: “y a esta qué le pasa, por qué viene chillando?” ; él contestó riéndose: “pues que le dio mamitis, usted ya sabe que ella chilla por todo”.  Yo no tuve otra opción que guardar silencio porque ya él me había advertido que a nadie le podía contar y menos a su mujer.  Ahí me enteré que Doris era su mujer.   En medio del desamparo más cruel, me sumergí en mí; tan solo me animaba la ilusión de volver a ver a mi mamá para contarle lo que me pasaba allí; inmersa en mi soledad ya no lloraba y mucho menos hablaba; si me decían venga, iba y si me decían vaya, también.  Así pasaron algo más de dos años, hasta que apareció la nauseabunda bestia. Ya cumplidos los 13 añitos, algún día Doris me envió a llevar un almuerzo especial a unos dos kilómetros del campamento donde estábamos.  Como siempre ni pregunté, ni comenté; simplemente obedecí inocente, totalmente desprevenida. A nadie me encontré durante todo este recorrido, tampoco vi a alguna persona al llegar a la casucha; entré muda; dejé el portacomidas sobre una mesa y cuando me giré para salir del rancho e iniciar mi camino de retorno al campamento, el repugnante animal estaba ahí parado en la puerta, mirándome extrañamente; no sé cómo me miraba, pero no puedo negar que me impresionó tanto que me quedé inmóvil físicamente y con la mente en blanco. Sin reacción alguna de mi parte, con una pasividad más reflejo de la repulsión que de la inapetencia, el maldito me tomó en sus brazos y me violó por segunda y última vez…  Regresé al campamento sin decir una sola palabra, no tenía a quien comentarle… Mis días transcurrían normalmente, sin palabras; sin pensamientos de esperanza o de amargura, nada.  Un día que yo estaba con Doris, pelando unos plátanos en la cocina, de repente sentí un mareo que no pude ocultar porque trastabille y esta mujer se dio cuenta; entonces me dijo: “a usted qué le pasa chillona, no me vaya a salir con que está preñada?” … yo no había caído en cuenta de esto, a mis escasos 13 años.  Me quedé pensando; casi, casi ilusionada, sonreí.  Vanamente ilusionada, escuché cuando Doris le dijo a Oscar: “ve, llevá a la chillona donde el médico; parece que tiene problemas”.  Obviamente, yo no entendía que este era un mensaje cifrado; ya me estaba poniendo contenta; durante todo el camino yo me acariciaba mi barriga.  Lo único que me dijo Oscar, durante todo este recorrido, fue: “no le vas a decir a Doris lo que pasó porque te mato a vos y mato a tu mamá” …  No me importó, yo no había pensado en decir lo sucedido. Llegamos a un cuarto inmundo, todo era desorden y mugre; un tipo mal encarado me hizo el aborto, sin conmoverse por mis gritos de dolor y horror.  Regresé al campamento y nunca más volví a hablar y a sonreír, menos. Sin saber lo que era sentir una esperanza o tener una ilusión, transcurrieron unos dos años de mi vida como cadáver ambulante.  Indeseadamente sucede algo anormal, muy normal. Después de que cumplí los 15 años y aunque nunca volví a ver al fétido Oscar, repentinamente muchos de esos hombres empezaron a violarme; eran dos y hasta tres violaciones por semana.  Superado el dolor físico, ya no me quedaba más qué sentir sino fastidio y aversión.  Sin embargo, por unos pocos días volví a pensar, ya no con tanta inocencia, ahora sí con un poco de cálculo.  Cuando empecé a sentir mareos y nauseas, comprendí que tenía que ocultarlo; mi propósito era proteger a mi hijo hasta con mi vida.  ... Pero mi vida fue escasa para defenderlo.  Era obvio, ya estaba muy barrigona porque ya tenía seis meses de embarazo.  Entonces, Doris me obligó a ir donde el médico y ante mi contundente negativa, me dio un latigazo en la espalda suficiente para desmayarme inmediatamente.  Cuando desperté en aquella inmunda cama que yo ya conocía, bañada en sangre y frente a aquel aborrecido médico, que yo también ya conocía, este me preguntó: “cómo se siente” ?; mi silencio fue la evidencia… Basado en el testimonio público de una desertora de las farc, en el programa “LA NOCHE” con JEFERSON BELTRAN, del canal privado de televisión internacional “N T N 24”.
Pocas veces tenemos consciencia de cómo empiezan algunas experiencias de la cotidianidad, tal vez por eso es que la vida nos sorprende permanentemente. No sé cómo ni por qué voy con una amiga, que no sé quién es, por una calle reconocida que tampoco sé dónde queda.  Al parecer vamos para una entrevista de trabajo o algo así.  De repente empieza a caer una gruesa llovizna, vamos protegidas bajo un paraguas que lleva mi amiga.  Un fuerte ventarrón me impide abrir los ojos, entonces le digo a mi amiga: “cuidado nos vamos a un charco”, ella dice: “no, tranquila”.  En ese instante siento que caemos en un pozo.  Al fin puedo abrir los ojos y veo que una espesa oscuridad ilumina mi vista; es algo inexplicable.De inmediato comprendo algo intimidante y le pregunto a mi amiga (a quien ya no veo): “¿nos fuimos al rio?” ella (invisible) solo responde: ” sí”.  Ahora continuo sola esta aventura.Veo un rio inmenso, tranquilo, agua muy, muy amarilla, como espesa.  Me veo y me siento flotando boca arriba con las manos en el pecho y contemplo un iluminado cielo azul con variados parches blancos.  En este estado, soy consciente que he muerto.Al darme cuenta que estoy muerta, pienso: “qué raro no sentí el infarto…”, sin embargo, vuelvo a concentrarme en el cielo que tengo frente a mis ojos y cada vez más cerquita, y digo: “allá voy Señor”.  En este momento me distrae un pensamiento, solo una persona pasa por mi mente… mi hermana… pero lo desecho y vuelvo a extasiarme en la visión del cielo, al cual me voy acercando o el cielo se acerca a mí, no lo sé, no lo tengo claro, levanto los brazos y, en señal de abrazo, en total consciencia y libertad absoluta, digo: “allá voy Señor”.En ese periquete, ya casi abrazada al cielo, una Paz inmaculada me regresa de nuevo a mi consciencia para irme despertando de a poquito, muy despacio, como en cámara lenta, con una plácida sonrisa que relaja mi rostro.  Amigos, les comparto el Inmaculado éxtasis de esta Paz de mi despertar.  Los abrazo.     
Dos señores a media noche se entraron a una casa, Con mañita y sin permiso, sacaron unas cositas; Pendejadas de valor que los dejó bien contentos.   Sin que los dueños lo sepan, estos alcanzan la calle. Mientras comparten trofeos, les caen algunos otros, Cuatro motos y ocho hombres, cierran el paso a este par.   Comienza la matutina y todo es oscuridad; Pero estos ocho avispados se apropiaron del botín Que a ninguno le ha costado pero que tuvo este fin.
Dicen algunos que: “el dador de la vida es el único que tiene derecho a quitarla”.  Pues bien, lo que tal vez no terminamos de entender a la hora del juicio y la crítica al prójimo o a nosotros mismos, es que el dador de la vida tiene infinidad de formas, a pesar de lo cual no pierde su don de dador de la vida…, por ende, en cualquier circunstancia, por cruel o dolorosa que esta sea, nunca cede ese derecho, Su derecho.  Carmen es una mujer de raza negra de 41 años de edad; acuerpada, mide más o menos 1,65 mt. y  80 kg de peso corporal.  Quedó viuda hace 15 años luego de que su esposo Alberto, un hombre negro de 28 años, comerciante dedicado al negocio de un restaurante; padre de su único hijo, fuera asesinado en su propia casa y en presencia de su mujer y de su hijo de apenas 10 añitos de edad, por negarse a pagar una extorsión a la guerrilla.  A raíz de este crimen y agobiada por el constante asedio de la guerrilla para despojarla del fruto de su trabajo, decidió dejarlo todo abandonado y emigró con su hijo adolescente a la capital donde empezó de cero con el negocio del restaurante, pues, cocinar es lo único que Carmen ha sabido hacer durante toda su vida.  El único equipaje que llevaron consigo fue la escopeta que fuera de su marido sacrificado. Así pues, Carmen después de luchar sola por su único hijo, quien le colabora en las labores propias del restaurante, porque nunca quiso estudiar más allá de 5 grado de primaria, ha logrado, luego de muchas privaciones, acumular el dinero suficiente para comprar un local y amoldarlo a sus gustos y necesidades.  Nadie sabía que Carmen, desde que llegó a la capital hace ya 13 años, se hizo el propósito de tener algún día casa propia con un local acondicionado para su otro amor, su restaurante. De tal manera que, una vez tiene disponible el dinero suficiente para comprar la casa de sus sueños en el lugar y con las condiciones necesarias que le permitan amoldarla y ajustarla a sus requerimientos, Carmen llama a su único hijo, Carlos que ya tiene 25 años de edad, para contarle su proyecto y así mismo encomendarle la difícil tarea de buscar y encontrar esa casa con esas especificaciones.  Pero el negocio del restaurante no puede descansar ya que este es el que da para el sustento diario; así es que estas averiguaciones e indagaciones en nada afectan el normal desarrollo de las actividades del restaurante, que aumenta su clientela a diario, haciéndose cada vez más evidente la necesidad de un local más amplio y cómodo. Así pues, ante la presión vehemente de Carmen, por fin llega el momento en que Carlos le comunica a su mamá que ha encontrado la casa adecuada en el lugar indicado y le sugiere que debe tener ya el dinero disponible para concretar la transacción lo más pronto posible.   Obviamente Carmen asiente y consiente las recomendaciones de su único hijo y acuerdan ir a ver la casa para cerrar el trato con el actual propietario. Correspondiendo a lo acordado, Carmen y Carlos van a ver la casa que se proponen comprar, luego de inspeccionarla y constatar que es lo que desea y necesita, la mujer pacta una cita con el vendedor de la casa para hacer efectivo el pago negociado para el próximo martes a las 3 de la tarde en la residencia actual de Carmen y Carlos.  Sin embargo, el lunes anterior al día de la cita, sucede un imprevisto que ratifica que el único error posible en la vida, radica en su inmaculada perfección… Llegado el lunes, antes de la cita entre comprador y vendedor de la casa, en el restaurante de Carmen solo se respira un aire de realización y agradecimiento que se reflejan en el rostro de satisfacción de los innumerables clientes que hoy han disfrutado del buen plato  y del buen ambiente en una cantidad muy por encima del promedio habitual hasta la 1:45 de la tarde más o menos, cuando unos cuantos comensales, luego de que reposaron un poco el almuerzo, se disponen a continuar con su respectiva jornada y los dueños, o mejor la dueña porque Carlos no se encuentra en el negocio en este momento debido a que salió a llevar un domicilio y aún no regresa, se preparaban para terminar con su labor del día,  Carmen revive su historia de horror y terror que le ha marcado toda su vida.   Siendo más o menos la 1:45 de la tarde del lunes, irrumpen en el restaurante de manera violenta dos encapuchados; uno de estos se queda agazapado en la puerta del local y el otro desenfunda un arma y apunta a la cabeza de Carmen mientras se acerca a la caja donde se encuentra esta mujer casi paralizada por el pánico y la desilusión; a pesar de que la circunstancia se le hacía conocida, hoy sentía un hielo devastador que le revolcaba las vísceras.  Cuando el encapuchado llega a la caja, siempre apuntando a la cabeza de Carmen, empieza a vociferar con una gruesa voz de mando: “la plata, la plata… a ver, movete vieja hijueputa que no tengo mucho tiempo…”, gritaba este delincuente al tiempo que le daba con la cacha del revólver a la mujer en la cabeza…  ante la renuencia de Carmen a entregar el dinero, el segundo delincuente, el que estaba en la puerta desarmado y desalmado, se acerca al lugar de la escena.  Carmen ya se ha dado cuenta que este hombre no tiene armas y piensa, con ilusión, que viene a socorrerla o defenderla de la brusca actitud de su atacante.  Sin embargo, el hombre sin mediar palabra alguna, estruja a la mujer, señalándole con la boca fruncida, que traiga el dinero ya. Carmen se da cuenta que uno de los clientes que había en ese momento en el restaurante, logró salir y lo más seguro es que haya ido a pedir auxilio a la policía; entonces les entrega todo el dinero que tiene en caja.  No obstante, el hombre insiste en que tiene que entregar todo el dinero y empieza a ultrajarla verbalmente, ya casi desesperado frente a la persistente negativa de la mujer que, a pesar de la convulsión interior que está padeciendo, se ha percatado también del nerviosismo de sus victimarios. Repentina y bruscamente el encapuchado quita el seguro del arma… este espeluznante ruido hace helar la sangre en las venas de todos los asistentes  al grotesco espectáculo y hace reaccionar al cómplice que le hace un gesto de tranquilidad al delincuente para que no vaya a disparar,  le da un  fuerte empujón a Carmen y hace que ésta caiga al piso, circunstancia que es aprovechada por este hampón para patear a la mujer en la cara y forzarla a que entregue todo el dinero de sus ahorros logrados durante todos estos años.  Ante la brutal agresividad de este hombre, Carmen se levanta del piso como puede, se lleva la mano izquierda a la boca de donde brota un chorro de sangre y con la mano derecha le hace un ademán para que espere un momento mientras ella trae el dinero que está en el cuarto de enseguida. En efecto, Carmen entra al cuarto de enseguida de la caja del restaurante, toma las chupas negras que contienen el dinero destinado a la compra de la casa y remodelación de su negocio y se dispone a salir.  Pero, una vez en la puerta, antes de salir del cuarto, la mujer suelta las dos bolsas para mirarse en el espejo que está colgado detrás de la puerta y confirmar presa del pánico y la desolación: “ufff… este hijueputa me tumbó los dientes” dijo mientras oscurecía su rostro y su mundo con una mueca de asco y desesperanza.  Sin embargo, cualquier emoción o sensación que se pudiera estar gestando en el interior de Carmen, se vio cercenada por el grito hostil del hombre armado: “muévase cucha que se me agota el tiempo y la paciencia…”…ante la perentoria orden, la mujer reacciona y se ubica en su cruel presente; con la cabeza en alto y sin derramar una sola lágrima por este ultraje físico y emocional, se agacha un poco para retomar las chuspas con el dinero… pero esta vez el dolor la distrae, como forzándola al cumplimiento de su perversa, desconocida y extraña misión. A punto ya de salir del cuarto a entregar las chuspas con el dinero a los dos atracadores, Carmen ve que, detrás de la puerta, colgada donde ha permanecido por años sin que alguien la volteara a mirar siquiera, está inmóvil, inerte, pasiva y silente la escopeta de Alberto, su marido asesinado hace ya 15 años.  Como autómata, pensando sin saber qué piensa, pero sintiendo sin saber que siente, la mujer se lleva la mano izquierda a la boca mientras con la otra toma el arma e inmersa en una nube de confusiones, decidida sale del cuarto dirigiéndose donde está su único pero sanguinario victimario.  Sin pensamientos buenos o malos, sin sentimiento noble o perverso, Carmen hace un único tiro, certero, preciso.  Justo en este instante, llega la policía al lugar. Luego de constatar que el atracador ya está muerto, el agente de la policía descubre el rostro del hombre abatido por su víctima… ante el horror de esta sorpresa, enmudecen todos los presentes, menos Carmen, quien sin sorpresa y con certeza, como un tempano inerte, al tiempo que entrega el arma homicida al representante de la autoridad, lentamente se agacha para abrazar a su único hijo y hacer la señal de la cruz, mientras dice: “yo te di la vida… yo te la quité…”. Muchos años después, Carmen es una mujer con los ojos secos porque las lágrimas se le congelaron en el alma o, tal vez, inundaron la paz de su consciencia que le reprocha a gritos que su mayor error de madre, fue haber sido la mamá perfecta…
Frente a su altar hincada; su gracia a Dios le imploraba, Pidiendo amor, suplicando riqueza; ora y ora y hace pereza.  Esfuerzo y lucha no animan su ser; parada espera su renacer.   Entra la tarde y trae su hastío, se oye lamento de tiempo perdido; Lucha con ansía y mucho afán; parecen inertes y fruto no dan.  La noche ha llegado corriendo; sentada la espera… sonriendo.   Y mientras descifra dudas y temores, encuentra que tiene suplicios mayores. Envidia y rencores han dejado huella… salpícanlo todo cual una centella. Pereza y complejos hicieron festín y solo tristeza dejaron al fin.   Reprime pasiones, cuestiona valores, impone castigos a sus detractores. Extasia y seduce hablando de Dios, aunque en sus afanes no escucha su voz. Libera y ataca según conveniencia, procurando siempre calmar la consciencia. Olvida que Dios no es bueno ni malo; oculta que Dios está en todo humano. Ha creado ángeles igual que demonios, con ello alimenta amores y odios. Ingenua y astuta en su proceder… manipula incautos y agudos también. Al juzgar a otro tiene potestad, pero en sus entrañas no haya maldad. Condena al rico por sus posesiones, y estas son base de sus peticiones. Garantiza el cielo que hay más allá mientras quema el mundo del más acá. Engaña con logros sin tanto trabajo como si los frutos brotaran de abajo. Pretende ser fuente de la comunión sin ser el ejemplo de repartición. Interesada en los bienes externos, descuida el cultivo de dones internos. Esmerada siempre en mostrar su presencia, así sea tan solo pura apariencia. Encanta con versos y viejas historias que poco circulan aquí en la memoria. Obsesión de todos: creyentes y no; para unos, verdad, para otros, ficción. Somete la mente a su condición y la razón incumple con su obligación. Libertad y justicia no son su bandera, sin embargo, las usa como mensajeras. Natura proclama presencia de Dios… y si no la ves… el ciego sos vos. FE Y RELIGION
  Son las 6:30 de un oscuro amanecer en Lima, Perú.  A través de la ventana de la cocina, Patricia contempla la leve llovizna que riega el jardín, al tiempo que disfruta a pequeños y espaciados sorbos, una taza de café colombiano, según ella, el mejor del mundo, mientras recuerda con nostalgia: familia, amigos, vecinos, calles y paisajes que han quedado en su entrañable Colombia desde donde emigró hace ya cinco años con un equipaje de esperanzas y su único hijo, de diecisiete años (para ese entonces), en busca de mejorar su situación económica y la de su familia en Colombia. Agradecida por la acogida que le ha brindado el país extraño, recuerda que, a pesar de que llegó al Perú con las manos repletas de ilusiones y los bolsillos clamando una moneda, pudo sacar a su hijo adelante luego de que, en su amada Colombia, el muchacho desde los doce o trece años más o menos, ya disfrutaba el peligro del vicio y la vagancia.  Sin embargo, gracias a Dios y a su lucha férrea por salvarlo de ese riesgo, hoy en día, a sus veintidós años de edad, su único hijo es un hombre trabajador, ya tiene casa propia, es independiente y la ayuda a ella bastante en lo económico. Inmersa en ese estado de nostalgia y agradecimiento, el timbre de su teléfono móvil hela la sangre en sus venas y un pánico desconocido atora el grito en su garganta, sin saber el por qué.  No es para menos. Patricia mira su móvil para ver quién es que la llama tan temprano y contesta ansiosa, aunque ya calmada. ·         Hola Marina, buenos días.  Dice Patricia, inquieta. ·         Buenos días, Patricia.  Ya te enteraste? Ya sabés que mataron al hijo de Carmenza por robarle el móvil? Carmenza y su hijo de veinticuatro años, también colombianos, amigos de Patricia y Marina.  Patricia no puede contener el llanto, solo atina a gritar: ·         No puede ser, no puede ser… tengo que llamar a Carmenza, tengo que llamar a Carmenza… Luego de la breve charla, Marina se despide para permitirle a Patricia llamar a la amiga colombiana para solidarizarse con ella en el cruel momento que está padeciendo.  Sin embargo, la consciencia del subconsciente, siempre nos alerta, aunque la hagamos a un lado. Patricia, decidida y comprometida con llamar a su compatriota y amiga, va y viene dentro de su casa; cada que toma el teléfono para llamar a Carmenza, recuerda alguna cosa que tiene que hacer: ordenar la ropa, sacar la basura, lavar el baño, comprar el pan, etc.   Hasta que pon fin se ocupa de lo que su subconsciente le ha venido retardando, y entonces se sienta cómodamente para llamar a Carmenza a expresarle su solidaridad y brindarle acompañamiento y apoyo en lo que ella pueda.  Sin embargo, primero entra una llamada, mira la pantalla del móvil que dice: hijo, la contesta para hablar primero con su muchacho. Al cabo de un rato, mientras aguarda en la sala de espera a que le traigan a su hijo, Patricia recuerda lo que le dijo el profesor de algebra cuando fue a cambiar a su hijo de colegio por los problemas que se le venían presentando: “Señora, tome consciencia que no está solucionando el problema, dese cuenta que solo se está llevando el problema para otra parte”.  Levanta su rostro bañado en lágrimas y cae de rodillas al contemplar, a lo lejos, a su único hijo tras las frías rejas… Personas y ciudades, ficticias; personajes y hechos, verídicos.  Más allá de esto, una realidad tan cruel como cierta; tan indeseable como repetitiva.  Dos madres unidas por el amor y el dolor por su único hijo… dos mamás separadas por una tumba y una cárcel.  NADIE imaginaría siquiera, ser una de ellas…
  Son las 10:10 de la mañana de un domingo especial, cuando Pedro parquea su moto al frente de su casa sin percatarse de que en la esquina hay dos hombres que lo esperan. Justo en el instante en que llega a la sala de su casa, Pedro percibe un extraño ruido proveniente de la calle.  De inmediato, sale corriendo y ve cuando los dos hombres se llevan su moto, arrastrándola, entonces lleva sus manos a la cabeza, empieza a gritar y sale corriendo tras los hombres que ya están subiendo a su moto, mientras su hija menor se asoma a la puerta a ver qué es lo que está pasando.  Para ahuyentarlo, uno de los hombres le hace un disparo al tiempo que sube a la moto como parrillero.   Por fortuna Pedro se agacha logrando esquivar una bala que pasa derecho, y luego se levanta a seguir persiguiendo su moto que ya arranca. Sin mirar para atrás, Pedro toma un taxi y durante un buen rato logra seguir a los hombres con la esperanza de recuperar su motocicleta, sin poderlos alcanzar.  Al final se decide a buscar apoyo en las autoridades.  Así es que dando vueltas y haciendo trámites legales, se la pasa todo el día y la noche, pues regresa a casa cerca de las dos de la madrugada del día lunes, exhausto y sin su moto, y sin intuir siquiera que ha perdido algo que jamás podrá recuperar. Pedro encuentra su casa llena de gente, vecinos, amigos, parientes que se hacen presente para acompañar a la familia en el velorio de su hija menor, asesinada por la bala que él logró eludir cuando se llevaron su moto.  Es la triste fantasía de una cruel realidad, sucedida algún domingo del año 2016, en alguna casa de Colombia.
“Cada uno tiene la razón en su mundo; ninguno tiene la razón en el mundo de otro”. Voy por un camino estrecho en medio de dos montañas cuando me encuentro con Ñañel que viene corriendo, como intentando escaparse de alguien o de algo, no sé.  Se detiene a mi lado y se sienta en una enorme piedra que hay a un lado del camino.  Hace una mañana de verano, espectacular.      ¿Qué te pasa Ñañel? –digo mientras él mira hacia atrás… luego me mira, con unos ojos exorbitados por el miedo o la rabia-.      Venga niña, siéntese aquí a mi lado. Pasando por alto la incomodidad que me causa su mal olor, me siento a su lado para brindarle confianza.  En ese momento viene por el camino un joven que, al pasar por nuestro lado, con una sonrisa amplia y burlona, grita:      ¡Bañate Ñañel…! –y sale corriendo, convencido que Ñañel corre tras él para alcanzarlo-. Sin embargo, Ñañel ignora el pretendido insulto, se acomoda su sombrero de tornillo y me mira con unos ojos suplicantes y una asombrosa sonrisa que deja ver su escaza dentadura, al tiempo que me dice:      Niña ¡por favor! Consígame una tambora pa’compañar a mis santitos en la fiesta… ¡por Dios!, ayúdeme niña. Aprovechando un poco su confianza en mí, pienso en utilizar esta ocasión para hacerlo bañar…      Bueno Ñañel, yo te consigo la tambora para que acompañés a tus santitos en la fiesta y vos te bañás, ¿listo?  -Digo yo con una inocencia casi pueril-. Solo hasta cuando la sonrisa de Ñañel deja de alumbrar su rostro me doy cuenta que la luz de una sonrisa no la aporta una buena dentadura.      No niña –me dice con gesto antipático y tono regañón- yo no tengo porque bañarme porque yo soy un santo y los santos nunca huelen maluco porque “los santos no sudan…”  En medio de su fantástica inocencia, Ñañel, me hace comprender que él vive en armonía con lo que le dicta su consciencia.   Magnolia Stella Correa Martínez Colombia
No puede inspirar alegría lo malo que a otro le pase mientras se ‘gana’ la vida, Aunque haya algunos bullicios que causan hilaridad mostrando la realidad. Y, no es que seamos buenos tampoco somos tan malos… en variadas ocasiones, a duras penas pensantes.   Coinciden en sitio y hora, chofer y motociclista. Una cita acordada entre la vida y la muerte, Mismas que ultiman detalles para tan sublime encuentro.   En el cruce de una calle hay un semáforo en rojo Que ignora el motociclista y aumenta velocidad.  En el sentido contrario, el semáforo está en verde Que el chofer cruza confiado pues, va por su vía legal.   Un hombre yace extendido y el otro muy compungido En medio de la avenida frente a una multitud afligida Por el fatal desenlace de una carrera inusual, Que, al conocer sus razones, lo pone a uno a pensar.   Y aquí cumple su faena el agente policial,  Mismo que rato antes persigue a un ladrón… Reconoce al difunto y observa el botín regado; En el suelo está el botín Por el cual cedió su vida… Pero que tuvo este fin.   Magnolia Stella Correa Martínez Colombia 2022
La maestra eutanasia nos quiere concientizar Que sobran normas y leyes para ejercer su función Porque la muerte es ajena a la voluntad humana Pues no obedece a caprichos ni a nuestro interés mezquino.   Solidaridad con Carlos, quien padece horrendo mal Y encuentra en la eutanasia el calmante a su dolor. Cumpliendo los requisitos para el proceso en Colombia, Se fija la fecha y hora para acabar con su vida.   Ha llegado ya el momento y en el lugar indicado Siempre falta algún detalle para aplicar la eutanasia. Por uno u otro motivo, Carlos sigue padeciendo, Porque su muerte indolente, por ahora lo está esquivando.   Imposible huir de la vida, aunque esta ya sea pesada; No es posible alcanzar la muerte, por larga que sea la zancada. Hay un designio mayor, que forma y deforma el mundo, Nos mueve entre el bien y el mal, sin consentimiento mutuo.   Ya que, a pesar de las leyes, esas que inventa el humano El universo tiene sus normas, de las cuales nadie escapa. Aunque a veces lo entendamos y otras tantas veces no. Somos vasallos de un amo…  que es Quien ostenta el poder.   Magnolia Stella Correa Martínez Colombia 2022
Cuando el humano inclemente en su razonar demente Arrasa la creación, con motivo o sin razón, Deja una estela de muerte que ha de marcarle la suerte A toda la humanidad, sin distingo y sin piedad… Porque protesta la naturaleza inclinando su cabeza. A tanto mal que se ha hecho pongámosle ahora el pecho.   El planeta necesita nuestra solidaridad para seguir siendo casa de la innoble humanidad. Ya se agota su paciencia consumida por el yugo de nuestra humana inconsciencia. Es clamor y urgencia de vida que tenemos que atender con la celeridad debida.
  Que no existe el crimen perfecto y que la trampa sale, dicen. La inteligencia usada en el mal, de momento suele salir bien, Pero su eficacia es la trampa en la que caerá el mañoso Que al final sale perdiendo y metido en un calabozo.   En un control oficial, que aquí llamamos requisa, Se encuentra la autoridad requiriendo el documento A todos los ciudadanos que transitan el lugar. Algo sencillo y normal para conservar el orden.   Un ciudadano es citado y le presenta al policía Su documento legal, con el cual se identifica, Donde nombre y apellidos son los mismos de este agente… Prudente, aunque malicioso, el policial se sonríe.   Sorprendido por el símil y, ante posible homónimo El policía corrobora número del documento, Y en efecto, también coinciden los datos. Difieren foto y tipo de sangre, más que obvio para el caso.   Los dos hombres frente a frente, ciudadano y policial… Los ha reunido el destino a cada uno en su lugar, Para continuar la obra, cada cual en su papel. El uno sigue su marcha aportando a la sociedad Y el otro desde un calabozo sin quién lo pueda auxiliar.   El agente colombiano quien, cumpliendo su misión, Se encontró a un hombre cubano que, al pasar por Ecuador, Compró una cédula falsa para andar fresco en Colombia, Sin pensar que al que es tramposo… la vida le pone trampas.
CUANDO YO SEA GRANDE ESCAPARE DEL TIEMPO Y SERAN MIS ALAS LOS BRAZOS DE DIOS Primera estrofa del poema “CUANDO YO SEA GRANDE” ME FALTA MUCHO CUANDO YO SEA GRANDE y haya transcendido los viles azares de mi razonar En el tiempo en que mi mente carente de juicios, haya comprendido qué es el perdón En ese momento, sin miedos ni odios ni rabias en mi corazón, saltará el Ser Humano Puesto que habrá vencido por siempre, la mezquindad humana enquistada en su ser…   Solo entonces:   ESCAPARE DEL TIEMPO que niega lo eterno y se esconde frágil detrás de un reloj. El que manipula con fechas y plazos, como si la vida tuviera un final… Ese creador de mundos de afanes con fines, ladrón de mi espacio para la hermandad Ese tiempo infame que sobra y que falta… que somete a todos para él subsistir   Me iré volando:   Y SERAN MIS ALAS fuertes, poderosas… que me eleven alto, muy alto hasta el cielo, Que, al iniciar el viaje lo sienta el planeta e irriguen el aire con rayos de amor Unas alas amplias sin ojos ni oídos; refugio de almas seguras de sí… de la eternidad Alas que me brinden amparo en la lucha, que su aletear sea el abrigo de la creación   Tengo esas alas:   LOS BRAZOS DE DIOS asilo de Seres sin sexo ni clases, unión de la vida con su Creador Cueva sagrada de los bisbiseos del cielo que preñan el hálito con rugidos de paz… Brazos que estrujan al humano imperfecto, dándole certeza de su perfección.    Hogar de la vida eterna, Gracia Inmaculada donde se oculta hechizado el Hijo de Dios…
Desde muy joven, hace ya muchos años, asiste al gimnasio con bastante regularidad; aunque es una dama muy sociable, no le ha dedicado tiempo a detallar a sus compañeros de rutina de ejercicio físico. Un buen día, mientras contempla frente al espejo su cuerpo musculoso y bien torneado, percibe como la observan minuciosamente algunos de los asistentes al gimnasio, agrupados en un pequeño rincón, a su espalda.  Dos hermosas damas con sus cuerpos bien entrenados y mejor definidos y un caballero ya mayor, musculoso y robusto parecen devorarla con la mirada.  Pasa por alto su percepción y continúa entrenando fuerte para desarrollar y endurecer sus músculos, cada vez más y mejor, a pesar de los años.  Esta incómoda situación se repetía cada vez con mayor ferocidad; a tal punto que ella intentó abandonar su disciplina de entrenamiento tal vez intimidada por la actitud vehemente de las dos damas y el caballero citados, hacia ella.  Sin embargo, su temperamento soberbio y arrogante la apoyó para continuar su lucha. Un buen día, después de concluida la articulación del proyecto para su nuevo negocio, se va al gimnasio con la sana intención de entrenar para endurecer y fortalecer sus músculos.  De inmediato se ve asediada por el señor robusto que no puede disimular el hambre que le tiene y por las dos bellas damas que no se preocupan por ocultar la envidia que sienten por ella.  Sin embargo, obstinada en su nuevo proyecto mientras entrena, una cruel frase intenta debilitarla… “ya estás vieja y cansada para comenzar una empresa” … ya a punto de rendirse ante el argumento de esta recia dama, aparece un razonamiento robusto que la anima a seguir su batallar sin juzgar las circunstancias… “el hijo de Dios es el heredero del reino de los cielos” … alentada por este elegante caballero, continúa su trabajo de fortalecimiento y endurecimiento, cerrando el paso a otra recia oración que pretende hacerla claudicar: “que estuvieras joven y con dinero, hasta de pronto…”.  Teniendo en cuenta que la envidia es por naturaleza gavillera, permanece obsesionada con el proyecto de su nuevo negocio.         Y es que ella es indescifrable, tan pronto es amiga y tan pronto enemiga.  De repente nos apoya sin condiciones y al momento nos censura sin piedad… Bendita sea nuestra mente.
ENTRE LA MIEL Y LA HIEL Sin razón alguna me veo inmersa en una confusa controversia en la cual nada tengo que ver (al menos eso es lo que yo creo), sin embargo, esto ha logrado sembrarme cierto sinsabor de incertidumbre e inseguridad; motivo suficiente para retirarme molesta e irme a rodar por Sentisemo, quizás buscando alguna explicación. Al entrar a Sentisemo me encuentro con una situación muy particular… además de su luz natural siempre seductora, hoy se aprecia una soledad inmaculada.  De pronto veo al fondo de un largo camino, algo así como una pantalla de luz color blanco puro.  Esta pantalla de luz capta toda mi atención.  Sin pensarlo, inicio el recorrido del largo camino para disfrutarla de cerca. Una vez estoy al pie de la inmensa luz me detengo para contemplarla de extremo a extremo con la ilusión de no perder de vista algún detalle.  Para mi mayor deleite se trata de una luz infinita.  Extasiada por completo en la admiración por la luz del blanco inmaculado logro percatarme de un diminuto punto negro a duras penas visible en la parte más alta, hasta donde llega mi vista.  Este pequeño agujero en la pantalla de luz acapara mi atención y me induce a rebuscarme la manera de subir hasta él para inspeccionarlo; sin embargo, la lógica me obliga a desistir de esta idea ¡imposible!  Entonces, me dedico a merodearlo desde abajo con curiosidad. En ese instante de frustración llega mi amiga, me toma por la cintura y, como si yo fuera una pluma, me lanza al punto negro el cual puedo franquear sin problema alguno… para mi enorme desilusión.    El panorama cambia de forma brusca.  Al darme vuelta para tratar de salir de este tenebroso lugar adonde me ha lanzado mi enemiga, me encuentro con una inmensa pantalla de color negro intenso… en medio de mi desesperación observo un rótulo que, en letras brillantes y saltarinas, dice: “Bienvenida a tu parque de diversiones TRAMEPOÑA”.  A pesar del pánico que este anuncio me produjo, una extraña fuerza me empujaba a explorar el lugar. Di unos dos pasos para encontrarme a la ribera de un tumultuoso río de agua dulce, agua melosa, aunque preñada de pirañas hambrientas y sedientas de mentiras, engaños y trampas… apenas comprendí el tenebroso nombre del parque Tramepoña: híbrido de mentiras, engaños y trampas. Me giro buscando la salida del lugar, pero me encuentro al lado de un caudaloso y silencioso río de agua salada, casi amarga… habitado por monstruos ávidos de legalidad y sinceridad que intentan ayudarme a salir de esta aterradora oscuridad, sin éxito.  Aquí, estática entre la miel y la hiel, miro a la enorme y oscura pantalla sin esperanza alguna de poderla cruzar… en medio de la desolación alcanzo a ver en la parte más alta, inasequible para mí, un ínfimo orificio blanco inmaculado… mientras lo contemplo extasiada y extrañada, llega mi amiga, me toma por la cintura y de un solo envión me lanza hacia el reducido huraco blanco y consigo vadearlo sin dificultad.  De nuevo en Sentisemo solo atino a agradecer a mi amiga por su constante presencia ya que, aunque muchas veces la ignoro y otras tantas la hago a un lado, mi gran baluarte, apoyo y orientación es ella… mi consciencia. 
Un ladrón muy avispado salió un día a trabajar; Quiere estrenar la pistola, que hace ya algunos días, robada se consiguió, Cuando entro a casa de gringos que vivían en la ciudad.   El ratero está en la esquina divisando el panorama; Esperando con paciencia a quien va a damnificar, Mientras tanto este acaricia el arma que lleva al cinto.   Al llegar la autoridad, encuentra una dama herida; Ya el ladrón ha escapado contento con su botín Un humilde celular que, de pobre, no lo va a sacar.   Después en la fiscalía, esposado como toca El ladrón ya se lamenta su virginal inocencia Pues con el tesoro en las manos y él robando una miseria.   Y es que el arma utilizada, aquella que robo a los gringos Resultó de esas genuinas que algunos llaman reliquia Por haber sido usada durante la segunda guerra.   Historias del vivo bobo que a mí me gusta contar Para entrever lo evidente más allá de lo aparente, Pues, por lo general sucede que vista y apariencia Perecen en su reyerta.
  La cultura colombiana hace alarde de un personaje fascinante y ejemplarizante: “el vivo bobo” que, mucho más que una persona, es una actitud, un comportamiento que hace parte de la idiosincrasia nacional.  El vivo bobo es el típico lumbrera que siempre cuenta sus hazañas mostrándose como el ganador porque siempre lo asiste la razón; algunos de manera romántica le llaman “malicia indígena” a la astucia y sagacidad para hacer uso del “todo vale” a la hora de argumentar su conducta, sobre todo cuando se trata de evadir normas o responsabilidades en pro del beneficio personal.  Ni hablar del proceder manuelesco que consiste en amenazar con todo tipo de ataque (inclusive matar) dependiendo de la persona, circunstancia, lugar, etc. todo esto articulado para establecer su estrategia amenazante, el vivo bobo sabe muy bien que nunca va a cumplir pero que le permite jugar con el miedo que ello genera en el otro.  Ejemplos tenemos unos cuantos.  ·         Hay un retén de la Policía de tránsito en una esquina, temprano en la mañana.  Viene un motociclista sin el casco reglamentario que es obligatorio en Colombia.  Este hombre mayo de edad, viene tan desprevenido que no se percata del operativo oficial hasta unos 8 o 10 mt. antes de llegar al retén.  Entonces el adulto frena de manera brusca su motocicleta, gira y se devuelve en contravía, evadiendo así el control policial.  A la próxima esquina gira y se cae, en medio de estruendosas carcajadas porque, según el vivo bobo, se le voló a la Policía y sin darse cuenta que el agente estaba grabando todo el operativo desde su celular… además de que por todas partes hay cámaras, por lo cual, el comparendo (multa, sanción, etc.) le llega a casa del dueño del vehículo infractor.  Pin, pin, pin.  ·         Hace unos dos años un profesor del área de ética y valores me consultó acerca de modelos de negocios para invertir en finanzas. Le ofrecí algunos paquetes que ofrecen los bancos.  No le gustó, argumentando que él no le iba a regalar su plata a los bancos.  Entonces le hablé de inversión en acciones de grandes empresas como Ecopetrol y recalcó que él no iba a regalar su plata al gobierno. En aquel momento me comentó que alguien muy conocido del pueblo y muy bien referenciado, le estaba trabajando su dinero y que le daba muy buenos rendimientos.  Me dijo que le había confiado al personaje cien millones de pesos (unos veinticinco mil dólares) y que en tres meses ya se los había triplicado.  Le recomendé que intentará retirar esos rendimientos o disponer del capital invertido, y su respuesta fue contundente, me dejó callada: “NI LOCO QUE ESTUVIERA PARA SACAR MI PLATA DE DONDE ME LA ESTÁN TRIPLICANDO”. Intenté por todos los medios alertarlo acerca del peligro que representan esas fantasías de rendimientos económicos exorbitantes, pero me calló argumentando que: “ESTE SÍ ES UN NEOGIO MUY SEGURO PORQUE ES CON UN SEÑOR MUY HONORABLE” Como a los ocho meses de esta consulta, el profe de ética y valores, al igual que otros vivos bobos apenas se estaban enterando de que en este caso, la estafa ya ascendía a más de quinientos millones de pesos (unos ciento veinticinco mil dólares), solo con los del pueblo.    ·         Cursando IX semestre en la Universidad, para el examen final de costos por procesos, el profesor deja un taller de cinco ejercicios de los cuales solo queda faltando por resolver uno, porque ninguno lo entiende.  Cuando el profesor llega a dictar clase se lo hacemos saber y él dedica tiempo a explicarnos con voluntad y profesionalismo.  Al terminar su explicación, el profesor pregunta: “alguien tiene alguna otra duda?  De inmediato se levanta Julio con su mano derecha arriba pidiendo la palabra. Julio es el inútil del curso; nunca hace una tarea; siempre copia en los exámenes.  Julio es un politiquero del pueblo que se ufana en decir que él solo necesita el título y, que ni le interesa, ni quiere, ni puede aprender; lo único que le importa es el cartón. Nunca sabe algo de la carrera que está por terminar y, por ende, jamás participa en clase, pero hoy él, sólo él tiene una, solo una, pregunta: “profesor, dice mientras levanta la mano y hace la venia al resto del grupo, dado que ninguno de nosotros ha podido resolver el punto número cinco del taller para el examen final, yo tomo la vocería por todos mis compañeros para pedirle el favor de que nos lo explique”.  Las carcajadas que suceden a la intervención de Julio, todavía retumban en su cabeza sin que este vivo bobo se entere del por qué. 
  Por sendero despoblado, ésta se fue a caminar… Muy temprano en la mañana y sin temor al peligro; Mientras goza del paisaje y del trinar de las aves, En gavilla, es atacada por siete indomables perros, Que, aceptando su derrota, se echaron a descansar Cuando ésta no se detiene ante el inminente riesgo Y continúa su camino a paso lento, muy lento.   Confortada por el triunfo sobre los temibles canes, Ésta sigue caminando por camino pedregoso; A lado y lado cañales y esquivando lodazales De repente se vislumbra compañía en la soledad; Muchacho mal encarado y un perrito que lo sigue; Un ataque ésta imagina al visualizar la daga que él oculta; Cómo hablar de sentimientos si así se pierde el aliento.   Solo son unos instantes los que dura el frenesí, Porque una vez frente a frente, ambos se miran sonrientes Y este patatús concluye con un gentil “buenos días”.   No hay herida con la daga; no sobreviene algún daño; Son dos seres que se encuentran en el ámbito divino, Ese que todos andamos… sin conocer el camino.
CITA CON… …UN MAESTRO la humanidad hastiada ya no sabe qué hacer; en su locura por el cambio pretende construir un nuevo mundo sin normas ni leyes porque la justicia murió cuando el bien perdió.  Confundida y confusa me dispongo a evadir esta absurda realidad para asumir la nítida verdad de Sentisemo. Hoy circula mucha gente por mi sagrado lugar, según el ir y venir de tantas personas intuyo que hay algún acontecimiento importante.  Esto me alegra y me dirijo a informarme para participar.  ¡Me encantan los eventos en Sentisemo! Al llegar al punto de la congregación me entero que el evento se llama “CITA CON...”, enseguida hay una serie de opciones para escoger la personalidad con quien cada uno quiera tener un encuentro.  De lejos diviso el nombre de mi elegido.  Hay muchas personas en las filas esperando el momento para entrar a su cita preferida.  Yo no tengo que hacer fila, nadie más ha seleccionado mi opción “…UN MAESTRO”. Entro por un iluminado sendero, alcanzo a visualizar al fondo un enorme espejo en el cual puedo verme reflejada; de repente percibo que alguien camina a mi lado izquierdo, pero no se deja observar en el espejo.  No sé en qué momento empezó una extraña charla que me dejó muda de vergüenza y sin argumentos para controvertir. Cuando mi acompañante se refiere a mis juicios de valor, a mis creencias e ideales pienso ilusionada en Jesucristo… angustiada busco mi consciencia y la descubro agazapada en un rincón… acobardada, ni siquiera me miraba. Sin mucho orden, recuerdo algunas cosas que me dijo:“…nada se puede evitar porque solo sucede lo que tiene que suceder; que ninguna persona tiene autoridad moral para emitir algún juicio porque el Ser Humano desconoce los pensamientos de Dios y, por ende, ignora su linaje.  Que nadie tiene la pureza suficiente para hablar del malo, del mentiroso, del criminal, del ladrón…” Ladrón? Al oír esto, de inmediato saltó mi consciencia envalentonada y acusadora obligándome a revivir aquella inolvidable experiencia. -   Febrero 16 de 2019, sábado, 7:02 P. M., hago fila para tomar el transporte urbano, llega mi ruta, veo unas dos o tres personas de pie en el bus que llega; delante de mí sube una muchacha y se baja de inmediato, al parecer por la estrechez (después entendí); subo sin problema y me recibe la aterradora mirada de odio… de maldad… no sé (en ese momento no lo deduje) de un hombre más o menos de mi edad, vestido con camisa y pantalón blancos, de talla normal.  No lo volví a mirar durante todo el camino, aunque todo el tiempo me sentí amedrentada.  A pesar de que tengo un temperamento soberbio y arrogante, admito que ese minuto o minuto y medio que duró el trayecto a la próxima parada del autobús, fueron de angustia y pánico para mi gracias a esa única mirada del hombre que venía a mi lado izquierdo donde yo llevaba el bolso con el cierre abierto, solo cubierto con la solapa del mismo.  Cuando se anuncia la próxima estación, este hombre dice: “ya me tengo que bajar” y da un solo paso a la puerta de salida y se bajó.  En ese mismo instante, yo pienso: “! me robó… ¡”; busco en el bolso la cartera donde llevaba el dinero, documento de identificación, tarjeta profesional y las tarjetas bancarias; me cercioro que ese hombre me ha robado y comprendo que la mirada era para intimidarme y que la muchacha se bajó porque él la estrechó para hacerla bajar…-.   Mientras transito por mi memoria, llego al lugar de mi cita: el inmenso espejo. Cohibida y temerosa evito mirarme en el espejo, sin embargo, de nuevo mi consciencia se hace presente obligándome a levantar mi vista hacia el espejo para cumplirle la cita a mi maestro.  Ahí estaba él, mi maestro, el l a d r o n… y se repitió la historia: No lo volví a mirar… ¡Inolvidable!
Roberto, trabajador del puesto de verduras en la plaza de mercado del pueblo, está ocupado desgranando arveja; de repente, un cliente pide que ¡por favor! le pesen una ata’o de cebolla.  Gildardo, el dueño del negocio, está encargado del manejo de los pagos de los clientes y al escuchar el pedido que hace el comprador, dice: “oí Roberto, que pesés una ata’o de cebolla…”.  Ante la imperante orden, el trabajador reacciona de inmediato, y de mala gana contesta: ¡pues que lo pese él, que yo estoy ocupado en otra cosa! Frente a la altanera expresión de su trabajador, el dueño del negocio contesta con soberbia: ¡vé este hijueputa, es que vos no sabés que al cliente hay que atenderlo?! Sin inmutarse por el improperio lanzado por su patrón y sin intimidarse por los varios clientes allí presentes, Roberto responde en el mismo sentido: ¡vea hermano, más hijueputa es usted!  Plop…  Gildardo, ¿quién es el patrón, sos vos o es él? -Dice una de las clientes, asombrada por la grosería del trabajador- A mí me llega a contestar así un trabajador, y es ya que lo estoy echando. A la intolerante expresión de su clientela, Gildardo responde en un tono totalmente contrario; consecuente y coherente, dice: “Y por qué lo voy a echar, mija… ¿por un madrazo?  Nooo, si es que él me devolvió el madrazo a mí.  No es pa’ tanto”. De este relato que, siendo real, no es que tenga algo de extraordinario ni por bueno ni por malo, se puede deducir que ambos personajes se hablaron sin razón en un momento dado; y sin compartir ni tono ni vocabulario, también se puede colegir que en algún punto de la charla los dos se hablaron con sentido.     
Personas, actualidad   Señor MIEDO En Su Sentir Ante todo, deseo presentarle un franco saludo. Mediante la presente me permito expresarle mi más sincero agradecimiento por su valioso aporte a mi génesis y evolución, dado que, sin éste, sin su aporte mi labor se haría mucho más difícil y menos productiva.  Reconozco mi auge a raíz de su incesante expansión y fortalecimiento basados en cualquier tipo de argumentos, todos válidos y con su justa razón de ser, con tal de que sirvan a nuestro objetivo de crecer al unísono.  Permítame manifestarle toda mi admiración por su inigualable capacidad para diversificarse en tan innumerable cantidad de sentimientos, mimetizados en una incalculable variedad de emociones que me son del todo útiles y provechosas; todas ellas con una intensidad tan absorbente que les permite acumularse en determinados órganos para apropiarse de ellos poco a poco, despejándome el camino con cada paso que dan. Me permito hacer un reconocimiento especial a la angustia, la rabia, el odio, el rencor, el resentimiento, la envidia, etc. por citar solo unos cuantos, de sus incontables hijos, ya que gracias a su tesonera y desconocida labor yo me puedo encaminar sobre esas huellas invisibles que dejan sus pisadas.  Gracias a usted y a su prole por adobar el manjar y servírmelo en bandeja de plata para saciar mi voraz gazuza con buen gusto.           Por último y con toda humildad, le ofrendo los frutos de mi esfuerzo que no son más que las consecuencias del trabajo invisible y silencioso suyo y de sus apasionados hijos, gracias al cual yo puedo ostentar con orgullo los resultados de mi malicioso batallar.  Mil y mil gracias. Reiterándole mi gratitud por siempre, hasta una próxima oportunidad.  Atentamente,   Enfermedad
Antífona de fe y esperanza para enfrentar el miedo y la duda; Porque a pesar del dolor hay motivos para sentir la vida,Para festejar siempre el roce perenne de su Creador.    Génesis de sabiduría, que suaviza penas más allá de razones, Porque encuentra el perdón en la fuente de la perfección Cuna de dicha, donde florece la esperanza al vaivén del Ser.  Retribución al universo, derroche de brillos que alumbran guaridas      Para extraer las riquezas ocultas en lágrimas ásperas Que a raudales inundan corazones supurando dolor. Alba sublime, cimiento de Paz gritándole al mundo su canto de amor      Manantial de júbilo y dicha alabando la gracia de la creación      Vacación de penas y dolores que tanto afligen nuestra realidad. Descanso del luto que nos adolece por aquella vida que se compartió      Esperanza cierta de los mañanas juntos más allá del sol,      Donde vida y muerte se hayan en lugar preciso para sanación.     Explosión de rayos que alumbran la vida dándole brillo… y luz;      Primavera fresca que aquieta la furia como un ventarrón;      Que hala abundancia, trae bendiciones y atrae del cielo maná.    Cúpula sin mancha que arropa cual si fuese manto de la bendición;      Regazo y abrazo de madre, defensor del niño que nunca creció,      Que aceptó faltas propias y ajenas, atenido siempre a la perfección. Infinito el sendero de su majestad, trazado en hilos de veneración Contemplando en trabajo y en lucha, el halago de una misión;Disfrutar mientras llueve del cielo el místico fruto del sol.                       Manantial sereno que surge entre rocas de angustia y tristeza, Que refresca el viento cuando está sediento de aire reciente;       Aposento de gracia y virtud, con que se construye un altar.  Inmaculada sentencia de serenidad, augurio certero de prosperidad;       Alas de proyectos que vuelan sobre incertidumbre y dudas,       Dicción sagrada en todos los idiomas… en todos los humanos. Emancipación de miedo y pereza, amortiguador de llanto y dolor.       Bálsamo que cura envidias y odios y ayuda la mente a sanar.       Alabanza de dicha y de aceptación, canto de humanidad. Natividad de sentimientos nobles que se engullen la desolación. Bienaventuranza y gloria a un mundo que urge de su salvación. Curación de males y bendición de anuencias en un santiamén. Triduo sagrado en una palabra que resume al todo de la creación.       Sensación de alivio que es como hálito en dificultad       Y que alumbra el aura del mundo con su resplandor.      Oasis del cielo que encuentra en la vida su razón de ser…
Personas, actualidad  SeñorMIEDOEn Su Sentir Ante todo, deseo presentarle un franco saludo. Mediante la presente me permito expresarle mi más sincero agradecimiento por su valioso aporte a mi génesis y evolución, dado que, sin éste, sin su aporte mi labor se haría mucho más difícil y menos productiva.  Reconozco mi auge a raíz de su incesante expansión y fortalecimiento basados en cualquier tipo de argumentos, todos válidos y con su justa razón de ser, con tal de que sirvan a nuestro objetivo de crecer al unísono.  Permítame manifestarle toda mi admiración por su inigualable capacidad para diversificarse en tan innumerable cantidad de sentimientos, mimetizados en una incalculable variedad de emociones que me son del todo útiles y provechosas; todas ellas con una intensidad tan absorbente que les permite acumularse en determinados órganos para apropiarse de ellos poco a poco, despejándome el camino con cada paso que dan. Me permito hacer un reconocimiento especial a la angustia, la rabia, el odio, el rencor, el resentimiento, la envidia, etc. por citar solo unos cuantos, de sus incontables hijos, ya que gracias a su tesonera y desconocida labor yo me puedo encaminar sobre esas huellas invisibles que dejan sus pisadas.  Gracias a usted y a su prole por adobar el manjar y servírmelo en bandeja de plata para saciar mi voraz gazuza con buen gusto.           Por último y con toda humildad, le ofrendo los frutos de mi esfuerzo que no son más que las consecuencias del trabajo invisible y silencioso suyo y de sus apasionados hijos, gracias al cual yo puedo ostentar con orgullo los resultados de mi malicioso batallar.  Mil y mil gracias. Reiterándole mi gratitud por siempre, hasta una próxima oportunidad.  Atentamente,   Enfermedad
Algo poco usual sucede hoy en Sentisemo… una multitud desordenada circula por mi exclusivo lugar.  Una vez logro estabilizar mi percepción de la extraña situación, me dedico a investigar cuál es el acontecimiento que ha logrado reunir a todas las personas del mundo aquí, en MI sitio sagrado; no faltan reyes ni mendigos.  No es para menos, es la gran cumbre de Líderes Mundiales; un magnánimo evento que convoca a las personalidades que dirigen el mundo, en uno u otro sentido, con la finalidad de resolver los graves problemas que afectan a la sociedad humana a lo largo y ancho del planeta. De repente aparecen en el escenario los Líderes Mundiales comunicando el resultado de su trascendental cumbre.  Un silencioso grito de esperanza ahoga la alegría de ponerle fin a las dificultades.  Sin embargo, los Líderes parecen deducir esas expectativas Mundiales y, según su ceño fruncido y su gesto adusto, los frutos de la cumbre no son lo proyectado… “Querida gente: ante todo pedimos perdón por no presentar una solución generalizada a los enormes conflictos que hoy les aqueja… -de inmediato, el bullicioso llanto de la esperanza se traga la alegría de la muchedumbre-”.  Luego del vehemente llamado a la calma, reina un silencio sombrío propiciando la continuación del discurso: “… Sin embargo, nuestro deber es orientar y apoyar a la gente… sobre esta base y mediante un acuerdo unánime, decidimos dejarlos en libertad absoluta y plena para solventar los graves problemas que les oprimen, acorde con los lineamientos generales que les serán entregados a cada uno de ustedes por nosotros mismos de inmediato.  Así damos por concluida esta cumbre de Líderes Mundiales”.    Tuve la sensación de que esta cumbre de Líderes Mundiales la terminaron de manera precipitada… lo cual se me hizo un poco entendible, dado los distintos gestos que se leían en el rostro de la multitud que dibujaban gemidos de esperanza, miedo e incertidumbre.  En fin, el hecho es que llegué de primera a recibir mis instrucciones.  Esta circunstancia me hizo sentir en desventaja… entonces, esperé un momento a quedar un poco más lejos en la fila con el objetivo de fisgonear los papelitos que cada uno recibía de las manos de los Líderes.  No obstante, a pesar de mi esfuerzo y aunque todos los alcanzaba a ver bien, NINGUNO pude entender porque los lineamientos para superar los inconvenientes Mundiales eran un mensaje codificado individual.  Ni modo, tocó esperar a que llegara el turno de percibir mi papelito. Y llegó.   Sudor y temblor… una multitud incontable de sentimientos, emociones y sensaciones me reciben de píe, me hacen la venia y extienden su mano para entregarme el papelito con un mensaje más que legible… entendible: “los DOS nos comprometemos a apoyarte en tu decisión… la que sea”.   DOS?  Me cercioro. Reconocimiento y gratitud inundan mi visión, levanto el rostro para… justo en ese instante desaparecen de mi vista Dios y el diablo…   
  En las primeras horas de la madrugada llego a Sentisemo, luego de una larga noche de insomnio, en busca de un poco de alivio al maltrato ocasionado por la mala noche que he pasado. Deambulo sin rumbo durante largo rato aprovechando, eso sí, en todo momento la paz y la tranquilidad que inunda este fantástico lugar; sin que alguien me distraiga de este solaz en el cual me sumerjo cada vez más profundo.  Ya casi llegando al fondo del abismo puedo percibir que alguien me hala hacía sí, sin que yo tenga albedrío para resistirme; solo alcanzo a distinguir, en medio de una luz extrañamente blanca, una mano larga que intenta entregarme algo.  Al recibir ese algo, la mano desaparece y yo me doy cuenta que he recibido una tarjeta de invitación… solo acato a sonreír ante el despropósito.  Me invitaban a degustar un exquisito y suculento plato de letras… ahora mi carcajada resuena en todo el reino.  Sin embargo, superada la sorpresa, dispongo de toda mi voluntad para asistir al inusual convite.   Con una curiosidad delirante ¡me voy al ágape!!  Por poco me retiro antes de entrar a la reunión; una especie de apocamiento se apoderó de mí al ver tantas y tan finas palabras allí congregadas… un complejo de inferioridad y timidez me amedrantó al escuchar el contundente mensaje de bienvenida con el cual me recibieron: “apreciadas palabras, con nosotros la invitada principal de la pareja real a este evento” … con su característica elegancia los miles de palabras se levantan ovacionándome con un sonoro y fino aplauso.  Demasiados halagos para mi humilde persona; no obstante, ahora envanecida por ser invitada principal de los reyes, ocupo mi lugar en el puesto de honor.  El exquisito aroma del plato de letras incita a comerlos con ferocidad; el subyugador olor que emana del suculento plato de letras me tiene tan absorbida, que no alcanzo a entender lo que se acaba de anunciar por el micrófono; solo la sorpresiva reacción de la palabrería me trae de nuevo a la realidad.  Sigo a la palabritud cuando todas se levantan, pero me confundo al ver que unas lloran y otras ríen; algunas saltan felices mientras las demás se sujetan tristes; ¡Qué pasa?! Pregunto al aire, no sé… pero me responde, tampoco sé quién… “Los reyes anfitriones acaban de morir víctimas de la pandemia humana”.   -De nuevo la algarabía de las palabras me confunden… no entiendo lo que está pasando; ahora todas se abrazan brincando de alegría como si se hubiesen liberado de algo muy cruel y al momento, todas lloran de tristeza como ante una gran pérdida-.  “Como ustedes saben queridas palabras, la única manera de combatir estos dos virus de la pandemia humana es unirse en busca de una colaboración mutua, pues es una realidad que estos virus, pereza y envidia, tienen una altísima velocidad de contagio y un alto porcentaje de letalidad”.  Yo sigo sin saber quiénes son los reyes, mis anfitriones y, por ende, no sé a quién agradecer esta distinción.  Anticipándose a mi pregunta, alguien, no sé quién, me contesta: “el reino de la literatura está de luto, acaba de fallecer la pareja real; el rey Ingenio desapareció sumergido en el virus de la pereza y la reina Creatividad entregó su vida al virus de la envidia…”
Ser Humano, eternidad   Señor CORAZÓN En Su Despacho   Ante todo, permítame saludarlo con el cariño y la fraternidad de siempre. En seguida me permito llamar su atención acerca de algunos sentires que usted ha venido disfrutando de manera clandestina, pasando por alto que esa indisciplina suya pone en grave riesgo la coordinación de nuestro trabajo en equipo. Es bueno que usted recuerde nuestro compromiso de trabajar unidos para lograr las metas propuestas en pro del beneficio mutuo; motivo por el cual considero muy incorrecta su actitud de andar en divertimentos que tan solo conllevan a distraerlo de la realidad y que, en consecuencia, restan ánimo y fuerzas indispensables para el logro del objetivo común. Es evidente que los logros alcanzados hasta ahora son fruto del esfuerzo mancomunado y sincronizado que llevamos a cabo en medio de las dificultades normales impuestas por nuestras enormes diferencias.  Sin embargo, y aunque es largo el camino recorrido, aún nos falta mucho por andar; causa idónea para no cansarnos, puesto que un reposo ahora puede significar deshacer gran parte de los pasos dados.  No es el momento ni las circunstancias para ceder espacio a fragilidades o fantasías. Lo animo para que reflexione y decida si sus afectos individuales prevalecen sobre los intereses de nuestro grupo, o si, por el contrario, es consciente de la necesidad de luchar juntos por nuestra realización.  De tal manera que si usted resuelve persistir en nuestro trabajo conjunto por el provecho mutuo, puede contar con mi inalterable compromiso en aras de nuestro crecimiento en forma equitativa y realista.  Sin embargo, no he de ser yo quien mutile sus sentires, de ahí que, acepto de buen agrado la opción que usted seleccione. Por último, le reitero mi cariño y solidaridad constantes.  Tenga presente que aparte de cualquiera que sea su determinación, cuenta con mi apoyo y colaboración incondicionales para lo que se le pueda ofrecer. Dicho ya todo lo necesario, quedo a la espera de su respuesta.  Hasta una próxima ocasión. Atentamente,   Razón.    
  Diversión que evoca a la divinidad, Familia, amigos, vecinos y demás. Inmigrantes vuelven del mundo a casa Y otros, vacaciones se irán a buscar. Compartimos vinos, dulces y comidas Mientras repartimos abrazos y besos. Ignoramos odios, dolores y envidias, La estirpe del niño hay que festejar. Esperanza cierta es su gran mensaje, Ser el guía que una a la humanidad. Misterio velado que ilumina al mundo, Inagotable fuente para la hermandad. Bienaventurado el don del Ser Humano Por ser, ante todo, un ser fraternal. Regocijo enorme que nos brinda paz; Donde se confina el hijo de Dios, que Eterno en la vida fluye por mundo y Camina errante en busca del padre.FELIZ DICIEMBRE 
  Frente a su altar hincada; su gracia a Dios le imploraba, Pidiendo amor, suplicando riqueza; ora y ora y hace pereza.  Esfuerzo y lucha no animan su ser; parada espera su renacer.   Entra la tarde y trae su hastío, se oye lamento de tiempo perdido; Lucha con ansía y mucho afán; parecen inertes y fruto no dan.  La noche ha llegado corriendo; sentada la espera… sonriendo.   Y mientras descifra dudas y temores, encuentra que tiene suplicios mayores. Envidia y rencores han dejado huella… salpícanlo todo cual una centella. Pereza y complejos hicieron festín y solo tristeza dejaron al fin.   Reprime pasiones, cuestiona valores, impone castigos a sus detractores. Extasia y seduce hablando de Dios, aunque en sus afanes no escucha su voz. Libera y ataca según conveniencia, procurando siempre calmar la consciencia. Olvida que Dios no es bueno ni malo; oculta que Dios está en todo humano. Ha creado ángeles igual que demonios, con ello alimenta amores y odios. Ingenua y astuta en su proceder… manipula incautos y agudos también. Al juzgar a otro tiene potestad, pero en sus entrañas no haya maldad. Condena al rico por sus posesiones y estas son base de sus peticiones. Garantiza el cielo que hay más allá mientras arde el mundo del más acá. Engaña con logros sin tanto trabajo como si los frutos brotaran de abajo. Pretende ser fuente de la comunión sin ser el ejemplo de repartición. Interesada en los bienes externos, descuida el cultivo de dones internos. Esmerada siempre en mostrar su presencia, así sea tan solo pura apariencia. Encanta con versos y viejas historias que poco circulan aquí en la memoria. Obsesión de todos: creyentes y no; para unos, verdad, para otros, ficción. Somete la mente a su condición y la razón incumple con su obligación. Libertad y justicia no son su bandera, sin embargo, las usa como mensajeras. Natura proclama presencia de Dios… y si no la ves… el ciego sos vos. FE Y RELIGION
Aturdida por la nefasta realidad que muestra el mundo, confundida por una sociedad hostil que ama y odia en la misma medida, siento la necesidad de un poco de recreación que me brinde algún alivio… entonces me voy a pasear por Sentisemo. Me desplazo por las calles de Sentisemo disfrutando su aire cálido que arropa y refresca, siempre a la espera de encontrar alguna vivencia nueva y edificante.  Este es un espacio con una luminosidad exclusiva y propia; posee una luz tan relajante que posibilita la visibilidad de lo invisible, aún para los ojos ciegos. En el momento de mayor éxtasis durante mi paseo, me doy cuenta que ya es hora de regresar a esa cotidianidad que había despreciado por un rato; cruzo la calle y me doy vuelta para deshacer aquellos pasos que me llevaron allí.  De inmediato me encuentro con una letritud desordenada y desaliñada, amotinada alrededor de algo, o de alguien, no sé; la gazapera me impedía ver el centro.  Ergo, me acerco al letrerío con el ánimo de enterarme de qué es lo que sucede y qué o quién es el centro de la reunión. A decir verdad, estuve a punto de retirarme de esta montonera al ver la evidente hostilidad con que me recibieron y que me demostraban su contundente rechazo; sin embargo, no me dejé intimidar por su enemistad, todo lo contrario, me metí en esta caterva hostil y bulliciosa hasta llegar al núcleo de la brutal aglomeración. ¡Increíble!... el centro de la desenfrenada montonera era una página en blanco.  En ese momento apareció en el púlpito la idea; luciendo una elegancia exquisita dentro de la más humilde sencillez, dirigiéndose al letrerío, ya en absoluto silencio, a través de un micrófono, dice: “queridas letras, las he convocado hoy para proponerles un concurso: que ustedes mismas se agrupen para conformar palabras que puedan ser incluidas en la construcción de una frase que toda la gente entienda y que logre unificar a todas las personas del mundo en torno al Ser Humano”… en ese momento la algarabía de la letritud ahoga por completo la voz de la idea consiguiendo que esta, la idea, se retire molesta. En medio del desconcierto por la greguería y la vulgaridad, pude constatar cómo la envidia y el egoísmo entre las mismas letras, hicieron imposible que se llegara a dar forma a alguna palabra.  Ya ha pasado todo el tiempo.    Ahora, vestidas de gala impecable, se dirigen a la hoja en blanco atendiendo a una nueva convocatoria… ¡corro tras ellas!  Al llegar, antes de entrar, a cada letra se le entrega una rosa blanca y de ahí se dirigen al centro de la hoja en blanco para participar de la solemne ceremonia de sepelio de la idea…
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