• Luis Alcides Aguilar
Luis Alcides Aguilar
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  • País: Colombia
 
Que esta Navidad convierta; cada dolor en estrella, cada lágrima en sonrisa y cada corazón en dulce morada para recibir a Jesús nuestro salvador. Que el venidero año 2014 este repleto de bendiciones en favor de los amigos y asiduos lectores de Textale... Un abrazo desde Chiriguaná, Cesar - Colombia. Att;Luis Alcides Aguilar. 
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OSCULO
Autor: Luis Alcides Aguilar  644 Lecturas
                                                 Por: Luis Alcides Aguilar P.En estos últimos años he escuchado sobre el fin del mundo, algunas personas han dado fechas que están argumentadas sobre creencias muy particulares y otras cargadas o acompañadas de desajustes mentales o psicológicos. Algunas de las grandes empresas de televisión internacionales; como, National geographic, Discovery channel y otras han producido sendos especiales en los cuales acuden a teólogos, científicos para que expliquen tal acontecimiento; otros hablan del calendario maya y así miles de argumentos más  con una voracidad demente para tratar de darle fuerzas a algo apocalíptico.Alguien dijo “Todos esos rumores sobre el fin del mundo, han iniciado desde muy pocas voces y se ha extendido por todo el mundo, esa generalización es a lo que hay que temerle, ya que se podría producir un caos mundial y de verdad podría ocurrir algo; que solo está en la mente de nosotros”.Con mucho respeto invito a todas las personas que creemos en  las oraciones, para acudir a ellas; fortaleciendo nuestros corazones e impedir ideas nefastas que pueden ocasionar un desequilibrio real en la constancia humana por salvaguardar la tierra.
I Vasto terruño añorado rincón de mis abuelos signo de paz es tu suelo secular tranquilidad, que te hace amado. Como evocar tus leyendas que encierran tiempos iniciales de tus prósperos inmortales. Sigues en mí por llevar tus tradiciones es la sangre de tus raíces que nutren momentos tenaces cargados de viejas pasiones. La grandeza de tu prole hace fuerte tu cimiento para erigir tu primitivo aliento. II Con tu ambiente de sol y luna germina la esperanza del ser nacido en tus virtudes de gloria, ternura y razones de inquietudes que preñan tu mundo de alabanza.   ¡Pueblo mío! Tu nombre encarna la estirpe india nativos tradicionales de cofradía. La alegría de tu gente aún perdura es el eco de generaciones que al unísono de canciones, poesías y afecto, el tiempo augura.                                      Eres la antigua Grecia de mis ilusiones donde la llama inteligente es inextinguible por su fulgor de luz inmarcesible. III Tus viejos caminos se pierden con huellas de vencedores que de tus entrañas nacientes sintieron tus dolores y hoy sus hijos con orgullo se yerguen. En el recuerdo están tus pozos repletos de agua saciedad de sed a trabajadores que en tus sabanas realizan sus labores. Hoy sigues brindando abrigo al que en ti llega dándote progreso y respeto encontrando tu afecto como dádivas al que en ti brega. La mujer de tus entrañas es pureza que ríe y alegra tu existencia como la virginidad de la inocencia. IV En tu virgen está la plenitud que de la Chiquinquirá se desprende con el profético espíritu que te comprende y te lleva gozosa de rectitud. En tus pobladores se alienta tu sangre regándose el tiempo fortaleciendo la imagen de un cuerpo. Aún viven paladines de tu cultura personajes que vencieron tinieblas y los idos dejaron doctrinas de perlas brillantes en principios de altura. ¡Cuán preciada eres! tierra grata y de armonías  vertidas en las secuencia de tus días. V Terrenito de reminiscencias, con casa de bahareques y con pescadores del río cesar que detuvo momentos al pasar por tus antiguos días de almanaques. Meditabundo estoy en tus recuerdos y es anhelante el volver de los que están lejos que al regresar añoran ratos añejos. Tus nativos guiriguas lucharon con injustos y hoy legadas tierras libres que ufana a mi pueblo chiriguaná creciendo en su seno nobles frutos. ¡Oh Chiriguaná! nombre de abundancia diáfana en dialecto de tu tribu lejana. Copyright ©2008 Luis A. Aguilar P. Todos los derechos reservados.    
Macario, es un tipo de pelo en el pecho, de esos que no le temen  a la muerte, un hombre que cazó tigre, peleó con una Anaconda  en  el  Amazonas, con los caimanes  Agujas del río Sinú y hasta con el demonio. Pesca en lo seco, al hombre que le pega, si se pone de pie en el momento es para caerse nuevamente. Ese era el decir de la gente sobre Macario, todo, producto de sus mismos comentarios. El pueblo con su gente se encontraba triste por el vil asesinato del que fue objeto Horacio, un personaje muy querido por sus paisanos.  Era el mejor rezandero del mal de ojos, de la lombriz, incluso del mal de amores; su velorio se encontraba bastante concurrido por gente de los pueblos vecinos, amigos, parientes, clientes, amantes, en fin, muchas personas agradecidas por algún trabajo que les realizó. En medio  de la muchedumbre que acompañaba al cadáver y a los familiares  se encontraba Macario, refiriendo la historia de lo sucedido en una de sus andanzas en una finca de Venezuela. “Resulta que al llegar al portón del potrero  veo que mi acompañante venía con la cabeza gacha y él no era así. Le dije, ajá Juan ¿qué tienes?. “No, nada señor Macario”.   “Continúe preguntándole. Hombre Juan dime la verdad, te veo muy preocupado.  Me dice”. “Bueno viejo, lo que sucede es que Evaristo el capataz de la hacienda, es amante de  mi mujer,  yo no soy capaz de enfrentarlo porque ese tipo tiene como dos metros de alto y es bastante macizo”. “O sea que le tienes miedo, le pregunté”. “Pues  para pelear con él sí, la vaina es que es más fácil ponerle un doble cero en el pecho, pero yo no tengo coraje para esas cosas”. “Lo tomé por el hombro diciéndole, muchacho para que te vas a ensuciar las manos por algo que no vale la pena, búscate otra mujer y  así no vas a tener problema con tú consciencia y la justicia”. “Eso es verdad señor Macario,  quisiera darle una garrotera, es que una vez vi como dos hombres musculosos lo enfrentaban peleando y ese tipo no se movía con los muñecazos que le daban”.  “No pude más y propuse que me lo dejara a mí, que  no le temía a nadie diferente a Dios”. “Mire viejo, mejor dejemos la cosa como está, porque usted con esa estatura no aguanta el primer manotazo de ese señor”. “Déjame, verás lo equivocado que estás, que yo con mi uno con cincuenta de estatura he peleao  con quien  menos te imaginas”. La gente que escuchaba a Macario le decía, “Bueno, tómese el trago,  termine rápido el cuento que ya está demorando mucho y nosotros nos imaginamos que usted viejo Macario es  quien va a ganar”. Inclinando su cabeza hacia atrás mirando  el cenit, deja caer en su boca el trago grande de ron que le dieron y sin inmutarse prosigue. “Bueno, cuando vi al  tipo ¡Carajo! las pelotas se me escondieron, ¡Ese era un fenómeno!, jamás en mi vida  había tendido la oportunidad de ver unas muñecas como del tamaño de una cabeza de un niño de dos años, alto, como las torres esas que tumbaron en los Estados Unidos, tenía los brazos  del grueso de los  tubos  que utilizaban antes  por aquí  para  el  alcantarillado.  Pensé, bueno,   para que me hice cargo de éste problema, ya no voy a retroceder, mi palabra se respeta. Así que le dije; oiga amigo yo quiero pelear con usted,  ¡Pero ya!, él varón me miró de arriba abajo  y dijo, “no lo conozco,  no sé por qué me reta,  antes de pelear le advierto que no respondo por lo que le pase”. “Ni yo tampoco, le contesté”. El frío de la noche parecía penetrar lo huesos de la multitud que entre sonrisas alardean. “Menos mal que el viejo Macario tiene las huevas bien grande”. “Y lo otro también”. Respondió él al instante. Sin mostrar cansancio por tanto hablar,  perpetúa la palabra entre quienes lo escuchan. Sorprendiendo a todos con un brinco de su cuerpo, propio al de un joven de Díez años, el sexagenario hace las posturas que tomaba al enfrentarse con  su contendor, argumentando. “En tres intentos de mi parte para pegarle en la cara lo toqué dos veces, remeciéndolo como a un árbol de coco por la brisa, él en cinco intentos, sólo me logró una vez, no lo sentí, en menos de veinte minutos  lo cansé, al descuidarse  le pegué un puño en la parte donde se ubica el corazón, escuchándose un ruido parecido al producido por una persona cuando está defecando con síntomas  de diarrea, dejando en el ambiente un olor a poza séptica. El tipo cae de espaldas moviendo la tierra del golpe, la gente se le acerca y  le  toman el pulso  gritando. “Está vivo… está vivo”. Ya estaba amaneciendo, al parecer nadie  tenía sueño, las risas se escuchaban a tono muy bajo  irrumpiendo alguien que dice. “¡Estaba vivo viejo! pero, ¿de quién fue el peo, suyo o del otro?”. Le preguntan. “Hombre del otro, no ves que el individuo mordió la tierra con los puñetazos que le di”.  Macario se lubrica el gaznate con un trago y retomando  su feroz batalla hace alusión al destierro del hombre de la finca debido a la pena que le causó  la fuerte paliza. Al día siguiente se rumoraba en el pueblo sobre la causa del asesinato  de Horacio, algunos decían que el criminal volvería para hacerlo trizas al momento de enterrarlo,  otros hablaban de otra  historia. Todos especulaban sobre la verdadera razón de la trágica muerte. La tarde se mostraba triste había llegado el momento de dar cristiana sepultura al difunto. No se esperaría más al hijo que se encontraba a treinta horas del pueblo, se había internado desde muchos meses atrás en lo profundo de la serranía, donde tenía su finca. Seguir con el cuerpo en la casa podría ocasionar una epidemia, ya que no se conservó adecuadamente. Las personas que acompañaban el funeral   de    Horacio   hacían fila por el callejón  que los llevaría al cementerio del pueblo. Dentro de la multitud, lógicamente, se encontraba Macario, no podía faltar al último adiós de su compadre y amigo, como de costumbre, bien vestido a su lado iba Próspero, otro legendario amigo,  con su sombrero sabanero sobre su cabeza el que  sólo se quitaba cuando escuchaba el Himno Nacional o al irse a dormir. La romería era larga, las personas se fatigaban por  lo apretado de la situación. Los que iban atrás o en la cola de la muchedumbre se sorprenden al ver que el gentío que va al frente comienza  a  correr  afanosamente  atropellando  a los  demás, escuchándose un grito… “Ahí viene, corran… ahí viene, corran… corran”. A lo que Macario reacciona confundido mirando a la derecha de su cuerpo, logrando ver a    lo  lejos un   jinete sobre un caballo que se acercaba a la multitud, trayendo su  brazo    derecho izado   con   una    escopeta   aferrada a su mano. Macario empuja levemente a Próspero y éste le dice.  “Corramos compadre que ahí viene el asesino”. Próspero sobresaltado sacude su cabeza desesperadamente dejando volar su sombrero por el aire. Macario  cae a un charco untándose todo el cuerpo de lodo, al ponerse de pie para seguir corriendo, se le pierde un zapato, resbala  nuevamente partiéndose   la  cabeza y es pisoteado por la masa humana  que despavorida sólo es calmada por otro grito que dice. “Cálmense… cálmense… que no es nada… no es nada”. El causante de la  desbandada era el hijo del difunto, que desesperado por el  amor que le tenía a su padre venía de la finca apresuradamente para  verlo  por última vez, llegó acompañado por el mensajero y su escopeta para enfrentar las fieras que con frecuencia se encuentran en el camino de la serranía. Macario y mucha gente fueron llevados de urgencia al Hospital Municipal, algunos desmayados, otros con algún miembro de su cuerpo roto. El ataúd con el cuerpo quedó tirado en el camino,  unos pocos de sus dolientes quedaron cerca de él. Próspero lloraba su sombrero de trescientos mil pesos que quedó de no servir y de milagro no le ocurrió nada en su humanidad. A los días,  Macario estaba  en su casa bastante demacrado, con una venda en su cabeza que se   parecía a los turbantes que utilizan los árabes. Un grupo de muchachos del pueblo  fueron a visitarlo, preguntándole. “Bueno, señor Macario díganos en verdad  ¿qué fue lo que le pasó?, está bien que mucha gente se haya aterrado, pero usted no es fácil para dejarse  asustar”,  Macario con una sonrisa silenciosa y pícara,  balbuceando les dice. “Yo no corrí, lo que  pasó fue que algún gallina   me rozo y la velocidad que llevaba me tumbó o de lo contrario hoy estaría con el mismo brío que me caracteriza, si yo hubiese visto a ese tipo, lo espero,  le rompo la escopeta  en la cabeza y hasta ahí  problema. Gracias a Dios que no lo vi o de no el otro muerto es él”. Los jóvenes que visitaron al enfermo se retiran sonrientes,  complacidos con la curiosa respuesta de Macario. Copyright ©2008 Luis A. Aguilar P. Todos los derechos reservados.  
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LA TRAVESÍA
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... Y AÚN ASÍ, ERA FELIZ Su frágil cuerpo no se podía doblar al son de la música que bailaban, al momento de ir al compás del baile llamado cumbia. Todos los niños gozaban del baile que ellos acompañaban al unísono con la frase cumbia... cumbia… cumbia… El niño no pronunciaba bien la frase, al final del baile sus compañeritos, de entre cuatro y cinco años, con buen sentido del humor, comenzaron a llamarlo “cumbi… cumbi”. Era la forma como el niño interpretaba la frase que deberían decir al momento de ir bailando tan majestuosa danza. “Cumbi, cumbi”, era un niño que presentaba un marcado paso de la desnutrición en su cuerpo, su vientre bastante abultado le deformaba su angelical figura tornándolo taciturno, su nariz constantemente emanaba mocos,  él vivía alegre en su mundo, contento, como los pájaros surcando el cielo. La guardería infantil en la que pasaba todo el día era su espacio preferido. El columpio, los tubos con figura de tren y los diferentes juegos que se encontraban en el hogar de paso eran sus mejores amigos. Los niños, generalmente, jugaban juntos. “Cumbi, cumbi”, tenía un columpio  sólo para él, porque nadie quería tocar los juguetes que manoseaba. – ¡Uy, no, no!, ese es el columpio de “cumbi, cumbi”. Ese era casi a diario el decir de los demás niños. Un día, uno de los niños de la guardería irrumpió en llanto, motivado por una caída que se dio de uno de los columpios de la institución infantil. - ¿Qué pasó?. Preguntó una de las orientadoras que tenía a cargo el cuidado de los niños. – “Cumbi, cumbi” lo empujó. Si…si…si. Respondieron a coro los otros niños. La profesora le hizo un llamado de atención a “cumbi, cumbi”, haciéndole ver que no era buena idea pelearse con los amigos. “Cumbi, cumbi”, con la normal inocencia de un niño, quizás no entendió el por qué de la charla de su profesora, cuando se dirigió a él. Sin embargo, éste continúo alegre en el vaivén de su columpio. La guardería infantil organizó una fiesta e invitó a todos los padres o acudientes de los niños para que se integraran a ella. Con lo poco que se aportó decidieron hacerle a los niños un almuerzo especial y en medio de éste,  de pronto se escuchó un ruido parecido a cuando se desliza un dedo fuertemente sobre la superficie plana de un tambor, de esos que utilizan los músicos al momento de interpretar una pieza musical, a lo que reaccionaron los niños. -¡Seño, “cumbi, cumbi” se echó un peo!; ese “cumbi, cumbi” está es podri’o. Los padres de familia acompañaron la respuesta de los niños con una larga sonrisa. Los días transcurrían, los niños seguían en su  mundo de colores y sonrisas, admirando la naturaleza y disfrutando de la tranquilidad de la misma.   Un día cualquiera, pasó algo nunca visto en el hogar infantil, los niños comenzaron una revolución, en horas de la mañana había llovido y los niños jugaban con la tierra  mojada tirándoselas entre ellos. Todas las paredes de la institución infantil tomaron un color entre negro y marrón, la apariencia de los niños era la de los tradicionales puercos del carnaval, personas que untadas de barro salen a recorrer las calles para ensuciar a las otras personas. Las flores del jardín no terminaron su proceso natural por que los niños se apoderaron de ellas destruyendo su belleza, al final las orientadoras del jardín infantil se dieron cuenta del descomunal  desorden e inmediatamente  una de ellas preguntó con voz bastante fuerte. -¿a ver, a ver, dónde está Roberto?. Roberto era el verdadero nombre de “cumbi, cumbi”. Todas las profesoras y la directora del jardín infantil comenzaron a buscar a Roberto. –Búsquenlo, que por ahí debe estar escondido. –Él tuvo que ser el promotor de este desorden -dijo otra profesora-. La búsqueda de Roberto se convirtió en una prioridad y como no dio resultados, entonces se creyó que se las había ingeniado para volarse del hogar infantil, después de haber hecho sus fechorías, tomando como única solución ir a su casa. Al llegar a la humilde casa de Roberto, la mamá salió sorprendida, diciendo. -¡Qué bueno! profesora que haya venido a indagar por Roberto. -¿Cómo así? –Pregunta la profesora- si él estuvo en el jardín. –No puede ser señorita, porque él amaneció con fiebre y no se ha levantado de la estera. La profesora bastante sorprendida recapacitó y empezó a analizar la situación. Ya se aproximaba el fin de año,  al igual que los grados de los niños que se encontraban  en el hogar infantil y después irían a otra institución educativa a continuar con el preescolar. Pasados los días, llegó la fecha de  los grados.   Los niños estaban inquietos, incluso Roberto, quien apareció con un bonito atuendo y unos zapatos nuevos. Todo gracias al regalo de un padre de familia. Roberto arribó  acompañado de su madre y al ver a los niños sentados en orden y en el mismo lugar, tomó una silla  llevándola hasta el sitio en el cual estaban   esperando el llamado. Uno a uno los niños fueron pasando a recibir su diploma y un fuerte aplauso. Al final todos los niños pasaron, menos Roberto;  su mamá si supo la respuesta de tan ridícula actitud, era que Roberto o su acudiente le debía a la institución varios meses de las módicas sumas que legalmente por orden del mismo Estado, pagan los padres mensualmente por la atención de sus hijos. Roberto no sintió quizás la tristeza de su madre, ya que con una amplia sonrisa abrazó a sus amiguitos y a sus profesoras, notándose  por primera vez en él su hermosa sonrisa, pero no se percató de la gran frustración que causó en aquellos que no se acordaron de él.
América Latina,  esa parte del mundo que al igual que el África, muchos quieren que no llegue a despegar totalmente, en ella se encuentra Colombia, ese país cargado de riquezas minerales que es apetecido por la inversión extranjera por las dádivas que aquí se les ofrece; para que supuestamente hagan más prospera a Colombia, con la generación de ganancias y   puestos de trabajo para nuestra gente. Últimamente se ha creado en nuestro país, Colombia, un temblor especulador, por parte de los industriales del país y de los economistas que están a disposición de darle credibilidad a las afirmaciones de los que ostentan el poder económico en el país, todo por la reacción del Señor presidente de la República Juan Manuel Santos, de retomar la discusión del porcentaje de aumento del salario mínimo cuando no funcionó el dialogo entre los gremios de la industria y la clase obrera, decretándose un aumento en el salario mínimo de 3, 4 por ciento para el 2011. Pocos días después tomó la decisión de elevarlo al 4 por ciento, ya que la inflación del año anterior termino en una cifra más alta que la que se esperaba; es decir 3, 17 por ciento. Con un sentido de profundo carácter de analista curtido en la materia, el presidente Santos, propuso un aumento del 4 por ciento, lo que no sabemos si es propio de un artista del teatro  antiguo o la razón de ser justo, al menos un poquito más. Por ello seguirá reinando la falta de equidad en nuestro país, cuando se dan iniciativas para consolidar pasos que procuren buscar la igualdad, es entonces que se generan conceptos que infunden temores en un descalabro económico en el país, temores creados por los que siempre se han beneficiado del trabajo mal pago de la clase obrera. No se analiza, las alzas desmesuradas que se suceden en los diferentes servicios y productos al consumidor, alzas que generan un efecto dómino y derriba totalmente el aumento del salario mínimo. A lo contrario de la Brasil de Lula  quien en ocho años, los sueldos subieron 200 por ciento facilitándose la capacidad de compra de los trabajadores, mientras que aquí no, aquí se aniquila a la clase media se reprime totalmente y luego no es generadora de desarrollo económico. Lógicamente Brasil es un país mucho más fuerte económicamente con respecto a Colombia; pero los buenos ejemplos es necesario ponerlos en práctica. En Colombia todo se quiere solucionar haciéndole reformas a nuestra constitución y desmontando las contribuciones de las grandes empresas al Estado, entonces ahí, salen los empresarios nuestros y extranjeros a decir que es una buena u excelente opción. Haciéndonos la idea que gobernar a un país con masivas reformas a nuestra Constitución Nacional es sumamente fácil, si porque lo difícil sería poner en prácticas medidas que generen verdadero bienestar social y crecimiento económico tanto en la clase obrera, como Al país. Es romperse la cabeza pensando demasiado en cómo darle soluciones a un problema que tenemos más de cincuenta años, hace falta mucha, pero mucha falta de voluntad de nuestros gobernantes brindarle un poquito de proyección al obrero colombiano, obteniéndose un país verdaderamente prospero con pocas brechas sociales.
Eran las cuatro y treinta de la tarde, el silencio se hacía sentir en el espacio del cementerio municipal. Clotilde Fonseca como de costumbre se encontraba visitando la tumba de su madre, estaba sola, “quién le iba a temer a un ser ya muerto”, esa era la idea que Clotilde se había formado y por ello casi siempre llegaba sola a visitar el  campo santo. Estaba rezando,  de pronto escucha un quejido muy extraño; como  alguien sufriendo algún dolor en particular. …Uumms… uumms… uumms… Clotilde se quedó observando para todos los lados, no vio nada que le causara  impresión y seguía escuchando el quejido. Tenía siete años de estar visitando el cementerio todos los domingos en la tarde y nunca había escuchado algo semejante, pensó ella. Sin esperar más y dejando el rezo sin terminar corrió desesperadamente, llevando consigo el susto que empezaba a ocasionarle  la ida al cementerio. La semana transcurría, al llegar el domingo, Clotilde asistió, pero esta vez lo hizo  acompañada de una amiga y el novio de esta última. Eran las cuatro y treinta de la tarde; Clotilde les comentó a sus amigos lo sucedido el domingo anterior,  decidiendo ellos acompañarla y mitigar así  el miedo que ella empezaba a sentir. Todo continuaba normal,  llegó el momento en que empezaron a escuchar ruidos, parecidos al que se produce al limpiar un piso. Por un momento, dejaron de escuchar la causa de su impresión,  luego oyeron el mismo gemido del que les había hablado Clotilde. …Uumms… uumms… uumms… Cada vez lo escuchaban más profundo y les daba la sensación de ser un lamento pasional, un poco meloso. Salieron de la abstracción  y expresaron “Corramos que esa debe ser algún alma que está en pena. Vamos… vamos…”. Rosa Marín, era una señora de unos cuarenta y dos años de edad, muy bien formada y conservada, bella, sumamente hermosa, alta, con piernas bien talladas, un cuerpo excepcional, unos senos que todavía conservaban su resistencia, su rostro no era el más lindo, pero si aceptable,  ojos negros, su pelo era  lacio y largo. Estaba casada con Don Fermín Fontibón, hombre de negocios  agrícolas, propietario de la mejor hacienda del pueblo y su región, todo el tiempo se lo dedicaba a ella, a su hacienda. Era lunes,  Doña Rosa Marín se encontraba atendiendo el almacén de su propiedad ubicado en su misma casa, ya que era amplia. Estando despachando  escuchó a uno de los clientes que decía a otra persona. “Sabes lo que está sucediendo en el pueblo, está saliendo un fantasma, se manifiesta con una especie de  clamor recorriendo todo el cementerio”. Doña Rosa,  queriendo entrar en la conversación preguntó. “¿Han visto algo o sólo escuchan los quejidos?”. “Sí…”. Al oír el sí Doña Rosa se estremeció de susto y repentinamente  su rostro cambió de color; pero al instante se calmó cuando el interlocutor continuó diciendo. “Únicamente se escuchan los sonidos, mas  no se  ha visto nada”. “¡Ay!, menos mal porque yo a esos fantasma los cojo como de mal presentimiento en el pueblo”. Argumentó Doña Rosa.  Don Fermín y Doña Rosa estaban casados desde hacía quince años, no tenían hijos, Don Fermín era un señor de bastante edad, parecía tener unos setenta y cinco años. Desde tempranas horas del día se iba para su hacienda,  regresando en la noche a su casa, bastante agotado; mientras que su esposa se dedicaba a la atención del almacén. Al almacén de los Fontibón Marín llegaban muchos clientes por ser el mejor surtido del pueblo. Esporádicamente unos muchachos entre los diecinueve y veinte años, llegaban al almacén. Un día cualquiera uno de los jóvenes llamado César llegó hasta el almacén de Doña Rosa y le dijo sonrientemente: “buenos días Doña Rosa, aquí vengo por  mi paga” a lo que ésta le respondió. “Sí, como no, toma, son cincuenta mil pesos y espero que continúes con el trabajito”. “Cuando quiera Doña rosa”. Finalizó diciendo el muchacho. Escenas como la anterior eran frecuentes en el almacén.   Era de noche, aproximadamente las ocho. Don Fermín llegaba de su hacienda como de costumbre: cansado. Se bañó y se dispuso a dormir, a las nueve  su esposa  hizo lo mismo, Doña Rosa estaba un poco molesta,  su esposo cada vez que venía de sus labores no le prestaba atención, no le demostraba cariño y eso la tenía preocupada; los ojos de Doña Rosa se  invadieron de lágrimas por esa amarga verdad, la perturbada dama se quedó dormida bajo el recuerdo de su inmensa soledad. Una  de esas tantas tardes  de sobresaltos y espantos,  uno de los visitantes del cementerio, no se dejó vencer por aquel quejido que empezó a escuchar y fue así como se dispuso  cazar o buscar el origen del mismo. Y  se llevó tamaña sorpresa  cuando vio a Doña Rosa entregándose en cuerpo y alma a un muchacho de unos veinte años. A la vez, ella dejaba escapar suspiros de pasión que  hacían eco en medio del silencioso cementerio. Doña Rosa y el muchacho no se percataron del que los estaba espiando, quien se dispuso  llamar a casi medio pueblo para que vieran la penosa escena y uno a uno silenciosamente se acercaron al lecho de pavimento en donde Rosa y el joven disfrutaban de sus encantos.  Cuando todos se extasiaron de mirar, gritaron. “¡Con que usted Doña Rosa, era el fantasma!”. Doña Rosa se sorprendió, notando que  los ojos de hombres, mujeres y niños  se posaban  sobre su persona y amante. La dama  sumida en una pena profunda, salió corriendo del cementerio. Aún desnuda atravesó las calles para llegar a su casa y dispararse un tiro que le perforó las sienes. En la mañana del día siguiente. Don Fermín gritaba. “¡Rosa, Rosa… Rosa!. Caramba mujer despierta que se hace tarde, parece que estuvieras en el sueño eterno”. Doña Rosa se despierta azorada con su cuerpo húmedo por el sudor y poniéndose las manos sobre su cabeza, acompañada por  un semblante de angustia en su rostro se reprocha. “¡Aay! Gracias a Dios por permitir que solo haya sido, una horrible pesadilla”.    
A LOS QUE A DIARIO O DE VEZ EN CUANDO LEEN MIS ESCRITOS Y A TODA A QUELLA PERSONA QUE ME CONSIDERE OPORTUNA PARA SE LEIDO; LES DESEO LOS MEJORES MOMENTOS DE LA VIDA, QUE DIOS TDO PODEROSO DERRÁME INFINITAS BENDICIONES SOBRE SU SER Y DEMÁS FAMILIARES. QUE LO QUE FALTA DE ESTE 2010 Y LO QUE VIENE DEL 2011, TODOS, TODOS ESTEN PROTEGIDOS POR LA MIRADA PIADOSA DE DIOS. QUE MI DIOS LOS GUARDE...
Una de las dolencias de nuestra querida patria son las consecuencias que se han desprendido de nefastos sucesos que tienen que ver con la paz de Colombia. Esos desaciertos son producto de la violencia generada por el deseo de alcanzar una equidad social entre nosotros mismos. Es así que han surgido grupos al margen de la ley, en algunos momentos  con fines de lograr lo que el Estado no ha podido hacer realidad;  por carecer de políticas efectivas que contribuyen a una mejor vida, en lo referente a lo económico, social, cultural y de armonía entre todos nosotros y otra veces por la mala intención al momento de administrar justicia social por algunos entes del Estado  y privados recurriendo a mañas que permiten disponer de recursos que están orientados al bienestar de la gente y lo toman a favor de causas particulares, que no colman la realidad de sus funciones. Y  para hacer cumplir la ley se tiene que recurrir a medios que garanticen nuestros derechos; como por ejemplo, apelar a una acción de tutela para que una empresa prestadora de servicios de salud haga efectiva la entrega de un medicamento o la autorización para un tratamiento de urgencia en un paciente.   Cuando la mayoría de nosotros los ciudadanos de Colombia tengamos la firme convicción de empezar por nosotros mismo a poner un granito de paz que permita edificar una razón civil que salve guarde la esencia de armonía, es en verdad el camino para que la gran mayoría se vea comprometida a la generación de cambios reales y justos. Aquí, el que tiene donde laborar y obtiene un sueldo, el que tiene una empresa exitosa, el que tiene una familia bien fundamentada, por lo general  no se acuerda del que no tiene nada, y es ahí en donde empieza a debilitarse un eslabón fuerte de una sociedad aparentemente auto suficiente.   La muerte del "mono jojoy" se convirtió en la alegría de muchos ciudadanos Colombianos y extranjeros, por estar relacionado con la muerte o generador de desgracias; es apenas lógico que no debemos alegrarnos del mal ajeno, pero esa actitud de contento quizás es muestra del peso nefasto que nos quitamos los Colombianos de encima debido a la sed de paz que tenemos. Ya la gran mayoría de las personas hemos entendido sobre la necesidad de recurrir al diálogo o a maneras más justas de lograr solucionar los problemas; ahora, la Constitución de 1991 nos ha permitido las armas legales que nos encausan a un bien de paz y a la defensa de nuestros derechos. Ya está demostrado que a través de las armas no alcanzaremos la paz y si se alcanza es a razón de grandes costos sociales y la violación de los derechos humanos. Pero aún algunos  acartonados sabios, nos quieren quitar o reformar esas mismas figuras legales que se le concedió al pueblo para hacer valer su derecho, gracias a Dios que hasta el momento no ha tenido piso en nuestro Congreso de la República la idea de quitarle fuerzas a la acción de tutela; si ocurre tal disparate, es propio de los que se confabulan a favor de que persista en nuestro país las desigualdades y detrás de ellas seguirán viniendo más desgracias que nos llevarían a un nuevo caos Institucional.   Tenemos que entender que la paz no se logrará solo acabando a los generadores de conflictos y zozobras, también hace falta acabar con la corrupción  y con los agentes del mal que día a día se inventan formulas mágicas para acaparar el poder y someter a los pueblos a la ignominia, para después burlarse de la ceguera del mismo Estado.   Ser justos, y leales; desde la escuela o academia es el camino que debemos seguir para encontrar los argumentos que nos permitan vencer los obstáculos. Somos humanos ello incide en cometer errores, los mismos que podemos corregir para hacer el bien a todos y buscar los medios efectivos que le permita a nuestro País la grandeza y el desarrollo que nos merecemos, como gente de bien, y que el mundo comprenda que tenemos males y cura; agregada al afán infinito de poder cambiar; muestra de eso es el aporte científico del Dr Manuel Elkin Patarroyo y su vacuna contra la malaria, Gabriel García Marquéz con su aporte a la literatura, Shakira y la música entre otros. Entonces es hora de pensar que si somos capaces de grandes soluciones y es entonces cuando   podemos decir que la paz de Colombia está al alcance de todos.        
Tu arrullo...penetró el silencio... del ensimismohaciendo realidad la ilusiónde llegar a ti, vestido de cariño. Tú presenciaes el lleno total en la estanciadel sentimiento nato de mi serensanchado en alegría. Eres inmensidad...que llena mis manos de fiesta,para regresar a ti y untarte de pasión. Estallando...el momento febril del afecto,siendo felices ...en las alas del amor.
Una botella de aguardiente, una revista sensacionalista vieja, un libro de García Márquez, una caja de cigarrillo, una de fósforos, más unos lentejuelos. Todo eso se encontraba esparcido en el suelo, en un determinado sitio del patio de Don Eugenio Díez. Dos árboles servían de soporte a la hamaca que resistía el pesado cuerpo de Don Eugenio, -como le llamaban en el pueblo-   quien después de haber estado enrolado en la política por más de cuarenta años, ahora se dedicaba a dormir en el patio de su hermosa casa con amplios y bien cuidados jardines, en donde los salones estaban decorados con hermosos cuadros originales de Botero, esculturas de Arenas Betancur,  costosas alfombras y pisos de granito perfilado. Ahí, en su mansión de paredes pulidas con mármol se encontraba disfrutando del descanso absoluto, contemplando los árboles de su patio, como tratando de encontrar la realidad de su vida o quién sabe qué.   Estaba casi dormido, de pronto de su hamaca dejó caer su brazo derecho y su mano ciega empezó a buscar algo, hasta que al fin encontró su objetivo que era la botella de aguardiente, la cogió, la destapó y se la paró, tomando un trago grande en honor a Baco. Sí, todos sus tragos se los tomaba en honor a él, jamás lo hacía en homenaje a alguien más, quizás porque tendría una gran obsesión por la bebida embriagadora o tal vez para no brindar por ningún mortal huevón, como solía decir. Las tinieblas de la noche se estaban apoderando del espacio. Don Eugenio Díez, un tipo de setenta y cinco años, bastante obeso,  con cara de marrano gordo, de voz firme y ojos pícaros, apoyándose en su resistente hamaca, se puso de pie  dispuesto a continuar con su normal rutina.  El descanso consistía en comerse dos pollos asados con papas cocidas, plátano amarillo y un buen jugo de piña, siendo esa su habitual cena, después se iría a entretenerse viendo televisión o  continuar durmiendo.   Al día siguiente  -como todos los días- Don Eugenio seguía con su secuencia de vida, disfrutando de las comodidades de su vejez, obtenidas gracias a sus esfuerzos como político. En medio de su relax, empezó con sus pensamientos profundos en los que se decía muchas cosas.             -¡Ay! Tiempos aquellos… cuando empecé mi carrera de político, sin ella yo no tendría ahora  buen roce social, buena comida, buena casa, buen billete y mis hijos no se encontrarían estudiando en los mejores colegios y universidades de la capital del país,  todo a costa de mi carrera, pero; ¡Para eso es el poder!.   …- Que tristeza me da al pensar en mi compadre Gaspar, ése es un tonto de punta a   punta, sí,  fue concejal por más de seis veces,  alcalde en cinco oportunidades,  gobernador en tres    ocasiones y    hoy   día vive a expensas de  sus  amigos.  Bueno,… yo tengo que darle todos los meses para que subsista, porque    el     pobre   no   aprovechó    la política siquiera para estudiar por correspondencia y sus  tres hijos,   de bachilleres   académicos   no han pasado, como que les gusta más la política   tonta   del  papá,  que el propio estudio.  ¡Caramba!, yo no sé qué le pasó a mi compadre, la tuvo todita y hoy no tiene un carajo…  lo que sí dejó el hombre  fue  buenas  obras  de  progreso  para  este pueblo, buen hospital, buenos colegios, buenos servicios…¡Ah! y el respeto del pueblo,  aunque  yo   después  de  todo   también lo tengo, ¿para qué le ha servido toda esa vaina a él?. A pesar de que estuvimos   juntos   en la política y  que yo solamente fui concejal tres veces, alcalde dos   y  gobernador   una vez, el tipo no aprendió nada de mí. Hombre compadre  mejor le    sigo   diciendo ¡Pendejo! Pa´ no decirle otra vaina.   ¡Ay! cosas de la vida, que gratos recuerdos me traen, por ejemplo, aquellos cincuenta millones de pesos que me dieron en mi primera administración de Alcalde, para hacer la represa con la que se evitarían las inundaciones del pueblo. Bueno, aunque mi administración hizo la represa, jums…pero se duró más en hacerla que en destruirse, je,je. En fin, si el pueblo se inunda por completo entonces me iré a vivir a una de las casas que tengo en la capital.   Cómo olvidar aquella ocasión en la que  me dieron quince millones de pesos para que durante  mi administración permitiera un centro de acopio en el corregimiento de la Ye, de una empresa que manipulaba minerales contaminantes. Centro de acopio que contaminaría a más de medio pueblo, en donde yo casi no iba y ahora que estoy viejo menos voy. Aunque yo sólo no goberné, conmigo les fue bien a muchas personas, ya que en política casi no se puede gobernar con autonomía absoluta.   …-Hombre vida, tú si me has tratado bien y para completar tengo muy buenos amigos parlamentarios, ministros, gobernadores, que me ayudan mucho con el clientelismo. Ahora pienso enrolar a mi hijo Alberto en este maravilloso mundo  de la política, al término de su carrera  profesional continuará con la mejor de todas, la política, ¡Pa’que haga plata, carajo!.   Mi compadre Gaspar también tiene sus amigos influyentes,  no los aprovecha como debe ser, en cambio los tiene en cuenta para bien del pueblo. Ahí si los   molesta, pidiéndoles  que le den para la carretera, el hospital, acueducto y quién sabe cuánto más.   ¡Carajo…! mi compadre Gaspar si se desvive por este pueblo y el pueblo  no sabe diferenciar, para ellos todos somos la misma vaina.   Estando Don Eugenio monologando llegó su compadre Gaspar, sacándolo de su ensimismamiento.    –Hola compadre, ¿qué tanto piensa hombre, o es que todavía se queja?. A lo que Don Eugenio dijo.   -¡Nooo! Compadre, yo no tengo  por qué preocuparme, así como estoy me siento bien, aquí estoy más que todo   descansando del  trajinar diario, ¡Como buen político, claro  está!.   -Eso está bien. -Dijo Don Gaspar-  Compadre, léase la obra El Príncipe, de Maquiavelo,  creo que eso le ayudaría  a sentirse mejor.   -¡No, compadre! -respondió Don Eugenio-   esa ya me la leí, pero ahora que usted me recomienda ese libro, déjeme sugerirle uno que creo es el que le falta a usted para continuar siendo una gran persona con una buena calidad humana, compadre léase  Emilio, de Rosseau  -don Gaspar con una sonrisa a flor de labios  cordialmente respondió-                                                    -¡Gracias, compadre! ¡Gracias! creo que me lo voy a leer.   Eran aseveraciones que ambos personajes    se hacían, quizás a manera de indirectas, pero objetivas.                                                   -Bueno compadre -dijo Don Eugenio- ¿y qué lo trae por aquí? por que usted no viene aquí a perder el tiempo, usted siempre que viene hablar conmigo trae un manojo de cartas, como queriendo hacer las mismas maromas que hacen los tahúres con ellas. -A lo que  Don Gaspar responde-   -Sí compadre, usted tiene la razón, pues fíjese que hace unos minutos me llamó el senador Castellanos, para proponer mi nombre como candidato al Senado de la República en las próximas elecciones.   ...Don Eugenio se  sobresaltó tanto que casi se cae de la hamaca que sostenía su pesado cuerpo. -¡Cómo va ser hombre! y  usted ¿qué le respondió?.   -Pues, yo le dije que sí, que aceptaba y desde la próxima semana empezaremos a planificar todo. Creo que ahora de verdad, yo de Senador voy a darle a mi pueblo y a la región la grandeza que se merece, porque estando ahí vendrán cosas buenas y más progreso, ¡Compadre, téngalo por seguro!.   Mientras tanto, Don Eugenio continuó con sus pensamientos. -¡Ay! compadre, usted con sus vainas, a usted lo hicieron fue para servir, un ángel le queda pequeño. Bueno después de todo ese es problema suyo compadre, continúe haciendo su política que yo me quedo con lo que ella me produjo.   Al cabo de los años, el pueblo se sintió bien correspondido por los proyectos y gestiones del único Senador que ha tenido en su historia. Habían solucionado los problemas de inundaciones y otras significativas obras estaban en proceso de hacerse realidad.          
  Dormidos están los sueños de prósperos días, sueños  que se aferran a la realidad, días que viven en los sueños. Dormidos están los sueños, que se gestan (en encuentros de amor), crecen intrépidos ante el futuro, escuchan, sienten y gozan en la oscuridad dulce del vientre materno. Y se hacen luz de gozo, sonrisas. Frágil son sus minutos, horas y primeros años, ojos celosos custodian su latir hasta hacer realidad la esencia de lo que es, su ser de ser.        
  UN HOMENAJE A LOS ABORÍGENES DE AMÉRICA, A LA CULTURA QUE JAMÁS LOS EUROPEOS SE LA IMAGINARON, DESTRUYERON Y SAQUEARON.   Era grande y señorial de tribus buscando un sitial.   Del soplo natural emergió ¡Raudo y despierto!, erigiendo canales de encuentro con semejantes.   Su fe de luna y sol como dioses confió dádivas de dorado legó, concibiendo su esperanza espiritual.   Eran Aztecas, Mayas, Incas matizados con fervor, a la tierra el sudor entregó en ella una cultura trazó.   ¡Irrumpiendo! los grandes navíos en las costas, él intruso estacionó para tomar lo ajeno, imponiendo con fuerza bruta su razón.   Del aborigen un resentimiento surgió y con su vertiginosa arma, mensajera de muerte, el  viento rompe, clavando su punta en la carne del extraño, que su tierra pisó.   Un pueblo sin designio de maldad, de castigo por su férreo instinto de defensa ¡Con su sometimiento pagó!.      
UN PUEBLO
Autor: Luis Alcides Aguilar  605 Lecturas
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  Cuento breve.    Una tarde  canicular, en una casa humilde, un señor intentaba quitarse un don preciado, ansiado en momentos de enfermedad por unos y poco común aborrecido por otros.   …Cogió un  asiento, se subió en él, colocó una correa ajustándola en la baja tiranta del techo de su casa, le hizo un nudo,…después  acercó su cuello a ella, viendo su resultado, lo deshizo y se quedó pensativo…nuevamente se subió sobre el taburete  metió el cuello en el lazo corredizo de la correa, quitando magistralmente el apoyo que el asiento le brindaba… Al parecer no era su día de suerte, la correa estaba muy podrida y no resistió el peso de su cuerpo, quedando adolorido por la fuerte caída, alejando de su mente por ese momento, una macabra idea.   A los pocos días, por las calles del pueblo, causó sorpresa una extraña invitación que el mismo señor hacía a conocidos y no conocidos.   “Lo invito mañana a mi velorio”, así decía. “Vea que no vaya a faltar”. “Oiga amigo, lo invito a mi entierro; vaya porque si no va, le jalo el dedo grande del pie”.   Actitud que más que preocupación causaba risas entre la gente. Al día siguiente el pueblo estaba conmovido por la decisión fatal de un señor… Ese día hizo presencia la suerte por alcanzar su objetivo, ya que la soga resultó más resistente que la correa.            
                            NOSTALGIA   Lágrima silenciosa, llanto ahogado en el recuerdo. Lapso que arruga la piel, envolviendo la simiente del pasado, que declinando triste recorre sin descanso caminos demarcados. Encanto tierno del espíritu que vive en la ansiedad latente de vigor y esperanza. Luz de parecer perpetuo, cuyo fulgor no alcanza el final, pero intuye con ansia velos destellos de melancolía queriendo volver a vivir lo bello cual tesoro guardado.  
NOSTALGÍA.
Autor: Luis Alcides Aguilar  565 Lecturas
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EL SECRETO DE ISAÍAS Era un día de más de tantos que transcurrían en el pueblo, acompañado por un sol que quería cocinar a la gente y como dicen nuestros viejos con la mano mala. Penélope, una joven que vivía con un muchacho de su misma edad, diecinueve años, se encontraba acurrucada en el regazo de su amado, dándole ambos rienda sueltas a sus imaginaciones. Concentrados en lo duro que estaban los días, mediante los cuales no habían logrado alcanzar los objetivos propuestos y mejorar así un poco sus vidas. Penélope y el marido se dedicaban al cultivo de maíz, yuca, patilla; pero este año fue cruel con ellos. Todas las cosechas resultaron un total fracaso, sufriendo ahora el acoso constante de las personas a las que debían dinero, crédito  que obtuvieron ellos pensando en pagar con los resultados de la cosecha. Desde hacía mucho tiempo, al pueblo había llegado un muchacho llamado Marcos, buena gente no tenía oficio definido, de ahí que siempre se rebuscaba haciendo trabajos de jardinería, vaquería, zapatería y otros que le permitían ganar lo suficiente para sobre vivir. Marcos vivía encasa de Penélope, quien un día agradeciéndole un favor que él le hiciera, le permitió que durmiera en la cocina de la casa; una construcción de ubicada en el patio de la casa, de barro y palma. Él con lo poco que ganaba de vez en cuando le ayudaba a Penélope con dinero, logrando solucionar en ocasiones los apuros de alimentación. Una mañana, Penélope despertó sorprendida, había tenido un pesadilla en donde invocaba a un espíritu; hablaba con él y este le respondía todo lo que le preguntaba. Ella le comentó al marido lo soñado y éste también sorprendido dejó escapar una sonrisa de entusiasmo. De un momento a otro el pueblo cambió de ambiente y todo por la presencia de una espiritista. A la casa de Penélope llegaban a cada momento personas de los pueblos cercanos; enfermos, novios, ilusionados, todos queriendo saber su futura o descubrir lo desconocido. Desde el momento en que Penélope tuvo el sueño, todo empezó a cambiar para ella, el marido y Marcos, ahora las cosas eran diferentes estaban bien económicamente y con grandes proyectos. Penélope como espiritista era todo un éxito ya que todos se sentían bien respondidos, algunos regresaban a dar fe de los resultados. El progreso de Penélope era notable, para asegurar y aprovechar ese buen momento de su vida, decidió comprar una casa y olvidarse de los malos tiempos; con lo mucho que ganaba  podía vivir cómodamente. Un día llegó a consulta un señor bastante alto, robusto, color negro, ojos de fuego; sobre su cabeza reposaba un sombrero sabanero, una mochila de fique sobre su hombro derecho, su aliento dejaba escapar un fuerte olor a tabaco. El señor preguntó qué si ella era Penélope, a lo que ésta respondió afirmativamente, Penélope, atendió al señor no como a un cliente más, este le causo gran impresión ya que el pedido era invocar a un tío que en tiempos pasados peleó con el diablo; ya habían tenido dos enfrentamientos y para lograr vencerlo en el tercer encuentro, necesitaba conocer el tercer secreto. El señor le dijo a Penélope que si lograba obtener que su difunto tío Isaías, le revelara el tercer secreto; él en pago le daría la mitad de su finca con varias hectáreas sembradas y un poco de dinero.  Penélope pensó que además de todo lo ocurrido ésta era la gran oportunidad de su vida y decidió aceptar la propuesta sin medir las consecuencias. En la segunda sesión de espiritismo, Penélope tampoco logró su objetivo en hacer hablar al espíritu de Isaías. Penélope y Marcos se encontraban de pelea por diferencias de ideas y dinero, Marcos no quería seguir prestándose para los actos sinvergüenzas de Penélope; ya que Marcos era el dueño de la voz que salía como si fuese de ultratumba, al momento de Penélope consumar los actos ante el supuesto espíritu, Marcos lograba expresar una voz tétrica lo que hacía con ayuda  de un recipiente plástico y grande, el que fue perforado con pequeños orificios. Al momento de llegar su intervención, Marcos se introducía  dentro del recipiente y tapando la boca del mismo, procedía a balbucear  palabras que se escapaban por los pequeños huecos y todo parecía como si fuese realidad. Penélope no logró convencer a Marcos para seguir con el trabajo; pero ella no queriendo dejar ir lo que consideró su máxima oportunidad continúo fingiéndole a su cliente. Al día siguiente, Marcos  a un seguía su pelea con su socia, a lo que Penélope no le dio importancia y haciendo alarde de sus capacidades le dijo al cliente que el espíritu a invocar era difícil y que hoy venía a las buenas o a las malas. Era la tercera sesión, Penélope inició como de costumbre, pero en el transcurso de sus normales apariencias fue perdiendo el control de su conciencia, ella trató de zafarse  de la fuerza interior que se iba apoderando lentamente de su ser, pero todo fue en vano, al cabo de3 algunos minutos su voz cambió por completo y se empezaron a escuchar frases que contenían un mensaje, era el tercer secreto. Al recibir lo pedido, el señor cumplió lo prometido a Penélope. Al término de seis meses se rumoró en todo el pueblo la pelea que un señor del pueblo vecino realizó con el diablo logrando derrotarlo. En el transcurso de esos seis meses Penélope sintió pasos pesados y continuos en su casa, además tenía constantes visiones en las que un personaje extraño le pedía olvidar para siempre el tercer secreto, el que a pesar de su inconsciencia al momento de su revelación le quedo grabado en la mente como una obsesión, de lo contrario perderían sus almas Penélope el marido y Marcos. Desesperada, Penélope recorre todos los pueblos del Cesar, la Guajira y otros, buscando a alguien, un brujo que le ayudara  olvidar el nefasto secreto. Su fortuna se agoto en su afán de salvación. Al cumplirse los doce meses de la revelación del secreto, en una noche bastante tenebrosa,  los perros de todo el pueblo empezaron  aullar de manera hostigosa, los árboles a moverse en un vaivén burlón, las gallinas a cantar como gallos, todo parecía el fin del mundo. De repente al pueblo entró un torbellino, llevándose en un santiamén los cuerpos de Marcos, Penélope y su marido, regresándolos después en forma estrepitosa y sin vidas.
  En un país diferente  donde la legislación le permite al docente el libre ejercicio de la política de elegir y ser elegido, el radio de acción de dicho ejercicio es sin lugar a dudas, el escenario perfecto para tomar partido en las decisiones más importantes de esa Nación.   “El bolillo de amasar ideologías”. Fue la idea que Juan precisó de una lectura que  hacía a uno de los anexos del periódico. Juan era un profesor de tiempo completo, de esos que por mucho que descanse tienen el afán de seguir esculcando, como queriendo encontrar la realidad de las cosas. Tenía veintidós  años de trabajo docente, era un profesor con todas las garantías, tanto que sus alumnos daban muestra de su entereza y el amor al arte, en lo que muchos no creen,  también era amante de vivir bien. Amaba su trabajo y lo respetaba, decía que gracias a él comía, por eso, era un cumplido en todo lo amplio de la expresión.   “El bolillo de amasar ideología”,  un principio de represión que el profesor comparó con el gobierno  de su país, era la sorpresa en un pensamiento íntimo que se hacía uno de dos niños, en una tira cómica, cuando vieron a un policía que ceñido a la altura de la cadera llevaba un bolillo, los niños en su raciocinio intrínseco quedaron perplejos observando el bolillo.   Era día laboral, el profesor como de costumbre llegó a su colegio, causándole curiosidad una reunión informal que en el momento hacían varios de sus colegas en  los pasillos del plantel. El  educador los sorprende diciéndoles. -¡Ajá! ¿y qué comenta el “condumio”? -Lo que causó risas entre sus compañeros, respondiendo uno de ellos-   -No, la vaina es que el Presidente con el “condumio” de sus Ministros se las trae para jodernos y a nosotros lo que nos preocupa es que este es el fin del mundo; como dijo el compañero del sindicato.   Esa actitud de preocupación también daba vueltas en la cabeza del profesor Juan. – ¿Pero tú por qué estas preocupado? -pregunta Juan a  su compañero. -No asistes a ninguna de las asambleas convocadas por el sindicato, por eso es que me sorprendes, nos diste a entender que este proceso a  te importa un bledo.   -Mierda... Gritaron al unísono los demás profesores al escuchar la crítica que Juan  hace. La actitud del criticado fue de inseguridad reconociendo que Juan tenía razón y argumentando, dijo. –Pero que arreglaríamos nosotros acá en el pueblo si el sindicato estaba a tono con la causa, además, no estoy de acuerdo con estos sindicatos que casi siempre nos cogen de mazo para golpear, mientras que los demás sectores obreros del país no entran en paro,  nosotros solos,  tenemos que enfrentar las causas que también son las de ellos.   -Por eso es que estamos jodidos. Exclamó Juan. –Mientras el magisterio no esté unido siempre estaremos en declive, mientras sigamos siendo reaccionarios e independizados para batallar las posiciones sindicalistas y rojos, azules y amarillos para entrar a los procesos políticos tradicionales del país, siempre vamos estar jodidos. Rinnnng… Rinnnng…   Los profesores que conversaban fueron avisados por el timbre de la entrada a sus labores y al despedirse uno de ellos con buen humor manifestó. –Bueno se acabó el “tertuleo”…   Terminada la jornada laboral, Juan se encontraba en su casa en horas de la noche,  en su cabeza daba vueltas el diálogo que había leído en la mañana. Así como él se encontraba pensativo, otros compañeros de labor  constantemente discutían la última propuesta del gobierno referente a políticas neoliberales y otros aspectos, aunque algunos profesores tenían en mente a los sindicalistas, diciendo que el sindicato le faltaba beligerancia y un poco más de carácter.   Esa  preocupación se hacía cada vez más hostigosa y belicosa. Pero así mismo, había algunos que no les preocupaba tanto los manejos que el gobierno ponía en práctica y se limitaban a estar dispuestos a enfrentar la realidad.   Juan y el grupo de sus compañeros  a diario se reunían con el fin de concebir una idea que permitiera jugarle al gobierno, a la clase política del país, con la misma carta.   Concentrado un grupo grueso de profesores en una de las acostumbradas reuniones informales del  gremio, Juan proponía.   -Bueno… se supone que somos trescientos mil y pico de docentes en todo el país.  Nada más aquí en el municipio somos doscientos cincuenta maestros aproximadamente, por lo visto, nosotros después  que estemos unidos podríamos tener representación en el concejo municipal,  hasta se lograría proponer candidato a la Alcaldía, lógicamente, si estamos unidos.   -Claro… Responde uno de los presentes. –Si la experiencia ha demostrado que siempre hemos estado enfrentados a un sistema  a favor de su propio desarrollo, nosotros  no tenemos otra alternativa que además de todo nos convirtamos en un movimiento político que baile al mismo son del sistema para ganar y defender nuestros derechos.   -Ajá… Riposta Juan. – El problema es que nosotros los profesores no nos ponemos de a cuerdo ni si nos aprietan las huevas… y ésta es la propuesta que deberíamos plantearle al sindicato departamental para que se siga exponiendo a nivel de todo el país.   Pasados los meses y los años, la propuesta fue trazada, iniciándose desde un punto de vista estratégico.  La   mayoría    de  profesores   estaban   conscientes      que   la única  forma de  tener voz y voto en un proceso duro de triunfar, era a través de un fundamento político  disciplinado. Hasta el momento los procesos locales del magisterio tenían la mayoría de concejales y a nivel departamental un significativo número de diputados. Al parecer la idea iba madurando, por que la próxima propuesta era el congreso de la República. El magisterio Nacional demostraba ser una sola persona con una concepción definida dispuesta a liderar cambios sociales y políticos.   De igual manera, se hacía frecuente ver a los aspirantes  a la presidencia de la República concertar con el movimiento magisterial, su influencia era decisiva en los procesos políticos del Estado. Ahora se les tenía respeto a las ideas del magisterio y sus derechos ya no eran vulnerados con facilidad, los proyectos de ley que se proponían en el congreso en contra del magisterio y del pueblo se modificaban  objetivamente a favor, por una abrumadora mayoría.   Juan, ya  tenía una hoja de vida bastante significativa en donde se destacaban los cargos ocupados, docente, presidente sindical, concejal municipal, alcalde, gobernador, senador, además de todo Juan se encontraba preparado en lo personal y en lo ético.   Al cabo de cinco años, Juan fue postulado por su movimiento como candidato presidencial. El movimiento magisterial lanzó a su candidato, después de consultar las bases y realizar un plan que permitía por primera vez en la historia política del país, la llegada de un movimiento diferente a los partidos tradicionales, a la presidencia de la República.   La campaña de Juan empezó de lleno. Cada movimiento, cada postulado y cada observación eran aplaudidos por el país, era algo inimaginable ver tanta gente apoyando las ideas que darían luz sobre una aparente oscuridad.   Juan, era aclamado por las clases  populares. En su recorrido había estado en todas las plazas del país,  el gran día a más de ese en el cual alcanzaría la Presidencia de la República, era enfrentarse a las multitudes en la gran plaza de la Capital  de la República. Ese día había llegado. Juan se encontraba vestido de manera informal, el color de la esperanza se vislumbra en sus ojos, el pueblo lanzaba ¡Vivas!, las sonrisas de triunfo se podían ver en maestros, campesinos, empleados, desempleados, ancianos, niños y en algunos de los tradicionalistas.   Juan apareció desde lo más alto del improvisado estrado con sus brazos erguidos y su mirada puesta en las multitudes.  Cuando abrió sus labios, visiblemente emocionado, para pronunciar la palabra pueblo… sintió como la vida se le escapaba por la inclemencia del dardo bruto, diez tiros hicieron blanco en su humanidad, la multitud salió despavorida como queriéndose salvar de los que han decidido que el país, es para los de siempre.   Copyright ©2008 Luis A. Aguilar P. Todos los derechos reservados.              
DESPERTAR.
Autor: Luis Alcides Aguilar  673 Lecturas
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Ya estoy lleno de ti y lo logré al besar tu piel, calmé la sed de amor que sentía ante tu cuerpo. Te desnudé y penetré tus deseos de mujer, sentí el calor de tu emoción y tú el mío.   Jubilosos se tornaron mis oídos al sentir tus gemidos de placer, los desenfrenados movimientos; como olas de amor en el mar de nuestra locura pasional, crecía…y crecía, hasta llegar al clímax, donde se descarga la savia del suspiro dulce, que fue el poseernos.
GOCE
Autor: Luis Alcides Aguilar  568 Lecturas
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SABIÉNDOTE MÍA   Quisiera beberte, como al vino de manzana después de un tiempo sin libarlo. Quisiera ingerirte en mi loca pasión. Quisiera sentir tú frío, cuando en mi hay calor y así cuando en mí exista frío. Quisiera olfatear la fragancia de tu excitación. Quisiera seguir con mis manos las líneas esculturales de tu cuerpo en medio del frenesí del deseo. Quisiera alcanzar contigo la cumbre del amor, sabiéndote mía. Y volver a la normalidad de la cotidianidad, para que juntos recorramos el camino.    

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