• Guillermo Capece
GuillermoO
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  • País: Argentina
 
¿Hasta cuándo los tigres que me habitancomerán de mi cuerpo?Yo que soñaba con caminos,acepto ahora las costumbres de fragmentaciones y de ecos. Ni siquiera los buenos mensajeros me eseñaron las rimas de la noche.  Náufrago en el espejo,ya no espero. 
De nada
Autor: Guillermo Capece  358 Lecturas
                                       Juan Dichoso, changador de feria, vivía en el morro                                           Babilonia en una casilla sin número                          Una noche entró al bar Veinte de Noviembre                                      Bebió                                      Cantó                                      Bailó .Después se tiró al lago Rodrigo de Freitas                                     y murió ahogado.                                                                             Manuel Bandeira  Porque no te dieron más que dos monedas, dos látigos en tu frente,tú creiste que estabas muerto,que tu destino era la seda lujosa de la muerte,y bebiste,cantaste, bailaste con ella, en escandalosa cita.Tal vez se amaron antes de la definitiva llamada.Tal vez hicieron juntos el solitario proyecto del camino hacia el lago,pero considerando lo otro:la pavorosa atracción de su voz de sirena que te llevaba al agua,apretadas las dos monedas en tu puño.En la marea angosta sumergiste tus pies.Tus ojos huecos como sombra por un momento se extrañaron.Pero ella te empujaba suavemente,y tu coraje de siempre rodócomo el cobre que apretabas."¿Nunca más veré la mañana?""¿Nunca más tendré la mirada de mis hijos?""¿Dónde está el sonido de la voz lejana de mi madre?""¿No hay entre mis fantasmas alguno que me salve?" Despojado,dijiste:"Me llamo Juan Dichoso,pero la dicha fue para mí un mantel cerradoen el antojo de los otros,y ahora , yo, Juan, empiezo a entregar la simpleza de mi nombre breve."     
Destino de Juan
Autor: Guillermo Capece  426 Lecturas
pronto vendrá la nochey hace falta olvido pequeña aguja de cristalmi amorquiso izarse en el agua a veces un toque de sedasólo por eso pregunto a todos si el corazón duelepregunto, y dicen que sí:su mirada latente y rojay triste sangrando visiones. entro a una sala vacía:es el cuerpo de un animal vivienteque intuye su hallada borrasca  rondan solitarios los mastines en ese instante la cosa sucede:en lo más inesperadoen el momento más salvaje de la sed-cuando nos bebemos el rostro-mi cabeza desmontada queda colgando entonces   el poema claudicante   se diluye.     
vendrá la noche
Autor: Guillermo Capece  361 Lecturas
la soledad de quienestá vacío y no pide reparo la piel de tu boca cuando se agranda mi lengua sobre tus párpadosojos oscurosnegros incesantesdos voces   mil vecesmi deseo sobre tu cuerpotu cuerpo como deseo pero no hay luzapenas un pequeño faroliluminael nudo de la sogala soga en la garganta   
Escribir al alba:"Mojados tus ojos en harina morada,siento el brevísimo rayo de luzsin que lastime la sonrisa prohibida,tu sonrisa que tiene la edad de tus piernasconcretas,de donde salen frascos de tiernos venenosque se beben a sí mismos. En las mañanas de verano me gusta mirar el mismo sueño:el alba de tus brazos natales,brindando esos cercanos momentosa mi cuerpo.Abrigo rojo aprendidoentre dos ilusiones,entre dos frentes desnudas,vuelto el amor hacia la gracia,las dudas muertas,y el júbilo vivo al amanecer."      
Escribir al alba
Autor: Guillermo Capece  371 Lecturas
Nocheen que maullaron los célebres gatos de la victoria,noche enjaulada por el único poder de mi mano,noche en que el espacio se estiray se acomoda a la noche misma,noche en la que la quietud de los árboles perecía al borde del abismoy el abismo todo era la noche;noche en que las cavernas más oscuras,temerosas, se volvieron blancas,noche en que saludé tu cabeza por vez postreray tu cabeza no se volvió para rescatar los sentirescaídos al fondo ciego de la noche;noche en que los pobres violaban sus cuerpos con cerrojospara no morir de hambre;sucia noche estrellada.Desde mi noche provoco los ecos, te convoco:y entonces, parado en mitad de un estupor,soy un gran gato filosofante,de esos agudos, elementales, pero sabios gatos silvestres,que al pie de siniestros basuralesbuscan amores, noches y comida.Soy el maullido de un magnífico gato insolente,su espasmo de supremo goce,su celeste ojo nocturno,su vientre inmolado a la oscura Noche Bestial,entre noches eternas de basura. 
no se tu nombrepero tu mirada tiene la presenciade aquellos sentires presentes con un ramo de confesionesentro y salgode mis penas  de sur a nortemodula el vientoel latido de mi confinado centro todo se aquietamientras el teclado del pianose disuelvey de tus dedos desconocidosbrota un escondido vértigo y eres tú que me llamas   
Piano
Autor: Guillermo Capece  363 Lecturas
Quién marcó las estrellas para que fueran águilas en el espacio? Qué atributos tiene la parca lluviapara embeber la tierra que dejaron tus huellas?  Por qué mi amor custodió una fe que ahora no poseo? Ramos de madera inquieta me dejaron unos ojos.Y una boca hablada me procura sensaciones pánicas de muerte,cuando doblo en una esquina,y el azar me traeotros alucinados ojosque me mirancomo si fueran mi pecado. 
Caminando
Autor: Guillermo Capece  358 Lecturas
El pasado me atasi dibujo el retorno de tu rostro,y vuelvo a él, impensadamente,para entregarme como ofrenda conmovida,como sueños trotando en las noches...,si dibujo el retorno de tu rostro,y siento que el pasado me ata. 
Señales
Autor: Guillermo Capece  396 Lecturas
 Giro alrededor de mi camino a Damasco.Qué cerca la medianoche, esa zona donde la palabra enloquece,y me convierte impensadamente en un mendigo. Acaso porque pueda morir solo, con los ojos llenos de síntesisentre mi corazón y su sombra,huyo hacia un puerto nunca tocado:mi camino a Damasco. La pobreza es otro sino, otra manera que no buscamos,un arrepentimiento primitivo porque todo existe y no existe. Mientras tanto envejecen la ropa que vestimosy el salario de cobre gastado en la penumbra. Alguien ingresó a mi cuerpo sin yo saberlo.Alguien dicta una sentencia.Me doy vuelta en la noche como un loco golpeándose el pechocreyendo que su pecho es el culpable. Es, mi camino a Damasco, el abrazo que yo habré perdido,la tremeda espera de la mirada primaria,el rincón de los párpados,ota vez el sueño.    
Lo imposible
Autor: Guillermo Capece  331 Lecturas
Quédate un momento conmigo. Tan sólo hasta que el sol aparezca.Soy culpable de vivir el terror perdurable de la oscuridad y tú lo espantas.Qué rutas de tumultuosos miedos habré heredado, qué posesiones me atraena través de locas ensoñaciones; quédate conmigo.Eres una flor nacida para el tacto.Siento la belleza de este día asustado por la culpa de otro día que no regresará.Por favor: quédate conmigo.El momento de escribir este poema, hasta que la mañana apoye en mí sus brazos y sienta el sol en mi cuerpo.Entonces, en el remolino del amanecer, en el penetrante amanecer,pasarás esa puerta. No ahora.Ahora pon tu mano en mi frente, mi frente en el agua, mi aguaen medio del mar.Tal vez otro día comprenda las mudanzas, los festejos de esas callessonando como cuernos de caza; ahora quédate conmigo.Y libérate de lo invisible, suave ser que me acompaña.Siento el vapor de lo oscuro; la vida es un pedazo de bala que pasa por mi boca, mi voz adolece; quédate conmigo...Escribo este poema y soy el que ama las olas mas temibles.Sobrellevo el milagro de lo imperfecto, de lo que yo mismo desconozco.Ahora es medianoche, y como quien se arroja en la tormenta,busco las huellas que alguien como yo ha nombrado.No iré sobre las piedras. No me lo pidas.Tan sólo es el lugar cobarde del amor. Quédate conmigo. 
Revisa mi ojos:algo se mueve dentro de ellos en enmarañada trama. Me siento separado de la tierra,con fuego en las pupilas.Acabo de matar a un hombre.No sé qué designio me guió,pero hubo una luz trágica en mi puño,una pasión insatisfecha,una pluma de ave tocando el fondo de mi garganta.Oír voces desatadas destinadas a uno,-atributos de poseído-bailando sobre palabras desesperadas.Oye,revisa mis ojos.Qué idioma debo hablar sino el de mis entrañas.Maté a un hombre. A Sebastián.No me arrepiento.Aquí está la sangre ineludible, el duro pozo.Fue una tropilla de angustias acosándome el pecho(tan investido de tiempo,de terror de hombre solo),y un momento pequeño en que apreté el gatillohasta la fiereza inflexible de la bala.Maté a un hombre.Mira ahora mi cuerpo lánguido lejos de algún paraíso. Mira la nieve caer sobre mis ojos.Me llamo Sebastián y mis ojos lloran.  
 Vivo sin saber que la noche se ausenta cada vez que me invade como a un mar obligado en busca de su orilla.  De los nardos, de lo más pesado de la memoria, de las australes sombras, hasta la parte más indefensa de mi corazón, la noche, con sus cruzas de aguas silvestres, levantó el verano, y fue polvo, fascinación de un rito inacabado y antiguo.   Pienso en su encierro hasta que el alba regresa, en su impiedad con los hombres que mueren cuando refleja su reino entre múltiples estrellas, en sus ojos desbaratando mis ojos como dos grandes líneas de fuga.   Ahora, ella baja nocturnamente, y me condena a jugadas tercamente hechas, a un final impredecible. 
Soy el camino de mí mismo y la desolación que se abraza a su senda, y tiembla, y borra las huellas para que no lo persigan. Estoy vacío de esos animales etruscos que me regaló la partida de unos ojosgirando al viento.   No puedo confiar en los sueños porque alguien les pone un asesino dentro.  Me acuno cuando no me veo pues la vergüenza tiene el ropaje largo de los locos.  Hoy es domingo, y he estado todo el día ausente.  
 Subyugan como el cansancio de los puertos estas despedidas, estos reencuentros, estas formas violáceas de la muerte.   Si no fuera así, en el jardín de tu frente habría palomas bebiendo. 
Palomas bebiendo
Autor: Guillermo Capece  458 Lecturas
 en la madrugada cabalga la novia de la muerte nueve horas buscando el perfil del agua indecisa nueve horas en que los designios eran acequias de secretos pude morir pero ardí en mis ojosplagados de seres que cantaban maravillosas auroras                             ..ríen esas muchachas de aceitehechas para la tristeza y el tumultoAmalia e Inésllamándomesumisas siemprellamándome                            ..cómo acudir con mi soliloquio de penitente                          me sujeta la inexistencia de mi sangre aún así tengo la sensación marinera de los largos viajes.                         
Viajes
Autor: Guillermo Capece  381 Lecturas
 descifrar nombres es otro encantamiento que olvidotal vez unoel más recienteel más cuidadosurgecuandouna flor llovizname cubre como un lazoy me entrego caminanteal fríoa las laderas de mi cuerpoa las silenciosas memorias de tu sal.
nadie sabrá nunca cómo es el mundo de los vivos  entre todos los infiernos el viaje a mi interior es el primero  vivo con la obsesión de los árboles que buscan su luz el que mira a través de tus ojos no es un ladrónsino el que robó tus ojos habito roces   aviones que parten o nolucesrelámpagos en mitad de una cueva antes de convertirse en rito "la mitad de mi corazón es tuyo", dijiste o de los diablos, digo  o de las sirenas terrestres aparece   dime de una vez cerraré los ojos para dejar de soñar a un hombre colgado de las cuerdas más infames,por sus renunciamientos  si corres por la senda no mires hacia atrásla estatua de salel muro de salte esperan      
nadie
Autor: Guillermo Capece  334 Lecturas
 Yo, que desconozco los rezos,siento que mi enemigo me atrapa.Son los ojos entornados del lobo, habitados por ondulaciones del mal.   Es una trampa de la que no salgo, y sigo caminando,pero como en un cuadro envolvente,allá están otra vez las cuatro patas extranjeras, las patas sin límites del lobo.Sabiendo todo no logrará nada,ni la escarcha de mi sangre.   ¿Cómo sollozar sin ser visto por sus ojos?No es feliz mi corazón en celda.Mi lobo sabe que dentro de mí hay personas que dictan las palabras, y sin remordimientos,trazará paisajes, para que antes de huír robe mi cadáver y lo transporte entre gente sedienta y misteriosa.  Aún cansado está allí,con su silbo cruel e inútil,parecido a glicinas encendidas,como un pájaro pintado entre las sábanas,impotente para el vuelo, pero feroz en el color de su plumaje. Pregúntenme ahora qué deseo.Y diré que solamente la música de mi libertad, envolviéndome a mí, que soy lobo en voz baja,y que espera que mi cadáver caiga para devorarlo en desafío. 
Lobo
Autor: Guillermo Capece  496 Lecturas
                                     "perdoname Majo", de un graffiti en las calles Carranza                                      y Paraguay, de Buenos Aires.        Majo, perdóname: la sombra de una rosa no es la rosa.     (Me voy retirando, Majo:     en la inmediaciones de mi alma un pájaro devora su altura.)     En qué año nací, Majo?     Hace un año? Acaso un mes?     Soy un ciego en algún punto del paraíso.     Contempla tú como nunca mi destino.Abárcame, hasta que se levante mi oscuridad y vuelva a ser el absurdo caminante que te esperaba:mi corazón en el pecho levemente en marcha:"bienvenida, Majo".  No me compares con el aire,  ni con el final de un cuento nunca leído a la luz del sol en plena noche,porque aire y sol son partes del universo,y yo estoy -hace apenas dos minutos- más allá de todo cosmos,viendo con ojos de ciego,nuestros cuerpos untados con aceites chinospara alejar el poderoso olor a la muerte. (Labio de la muerte, aléjate.) Así y todo, cuando apague este poema no sé qué quedará de tí.De mí, te dije que lloré sobre mis pies con mis ojos de viejohace apenas dos minutos.  La vida es esto: un bodegón desierto donde hasta el vino es ausente; un gran tiempo que pasa entre caricias duras.El decapitado amor. Tú estuviste más allá, junto a los árboles que barrían mi montón de estigmas. Conoces la forma de decir adiós, un sábado en la pequeña tarde en que llovía. Yo conozco la zeta,última letra con la que escribo"zálvenme".   
Arma blanca
Autor: Guillermo Capece  358 Lecturas
 en todas las esquinas hay palomas en todas las esquinas hay palabras pero yo quiero una que me preserve de la disolución de los párpados que me golpee el sexo como una flecha que me llame y no sea apacible y me arroje victoriosa hacia el ser que amo  
esquinas
Autor: Guillermo Capece  322 Lecturas
 El armonioso paso de la noche une silencios.Un cuerpo espera quieto,mientras que en las paredesuna multitud de sombras dibuja el canto de los solos.Alguien está por morir en ese cuarto.Alguien que no tiene abrigo ni socorro.Nadie vió nunca tanta oscuridad,ni estuvo antes tan ciego para descifrar los penosos documentos de la muerte.El transitado cuerpo pide con su mirada,pero a su alrededor un temblor callado la recoge y pasa. 
 Náufrago.Comido por el subsuelo de algún mar desconocido,cabalga como un barco hundido en mi sangre,una ciudad cuyo nombre es la hermosa majestad del hechizo.  Comprendo que todo se fue.De la manera gris de la aventura, la luna y su oscuro mérito partieron:tu íntima forma de alegría,una risa a menudo sombra.  Y no salimos a habitar el aire.Otra vez las copas se llenaron de enmudecidos labios,y tu voz quedó en un reino donde las siestas eran preludios de todos los escándalos.Desnudo,sabiendo que existe el desamparo al borde de tus párpados,viéndome a mí mismo transitar las calles enmarañadas de árboles y casas,como si las puertas se hubieran cerrado al unísono,y sólo quedaran copias de lo que fueron;desnudo y náufrago trato de abrazar la necesidad de una bocay sus nocturnos ecos.Y soy un cerrado lecho de arena donde convergen los reproches y todos los recuerdos.  Cielo de medianoche; es invierno, y todo apresura mi duelo.   
 que quede la palabra desnuda la que sirve sólo ésa  la que vive ésa sólo la palabra que tiemble el corazón y que no sea escudo que surja de la noche o de la mañana plena  que no sea fugaz la palabra que salte de la boca y DIGA la única que no pronuncie soy sino somos la gozosa que salga de la soledad y se proyecte  que no se aferre a los casos y que sea fiel a las cosas decir alma  decir pupilas párpados mirada una palabra que haga bien que te nombre que en el curso de su vidase bañe en el río tres veceso ningunay salga impecablepura y cierta:AMOR   
ARS POETICA
Autor: Guillermo Capece  331 Lecturas
 y si me llamas transgrediendo todas las leyes de la lógica moriré porque hacen falta más recursos para saciar mi sed de instinto  ese hombre que brama de miedo soy yo  me extingo cada día se caen mis trajes camino desnudo porque he roto el famoso cristal y maldije su marco sin un por qué  ese hombre no se aquieta  siembra su violínmientras la intemperiecae en el olfato de los gatosrecorre su cansancioy pronuncia una palabra sin ecoque dura para siempre 
Tomando una copa de vino me marchito. Esta espera -¿cuánto hace que espero?- aprieta mi corazón que apura sus latidos. Otra copa de vino en soledad,algunos cigarrillos,y me parto en dos, me sueño, me amo a mí mismo, tristemente, sin poder amarte porque estás lejos, y aún en presencia estás lejano. Quiero morirme de a poco, como me estoy muriendo ahora.  Me sirvo más vino; la tristeza se anuda a mis recuerdos; el estómago es una bolsa de amor, el cerebro dejó de pensar, pero siente:creo quevoy a morirme,y eso importa poco.  En mi sepulcrouna carta incesante.La abro. (Ahora que ya es tarde,tú dices que me amas.) Oye : da unos pasos.Dos o tres, los que puedas. Apuñala mi sepulcro,y baja,y bebe conmigo, ardiendo,tanto sabor amargo.         
  se busca un lugar donde el humo sea recuerdo; el sabor, muchas horas en la vida; se busca un principio para la libertad y la risa.se buscanpequeñosbálsamostardíos. 
Se busca
Autor: Guillermo Capece  359 Lecturas
             I La luz de la lámpara aúlla su haz sobre mi duelo. Cada hoja de mi libro no es más que un soplo, y no las letras del poeta. Vuelvo enseguida a mi espanto. Vana faena, porque él, nunca abandonó mi carne.               II Iré en busca de razones de mi yo deshabitado, sin anuncios. ¿Quién es el ladrón? ¿Quién el canalla?Pero ¿quién es el que ama,el que manifiesta y no encuentra?(Si pudiera entenderque el amor es sólo una construcción de la soledad.)Doblo mi corazón sobre mi mano,manejo nubes, las lluvias y los llantos.Cae en los adoquines un viento noble y triste.Unos perros ladran. Yo camino hacia el apenas.      
Un viento noble
Autor: Guillermo Capece  405 Lecturas
  Anochece otra vez. No me pregunten cómo hago para vivir entre muertos que compiten por un trozo de camino. Sólo quiero decir que estoy un poco loco, que mi cerebro está loco, que ni siquiera los músicos de violín me salvan  de repetir y repetir los crímenes que cometo a la medianoche, cuando los duendes danzan.   Yo erguido pero trastocado,  más pequeño que mi fatiga, y aún más: con mi viejo abrazo triste que sólo una virtud detiene: cuando se prenden los océanos y las casas se despiden lentamente del puerto,y oigo tu voz.   Poco a poco tu cuerpo y mi cuerpo se tocan, se trocan, se recuerdan. Entonces le digo adiós a tu ausencia. Tranquilamente navegamos, tú sin mayor amor, sólo una estrella, no la noche a que aspiro. (Mi miedo trepa y baja en un juego que sólo mi corazón entiende.)  Pero no vengo a maldecir ni a maldecirme. Quiero apenas un poco de los grandes senderos. Estoy desterrado. Ocúltame. Yo fui el que robó arrebatos y cópulas,y en el fondo de tu nombre lloró tu rostro mío.     
Breve historia
Autor: Guillermo Capece  415 Lecturas
llueve. el día atardece, marchito. mi soledad se inflama. quiero ser viento, pero me hermano con la roca; soy algo de fuego y lluvia. piso la tierra y mi culpa al mismo tiempo. las nubes se unen. deseo el olvido perdurable como una gran amnesia cubriéndome el alma.             hoy soy agua que siempre muere ahogada.   
Siento
Autor: Guillermo Capece  451 Lecturas
Ah, ni tu vida ni tu hermosa muerte,sed de sal y dolido pensamiento,podrán borrar lo que en el alma siento,más cercano a mi mismo que tu suerte. Ahora que descansas toda inerte,que lloras sobre el agua y sobre el viento,iré a ti, y con suave movimiento,he de sacarte de ese sueño fuerte. Y te diré despacio y quedamente:no me viste señero, duro, ardientea solas con el alma dolorida? Y de repente el  corazón vencido,vacío de impiedad y estremecido,ha de volcarse al fondo de tu vida.                                  G.C.NOTA: el proximo 25 de octubre se cumplirán75 años de su muerte, en Mar del Plata.
  Tus ojos, celestemente, me miran. Daría mi casa, mi luna, mi pan, por tenerlos en el espacio de mi pecho cada día.Pero sólo hoy acuden como ráfaga que detiene mi tiempo. ¿Me mirarán otra vez celestemente o sólo hoy están cantando ? 
en el muro una despedida "sed de amparo cada noche" pero no hay respuestanadie escribe al lado debajoencima ni borra lo escrito  en mis sueños amparo para mis huesos amparo  el arlequín ríe no comprende lo antiguo de la queja. 
En el muro
Autor: Guillermo Capece  328 Lecturas
corre lo gris del día la libertad no se vive el parque suma lo infinito a tu pena y aún no te ha ocurrido nada pero todo sucede porque abandonaste tu aliento entre hojas asustadas y no quieres volverte  avanza este viejo díay tampoco cumpliste hoycon tu deseo de besarlo.      
Decisiones
Autor: Guillermo Capece  340 Lecturas
empujar una puerta(crèdulo yo)ahora que tu silvestre manerade oír el acecho de la lluviadeviene en rechazo a mis ofrendas  cavo al pie de un árbolgrandes nubes pobladas para que la mañana substraigaalgo de agua de mi rostro empujar una puertabuscando no sé qué designioscomo si estuviera dentro de una copa de cristalmirando infinitos abrir una puertaatesorando gestosque no se repetiránaliados a antiguas aventurassoplando tras la hierbalos secretos de frío ahora que sé que no hay nadiedetrás de la puerta yazgo como alucinado pero el alucinado no parteinvoca culpas   rebeldíassubsiste en el negado corazón,detrás de la puertasostiene quemay ama los secretos del frío     
Piedrita blanca,  guijarrito, cómo estás, mi vulnerable piedrecita? ¿Cómo estás? Voy a curar tu hambre.Trae ese cuchillo, por favor. Ése, el más filoso,el de punta más aguda.Te lo hundiré en tu último deseo para que respiresdesoladotu inmediata muerte.    
Hola
Autor: Guillermo Capece  356 Lecturas
he cultivado la flor más difícilgolpeban sus pétalos y no quise oírlosentonces me adueñaba de todos los silenciosahora soy el que en vano busca algún deseo:acercarme a tu boca y beberla como a un vino sexualporque soy el amante pobre que recibe caricias prestadasque corre con su angosto perro hacia un sueño plateadono me arrepiento de callar en cada poemade enterrar mis pies en humedales,pero todo el que tenga amor en su mano izquierda y fuerza para darlodeje resplandoressoles finosalgunas abejas libadorassobre la vegetación que lentamente me cubreasí estaré feliz de tener mucho: lo delicado de tus aguas que me ciñeny lo que no se atenúa con las sombras: tu belleza perdida yo las amé con ventura celeste  
Aquellos momentos
Autor: Guillermo Capece  345 Lecturas
Para tu paladar de gato de angora he cazado los peces más finos,y frutos de nombres extraños hicieron fiesta en tu boca.  Para tu boca preparé los besos más antiguos que se hicieron nuevos en tu arte de besar.  En tus pies he calzado flores griegasque delicados enanos fabricaron con extrema dulzura. Licores libres han pasado por tu garganta en noches navideñas. Para tí los mismos enanos tradujeron los versos más hermosos de Horacio,y tú lo celebraste. Mi sexo enamoró tu sexo en largas noches donde tu cuerpo fulgíacomo cardúmenes en el nido del mar. Alguna profecía mal iluminada me avisó que te ibas a hundir entre rocas amarillasen un ascender y descender de montañas. Ahora,alas, en una tarde,me llevarán donde tú lavas tu traje infinito de espumas.     
no busco casani un lugarcitoni piedras preciosasni distrito ni tropas caminé seis horaspara palpar un rostroy ni siquiera eso alcanzó sostener mis manosduró seis mesestres añostres vidasen el afán de buscar una orillay encontrar sólo la mirada empotrada del silencio 
no busco casa
Autor: Guillermo Capece  352 Lecturas
Siempre habrá una gota de separación cuando la lluvia moje los árboles y el campo esté tan lejos,como ese pájaro suicida que canta por sus ojos el poema y se pierde en la palabra vagabunda.Entonces, debajo de la piel, algo nos desangra y es una manera de ir envejeciendo.La lluvia estará sola sin otro recuerdo que su propio espejismo,como una fogata de memorias que se consume sin saberlo. Así,tú y yo, hemos de andar todos los caminos,pero juntos, sin abandonos, invadidos por la dulzura extrema de tus ojos.  
Vaticinio
Autor: Guillermo Capece  350 Lecturas

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