• gonza pedro miguel
gonza miguel
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  • País: Argentina
 
Ella  -La soledad antecede en tu mirada. Él    -Si tuviera tiempo sacaría el polvo seco a algunos sentimientos y con ganas me los        pondría. Ella  –No pongas esas frases tristes. El verso seco suena cruel. Él     -Es mejor esta soledad con sus áridos mutismo que un amor con sus sagrados    silencios. Ella  -Entiendo, entiendo el amor quedó estancado, pero un día va estar como el primer día. Él    -¿Cómo lo sabes? Ella -¿Te sientes solo amándome? ÉL  -Es cuando quedó mudo el amor. Ella  -¿El amor? ¿Dónde? ¿En el beso? Que complicado es el amor breve. ÉL  -Breve en tu risa, en tu mirada breve… A mí me gusta el amor largo y sencillo. Ella  -No te entiendo, ni me entiendo. ¡Cómo pude abrazar la locura y besar la ignorancia! Él   -Quizás no es hoy, no es mañana, pero tiene que llegar un día en que entiendas. Ella  -¿Cuál es tu problema? Él     -El problema es cuando el corazón comienza a recordar en vez de latir, añorando a como eras antes… nunca se acepta la ausencia de lo que se lleva en el corazón y si se lo acepta es para decir adiós. Me hubiera gustado que estuvieras más aquí, pero ya me habitué a tus ausencias. Ella   -No todo es tan así… Él      -Pedirle más tiempo al amor de tu vida y te diga: ¡No me presiones!  De tanto en tanto me expulsas de tu olvido y de a ratos te acuerdas y me das de lo que te queda. Ella  -Te prometo que ahora será diferente. Él     -No prometas cerca lo que estás lejos de cumplir. Ella  -Se aprende tarde pero se aprende. ÉL –No me gusta ese trueque, lo que quieres ya no será, ya no me queda tiempo. Ella  -No seas tonto, siempre podrás tener todo, como yo tengo lo tuyo, te enseñaran mis caricias a olvidarte de todo… Él  -Mi razón se bate entre quedarse y una honrosa retirada. Te juro lo intento y lo olvido y al rato me acuerdo de nuevo y  no, no me puedo olvidar. Me recuerdo: Yo y mis  intentos sin poderme llegar a tu boca, salvo al despeñadero de tu mirada que hacen del hambriento harto. Ella De mi buena voluntad, con que más y mejor en mi fe te prometo sabré cumplir tu deseo, esta vez será diferente… Él  -La cuña vale si es de buena madera. ¿Crees que con cuatro puntadas de hilo son poderosas para que no se descubran las hilachas? Una mirada y dos promesas enamoradas ¿serán suficientes? Con los años uno va perdiendo crédito que no hay verdad que dure cien años ni boca que lo sostenga. Ella – No te reconozco. ¿Qué antes endulzabas la lengua? Para que ahora largaras verdades más ajenas que propias ¿Perdiste el último prejuicio qué ahora te lanzas a maldecir? Yo me invento una ilusión…  pero tu alma de Pared templada abrumante le pone un freno a mi razón. Él -¿Por qué te ofende lo que digo? Como ahora ya no estoy en actitud de espera, librándome de esa incómoda sensación de dependencia emocional, marcada por esa irremediable distancia emocional tengo libertad para la queja, la duda, el rencor…pero bueno esto es así; cuando el amor se va, escondida es la calidad del espíritu humano. Hay que aceptar la verdad para no vivir la mentira.
El lujo es vanidad Como tenía prosperidad, el hombre hizo mal en no considerar el bien que no hacía, el lujo sale caro, pero a futuro. El placer tiene un precio que en el momento  se paga fácil, no se sienten sus efectos hasta no tener al hombre perdido, sólo nos quedará el arrepentimiento  cuando el agua nos llegue al cuello o la sequía nos seque la boca, con la tala indiscriminada no quedará un árbol que nos haga sombra, de esto resultan después las calamidades En esta tierra por causa de la codicia, el hombre soltó la rienda al placer desmedido, ¿vendrá el enojo de Dios igual a su justo castigo? Era cosa natural pensar que la tierra era nuestra, que nosotros éramos los que estábamos en la cúspide de la creación, sin darnos cuenta de que somos un eslabón más dentro de la cadena de la vida, que honra, qué provecho lograremos, sí rompiendo la cadena perdemos la vida y no sólo la nuestra. Por nuestra causa este mal  vendrá, por ese deseo desmedido a este paso muy pronto llegará ¿Nos engañó el traidor o únicamente nosotros seremos responsables de este áspero desastre? ¿El hombre alguna una vez vivió en quietud y reposo o siempre estos ojos miraron así? Maldito los ojos que vieron en lujo, el confort desmedido,  maldita la lengua que nos convenció de romper la tierra, la vida ya no es vida sino muerte en la miseria y el hambre,    solo desgracias para el trágico dolor que nos acaba la vida. El político tranquilo de arriba mira, entre sobornos y favores la tierra paga nuestras deudas. La madre naturaleza dejándonos pasar adelante con ira nos cobrará luego.  Contaminando esta tierra somos todos traidores al delicado equilibrio de la vida, ya quisiera que alcanzáramos el entendimiento para lograr el remiendo, yo no tendría esperanza si no tuviéramos tanto caudal en tanta escuela, en tanto estudio,  ya sé que algunos fines no son tan deshonestos, pero como todo se mercantiliza y el que tiene la plata si quiere da, si quiere quita,  atento a lo que la pasión y el antojo dictan. En el campo combatiente, el mundo está en  la mira, cuándo se rendirá el que lleva ventajas. Ninguno ignora que esta tierra para todos un plato de comida da, sin embargo algunos se quedan cansado y con hambre.      El pobre no tiene quien le haga venganza, tampoco para ellos hay justicia, a dónde irá la queja de lo justo y necesario, si del que más tiene,  nunca el deseo queda satisfecho,  cuánto lujo habrá de satisfacer sobre esta sangre derramada. Siendo el día claro la razón no encuentra en la voluntad el instrumento del cambio; venida la noche en la oscuridad menos encontraremos un instrumento que nos ayude.
La musa es el espejo donde se miran los poetas para encontrar  la pureza de esos versos heroicos. Los mil caminos del versoEn los mil caminos del verso que es la Patria del poeta, allí es donde habitan las musas; para entrar en este mundo, lo más difícil son los primeros pasos, no se entra por aquí a correr de la noche a la mañana, ¡No señor! Aquí las distancias no se miden por metro o quilómetros,  aquí se mide por años, los minutos y las horas se expanden hacia adentro, es decir: caminar por estos lados es ir hacia dentro, a lo más escondido, es descubrir que tiene el hombre cuando en su mano hay una pluma, es aprender a caminar juntos como un sólo  ser, así armado con una de las más  fuertes de la manifestaciones pacíficas aprendemos el valor de la rebeldía.Con la pluma en la mano me sumerjo en las trincheras de mí ser.Hay que entender que el interior del hombre es un lugar que se resiste a ser tomado, adentro hay un dictador imperialista, con su  ejército de miles y diez miles, con sus bombas, sus metrallas y sus tanques, como se dice vulgarmente: es un régimen de opresión, de miseria, de mediocridad  Un día entré, oyendo el llamado de los labios de una musa, es como el canto de una sirena, me decidí y entré.Al campo de batalla entraré, con la fe que me inculcó el espíritu de mi musa.No es fácil el interior de cada uno, lo que hay de bueno, también lo hay de malo, después´ de unos pasos puede uno caer  en el conformismo de la rutina. Si superamos esto hay que  declarar la guerra al formalismo, a todo tipo de formalismo, no se puede estar limitado por los lindes de un territorio, hay que  estar abierto a recibir nuevas experiencias hasta encontrar la gran La potencia y la clarividencia de una idea, hacia nuevas realidades  que ponen a prueba cabeza y corazón en el espíritu del poeta.
Como el perro que ruega las migajas sueltas de la hogaza, así suplicaba por una idea que llevara mi nombre; todo era como empujar el viento. Cuando pierdo la palabra, cuando no sé decir lo que pienso, entonces creo que no me  recuerdo como quién creo que soy. Cuando no recuerdo quién soy, o lo que fui, algunas veces pienso que no hay un día en el que yo sea igual a otro día, por idéntico que parezca siempre me veo diferente. Me parece que no tengo una imagen propia, será por eso que me siento a veces un extraño en mi propio texto. En el uso de la palabra hay que ir por abajo, conquistar los propios miedos, hasta pasar por los límites del silencio. Esto tiene un riesgo;  ese es el espacio del absurdo,  lo que no se debe decir. Todos los que escribimos  tenemos miedo de pasar por estos lares. Hay una línea que divide, de un lado todo lo que ya fue dicho, lo que se repite hasta el cansancio; no hay riesgo en lo que está dado,  el fuego del absurdo no lo toca, del otro lado; lo nuevo, lo novedoso, pero, con un riesgo. Quizás por esto siempre me olvido de quién soy, en esta idea de no repetirme, cansado de  escribir lo mismo, siento el agobio del exceso de repetir y repetir y volver a repetir textos irrelevantes, si quedara yo atrapado aquí qué sería de mí. Mi miedo se hizo realidad. Se me perdieron algunas palabras y si esta semilla de la dignidad poética se me pierde, mi letra se convierte en una repetición absurda.  Aunque sea a media sombra  lo diré, aun cuando hoy no se decir lo que quiero, no conozco otro recurso que hablar a medias tintas. Ahora mismo yo también estoy necesitando una metáfora que me ayude a explicarme que no siempre soy quien creo que soy ¿Qué cosa no,  cómo una sustancia tan volátil (mi propio ser) puede contener una idea tan inexpugnable?
Ser o no ser
Autor: gonza pedro miguel  478 Lecturas
Entre luces verdades y sombra                                                                        Yo, fortuita cosa, con mi pobre y tosco ingenio,  de pocas luces heredadas, escaso de letras en el virtuoso efecto. Pero por la gracia o la fortuna que me visitó oportuno, de un árbol de libros me hice dueño. Su brote extraje de la biblioteca de Alejandría, con sus raíces rescatadas en el río del mágico Leteo, en sus hojas anida la sabia  tinta y el dulce fruto que poetas ilustres bebieron y que multiplicaron así los versos a su antojo. De raíces atrapadas y enredadas  en la historia, el tiempo y la memoria; convertidos esos ecos en  actos,  en palabras,  se despliegan hoy ante mí, venturosos como el viento. Es así como  puedo ver que,  por la morosidad de mi escaso ingenio algunas  ideas callan   su gesto fecundo.   Por eso, ruego, imploro al Guardián de la palabra viva,  que mis ideas no sean para el olvido, que no huyan de la memoria en procesión hacia la nada, como la letra sin sentido, como esos versos muertos que no dicen nada. Ideas amontonadas en masa incoherente que fluyen sin cesar, sin rumbo ni destino, en incesante vaivén. Versos al aire, ellos corren ligero con el tiempo, con la vida y con la muerte;  inútilmente, vacíos de contenidos, como  glosas inconclusas, de palabras que no cuestan nada. Engañados por la esperanza de metáforas felices, vagan hacia una futura forma póstuma.   Líbrame, Señor, de tan funesto camino, que no sea ese el destino de mis ideas, que no mueran en el intento como esos versos que no saben, y no dicen nada.   Divino guardián de la palabra viva, si tu simiente no fecunda mis ideas: El tiempo que devora la memoria y  destruye toda inconsistencia cegará toda reminiscencia, lo cubrirá con el polvo ciego como cubre las erráticas ideas. Sobre la letra muerta pasó el ayer, sucederá el mañana. Miren  como corren presurosos los segundos, los minutos, las horas. Vean que no vive el tiempo en la memoria de versos caídos.  Inexorable corren sus influjos. Observen como la letra escrita se sujetas a sus prisiones, si fueron buenos sus sueños de metáfora renacerá eternamente, y por el Dios de la letra viva será devuelta a la memoria y quedará estampada en la historia,  pero si no alcanzaron la altura y la dignidad,  las palabras quedarán atrapadas en los brazos del olvido.    Señor, guía mi discurso por  la senda de la palabra viva, que de la más ruda materia pueda brotar la letra más bella; para que, luego, cuando mire atrás, las encuentre eternizadas, atrapadas y enredadas,  en la historia, el tiempo y la memoria.   Ilumina estos pobres y flacos pensamientos, que bajo el amparo de tus alas y tu consejo, me atrevo a mostrar, a todos los corregidores,  a  los que son y los que serán los sensores: Tribunales de la calle a jueces y fiscales, las virtudes  y los dones de esta pluma.
Habló mi silencio guardado mis escritos, la sangre marcaba el paso y yo sin tus ojos ni curado tengo remedio.!Oh! Nodriza de mis  versos, quisiera que dejaras tu mundo de frontera y te acercaras con la sutileza del beso.Miradas y sonrisas me hicieron soltar el verso que llevaba adentro por el ángel que pasó volando.Fue ahí donde yo perdiera  el pie, son tus ojos la enfermedad más contagiosa de este mundo,  Miro lo mucho que aquí me ofrece en lo poco que a mí me pide. 
Esos ojos
Autor: gonza pedro miguel  471 Lecturas
Miro que me miras ¿Cuál es la enmienda? ¿Quién será el dichoso que querrá desasirse de tus rapantes ojos? Siguiéndome en la idea, me hiciste tiro,  no  dejándome  seguro, me sometiste a la confusa corte de tus ojos, me siento como el peregrino mal pertrechado, flaco de fuerzas, desgarbado y casi desnudo ante el ímpetu sagrado de tu mirada. No es nuevo para mí, lo mucho que vale y cuesta el sol de tus ojazos. Extendiendo el ala de tu mirada, retraído quedo en ella y yo sintiéndome poco en lo que de tuyo es  mucho. ¿Cuál es la fortaleza de esos agudos ojos? ¿Cuál es la virtud de tu hechizo? ¿Por qué todos buscan el amparo de tu mirada? ¿Qué corazón no confundes? ¿En qué razón no triunfa tu tiranía? Bien es cierto que no me voy separar de la protección de tu mirada, en mi confianza me sujeto a tus prisiones. Miro que me mira tu mirada y mirándome desechas La dura corteza, amarga y desbrida que había en mí,  llegando a la dulce que anidaba.  Imitas a la mano que tira la semilla, le da el riego y esperanza al brote que nace de mirarme en tu mirada. Ruego para que esta  fe de amor se ponga en cada una de tus mañanas y que ello conste en cada una de tus miradas, junto con la risa alegre y  la voz cantada. Por el mandato, del real consejo de tu mirada, de tu nombre dejo firmado mi pecho, por cuanto de parte de vos y al imán de tu mirada dejan el lazo estrecho. 
La vida y la muerte de un beso Estos infortunios son para meditarlos o  una razón para el olvido… de algunos que buscan  el fuego en el beso y hallan el sepulcro en los miedos. En un beso éramos  dos tanques de guerra sobre un campo minado de dudas, un susto de amor entre dos miedos. Recuerdo  ese beso  cuando era tierno, cuando se daba  con gusto y te pedía  todo a cambio, hoy como la flor de un huerto se secó por el sol fuerte de enero, sensible a todos los vientos a todos los celos, cargado de  contrarios compuestos  encontró triste sepultura. Esa flor, quemada y marchita, en el dolor me imita. Llamemos al sepulturero, (sensible a todos los vientos y a todos los celos) que él hará una fosa,  irá entre mortajas el sudario de algunos besos. Se van borrando los versos que me dictaron tus besos. Si no hallo fruto en tus ojos inútil pedirle flores a tus manos Si solo en el cuerpo presente, siendo en lo demás ausente  ya me desmienten tus labios lo que me juraron tus ojos ¿Ha de negarme el destino, tú que has sido mi suerte? ¡Si es así, quítame la vida, tú que me has dado muerte!  
El último tren Pensaba:                                                                                                              En la juventud se vive  la eternidad del instante. Un día miré y me vi en un espejo Con un rostro demacrado y viejo De aquí en más esta Imagen vana, Infestada, será dura y cotidiana. En esta carne hecha de muerte: Es el ocaso, la tarde corre inevitable;  como un río, en su curso irrevocable. Con los años, o mejor dicho: Al final de los años, a este cuerpo uno no lo siente completamente propio, intuitivamente uno entiende que hay que devolverlo, entonces se hace mas que evidente: El desengaño del estuche se hace ostentoso y vacio, uno odia las necesidades físicas, los dolores físicos, los miedos físicos y el temor a devolver lo que era mío En el último andén, en  un espacio casi vacío, acomodar las valijas cuando casi arranca la noche. Yo, ya había perdido hace tiempo y allá lejos  ese aire de juventud y con  la vacilación de una cascara vieja que le infunde la noche, pensaba: Hasta la ceguera y el vértigo, el impulso de la sangre me tapó los ojos, ciego a las culpas, solo veía el deseo y hoy me doy cuenta; fueron miserias flacas.  Pensando que la casa era sólo mía, ahora veo la posesión abstracta. Algunas veces me siento como dos hombres a la vez: Uno, con un desafío; lograr el desapego balsámico, renegando de la propia identidad,  pensando que así el hombre, se queda  más limpio, con el ama luminosa, mientras te tira y tira la montaña de los deseos, como un imán del otro lado y el hombre va deseando matar a este cuerpo vacilante, hasta terminar la historia y cerrar este librito de cuentos; mientras el otro, ese otro anclado a la carne y la sangre aún, sigue añorando la juventud perdida, vive la fugacidad del tiempo y revive el cuento y no le sirve de nada o de poco, la certidumbre que le dan las cosas La última despedida, para algunos por el miedo es como la del perro encadenado, que rompió a llorar,  tira y tira de la cadena sin poderse soltar, para otros es como una convención, está aceptada, fácil,  como quien atraviesa esa calle hacia otro espacio, más amplio, más firme; diría: Sagrado, para saludar a la  Divinidad en el tiempo de la sucesión. Cuentan algunos que han vuelto de ese viaje. Si alguna vez durmió suave y lentamente, es como ese sueño íntimo y secreto, en la soledad perfecta. Es hora de dejar el andén, ya se acerca  el tren, como sol de mediodía, esa luz blanca quiere colmarlo todo, se van borrando los contornos y uno, así… va soltando la cuerda. ¡¿Qué será de esta pluma, ahora que deja de hablar Con una flor en el pecho y un verso sin terminar?!  
Ya libre de mi carga Despedazado y roto, hecho un espantajo, publicándome por quien ya era, la prensa de mi desgracia dejaba ver: Esas penas que son, mi mal y mi castigo. Como pan de dolor masticaba mi queja, con cargas que no podían sufrir mis hombros. Como guardarlo me resultaba estéril Y como  llevarla me pesaba tanto Y empujarlo me costaba mucho, tanto me acobarde y las dejé, atrás en el camino.
Encontré la que no buscaba Quiso mi buena fortuna, que amaneciese el día claro, sereno y favorable con presagio De buen futuro. Sin hallar lo que esperaba encontré la que no buscaba: Mi perfecto gusto, mi contento verdadero. Por los bienes recibidos De tu prodiga mano. Cumpliendo lo que me ofreces a mucho me tienes obligado.
A Sor Juana Inés de la Cruz En juveniles años, escribía yo antes versos flacos y faltos de colores, todos  averiados. Buscando alcanzar  la cima de los tiempos. Lo intenté con la fuerza que mi ingenio prometía. Virtudes ajenas mostraron el puerto de mis fracasos. Sus ejemplos,  templaron el filo de mi pluma, para  encontrar  un verso tan sólo mío, con metáforas tan de mi alma. Tu  semántico brazo, me llevó de la mano a través de las letras. Me distes alas y yo  me lancé al aire, dejaste una huella y yo  seguí tus pasos. Así sabré escribir, y más podré decir, para ganar victoria y buen nombre, en la llama encendida de los verbos.
Cuenta la leyenda Cuenta la leyenda que el hombre creó un billete y lo guardó en una bolsa,  entonces… tuvo miedo de perderlo y creó un bolsillo y le puso un cierre, con el cálido afecto de la cercanía  se  sintió seguro, pero el billete creció tanto que el hombre creó  una caja y por el mismo miedo a la caja le puso una cerradura, y el billete volvió a crecer y el hombre creó una casa con bloques de cemento para el billete, con barrotes de seguridad y este creció aún más y más y el mundo le quedó chico… cuentan los que contaron que fue tanto el crecimiento que  el billete fue todo querer, querer desplegarse, querer  ocuparlo todo con esas ansias del querer. Después de esto ya no hay dos bandos, hay un solo querer que cae implacable y sin descanso, sienten lo mismo el rico que el humilde, las dos plegarias se funden en un mismo querer, se enlazan y se entrelazan. En este camino  de siglos, aquí no hay dos bando, indestructible y destructor un mismo querer. Miente quien dice que va por fuera.
Ella Sacando punta a un lápiz, les quiero contar como llegaba ella, a la razón de mis versos para darle un nombre. Si bien, no soy muy ayudado en letras, por ella soy forzado a la pluma, (seguro  me ponen en deuda) pues no sé si podré o si sabré describir  tan al vivo a la hija de una musa que  vino ser el centro de nuestro abismo, donde todos fuimos a caer. Llegó adornada de tales prendas ejemplo de castigo de culpas ajenas, despuntaba el vicio con sus  retóricos pasos, y un perfume ocioso que no se dejaba gobernar  por el viento, cobra su deuda en las miradas que no quedaban absueltas de culpa y cargo. Arraigada en la razón de oscuros pensamientos, daba ocasión para  que las otras de ella murmuren acusándola de toda vileza. ¡Ho enemiga de todas ellas! Los muchos y buenos dones que tienes encubren si los tuvieres algunos de tus defectos En especial en el verano y por las tardes hacía de su pasatiempo: El banquete de miradas ajenas, su recato le ponían un velo al sueño de tantos corazones. De frescos aires y de sonrisa puesta en rima, ponía en achaque a los mismos que su remedio daba, y no mentía lo que con su verdad alegraba. Ho señora de los sueños incumplidos ¿Qué corazón no confundes? Tan cordial entras por los ojos que al amor invitas. Ho señora de mis noches en desvelo, te haría mil promesas si tan sólo me dieras una sola de tus promesas. Dirán unos, oirán otros entre jueces y fiscales de justicia que no hay y ni habrá quien duerma y descanse tranquilo, creyéndola tan suya, pensándola tan ajena.  
Ella
Autor: gonza pedro miguel  459 Lecturas
Vagabundo de la tierra de los sueños Libre en mis deseos digo: Yo, que dura piedra he sido sin lustre sin brillo, hoy tosco madero de pobre  luces, escaso de letras.  Algunas veces hablando a ciegas quiero gritar por la impotencia, otras quiero llorar por amor, otras veces, que me arrebato en  la pasión, y en otras, que me consume la ira y una bronca encendida que  prende llamas a este tosco madero y el fuego que todo lo consume sólo deja este mísero trozo de carbón. Parece inútil, pero… poco me sirve para pintar  estas letras.  Siguiendo a los tribunales de mi razón, sin cuidarme de la vista de los otros, buscando la certeza que mi tal atrevimiento me puso. Dejo que   mis versos ondeen libremente por algún tiempo. Algunas veces hablan con palabras de bajo precio y  no dicen  nada.  En  tanto que en otros días,  se pronuncian   con letra más oscura, llenos de silencioso abismo.  Y en algunas  pocas ocasiones,  con un poco más de suerte, como un texto con secreto argumento   y algo más versado en las letras se cae y se levanta alguna idea de aprecio. Estos versos  hablan con profético verbo, con palabra pura, con labio santo, que la suerte bondadosa me quiso regalar.
Qué don te ha dado la vida para que esos ojos puedan convertir en versos, lo que mi corazón padece. Es siempre tan perfecta tu mirada, serena y tranquila, que consigues cerrar la puerta de mi esperanza, con la suavidad de un beso  
Plegaria de una pluma Aúlla esta pluma, deshaciéndose en llanto, espinas como cardos son sus versos furtivos Se acercan a ella los verbos afligidos reducidos a silencios para luego huir  a la oscuridad del olvido. Desde el pozo, llora esos tiempos de gloria,  ya quisiera el campo fértil en el tiempo de la cosecha con su sol de medio día. Añora esa simiente en el brote de la mañana, con su racimo de versos como perlas de rocio. ¿Dónde está ho pluma tu verdor?¿Dónde ho  tinta tu victoria? Desabrido como Vino mesclado con agua. ¡Hay! Soy  como huerto seco que le falta riego, sin sustento de pan, ni socorro de agua. ¡Señor! Secas están de tintas mis manos ¿Las tienes aborrecidas? Para qué me sirve esta multitud de estrategias discursivas sin qué ni para qué, son como una vana ofrenda. Cansado estoy de estos versos que no dicen nada, ya tienen aborrecida mi alma. ¡Señor! Yo sé que Tú eres el sustentador del verso fuerte y de la gracia en la elocuencia. ¡Señor! Restaura tu consejo, limpia la escoria de mi pluma, e ilumina mis versos con atavíos de gala, y con los joyeles de tu bendición. Señor oye el ruego de esta pluma en su aflicción, recúbrela con tu gracia y muéstrale Tú salvación. Abrió un camino en mí desierto un caudaloso  río de tinta fresca. ¡Oíd cielos, y escuchad tu tierra! Porque cantará mi pluma, y gritará sus versos.  
Magisterio en la enseñanza de la hermosura Es lo que dice mi pecho, cuando la voz de mis entrañas alimenta la sangre con  el verso al galope y el grito de tu nombre vuela sobre tus montes y tus campos. Este es el tiempo de desgaje, cuando caen las prendas y mis manos  ciegas apelan al tacto, nos convoca y nos congrega la ley de los deseos, mis manos reclaman su derecho… después. Después, la noche se prolonga sobre tu pecho y encuentro la almohada perfecta que se ajusta a mis sueños.
La  gran tormenta Yo siempre le tuve un miedo particular a un cielo alborotado, cuando era niño, una tormenta igual sepultó de granizo mi infancia con un viento como aquel que ahora corre, desparrama y destroza las flores de mi jardín,  por todas partes comprendo el terror que me causa  y este cielo  con un viento arraigado en la oscura nube, el trueno en el asecho y el estruendo que parece precipitar el techo, en el cielo abrió la herida con un tajo de tanto resplandor y yo con la espera del estallido que me devuelve esa antigua visión  de cuando era niño, cuando el miedo paralizante y atroz me cercó. Cayó una piedra hecho un puño, luego otra con un golpe seco, luego otra y otra con ruido tronador. En un espejo vi mi cara de terror. Después el silencio y el silbido ronco del   viento agazapado me descubre por un segundo por donde salió el sol  que evoca mi nostalgia. Dos días que llueve y la gota cava en mi paciencia sobre el peso muerto del tiempo. Esperanzado en la promesa “Siempre que llovió paró”  tanto cavo la gota  que abrió en mi imaginación, lo que el tiempo, una vez  se llevó, y esta lluvia en diez  me lo recordó, una detrás de la otra brotan las imágenes de cuando era niño, que cuando una suelto, la otra queda asida  en la raquítica soledad, en el largo silencio, donde mi memoria hizo la cuenta. Me he interrogado y Creo que puedo ser franco en cuerpo y alma  de lo que ahora soy y de lo que puedo ser de aquí en adelante. El álamo con sus ramas en desorden,  resistiendo estoico el ímpetu furioso con ese orgullo casi jactancioso de enfrentar el viento en su práctica porfiada y trabajosa. Pienso: siento una profunda envidia por ese álamo que firme en su postura  me brinda un ejemplo para vencer mis miedos. Pienso en el álamo y en la tormenta y los tuve por buena suerte. En el ejemplo de esa lucha, siento que ahí está el secreto para sufrir la vida o alcanzar el otro  tono, y  cambiar ciertas dudas del pasado y resolver mis  problemáticas vergüenzas 
Como por desgracia suele ocurrir en amores de aceite y agua. En nada me quedo cierto y en todo me dejó dudoso, aquí le endilgo de contrabando una reseña de malos ratos o una parrafada de malos trancos. Los míos  fueron siempre nobles, hasta que desperté, entonces vi en cuanto se dejaba ver la piel fingida, el amor gastado, en esta desventura hallé para suerte de mi desgracia, mil horas de amargura, entonces procuré olvidar lo que no pude amar, tomando como instrumento la memoria de lo que no tenía remedio. A la hora de la despedida, a mí me faltaron palabras, a ella le sobró ironía y con una actitud tranquila y pausada de los viajeros expertos, sin decir adiós se marchó. Y así me marche yo, arrastrando la nostalgia, la iba acomodando como mejor la pudiese llevar y se me hiciese más ligera carga, no me bastó el ánimo para olvidar aquel tiempo de los instintos, con aquellos besos de fábulas.  Todo iba bien,  no fue hasta que asumimos nuestra conciencia de náufragos, entonces aparecieron esos rencores perdidos por donde nunca los habíamos buscados, fue así como quedamos separados más allá de la magia y el hechizo   
Soliloquio -Algunos ocultan la verdad a sus propios ojos, ¿pero qué ocultan? Ocultan la pregunta, ¿qué pregunta? Cuando escucho la pregunta y analizo la respuesta, veo que esa respuesta no siempre es la que yo daría, entonces surge la pregunta; Quién dio la respuesta, siento que en la pregunta y en la respuesta no hay un absoluto, lo que otros oyen es sólo el murmullo de lo que aquí se dice. - No siempre las palabras y los pensamientos coinciden! - Con ideas que se cruzan y se entrelazan, con sus críticas internas. ¿Eso es posible? -En ésta  relación o mejor dicho, en la pregunta, se deja ver el espacio donde nace la respuesta, y nos muestra que hacia el interior de la idea no hay una línea recta, hay una cierta distancia en lo que se dice y se piensa, y este espacio, es el que algunos llaman de reflexión. -¡No! Es más que un espacio de reflexión, son las distintas modulaciones del ser, una especie de idea que oscila entre distintas polaridades de una misma esencia, es la relación íntima  de la idea consigo misma. -Yo pienso que: La palabra cada vez que se pronuncia es producto de un ritual previo, la palabra, es la puesta en escena de una verdad a medias, y es parcial porque no deja ver todo el contexto donde se percibe que la respuesta no es unívoca.    -Puedo ver intuitivamente en la singularidad y como el telón de fondo en el propio silencio: Las ideas suenan como voces ajenas que sin embargo se pertenecen mutuamente. -Los márgenes nunca están bien definidos, somos seres intrínsecamente  complejos, seres amplios donde no se distingue una orilla de la otra, una unidad compleja discursiva, que se construye así mismo a partir de un caldo  de voces que se revela en la palabra en todos sus fragmentos. -Yo creo que a esto no hay que darle muchas vueltas, escuchas voces y no las reconoces como propias, entonces: !estás loco!
Soliloquio
Autor: gonza pedro miguel  434 Lecturas
Ahora que soy desprendido de tus ojos,  como me gustaría ir al pasado y volver con uno de tus besos.¿Qué me detiene?Un olvido sin tu voz, y un recuerdo sin tu nombre.Un primero de agosto inaugura la clausura que duele cada día,pero...  ni yo iré, ni vos vendrás.Y  el orgullo mata y deja esta historia sin contenido.Tal ves el verso fuera el poder mas alto de volver a tus ojos claros. Quizás mi rima pueda borrar las cicatrices que dibujé en tu alma.Quisiera pedirte algo:Deja de usar esa tabla por uno y usemos esta otra por dos.
-Si no fueras escritor ¿qué serías? - Soy de palabras llevar, también de versos traer, quiero decir, no  puedo callar el viento o tapar el sol, tampoco puedo callar mis versos o tapar mi rima. El problema no está cuando intentas ser lo que debes ser, eso siempre resulta algo más fácil, el problema  es cuando buscas ser lo que no puedes o no debes. -¿No es contradictorio la idea del deber ser con esa idea común  que sostiene que todo es una construcción de la razón. - El hombre es,  como un joven flaco y desgarbado levantando cosas pesadas,  si el hombre común haciendo poco lo que de suyo ya es mucho, qué si le dieras más y mejores alimentos que lo defiendan, así es necesario al hombre valerse más y mejor de la razón y en esto se ve la verdadera naturaleza humana, para luego ver, como desde un lugar sagrado brotan: virtud, razón y poder. Las muchas y buenas herramientas que tiene,  lo mucho que sabe y puede, rápido para crear, lento para rendirse ¿Qué teoría no persigue? ¿Qué verdad no alcanza? ¿No puede acaso visitar el fondo del mar? y si  quiere  puede ir a la luna o el sol. -La verdad, no todos los hombres pueden hacer esto, algunos se dejan manchar por la lujuria, mueren en la ira, o se destruyen en la ignorancia. -No hablamos de los que no pueden huir de la confusa suerte, si no de lo que se puede alcanzar siguiendo la dicha de la razón, de aquellos que se han podido corregir y en la confianza se sujetan a la razón, entre esos hombres hallaremos ilustres barones, teniendo en cuenta que también están esos otros que pululan como moscas. No mires ni repares en tan bajos instintos, considera sólo al bueno y los buenos ingenios. -¿No peca de vanidoso el hombre al pensar así de sí mismo? Para dar sólo uno de los ejemplos  ¿No fue la razón la que nos trajo al borde de la destrucción del medio ambiente? ¿No sería mejor pensar un hombre más real y menos idealizado. ¿Esa “razón” no está al asecho de nuestra perdición, de cuyo lazo ninguno está seguro? ¿Ciego torpe y errado no caemos todos en la misma trampa? y ¿No se nos descubre el daño después de hecha la herida? -La razón, una virtud tan poderosa, no puede ofrecer un beneficio tan pobre, eso no es culpa de la razón. Entre los jueces,  justicia y fiscales, la razón es el mejor asistente que tenemos para corregirnos.  -¿No es contradictorio pensar que nos puede salvar lo mismo que nos condena? Es mejor pensar un hombre limitado en la razón, eso nos haría cuestionar nuestras certezas y quizás mejorar nuestro destino. -Porque no pensar: Si  la naturaleza nos trajo hasta este lado no podría promover un cambio de conciencia. -¿Con los miles de años que el hombre lleva sobre esta tierra?   -No es contradictorio en la medida que nuestras capacidades intelectuales brindadas por ese cerebro nos permite elegir el mejor de los mundos posibles. -Hablas como si no tuvieras dudas ¿No será arrogancia? -Te  voy a decir una verdad tan grande y sagrada como un templo, si alguna duda tuve, la resolví  con unas copas de vino, no sé si sabías en el vino se vive de verdades exclusivas.  
Entrevista
Autor: gonza pedro miguel  432 Lecturas
Título de la obra: Luciano y Elena Personajes Luciano Elena Don Pedro, padre de Elena Facundo, amigo de Luciano   La primera  escena pasa en una calle de España, en sala se representa la calle, el frente de la casa en una esquina, con rejas y un jardín. Un joven con su guitarra al hombro mira hacia el interior de la casona, luego se le acerca un amigo y juntos miran también hacia el interior de la casona. Prologo En una tranquila villa de España donde se da inicio a esta increíble historia de amor incondicional, que va más allá de la historia y el tiempo. La crónica  relata el amor entre un juglar y la hija de un señor muy principal de esta villa de España.                 I acto                    Al ver que Elena se acerca hacia la reja  el amigo se retira         Luciano y Elena hablando en la esquina de su casa, la dama de compañía de Elena la espera alejada  de ellos, alerta por si viene el padre de Elena, el diálogo se realiza reja de por medio.   Luciano –Elena,  concédeme un minuto de tu tiempo. Elena –No puedo (Mientras mira para todos lados) que prisa tengo, mi padre mira con ojo atento, si presurosa no vuelvo  vendrá aquí a buscarme, ¡Dios me libre y me guarde de la furia de su enojo! Luciano -¿Por qué habría  de enojarse si en nada le he ofendido? Que el amor no es                                                            afrenta sino respetuosa cortesía. Elena –¿De qué amor  hablas? Luciano Quiero que sepas que, son tus ojos, tu pelo, tu voz, las flores de mi deseo. Elena -¿Cómo me quieres? (Se acerca Luciano como para tomarle la mano) Luciano -Con amor puro y casto. Elena –Si es puro y casto no te acerques tanto que las malas lenguas miran, para que                           luego  no digan “esa es una mujer perdida” ¿Que haré con mi honra herida si es  arrasada mi fama? Mi vecina, la que siempre mira, si le doy escusa no habrá traición que no invente, mentira que no desparrame y honor que no manche. (Elena se aparta) Luciano -Si me acerco es sólo para mirarte. Elena –Mira mejor  que no quiero perder mi honra. Luciano –¿Por qué la perderías? Elena –Si  murmurada quedo en público o en secreto y aborrecida de mis padres con razón o sin ella. ¿No perderé mi honor? Además  mi madre siempre dice,  si mi nombre está en la calle no habrá: un marido digno  que yo halle. Luciano -¡Desprecias mi amor por excesivo temor! (Despectivo) Elena -Que no es desprecio ni agravio, si no temor sabio. Luciano –¿Cuándo realices un mandado para tu madre te puedo acompañar? (Suplicante) Elena –Ya te dije Luciano que no, y no  es por mí, sino por mi madre y mi padre que no quieren mi nombre en boca de muchos hombres. Luciano -Regálame tu pañuelo en señal de que soy tu dueño. Elena -Si edad tuviera no sólo mi pañuelo te daría, sino también mi corazón tendrías. Luciano –Elena, ya no eres una niña. Elena –Dirá mi  padre  cuando será el tiempo oportuno. Luciano –Si eres persona adulta el tiempo lo fija uno. Elena –No te acerques tanto Luciano  (Ella con temor) que la vecina mira, ella lo que no  lo alcanza con los ojos lo inventa con la lengua. Luciano - ¡Que si uno mira o que el otro habla! (él enojado) no permitas que tu honor en temor viva. Elena -Por un amor en calma doy mi alma y no   quiero comentarios ajenos que manchen la nobleza de mi nombre, que no   solo mía, sino también la de mi casa. Luciano -Por darme tu amor no perderás tu honor, mira que te adoro más que a la plata o al oro.            Ella mira a su dama de compañía que le hace señas. Elena –Debo irme Luciano, mi madre me espera.            En ese momento Elena se va.           Momento después aparece su amigo, siguen hablando en la misma esquina.   Facundo ¿Cómo te fue  con Elena? (Su amigo le pone la mano en el hombro) Luciano -Por sus ojos doy mi vida por su amor mi alma. (Con vos triste y con gesto vencido) En mi mente solo tengo de su hermosura  su figura. Son sus ojos el cielo por donde camino, es su cuerpo el espacio por donde  en mis sueños vuelo, en mis noches de desvelo. Facundo – Un amor así, no tiene calma. (Se sientan en el cordón de la vereda) Luciano -Aunque trato y trato,  olvidarla no puedo ni siquiera un rato Facundo –Habla con su padre, quizás sea, este  un amor consentido. Luciano -Hablaré  con su padre. Facundo –Ya encontrarás lugar   oportuno, ofrece el tiempo, días, meses, años para el     momento seguro. Luciano -Ella tiene encarcelados mis ojos y prisioneros mis sentidos ¡Que ciego y perdido, como un loco sin razón vaga mi corazón! Facundo – Tu  voluntad es como una roca, si lo tienes decidido,  seguro estoy alcanzarás tu cometido. Luciano –De eso no tengo dudas.              El amigo se da cuenta que viene Elena y se retira del lugar            Elena pasa nuevamente  y Luciano la detiene, hablan, un poco a la distancia se queda la dama de compañía.   Elena (Luciano se acerca hasta casi tocarla)- Te ruego, te suplico que no te acerques tanto. (Lo dice molesta) Luciano - A pesar de tus enojos vayas donde vayas te seguirán mis ojos. Elena -¡Aléjate Luciano! Que mi padre mira.  No des causa justa a sus enojos, escucha bien  lo que te digo es mejor que tengas a mi  padre como amigo. (Tono amenazante) Luciano –Elena dame tu mano en señal de que es este un amor correspondido. (Le extiende la mano mientras se acerca) Elena -No te acerques demasiado, ni me tomes de la mano, si mi padre nos ve ¿Cómo miraré sus ojos? ¿Con qué fuerzas detendré su enojo? (Retrocede mientras se acerca Luciano) Luciano –Si te enojas y  te  vas, me dejas en el alma una queja. Elena –Debo hacer lo que mi padre dice, los hijos por respeto y no por la ley viven sujetos. Luciano -¿Cómo puedo hacer para sepultar tus enojos y así, esos claros ojos me miren con aprecio. Elena –Cuando sea el tiempo justo. Luciano -¿Cuándo será ese día premiado, en el que encuentre la paz este corazón enamorado? Elena –No es una ciencia entender que estoy obligada por la obediencia a respetar lo que mis padres dictan. .Debo irme Luciano, pero  antes  quiero preguntarte, vi que hablabas con la hija de Don Francisco Ramírez, ¿también la pretendes a ella? Luciano -Espinas son los celos en un corazón que duda, ten tu alma segura que mi amor es claro como el agua pura. Elena –Yo no hablé de duda sólo preguntaba. Luciano –Para que te quedes tranquila, llamaré a su hermano que es mi amigo y veras que ella no tiene nada conmigo.           Con gesto de la mano pide a su amigo que se acerquen.   Luciano –Amigo di la verdad en todo lo que te consulto ¿Sabes si tengo algún interés amoroso y oculto  con tu hermana? Si es así dilo y no calles. Facundo –Perdón amigo (levantando las manos en señal de no querer entrometerse) pero debo seguir el consejo sabio “no te metas en peleas de  enamorados, ellos se irán abrazados y vos quedaras mal pagado”               Le hace señas la dama de compañía,  avisando que viene su padre Elena –Me voy que mi padre viene (ella apurada y preocupada) que encontrarme aquí  no me conviene.   Se marcha Elena Luciano y sus amigos siguen  en la misma  una esquina, después de unos  momentos Elena pasa y  se produce una serie de silbidos y piropos.   Luciano –Amigos estamos aquí  todos atentos, con las miradas alertas lo que a la pasión despierta.   Recita el Coro -Ella camina con elegante porte.  Va un piropo y un silbido, que  ella  amorosa mezcla,  entre  sonrisas y  enojos,  que  con esos dulces ojos,  a todos con su mirada calla.   Facundo –Querido  Luciano (apoyado en su hombro y mirando a Elena cuando pasa) yo también estoy embelesado en  sus perfecciones de ver todos estos dones, de sin igual primores que despiertan toda clase de sensaciones. Luciano -No puedo dejar de admirar, que ni el ancho y profundo mar,  ni el cielo con su belleza, ni con su hermosura las flores puedan  alcanzar tantos lores  como su  beldad soberana, que todo aquel que los ve, los desea y ama. Facundo –Estoy en un todo  de acuerdo con vos. (El amigo asiente con la cabeza) Luciano – Tengo un solo deseo.  Mirarme  quiero  en esos cándidos ojos. Facundo  -¿Por qué no lo haces? Luciano -Por su mirada esquiva, que  desdeñoso me deja, con colérica queja. Que ni el diluvio del llanto por los mares que lloro puede ablandar los rigores de su mirada fugitiva. Ella no se apiada de mi ser que  llora, clama y gime rodeado por mil cadenas, que son las penas que abrazo. Como  las brasas en el fuego  ardo en esta condena. La extraño de nuevo, lo intento  y la  olvido y al rato la  invento de nuevo. Vive su nombre en mis labios enredados con mi llanto y mis suspiros. ¿Hasta cuándo amigo? Seguiré con mi paso errante y mi corazón perdido. Facundo -Que no te engañen ficciones. ¿Este amor  es correspondido? Porque dura cosa es mirar y no ser mirado, querer y no ser querido. Luciano –Amigo, dime ¿Cómo puedo alcanzar ese amor peregrino? Porque vaya donde vaya la seguirán mis ojos. Facundo -Si crees en el azar,  no crees en el destino  pero si crees en el destino  entonces hay un camino, donde  podrás alcanzar lo que la suerte te niega y no te quiere dar. ¿Dónde está puesta tu fe amigo? Luciano -¡Creo firmemente en el destino! Facundo -Entonces este camino sigue: Sin tregua persigue, lo que tu corazón ama, que el derecho se gana por mérito propio y no por un favor o regalo gratuito que el azar fortuito no te quiso dar.     II acto Luciano va a pedir la mano de Elena. Luciano y Elena se parados por las rejas del frente de la casa de Elena. Ella del lado del jardín, juega con unas rosas. Él con semblante angustiado                                       Luciano -Vivo de ilusiones y suspiros Elena – Y yo vivo con un  padre de celoso ceño, Que me torturaría si mirarte quiero. Luciano  - No temas por tu destino, Descansa tranquila sobre mi  pecho sereno, que te será de eterna compañía, que si lo sabes cuidar lo tendrás hasta el fin de tus días. Elena  - El duende de la alegría,  te crea ficciones, puras invenciones, entiende que mi padre, nunca consentirá estas pasiones. Luciano -¿Qué crimen  atroz? ¿Qué pecado  feroz? he cometido para no mirarte, si lo único que quiero es adorarte. (Tomado de la reja en actitud suplicante)   Don Pedro,  entra el padre de Elena. Es más alto que Luciano de buen porte, algo molesto por el cuadro que encuentra.   Don Pedro -¿Elena que haces aquí en el jardín cerca de la reja? ¿Y usted joven que necesita? Luciano- Don Pedro vine a pedir la mano de Elena. Don Pedro - Le diré sin censura, si usted fuera doctor o abogado tendría su amor bien ganado. Luciano –Si bien mis estudios no son muchos, escuela tengo. Don Pedro –A  licenciado no llega  y de bachiller no pasa, pues no tiene ni oficio ni ciencia. (Negando con su cabeza) ¡Sin talento, sin ingenio sin  estudio! ¿Qué puede hacer? No tienes renta, peso, ni hacienda. Luciano – Don Pedro no tengo titulo de grado, pero tengo oficio santo. (Angustiado) Don Pedro –Mas que oficio tiene poca escuela y mucha calle. (Despectivo) Luciano -No tengo ponderado linaje, pero… Don Pedro -Como su padre dijo: usted no tiene calidades. (Señalando el piso y señalándolo a él) Luciano – Si, soy hijo de la pobreza y entenado de la riqueza pero la suerte  sonríe      al varón justo y trabajador. (Se golpea el pecho) Don Pedro – ¿Por qué no entiende? De entrada le dije, como no es hombre preparado por esto  no tiene el bien       ganado. Luciano –Soy hombre justo ¿Eso no tiene valor? Don Pedro -¿Por qué  insiste? Ya le dije que no es posible. Luciano –Señor, Elena es el cielo por donde camino y no tengo otro destino que conseguir su amor.  Don Pedro –Joven Luciano, no tienes culpa alguna si prisionero y víctima eres de tus pasiones, estos te crean ilusiones que te impulsan, como el viento a  las velas  a buscar un lugar donde descargar la fuerza, la energía y el portento de tu juventud.        Luciano algo molesto  lo muestra  con ademanes y gestos Luciano - Señor no creo ser  víctima de las pasiones, más pienso que por  ser de humilde condición, tan aborrecido y negado por la diosa del buen hado,  que no acepta este corazón enamorado. Don Pedro (Levantando la voz) -No te permitiré tomar las mieses de su mocedad antes de tiempo. Desgraciado del mal agüero, te presentas aquí  acicalado, de pura ovación, dando voces de entusiasmo, con estrepitosa alegría y como no acepto tus locuras, te molestas con arrogante  soberbia  y arremetes con arrogada osadía. Luciano (Enojado) –Quien ama y es amado es un ser iluminado y yo de Elena estoy enamorado. Si hay voluntad hay un camino. Don Pedro, con su bendición no habrán piedras en el camino, iremos juntos en la misma dirección. Don Pedro –Vienes aquí  con engañosa trova y con amor fingido, impulsado por tus deseo y pasiones, que cuando vea colmados tus antojos te  irás en un abrir y cerrar de ojos. Luciano (Suplicante) –Don Pedro, he venido de manera franca y abierta y es usted un duro juez de cerrados ojos, que ha fijado sentencia con airado enojo.  Me aleja de su presencia y me arroja a las profundidades de los abismos, sin haber cometido, pecado alguno. Don Pedro (Molesto) –A pesar de su enojo, no cederé a su antojo. Se le nota en la mirada se le ve en los ojos que está ardiendo en deseos con esa mirada de fuego, por ese viene así guiado por sus deseos tiranos y te presentas aquí a pedir su mano. Luciano (Mira al cielo) -¿Quién será mi abogado? (levanta las manos al cielo ¿Quién defenderá mi causa? Pongo a Dios por testigo, que mi amor es puro, así como aquí lo digo. Don Pedro (Desdeñoso) –Pura propaganda, algo oscuro y dudoso que no tiene presagio de buen futuro. Luciano (Molesto y algo enojado) –Sus puertas me cierra como si fuera un necio, ¿Qué hice para tan alto desprecio? Don Pedro -¿Por qué te ofende mi contienda?  El producto de tu queja, que como loco te deja es porque no entiendes, (enojado) ¡es mi hija, ¡es mi techo!,  ¡es mi derecho! Elena –( Elena que hasta ese momento permanecía callada) No discutas a mi padre que en nada te ha ofendido, ya  te he dicho que es este un amor no correspondido. ¿No tienes respeto por sus venerables años?    Al escuchar esto el padre se retira   Luciano -Tu padre  premia y castiga con fuerza y sin razón,  te ofrece por dinero y me niega por amor.  Elena –No hables así de mi padre. (Ofendida y con ademan de sentencia) Luciano –Cara te será tu obediencia,  mira que el matrimonio forzado luego es amor humillado. (Sentencioso) Elena –Más cara me será la desobediencia, por otro lado un matrimonio consensuado  puede ser también bien aventurado, de la amistad natural nace naturalmente el amor. Luciano -Si con ruegos no te ablando, ni  con las lágrimas de mi llanto tal vez con un verso  logre mejor encanto. Elena -Me persuades elocuente, pero es de hija decente hacer lo que su padre dice. Luciano -Vine a rogarte si tu amor  puedes ofrecerme. Si tus ojos y tu boca me desdeñan y  me imponen esta condena que deba vagar con pena, que  me castiguen la lluvia, el viento y el frío y que me cubran los oscuros días  y me tapen las densas noches donde, siempre llore y donde nuca calle, con mi paso errante y mi corazón perdido. Elena (Lo mira con amor y una mano se acerca a su mejilla) –Hablaré con mi padre, para que cambie de opinión, pero considera que también yo estoy condenada a vivir en solitaria austeridad. Luciano (Exclamación de júbilo) -¡Dios existe, escuchó mi clamor, miró mi dolor, y se apiadó de mí! ¡Oh! Dulce Elena si tú hablas con tu padre tengo una luz de  esperanza. Elena ­–No puedo hablar ahora con mi padre, tengo que esperar un tiempo, vete ahora y yo te haré saber cuando puedes volver para hablar con él. Luciano –Lo que pasa Elena es que no tengo otro deseo, ni otro pensamiento anima mi ser, que lo que con tu mirada avivas para que solo tú, en mi mente vivas. Elena  –No insistas Luciano, que no puedo ceder ni a tus ruegos ni a tus elogios, que si mi padre se entera: muerta soy. Luciano -Dueña, señora y reina de este corazón abnegado de tus  ojos y tus labios negado, quítame el juicio  de tu grave condena que me tienes prohibido que tu belleza adore. ¡Oh! Doncella mía, Escucha mis clamores, que con  estas humanas voces y  sin retóricos dones, implora de tus amores. (Arrodillándose y suplicante) Elena – Entiende Luciano que mi padre considera que me falta edad para merecer de tus amores. Luciano –Mira Elena  que mi amor es más alto que elevado cielo, más claro que cristalino rio, más puro que el amor santo. Que prisionero soy de  la belleza  de tus luceros ojos que  arrastran todas mis pasiones y encadenan  toda mi voluntad. Que la esperanza y la alegría no están perdidas si tan sólo tú me das, un beso de despedida. Elena –Vete ya Luciano que mi padre viene y ¡por Dios que está en los cielos! que encontrarte aquí, no te conviene. Luciano -¿Qué puedo hacer para que tu mano me des? Elena –¡Vete Luciano! (Llora Elena) Luciano –¿Por qué lloras? Es triste mirar tus ojos llenos de  lagrimas pero más triste pensar que no me amas.   Sale Luciano triste y compungido   III Acto Está Luciano  caminando  por una senda  solitaria.   Luciano - Perdida la ilusión… ahora me invade la desesperanza. Vivo descubriendo que muero, de la luz negado del sol aborrecido del silencio deseado. No se definir el amor después de navegar por estas turbias   aguas y de fuertes viento, todo  termina en algún lugar de mi vida con una lágrima escondida y la vista perdida. ¿Cómo responder a la medida de tal agravio, que por no tener un  peso, ni hacienda, ni fama,  ni nombre, ni título de grado fui arrogado  de su lado? Si fuera banquero avaro o viejo adinerado hubiera conseguido amoroso trato. Facundo -Si ella prefiere sangre ilustre que brille con el oro antes que varón justo, que reciba lo que es justo.   Se van  Luciano y  su amigo con su guitarra al hombro Recita el Coro –Va  por la vida soñando,   con su guitarra al hombro y su amigo al lado inventando historias de amor. Hoy están en este pueblo, comen, duermen en cualquier lugar. Busca una plaza, tiende su manta y sin mirar a nadie, despreocupado desparrama melancólicas canciones de amor. Curiosos se juntan. Escuchan atentos, él no los mira, sigue derramando su bucólico canto. No hay sombrero. Las monedas caen como grandes gotas de lluvia, algunas ruedan fuera de la manta.           Cae la tarde. Despierta la noche.          Debajo de una arbolada desaparecen entre la hierba.   Debajo de un árbol Luciano y su amigo dialogan   Facundo –Entiendo que Elena está sujeta al respeto de su padre, lo que las pasiones arrastran la prudencia frena, por lo tanto no cederá a tus ruegos ni  a tus súplicas. Luciano –Le diré a Elena que  “Sólo el amor nos permite escapar y transformar la esclavitud en libertad” Si nos escapamos seremos libres para amarnos en libertad. Facundo –Ten cuidado con lo que deseas, que si eso haces, su padre lo tomará como un  grave vituperio  ¿Cuál será el precio de tan alto desprecio? Mira  que eso es una  grave ofensa, tan grave que no tiene defensa. Luciano – Como un loco sin razón que no tiene corazón,  imagino todos estos tantos  males por ver cumplido el deseo de mi pasión. ¡Es su pelo al viento, es su risa suelta y abierta, es la cadencia de su sin igual figura que   tanto exceden en estirpe y  en nobleza, que cautivan por su delicadeza, y enamoran por su belleza, la causa de mi locura. ¡Encareció su amor su augusta belleza, trastornó mis sentidos, multiplicó mis desvaríos, me ahogó en profundos suspiros! Facundo –Serénate y sosiega  las bravías de tus pasiones ciegas, que tus malos pensamiento serán la causa de tus desgracias. (Con actitud de calmar a su amigo) Luciano –Que puedo hacer amigo, llevo en mis labios enredado su nombre y en mi pensamiento atravesada su  figura. Facundo –No sé qué decir, no conozco los conciertos del amor. Luciano -Quererla no fue tanto, olvidarla fue imposible, por las mañanas la pienso, por las tardes la lloro, por las noches la sueño. Cuando su padre me dijo que nuestro amor no era posible, se encendieron mis furores, se agrandaron mis enojos, que por ella vivo y quiero, me desgarro y muero, y por mis celos mato. Facundo –Querido amigo no quiero que cometas una locura; embriagado por las penas de tus desdichas Luciano –Cuando pienso en su nombre, una lágrima furtiva corre fugitiva, entonces como loca desesperada deambula por mi pecho   una pena herida que se agranda con el silencio y crece más con las sombras. Facundo -Por tanto amor, por  tantos anhelos, que por ella te  desvelas, cuando  vea como  has  vivido, cuando sienta como  has sufrido, cuando se dé cuenta como le  has hurtado a la muerte esas dichas sepultadas, entonces reconocerá la grandeza de tu valor que al sol eclipsa, cuando eso suceda,  cederá a tus ruegos.  Luciano –Por tu mano amiga  en el día estrecho,  por el consejo debido, cuando estaba confundido y perdido de toda esperanza, cuando la oscuridad cubría  todos mis sueños y anhelos; gracias amigo por todo el bien que me has hecho.   Se funden en un prolongado abrazo   Facundo –Recuerda que Elena te ha pedido tiempo para que sea posible este amor controvertido. Luciano –Tienes mi palabra que respetaré el deseo de Elena, pongo por deuda mi promesa y aunque por ello cargo sobre mi pecho pesares y males tan ancho como todos los mares, seré fiel  esclavo de lo que digo. Busco en estos caminos,  encontrar el olvido. En defensa de nuestro amor he ido para volver vencido. Odiado por la diosa del buen Hado.  Del cielo azul de sus ojos: negado, de sus padres: aborrecido, mi esperanza rindo a mi ilusión perdida. Como tesoro me queda, la compañía de un amigo y una guitarra roída. y como oficio; trovador. Que ella vea en  este trovador, que cuando canta llora, quizás vea en mi canto las penas de mi llanto que nunca olvido.    Coro: Por esta estrecha senda, camina  una pena herida  obligados por la obediencia de cumplir esta penitencia, arrojados es a la vera del camino,  con estos; sus despojos, por culpa de esos hechiceros ojos. (Recita Luciano) ¿Dónde está la verdad? ¿Podrá salir el sol en mi desgracia? ¿Mi amor y mi pasión qué son? ¿Quién atenderá mi causa? Para  mí,  ahora  todo es una nada en el olvido. Coro: Con  profundo pesar, va rodando una lágrima por estos perdidos      caminos. Como el  señor y rey de la desilusión y la tristeza, le siguen como desconsolado séquito: la sombra de una pena herida,  dos suspiros y el  recuerdo de un aroma de un beso soñado que vuela con el viento.   Acto IV Vuelve Luciano un tiempo después de un tiempo y se encuentra con su amigo, es ya un hombre mayor, con arrugas, su pelo algo canos, con ropas gastadas Facundo -¡Luciano, amigo! ¡Qué bueno es tu regreso! Luciano –Mozo me fui, viejo volví. (Risas) Facundo -¿Qué noticias traes amigo? Luciano - Anduve por otros caminos y vi en  ellos otros claros ojos donde encontré esos primeros besos, que nunca serán como esos, los que una vez soñé y que tantas noches añoré. Facundo – Quiero que sepas que Ella  ya no cautiva por su belleza, mudó el tiempo su figura, le quitaron perfección, y de su gracia y gallardía sólo quedan, el claro azul celeste de sus ojos y su voz. Luciano – Amigo ella puede ser igual a mil otras, pero yo la hice única en mi ser… Fue raro y maravilloso ese fugaz momento en que me di cuenta que su belleza era mi tesoro y su mirada mi consuelo. Tal vez ya no tenga en este suelo  ese tesoro pero me queda su consuelo. Facundo –Su belleza a muerto y el crudo invierno de los años desgajó cada hoja, y cada pétalo de flor, es mejor que guardes en tu memoria el divino  retrato de su ser. Luciano –Querido amigo hoy la vi de lejos en el mercado de tantos entre tanas la reconocí, es cierto que se fue, y es mentira que no está, sigue intacta su presencia, ¡fue  tan alto  el precio de su ausencia! ¡y valió tan poco mi morir! que agonicé por la congoja  '¿Qué remedia mi partida? el silencio de su belleza ausente  me declara lo que ella no me pudo decir: Que nuestras almas siguen  unidas con admirable trabazón, que  no tienen extremos distantes por la unión del amor. ¡Es cierto que se fue, es mentira que no está! Sigue intacta su presencia como el día que me fui. Facundo –Nunca estuve enamorado y  no te puedo entender, pero dicen que la locura de un amor  solo lo entiende un loco  apasionado. Luciano -¿Dónde está ahora? (Mira para todos lados Ella es la que mi ser adora y por el delito de ser joven fui arrogado  lejos de su lado. Facundo –Le dije que tú la querías ver y me dijo que vendría para hablar  con vos. Ya es tarde y está oscureciendo. Luciano –                           ¡Otra vez muere la tarde sin Ella!, Y crecen los fantasmas de las sombras que   me invaden con su ausencia y  con el frio de su olvido afilan  la daga de los celos que  clavan en mi pecho.  Es muy tarde y como otras tantas veces Cayó la noche y me cubrió con su manto del olvido y otra vez  los fantasmas de los celos                                                        me hablaron al oído                                          ¿Dónde habrá ido ese corazón perdido?... Facundo –Luciano, amigo, alguien viene.    Entra  Elena con demostrada alegría, ya no tiene esos aires de juventud, viene sola sin su dama de compañía.   Luciano - Señora y reina de toda hermosura un solo segundo de tu mirada basta para callar a los fantasmas de las sombras que me invaden con tu ausencia y crecen con las sombras de tu olvido. Elena –Para que no estés como esos  deseos perdidos te guardé   en el arcón de los recuerdos como un tesoro siempre presente y así nunca  lamentaría tú ausencia.  Luciano -¿Qué poderosa magia me cubrió con tu hechizo? Porque  a mi corazón cautivo hizo, que  al mirarte mis ojos tienen deseos de amarte. Elena –Señor mío,  guardián de   este corazón entrelazado y amarrado, por vos he  rogado y suplicado, días y noches, meses y años  al Altísimo Dios piadoso  por este, tu  corazón hermoso,  para que guíe  tus pasos perdidos y regresen  los tiempos idos, aquellos donde me decías que a mi sola  me querías. Luciano -¡Oh! Señora y reina mía, desde la primera vez que te vi, mi corazón quedó prendado de  tu augusta belleza, desde entonces tuya es la soberanía sobre mi pecho y  por esto  caigo rendido a tus  pies. Elena -Conozco la  fuerza y el  poder de uno de tus besos certeros, que son como grilletes de aceros, seguro hospedaje y resguardo de mis labios que para vos guardo. Luciano – Fue  tan corta nuestra   despedida, y tan largo el silencio de mi destierro, que  miedo tengo de mirar atrás, pero con vos a mi lado, no temo mirar de frente, ni al tiempo que está por llegar, ¡Que se vengan los días oscuros que estoy seguro que los vamos a pasar! Elena –Aunque mi padre es un padre celoso, pondrá fin a su enojo y podremos hablar con él. No hagas comentarios, guarda el secreto y espera a que yo le hable primero. Luciano –Con escondido y disimulado secreto y con puertas de acero quedó  sellada mi boca. Sólo te pido Elena, cierra tu compromiso  con  un beso. (Se dan un beso) Elena -¿Cuándo nos vemos? Luciano - Aquí recuerdo tu nombre, aquí te extraño de nuevo aquí siempre aquí...te espero.   Aparece  Don Pedro viene con Elena   Don Pedro –No es mucho lo que tengo que decir, bien sabes que no estoy de acuerdo que con él acabes… pero es tu decisión. Elena –Padre sabe usted,  es público y no es secreto. Soy  ayuda y bastón  de mi madre y  en  mi casa: espejo de honra y respeto y mi lecho estrado de castidad,  nunca le  contradije en nada, y que vivo sujeta a su palabra, y que le debo servida obediencia no es novedad. Don Pedro -En el matrimonio los  tiempos duros son reiterados, mesclados con viento fresco y días claros, pero las verdaderas tempestades, se crean en el  mar  de los celos, embravecidos con olas de gritos e insultos, enfurecidos con violentos viento huracanados, entremezclando golpes con atropellos y maltratos enceguecidos; si  por mucho tiempo corren estos  temporales,  del matrimonio seguro el naufragio es.  Navegar con fuertes vientos crea  la sensación de que todo se acelera reina el caos y la ceguera.  Lo más inteligente es esperar que amaine el temporal. La triste verdad es que en esos momentos pocos tienen ese control. El amor es fuego, puro furor,  es ira y enojo mesclado con perdón y llanto, alegrías enredadas con optimismo y depresión. Luciano –Gracias Don Pedro por  el sabio consejo. Don Pedro -Luciano cuida a mi hija y no la ofendas,   mira que si lo haces, eso no tienes alegato ni defensa, yo estaré presto con la mirada atenta, mira que un padre enojado es como un caldero encendido. No me busque, no me irrites, no me enojes porque entonces sabrás lo que es un padre enceguecido.      Acto V Luciano y Elena esperan para pasar al altar, ella adornó su pelo con flores con amoroso atractivo, se cubre con un vestido blanco, él algo nervioso se mueve erráticamente.   Elena -Te paso mi mano y en ella te doy mi alma. Luciano –Elena por ver cumplido este, nuestro amor,  no puedo decir lo que pienso, no puedo pensar lo que digo, porque oscuras y cerradas  son las palabras olvidadas, palabras aisladas y silenciadas son las palabras enamoradas. Elena –Luciano, no me digas que el temor al “sí“ te paraliza, ¿Por qué  se ha perdido tu brillo y tu color? Acaso   ¿Se devaluaron las riquezas de tus sentidos? Luciano –No me paraliza el temor, sino las dichas y las alegrías contenidas. Elena -Yo sé que tu amor no es don pequeño y quiero que tú seas mi dueño. Elena –Luciano, es este el bien soñado, por nosotros anhelado y por la fuerza de este amor, cumplido. Luciano –Si crees ciegamente en mí, seré la voluntad en acto  de nuestros sueños. Elena –No tengo dudas de tu amor que es de valor acreditado y purificado en los mares de mi llanto. Luciano –Lo que tienen de bueno los sueños, es la posibilidad de cumplirlos, defenderlos es la posibilidad de realizar nuestra vida de acuerdo con nuestros sueños. Un poeta amigo una vez  me dijo: Si crees en el azar No crees en el destino Pero si crees en el destino Entonces hay un camino Donde podrás alcanzar Lo que la suerte te niega Y no te  quiere dar Sin tregua persigue Lo que tu corazón ama Que el derecho se gana No por un regalo gratuito Que el azar fortuito No te quiere dar Elena –Mi señor, de nuestro amor no será la quimera del azar fortuito la responsable; de tantos entre tantos este amor será único, inolvidable y trascendente. Luciano –Con arreglo a lo que es justo, debo decir que, será lo que lo que nosotros queramos que sea y de esto dependerá  nuestro amor. Elena –Mi querido Luciano, descansa mi pecho sereno al saber que  los furores de  tu libertad y mi  independencia  fueron cautivos de nuestro amor. Luciano –Si miras mis defectos nuestro amor no irá muy lejos. Elena –Yo sé que eres correcto, fiel, amoroso,  cortés y con eso me basta. Luciano –Gracias mi dulce Elena, tuyo son mis ojos, tuyos mis deseos, tuyos son mis caminos   donde en vos muero. Elena –No quiero por delante aplausos y por atrás me digas fea. Luciano –Si  tus ojos y tus manos los expandes con caricias y los abonas con incontables  besos, cosecharas  con amor los merecidos  aplausos. Elena –Tu mirada de amor borró en mí los errores de mi ser, por eso así me ves Luciano –Amor confiésame, Tú y Yo Elena –Solo tuyo, solo mía    En ese momento entra corriendo el monaguillo dando voces para que se preparen, da comienzo la ceremonia.  Suena de fondo la marcha nupcial. La pareja se presenta delante del sacerdote. El sacerdote parado frente al púlpito, da inicio a la ceremonia. Sacerdote –Querido hermanos… fin  
Luciano y Elena
Autor: gonza pedro miguel  430 Lecturas
Soplan nuevos vientos Seres anacrónicos, creyendo en su renacimiento no sabían que estaban muertos. En su  apagada resonancia, en vez de adelantarse a su siglo retrocedieron uno, esos que hasta ayer rebosaban de infinito orgullo de hallarse en la cima de la creación; hoy, sin fe en sí mismos, originales en su vulgaridad empobrecida, empapados en su tempestad mundial, sin energía para explotar en su provecho terrenal sus largos exordios, sus prolijas arengas, se desvanecen en la elocuencia aquellos que le habían dando tantas regalías, ahora  regateando con sus propios deseos, ya senil con ese impulso viejo, sin ojos para ver los nuevos rumbos, sin oídos para oír los cambios que se vienen. Después del diluvio ¿Qué les quedará? Un cortejo de principios caídos desde las cumbres del poder. ¿Manos atrofiadas en el timón del barco quieren aun así dirigir? Capitanes derrotados por sus actos desvergonzados, sin tapujos buscan encubrirse en sus propios intereses, empujados a condiciones que no querrán, ni podrán cumplir. A esto que no lo tuerce ni la oración de mil justos, Así es como estos feudos  sentían la incomodidad de esta situación y la debilidad de sus ministerios, precisamente en aquellos principios y condiciones que les habían dado vida, buscando abrigo como en un lugar sagrado intentan retraerse en ella. Como soldado mal pertrechado y flaco de fuerzas, ya no representan al estrato del mayorazgo: Una especie de rubor les tiñe el rostro de sus promotores, esos señores de la pereza heroica. Por la fuerza de un terremoto  Sentados en sus amplios sillones, ven caerse sus castillos de naipes. Sentada en la cabeza, consciente de su egoísmo, caducos en sus intereses ya no representan los nuevos vientos que soplan con fuerza telúrica. Como dos niños nacidos de un mismo parto,  las dudas que ahora dividen, ayudados por el viento, como en archivo o depósito  quedarán guardados en letras grandes estos tiempos de cambio.
Prisionero de un recuerdo El fuego de mi pasión nació cuando la vi, creció con sus caricias y besos, murió con su traición. Y así quedé pobre y flaco de amores Yo que  por tanto amar, aprendí a llorar y por llorar tanto aprendí a odiar.  Prisionero de un  recuerdo hace mucho tiempo que camino mirando atrás, llevo  vuelta la espalda y la vista inclinada, que al cielo nunca miro y al suelo hice  mío. Mucho te digo que ame bien, y más te digo que me amaron mal. Por eso a cualquier descuidado entendimiento, digo: Por cada  vez que de contrario amaren   Aunque hayan perdido y pierdan aunque haya amado y amen  Corran y escapen,  para no caer en las mismas penas contenidas de  un mismo llanto amargo.
Mi abuela No se oculta la belleza En el duro surco de la aspereza. Nevada en la hermosura, con esa figura mustia que al dolor no mira.  En la retorica de sus gestos, goza de frescura venturosa. Esas manos probadas en el sacrificio, con esos surcos hechos en el rigor, con esa tenacidad de una hormiga,  con esa fuerza que le dan las eras por las que triunfaron en el empeño. Amo el amor que hoy me das, aunque mañana me resulte en pena. Cuando las luces a tus ojos falten, este beso quiero que guardes  
Mi abuela
Autor: gonza pedro miguel  426 Lecturas
Filosofía barata -¿Qué hay de cierto que el desamor de una mujer vuelva a un hombre loco o poeta? -En mi caso, dispara esa sensibilidad, embriagarme del un aroma de una mujer que me da en cada paso, lo recibo en un suspiro del que a veces no me quiero despertar. Quiero decir: No es el desamor lo que me hace loco o poeta; si no el amor. -¿Qué te produce el desamor, digo como poeta? -Siempre digo: Quiero olvidar viejas carencias con nuevos amores. -¿Sufriste algún desamor? -Claro, quién no. Pero… como buen poeta lo resuelvo con unos versos. -¿Con unos versos, cómo fue o cómo es eso? -La poesía como por su mandato tiene la capacidad de liberar al poeta, mostrando lo evidente, lo necesario y así,  le pone el fin al ejemplar castigo que le impone la pena. Por eso siempre digo: Hallaras en mis versos la obligación que tiene mi pecho. Por ejemplo, en un trágico momento dije: Fruta nueva, fruta nueva. De la mollera a los pies; no hay poro de la piel que no te extrañe. ¡Cómo extraño esos pasos que saben mi compás y el ritmo de mi cadera! -Por los versos se puede ver que la amó o que aún hoy… - La amé: Con la fuerza del sacrificio, con la voluntad del deseo, pero con la abundancia de mi miseria, y no alcanzó… pero bueno (cabizbajo) son… pero como…  ya fue (alegre)… tengo un corazón que sabe de promesas únicas, si ella no lo quiso, habrá que lo quiera… -Si le pudiera decir algo qué le diría.  -Gracias por el fuego. -¿No le tiene rencor? -El amor simple y sencillo, nada pide sólo se brinda. -Algunos con el desengaño no quieren enamorarse de nuevo… -Ya sé dónde vas, Los melancólicos, los trágicos, los temerosos,  instalan  cerrojos. No esperes esto de mí. -¿Qué hay después de la soledad? - Mientras  voy cerrando puertas y ventanas, voy buscando de la naturaleza su mayor milagro: Esa mirada donde encuentre todos los pretextos. -¿Es usted celoso en el amor? -Yo en el amor sueño y descanso tranquilo, no celo ni temo, te espero y te creo. En el amor no se puede ir a la paz por la espada, es contradictorio. -Un dolor -¿Un dolor? Una caricia que duele: esa mirada sobre la mía. (de la que se fue) -Algo ridículo que hallas escrito. - Un poema romántico tiene siempre, inevitablemente  algo de ridículo, por suerte tiene un atenuante: siempre hay algún ridículo enamorado que lo entiende. -Lo más importante. -Trascender al amor. -Un consejo que tengas para dar. - Por soñar no te quedes dormido; porque los sueños mejor cumplidos son los que se realizan trabajando. -Un problema no resuelto. - Muchas veces, el problema es la rutina, subir siempre al mismo árbol  por el mismo lado. -¿Qué es el tiempo? -Para mí es lo mismo que preguntar qué es la vida. ¿Cuál es la diferencia: entre los dos días de la mosca y los doscientos años de la tortuga? El tiempo es relativo, lo que importa es cómo vives cada segundo de tu vida. -¿Qué es la muerte? -No es lo inevitable. Un día me iré, pero será falso mi abandono, seguirás  en mi huella, me quedaré en mi sombra,  seguiré en sus pasos, renaceré en sus sueños. ( Hablo de mi hija) -¿La justicia? -Quien quiera encender la llama de la justicia y la verdad; cuidado  no termine consumido por la misma flama. Quiero decir: Todos cometemos errores. -El amor. - Una realidad del amor: Es a veces amar, lo imperfecto, lo ajeno,  lo incorrecto. -Lo que más te moleste. -¡Lo que más me molesta es, esa su indiferencia bien lograda y sin fisuras! (de la que se fue) -¿Qué opinión le merece un político? - Cada cual habla en su idioma, llevan un saco lleno de paja por debajo del parpado. -Lo que más te gusta. - Lo que más me gusta, cuando dulce y prodigiosas sus manos tibias, me reciben abortando sus ausencias. (de la que aún espera) -Un miedo. - Como promesante y señor de mis agonías,  no le tengo miedo a la soledad sino a este silencio que  me queda. Quiero decir: El silencio me condena. - Para ir cerrando  ¿y El llanto? -Las lágrimas son la tinta húmeda con la que escribe el alma cuando está sintiendo la vida.  
Unas veces se gana… Volví al pasado huyendo, al tiempo de mis prosperidades; en la que ella, con anhelo se pedía, que con pasión se daba Y con ternura me recibía. Devorada con los ojos, deseada con el alma. Subiendo de escalón en escalón, hasta quedar en un altar, como la señora de mis sueños; después… después  vino el después,  el aquí, el ahora. Haciendo algún escrutinio: Con la vergüenza ganada y perdida la cuenta, veo con claro ojo que; todo lo que jugué y gané: Lo perdí.
La trinchera del verso Yo pienso: La poesía debe hacer su práctica profesional en el seno de la palabra bajo el concurso orientador y planificador de la rima. Es un hecho que muchos ven el uso de la rima como un fenómeno de la dictadura medieval, un orden que tenía el derecho de decir todo, pero de manera técnica y estética.  Hoy se dice de todo sin calificación previa, cualquier método estará bien; el eje estará puesto en provocar reacciones (De cualquier tipo: asombro, enojo, dolor, etc), más tarde o más temprano la revolución de  decir sin reglas puede provocar la pérdida del sentido y convertirse en una incomprensión de avanzada. Yo creo: Una cosa noble y necesaria era la rima, aquellos que traicionaron su ciencia, lo hicieron porque era más simple decir las cosas, sin el concurso de la norma (Ya no es necesario estar sujeto a esas estrictas reglas) Los modernistas lucharon y triunfaron y adquirieron ese derecho de decir sin la lógica noble de la estética y la técnica. Me pregunto: ¿Por qué no podemos hacer poesía mirando para adelante pero también hacia mirando hacia atrás? Quizás alguno piense: No vale la pena traer al presente esas luchas bizantinas. A este le  digo que: No debe ser la rima su enemiga, debe ser su aliada, su más íntima y eficaz colaboradora a la hora de decir; con melodía, con ritmo, con la gracia de la rima sobrevolando los versos. Voy a decir una verdad, quizás agria, quizás molesta: Aquel que intentó escribir con rima sabe lo difícil que es y lo frustrante que puede ser. Hoy los versos sufren porque no tienen los técnicos necesarios para hacerlos, porque el trabajo y la buena voluntad no suplen sino en parte esa deficiencia. Yo entiendo que,  hay que alejarse de los extremos dogmáticos y fríos… pero… Los versos luminosos surgen en el sudor del sacrificio.  Yo siento que las letras tienen hijos que en sus primeros pasos son balbuceos, entre tropiezo y tropiezo dando batalla con rimas feroces, es una Lucha encarnizada en torno a la palabra. Por eso en esta noche quiero rendir honor: A la tinta derramada por el cañón de una pluma, bajo la advocación de una musa, a la forja que templó los versos, a la tónica que ha sabido interpretar los anhelos, a la pluma sin tacha, a la tinta de la mil batallas, a todas las líneas y las que las siguen, a la mano que templó el carácter y realizó el desbroce de la mala hierba,  multiplicando el terreno,  abonando los versos paniaguados sin potencia de fuego de rimas  muertas, suspendidas o ignoradas hasta encontrar la fuerza de una letra y sus posibilidades.  
De Venus la mejor de sus hijas. Titubeaban las puertas de su pecho al continuo empuje de mis quejas,  con muchas y suaves palabras, con amorosas y ardientes súplicas, con prolongados ruegos, con la opresión de los suspiros. Hasta que  en su seno propicio mis manos quedaron agradecidas. En el presente  recibido el mejor de mis anhelos,  convidado de sus ojos, sus miradas eran mías.         ¿Quién podrá contar dignamente los amores de aquellos ojos y ajustar la penitencia de mi llanto a tanta pena herida? El oráculo de Febo declara y la voluntad de los dioses designan: “Huye de este despiadado pecho, huye de estos avaros ojos” ¿Por qué la arrojas de mis brazos?  ¿Por qué la ocultas de mis ojos? ¿Por qué me quitas el mar de mis bonanzas? Primero, quieto de terror quédeme yerto en mi espanto,  de solo pensar en abandonar la hospitalidad de su pecho y dar al viento mis pies; después,  el furor de los rencores de Marte que arrastro,  entró por en mis venas. ¡Tanta ira en este noble pecho!  Que arde como la antigua Troya o la soberbia Roma por causa de Apolo y su mirada fría;  expelido soy,  él una vez más como el viento revolvió los mares de sonoras tempestades en amores de pechos tales. De los dioses el infortunio, que no en ella y no en mí sus ásperos riscos,  el duro escollo. ¿A quién pediré por ella? Si los dioses me niegan el sol   de su mirada, entre las oscuras sombras, ora  dudoso entre la esperanza, ora imagino la desastrosa suerte dos veces  más negra que el Tártaro, ora sólo  espero el destino irse. El vaticinio de los dioses y el  frio invierno clavaron sus aquilones que en  mí porfía baten los afanes del amor. Ya es acabado el día, ya es llegado el ocaso, ya se cierra el cielo y en los dones de Baco pierdo mi alegría.
El vaticinio
Autor: gonza pedro miguel  419 Lecturas
El diálogo entre un poeta y su pluma -Escribamos algo. -Hoy no puedo,  soy un texto sin sentido, una idea para el olvido. Una idea que se escapa, las palabras que se callan, el silencio que me atrapa. ¿Qué oportunidad me pides Si estoy hecho de nada? -Mira esa mujer hermosa por todo extremo Y vestida de tales prendas, Acariciándola con la mirada ¿No encontraras las razones y los motivos? -¿Por qué a ella sola se ha de amar? - Que la pasión y la inspiración del amor manan, esto te alabo y te vendo. -Te Precipitas en tus falsos gustos, esos temas ya los tocamos, diré poco para no ser escandaloso: Te repites. Con lo que ya dijimos ¿no está la abundancia arto satisfecha? -Siempre se puede decir más y más, el infinito es nuestro límite. - ¡Fantástica quimera! Con la necesidad engañas el juicio Emborrachando el gusto Deseando tener más y más Llenando las arcas con los despojos de ideas roídas -¡Hablemos de otra cosa entonces! -Volvemos al principio, Ya dije: Soy un deportado de las letras, la tinta sin papel, una historia sin argumento. Abrazado al silencio ¿qué podré decir? -Un poeta sin una voz que lo represente no es poeta. -Si no tengo nada que decir, prefiero callar. -¡El silencio será tu tumba! -Faltándote perfección en los sentidos, Abortando la conciencia en tu prematura razón, después los dos cobraremos el pago de tal desvarío. Que cada uno llore y gima después. -No entiendo ¿qué quieres decir? -Digo que si nos apuramos y escribimos mal y si las ideas que escribimos, carecen de un valor estético ¿Qué clase de poesía hacemos? ¿Qué alto honor alcanzamos? -Tienes razón mejor esperemos
Su boca: una metralla Quien discuta con ella irá a la derrota Su fiero grito en el terror te asusta Para ganar el silencio Ya quisiera  yo quitar el uso a esa lengua Para darle la razón a tan inculta dureza El premio de lo ganado Es ver sentada a mi lado A tan bonita señora A mi silencio amarrado
El grito
Autor: gonza pedro miguel  414 Lecturas
El cómputo diario de mi saldo Tus ojos en deuda me están por cobrar. Yo me pregunto ¿Preciso tanto tus ojos? Yo me digo que sí, tengo derecho a mirarme en tus ojos; eran mi secreta defensa contra mis celos. Fuera mejor a mis labios no nombrarla y a mis ojos no saberla, de camino  lejos  se va de mí, y no acierta con sus pasos en mi destino. Si mis retóricos versos no te persuaden habré de consolarme con sólo pensarte. Tu recuerdo se me instala en cada uno de mis gestos, tu sabor me quedó prendido en los labios y dejan libre el viaje de mis nostalgias En mis dos mitades, la parte que me quedó de la otra que me llevaste, me quedo como un ser dispar, contradictorio; uno eligió el olvido, el otro te sabe de memoria y perdió su vocación a la alegría por ese apego que otorga la costumbre a tu figura.  Mí olvido te sabe de memoria con mis manos huérfanas sobre el silencio del duelo, truncadas de esperanzas Por esto salgo desesperadamente en busca de una bocanada de aire libre con sabor a horizonte.
La vida es un imposible, es un sueño dentro de otro sueño, y nosotros caminando, merodeando por un tiempito, jugando a que nos perdemos y nos encontramos, la muerte es una vida dentro de un sueño y un sueño dentro de otro sueño.
El sueño
Autor: gonza pedro miguel  411 Lecturas
Confianza y fe -Pobre el beso, la caricia: poca, el silencio mucho… A veces el amor no es puro,  y el deseo en su  arte de simular te pinta un cielo, con su sol y sus estrellas. -¿Por qué siempre buscando defectos? -Ya estamos cada uno en su lado, por todo el amor que nos falta y el rencor que nos sobra. -Si así lo quieres: Entrego mi adiós para que tengas suerte (En el lujo de la ironía, me sonría) -Aunque hayas llorado y llores aunque hayas soñado y sueñes sin que ni para qué… -¿Soñar? No me hables de soñar; Yo que por soñar alto,  aprendí a volar, y  por volar tanto aprendí a caer. -Hay verdades tan evidentes, tan incorporadas al conocimiento de la piel que ya es inútil  discutirlas… -No pretendo ser el descubridor de verdades luminosas, pero aún los grandes hombres viven con sus pequeñas fallas: Somos humanos. Hay que tener clara conciencia de que sólo el amor puede dejarnos por sobre las diferencia. -No puede ser el amor como un esclavo o como un instrumento que uno puede colorar en cualquier lugar para tapar las diferencias. -No se puede negar que siempre es posible que en el camino aparezcan escollos, lo que nunca debe suceder que ese sea un camino individual o solitario,  porque si es así, el recorrido se transforma en una carrera de lobos, sólo se puede llegar al final sobre el fracaso del otro. -Hay cosas que nos sobran  en la construcción de este apasionante drama, creo que lo mas sencillo es reconocer la calidad de lo no hecho, de un producto no terminado, las taras del pasado nos hablan de errores no erradicados. -Volvemos al principio ¡Siempre buscando defectos! -Se necesita: Confianza ciega, entusiasmo y fe, con ánimo de lucha para llegar a ser un sobreviviente de esas diferencias, para después ver el horizonte en el amanecer de una relación.  Quiero decir: Se necesita mucho más de lo hoy tenemos.
Confianza y fe
Autor: gonza pedro miguel  411 Lecturas
El amor xxx X -Ya lo sé, me cuesta dar con esa almohada que se ajuste a mis sueños. Y – Y… si el momento no es propicio ni un milagro lo arregla. X -En mi amor vos estás toda o casi toda,  mmm… me faltan cifras pero las calculo, me faltan indicios pero… Y –Sin embargo yo estoy  segura, te  quiero y a mi pesar, eso me basta, deberías valorar el coraje que tengo de quererte, aunque sé ¡qué sola va  quedar un día mi suerte! X -Pon el beso donde solo existen las palabras  y después vemos. Y –A  vos sólo te interesa eso… después veremos qué,  si con tu silencio me alejas a gritos. X -Te acordás,  algunas veces paseábamos por las mismas hojas, por las mismas letras, por los mismos versos, casi siempre una metáfora nos unía, pero… Y -También se puede amar en el recuerdo, en la distancia, en la soledad. Te quiero a cada instante,  pero aparte de quererte; te necesito. X -Yo no puedo ser como uno de esos tipos que andan por la vida con el corazón en la mano, no puedo, no esperes eso de mí. Y -Enamorarse es un ejercicio contra el infortunio, no importa si al principio se quiere más o menos, lo importante es confiar, y a partir de la confianza, uno se brinda más, en más de lo que tiene. X -Vos y yo tenemos un problema, y es el mar del amor que lo sorbe todo y ahoga… Y -La madre de las ironías, acercarse a un río y morir de sed. Salen de balde los afectos si no hay interesados. El problema es  que te miras a vos mismo como persona de poca cuenta,  que comienzas una relación procurando resolver sólo sus problemas fisiológicos, dejando de lado los afectos. Quiero que sepas que tienes más de lo que crees para dar. X –Quiso mi buena fortuna tus ojos me mirasen y me encontraran sereno y favorable, con presagio de buen futuro, pero a mí no me hables de compromisos, no pienso ir alegre al puerto de tus esperanzas.   Y –Ahora te muestras así, después que me tienes arrimada en el engaño, me dejas caer. X –¿Dónde está la novedad, por qué el enojo? Siempre te dije la verdad. Y –Tienes más historias que capas, una cebolla, eres un viejo lobo de mar, marinero de aguas turbias, pescador de historias imposibles, obsesionado  se te pone en capricho con pescar algún amor en sus bríos. Después que se te pasa el efecto narcótico del primer enamoramiento lo dejas y te vas. X –Muchos  amores tuve y a ninguna he olvidado. Un día me iré, pero será falso mi abandono me quedaré en tu sombra,  seguiré en tus pasos, renaceré en tus sueños.
El amor xxx
Autor: gonza pedro miguel  409 Lecturas
Ruego Por esta pluma amarga y desabrida, pesada y enfadosa por  este don tan pobre, me nació este atrevimiento, y he tenido este ánimo Señor, de pedirte me libres del  esquilmo de mi rima mal formada, gastada en el camino, de esas que perdieron el mayorazgo. ¡Ho Señor! Remienda  mi bolsa donde guardo mis versos que me han de valer sagrado. ¡Ho eternos cielos! Huérfanos de tu gracia, en esta pluma todo es necesidad. En mi oficio en tus comisiones confío, en tu amparo hice mi confianza,si antes hallé copiosa mi tinta regada en tu abundancia, hoy mis versos de migajas, estancos, inútiles, vanos y sin sustancia… esos,  que no dejan memoria,  buscan tu cortesía,  hasta que brote ese verso dulce almibarado.
Ruego
Autor: gonza pedro miguel  405 Lecturas
La libertad Él    -Quiero que hablemos Ella - ¿Para qué? ¿No está todo dicho? Él    -Negar la palabra, es abrir más la distancia. Ella -No sé entender la distancia y menos enjuta. Él    -Mentiras de un cielo sereno, desde hace tiempo existe entre nosotros una descarnada distancia, que no lo quieras ver, eso es otra cosa.  Entre tú y yo, nada ha cambiado y esto desde ya hace años: tú sigues ausente y yo sigo extrañándote. Ella  -Esas son escusas de un papel en blanco ¿Por qué no dices la verdad? Que sólo quieres tú libertad. Él    -¿Para qué le sirve la libertad a un pájaro sin alas? ¿Haber dime... para que querría esa libertad? ... ¿Qué podría  hacer con ella? Ella –Tus labios dicen una cosa, pero en tus actos se nota  cuando piensas a gritos tu libertad. Él    -En tu boca  "La verdad duele; pero tus mentiras matan" Ella  -A veces la verdad llega tan tosca que nos congela de tal manera que la libertad no nos sirve. Él    -No sé qué entiendes por verdad, pero  aquí estoy con la libertad que me diste, no te la pedí, pero quiero  que sepas  una cosa: Estoy  aprendiendo a disfrutar esta libertad que me regalaste; al final un regalo que no te costo nada pero… Ella –¿Pero acaso no había libertad estando juntos o...quizás no entendimos el amor? El que ama debe siempre tener la libertad de elegir. Él  - ¿Libertad sin ser libre?. Qué cosa, una  libertad que no me sirve. Ella –No nos pondremos nunca de acuerdo.  Que tengas suerte. Él   -¿Qué tengas suerte? ¡Terribles palabras!
La libertad
Autor: gonza pedro miguel  403 Lecturas
Serás su pobre dueño Me dijo mi abuelo –Hoye mi niño, escucha el lastre de mis consejos  pá que a tus años jóvenes no les falta peso: Ten cuidado con esa mujer hermosa que sin Dios en los labios y con el diablo en el pecho te hará conocer la demasía de su ser, que su ocupación es ir y venir a la caza. En su oficio te hará correr y  trabajar pá cumplir con la ley de su capricho y después de cansado habrá de tenerte atado a estaca, andando a cadena, y así  resignado en sus manos; habrás  de encontrar la suma miseria. Si no me escuchas… te acordarás de mí  cuando con el estómago apurado comas;   tarde, poco y frío. Mi niño, te lo digo pá que me sigas y viéndome trepar pongas el pie por donde me viste subir. Yo, dudando le dije. Abuelo,  con mucha librería en los dichos defiendes tu verdad,  ella es un ángel y el azul celeste sus ojos  prueban que del cielo viene. De niña fue hermosa, como fruta temprana, tres veces más mirada que hablada, esa tardanza era mi esperanza, que las palabra unas veces atropellan frente a una fresca rosa. Mi abuelo que no estaba de acuerdo, por eso me dijo - Vendiéndote caro te digo: Dulces halagos de lenguas vanas son esos mi niño.  Por otro lado espero no seas celoso, o no dormirás bien estando siempre al acecho, deseando saber el paradero de ella. Mujer hermosa es y muchos buitres hay, espero no te cause dolor lo que debiera darte placer. Ya cuando se iba a modo de despedida me dijo: Mi niño, para que no te falte aliento para la huida, el consejo vale, si con el daño se aprende. La sequía de mi imaginación: La poca prudencia y la mucha vanidad no me dejaron ver el ungüento de sus consejos. Sus abundancias reventaron mis ojos, a tropel, cayendo copioso sobre mi alma hasta no quedar ni palmo de carne, ni sangre  que no me explotara por el pecho; tanto que lo de adentro me quedaba todo afuera y peor aun con no poco acuerdo con mi razón que pierde su camino, entre suspiros que arrancan el alma, hasta dejarme  naturalmente ciego. Abuelo tenías razón, cuánta verdad había en tus palabras. Su perfume, sus ojos, la audacia de sus miradas compraron  mi razón.

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