• gonza pedro miguel
gonza miguel
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  • País: Argentina
 
 Luna                                                                                       Una mañana de enero, mi corazón saltó hacia el indómito mar de las letras, y la locura de mi atrevimiento, abrió el camino de mis audacias, dejando abierto las sendas, de la locura y la poesía. Quiso el azar glorioso un día, que vistiera a la luna de poesía. ¿En qué metáfora la encontraré perdida? ¿Con qué suerte venturosa le daré vida? Como a Borges. Nueve lunas acompañaron, lo que estos versos declamaron, y el alto honor que no lograron, pintar  la luna como debía… y yo, queriendo ser poeta no podía, fundir plenamente mi luna con  las letras. Luna feba  altiva y presuntuosa, dueña de sueños asustados, son tus claros  rayos guarida de miradas hechizadas.   Caripela  que mudas  con las noches, ya te  besan los sapos  en los ríos y orquesta de grillos té pregonan, profesadas  serenatas.   Capanga de la noche ¿Quién no te mira? Peregrina  eterna de los cielos taciturnos,      testigo fiel de chamuyos indiscretos, y devota ferviente de farras y fandangos.   Ya son tus mágicos reflejos, capela de los pobres y lumbrera de catreras, de ranchos y taperas
luna
Autor: gonza pedro miguel  202 Lecturas
El gordo Yoni   El mes pasado,  no tenía un mango en el bolsillo, pero ni un mango partido al medio. Estaba desesperado, había hecho varias promesas a cuanto santo se me cruzara, había  visitado a varias brujas para quitarme la mala onda. Si ya sé. La mayoría son unas chantas pero… ¿Qué más podía hacer? Ya había vendido todo lo material que tenía, sólo me quedaba vender mi alma. Meditaba seriamente  sobre esa posibilidad... cuando un amigo me comentó que estaban  buscando un gordito para un trabajo temporal, ¿Un gordito?  Pregunté -¡Pero te digo que sí! ¡Te  juro que  no te miento!-, me dijo, mientras besaba la cruz tres veces. Él estaba seguro que mi perfil daba. Como no tenía nada que hacer y tiempo era lo que más me sobraba,   así que sin dudarlo,  tomé nota de la dirección.                 Tempranito a la mañana encaré para la dirección. No me costó encontrarla ya que  era una esquina conocida de Moreno. En un comercio de electrodomésticos era la cita. Me atendió la dueña del local: Una viejita, pero tan viejita, que me parecía que no se cocinaría nunca con el primer hervor, Je, Je… Con un aspecto de ser bastante cascarrabias, algo desdentada, bajita, delgadita  de manos nudosas que  caminaba algo encorvada, Me miró atentamente con esos ojos hundidos. Me escaneó con la mirada de arriba abajo. Dio una vueltita alrededor. Y yo  traspiraba la gota gorda ¿viste? La gota gorda, así de gorda. Y si…si estoy un poquito nervioso me traspiran las manos, los pies, la cabeza, la espalda, el pecho, todo me traspira.  Y esta viejezuela  que daba vuelta y no decía nada. Parecía que el tiempo se había detenido, Yo sentía como me bañaba en sudor, sentía como brotaba cada gota y esta vieja que no largaba una letra. Con el ceño fruncido me miraba buscando algo. Y yo que no entendía qué buscaba esta vieja.  Para esta altura yo ya era un mar de sudor y ella me seguía midiendo. Después de una eternidad  me dijo con aire triunfal –¡Bueno, bueno! Me alegra que haya venido  porque es justo la persona que estaba buscando.                 Se me hizo un nudo en la garganta ¿Viste? Uno de esos nudos que ni un mago puede desatar.  No sabía que decir. Las palabras se atropellaban para salir,  y solo alcance a balbucear un gracias.                 Como no dije nada más que gracias. La viejita me explicó que era para trabajar como promotor del comercio. Yo asentía,  así…con la cabeza, ¿Viste? Claro si no podía hablar.                 Me tomó del brazo y me acompañó hasta el final del comercio. Allí estaba, colgaba de una percha. Era un traje de Papá Noel.                 La vieja me indicó un lugar y me dijo que me lo probara, después de un rato salí cambiado.  Me estaba esperando impaciente. Cuando salí   me hizo dar una vueltita y  a la vieja se le dibujó una sonrisa así de grande ¿Viste? –Bueno, bueno- dijo la vieja –Todavía faltan: El gorrito, los guantes, la campanita y los caramelos.                  Tenía sus ojos encendidos. Su rostro desbordaba alegría.  Parecía más joven. Me miraba complacida. Evidentemente le gustó muchísimo como me quedaba el traje de Papa Noel.                  Yo envuelto como para regalo y ella con cara de feliz cumpleaños me dijo -No queda otra que trabajar.                 Me paré en el frente del local y a los dos minutos empecé a sentir  como cada rayo  de sol me penetraba como una flecha. Suave y lentamente me cocinaba al vapor dentro de ese traje rojo. Mientras tocaba la campanita sentía como ríos de sudor me caían por la espalda, el pecho y  se convertían como esos rápidos serpenteantes característicos de Mendoza. Se  me empañaban los ojos, pero yo, firme como un estoico. Negaba el traje,  el dolor, el calor, el sol, la sed. No queda otra me decía, hay que aguantar…aguantar. Tocaba la campanita mientras miraba al cielo y rogaba ¿Hasta cuándo Dios? ¿Hasta cuándo? Fue en ese momento mítico que recibí una revelación. ¡Dios existe!  Escuchó mis ruegos, miró mi dolor y mi sufrimiento, se apiadó de mí y me mandó un ángel. Una abuelita  bajó del cielo con una jarra, con mucho hielo. Se veía fresca, pura, celestial. La tomé con las dos manos cual sumo sacerdote de los necesitados y sedientos. La levanté al cielo en señal de agradecimiento y di las gracias por este regalo divino. Como perpetuo sacerdote de los necesitados bebí del jugo sacramental. De un solo trago me baje la jarra. Después de esto el sol de enero ya no me hería con sus ardientes dardos. A partir de ese momento me acariciaba, su luz me abrazaba. Poco a poco el mundo se pintaba de color y la gente reía y cantaba.  Desperté al día siguiente,  es todo lo que puedo recordar.  Si, ya sé, la pregunta es ¿Qué pasó? Lo que pasó fue que la tierna abuelita me regaló una jarra llena de Gancia con mucho  hielo y limón. Yo pensé, es limonada y con la sed que tenía   de un saque me  bajé  la jarra. El pedo que me agarré fue monumental.  Y qué queres, con el calor que hacía.  
El gordo Yoni
Autor: gonza pedro miguel  202 Lecturas
Al Gran Comandante En pocas obras humanas encontraremos tanta entrega vital y compromiso moral en difundir el resplandor de la virtud, de la equidad y la justicia social.     Al  Gran Comandante  Gobiernos de América Latina. Con una mano de inmundicia y de codicia, juntan con sobrada y evidente avaricia, con la otra desparraman saqueo y despojo. Triunfo soberano de la brutal tiranía, de la privatizada  pobreza y el vil despojo. Le  alentaron estas ofensas, a buscar de lleno la defensa. Tu voz: Proclama de la libertad, rugió furioso en tu pecho de acero. Con euforia y arrebato, se levantaron las banderas de tu pasión. Dijo el señor de la teología del libre comercio: “Enemigo sobre todo enemigo es la vos del pueblo Seré su capital enemigo. Sirva su pecho de brutal escarmiento.” Y así, el señor  del dinero, que sabe comprar silencio quiso comprar con la muerte el olvido. Que muera o viva, ÉL no le pide clemencia a la muerte. Nada dobló su voluntad. Tanto prodiga amores tu pecho, tanto que después sabes cumplir, su entrega inmortal. Ganar a la muerte una victoria. Vencer la historia y el tiempo. Perdurar en la memoria. Por tu historia tu sacrificio y tu sangre, Vivirá tu nombre atravesado en la historia, y tu historia  enredada  en la memoria de los pueblos libres.
El chulengo En una tarde gris, en un cielo sin sol;  en una vida sin Dios. Él sintió el roce helado, lo recibió sin odio, asumiendo la naturalidad del acto, en realidad lo estaba esperando. Con los  labios ensangrentados, expelió su último pensamiento inacabado -Puedo ir a donde quiera  o adonde sea me da igual, no le tengo miedo al otro lado–  Así, con esa rebeldía que lo caracterizó, en un puño apretó el puñal. Abrió por última vez los ojos, iba a decir  algo… y partió para ese gran flujo, sin rumbo, ni dirección. No fue él, un pretexto para las lágrimas. En el cajón el puñal,  como dos amigos. Alguna vez, él lo tuvo  en su mano, acostumbraba jugar con él,  lo arrojaba al aire, extendía la mano y el puñal caía como siguiendo esa espontanea coincidencia en el juego que incita a la crueldad. Ese juego indiscutible  justificaba su prestigio.  Cuando él entraba a la taberna se producían esos terribles espacios en blanco, él con severidad paródica plantaba el puñal en la mesa. Todos tendían a huirle la mirada, a no saber qué  hacer con el silencio, en esa pausa él cosechaba los beneficios indiscutibles de su puñal,   sólo para dejar ver  en su condición de temible: El brillo sediento de esa hoja.  Desde una altura ofensiva pispiaba  a todos, altivo receloso. Él siempre, aunque parezca mentira, miraba para todos lados con una desconfianza ostentosa, como buscando una señal, un indicio, una presencia sospechosa, examinando al detalle  buscaba ese gesto, esa presencia. Esa tarde cuando él entró en la taberna, notó algo diferente, el negro Carrizo  jugaba tranquilamente a las tabas, no se inmutó cuando él entró, tampoco hizo esa pausa en el silencio, eso, a él le pareció premonitorio, como presagiando lo que después iba a pasar. Se sentó en su lugar de siempre, jugaba con su puñal,  pero ya con total desconfianza,  no podía alcanzar todo el confort, una suerte de fantasma agitaba su interior mientras la presencia del negro carri se hacía cada vez más insoportable; en tanto un odio irreversible se abría  paso. Apretó el puñal en la mano, midió los pasos, eligió donde dar el corte… de pronto.  Como presintiendo el desenlace el negro Carrizo deja el juego y se va. En esta rara soledad, porque ahora se siente a gusto y se ríe un poco  con la huida del honor dudoso del negro Carrizo. Imagina sutil y efectiva toda su estrategia para hacerse notar, y que todos lean los “sobrentendidos y  las conveniencias” de bajar la vista, de hablar bajo, de hacer silencio cuando él está. Se ríe un poco por dentro, con la serena paz de los vencedores y después de tres o cuatro copas de caña, él se levanta y sale. El negro Carrizo, en una mano lleva un puñal, más largo, más sediento.  Agazapado espera del otro lado de la calle, y en su mirada no pierde de vista el punto, ese tipo corpulento y brutal en sus gestos y ademanes. Lo ve salir. Besa tres veces la hoja por el lado del filo y cruza la calle corriendo. 
El chulengo
Autor: gonza pedro miguel  201 Lecturas
Mi hermano Le juro a usted. No tengo rencores para mi viejo ni puedo tenerlos ni  para él ni para mi vieja, aun cuando actuaran juntos siguiendo esas espontaneas coincidencias en contra de mis pretensiones, siempre fueron semejantes y estuvieron juntos haciendo causa común en contra de mí hasta de mis gestos más comunes. Nunca entendí por qué siempre vieron una sombra de vulgaridad en todo lo que hacía. Cada uno de mis gestos jamás alcanzaron el prestigio ante sus ojos.  En cambio actuaron diferente con mi hermano, pero yo ya había quedado al margen mucho antes de que el naciera, tan distinto era el trato entre los dos que mis celos hicieron fuerza hasta convertirlo a mis ojos en algo irremediablemente odioso. (Lo juro con el tiempo después aprendí a querer a mí hermano)  Cuando él dio sus primeros pasos lo festejaron  como un triunfo soberano, en cambio yo tuve que construir mi personalidad a fuerza de eludir esa auténtica negatividad. En estas líneas marginales reniego un poco de mis viejos, lo sé, pero también tengo recuerdos “cariñosos” lo juro, existieron esos pocos momentos en que fueron capases de mirarme satisfechos y darme un abrazo. Recuerdo que una vez mi abuela hizo una torta de crema. Nunca lo voy olvidar. En un descuido hundí mi mano a dedo limpio en la crema, y sin aviso con la cuchara de madera recibí un coscorrón de parte de mi abuela. Mierda que sonó fuerte ese cucharon de madera, mi vieja se asustó tanto que me abrazó fuerte, y yo lloraba, pero no por el golpe, sino por la alegría del abrazo compartido. Cuando partió mi abuelo, entre llantos y estallidos yo escribí unos versos en su memoria (Aunque para mí no haya adquirido vigencia ni la muerte ni el olvido)  “Ay, ay, de la coronilla a los pies, no habrá poro de la piel que no te extrañe” Después de estos sentidos versos mi viejo me abrazó y lloramos juntos nuestros duelos. Quiero vivir tranquilo sin ese fantasma de los celos. Ya dije: No tengo rencores, ni puedo tenerlos. Mi viejo y mi vieja justifican mi existencia y en esto estoy agradecido.  
Mi hermano
Autor: gonza pedro miguel  200 Lecturas
Vida Descubriendo a Borges.  Desde hoy mi maestro, mi guía. Antes no lo entendía. Ahora me declaro su admirador. Algunos textos son la llave y la puerta en la razón oscura, marcan el camino, iluminan los pasos. De: Las ruinas circulares                     ¿Qué idea más sublime no engaña?                   ¿Qué verdad más clara no confunde? Vida Encuentro en vos lo que la razón inventa y multiplica en lo falso esos dones, de esta Historia y este Tiempo, mezclados de sueño y  pasión, como otra dimensión de lo real. Vida Encuentro en vos, lo necesario de lo inútil. Reverso vano de esa necesidad fútil, impregnada  y dominada del azar. Busco y no encuentro la estrella,  ese punto cierto en el albur, entre la razón y el escepticismo. Vida       Encuentro me resignado a vivir y a morir. ¿Dónde está la frontera de mi humano ser? Busco esa esencia que mi ser esconde, en esa ilusoria y sutil ironía  llamada razón, que me dice que mi ser es y no es. ¡Oh! Naturaleza humana, espejo de las memorias, llena de ficciones y espejismos, donde nacen mis anhelos, y mueren  mis esperanzas. 
vida
Autor: gonza pedro miguel  199 Lecturas
Espíritu en desorden Con desconfianza en la esperanza iba pensativo en mi sospecha. Me preocupa el nosotros (yo y mis distintas representaciones) en el último escalón del sótano: la grieta de de mi intimidad, un pasito más para caer en el fondo, un soplo y después la nada. Me gusta tomar conciencia de mi ser en lucha, y ajustar mis cuentas. Muchas veces me he interrogado pero nunca hasta llegar al fondo de mi ser, quiero conocer la estricta verdad, me atrevo a cruzarme para preguntarme, me miro como a un perfecto desconocido, por supuesto estoy dispuesto aceptarme como a un amigo, ojalá pueda mirarme y abrazarme satisfecho. Cuando uno se intercepta lo primero que ve, es que, uno es bueno, sin importar cuán malo sea uno, por esto  me preocupa como propio el objetivo testimonio y el no tener la capacidad suficiente para realizar el balance y una contabilidad ajustada a derecho. Me re-conozco ahora: Estoy plagado de contradicciones para sufrir y disfrutar, en algunos de  mis actos veo la doble intención, ¿quiero con esto el castigo de mi mediocridad? Sí,  yo siempre esperaba grandes cosas de mí. Después de hechas las cuentas encuentro  las luces y las sombras. Si,  hay una parte de cierta maldad en esas pasiones que no justifican mí existencia,  pero también hay alivio en el arte, en el dibujo, la pintura y la poesía, en los actos nobles,  digo esto en voz alta, sin triunfalismo del trayecto cumplido. Despierta mi proximidad el largo silencio, agudizo los sentidos. Me duele pero tengo que aceptar todas mis torpezas, todas las cobardías, las tímidas voluntades, las mentiras con las que me recubro, lo peor de todo, ahora que lo recuerdo, y es que muchas veces he visto mis errores y busqué cambiar esos gestos y no pude; pienso: Si ya lo intenté y no pude, quizás la  solución es aumentar los gestos positivos como una forma encontrar el equilibrio, de inclinar la balanza hacia un lado. Una duda carcome mis sentidos ¿Y sí esta teoría “La del equilibrio” es una mentira más de mi razón para quedarme tranquilo en el confort de mi ser equívoco y evitar las renuncias limitando mis aspiraciones? Después de haber hecho las cuentas del día para saberme sincero, me doy cuenta que soy uno más; el mundo está lleno de mediocres.    ¿La fuerza que le exigimos a nuestro espíritu es pobre y el esfuerzo que le cuesta a su naturalidad es mucho? ¿Sólo algunos espíritus iluminados pueden superar el escalón medio de la naturaleza humana? Esta teoría “del escalón medio” ¿también es una forma de argumentar a favor  del quietismo de los valores?  Puedo pedirme algo pero tengo que estar convencido de que puedo darlo, para no quedarme en la resignación de este espíritu en desorden; en toda la ignorancia disponible: la tremenda inocencia.
Porqué vivir es una tarea impuesta …Atrás quedó el remanso, delante la dura pena. PMG   Se acerca a la ventana abierta. No es fácil por causa de esa funda que se adhiere como una piel. No poco le cuesta sacar un brazo. Una ola de fuerza lo empuja, poco a poco hasta la frontera del  exilio. Va avanzando, asoma una parte y en una fría corriente de aire se deja ver la piel arrugada, la cara morada por el esfuerzo. Se ve una mano y tiran con fuerza de los hombros.  La repentina penumbra se hace luz, no quiere abrir los ojos, pero sabe que ya está afuera. Aquí es frio y diferente. Le  nace  una repentina bronca, un enojo se abre paso,  por abandonar ese lugar confortante  y en un grito sofocante respira, respira hondo sin dejar escapar una gota de aire. -Ya estás aquí. Te guste o no…yo sé… no es fácil…pero te darás cuenta que, cuando uno nace no te regalan un cuerpo… no…te regalan un pedazo frágil y precario, una masa al principio, casi sin sentido. Por ahora sólo eres  un ser sin motivo, en esa procesión hacia la vida.   Uno se siente con la necesidad de darle cuerda a ese ser, con la deseable certidumbre de que con eso ganamos  la vida, pero… en este preciso momento, con este regalo de la vida, te nace la obsesión por mirar la hora, te regalan la obsesión de mirar el tiempo y el miedo en cualquier momento a perderlo todo, entonces  nos lanzamos a no malgastar un instante…pero… sobre este cuerpo  pesará el ayer, corren presurosos los minutos,  con cada segundo, que se hacen horas, te percatas del tiempo y de su inexorable influjo que te hace prisionero.   Y  son las seis y son las ochos y es lunes y es martes y  es  domingo y es un mes y es un año que se va con su primavera y su verano. Sobre este cuerpo pasó el ayer y sucederá el mañana. Hay que intentar sobrevivir el día a día, en este mundo donde todo es pasajero, es una apuesta continua a un futuro incierto con aristas de quimera Once     Es un mundo de gente, donde se vende y se compra de todo. Con la variedad adornan el gusto, y con eso hermosean la vista, alegrando el ojo, soltando el bolsillo, ideal para gastar tiempo y perder dinero. Volviendo la cabeza, torciendo el cuerpo, mirando para todos lados sin saber por dónde caminar, todos como yo, parecen no saber dónde ir, ni que comprar, las cosas que aquí se venden, te tiran y estiran de  los ojos,  veo tantos como variados presentes y de tan variados gustos, que tan dividido quedo sin saber que elegir, poniendo el ojo aquí o allá y no habiendo quien lo adiestre a uno, aumenta la ansiedad y la incertidumbre.,  Detengo un poco el paso y alzo la mirada sobre un objeto, uno de los vendedores lee mi actitud de presunto comprador y  me llega con sus baratijas, quiero volverme al camino, pero uno me cierra el paso y contra toda voluntad, otro  haciendo fuerza, se cuelga de mi brazo y apelando a la caridad, me quiere  obligar a comprarles  algo,  después de varias súplicas  como ve que no tengo una oreja muy dispuesta de comprador, molesto me hace a un lado como a un estorbo, para correr a otro, con la esperanza de que sea un  blanco más fácil. En Once hay que tener cuidado, porque son  muchos armando la ilusión en la calle, donde te envisten y despedazan  los bolsillos. Te cuento algo, quizás servirán aquí mis penas, para que veas el poso donde me viste resbalar y aprendiendo no pongas el pie donde me viste caer,  esto te predico y te vendo y así,  viendo mi desgracia, evites las penas y alcances los premios. En Once, me detengo en una esquina, cuando creo haber hallado y elegido un producto, era un celular que vendía un vendedor ambulante, el precio: Dentro de lo que esperaba,  nuevo, moderno, con su cajita, el manual y los auriculares, todo empaquetado, lo mostraba  mientras  él intenta persuadirme, nombrando como ciertas y acertadas todas las virtudes del teléfono,  él no sabía, que yo, ya las conocía en todas las razones que me daba.   Pensé, no me lo vende caro, está en precio…pero yo… haciéndome  de rogar dudaba en comprarlo   y él con suspiros y lágrimas contaba  lo mucho que le dolía vender ese teléfono, pero como estaba muy necesitado por un problema de enfermedad, sólo por esta vez, me lo vendía, casi a la mitad del precio original. Yo no lo podía creer, si antes me parecía aceptable, ahora el precio parecía un regalo, ese: el teléfono soñado, era lo que yo quería, pero… yo…dudaba,  el precio era muy por debajo de lo esperado, él me explicaba que como no pagaba impuesto y un amigo se lo conseguía directo de la aduana, además… con estas y otras muchas razones que daba, buscaba persuadirme. Mientras él, entre suspiros y penas decía, lo mucho que no quería venderlo a ese precio, que él así, no ganaba nada, incluso iba en pérdida de su bolsillo, pero, que por ser muy grande su necesidad no le quedaba otra… De esta manera, estos creadores de ilusiones  mueven los gustos, dejando abierta la puerta de los descuidos para ganarte con la boca, con sutiles mentiras y  gran actuación. Para mi desgracia, compré el teléfono. Hasta ese momento, pensaba yo, que había sido una excelente compra, había regateado el precio y lo terminaba pagando casi a la mitad del valor, inicialmente pedido. Me sentía el rey de los compradores. Me entregó la caja e hizo un recuento mostrando que no faltaba nada, estaba el celular, la batería, el cargador, los auriculares, el manual, cerró la caja con las instrucciones de siempre, no usar hasta no poner a cargar por lo menos 24hs  y me recomendó que lo guardara y abriera la caja en un lugar seguro, según él,  en Once está lleno de arrebatadores, por la calidad del celular,  era un peligro mostrarlo tan abiertamente. Pensaba, tiene razón, mejor lo guardo y en el tren con más cuidado y menos preocupación  puedo tomar estrecha cuenta de cómo funciona el teléfono, esto fue así,  seguí la ley de su consejo, sólo para encontrarme después con la ley de su trampa, y ver la zancadilla que me hizo.  Por ser el blanco de su puntería, me quedé perdido y sin provecho. Por mi mala cosecha, es mi mano que se levanta y hace puño. ¡Si lo veo de nuevo…!
Te miro y te miro con ese capricho y esa impunidad que me da el amor
Te miro
Autor: gonza pedro miguel  193 Lecturas
La vida y la muerte de la palabra Pesada es la coraza de una idea que muere, que surge de una entraña de recitadas letras muerta para nacer fallecida al mundo de los versos muertos. Según sea el pensamiento, órgano responsable de los sueños,  tendrá una muerte eterna, o bien,  si fueron buenos sus sueños de metáforas, renacerá. Un dios muy antiguo, que está  presente en la puerta de los  texto, le dará  vida,  es el guardián de las palabras vivas, que por su voluntad nacen y mueren las palabras, este es un dios que nació cuando nacieron las ideas, él creó las primeras palabras que fueron fundidas con el alma poeta, fue así como palabra y pensamiento nacieron en un mismo parto; la palabra implica el pensamiento y no pueden existir pensamientos sin palabras, sólo pueden existir como un  puro deseo, pero sólo antes de que este antiquísimo  dios les dé esencia. Existe un templo funerario del mundo de los léxicos muertos. A la entrada del templo, un gran salón, con un altar y  entre la gran puerta y el altar existe una balanza.  Allí  una remota divinidad del cielo de los sueños  pesará la letra muerta y lo colocará en el panteón de las oraciones evocadas. Si su ayer fue fértil,  si su realidad fue fluida, y su lógica coherente con su exclamación plena: Volverá a nacer en la  mente de algún poeta o maestro de la palabra;  pero si no está de acuerdo con el arte expresivo  del alma poeta: Quedará perdida y decadente. Entonces a la palabra muerta poco a poco se le irá desvaneciendo, desintegrando hasta convertirla en un deseo, o sentimiento primigenio o pensamiento liberado; desgarrado de toda voz. Un puro anhelo, sin existencia viva. Será entonces que se le irán     agregando nuevos nexos, los que trasmutarán creando un nuevo término, que desde el mundo subterráneo del subconsciente poético. Crecerá y se desarrollará en la entraña efervescente del  alma  poeta. El alma poeta es una fuerza creativa, una energía que le da sentido y coherencia a todo lo que existe y es. Es lenguaje, el alma pura, que está en la base de la materia, es la voz de la materia, es la justicia y el orden cósmico, son la causa, la razón y el entendimiento fundidos en el alma poeta. Cada partícula del universo está infundida de esta esencia, el hombre puede conocer porque participa de esta esencia, por eso el hombre es deseo, razón y palabra, es decir, el hombre es poeta.
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