• gonza pedro miguel
gonza miguel
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  • País: Argentina
 
Hechizo de luna Si te falta  un amor, Ruega al oráculo de los necesitados Con  pecho humilde y sencillo clamor Mira La luna callando los labios. De sus rayos deja, Te hagan un ser enamorado Que no habrá unión que no intente Mirada que no endulce, Pasión que no empuje, ni corazón que no embriague. Es ella, dueña que siembra con claro rayo. haz pie firme en su promesa que sabrá ella sumar corazones y multiplicar tus amores.
Hechizo de luna
Autor: gonza pedro miguel  226 Lecturas
Lo que no se debe hacer ¿Qué recibí de vos? Poquedades. De tu pecho que se levanta y gallardea. De tus manos que buscan abatirse con las mías. Por eso digo: Poca cosa es: sembrar en el desierto, Dar trabajo al que no lo pide, Y adorar a la que no te quiere.
Esos espacios A esos espacios vacíos que me dejas Los voy a llenar con mis rimas, te los dejo detrás de mi tinta En  un verso que llegue y sobre
Esos espacios
Autor: gonza pedro miguel  225 Lecturas
Retrato de una contrariedad Una duda que anima mi ser, que resolver no puedo, de dos extremos distantes, mi pecho no sabe escoger 
El escenario de mis penas Si alguien te cuenta como era, no me reconocerás como soy ahora; sobre este  telón de fondo: Mi tragedia, el escenario de mis penas, después que mis alegrías fueran, cuando mi pecho aprendió  el rigor de su mirada, la crítica de sus ojos claros. Aquí, en esta frontera  sin socorro por causa de este desamor que se compra barato y se vende caro, así me inaugura la soledad para sumergirme en la inexistencia, dejando ver  sobre  la piel de mis ruinas el canto y el llanto de las cobijas de mis penas. Me pregunto ¿Qué hay después de la soledad? mientras  voy cerrando puertas y ventanas. No quiero entrar a este mundo que nunca quise conquistar y que ahora frecuento, quizás  alguno quiera mentirme y convencerme de su existencia pura, yo la condeno por espuria y fraudulenta.  El peor agobio es pensar que una vez imaginé este lecho vacio y sin ella, mi peor tragedia es ver que  todos mis temores se actualicen con promesas  inconclusas, glosas de versos amontonados que no dicen nada de su autoría. Aquí y  ahora, no me importa qué se encuentre en este sitio, a esta cabecita no le gusta estar vacía. Como promesante y señor de mis agonías,  no le tengo miedo a la soledad sino a este silencio que  me queda. 
El empate Te juro, Carlitos estuvo toda la semana hinchando con el partido del sábado, era de lo único que  hablaba, hacía  aspaventó con su primo, según él, el mejor arquero del mundo, yo le dije: che, vamos a ver si es tan bueno eh, espero que no sea un tronco de carne y hueso como vos eh. Él me dijo -Ya lo vas a ver-, y siguió  con su tono de amenaza y apuntando con un dedo, -si te haces el vivo, como la otra vez, el lunes te traigo en cama-.  Eso si me agarras, sentencié.  Entonces le dije: Ahhh… si te acordás  de la otra vez, es porque te dolió y mucho, el caño que te mandé, ¿te acordás o no? y que varias veces quedaste desparramado, mirando mi espalda y viendo como encaraba para el arco. –Vamos a ver si podes repetir la historia- Me gritó mientras se iba. No sé si sabías, el picadito será el sábado, en la canchita del viejo López, si ya sé, esa canchita está maldita, siempre que jugamos ahí empatamos o perdemos,  pero bueno que va… pienso, un día tendremos que romper esa desgracia. Para poner a prueba el talento llovió toda la noche.  Yo ya sabía la repuesta y sólo para cumplir con el ritual le pregunté a Carlitos: Che,  la cancha está media barrosa ¿jugamos igual? Me respondió  Con la picardía de sus días mejores,  mostrándome una sonrisa amplia y generosa que dejaba ver su teclado de baldosas sueltas. Tempranito estábamos en la cancha, Los mejores exponentes de una extirpe legendaria ya casi extinta, ja, ja,  el gordo Aldo,  Roni, el ojo de  Carrizo y nuestro jugador estrella: El  Pitu.   Como todos dicen, es un capo con la pelota, juega en el medio y ahí  en el medio, es el patrón calidad, sacrificio y huevo del equipo.     Con una cintura mejor que una odalisca: El Pitu, lo menos sospechable, delgadito, bajito, frágil, rápido,  el disfraz perfecto para ocultar y disimular el tremendo carácter de ese león perfecto, de talento exquisito.  Ellos no tienen un jugador estrella como nosotros, pero tienen un equipo que juegan juntos desde chicos, se conocen bien, sus pases son de memoria, de toques cortos, rápidos, cruzados, por arriba o por abajo, son precisos. Si no los marcas bien, estos te llenan la canasta.  No necesito echarlo a cara o cruz, le di a Carlitos a elegir el arco. Te juro, no lo vas a creer, el Pitu, de entrada dejó ver el hilo con el que está hecha su tela. Cuando lo vimos  jugar. Todos  decíamos: El tipo este, es muy bueno. Él solo les hacía frente, y gracias a él, el primer tiempo terminamos empatados cuatro a cuatro, y sin contar las pelotas que sacó Manotas, (Le dicen así, en alusión al pulpo)  el primo de Kike, que no era bueno, es buenísimo. Que si no fuera por él, le pegábamos una goleada histórica al equipo de Kike. Manotas  con su oficio de  arquero,  sabe leer muy bien los gestos de los delanteros para predecir donde va ir la pelota,  y así sacar ventaja de su ya, segura agilidad, si a eso le sumamos,  su increíble  intuición en elegir el palo correcto.  Es  impensable  la calidad que exhibe este cristiano, más allá de la fama que ya tenía. Según Kike, su falta de ambición lo llevó a rechazar la oferta de ir a jugar en un equipo de primera. Fue una pena para ese don tan maravilloso. A Carlitos lo asistía su hermano, con esa parsimonia de buen jujeño. Brillaba con humildad, con un brillo silencioso. Tiene esa inteligencia para darle calidad a la distribución del juego, con  el impulso en el momento preciso, con esos pases micrométricos, nunca lo vi dar un pase adelantado o atrasado, siempre ahí, al pie. Terminamos el primer tiempo. El Pitu arrancó cansado el segundo tiempo, más tranquilo, ya no corría tanto. Pero igual, ya cerca del final,  con un amague de cintura dejó uno en el camino, otro quedó desparramado ante la filosófica gambeta del cambalache, tres, cuatro y, lo vio venir a Carlitos,  apuró el pase antes de recibir el hachazo y quedar despanzurrado de trompa, haciendo sapito en el barro. Todos no reímos…pero no se levantaba, después  nos asustamos. Te juro. Parecía que  el golpe fue brutal. No fue nada grave, después se levantó como si nada, para festejar el gol. Con ese golpe Carlitos nos avisaba que no piensa perder por goleada y con una actitud resignada y poco digna establecen una cerrada defensa de trinchera para evitar la humillación. Les íbamos ganando cinco a cuatro y parecía que se venía el sexto. Por fin rompimos la racha perdedora en esta canchita.       Carlitos con su esotérica significación, detrás del arco le hacía tres nudos a la bandera, mientras juraba por todos los santos cumplir con la promesa de pagar un asado  para el equipo si ponían huevo y nos empataban. Yo siempre lo dije: Esta es una pasión para sufrir y disfrutar y en este momento, esta pasión me desbordaba. Hasta que, en una contra con precisión, de Carlitos y su hermano.  Cinco  minutos finales del partido.  El tiro libre. Pelota al segundo palo para  sufrir…   cuando pasa rozando el palo derecho y gol. Cinco a cinco. Ante el error de la defensa. Gritos y reproches iban y regresaban,  llenos de ridículos pretextos. Vino el gol. Después el desorden con inexplicable desconcierto. Se había perdido la serenidad.  Afloraba una terrible impotencia, naturalmente era sólo un gol, una claudicación momentánea aun faltaba algunos minutos pero… EL Pitu  solo ya no alcanzaba. Tampoco lográbamos remendar nuestra desgarrada defensa. Cansados con el respirar fatigoso. Parecía inminente que ellos nos terminaran ganado seis a cinco. Carlitos con toda la potencia del asecho. Con esa picardía, merodeando por los  lindes del arco, tremendamente provocativo. Recibe un pase por lo alto, salta y con el pecho la deja ahí, dormida. Se da vuelta y le pega a la pelota con una ternura calculada. Yo veo como queda él solo.  El miedo atroz me cercó, yo sentía que no podía pensar en nada, lo único que allí existía era, esa mirada de sangre en el ojo de Carlitos, salió el tiro y entonces bruscamente mi mano se elevó abierta y esquinada, luego cayó hecho un puño y con un golpe seco que no justificaba mi fama, me quedé con la pelota.  Ni yo lo podía creer. Lo veo solo a Carrizo para salir de contragolpe. Se la doy de primera. Elude a uno y otro. El Pitu con señas se la pide, pero…    Ese caprichoso incurable, ese egoísta reincidente, que se cree con todo el derecho de posesión sobre la pelota, se corta solo. Carlitos de atrás lo barre con `pelota y todo. ¡Qué bronca!  El Pitu se la pedía solo frente al arco. Ese  era el gol del partido. Como en todo el partido,  otra vez se queda con la pelota para perderla de nuevo. Te juro. Yo no lo entiendo. Si ya pasó a uno y a otro que le cuesta pasarla al compañero. Te juro, no sabés la bronca que me dio. Ver al otro gritando, levantando la mano y el, ahí intentando una jugada más.  De nada sirven los reproches. Un silencio seco y tolerante nos reprochaba la falta de ambición.  Solo nos quedaba la espera del pitazo final en actitud pasiva y resignada al empate. Pitazo final para sostener la racha perdedora en la canchita del viejo López y acrecentar la dicha de Carlitos. Ya encontraremos otra  buena oportunidad para vencer con esa porfiada y trabajosa  pelota que se resiste a besar más la red. 
el empate
Autor: gonza pedro miguel  224 Lecturas
Bohemia …A veces cuando estoy Queriendo soñar, Perdido entre los relatos, Encastillado en los cuentos Abrazando en esa tremenda inocencia: El deseo de escribir… PMG     En la peor noche, con mi mejor amiga: la pluma.  Vacía de soledad vi estas páginas en blanco, irremediablemente me nació el deseo de escribir algo…pero,  un miedo atroz y paralizante se apoderó de mí. Siempre me da miedo comenzar un texto desde cero, porque son muchas las cosas que uno puede poner  en una hoja en blanco.  El miedo está en mí, como una fuerza que me empuja a callar y como en un presagio inminente, como en una revelación, presiento la incertidumbre de no saber cómo comenzar, ni que decir…pero, a pesar del miedo, una hoja limpia siempre es una invitación que no puedo resistir. Este presente incierto,  me revela viejos deseos, antiguas carencias que se remontan desde cuando era un niño en mi ser, queriendo soñar, perdido entre los relatos, encastillados en los cuentos, abrazando en esa tremenda inocencia el deseo de escribir. En ese tiempo, el espejo donde me miro está entre los grandes de la literatura y ellos, mostrándome el camino, en eso que puedo y quiero ser y aun no soy. Son estos los que pasaron a ser los resortes vitales de mi pluma. Esa fuerza propulsora se despliega y se ensancha hoy, en  la mera posibilidad latente en este papel en blanco, con cada letra, con cada palabra, con cada idea, con su existencia de algún modo rompen el silencio. Quizás este texto termine en una posibilidad frustrada como otros tantos textos, o tal vez logren, de algún modo, provocar un comentario favorable de tu parte,  aunque no sé, tengo  la esperanza de que un día  de estos, por causa de unos de estos textos me considere un escritor o poeta, por ahora me quedo, con la menos presuntuosa de saberme, un pobre de las letras. Me lo digo a mí mismo en castigo de mi mediocridad, muchos son los que escriben y pocos los que saben, yo reconozco que soy parte de los muchos que no saben y esto no lo digo por  este orgullo enfermizo  que  me asiste, muy por el contrario, quiero aprender y escribir bien, por lo tanto, no limito mis aspiraciones literarias, yo sé que lo reproches solos no alcanzan, pero  son necesarios para crecer, para reconocer las erratas y también para los perdones. Muchas veces me he interrogado, si puedo hacer algo que le dé un poco más de sentido a mí ser y de paso justifique mi existencia. Quizás  con mis intentos de versos, pueda dejar atrás  mis torpezas y los largos silencios de mi pluma junto a las  sombras de la vulgaridad, hasta encontrar el camino. Hubo un tiempo en que me creí inteligente, mucho más de lo que hoy me confieso, pero mi pluma porfiada y trabajosa se cree capaz de grandes cosas, cuando la pasión me desborda, sin miedo al absurdo,  tiene su oportunidad y un motivo para escribir, o cuando  me ciega la pasión, o me muero de ira, o me rompo en la ignorancia al huir de mi confusa suerte. Otras veces con un poco más de suerte,  encuentro  la enmienda y la salud de mi pluma en la soledad.  Buscando el privilegio de poder imprimir lo que me nace en el pensamiento de mi humana suerte, las penas contenidas o la dicha provechosa de un amor, cualquier tema, lo importante dejar que la tinta fluya; pero claro, la idea es hacerlo con altura, con dignidad.  
Bohemia
Autor: gonza pedro miguel  224 Lecturas
Señora En esta alegría sin fin señora, su presencia se vuelve algo sospechosa. De esta irremediable verdad brotó una dulce necesidad, quiero decir, que usted se convirtió en alguien  que justifica mi existencia. Ya se adivinaba que esos gestos suyos harían dichosos estos ojos y el sello de su  mirada, favorecidos estos sueños.  Con una mirada palmo a palmo sobre mí pecho, quiero decir, después de haber medido bien mis sentimientos,  ya se lo digo señora, no quiero ser en usted una escala fugaz y transitoria, y menos aun, una desamparada expectativa sobre este mar de perspectivas. Si tan solo  me diera un indicio, perdone usted si desde mi soledad insisto en el don de su mirada, y sobre su figura suave del alba. Quisiera que me disculpe pero, mi soledad me llama a olvidar mis espacios en blanco, su risa convoca mis silencios y hasta su voz ya se hace  eco en mis sueños, tanto que mi letra escrita ya queda anclada a la ligadura de sus ojos. Si usted señora, se aleja es mi pánico sin atenuante, es mi miedo sin escusas, y si sus ojos no me miran, entonces  mi esperanza decide derrotarse, pero si estos ojos me miran como ahora, en cascadas Usted, me da cuerda, me deja más cerca del cielo que de la tierra y en un momento así sólo me queda refugiarme en su mirada tónica. Creo estar corriendo tras la esperanza de fortunas verdaderas, señora a usted la quiero cerca a libre demanda  a oferta generosa, así quisiera yo y ojalá también, así quisiera usted.
Señora
Autor: gonza pedro miguel  224 Lecturas
Es momento de amar El plazo del amor es un instante, no resignes ese único momento, No lo dejes transcurrir.  Nace en un gesto, una mirada Y despliega en un suspiro.  Es momento de amar, con este beso, místico, profano,  íntimo y sensual. En esta excursión a la pasión que es tu cuerpo, en esta pasión hacia el amor, que son tus labios, ruego para que me creas y le des amparo a mis manos. 
Pobre hombre Diré esto con holgura y atrevimiento: A veces lo quiero golpear, para apagar las infamias de sus dichos…  pero… mejor escribo algo.     Pobre hombre Que duro acero no cede ante tus afiladas uñas. Rapaces y avarientos son tus dedos, con las que llenas las arcas de tu madriguera. Como un mendigo atesoras el pan enmohecido que robas. Te crees buena persona: Yo lo niego y con evidencia lo pruebo. Imitas al gusano que pudre la manzana. Por eso a tu lado nadie descansa ni duerme tranquilo. Pobre hombre, siempre mirando el plato ajeno. Alas tienen esos ciegos ojos, lo que no lo ve, lo inventa y esa lengua de fuego todo lo convierte en cenizas. Murmurador y detractor de toda buena acción. Como la herrumbre que corroe   las cosas excelsas y dignas,  él  las convierte en viles y bajas: Emblema de la premura de su juicio imprudente. Tus cortos estudios y las escasas letras no son un freno  para esa curiosa lengua que tienes,  más de larga como de filosa ¿Quién podrá escapar de la infamia de tus labios mentirosos? Pensada ofensa de mí ser en lucha, ¿Cuál es el bien que respaldan tus dichos? Si tu oficio es de fabulador, de disfraza elocuencia. Apoyado en tus comentarios aderezados de gran ingenio para repartir maldades. No califica tu razón de nobleza: Antes retorcida,  así lo acomodas, enmascaras y lo pintas con la lengua para que calce según el talle de tu maligna idea; lo limas y lo pules, quitando o agregando según los caprichos de tu pecho. Sin miedo, ni vergüenza, sin temor a Dios: Siempre listo y en carrera, ligero  para hacer el maldades. ¿Qué buenas o dignas obras patrocinan tus manos? Si en tu madriguera tienes carta de residencia en el ocio. ¿Qué buenas obras financian tu pecho? Antes aborrecidas, declinadas y añejas son las incorregibles maldades de tu pecho, que gratuitamente regalas a diestra y siniestra. Hijo del ocio, ignorante, ciego y torpe  en las buenas obras, sabio y entendido en toda clase de malicias. No calificas con nobleza, más por tus vicios y mal ejemplo serás desechado y el aborrecido pago recibirás. Por las recurrentes  maldades  obstinadas de tu pecho: Necesitaras la muerte para que te crean buena persona… Pero ni con eso alcanzarás el abrazo sentido. Terminarás  la  vida abandonado y sin un perro que te huela.
Pobre hombre
Autor: gonza pedro miguel  223 Lecturas
El amor En el mundo no existe nadie tan pobre de afectos,  que no tenga un poco de amor para dar. El amor es aquello en lo humano, que nos acerca más a lo divino. El amor Si existe por si mismo Y lo demás por él Y si es verdad que no siempre elegimos Será entonces, no sin razón Que por la excelencia de este bien supremo Que es la causa y el efecto De la perfecta salvaguarda De la pasión humana, Por lo que, Lo bueno y lo justo existe 
El amor
Autor: gonza pedro miguel  221 Lecturas
El adiós   Este amor, no fue una frustración, Sino un éxito mal usado. PMG Vos y yo somos bastante similares, pero con algunas diferencias.  Diferencias sobreentendidas nunca aceptadas y ni aclaradas,  fue este primer silencio fallido: un error. Ahora me doy cuenta la importancia de gastar en palabras, también me doy cuenta que los silencios traicionan, y que hay que aprender a desconfiar de los sobreentendido. Fue una desgracia que no pudiéramos ver esa felicidad asequible, por lo bueno y lo amable que hay  entre los dos.  No me reconozco y seguro no te reconoces en este final.  ¡Qué pena! Con la última gota de decencia, nos arrogamos insultos y antes que la boca,  se levantaron primero las manos, quedando atrás  el afecto, lo que hoy, ya  doy por perdido. ¡Qué pena! No saber ceder en ese clima de violencia, dejar que la bronca nos  gane, para terminar derrotados. ¿Cuándo aprendimos a alargar los silencios, en qué momento aprendimos a huirnos, a no mirarnos de frente, hasta hacer insoportable los gestos más habituales? Es una lástima que nos hayamos comportado mezquinamente, con esa actitud individualista destinada a perder, sin tener en cuenta esas conexiones profundas que nos relacionaban a perpetuidad. Sé que fui irremediablemente torpe y peor aún, con mi boca atropellada, todo se complicaba más con mis llegadas tarde, mixturada con la inflexible impaciencia de tus celos. De que me servían esas incrédulas explicaciones, tan solo para verte llena de increíble extrañeza al escuchar mi relato. Es tan absurdo pensar que un día nos gustamos, ya no somos los mismos, somos copias borrosas de eso, lo que una vez fuimos. Me voy, no puedo más, tampoco quiero seguir arrastrando esta relación, a mí no me hace bien y a vos tampoco. ¿Por qué esa cara de asombro? Si siempre lo supiste, y si no lo sabías, tendrías que haberlo pensado como una posibilidad, si nuestras actitudes ya lo profetizaban.  ¿Promesas? Las promesas aquí ya no sirven, ahora ya no interesan, no es que yo la desprecie, pero es ya un poco tarde. ¿Cómo que nunca es tarde? Es tarde si después de años de vivir de ese modo, un día, uno se despierta y decide que así no quiere vivir.  No puedo seguir  sosteniendo esta terrible complicidad. ¿Razón? No te pido que me des la razón, tampoco son razones, como vos decís pacientemente prefabricadas para ocultar otros secretos motivos.  Hay que tener valor para aceptar nuestros errores, para poder crecer como persona, también para no cometer lo mismo, si tenemos suerte y comenzamos una nueva relación.  En este tiempo, el de las franquezas, para que no quede un falso recuerdo de lo que hemos sido, es mejor tener bien en claro dónde están nuestros éxitos y nuestros  fracasos. Terminamos como dos seres ajenos y desconocidos. Recapitulando, sólo me queda añorar lo que hemos sido al principio, cuando éramos increíblemente tontos, cuando hablábamos poco y reíamos mucho y nos perdonábamos todo.  
El adiós
Autor: gonza pedro miguel  221 Lecturas
Si no me dejas tranquilo iré: A la paz por la espada.  
El soñador …Te miro y te miro con ese capricho y esa impunidad que me da el amor PMG   Estas líneas en blanco no alcanzarán a cubrir los muchos elogios que para ella tengo, una sola de sus miradas  basta para entorpecerme, para quitarme el raciocinio y terminar  embobado y sin sentido, quedo perdido en su trasatlántica  mirada, en ese momento crítico, cuando me mira, me vuelvo un idiota y ella lo sabe, se da cuenta que me explota por los ojos, en ese preciso instante me brota, un deseo y una pasión que nunca es calculada, me nace así, espontáneamente, casi instintivamente y sin buscarlo. Siempre hay una zona equívoca, no sólo en las palabras, también en los gestos y los silencios, y ella sabe pasearse muy bien por esos lindes de lo difuso. Coquetea ella con esas miradas conspiradoras que impiden justificar mis tímidas sospechas, mientras yo, me conformo sólo con mirarla, en esta dicha sin pretensiones, para luego tenerla vigente en mis fantasías, la única felicidad que parece posible: El sueño, sueño donde yo recibo en alarde de sinceridad  todos los elogios de su mirada. Ella  funciona como un fijador para mi pecho, sus ojos, sus manos, su pelo, no necesito esforzarme para recordarla, soy como un espectador inclaudicable de su belleza.  Yo también ya quisiera que ella pudiera, como yo, retenerme en la mirada y que mutuamente con la misma franqueza nos recordáramos…pero ella a veces, me mira con una atención  de segunda mano, en esa frontera imprecisa de la amistad. Otras veces es sostenida su indiferencia, mientras me ejecuta el éxito de su tímida crueldad;  casi sin convicción a veces me escucha, con sus respuestas monosilábicas parecería que niega mi existencia, mientras siento el peso de toda su ternura obligada, pero otras veces, con más suerte, siento como brilla sobre mí, el sol de su mirada y veo como me contempla, como si yo, fuese un espíritu importante, quizás por la poesía, no sé, quizás se imagina hablando con un poeta, no sé…  dudo mientras su voz me arrastra y yo, sin poderme resistir, hasta dejarme con la voz temblorosa y quebrada; ella mirándome y yo desesperado, confirmando que cuando ella me mira y me habla, el mundo es un callejón sin salida. Por eso siento que,  cuando me habla, me quedo sin defensa y recubro mi cobardía con gestos forzados de amable cortesía, soñando con esa posibilidad, quizás vana, de que me pueda corresponder  su amor. En un momento así, sólo pensar en su ausencia, me desvela. No le temo a la muerte, si no a una idea de una vida sin verla. Todo mi temor se precipito el día que me presentó a su novio, se me encharcaron los ojos; yo le dije rojo de vergüenza: Es de felicidad mientras pensaba: A ella la fortuna le dio un amor y a mí… a mí sólo la amargura de los celos, junto con esta  bronca. Bronca que en mi mano es la que se levanta y se hace puño y golpea mi pecho. En un momento así, tanto odio mi suerte, tanto duele mi dolor, tanto quiero mi muerte. Recordando o mejor dicho, intentando olvidar su gracia prescripta después que de mi destino desapareció, por eso ruego, suplico; que ni en mis ojos, ni en pecho, que de ella ni la sombra quede, ya  mi pena a su castigo dejo, que a mí me queda  una tristeza de adoquín; aquí me quedo desollando las nostalgias, no queda otra. ¡Que la espuma refrescante  borre en esta  noche de farra! ¡Que suba hasta los umbrales del abandono y llegue hasta  los vaivenes en esta tierra firme en borracheras que se pasean por el fuego de su castigo! Primero la música,  la risa, el barullo, el bochinche, después el vino tiró para otro lado, filosa la bronca entrando a matar, así nació la tristeza, el llanto, que el vino no quiso calmar. Al final lo reconozco, soy como ese otro pobre hombre, que en su falsa prosperidad  quiso ser lo que no es, sólo me queda, de algún modo, perderla cuando estoy despierto y recuperarla en mi sueño.        
El soñador
Autor: gonza pedro miguel  219 Lecturas
El paseador Yo soy el que  saca a pasear las palabras, algo parecido al que saca a pasear los perros, digo algo parecido porque en realidad, cuando las saco a pasear, las palabras tiran de mí, y me pasa lo mismo que al paseador, con tanta fuerza tiran, que son ellas las que me llevan.  En una mano, con la izquierda llevo un hato de palabras soeces, verbos libidinosos, adjetivos groseros, junto con un grupo de verdades pequeñitas, chiquitas: intrascendentes, mescladas con algunas mentiritas y en la otra, la derecha, al tropel, un grupo de verbos puros, claros y transparentes, casi diría palabra santa, junto con algunas verdades, casi inmutables. Mientras caminaba, escuché el comentario que alguien hacía -¡Que inconsciente! Cómo puede mesclar verdades por más que sean chiquitas, con adjetivos groseros y lo peor aun ¡rodeado de verbos libidinosos!    Decía otro, -Eso no es nada, él las lleva como verdades intrascendentes, ¿dónde se ha visto que una verdad sea intrascendente? Eso no existe, si es una verdad no puede ser nunca pequeñita y menos aun, intrascendente. Otro con cara de aquí no pasa nada, le decía al que protestaba, -Lo que pasa que el mundo está loco y la única solución es entrar en la locura de este mundo y éste loco sólo expresa la locura de este mundo y para este mundo loco, las grandes verdades ya no existen y menos aun las verdades verdaderas, eternas e inmutables, por eso dice que en la otra mano lleva verdades casi inmutable. Otro que pasaba por ahí escuchando la polémica opinó, -Para mí, en algún sentido él tiene razón, (lo decía por mí apuntándome con un dedo) pero hizo mal en llevar en la derecha  las verdades casi inmutables, porque en el fondo, si son casi verdades: son  mentiras disfrazadas de verdad, sería justicia en honor a la verdad que estas fueran en la mano izquierda,  deberían ir juntos con las verdades pequeñitas e intrascendentes que si son pequeñitas e intrascendentes no tienen valor de verdad y por lo tanto es natural que se las vea junto a términos soeces y vulgares. Decía el primero que opinó, -Para mí es injusto que saque sólo a pasear a las palabra, todos se olvidan que los silencios también dicen algo, siempre tienen un valor, por ejemplo en la música son muy importantes los silencios. -Es verdad, -decía otro sumándose a la polémica- no sólo se olvida él (mirándome evidentemente molesto)  de los silencios, también se olvida de los gestos, si los silencios hablan, mucho más los gestos, por algo, algunos dicen que un gesto vale más que mil palabras.     Un transeúnte que pasaba por ahí, con pinta de literato, al ver el nutrido grupo,  escuchaba atento hasta que dijo, -Para mí las palabras tienen una zona equívoca, es decir, un adjetivo puede ser soez o no dependiendo del contexto, lo mismo pasa con la verdades, las mentiras, los silencios, los gestos y con cualquier otra cosa que se pueda decir, por lo tanto es una locura llevarlas por separado, que izquierda ni que derecha,  para mí deberían ir todas juntas y mescladas y que cada uno elija como usarla; por otro lado  no es absurdo pensar que los silencios y los gestos puedan ir juntos con las palabras, hay que pensar cómo integrarlos, pero ese es otro tema. Mientras el murmullo crecía yo pensaba. No sé… los gestos y los silencios juntos con las palabras… no sé, puede ser… quizás.  
El paseador
Autor: gonza pedro miguel  219 Lecturas
El espejo Ese mágico objeto, en cuyo lazo ninguno está seguro, si se rompe con presagio de mal augurio. Espej-ismo Si te miro, un recuerdo, y si no te miro un olvido. Labriego singular, súbdito del amor, la réplica de una fantasía es tu aporte. Leo mis fútiles sombras en tu claro reflejo, cosecho así una imagen pintada a tu antojo, tejedora de pinturas ilusorias y vanas. Si ahora, la juventud a tu puerta llama, si en el espejo de la belleza te miras, vestido de salud veras lejano, el oscuro destino al que somos llamados. Verás la memoria que guardan los destinos de perdidos reflejos clandestinos, con detalle de realidades banales. Superficie sutil; resplandor y destello del eco infinito de una imagen; son mágicos, tus áridos reflejos que  a la luz natural  imitas y multiplicas la virtud de lo profano.
El espejo
Autor: gonza pedro miguel  219 Lecturas
Palabras Con su vocación congénita  las palabras atesoran la identidad de los goces, los deseos, las frustraciones y las guardan en imágenes que se revelan en lo que decimos. PMG …Cuando ya no quedan más palabras Cuando está todo dicho Sólo queda el silencio. PMG     Ya fue sembrado el desaliento, con la mirada vieja, con el amor gastado y la pasión tibia. De a poco de a rato aunque sea de a tantos antes que muera del todo la esperanza hablemos un poco. Quizás pueda descubrir o comprender o descifrar la esencia de lo que nos pasa. Quiero saber dónde se sembró tu desaliento,  ese que ahora se infiltra en  gestos y en actos. Lo seco y desabrido se hace cotidiano con esas palabras lavadas, palabras que se vuelven ausencia, palabras que marcan distancias. Recuerdo esos labios proselitista arengando a viva voz el fuego de la pasión. Para mí este recuerdo tiene un encanto partidario. En ese momento tu voz era diferente, decía otra cosa, tenía otra voluntad. Probablemente la mayor dificultad que hoy enfrentamos sea la palabra, para nosotros se está empezando a convertir en algo de mal gusto. Pareciera que para vos, recordar el pasado es invadir el presente con un recuerdo fósil. Yo sé  que juzgar el pasado no es una tarea fácil, pero… Tampoco busco el encadenamiento afectivo,  ni quiero la distancia que nos hace extraños. Quiero que hablemos. Quiero que recuerdes alguna palabra que sobreviva al olvido y que aun hoy nos acompañe. Quizás ella, con su recuerdo nos defienda, nos dé algún aliento, siembre alguna nueva esperanza. Antes al menos  teníamos enfrentamientos verbales. Si ya sé, nos decíamos cosas injustas. Después los perdones, las disculpas. Hasta que un día, se hizo moneda corriente y nos empezamos a decir cosas irreparables. Entonces simultáneamente  empezamos a callar. La presencia inevitable en la cama, hace más incómodo el momento. El silencio, en este lugarcito tan íntimo, hace que la soledad sea total. Yo estoy tan podrido de ese silencio brutal, que te busco con la mirada y vos me huís. Ahora al menos nos miramos. Hay una extraña iluminación en tu rostro, a veces pienso que intentas ocultar una alegría, porque se supone que debemos estar con caras largas. Aquí en el borde de la cama. No quiero solo tu mirada, quiero que me digas algo. Presiento que hay algo que me quieres decir. Si tus labios callan esa lágrima rodando por tu mejilla me cuenta todo. Si hasta hace un minuto quería que hablaras, ahora quiero que cayes.       
palabras
Autor: gonza pedro miguel  216 Lecturas
Los dueños de mi reino Hubo un tiempo que creí y en mí inocencia pensé como inexpropiable la riqueza de tu mirada, pensando sólo en el atractivo de tu seducción, creí alcanzar dichosos y largos años, pero  por veinte años anochece. Día tras día, hora tras hora, segundo a segundo, sin descanso, tu madre envenena cada rincón de muestra casa y lo hace oscuro. En tu familia son todos corregidores, son tus padres jueces y fiscales de mi conducta, oidores de nuestras disputas, consejeros, presidentes y gobernadores  de nuestra casa.  Estando  hecho esto y no de otra manera las leyes que aquí, mandan  sobre nuestra voluntad; así es como  han sido desde el día que alimentando mi ilusión  entré en esta casa,  ¿para qué? si después de firmada y rubricada mi sentencia, termine aquí, condenado  por tu madre y tus hermanos. En tu familia y en especial tu madre: son ellos cazadores que después de hecha la herida, se disfrazan de inocencia. ¡Oh! Enemiga de mi paz, aspirante a reptil, que repta, babea, asecha y pica; que desde el suelo viboreas y te haces temible con el bisbiseo al oído  y en el susurro la saña trabajosa en los muchos y malos consejos que das. ¿Cuándo encontraste la grieta para colarte en mi intimidad? ¿Cómo entraste cordial a nuestra casa con esa boca ordinaria? ¿Por qué, siempre aquí, trasmutando nuestros goces en rencores, modificando los hechos, cambiando nuestros objetivos? porque según ella; es la primera en saber que nos conviene.  Nos quiere llevar de la mano,  nos dice y nos repite hasta el cansancio lo que debemos hacer.  No puedo hacer ningún cálculo para mañana, hasta que no vuelva ser el dueño de mi casa,  así  me obliguen a involuntario destierro.  
Entre luces verdades y sombra                                                                        Yo, fortuita cosa, con mi pobre y tosco ingenio,  de pocas luces heredadas, escaso de letras en el virtuoso efecto. Pero por la gracia o la fortuna que me visitó oportuno, de un árbol de libros me hice dueño. Su brote extraje de la biblioteca de Alejandría, con sus raíces rescatadas en el río del mágico Leteo, en sus hojas anida la sabia  tinta y el dulce fruto que poetas ilustres bebieron y que multiplicaron así los versos a su antojo. De raíces atrapadas y enredadas  en la historia, el tiempo y la memoria; convertidos esos ecos en  actos,  en palabras,  se despliegan hoy ante mí, venturosos como el viento. Es así como  puedo ver que,  por la morosidad de mi escaso ingenio algunas  ideas callan   su gesto fecundo.   Por eso, ruego, imploro al Guardián de la palabra viva,  que mis ideas no sean para el olvido, que no huyan de la memoria en procesión hacia la nada, como la letra sin sentido, como esos versos muertos que no dicen nada. Ideas amontonadas en masa incoherente que fluyen sin cesar, sin rumbo ni destino, en incesante vaivén. Versos al aire, ellos corren ligero con el tiempo, con la vida y con la muerte;  inútilmente, vacíos de contenidos, como  glosas inconclusas, de palabras que no cuestan nada. Engañados por la esperanza de metáforas felices, vagan hacia una futura forma póstuma.   Líbrame, Señor, de tan funesto camino, que no sea ese el destino de mis ideas, que no mueran en el intento como esos versos que no saben, y no dicen nada.   Divino guardián de la palabra viva, si tu simiente no fecunda mis ideas: El tiempo que devora la memoria y  destruye toda inconsistencia cegará toda reminiscencia, lo cubrirá con el polvo ciego como cubre las erráticas ideas. Sobre la letra muerta pasó el ayer, sucederá el mañana. Miren  como corren presurosos los segundos, los minutos, las horas. Vean que no vive el tiempo en la memoria de versos caídos.  Inexorable corren sus influjos. Observen como la letra escrita se sujetas a sus prisiones, si fueron buenos sus sueños de metáfora renacerá eternamente, y por el Dios de la letra viva será devuelta a la memoria y quedará estampada en la historia,  pero si no alcanzaron la altura y la dignidad  las palabras quedarán atrapadas en los brazos del olvido.    Señor, guía mi discurso por  la senda de la palabra viva, que de la más ruda materia pueda brotar la letra más bella; para que, luego, cuando mire atrás, las encuentre eternizadas, atrapadas y enredadas,  en la historia, el tiempo y la memoria.   Ilumina estos pobres y flacos pensamientos, que bajo el amparo de tus alas y tu consejo, me atrevo a mostrar, a todos los corregidores,  a  los que son y los que serán los sensores: Tribunales de la calle a jueces y fiscales, las virtudes  y los dones de esta pluma.
Entre el cielo y la tierra está tu  altar, como un lugar sagrado de tu morada y la gloria.  Son tus labios seguro resguardo de mis besos profanos. Y yo me arriesgo al pensar, que ya sos mi bien idolatrado.    Yo deudor insolvente Al descubrir tu amor me arrojé sin miedo, y fiel a mi deseo, me arrebujas en tu pecho. A las caricias de tus manos me encomiendo y de tus ojos el amparo pido. El santo sello de tu amor primero, y el justo celo de tu amor quiero. Los afectos de tu pecho ruego, y el dulce néctar de tus labios deseo. Yo deudor insolvente, de tus labios versado en amores, escudriñan en mis labios los sabores y mi boca poblada de besos, acaudalada en amores, te pregona eterna alabanza y te tributa los afectos de mi pecho.
Mariposa de mis sueños  Mariposa que volaba alto En la primavera de  mis sueños yo daría tanto por dos de tus miradas ni que decir como por cien de tus besos. Extraño tu persona, tus buenas obras, Tus honestas virtudes, Tu risa alocada y suelta:  Fueron luz sagrada a mis ojos y más luz a mi esperanza, que aun  hoy guardo en abrigados recuerdos.
Ella:  la niña de mis ojos Mi mejor proyecto, mi verso más elevado, mi sueño mejor cumplido. La razón causa y efecto de mi ser en lucha. Pondré tu nombre en un verso para que quede después que me haya ido…  que todos vean cuanto te he querido. El duende de la fantasía, pintó de realidad mí sueño, que habiendo sido humano, te hizo ser divino. Es tu sangre de tinta,  son tus manos de papel y tus labios de rima, que destilan miel. Como el árbol de la vida, son  tus frutos de poesía.
El señor don dinero Los negocios clandestinos del dinero, jamás llegaran a buen destino, El aire, un rio, un bosque, el agua es hoy tenido por poco por aquellos, que mañana lo estimaran por mucho. ¿Cuándo hayan  roto esta posada Dónde harán nueva morada? Desmalezado en el pensamiento, la profunda sima de la miseria. Ellos, los poderosos de esta tierra hoy encumbrados en la buena dicha, no miran en el mañana a los abatidos a los pies de la desgracia, sólo guardan, la sagrada ley del dinero, que todo lo traga a favor de su deleite. Si hoy ríen cumpliendo su deseo mañana llorarán los pasados placeres. ¿No esperan sufrir las inclemencias y los rigores del cielo? Entonces se harán conocidas y evidentes las malas costumbres del hombre. Nos roban los frutos de nuestras heredades,  con pie y brazo  quedo no las defendemos.  
Tú y Yo, conjuguemos del verbo el amor, Yo te amo, Tú me amas, nosotros nos amamos. ¡Amor confiésame!: Tú y Yo
tu y yo
Autor: gonza pedro miguel  213 Lecturas
La gran cosecha …Hoy sigo descansando en la serenidad del lecho, cultivando  el silencio en un rito privado, con mi alma de madera clavado en el paisaje. Mi recuerdo viejo , sedentario me recibe quejoso; recorriendo la geografía de mi pasado, me hace dueño de cada uno de mis instantes. PMG   En el dolor de los años viejos, con  la frente desteñida repaso mis adentros. Volver el almanaque atrás, poder ojearlos con la lentitud de los años… ¡Tanta luz que con los años se hace sombra!... A pesar de eso es mi mejor historia. Esas fotos sepias, solidarias a mi memoria sacando lagunas que se esconden en el olvido.  Recuerdo la gloria de ser niño y la ingenuidad de no saberlo, a mi abuela  con su madeja de lana y sus virtudes teologales, a mi viejo ceñudo por la abundancia de mis faltas, siempre él,  invariablemente él, con la varita lista en el consejo, a mi abuelo en su taller de cicatrices y sus paños de consuelo. Yo siempre le lloraba a él  con mi vocación de mendigo y él con su pródiga mano y su pecho amplio siempre, siempre ahí, cumpliendo mi caprichito. En esta biografía de la nostalgia, no me puedo olvidar de Ella, la espía de mi infancia, hasta ahora detrás   de mis pasos, con su vistazo tutelar.  Con mi vieja era, leer un libro y hacerlo de aventura. Pastoreaba  mí   infancia con  los ecos de antiguos pregones, con su cielo de horizontes y su mar de expectativas.   Entre las cosa que tomo y las que dejo, su mejor regalo, ese libro viejo,  envase lírico, lleno de visiones de   figuras heroicas en los lindes del sueño, donde  pierdo mi infancia, siembro mi aliento, gano mis alas y   creo mi fe.
La gran cosecha
Autor: gonza pedro miguel  213 Lecturas
El proceso …Después de un sueño desperté y recordaba una idea. Tenía presente todos los hechos, todas las palabras y  sin embargo, después mi memoria parecía negarse. PMG  En la gesta de una idea, no es común, pero a veces nacen como una instantánea revelación, aparecen así, de pronto,  casi mágicamente. Para estos casos siempre es conveniente tener a mano: papel y lápiz,  registrar la idea antes de que desaparezca. Yo he perdido varias de esas ideas por no tener algo en que anotar, por más que intente guardarla en mi memoria, si no la registro, de a poco se diluye. Otras veces, una idea tan incómoda y punzante merodea especulando con salir. Otras, las más comunes,  nacen por introspección. Mi mundo interior siempre es caótico, vertiginoso y lleno de ideas cubiertas de locura, para que una de esta idea se pueda contar, hay que quitarle esa fachada de idea enajenada, hurtándole el quicio a la locura del caos. De tanto en tanto, me detengo y miro dentro de una de esas ideas, escucho lo que me dice, miro donde va, qué cuenta esta historia, con esa intención de sacarle la fachada de idea enajenada,  y ver en el caos y la locura, la lógica de la razón, entonces…  uno de los miedos que más frecuento, es al silencio de una idea, ella está ahí, como en un presagio inminente… pero no logro descubrir su esencia. Yo he aprendido por mí mismo hacerme esperanza mirando en cada idea que tengo, cuidando que no se convierta en chatarra hay que dotarla de prestigio.  Me rodeo de la imagen mientras la tengo.  Hay que  descubrir en cada idea, el  deseo que la completa, que totaliza el relato, que la hace creíble y por sobre todo…una idea  posible.  Yo la deformo, le agrego, le quito buscando el equilibrio y la fuerza  propia que cada idea posee con lo cual inventa su verdad, este es el puerto por donde entran al mundo, y una idea nueva inédita, desconocida, de mi pecho sale galopando con su rostro sustancial, después de eso, ya es un relato que se transforma en historia.   
el proceso
Autor: gonza pedro miguel  213 Lecturas
Bohemia II   Con mi vocación de permanecer Quisiera yo  morir Y volver a resucitar  en mí, Con mi alma escrita en un verso,  con la libertad de mi pluma Encendida y viva en su mejor milagro, como aguda flecha, Sembrada y nacida en una metáfora. Como pregonero labrador, quisiera yo Pasear por los lindes del sueño entrar y salir de la luna y el sol donde se labran los  hebras que tejen la trama de mi texto, mi contento verdadero, mi  perfecto verso. PMG Un día como este, ocioso en el tiempo, leyendo mis escritos, descubro los muchos y los malos errores que tengo, lo poco que vale y cuesta mi letra, la dura corteza de mi pluma, lo  amargo y desabrido de mi tinta, tan costosamente obrado en lo más, que un texto se pueda encarecer, aunque lo lime y lo lustre, quitando o agregando aderezos, para que calce según las pasiones de mi pecho, pero…aun así, no hago suelo ni pie firme, ignorante, ciego y torpe en las buenas obras. Me percato, no califica mi pluma con nobleza ni con altura. A veces, me siento tan pobre de ideas, desnudo y falto en la razón, creo que voy caminando a ciegas por estos pedregales, como un loco en confusa suerte,  hablando a tontas, dando voces al viento, clamando en el pensamiento, suplicando entrar en el reino y señorío de la imaginación. Yo lo leí, se que existe, ese lugar sagrado, ese mundo donde la libertad flamea, de un lado al otro en olas de ideas,  a  ese mar sin límites  quiero entrar y acortar distancia a nado, yo sé, que si logro entrar, puedo aprender a soñar despierto… quiero entrar y así, abrir mis alas, para corregir mi ser de tinta y de papel.  ¿Cómo puedo suplir la falta de mi ingenio y resolver mi vergüenza? ¿Cómo lograr que la diosa de la inspiración, me regale algún virtuoso efecto y mi palabra alcance la elocuencia en la voz? Quizás ganando el favor del cielo, pueda encontrar el remedio para mi pluma. Ruego al cielo para que le den  amparo  a mis versos fijen la clave y tallen su forma en el ser de mi pluma. Este, es uno de esos días de crisis, donde espero una respuesta del cielo; clamores y súplicas  fueron y regresaron pero yo…sigo esperando. En la buena tinta de viejos textos busco  la llave y la puerta, donde nacen mis anhelos y crecen mis esperanzas. Con las manos levantadas, con las rodillas golpeo el suelo ¡Oh! ¡Señor de la palabra! Así como el humilde, que anda pidiendo por casas y calles, necesita de un benefactor, así, con la humildad del que pide porque no tengo, te ruego, te suplico los dones para mi pluma.  Divina inspiración, si con tus favores quisieras coronarme, que tu luz a mis ojos no le falten, y que mi pluma siga el derrotero de tu camino, Sagrado seguro  a tu corrección me allano y tu alto consejo pido, para alcanzar claro entendimiento.  
Bohemia II
Autor: gonza pedro miguel  213 Lecturas
Paradójico mérito  Cuando nos inaugura la intuición,  nos hace lucidos y desgraciados. PMG  Releyendo mis textos, recorriendo palmo a palmo mi letra me doy cuenta que hay frases, ideas que me sorprenden ¿Cómo están ahí? ¿En qué momento las imaginé? ¿Cómo llegaron a ser parte de mi letra? Entonces  percibo que mi palabra vale por sí misma, está protegida de mi ignorancia de aquello que nunca se me ocurrirá, mi palabra tiene ese plus que la hace independiente de mi consejo, ella vive su propia existencia, y así siento dolorosamente esa ajena distancia… pero es mi letra, yo sé que es mi pluma y entonces me siento paternal e importante. Antes no podía escribir con libertad, ahora me veo protegido contra mi propia impotencia, contra mi miedo o cobardía, me he dado cuenta que mis palabras valen por sí mismas. Es increíble la sensación de libertad que produce el efecto de hallar que mi pluma no depende absolutamente de mí, ella es por sí misma. Por otro lado pienso, si esta letra no es absolutamente mía, en último rigor a la verdad, nada tengo que ver con ella, y esta es la idea que me mata, esa distancia, esa terrible ajenidad, esa sensación de saber que lo que escribo no es absolutamente mío, sin embargo están absurdo pensar que mi pluma y yo no somos uno.    En sacrificio a la verdad, no puedo dejar de unir mentalmente los dos conceptos, es mí pluma pero la siento ajena y distante. La agradable ignorancia de pensar que la paternidad de mi letra era toda mía, pero ahí está la intuición con la clara revelación para hacerme desgraciado, para negarme la plena autoría de mi cosecha. Reconozco mi letra, todavía insegura, próxima desmoronarse con la escasa convicción en lo que dice, pero también está la otra parte, esa pluma vigorosa, como un intruso exponente de lo ajeno, que a mí me deja este sabor amargo de una modesta felicidad.  Esta pluma me da un poco de admiración con su aire desafiante y agresivo, que sabe decir sin callarse sus presentimientos.
Hace tiempo que oigo voces pero hoy… hoy un día en la semana, en esta hora calculada… llego a casa y no hay nadie… :/ ¿y el perro dónde está? busco comida y no !hay! llamo a mi vieja y no contesta, salgo afuera no hay nadie, espero el colectivo no viene, quiero usar el teléfono y no tiene batería :(  Ufaa. Me perdí, creo que andaba pensando, me encontré por algún lado solo dudando: Sólo me queda la ausencia. La casa, la heladera, vos, mi vieja, el mundo, ¿todos contra mí? Yo pensé, tengo un par de cervecitas y unas pizzas caseras, justo hoy que tengo una vieja historia, necesito un oído agudo para mi voz parlante y ¿Qué  pasa? ¿No hay nadie? ¡Justo hoy! Necesito saber lo que quiero y si eso que quiero ¿Es justo lo que necesito?… hoy necesito que alguien me escuche y me limpie la cabeza. 
Perro de la calle En tu madriguera entre el humo de un cigarro Y el aroma de un alcohol Vas engañando a la vida, con yerba florida. Perro de la calle con tu bronca estampada, y en el pecho tatuada, la daga atorrante.      -¡Abra la puerta! Soy yo.   -¿Qué quiere?  Él espera en la puerta.  Se sostiene como puede. La sangre brota por encima de la cintura. Es extraño pero no siente dolor, sólo un poco de mareo… pero no le duele la herida. Suplica nuevamente. -Por favor, le ruego que abra la puerta…¡¡Abra carajo!! Un fuerte golpe de puño sobre la puerta resonó en la oscuridad de la noche, luego un silencio, después un ruego, una súplica, casi como una confesión. -Soy yo. Abra por favor. Se lo suplico.  Lentamente, se abrió la puerta y una sombra se divisó adentro y sin abrir del todo interrogó. -¿Qué busca aquí? ¿Qué quiere? -Necesito un lugar.  En un enfrentamiento,  el tartufo y el mono   murieron y a mí me hirieron…  Recibí un disparo en el abdomen. Apoyado en la puerta y con sus brazos, tomando el abdomen tratando de tapar la herida, que no paraba de sangrar.   Necesito un lugar, para curarme, es por unos días, je, je, si antes no me muero, tal vez,   sean estos mis últimos  momentos. -¡Menos mal que su madre no está aquí para ver esto!  Si no, se moría junto con usted de dolor. La puerta se mantenía entreabierta, mientras una sombra  cautelosa  se divisaba como oculta  cerrando el paso. Ya casi no se podía sostener de pie.  Le costaba mucho respirar, un sudor frio  recorría su cuerpo, había ya un pequeño río de sangre que bajaba lentamente por una pierna y descendía serpenteante, hacia la vereda. Al ver la gravedad de la herida Él  decide  abrir la puerta. -Pase que voy a intentar curarlo- dijo con tono amargo y tosco, mientras le indicaba un rincón donde había una cama.            Todo esto que hago, no lo hago por usted,  lo hago por su difunta madre,  Porque usted fue  su único hijo-.  Decía esto mientras se iba a buscar un poco de alcohol y unas gasas. - Claro, lo hace por mi madre, ¿alguna vez podría hacer algo por mí? Intento gritar, pero le faltaron fuerzas, buscó la cama, dio unos pasos, notó que estaba mareado. -Ni en este momento, el más funesto de su vida, ¿podría usted dejar esa actitud quejumbrosa? Agradezca que lo haga, porque no es para mirarlo satisfecho y abrazarlo.  De  todas las tragedias, el peor agobio es pensar o  preferir que el hijo que uno tiene esté mejor muerto que vivo y la peor de las tragedias es que eso se haga realidad. ¡Gracias a Dios que su madre no está aquí, para ver esto! -Mire usted, yo pienso casi igual. De todos mis agobios es pensar que mi propio padre sea el fundador de esta inquina; y que después de inaugurada él mismo reniegue y desprecie eso que él mismo promovió.  -Yo, no lo empujé a esto, fueron sus amigos.  -Yo, creo que el santo y el monstruo  laten en un mismo ser. En esta paternidad, su presencia infamante, pero indirecta me empujó a esto. Yo, hacía todo lo posible, incluso lo malo, para que usted se fijara en mí, pero eso fue sólo al principio, después… después, de tanta indiferencia  ya no me importó, ya no me interesaba, ni su mirada, ni su afecto, ni su consejo, ya no quería nada de usted. Por esto he maldecido el nombre que yo tengo de  usted, la   parte que a mí me toca la he aborrecido y si he robado o matado, si lo hice, fue porque, no tenía un padre que me guiara. -¡AH, eso no!  ¡No ponga excusas mi amigo! yo no habré sido un padre afectuoso, pero eso no es motivo para vivir y morir de este modo. ¡Mírese! Tendido ahí, en esa cama, escupiendo sangre. ¡Menos mal que Dios llevó a su madre para que no tenga que ver esta sombra de la vulgaridad! Mire como desprestigia los consejos de su madre, vea como hace inútil el cariño que le dio, ya se desvanecen en la elocuencia las recurrentes súplicas de su madre, sus largos y envejecidos consejos, ¿de qué sirvieron sus prolongados y adornados ruego? si aun así… termina vencido por la violencia de este modo. A usted no le faltó cariño, sino correctivos.  -No son escusas. Además,  mi queja no es contra ella, mí queja es contra usted ¿Alguna vez recibí de usted un abrazo, una palabra de afecto? Siempre usted ahí; agazapado en sus largos silencios dejándome fuera de su mundo sin pretensiones. ¿Alguna vez hablamos mirándonos la cara? ¿Estuvimos juntos en algún interés? Nunca un consejo,  o una palabra de aliento. Siempre tendemos a no mirarnos a huirnos la mirada y con eso ¿qué relación de padre e hijo podemos hacer?   Lo que pasa que usted… usted,  no quiere hacerse cargo de la parte que le toca,  ¡¡Si soy como soy, en parte es gracias a usted!!  ¡Por favor! Sea hombre y tenga el valor de aceptar  toda la torpeza y toda la cobardía de esa tímida paternidad de este vínculo mal prefabricado. ¡Lo juro!  En mis crimines su ausencia se vuelve sospechosa, que usted no lo quiera ver; eso es otra cosa. -¡Ah! Eso no lo voy aceptar !No le permito que piense así! Eso es por culpas de sus amigos, no mía. Nunca  le pedí que robara, incluso le decía a su madre,  “No deje que se junte con ese tal Tartufo, no me parece que sea una buena persona”. Mire… mire, como terminó, bañado en sangre  ¿Vio que  yo tenía razón? ¿Se da cuenta que mis enojos no eran infundados?  ¡Yo… yo  sabía que esto iba pasar! ¡Yo sabía!...  Me acuerdo cuando nos dijeron que estaba enfermo y lo fui a visitar en su madriguera, lo vi, usted  y sus amigos, acostados al lado de una caja de vino  y bañado en el humo de una flor. De esa  dolorosa verdad brotó  una desesperada resignación, una terrible impotencia. Desde ese momento usted se convirtió en algo irremediablemente odioso para mí, sin nada que justifique su existencia. Perdida la esperanza de que sea un hombre. ¿Qué me queda?   Ya  se adivinaba  que esos, sus gestos atrasaban, y  harían desagradecido a esos sueños. Cuando su madre preguntó por usted, para cuidar el altar de su memoria, en la que ella le puso,  quise esconder con borrones de olvido los resabios de sus malos gustos; por amor a ella guardé sus fallas, las cubrí con siete capas, adornando la historia, estudiando el sermoncito, ocultando su vida tan subida de tono. Yo nunca quise que terminara así, el camino lo eligió usted, pero no podía ser de otra forma, con esos amigos sin talento, sin oficio, con mucha calle y poca escuela; cortos de estudios ¿Qué podemos esperar? ¿Un toque intelectual? Evidente que así no tienen un bien que asegure sus esperanzas, solo les queda robar;  por que  trabajar ni soñando y con el tiempo que les sobra echarse el humo de una flor y el aroma de un alcohol hasta perecer ocioso. Un amigo comisario me contó  lo que usted hacía  con esos amigos del vicio y el recreo; Tropezando y Cayendo confundido con los malos amigos que tiene: Esos Hijos del ocio y  hermanos de la calle.  Por eso…  por eso   le decía  a su madre, para que hable con usted y lo separe de esas juntas. Cuando ella no dormía preocupada por usted, por los tiros que se sentían en la distancia, mesclados con el llanto de las sirenas de la policía, yo la apretaba contra mi pecho y la tranquilizaba. No sólo ella sufría por usted, yo también… Una fuerte contracción muscular tensó el cuerpo del joven. Desvanecido por unos instantes,  sus ojos se retiraron para atrás. Lentamente su cuerpo  se relajó y volvió a respirar, pero con más dificultad que antes. -¿Dónde está? -Aquí,  a los pies de la cama. -¿Por qué apagó la luz? -Pero si la luz está… -Bueno, no importa, lo que tengo que decir lo puedo hacer con luz o sin ella… dejemos por un momento la liberación de tantos reproches,  culpas y disculpas.   ¿Recuerda a Dorita? Ella… ella,  está…embarazada, eso me puso contento.  Me dije: Por este bebé y por ella, la mejor solución es  dejar esta vida de malandra. Ella me dijo: Especialmente a tus amigos y vas a conseguir un trabajo digno… Yo sin remordimientos ni demora  le prometí que por ella cambiaría.  En rigor de la verdad, es lo que siempre quise. Sin nostalgias acepte. Nunca quise ser como soy. Lo único que necesitaba era una escusa para cambiar… Ella me ofreció generosa esa escusa y yo estaba dispuesto a cambiar… ¡Qué bronca! Justo cuando estaba decidido a cambiar me sorprende esta  desesperada resignación de aflojar la vida. Es  horrible la impotencia de no poder cumplir y cambiar mis años de errata.  Tan juiciosa mi renuncia queriendo cambiar mi destino con el mono y el tartu  salimos a una cena de despedida. Era la última vez que los veía, después de esa cena no seríamos más que  amigos a la distancia.  Por una ironía del destino terminamos a  los tiros. Pero lo importante…es que,  ella… espera un bebe. Me confesó  que no es mío, ella… ella… no lo quería tener, me dijo que lo quería abortar…  yo, yo le roge…le suplique que no lo hiciera…le dije, qué culpa tiene ese ser para pagar con su vida los errores ajenos ¡Eso no es justo!  Le prometí que yo me haría cargo del bebe… ¡No! ¡No… diga nada! ¡Escúcheme! Usted sabe. Lo estamos viendo. Yo no voy a poder cumplir esa promesa sin su ayuda… Le voy a pedir  un único y último favor, pero no lo  haga por mi madre, si no por mí. Nunca le pedí nada, ahora… ahora,  le doy la oportunidad de comenzar de nuevo…de no cometer dos veces… los mismos errores… de ser un verdadero padre.  No todos tienen la misma maravillosa oportunidad de redimirse… Este momento trágico nos brinda a los dos… esa única e increíble oportunidad… Cuide al niño por mí.  Cumpla mi sueño.  Dé  al niño el afecto que yo nunca conocí.  Que  él tenga… el cariño y el amor de un Padre, que yo siempre quise y… que  nunca  tuve,  entonces usted tendrá el hijo que siempre soñó… cariñoso… estudioso… respetuoso…  amable… Ahora al padre, un fuego encendido le nació de pronto, el calor invadió todo su cuerpo, le sudaban las manos, la frente, su cara y sus ojos se pusieron rojos, su  pecho galopaba, las ideas alocadas y entre mescladas no le permitían hablar, sus ojos vidriosos se convirtieron en dos grandes represas que casi desbordaban y que apenas  contenían el copioso llanto. Mientras uno se encendía el otro se apagaba, tirado ahí, en la cama, un sudor frio le congeló los pies, subió por la espalda, le abrazó el pecho y congeló  las manos. Su rostro helado mostraba el esfuerzo en cada respiración, su pecho lentamente se callaba, cada latido parecía el último.  -Verá entonces usted y entenderá que el amor… que el amor… no sólo hay que sentirlo en lo profundo del   silencio y la soledad, como en secreto… sino que también hay que expresarlo abierto y públicamente,  con caricias…con fuertes  abrazos… con incontables besos y con innumerables ¡te quiero!.. A las personas las hace buenas, el amor, algo que a mí me faltó,   sí  usted hace esto por mi… si me promete que hará usted todo esto…  entonces yo…  entonces yo… lo perdono. En ese momento desbordó la catarata contenida en un llanto silencioso, en un segundo recordó las innumerables  veces en  que se  negó a ofrecer ese “sacrificio” de amor, a mostrarlo públicamente, muchas veces quiso y no supo cómo, ¿pero cómo hacerlo? si él siempre fue educado, en la doctrina de que los verdaderos hombres no dejan ver los afectos, esos sentimientos  son para las mujeres, pero aquí, frente la agonía era imposible seguir sosteniendo ese discurso. La tragedia de ese momento funesto, deja ver claramente el error de su vida, entonces se dejó caer sobre el pecho del joven, lo tomó entre sus brazos, lo apretó contra su pecho, tomó su rostro helado entre sus manos, salpicadas de sangre, lo miró a los ojos  le habló al oído como en secreto, le  pidió perdón y le juró que mientras tenga vida cumpliría ese sueño. Al joven se le dibujó una tenue sonrisa, mientras recibía un cálido beso,  no tenía ya fuerzas para responder, fue su último gesto ante la victoria que alcanzó en el último segundo de su vida, el cariño y el afecto que siempre soñó.
  - Mi soledad, un síntoma de su ausencia. A ella, siempre la esperaré, aunque mi espera sea inútil. -Tu  espera será la viva expresión del masoquismo humano, hay cosas más altas que llorar por un amor perdido. -¿Qué puede ser más alto que el amor? -El amor es esa profunda e íntima  comunión entre dos seres, si eso se rompe lo que queda no es amor… No, no es lo mismo, el pasado ya no es tuyo, sólo es tuyo ese barroco,  nostálgico recuerdo. -Me quedaré  esperando de ella ese Tónico abrazo. -¿Esperando…?  la paciencia es tu enemigo, quizás te canses de esperar. -Tanto nos esperamos y siempre a destiempo, quizás tengas razón, quizás no.   - Conformarse a esperar, esperando en la esperanza,  esperanzado en un sueño, ¿Soñando qué…? - Dicen que:  “El tiempo siempre te acomoda a tu lugar”, yo espero encontrar mi lugar. -Yo creo que la única presencia que puedes abrazar es su ausencia in vitro en esas fotos guardadas en tu celular.  Si ya  no hay palabras,  si ya están o si ya  fueron todas dichas. Sólo queda este informe de su ausencia. -La espera duele…pero a veces vale la pena. -¿Qué,  tu lengua no se cansa de tanto nombrarla? ¡Eso no es memoria, sino tormento! No mires al pasado que te distrae del presente y no miras el futuro. - Una vez, azules me miraron sus ojos y se mezclaron con el verde de mi esperanza, esperanza que jamás tuvieron mis ojos. Despuntadas las flechas que me atravesaron, mortalmente herido de amor, ahora ya no la puedo olvidar.  Qué  puedo hacer si el deseo y la pasión  mueren por manifestarse, me brotan por los ojos, se desprenden por las manos y explotan  por el pecho. -Si cruzas los límites de la razón, con  el cuerpo despedazado y roto las carnes, dolorosamente ensangrentado del pelo de la cabeza a la planta de los pies, en  agonía que arranca el alma, tanto  que,   entre un difunto y vos no habrá  poca diferencia ¿No abandonaras  la vida en lecho de doloroso duelo? -Amortiguados mis sentidos, quedando mi alma floja y sin fuerza, ¿qué más puedo hacer, sino aferrarme a la esperanza de volverla a ver? -Estas en el lugar equivocado, corriendo detrás de las fortunas que se disipan con la vida y se pierden con la muerte, engañado por la promesa de fortunas verdaderas, así la vida no cuesta nada. -Con mucha librería en los dichos, defiendes la vida,  que muchos la estiman y la tienen por buena, pero es  una verdad mesclada de mil mentiras…sin ella no se vivir. -Como tu sombra no me puedo negar, te acompañaría  vagabundo y sin provecho, representando tu tragedia por los tablados del mundo en el teatro de la vida…los recuerdos así, tarde se curan y para siempre duelen,  que lo mejor es aprender a vivir con ese hermoso recuerdo mirando al futuro, Muchas mujeres hay con espíritu  noble y titulado,  que si no  la aventajan en hermosura y verdad, no se quedan atrás.  
La espera
Autor: gonza pedro miguel  211 Lecturas
Versos abiertos Mis fuerzas son menores que mis amores a primeras letras, esas que traigo en ganas. El verso que parece y no es en flores tardías o tempranas. Cuando una puerta se cierra:  abrimos una ventana, no es hoy lo mismo que mañana, hay que aceptar lo que nos queda. La pluma está de pie de versos abiertos hasta el alma. 
Versos abiertos
Autor: gonza pedro miguel  210 Lecturas
   La muerte de una idea Encuentro mí realidad anímica  como parcelada, dividida  por estratos. Unas veces arriba otras abajo. ¡Hoy otra vez en el sótano! Cuando intento poner por obra mis palabras. Soy un ser en lucha. Un campo de batalla contra el reino del silencio y como única arma: Mi razón estéril. Necesito ayuda, un objeto, una palabra, una mirada, un algo que despierte mi imaginación… Nada… Soy una hoja en blanco, una letra sin sentido, un ser sin motivo…         La muerte de una idea Que con tan pocos y naturales dones. Tropezando y cayendo confundido. Torpe, ciego y errado en todo destino,           con inseguras,  discordes y pobres rimas: Busco la idea que misteriosa se esconde, en esos oscuros y desamparados borrones.                                                                                                Tuve una idea, pobre, flaca, desnuda. Como fruto, como criatura: vacía. Silencio dormido de una idea que muere pintada de gris, cubierta de oscuridad. Muda sordina de una idea, que mi pluma no sabe escribir.
Andaba yo arrastrando mi dolor, cuando la vi una mañana de enero. Ella era como yo, un poco libre y le daba algo de crédito a mi alma, de donde yo pudiera cobrar alguna esperanza, para alcanzar esa belleza del amor, que ha visto este pobre soñador. Mis ojos seguidores Detrás de ella, alas son mis ojos, llenos de contemplados desafíos. Poética obra, eres inexpresable como inimaginable, éxito sin precedente de una ilusión romántica. Torrentes de miradas se presagian inminentes, en esa geografía de fuego. Yo, la miré con muchos ojos, a  ese cuerpo que  aduce constantemente, ilustraciones convincentes, de deseos contenidos. Cuando camina: Bailan esos pétalos en su cuerpo, que sobran para estallar lo mucho que la deseo   y la vez,  acobardan la fe de mi mirada. Si tan sólo…mi  pasión fuera… soluble en su deseo.
Hoy, en este día, en esta hora,  alcancé la reliquia de la dicha porque  dijo sí, a lo que esperaba. La suerte venturosa me regaló una flor llamada rosa, que por azar o por fortuna no merecen el sueño ni el olvido. Por la risa alegre que en mi ser regó; yo me encontré en su mirada perdida: Esa,  en la que miraron con dulces ojos, y viéndome adornado con tales prendas, la embadurné en mis sueños, de besos recurrentes. Retrato de un amor que dulce espero, amor que en esperando muero, si más me pides amarte yo más puedo.
Deseo Que la diosa del buen hado fertilice tu pluma y la riegue con el suave néctar de la inspiración y que de ella como vertiente  broten: Clara, cristalina y pura la tinta de  tu imaginación. Que en el mar de las letras, tu mente pueda nadar, y que en el ancho cielo de las ideas, pueda volar. Que tus pies presurosos, puedan alcanzar, lo que se pudiera escapar, del cielo o del mar.
deseo
Autor: gonza pedro miguel  209 Lecturas
Hazte, de mi dolor; mi remedio y el perdón de mi culpa 
Hazte
Autor: gonza pedro miguel  209 Lecturas
¿Qué recibí de vos? Poquedades. De tu pecho que se levanta y gallardea. De tus manos que buscan abatirse con las mías. Por eso digo: Poca cosa es: sembrar en el desierto, Dar trabajo al que no lo pide, Y adorar a la que no te quiere.
poquedades
Autor: gonza pedro miguel  208 Lecturas
Fruta nueva, fruta nueva De la mollera a los pies; no hay poro de la piel que no te extrañe.
En mi mejilla quemándome la despedida, la mancha roja de tus labios y yo, mirándote a los ojos, queriéndote llegar al alma, preguntándome cómo Sobrellevar el ayer, Después de  aquella fiesta de promesas rotas.
En mi mejilla
Autor: gonza pedro miguel  207 Lecturas

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