• gonza pedro miguel
gonza miguel
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  • País: Argentina
 
 La nada y el ser Yo que  en el amor era como aquellos excluidos,  como esos abandonados y negados hasta que tus ojos me miraron y  borraron  los errores de mi ser y así son tus ojos, ese lugar perfecto donde me veo sin defectos, y en tu amor, soy libre de  las fallas  de mí ser.  
Quien quiera oír que oiga  Inmerso en los vicios de Dionisio, Ya  con la lengua endulzada, me hago amigos de las armas y los dichos Dejando de lado la milicia de los elogios, con cada copa  se acaba la farsa, conozcan  ese otro que soy para los otros. Sea quien dice que soy  o diga quien sea Mostrando el hilo de la tela, con que está hecho mi bronca. Con el vino se desprenden los caprichos Y con los pies casi en la tierra ¡Hip! en pasos perdidos y encontrados, en  mi pecho se levantan altaneras, querellas que florecen con el vino. Broncas ahogadas o muertas salieron vivas, en alarde, públicas las hago. Mientras dure el efecto bebido, ¡Hip! en todo lo que digo soy: Juez, testigo y sentencia
La soledad Esa sombra en el vacío deja en hipótesis:                                                                                                                              El sexo, la pasión, el deseo. La soledad no es libertad. La soledad es un vacio que no llena, es un mar que te ahoga en la desnudez y un desierto donde se esconden los afectos, se acunan las culpas y  se acumulan los temores. PMG  Hay quienes se resisten a vivir, cultivando la soledad, llenándose de culpas y de pánicos, midiendo los riesgos. Merodeando por la vida, enclaustrados como en un laberinto,  llevando ese desaliento tímido y portátil, en sus actos, en sus ideas, en sus proyectos. Cómo quisiera que no fueras así, que tomaras la vida por la fuerza, no como esos que deciden irse de la vida sin gozar. Sabemos que el odio y el rencor, cuando perviven en la memoria: Desnudan el alma de esperanza. Enquistada la memoria de miedo, de rencor, para empezar de nuevo deberás aprender a perdonar y olvidar. Los melancólicos, los trágicos, los temerosos,  instalan  cerrojos. Retira los cerrojos de tu pecho, si bien te exponen en carne viva con las virtudes y los defectos. Con el alma a la intemperie es posible que alguien pase y se enamore de tu ser. Deja la puerta abierta, para que, si alguien pasa, sepa que puede entrar. No dejes que tu rencor, o el miedo  circulen joven por tus venas. Deja de estar velando sobre tus escombros, como ruinas que desilusionan. Los ecos de tu belleza no están cancelados. La vida no es despiadada o tierna si aprendemos a vivir. Nos queda una certidumbre. En el perdón,  está la clave para tu suerte. Aprende esto: La felicidad llega a pedacitos. La dicha y la gloria son retenidas a puro ánimo, a fuerza de lucha, y se derraman fácil, así, en miedos, en celos, en culpas, en las propias incertidumbres, en la falta de fe. La sequía viene si miras demasiado en amores residuales, se acrecienta con el tedio y el aburrimiento Están las cenizas y están los fuegos, está el pasado y está el futuro. ¿Dónde pondrás tus sentidos? ¿Dónde apuntarán tus esperanzas?            El horizonte es el borde de la esperanza, sin embargo hiere por la distancia. No tengas miedo: El futuro siempre tiene aristas de quimera. La verdad es que todo lo que podemos amar, todo lo que podemos tener, existe más acá del horizonte, están más cerca de lo que imaginas.    
La soledad
Autor: gonza pedro miguel  244 Lecturas
 Mi abuelo Junto a un fogón encendido se formó una rueda de amigos, para escuchar los relatos de mi abuelo. Aquí  les digo que, si se me quiebra  la voz o se me añuda la garganta  me han de perdonar porque no soy ducho en el uso è la palabra. Voy a contar mi historia, más ante yo le pido a Dios y a todos los santos, que me saquen del olvido aquellos tiempos idos y los pongo por testigos, que todo los que aquí les digo, es verdá que sucedió. Ricuerdo que era una noche oscura, de esas que son cerradas, en el camino me tope  con un paisano y le dije ¿dónde va amigo? El otro me respondió -A nadie  le doy cuenta, ande vengo o ande  voy y por más le digo, usted,  no es mi amigo, gaucho atrevido-. Y se me cruzó en el camino diciendo -!Hágase un lau de la güeya y enderiece su camino!- Cuando dijo esto pensé: Este gallito de pocas plumas no pisa en mi gallinero. Yo no ando titubeando, pa’ mí cualquier lugar es cancha cuando el pecho se me ensancha ¡Abran paso! que el hombre que tiene buen nombre y fama, como toro  brama si alguien le hace frente y a mí naide me hace recular si me sabe esperar. ¡Ahí juna canejo!  Fue de sorpresa no lo esperaba. El primer golpe fue a la cara, sentí como se nublaba la vista, después vino  el segundo golpe,  fue entre las piernas, sentía como corría piernas abajo la clara y hasta la yema. Como burlándose me dijo, -Diré esto con holgura y atrevimiento y sepan disculparme los presentes.  Compañero, si no quiere quedar ausente lo mejor es la retirada-.   Miren ustedes como éste gaucho sotreta, hijo ‘e una gran siete me enfrentaba. Entonces le dije: La pucha; ¡Que lo parió! Que tiene una lengua que salpica, vamos a ver si pica esta lengua viperina. ¡Si va  prender el fuego, se tiene que poner la carne al asador! y cargué sin dar más güeltas,  con el facón en la mano. El otro me dijo, -Yo no soy gaucho remolón- Y sacó un facón que briyó con la luna, parecía largo y sediento. -Pa’ mí, la tierra me queda chica si alguien se me achica y sale a pitar y por más que se esconda en el bosque más tupido ahí lo sabré encontrar, esto se lo puedo jurar. Yo le dije: ¡Aah! No piense que tengo miedo, ni hace falta ir tan lejo’, aquí me puede encontrar, que a mí naide me hace recular. Lo poco que yo sé, es que, miedo no tengo, manco no soy y no me pienso retirar. Si me cantan flor y truco, digo: ¡Quiero retruco! Me tiró un puntazo que lo esquivé como pude, mientras se arremolinaba el poncho en el brazo. Era rápido que pa’  que les digo, que no le pude dar un chuzazo. Con cada golpe se veía que era más duro que un fortín. Ante el primer amago se movía como una fiera por temor a que lo hiera ¡ha! Malaya no era fácil de vencer éste gaucho matrero. Era gueno en su tanto, pa’ que les voy a mentir. No hallándose sobrado con que le pudiera dar ni siquiera un puntazo. En cada golpe de suerte los dos  miramos la muerte y ansí piliamos tuita la noche. Con los primeros rayos del alba, pude ver a mi bravo compañero, ansi cuenta me di que los dos compartimos el mismo pecho materno. Existe en mi pecho un tormento Que mi razón ve, Por un lado la pasión y no sé porqué, las causas de este atrevimiento. Qué locura saber, que he perdidos los frenos, Y no saber porqué.   Boliado en la razón, Descolado  en  los sentidos,  con ardiente pasión, de pecho, brazo y mano. ¡Qué locura…casi achuro a mi hermano! o pior aún, terminar así, achurado por sus manos. Seguro que si mi mama nos viera Aurita nos dijera: “Los hermanos sean unidos, esa es la ley primera.”
Mi abuelo
Autor: gonza pedro miguel  244 Lecturas
Mi prima II ¡Oiga! Usted que anda buscando novia, le voy a contar como es mi prima, la fulana,  pá que vea en el lujo del detalle.  Échele una miradita como pá darse cuenta. ¡Cómo que si está buena! ¡No joda! le juro a usted, viene con todo un cargamento de amor, tiene dos pechos como pá tres novios y una cinturita como pá uno. Mierda, que no hay ojo que no le saque una foto con un escaneo meticuloso de esas curvas.  Cómo que no le gusta. ¡Ah! Esa fruta yo no me la como. A otro santo con esa vela.  ¡Oiga, cumpa! No se me eche pá atras  que el mundo no se deja así, sin pretensiones ¡No joda! a menos que sea cosa contra la fe, no joda, fantasía del cielo es esa niña,  échele un beso o un abrazo, tiene que servirle de algo ese primor, mire que ella tiene afecto como pa´ tres amores. ¡Ah! Eso sí… esta polvorita viene con mecha corta. No joda cumpa,  se lo digo pá que tenga cuidado. ¿Cómo que no le gustan las mujeres con carácter? No joda,  voy entrando a este circo y otro payaso me hace reír. !No joda! Ja, Ja. Que no le asusten  esas brasas que con un poco de agua se apagan hombre, no joda se puede ser bueno, pero no tanto, si ella tiene carácter usted doble la apuesta, ¿pá qué es hombre? no joda cumpa, cierre los ojos y pierda el sentido, que no se va arrepentir. Ella viene con esa sonrisa puesta que no se borra con nada, tiene un caminadito donde expresa sus libres convicciones, y un corazón que sabe de promesas únicas, y claro uno ya sabe que después de esa única promesa usted, en esos  labios latinos probará  la tutela de sus besos, no joda, sí señor, si se anima a esas curvas en el asombro serán una suerte para sus ojos. ¡No joda! No es para mí y aunque lo sea para usted, la fulana parece amarga y desabrida, pero rompiendo la dura corteza de la distancia llegará a los perfumes de los jardines y las flores. Cómo que le tiene miedo a tan divinos tesoros. Mire cumpa que la fulana no muerde ni pica. Cómo que se siente feo. No joda cumpa. Bien veo desde mi rudo ingenio y mis cortos estudios, que en el amor no hay hombre feo que no tenga algún virtuoso efecto, ni tan malo que no tenga algo de bueno, que en el mundo no hay feo ni lindo, que con poco de oración y ayuda del cielo no consiga una flor.
Mi prima II
Autor: gonza pedro miguel  243 Lecturas
Andaban mis ojos presurosos Cuando la vieron llegar No le creyeron mis sentidos Ni mi pluma la podrá pintar Ni tu imaginación la podrá alcanzar Sólo te puedo decir que Ella le robó a Dios toda la belleza que una mujer pueda tener Vino ella toda finamente labrada, Como obra virtuosa,  mirada y adorada Que no hay flor que la iguale Ni gusto que no se rinda  Que a otra no sabré querer, ni más sabré pedir   tan agarrada a mí, quedó por dentro, y yo sin ninguna ganas de soltarla quedó a mis ojos para mi regalo y como perdición a mis sentidos abobado, así con esa fuerza que me arrastra, su perfume me enredó a sus ojos, para repetirla luego en la letanía de mis sueños.
Testigo absoluto de la otra orilla   A estos labios de buen abrigo no cumplen  acompañando. Acompañarán más, negras las sombras en la oscura noche, que la mano que no acaricia, el pacho que no ama y el labio que  no besa Valiera más, quién besará una espina. Que me importa esa figura de fuego, si no comparte su llama con mis dedos. Que no sólo a tus ojos rogué Que no a tu pecho llegó. ¿Quién pondrá una mano sobre esa astilla? Si de su pecho brota el cañón de sus rencores. Que ni sombras queden aun de las cenizas del áureo fuego de sus ojos idos.  Si ya  nos trasmitimos en un beso, por eso creí en el cielo azulísimo de sus ojos, cuando su labio me bendijo, y puse su nombre en alabanza. Visité su templo, adoré sus reliquias; como si todo fuese a la medida de mi gusto, confié como verdadera la visión de mi mundo, que expresaban su fe y su esperanza a través de sus melódicas curvas que aquí  se transcriben en mis versos. La amé: Con la fuerza del sacrificio, con la voluntad del deseo, pero con la abundancia de mi miseria, y no alcanzó.  Mi juicio es un perjuicio. Me llevó la corriente, me arrastró por los repechos barranca  abajo, para terminar con voz exánime y ánimo decaído; en semejante situación de mi espíritu, dejándome torcido para toda la cosecha, mostrando mis pesadillas físicas; así, finalicé : Como un muestrario de andrajos, de los que ahora se dicen “libres” Con una actitud más propia de un mendigo que de un enamorado. Lloré mucho, echándome las manos a los ojos, escondiendo la cabeza entre las piernas como el pobre que se humilla y sólo se reconcilia a los  pies del suplicio, pero no alcanzó, las mil súplicas no dejaron en blanco los cien pecados cometidos de mi indigencia.  Cuando la vi, le dije: Ahora no te andes con etiqueta, con esas ridículas delicadezas; que ya me di cuenta que son engañadas mis esperanzas. Con unas copas tomé coraje, y con mi lengua,  sierpes de fuego de agitador undoso, le escupí mis verdades en cumplimiento de mi deseo, Lo que yo quería,  cantarle cinco frescas.  Le dije: ¿Qué delito cometieron mis ojos cuando te vieron, para recibir tanto castigo del cielo? Aunque sólo te amé, no entiendo con qué te pude ofender, por eso quisiera saber. Negándome la verdad no alcanzaré la calma, pues  mi pecho y mi alma ya te hicieron juramento. No me pidas que espere un momento. El perfume a la flor delata. Que una fría moneda de plata puede más que este pobre juramento. Tan linda, tan ángel. Apariencia mentida. Comerás del pan que el mismo diablo amasó. Ella movió la cabeza de un lado al otro negando, y me dijo: A trueque de perder los sentidos. Que no hay quién en el  vino no tenga razón, en él siempre se vive de verdades exclusivas. Vos tendrás tu razón, yo las mías. Después de eso me nació una implacable urgencia de abandonar esos ojos claros, que me quedaban tan lejos, tras eso, una angustiosa necesidad de estar solo. Había tomado más copas de vino que el mismo Baco; de cuando en cuando, algunos tropezones me recordaban porque no tomo seguido, pero aun así, más de un gesto de desprecio me hicieron conocer, que es mejor ser  amigo del vino y dar la cara contra el piso, que poner el pecho entre sus manos.  Pero, después, hay que aguantar sus obsequios, a la mañana me quedo con un coscorrón bien fuerte y torniscón por despedida de tan desconsiderado cariño. 
   El viejo Él: viejo. Ella: mujercita, con toda la ternura obligada, ella no decía nada en la parte mecánica de las cosas. Él pensaba en alcanzar toda la felicidad posible, en esa dicha sin pretensiones, sobre esas formas estilizadas. Según él, acaso sea la única variante posible para gozar despreocupadamente de la vida, a pesar de toda su torpeza o esa tímida cobardía, sin contar que tenía miedo o vergüenza  aun de rozarla, por eso la cubría con un cerco de contemplación, y a la distancia  disfrutaba de ella sin limitaciones, ella parecía bañada de una provisoria soledad, pero esos ojos alegres y conspiradores lo invitaban a soñar, a no sentirse viejo a olvidar las arenas del tiempo. Pero, lo hacían dudar esa aparente poca emoción y creía como probable el arrepentimiento, por un  momento él pensó que era él, dueño de la decisión, pero un fuerte dolor en pecho le hizo pensar que ni siquiera era dueño de sí mismo, ella con una ternura nunca calculada le hace olvidarse de todo, en ese momento se  vuelve un idiota, la carita, esos ojos  poseen una inocencia  brutal, y lo hacen dudar. Quiere, lo intenta pero no puede aguantar por largo rato el optimismo… la tristeza  crónica resulta insoportable. Ella sin inhibiciones se ve molesta y no le agrada  la perspectiva resignada, entonces… se quedaron en silencio sin ningún estímulo intelectual, ni afectivo, solo mirando las manchas en el piso. Él la miraba de algún modo inconsciente como una figura distante, ninguna parte del cuerpo pugnaba por acercarse a ella. Él, las manos entrelazadas entre las piernas esperanzado en la esperanza, esperando. ¿Esperando qué? Mientras  ella que estaba ahí totalmente dispuesta. Piensa él: En un momento así sólo queda refugiarse en la angustia. Intentó pedirle perdón por ese cuerpo que ya no me respondía,   pero pensó eso tampoco sería un éxito. Pensó en esa esperanza sin mañana, con  esa  fuerza casi estacionaria sin vacilación, una esperanza puesta en una fe bastante insípida diría él, que como un convidado de piedra solo aumenta el peso del pesimismo, remarcadas por las  tediosas lamentaciones de ella, él mira lo que es y casi preferiría no contarte lo que fue,  aquella esperanza frustrada. 
El viejo
Autor: gonza pedro miguel  240 Lecturas
Un hidalgo corazón La amé con locura y ella me lo decía y aumenté lo que ya sabía y lo reafirmó con sus besos, que de otra manera pudiera ser, que yo lo olvidara. Porque los corazones enseñados aprenden,  que si pecho y brazos te tienden, es de buen hidalgo proceder, sacar del alma lo que tiene prometido. Sabrás entonces lo que yo he sabido que mi pecho y mis ojos, para otros ojos, que no sean tus ojos: están prohibidos.
Ya sé, No todo es tan así, pero… La sangre se corrompe, los honores fallan, la pasión y la locura abundan. Donde vayas cosecharás puñaladas. Tiesos de pie y mano, nadie te tira una soga. Que todo es pudrirse y caer, que falta todo desde el cimiento, que enflaquece la virtud. No sabes por dónde vendrá el tiro, porque habló mal, o miró de más, porque pasó y no entró; cualquier escusa es  buena, para perder la vida en una esquina.
Me quedé sin palabras…….                                 La muerte de la palabra I No puedo decir lo que pienso; no puedo pensar lo que digo. Porque oscuras y cerradas son las palabras olvidadas. Palabras aisladas y silenciadas son las palabras encapsuladas      Se han perdido tu brillo y tu color,   se devaluaron las riquezas de tus sentidos.  El error grave y profundo,   crece en este suelo fecundo    ¿Quién podrá escribir simple y claramente   lo que piensa, dice y siente    con esta palabra, herida de muerte.
  Recuerdo esos labios proselitista arengando a viva voz el fuego de la pasión. Para mí este recuerdo tiene un encanto partidario. 
Recuerdo
Autor: gonza pedro miguel  239 Lecturas
En el derribo fronterizo de la vejez; Yo he visto a varios viejos llevando vuelta la espalda con sus deseos cancelados y cansados de vivir. Cuando llegue el momento, pienso:  ¿Yo también estaré lleno de impostura? O  podrá más mi curiosidad por conocer la verdad desnuda, qué hay más allá  ¿Será mejor el otro lado que esta pobre  existencia colgada de estos áridos momentos?  Merodeando en el habitual laberinto de los abandonos, llenándome de culpas y de pánicos en el cuenco de los desalientos, sin apogeo piden mis brazos algún abrazo, quizás el amor, hace algún  alto en el desaliento, o quizás es falsa esa invitación de la vida hacia la vida, como señor de mis ilusiones me hago esclavo de mis esperanzas. Confieso también esto es parte de lo que tengo. Ayer nomas  cumplí , cuatro décadas y algo más, debutan con estos años, algunos miedos que con el tiempo no se borran, caminos que al contrario se potencian, crece esta idea de no ser más, sin escalas, de una….. De la nada, hacia a la nada va mi vida con sus grietas en mi cielo y en mi tierra donde mi sol esconde su vergüenza flotando entre mis miedos. Ya sé que  los sueños incumplidos son pequeñas muertes, las dudas: Sus espantos, los olvidos: Sus asesinos, pero  a veces quisiera olvidar la muerte, recordando un momento de goce, un minuto de gloria, un día de esperanza, entre tanta sangre derramada quizás un año de paz. ¿Algún día, la vida, podrá ser mía? o podrá al fin esfumarse así como sí nada dando puerta al infinito.  También   sé: La vida quiere olvidar la muerte, pero la muerte no tiene olvido, un día me descubrirá en su memoria, se acordará de mí, de este montón de huesos que eligió no agotarse a través de su pluma, quizás en un vano intento de perdurar y permanecer. Esto también lo sé: Morirá mi ser, ¿pero  la fantasía de su tinta, la juventud de su llama? ¿encontrarán resplandor y destello en el eco infinito de un verso? ¿Será una industria para la postre?  O quizás también a ella se cubra con el polvo viejo del olvido. Cuando pidan licencia mis ojos. Para estas letras amparo y defensa pido y ruego para que no se engañe mi esperanza, que no fueron vanos los oficios de mi pluma; en amigos y deudos hallo señales para mi salvación. 
la frontera
Autor: gonza pedro miguel  238 Lecturas
Me acuerdo de mi viejo Lo reconozco, de chico siempre fui un poco atrevido y un algo temerario y en mis nalgas llevo grabado, por causa de mi atrevimiento una de las cosas que más temor me causó: La marca  de mi viejo y su varita en el consejo, ja, de su uso mi hermano también puede hacer mención. Tuve un amigo que me acompañó en todas mis intenciones. según mi vieja, era él un escándalo para la virtud, de cuyo lazo engañoso nunca me pudo liberar. Un día con mi amigo le dimos campo franco a nuestras curiosidades y le robamos un poco de tabaco negro a mi abuelo. Lo fumamos detrás de la casa, salíamos todo mareados, ebrios por el humo del tabaco cuando nos descubrió mi abuela.   No voy a contar como fue el castigo, pero a mi viejo, después de eso, le tuve un miedo particular. El siempre tuvo la mano pesada y ese día se la conocí. Yo,  como siempre, corrí buscando el seguro resguardo de la acostumbrada clemencia de mi vieja, esa vez eso no me alcanzó, ni ella con sus ruegos y  prolijas súplicas lograron calmar el enojo encendido de mi viejo. Algunos días después yo seguía algo huraño con mi viejo, él entendiendo lo que pasaba me dijo: A mí también me dolió, pero si no escuchas los consejos con amor, entonces será con dolor. Debes saber que robar no es cosa buena. Después me lo agradecerás.  Para que sepas el precio de la desobediencia, y para que tengas dichosos y largos años. Hoy con cincuenta y dos años y con algunas canas que corren y cuentan experiencias vividas, no tengo mucho para agradecer, yo hubiera actuado diferente. Para mí fue excesivo el castigo, pero bueno, mi viejo era así, con su carácter fiero y seco. ¿Me amó o se supone que me amó? Yo de chico sentía  gorda mi duda, debajo de los anteojos me brotaba la mirada estúpida ante la pregunta inteligente, que se disipa y se resuelve en ese castigo,  aunque mi yo responda con una banalidad y su incertidumbre se multiplique por diez mil, yo lo quería, no tanto como yo hubiese querido, pero  a mi  modo lo quería. Ahora de grande pienso un poquito diferente ¿Qué sabe nadie de la manera en que él me amó? ¿Quién puede decir como toca el amor a cada uno? Sólo Dios entiende de estas cosas.   Me acuerdo de mi viejo y de su carácter fiero y más fiero se puso cuando se enteró que quería ser escritor; me dijo –Que pena que a un joven tan fuerte le haya nacido flaco de fuerzas un ánimo tan pobre. Sabrás lo poco  que vale y cuesta vivir de los sueños. ¿Despreciando toda buena consideración dejarás el arado por la pluma? Eso hacen los vagos. Si quieres vivir de las letras, ve estirando la paciencia y prepara tu oído para escuchar pasearse el hambre en tu estómago, cuando eso pase aquí no vengas buscando un pan. Un último consejo te doy después de eso te puedes marchar tranquilo. Por soñar no te quedes dormido; porque los sueños mejor cumplidos son los que se realizan trabajando. Hoy no sé si hizo bien o si hizo mal, pero eso sí, no estuvo muy errado en el pronóstico,  mucho me costó y  aun hoy me cuesta vivir de las letras.  
Que tren que tren Que… tren… que,  tren, que tren  que tren.  Sonaba cerca de  mi ventana. Que tren que tren, que tren que tren. Con su canto matinal, me despertaba cada mañana. De tanto en tanto, Que tren que tren, que tren que tren, se agitaba al viento un pañuelo Blanco  desde una  ventana. Que tren que tren, que tren que tren.  Sus viajeros pasos, siempre me invitaban a soñar. Que tren que tren, que tren que tren.  Ya se alejan en la distancia, ya se pierden en el tiempo. El silbido ronco y el humo negro de su cigarro,  algunas veces lo  recuerdo. Que tren que tren que tren que tren. No nació mi viejo tren para el olvido.
Najuá El amor es un ritual en el oasis, en este desierto de actitudes pasivas, casi inerte, de espera equivoca. ¿De esperar qué? ¿Sueños en andrajos, derrotas en hilachas? No miramos lejos, aunque a veces vamos perdiendo nuestros pánicos otras veces temblamos juntos nuestros miedos, peor aún, el enemigo no siempre es el mismo, en cada esquina cambia de rostro, por las noches encontramos los miedos en cada sombra, nos escondemos en los derrumbes, le ponemos un candado para que no nos roben ese poquito  que nos queda; el pan, la cama, el techo de una vida provisoria. Husmean buscando el mango fácil, milímetro a milímetro, te estudian y detrás de la enramada esperan para el zarpazo. Nos desventura la violencia y la sangre derramada que rompe la paz y convierte la vida en accesoria de las cosas, un espiral que crece y oculta el sol. Habrá que recordar la pedagogía de lo solidario, labrar un destino que rompa la tragedia con el individualismo y sus escases que vienen pisándonos la huella por estos caminos rotos.   A veces, pienso: Es poco, casi nada y no sirve, pero ¿Dónde ir? Si cualquier sitio es como este sitio donde se perdieron las serenidades y llueven las  desesperaciones.   Mi amigo mira  con un ojo, espía con el otro, de paja y barro su mano, de hiedra y piedra los pechos. Podemos ir en el error hasta nutrirnos de melancolías y sorber de las soberbias o pensar en el inicio, no siempre esto fue así, una vez fue diferente. Al que acompañaba el camino antes le decíamos: Najuá, que hoy traducido sería lo mismo que decir, padre, hermano, tío, amigo, etc. Antes no se necesitaba separar, diferenciar unos de otro; éramos uno. No existía Pedro, tampoco Juan; la individualidad es un producto más reciente, los nombres que existían por ese entonces eran por ejemplo luna, lluvia, piedra, oso; estos nombres nos relacionaban con la naturaleza, nos emparentaba con la madre tierra, y la tierra nos unificaba. Éramos parte de una misma razón, un mismo fin.  Antes no existían los nombres, no  necesitábamos los simulacros, esos, ilustres apellidos que  luego segregan  desde la cuna los amos del esclavo. Fue germinal y aguda esta fragmentación. La idea  de la propiedad comenzó con el nombre, continuó con las cosas; terminó con la tierra. A veces pienso que somos vocacionalmente fatalistas. No vemos con claridad que la retórica del sistema es insultante para el género humano, creemos saber donde estaba lo bueno, pero equivocadamente decidimos quedarnos con la maldición domestica de los nombres.        Yo pienso que cualquier sitio puede ser ese sitio donde empezar de nuevo, done lleguen las esperanzas y partan las individualidades.        
Nahuá
Autor: gonza pedro miguel  237 Lecturas
Mi amigo Milonguita Capanga  de la noche entre  bailongos y canyengues. Nunca entra mal parado en la topada, ni con el tranco errado. Con los tamangos gastados de tanto yirar y yirar, al compas de un bandoneón, entre  un corte y una quebrada, en una baldosa dibuja, con aire compadrón.  Pide cancha y así se gana alguna mirada de precio de alguna pebeta, esa que nunca faltan,  haisito nomas   conquista  ayudado por la facha y esa labia de romántico soñador.
La obra Por debajo de un vasto cielo estrellado,  su pelo tocado por quebradizos reflejos lunares Ella miraba ese cielo con una pasión singular, hurgueteaba con la mirada inquisitiva, invadida por una curiosidad, que dejaba ver una pequeña sonrisa de interés y expectativa,  pero en esa expresión lejana en el cuadro faltaba algo, para mí no hay duda de que falta algo… no sé, le falta ese plus de fidelidad a lo bello y la justicia en la voz del relato, eso que existe por fuera de nosotros, de lo cual depende toda relación de simpatía con la obra, esto se da en los primeros momentos del encuentro, cuando se crean los primeros vínculos estéticos en esa sensación original. Pensaba. El primer contacto con el cuadro o con una obra de arte cualquiera, nunca es intelectual, siempre es afectivo, me gusta/no me gusta, de este primer contacto se determina la supremacía de la preferencia por sobre toda valoración intelectual. Entonces decido quedarme cerca del cuadro para ver si ese mirar con fastidio de insuficiencia es sólo mío o si es una condición de carencia  permanente de la obra.  Otra persona entra, mira el cuadro y queda fascinada con la obra ¿Es  prueba irrefutable de su aceptación?  Entonces  dudo, quizás esa pretendida carencia sea sólo mía, una arrogancia intelectual que me permite suponer que en el  cuadro falta algo.  Yo sé que soy un tipo complicado, excesivamente crítico, me creo capaz de alcanzar un conocimiento íntimo en la realidad  de la obra, pero ahora dudo sobre mi pretendida vocación. Me quedo pensando en mí, en una exploración interna buscando La convicción subjetiva y la buena fe sobre los límites donde se desmorona mi espíritu crítico y  se hace vacilación. Me quedo una hora merodeando la obra, tratando de alcanzar esa profundidad virgen para mí, donde subsiste ese valor estético… pero por más que baje hasta las profundidades; esta obra se hace inaccesible, no logro nunca reducir la distancia, la superficie de la obra sólo me deja ver un sueño incoherente y vago, sin embargo a otros les gusta, pero… ¿Por qué a mí  no? Yo sé que el artista no inventa esta esencia;  surge en la obra de modo natural como una condición de suficiencia de los valores estéticos, como una gratificación de que algo bello existe. Me pregunto: ¿Por qué se me deja pasar en silencio su grandeza esta obra?  Si el cuadro es bello sería justicia que fuera llevado de su inclinación hacia su bien estimado fruto. De una cosa  estoy seguro; si la carencia es sólo mía, esta obra terminará siendo preferida,  honrada y la más señalada; abriéndose paso entre tanta gente indómita como yo, que se correrá y le darán un lugar, historia y buen nombre.  
La obra
Autor: gonza pedro miguel  237 Lecturas
El llanto Ella –Por tu insoportable ausencia,  de mi pluma brotan  ríos de tinta, para deshacerse en la sal de mis lágrimas. Él -Si las lágrimas salen en cualquier momento, no se vale llorar, ellas, como las letras, a veces pierden su contexto. Ella -Una lágrima siempre nos deja con el cuerpo y con el alma a la intemperie,  refleja el más puro de nuestro sentimiento. Él -¿Es siempre así? Te dejo con mis preguntas rotas y mis dudas ciegas. Ella – Filosa tu pluma en la duda, entrando a matar con puño y letra firme. Ay, ay,  es una pena que el peso de una prohibición así, te  impida   llorar a libre demanda. ÉL -Ten cuidado con lo que escribes, te pueden caer como palabras invertidas, como frases sin sentido.         Las mujeres casi sin causa, siempre brotan en un llanto generoso, ya ves como  ahora, esa gota,  se seca y escurre  al mezclarse con la tinta. Ella -Si un día cualquiera, uno de esos que vienen sin haberlos pensado, de los que aparecen sin haberlos llamado, te vienen ganas de llorar ¿Qué harás? Él - Falsos perfectos me parecen las lágrimas, y en el rostro de una mujer, terrible herramienta de la manipulación psicológica. Ella – Eso salió de una cabeza sin corazón o en el peor de los casos el corazón traiciona el uso de la  razón. Desnuda tu mente y deja tu alma escuchar, que mi corazón va  hablar. Piensa en un ser  querido, entrañable, uno de esos al que si no vieras por mucho tiempo te dejara triste… Él - Yo soy de pecho amplio, de brazos largos,  listo para todos los abrazos, pero no para los llantos. Ella – En cambio en mí, estas lagrimas; son ellas,  testigos involuntarios  de mí verdad.  Verás que la piel tiene memoria, en esta gota y su sal,  queda expresado todo el recuerdo, ese “te extraño de lejos te quiero más cerca” lleno de paciencia estiradas, por eso mis ojos desbordan en  llanto amargo.       El amor o simplemente la amistad, buscan resistir al tiempo, al silencio, a la  ausencia y la distancia.  Las lágrimas  sueltan  mis esperanzas, dueña de mis cadenas, para que veas  tu recuerdo vigente  anidar en mi piel. El llanto se hace carne y en la sangre me recorre por doquier y así te llevo y te guardo, bañado en la nostalgia,  envuelto en suspiros, atravesado por llanto. Él -Esas lagrimas no devuelven un  amor, pero enturbian el alma, escóndete y llora  en soledades. Ella -El poeta es más poeta si puede, sanar sus heridas, crear sus propias respuestas,  regar sus versos con la última lagrima. Quisiera que lamentáramos juntos  nuestras desgracias y llorando  desahogáramos   nuestro tormento.  Aprende como yo,  ¡llora! Un poco de lágrimas y te  quedará, el alma limpia.   Él -Creo que perdí mi sensibilidad, hoy no siento nada, las debo haber olvidado en las ropas que me cambié o se cayeron cuando me duché, en fin, la anestesia es total, todo me parece gris. En otras letras, en otros versos quizás… 
El llanto
Autor: gonza pedro miguel  236 Lecturas
Luciano Mamá –Luciano. ¿Por qué Llora tu hermano? Luciano -¿Por qué siempre que él llora yo tengo algo que ver? Mamá –Bueno, vamos a ver. Benjamín. ¿Qué pasó? Benjamín –Me quiere quitar la pelota (llorando) Mamá –Luciano. ¿Te das cuenta? Tengo razón o no en preguntarte por tu hermano. Luciano –No mamá, vos no entendes nada. Yo estaba jugando con la pelota, la dejé ahí, para ir al baño.               Cuando vine, estaba él con la pelota.  Yo se la pedí y se puso a llorar. Mamá –Luciano vos ya sos grande, èl es chiquito. Deja que tu hermanito juegue tranquilo o jueguen los dos  con la pelota.         Luciano, tenes que aprender a compartir. Luciano –¿Yo mamá tengo que aprender a compartir? ¿Y él? Por qué no le enseñan también a él a compartir.        Cuando él llora: Yo tengo la culpa. Cuando él quiere algo: Yo se lo tengo que dar. Y todo eso porque él más chiquito, ¡Ay Mamá! Vos no entendes nada. Él tiene seis y yo ocho. Ni él es tan chico, ni yo tan grande.        Mamá, él es un manipulador,  sabía que yo estaba jugando con la pelota, sabía que vos estabas en la cocina y por eso llora, él sabía que ibas a salir y me ibas a pedir que le dé la pelota. (Llorando) Mamá, él quiere todo lo que yo tengo y él sabe que ustedes se lo dan. Mamá –Luciano, Benja es chiquito, no entiende muy bien cuando le pedimos las cosas, por eso te pedimos a vos que sos grande y entendes más… Luciano -¡No Má! Vos no entendes nada. Él entiende todo. Cuando vos le pediste que no le tire la cola al perro por que le puede morder, él dejó de tirar la cola. Cuando fuimos a los chinos, y vos le pediste que no pida golosina porque no tenías plata, él no pidió ni un caramelo. El otro día cuando papá le pidió que haga silencio porque estaba hablando por teléfono: Él calladito. ¿Entiende o no lo que le dicen?  Te das cuenta Má. Ahora me saca la lengua, burlándose de mí. (Benjamín detrás de su mamá se burla de su hermano)       ¡Ay má! Vos siempre llegas tarde. A mí me retas por todo y a él nunca le decís  nada.  ¿No te das cuenta que él es un manipulador. Mamá –Luciano,  mejor dejemos solo a tu hermano, necesito que me ayudes en la cocina. Luciano –No es justo má, él se queda jugando y yo tengo que ir a trabajar. Mamá (Riendose) –No protestes Luciano, es una ayuda mínima, mientras charlamos un poco de la escuela. Luciano –Bueno, hablamos pero no quiero hablar de Pablo sapito. Mamá –¿Qué pasó con tu amigo? Luciano  -¡Hay mamá! Vos no entendes nada.  Si te digo que no quiero hablar de Pablo sapito, es que no quiero hablar. Mamá –Lu.  Pablo sapito es tu mejor amigo, si pasó algo lo tengo que saber. Luciano -¡Mamá! Te dije un millón trescientas quinientas mil veces que no me llames “Lu” si te escucha algún compañero, voy a tener que aguantar las burlas. Mamá –Yo te lo digo de chiquito, aquí entre nosotros… Luciano -¡No má! ¿Vos nunca entendes nada? “Lu” es para las nenas, no es para los varones. A Carmen Lucía Manterola  las amigas le dicen “Lu” Mamá –Bueno Luciano, entendí. ¿Qué pasó con Pablo sapito? Luciano –Nada má, si te cuento, vos no vas a entender nada. Mamá –Inténtalo, quizás te sorprenda. Luciano –¿Por qué las mujeres son tan complicadas? Mamá –¿Por qué lo decís Lu? Luciano –¡Má! Mamá –Bueno.  Ya está, me olvidé por la costumbre. ¿Qué pasó con eso de las mujeres? Luciano –Explícame, porqué no lo entiendo. Lucía Manterola en el primer recreo jugaba con Pablo sapito y después,  a mí me regala un alfajor de chocolate y coco. A Pablo sapito le pide la regla y a mí me pide la goma. Yo digo si le gusta Pablo sapito porqué no le pide a él la goma y le regala a él el alfajor y  si gusta de mí porqué no juega conmigo en el recreo y me pide a mí solo las cosa que necesita. Yo le dije a Pablo sapito: Lucía está jugando con los dos. Pablo sapito dice que no existe nada entre los dos, que son sólo amigos. Mamá –Pero Lucía, ¿te dijo que gusta de vos? Luciano –Te das cuenta má. Vos no entendes nada. No se regala un alfajor de chocolate y coco a alguien que no te gusta. ¿Entendes? Mamá –Luciano te voy a decir algo y espero que me entiendas. Si Carmen Lucía no te dijo que gusta de vos y tampoco le dijo a Pablo sapito que gusta de él. Eso quiere decir que no lo dijo. Mientras ella no lo diga, eso quiere decir que sólo son amigos. Que a vos te regale un alfajor de chocolate o que juegue con Pablo sapito en el recreo, lo único que eso implica es que Carmen Lucía los quiere mucho, a los dos, como amigos. Porque eso se hace con los amigos, se comparten las cosas que tenemos,  un alfajor, una regla, la goma, un recreo. ¿Me entendes? Luciano –Mmm… Si má. Entendí. Lo de la goma, el recreo y la regla lo entiendo, pero  con el alfajor de coco y chocolate tengo dudas.            
Luciano
Autor: gonza pedro miguel  235 Lecturas
Mi prima             El otro día vino mi prima  a verme por un problema que tenía, llegó muy  nerviosa dijo, ─tengo un bardo que no te lo imaginas, te lo cuento, pero necesito que    no se lo comentes  a nadie, pero  a nadie ¿me oíste? necesito que seas una tumba, prométeme  que no se lo vas a contar a nadie─. Rogaba mientras movía la mano apuntándome con el dedo ─¡He! mirá que me muero si alguien más se entera, por eso,  antes  quiero que  jures, no como esos juramentos que son falsos y hechos a la ligera, no, necesito que jures  por lo que más quieras, por tu mamá o mejor aún  por tus hijos... sí, hacelo por tus hijos-. Bueno... vos sabes que yo detesto jurar, pero le prometí que guardaría con mi vida ese  secreto, bajo siete llaves, y que, para que se quede más tranquila arrojaría las llaves al fondo del abismo del olvido, desde donde, nunca jamás persona alguna podrá recuperar ese recuerdo, quedará perdido allí junto con otros tantos secretos olvidados que me fueron contados y de los cuales ya no tengo memoria, y que, para mí son como si nunca hubieran existido. Si ya sé, no quedó muy convencida con lo que le dije, pero al final cedió y fue más fuerte su necesidad de contar lo que tanto le preocupaba, que su temor a que todos se enterarán. Igual antes de comenzar a contarme volvió a rogarme y a suplicarme que no dijera una palabra a nadie,  de lo que iba a decirme y otra vez la misma ceremonia de la promesa, para que largara el rollo. Ahora bien, yo te lo cuento a vos... Si ya sé, te estarás preguntando  ¿Y la promesa?  ¿Y las siete llaves?  ¿Y el abismo? Pensarás que no tengo palabra, pero vos sos mí amigo y me vas a entender. Lo que pasa, son dos cosas, primero…sé que en un par de meses todo va a quedar al descubierto, porque va ha ser imposible ocultarlo, con lo cual no tiene sentido guardar el secreto y en  segundo lugar, porque no puedo callar más éste secreto, y  bueno, si... si soy un poco chusma, que le voy hacer, por eso,  te pido que lo guardes sólo por un tiempo, por lo menos hasta que todo se sepa. Bueno, si estás de acuerdo te lo cuento...bien…hay va. Mi prima me dijo con cara angustiada. -­La semana que viene me caso con Juan Alberto-. Yo le dije, pero cuál es el problema si hace ocho años que estás de novio con él ya era hora que te casaras. Yo no alcanzo comprender la raíz del problema. Y si no lo  queres, no te casas y listo. -Eso es verdad-, me dijo, -pero yo lo quiero y me quiero casar con él, lo que pasó es que lo engañé con mi jefe y tuve relaciones sexuales con él-. Juan Alberto ¿lo sabe? Le pregunte, me contestó que de esto no sabe nada, pero entonces ¡he! che, no es para tanto, le dije, una canita al aire  se la tira cualquiera, no es para estar así de  amargada, pensá un poco, fue sólo una despedida de soltera. -No entendes  nada- me dijo, -no fue una vez, fueron ocho veces-, entonces le dije, menos mal que lo querías mucho a Juan Alberto. Pero  bueno, la cosa ya está, y no es posible cambiar lo sucedido, y si a Juan Alberto, lo querés como bien decís  y  de esto  él no tiene ni la menor idea, para el caso es lo mismo  que el engaño  haya sido una vez o varias, te casas con Juan Alberto y cortas con tu jefe y se acabó el problema. Fue entonces cuando me confesó, -Estoy embarazada-, me dijo -y el bebé no es de Juan Alberto, es de mi jefe´-. No podía cree lo que escuchaba, pero... me dije, Si lo pienso  bien el problema no es tan grave. Vos fíjate. El novio no sabe que lo engañaron, por lo tanto no sabe que ella está embarazada. No sería la primera, ni última vez que alguien reconozca un hijo como propio cuando no lo es. Entonces le dije a mi prima. No hay ningún problema. La semana que viene te casas con Juan Alberto, en un mes le confesas que estás embarazada y que él se haga cargo del bebé y listo, como va a nacer un tiempo antes le decimos que es un bebé prematuro, con eso resolvemos el problema de los nueve meses y en cuanto, al parecido buscamos algún abuelo o abuela, tía o tío que dé con las características del bebé. No va faltar alguno que diga se parece al tío  pepe, por nombrar alguno y se acabó el problema. (Recuerdo que una situación similar lo vi en una telenovela  colombiana)   Todo esto yo lo decía con aire de victoria  triunfal, mientras pensaba: No te equivocaste en venir a verme. Ahora tu problema está resuelto, parecía una situación más complicada y no lo era tanto. Todo este discurso mi prima lo escuchó con  lo la mirada perdida,  cuando terminé  de sus ojos rojos  brotó una bronca escondida, y me dijo, mi jefe es oriental.  
Mi prima
Autor: gonza pedro miguel  235 Lecturas
  Ella y yo Ella, aquí a mi lado, quizás por la poesía, y contra toda apariencia, y a pesar de la diferencia, juntos en el interés por estas cosa, pero aun así  enfrentaba mi inquietud o temor   convencido de su belleza. Jugando en la alfombra. En ella   todo parecía fresco, espontaneo. En su rostro había una alegría y una emoción indestructible. En la relación  llegamos a un punto donde las posibilidades se bifurcan y yo dudaba ¿Y si mis versos fallan en su efecto?  ¿Y si toda esta ternura no alcanza? Me conformó su mirada y yo lo saboreé tiernamente, entonces fueron   a la caza  mis versos y en la letra el alma y el cuerpo con ese íntimo deseo de vencer ese cuerpo tangible, en ese recorrido palmo a palmo para poner al día el retrato del otro sin habernos perdido ningún detalle del cambio, donde  cada uno toma nota dejando afuera el mundo, los otros. Primero  tendemos a mirarnos  sin saber qué hacer con el silencio del otro y   ella, con esa forma académica de decir las cosas y ese toque intelectual abre el camino, y yo, preparándome para entrar en esa zona inédita de su cuerpo, y mis  brazos que saben hacer su mandato, sobre ese cuerpo que al principio  se brinda con una confianza cautelosa, en cada beso, en cada abrazo se hacía ella literalmente más vulnerable  en esa transición hacia la dicha segura, donde se agudizan nuestros sentidos. Con los ojos cerrados entraba en esa convicción de su figura espigada, le decía yo: una vez más quiero mirarte, con estos ojos que vuelven a desearte  y otra vez cerrar los ojos y tenerte, mientras ella reía de mi locura. Mi pluma con toda su potencia en el acecho, sonríe y  no puede callarse todo el rítmico  balanceo, mientras mis manos vuelcan sus sentimientos en ese juego de las afinidades y las conexiones profundas, a pesar del pudor y la vergüenza quiero decirlo todo, no quiero callarme nada hasta descubrir la instantánea revelación, esa que en el amor es la única religión  posible: Esta  adoración. Rodeado de su olor de su deseo vigente sólo para mí, y ahora juntos en esta espontanea coincidencia donde sólo nos conmueve lo inmediato y dejamos fuera el mundo.
Ella y yo
Autor: gonza pedro miguel  235 Lecturas
Billeteras peligrosas En Buenos aires sus calles son rectas y cuadradas, sus esquinas: Triángulos rectángulos, con sus calles paralelas cortadas por rígidos  sextantes,  pero en una esquina de mi barrio, en esta ciudad, esta  ley de la geometría del espacio recto se rompe con algo hermoso y secreto: Esas curvas. Pensé: Tiene que haber algo especial detrás de tantas generosas curvas. A esta altura nadie quiere morir de incertidumbres. Para probar el ser de mis inquietudes; un día me animé y la invite a cenar. No hubiera sido de comentario, pero desde el primer encuentro noté que era diferente. Ya en el Resto Bar yo buscaba condimentar la charla con exóticos ingredientes, pero no se me caía una idea. Nos miramos y al mismo tiempo nos huimos la mirada. Yo traspiraba, no sabía qué hacer con el silencio, esa pausa se hacía insoportable. Fue mi salvación. Se acercó el camarero y   lo primero que ella pidió fue un buen vino tinto Malbec, me miró y me preguntó, -¿O preferís un Torrontés- Para no pasar por un ignorante en cuestiones de vinos,  le dije –Prefiero un tinto, pero que sea Cabernet Sauvigñon El camarero, era un tipo bajo de mirada tranquila y de gesto bondadoso nos entregó la carta de connoiseur, mientras nos decía: Tenemos un vino nacional de la región de Mendoza. Suave, elegante, con gran frescura en el sabor frutal; presenta sus aromas equilibrados de buen Bouquet y es de Gran Reserva, con una crianza de dos años en madera y tres en botella, o bien puede degustar un vino importado de Italia, de la región de Piamonte, este vino piamontes, el Barolo, está elaborado con uvas Nebbiolo, es una variedad característica de la región, que produce vinos de cuerpo medio suave, muy perfumados, que maridan muy bien con las propuestas gastronómicas de la casa, y encuadran mejor con el gusto femenino. Mientras él me explicaba, de pronto me puse a pensar en el precio de esos vinos. “Deben valer una fortuna, especialmente el importado” pero cuando ella me miró y esas curvas me explotaron en los ojos, sin dudarlo pedí el importado.  Él, continuó diciendo: Para cenar recomiendo una de las opciones más apreciadas por el chef como por ejemplo: “Los riñoncitos al vino tinto” o puede degustar otro plato estrella, algo más original: El bife al ajo con un mil hojas de papas.   Después de eso la conversación giró en torno a trivialidades propias y ajenas, nos reímos un poco  de la cocina “Gourmet” del lugar, porque al final decidimos pedir “El bife al ajo” que más allá del pomposo nombre en realidad era un bife con papas fritas; igual estaba rico. El vino, sí que era bueno. Cuando llegó la cuenta, me dijo –Dejá querido, yo pago-. Yo me sentí un poco incómodo, porque no sabía que decir, era la primer cita y no quería incomodarla, ella se dio media vuelta sacó su billetera y a tal punto llegó mi desconcierto que debió ver algo en mi rostro que la invitó a dar una explicación. Empezó diciendo    –Lo que habrían hecho nuestras abuelas o nuestras madres hoy forman parte del limbo de los explícitos, hay que soplar el polvo a esos modelos obsoletos. Yo pienso: Cuando el hombre tiene el poder del dinero, cree que eso le da el derecho a imponer su voluntad al hacerte dependiente de su bolsillo; es obvio que sí uno es económicamente independiente, eso va a ser más difícil, no quiero vivir como otras mujeres que viven frenadas, empequeñecidas a la sombra de un marido. Quiero la libertad en la decisión, no la espera en actitud pasiva de la aprobación. Mientras lo decía yo admiraba  esas ideas, en cuanto no eran vulgares y la miraba a ella como si fuera una divinidad. Con la intensión de atraerla  le dije todo abobado, dando a entender que la pretendida pasión existía a priori: Yo también creo en la libertad de género con base en el equilibrio de las fuerzas. Después de eso, al mes me mudé de mi humilde departamento de Charcas al 900 al Hilton de puerto Madero, abandoné mi viejo Fiat Uno por un Toyota importado que ella me regaló, abandoné el salón de clases y de profesor pasé a consultor; me fui  a trabajar, con ella  a Mafry Coorp Art, una de las diez empresas con mayor penetración en el mercado local, dejé los verbos y las oraciones para hablar en la jerga académica de las nuevas tendencias  de marketing, mercado digital, telepresencia y  otras yerbas. Era mí jefa y esta situación no parecía anunciar lo que después iría a precipitarse. Con esa herramienta de siembra que son sus ojos, me hicieron caer, dejando de lado ciertas cautelas, bajo la fórmula dominante de sus curvas. Fue bastante sutil como para confundir las fachadas. Yo sentía  que no podía decir nada, me movía entre las apariencias. Desde el principio me sacó ventaja, y ahora no puedo ni podré encontrar una salida a esta falsa prosperidad. Viendo como se aleja mi libertad; y yo cada vez más consciente de esa impostura. Ella y yo somos otra combinación, no la que yo imaginé, atrás quedó esa espontanea coincidencia donde estuvimos juntos en el interés por las mismas causas y las mismas pretensiones de  libertad. El verdadero conflicto está en mí, porque ahora comprendo que soy yo el que siente ahora esa incómoda sensación de dependencia.    
Con besos que bullían Se oscurece el cielo de mi esperanza. La espina en el pecho, nacida de la sospecha. Con oído atento, puesto en duda, daba puerta y abría el camino de los celos. Con escusas que la defiendan, Ella purgó los indicios, Tachó  los testigos;  Haciendo del regaño risa con besos que bullían. 
Aprende esto: La felicidad llega a pedacitos. La dicha y la gloria son retenidas a puro ánimo, a fuerza de lucha, y se derraman fácil, así: en miedos, en celos, en culpas, en las propias incertidumbres, en la falta de fe.  
Aprende esto
Autor: gonza pedro miguel  233 Lecturas
Es cierto que se fue es mentira que no está A esta  torpe y estéril pluma                                                                        ruego a Dios la fecunde           y milagrosamente muestre la más ingenua verdad. Es cierto que se fue, es mentira que no está.                      Sigue intacta su presencia  y tan alto es el precio de su ausencia ¡y vale tan poco mi morir! que agonizo por la congoja. El silencio me declara lo que ella no me puede decir: Que nuestras almas unidas con admirable trabazón No tienen extremos distantes por la unión del amor. PMG   ¿Qué me queda? El saldo flaco de tus caricias y besos. Miradas pobres, llena de numerosas cautelas, haciendo verdad lo que pronosticaron los agüeros. Atrás quedó tu mirada clara, que sabía amar como Dios manda y que ahora sabe odiar sin atenuantes como el diablo quiere. Eras abrevadero y embalse de los cartuchos de mi pluma. Hoy, como cada mañana, desde hace un tiempo atrás, recibo mi cuota de rencor en tu mirada distraída. Ya cenizos y menguantes. ¿Qué haremos con los sobrantes? Si nos sobra omisión  en nuestros deseos muertos. En todas partes sobra el olvido, en la cama, en la mesa, en las miradas. Ensimismado en el espejo me devuelve mi mirada y descubre el veneno del tiempo,  el desierto, la desnudes plena, la aridez en los pliegos de un cuerpo que ya no reconozco como mío. Mientras miro en la nostalgia hurgando en la memoria pienso: ¿Qué aré con lo que me sobra? Con este cuerpo que está de más, esperando que la vida me borre como a un error. Vuelvo para mí. Hacia mi pequeñez, para creerme algo o alguien. Pensar que en tu mirada era. Ahora presagio de sombra y abismo de olvido. Hoy el silencio nos habla en nuestra soledad, en el camino de nuestra ausencia con su voz callada. Ceniciento en el ocaso, este cuerpo viejo ya nadie lo codicia, sus manos fósiles apenas toman la pluma. Me regalas alguna esperanza, cuando recobras temporalmente tu memoria, cuando me devuelves tu mirada que me ha sido tan rentable.  Me quiero dormir primero para quedarme con esa mirada, tan de mi alma,  tan presente, antes que, de nuevo te hagas ausente.  
El alma poeta …Con permiso del cielo Dios me ha dado vida para que escriba y tiempo para que la corrija, que alguna idea misteriosa  y digna diga y otras que conveniente calle.  Que no es de ahora el interés, ni nació ayer lo que hoy intento. Por los dichos y los hechos, Juglares versos salieron hechos PMG.                 En el principio fue la idea, como la dueña del espacio y señora del tiempo, creada en un lugar sin tiempo, sin antes ni después,  es ella, en su huella onírica en la que  perduro, habitando el origen. Desde el reservorio de su memoria, ese  que es  anverso  y reverso de todas las creaciones estéticas, es también la gran matriz natural para la libertad en la fantasía creadora, caldo de cultivo de todo lo que existe y es; con su gesto originario y productor, es el alimento del alma poeta. Yo lo encuentro, con buen apetito lector, entre lecturas y relecturas, en el pórtico al mundo de los léxicos, ya en camino hacia la dulce patria, me descubro en odre viejo, mi mundo interior que se desparrama en fructíferas errancias. Al principio Ideas hurgadas que caen hacia pálidos  versos, luego llegan esos,  que  saben rendirse a mi buena suerte. Al principio, así me encuentro, exhumando pasiones perdidas, en el fondo ilusorio  de los rumores  de antiguos relatos de muchas lenguas, hasta encontrar el verso que me nombra. Soy de los que toman la propia vida, y lo envuelven en un diálogo íntimo, buscando en esa intuición originaria, las raíces de lo etéreo    y en muchas peregrinaciones, caminando los textos,  ascendiendo y descendiendo por bibliotecas y libros,  en nacimientos y resurrecciones hasta encontrarme con lo superior y trascendente de  la idea. En esa vieja amistad busco mí génesis poética. Despreocupado encuentro la fuerza y la voluntad entre la prosa y el verso, que lleva mi palabra hacia,  un  coraje para la verdad, descubro una fe para el espíritu, un descreimiento al miedo negando la negación  y afirmando una libertad para crear. Memoria y destino en la voluntad de mi verso, que ahora son y siempre fueron, fieles testimonios del alma poeta, en su vocación constitutiva en el ser de la idea. Leyendo lo que hasta hoy llevo escrito, buscaba entre mis ruinas y ni señas de lo que fui, aquellas ruinas del pasado, las he ido limpiando, yo sé, no es poco, quizás  no es mucho, o tal vez estoy cerca de ser, ese escritor que soñé cuando niño. 
El alma poeta
Autor: gonza pedro miguel  232 Lecturas
Tus ojos son Dos líneas de influencia notoria son tus ojos: El verde sobre el azul de tus ojos claros destacan el artificio de la maquinaria femenina, que vuelve esa mirada en única y singular y la convierte en una experiencia  estética. Cuando tus ojos están cerca: Todas las imágenes que provienen de mis sentidos son de tu mirada, hasta la partícula de sensación más pequeña de lo descriptible se desprenden de tus ojos claros, cada reacción de mi ser, la pequeñez de un gesto, la sencillez de un acto cotidianamente minúsculo, el pensamiento más ínfimo o  casual e  incluso el espacio y el tiempo  se han convertido en una constante de ese registro. Quiero decir,  en definitiva todo está nucleado en torno de esa mirada. En ese afán de indagar lo que perciben mis sentidos, me metí en tus ojazos,  para luego, después de cumplir con esa estadía transitoria en esos ojos, ya quiero adoptarlo como mi lugar de residencia. Aunque la experiencia fue breve, tu forma de expresión te permite definir mis gustos, y me hicieron pensar que esos ojos pueden materializar mis sueños, por eso algunas  noches a veces me quedo repasando la historia de un gesto de tus ojos, quiero decir tus ojos compuestos de poemas tienen en lo imborrable: El Arte de narrar. Yo no sé si todos pueden ver en esos ojos claros: el mar sin fronteras o el rio sin orillas,  pero a mí me atrapa el imperio de esa mirada. Dos líneas de influencia notoria son tus ojos, que destacan el sol de tu mirada en la que ahora soy y marcan una forma de percibir mi mundo. Tus ojos me llegaron desde la casualidad  venidos en la indeterminación del azar y ahora tus ojos son, tan sólo para mí. 
Tus ojos son
Autor: gonza pedro miguel  232 Lecturas
Entre  llanto, suspiros y penas. Cuando se borra el silencio Y se rompe mi paz,  Se oscurece el sol de mi esperanza Hallándome en el lugar estrecho Confuso, triste, llamándome mil veces Desdichado sobre la misma desdicha. ¿Qué se será de mí? ¿Quién sanará mi herida? Si descosido y roto, de harapos mis ojos. ¿Cómo veré mi camino? Y si de remiendos y andrajos mi pecho ¿Podré  amar de nuevo? Y la fortuna, mi enemiga, Tan pródiga en mi mal queriendo atropellarlo todo. Hace pesada la pena, oscuro el camino flaco de fuerzas, pobre en amores así se oscurece el sol de mi esperanza. Y en esto se pierde mi persona Entre  llanto, suspiros y penas.
Tan lejos, tan alta y escarpada.  Con un adiós en la mano. PMG   Con cuarenta y nueve años, pisando los cincuenta. Según vos, tengo los defectos de la juventud, dices que soy algo ingenuo e inmaduro, casi un niño.  Yo pienso, si me ves así, con ese gesto, te debo parecer ridículo y patético.   Yo no me siento ingenuo o inmaduro, me pienso diferente, conozco muy bien mis recovecos, cada esquina de mi ser, sé muy bien donde pisa mi sombra. Sí, soy un poco triste con vocación hacia la alegría, un algo distraído, quizás bohemio, y un poco tímido, y lo que más odio es la parte mecánica y rutinaria de las cosas. Un día feliz para mí, es ese que está por fuera de la rutina. Quizás lo que yo pueda decir de mí, vos creas que no me representa. Pero, cuando uno escribe, inexorablemente la pluma refleja el ser. Por eso, cuando escribo, dejo que mi tinta corra libre, no me preocupo por crear páginas pulcras. A las ideas, he aprendido a no frenarlas, a dejar que las distintas circunstancias que convergen en un texto fluyan sin perder el equilibrio.  Antes escribía con letra urgente y tropezada… pero, ahora mi letra es más fresca, algunas veces despreciativa, protestando contra  broncas apretadas, otras veces mi pluma se levanta  romántica y optimista. Cuando leas mi letra será como quien ve mi  cara en un espejo, será entonces una oportunidad, para encontrarte conmigo mismo en  una constancia escrita de  mi ser desnudo. Quizás leyendo en mi ser de papel  puedas conocerme mejor.  No sé, quizás cuando estoy con vos exhibo  esos gestos juveniles, pueriles. Pero yo no me doy cuenta, sí me siento un poco diferente, pero no a ese extremo. No sé, tal vez, la causa de eso son tus ojos. Cuando siento tu mirada sobre la mía. Mi ser que se sabe dominar pierde su cuota de control, con la exasperación que le otorga tu figura. Una cosa sé y es que mis actos “juveniles” no encuentran eco en tu maduro ser. Te ves tan alta y distante que me doy cuenta de que no quieres que te alcance.           
Pensé: Voy a meterte en voz baja para siempre en mis versos en un beso que se da y no se piensa La tuve en la mirada y la saqué de un tajo y al no tenerla la dicha se hace milagro. 
  Noche negra Noche amarga de una vida  sin olvido, hecho de arrabales, milonga y farolitos. Noche negra y la más negras de las noches. Suena un tango compadrón y arrabalero, que la diosa del buen vino fertiliza con la luna, una a una estas penas entrelazadas. Quisiera tapar con el vino, con mujeres de trago y con amigos de la calle, hasta que este pecho se calle con un tango hechos del ritmo de una queja. Épico del orbe, son bastos tus dominios, en caderas, milongas y canyengues.  El dolor  crece fecundo, con tu huida y la resignación de tu partida. Quisiera comprar con un trago la paz que adormece los sentidos. Busco y no encuentro en esta copa de vino, a esa pebeta que misteriosa y esquiva va rodando por la esquina, de callao y puente Alsina. con el recuerdo de esa noche, de su olvido y su traición. Noche negra y la más negra de las noches. Suena un tango hecho  del ritmo de una queja; Ya que su pecho rencoroso no me encontró entrañable, que el indeciso deseo de su boca ondee  libremente. Bailongo lego que regó mi risa suelta con el vino del olvido. Suena un Tango como un himno de mi liberación. Caído el velo de mi fantasía, que aniquila mis esperanzas   y maltratado por mis celos ciegos, termino inmolado en mis anhelos, en mis deseos humillado,  enredado en mis palabras, ahogado en mis temores, y perdido en la razón. Tango, luna,  milonga y farolito. Me dejan quejumbroso en penoso daño En esta noche negra y la más negra de las noches.
Noche negra
Autor: gonza pedro miguel  231 Lecturas
¿Poeta yo? Tomé mi pluma, amasé ideas, forjé poemas, templé metáforas. La sangre me dirá, lo que la nobleza Luego me confirmará, que con toda mi pobreza, ya mis letras son amigas de la Gracia; dejándose ver por la tela del cedazo, que con piropos se compran las galas, con que luego se regalan.
Poeta yo
Autor: gonza pedro miguel  231 Lecturas
El aire y el fuego Si mi aliento fuera viento y si tu amor fuera  fuego y si tu fuego fuera calma, de mi vida y tu alma; que presurosos arderíamos  con tu fuego y mi viento
El cuento vacio Descalza y en harapos, con los ojos desenfocados, decía ella, entre nuevos deseos sobre viejas carencias: Me siento más sola que la luna. Mi pecho no sabe de despedida, ni quiere, ni puede decir adioses. Mi bronca se hace nudo y el nudo se hace llanto sobre el grito que guardaba adentro llamando al que está afuera, preguntando con angustia a los presentes ¿Dónde está? Y cuando el grito sale buscando igual me sigue angustiando y esa angustia no me  alcanza para vivir. Decía ella, aguantando el desahogo, lo mismo que un amigo dijo: “La muerte es la garantía del cambio, y el precio de otras vidas” decía yo: ¿No habrá otro camino, otra ruta para el cambio?  Noche a noche aturde la astilla de la ausencia y con eso aporrea los tímpanos ajenos con gritos de dolor, llora en tres o cuatro idiomas diferente, mientras decía ella: Él es una de mis nostalgias y no hay otro que compensara su ausencia.  Llora tanto que a esta hora ya es una inundación, para caer desecha, para deshacerse un poco más, para no ahorrarse una gota de sal, con ese silencio a dos voces, mientras en la memoria se hace y deshace entre reproches, dudas e introspecciones, en esa frontera de las preguntas mescladas de melancolías entre negaciones y aceptaciones de culpas de haberlo sacrificado todo y no haber logrado nada. Preguntaba yo: ¿Hasta cuándo? Decía ella: Hasta que deje lastimar la ausencia, hasta que olvide ese nombre, hasta soltar todo ese dolor, ese desconsuelo, hasta quedar limpia o perder la razón en el intento y salir de esta experiencia carcelaria. Yo la vi sola y en silencio como rezando pronunciando ese nombre, con las manos anudadas, algunas veces levantaba las manas como si quisiera atrapar ese abrazo merecido, como si estuviera invitando a ese abrazo doble y verdadero e inminentemente suyo y en su imaginación se abrazó a él con más fuerzas que antes. Yo le  pregunté ¿Cómo estás? Ella me dijo: Como usted habrá visto aquí abundan los soñadores, amarrada aquí yo le doy libertad a mis ojos para hacer visitas, los domingos por las mañanas voy a la playa, corro por la arena, hablo un poco con el mar, le cuento mi intimidad en desorden, sus olas siempre están dispuestas a escuchar,  a veces escucho las quejas de algún viento lejano de otro mar, en este lugar las dudas, los miedos, los rencores ya me parecen remotos, donde el destinatario siempre está y el contacto nunca queda trunco  ni corre a esconderse, en este lugar la noche es tibia, el silencio no lastima y tu forma es sin falacias, a estos muros los lleno con tu recuerdo, aquí el vacio no es una opción, aquí se disfruta la serena paz de los  vencidos con la evasión como derrota, donde   la locura era la defensa obligada, la sola forma de estar vivo y soportar tu ausencia, a esa tu indiferencia bien lograda y sin fisuras…  me dijo esto con una sonrisa herida  y sus ojos secos. Yo le dije terminó tu larga penitencia.  Entonces ella me dijo: Ya no tengo coraje para salir de aquí, con mucho corazón te digo, ya no puedes arrancarme de aquí, elijo con dolor, mejor quedarnos aquí como una enmienda de mi memoria, entonces ella,  cerró nuevamente los ojos para creernos  felices.   
Las tres muertes Existen tres tipos de muertes, la primera es la desaparición  física de la persona, la segunda muerte es cuando ya nadie te recuerda o desaparecen todos los que de alguna forma te conocían y te nombraban, la tercera y última muerte es cuando desaparecen consumidos por el tiempo todas las cosa que una vez hicimos y ya no quedan testimonios de lo que una vez fuimos o hicimos. Yo me pregunto ¿Qué será de mi letra? ¿Quién leerá mi texto y recordará este momento cuando yo le daba el ser a estas palabras? ¿Habrá alguien que me saque de la muerte del olvido?  El tiempo imprime en cada pliego de la piel el sello de su mandato, y el privilegio de su consejo que no hay persona o cosa que no sufra la ley del juez que lo sentencia. Mientras los  días corren y cuentan, nosotros  como por su mandato hacemos las cosas, sin tener en cuenta que tanto nosotros como todo lo que hacemos tienen fecha de vencimiento. Un tiempito y ya me voy, un ratito más y dejaré de ser y la huella  que dejamos con el paso del tiempo se hace  un poco menos, hasta que se borra plenamente  y se tapa con  la ausencia y esa ausencia se hace olvido y el olvido se agiganta en el tiempo y la distancia. Así somos como esos viajeros pasos construidos con enigma,  como una hojarasca seca y suelta que la suerte venturosa arrastra y así se despliegan sin destino fijo,  como vos, yo y  mi pluma; como esta letra preñada de incertidumbre crecemos  con su cimiente hasta ser alguien o algo para luego desaparecer.
2 de abril Algunos dicen: Son las pequeñas cosas  que hacen dichosos nuestros días. Yo pienso muy diferente. Esas pequeñas cosas me son indiferentes, si las tengo o no, si están cerca o están lejos, no me dicen nada: Son pequeña.  Para mí,   las grandes personas son las que hacen realmente  dichosos nuestros días. Poco te alabo por todo lo que te mereces: La generosidad  de tu alma, la caridad de tus manos, me elevan, me liberan, me confortan. A la luz de mis ojos deseo:                                                                                                                                                     Si quedó en distraído silencio tu razón, con torpes y ciegos pensamientos, y veas naufragar tus razonamientos. Alcanza las más altas cumbres,            por las escaleras de los alados sueños. Recibe los dones de los que suben tan alto, de las ciencias, las artes y las invenciones. Allí donde anidan luces, verdades y sombras. Entiende así las oscuras locuciones, Del espíritu, la razón y el entendimiento. Lumbre que rompe represas de estancados errores, elevando el ingenio, raudales de tu creatividad, con caudaloso torrente natural de ingenio. Bendecida es así la pluma, la tinta y el tintero de tu mano.
¡Oh lamentable ruinas de mis versos! De mi mal afortunadas rimas Carentes de sentidos  donde mi razón y mi locura confirman juntas. Por irredenta, por ni tan  siquiera un indicio de logro. La duda mata mis versos Y los celos languidecen mi tinta, Sufren la carencia de tus besos, Son  los que presagian la muerte de una apenas nacida: retórica enamorada.  
  De pasos corregidos, siguiendo los consejos de los tribunales de mi razón, buscando la certeza económica,   cuidándome de la vista de tus hermanos y del asecho de tu madre. Son ellos,  escándalo de mi amor, apoyados en sus falsas presunciones siempre al asecho de nuestra perdición, verdugos de este amor, siempre tejiendo lazos, trampas a mi corazón.  Siembran su veneno calumniándome. Ya reciben  el contento, ya  se visten fiesta,  cuando caigo de la más alta cumbre de bienes a la más íntima miseria.
Hechizo de luna Si te falta  un amor, Ruega al oráculo de los necesitados Con  pecho humilde y sencillo clamor Mira La luna callando los labios. De sus rayos deja, Te hagan un ser enamorado Que no habrá unión que no intente Mirada que no endulce, Pasión que no empuje, ni corazón que no embriague. Es ella, dueña que siembra con claro rayo. haz pie firme en su promesa que sabrá ella sumar corazones y multiplicar tus amores.
Hechizo de luna
Autor: gonza pedro miguel  226 Lecturas

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