Apr 13, 2020 Apr 12, 2020 Apr 11, 2020 Apr 09, 2020 Apr 06, 2020 Mar 30, 2020 Mar 28, 2020 Mar 27, 2020 Mar 25, 2020 Mar 22, 2020 Mar 16, 2020 << Inicio < Ant.
[1]
2
3
4
5
6
...
34
Próx. >
Fin >> |
Cuando leas mi letra Cuando leas mi letra será como quien ve mi cara en un espejo, será entonces una oportunidad, para encontrarte conmigo mismo en una constancia escrita de mi ser desnudo En mi mejilla quemándome la despedida, la mancha roja de tus labios y yo, mirándote a los ojos, queriéndote llegar al alma, preguntándome cómo Sobrellevar el ayer, Después de aquella fiesta de promesas rotas. Quiero mostrarte algo Del cañón de mi pluma han nacido minúsculos versos, casi imperceptibles, con esplendor oculto, esperando ser, alcanzarán su esencia cuando sean descubiertos. Miles de ojos, millones de veces pueden pasar por sus letras, sin entender lo que dicen, estos versos para ser, necesitan que los encuentren. Si miras atento verás sus raíces atrapadas y enredadas en el infinito mundo de la imaginación; hay podrás descubrir el dichoso destino al que han nacido, son versos que enamoran con loca pasión, si miras atento: con gloria y sin pereza se dejaran ver, pero… sólo necesitan un poco de tu tiempo… que te detengas a mirarlas. Mira lo mucho que aquí te ofrezco y lo poco que aquí te pido. Yo quisiera que los encuentres y encontrándolos al menos uno, sea de tu consideración; yo sé, que no de todos ellos quedarás gustoso, pero si en uno de mis versos detienes tu mirada, clavada en lo más hondo encontrarás lo que aquí, yo te predico, la rara belleza, la ignota realeza, mira con atención, escucha lo que a gritos te dicen mis versos, no cierres los ojos, no los dejes pasar, la altura y la dignidad de mis versos no sólo dependen de mí, se completan cuando alcanzan a mostrar todo lo que pueden decir. ¿Qué amor no te hiere? ¿Qué dulce labio a veces no es amargo? ¿Qué lecho de rosas no tiene espinas? ¿Qué labio más puro no miente? ¿Qué corazón Puro no mancha? ¿Qué idea más sublime no engaña? ¿Qué verdad más clara no confunde? Para mi mami Entraña de dura piedra he sido. Para mi poca edad siempre todo era prisa. El ojo de mi madre siempre atento, donde quizás yo perdiera el pie Y fuera ya necesario su socorro. No era ella muy amiga de los azotes, sí dura jueza de mis actos torpes, ya desde mis años verdes, cuando mas publicaba mi necedad. Si me equivoqué cuando joven: por ella conozco mi falta. En su escuela me hice ser prudente, ya viejo cano, no olvido su varita en el consejo. En su corrección andaba yo muy bien, como prolijo relojero marcaba el paso, siempre a la hora señalada. Te alabo en tu justicia y me consuelo con tu paciencia. Por tomar tu regla tengo para dar. Hija, hoye bien este consejo: Escucha siempre el corazón de tu madre, Que serán sus manos, puerto tranquilo Y su pecho, seguro resguardo, En tus momentos malos. Nada nuevo bajo el sol A veces siento que mis versos ni se entiende ni lo entienden. Busco el error en lo que dicen y pienso: Por algo no lo leen, Pensamiento estéril por donde se lo mire, dice siempre lo que otros ya dijeron, repite como una campana, replica como un eco, poquedades que ni curados tienen remedio Más aun, el cañón de mi pluma Deja caer verdades Añejas, vencidas Muertas… Un pensamiento me llegó de camino: Vano ese verso que ya se conoce. Vuelve mi pluma al combate, con versos de compromiso. Dirán las letras viejas, culpa y disculpa; que nada nuevo hay bajo el sol, para desventura de mi razón, Ignominia de mis sentidos. Dijo el corrector nombrado A cuya costa somos, Imprime este principio: Con lo que antes se piensa primero se dice, conforme a él trae tú voz en pública forma, luego de tasado y corregido se verá que va rubricado el cumplimiento de tus dichos. Al descubrir tu amor me arrojé sin miedo Y fiel a mi deseo, me arrebujas en tu pecho. A las caricias de tus manos me encomiendo Y de tus ojos el amparo pido. El santo sello de tu amor primero Y el justo celo de tu amor quiero. Los afectos de tu pecho ruego Y el dulce néctar de tus labios deseo Yo deudor insolvente De Tus labios Versado en amores Escudriña de mis labios los sabores Y mi boca poblada de besos Acaudalada en amores Te pregona eterna alabanza Y te tributa los afectos de mi pecho Cómo me siento Cómo me siento: Abandonado como un recuerdo viejo. Estar solo está bueno cuando es una libre elección, pero cuando es una soledad enraizada en la fantasía de tenerte; es una esperanza frustrada e inútil; entonces uno siente como aterradora esa soledad, que llena todos los espacios disponibles, como esta nutrida ausencia. ¿Qué me queda? Sobrevivir a este silencio mortal. ¡Cómo extraño esos pasos que saben mi compás y el ritmo de mi cadera! Como un libro viejo, sin letras, sin hojas pero con una idea fija, con una idea loca: Tenerte. Aunque no quiero mirarte de lejos, voy a creer que la esperanza es un olvido y que el amor se resuelve en la distancia. Yo sé que puedo extrañarte un poco más. Necesito tus largos brazo para los abrazos, pero sin el pecado de la soberbia… pero otra cosa sé y es que esto no es posible, por esto me quedo solo mirando, yo que miraba por sus ojos. Pienso, lleno de soledades varias con mis ojos al desnudo: Qué sola va a quedar mi mirada sin la suya. Ella, la señora de mis sueños En un silencio herido con palabras, que no alcanzaron a nacer hoy, ¡Que diferente es la pobreza de la hermosura! Mis ojos devotos no la soltaban que oído, gusto, tacto y olfato, tampoco se resignaban. Por la abundancia de sus dones, mis cinco sentidos prendidos estaban Sin cargar la conciencia medí… Y me hallé capaz y suficiente hasta aventurar mi fe… entonces me favorecieron tu ojos: No lo dudé, solté el freno, perdí la rienda, me apoye en mis versos que ya los tenía cierto y así… tardos y vacilantes tus pasos, me fueron llegando. Rtrato de un amor que dulce espero amor que en esperando muero Si me pides amarte yo más puedo Poder y disciplinaRitual festivo del capitalismoFavorece el analfabetismoCuerpo redituable y docilitado Cuerpo vigilado y reticuladoCuerpo irritable y deformadoEs lo negado y rechazadoCuerpo estéril y deprimido, Lo posible y lo prohibidoMuchedumbre de enajenadosComo eslabones entrelazadosPotenciando rapidez y eficacia Cuerpo trabajo, cuerpo ganancia Esa mirada Miro que me mira esa mirada Y que al mirarme no me dice nada, pero si esos labios callan, esa mirada me cuenta todo. Ya me perdí dulcemente, saboreando el dulce picaresco de tu mirada galana. Ya se ignore o se entienda por mil vidas que viviera, no quisiera yo perder, el manjar de tu mirada. Si amado o amando yo muriera, Serian esas, las muertes que yo quisiera. Va por caminos, sendas y veredas, tan llena en la medida de todos y sus muchos dones, con tan hermosos y fuertes ojos, con tan buen gobierno de su cintura que daba de sí en cada paso; toda su feminidad. A más de no poderse sufrir, así con todo ese bagaje de amor Ella sabe hacer de sus antojos leyes y Yo que la tenía a espacio de puntería Le hice tiro, mientras soñaba con dar el blanco donde miran sus ojos. La obra Por debajo de un vasto cielo estrellado, su pelo tocado por quebradizos reflejos lunares Ella miraba ese cielo con una pasión singular, hurgueteaba con la mirada inquisitiva, invadida por una curiosidad, que dejaba ver una pequeña sonrisa de interés y expectativa, pero en esa expresión lejana en el cuadro faltaba algo, para mí no hay duda de que falta algo… no sé, le falta ese plus de fidelidad a lo bello y la justicia en la voz del relato, eso que existe por fuera de nosotros, de lo cual depende toda relación de simpatía con la obra, esto se da en los primeros momentos del encuentro, cuando se crean los primeros vínculos estéticos en esa sensación original. Pensaba. El primer contacto con el cuadro o con una obra de arte cualquiera, nunca es intelectual, siempre es afectivo, me gusta/no me gusta, de este primer contacto se determina la supremacía de la preferencia por sobre toda valoración intelectual. Entonces decido quedarme cerca del cuadro para ver si ese mirar con fastidio de insuficiencia es sólo mío o si es una condición de carencia permanente de la obra. Otra persona entra, mira el cuadro y queda fascinada con la obra ¿Es prueba irrefutable de su aceptación? Entonces dudo, quizás esa pretendida carencia sea sólo mía, una arrogancia intelectual que me permite suponer que en el cuadro falta algo. Yo sé que soy un tipo complicado, excesivamente crítico, me creo capaz de alcanzar un conocimiento íntimo en la realidad de la obra, pero ahora dudo sobre mi pretendida vocación. Me quedo pensando en mí, en una exploración interna buscando La convicción subjetiva y la buena fe sobre los límites donde se desmorona mi espíritu crítico y se hace vacilación. Me quedo una hora merodeando la obra, tratando de alcanzar esa profundidad virgen para mí, donde subsiste ese valor estético… pero por más que baje hasta las profundidades; esta obra se hace inaccesible, no logro nunca reducir la distancia, la superficie de la obra sólo me deja ver un sueño incoherente y vago, sin embargo a otros les gusta, pero… ¿Por qué a mí no? Yo sé que el artista no inventa esta esencia; surge en la obra de modo natural como una condición de suficiencia de los valores estéticos, como una gratificación de que algo bello existe. Me pregunto: ¿Por qué se me deja pasar en silencio su grandeza esta obra? Si el cuadro es bello sería justicia que fuera llevado de su inclinación hacia su bien estimado fruto. De una cosa estoy seguro; si la carencia es sólo mía, esta obra terminará siendo preferida, honrada y la más señalada; abriéndose paso entre tanta gente indómita como yo, que se correrá y le darán un lugar, historia y buen nombre. Te extraño A siete meses de tu partida, hoy, me levanté pensando en vos, sobre lo mucho que peleábamos y lo poco que duraban nuestros enojos, recuerdo con ternura esos ojos llenos de rabia y de manso a la vez. ¡Hay, Jorge! Cuánto nos criticábamos, cuánto deseábamos cambiar al otro. Al menos a mí, la vida me da otra oportunidad para darme cuenta que esas peleas se debían a que ambos queríamos el bien del otro. Entendí que tu elección no era mala sino diferente, igual a los míos, con direcciones diferentes pero con el mismo objetivo: ¡Ser! Cuesta aceptar por más hermanos que tenga, que uno se fue. No te queremos soltar, las reuniones, los cumpleaños siempre desemboca en vos… Te cuento que hoy ya no peleo con nadie, como siempre ¡Los que peleábamos éramos vos y yo! Mami tenía razón: “Dos leones en una misma jaula” Te extraño con esa dureza, con la que vos sabías cachetear con la verdad, sin suprimir una letra, y yo…yo nunca lo soportaba, volvía la espalda y me quedaba atrás masticando mi razón. Cuando papá se fue, fueron tus hombros… esos hombros los que nos abrigaban, seguro respaldo de mami, vos…vos siempre le decías a mami, “no llores más, ya vendrán nuevos besos, más frescos que los primeros, despide ya a esos pies que no te acompañaban, ni te honraban” era tu frase favorita y tu mejor consejo. Extraño tus consejos tanto…tanto, que más no se podían encarecer. Estos ojos que te vieron subir, ya nunca más te verán bajar ¿Con qué rigor del cielo, Los santos se juntaron, y tus ojos me negaron? Quiero la medicina de mi pecho, el ungüento de mis huesos, el jarabe de tus consejos. De esos besos mentirosos Recoge y junta los frutos de este amor, que pesada ofensa ha sido. Que aguados son y desabridos tus besos, arto delgado, con esos besos caros. Me sobran penas para cantarle a tu nombre. Inoportuna, pesada y enfadosa. No quiero, la franqueza de tus ofensas, Ni el privilegio de tus caricias mentirosas Que por delante me des aplausos y por a tras me digas: feo El tigre de la leyenda El tigre Benítez Persuadido por la abundancia, de aquella divina estampa, salpicando luz y brillo, con esa percha, que se tiró encima: Es un derroche de facha… De los últimos guapos, el tan mentado tigre Benítez, por su mucha notoriedad no lo dejaré pasar en silencio, el más nombrado y buscado, y yo digo, no le faltaron dotes a esa facha. Notorio es y ninguno ignora, temidos de los varones, respetado de las mujeres, quien no se rendirá así con las ventajas que lleva. Flamea el humo en la penumbra. Labios sueltos en llama que se encuentran en la noche fácil, la borrachera alegraba la noche sobre una vieja milonga, al ritmo de un bandoneón, pasos sueltos que se reconcilian en una baldosa. Él entró y estaba todo el mundo a la mira, desde el humo de su cigarro se quedó mirando, buscó esa mirada que le diera calce, el tigre marcó la presa, en un rincón, una jardín florido, entre ellas; una sorpresa arquitectónica, entre el humo de un cigarro y el aroma de un alcohol merodeó la presa. No fue ajena su presencia, ni su fama. Todas las que allí pasaron esa noche, hicieron cola las que de amor se conmovieron, tampoco la Laura, le quitaba un ojo de encima, llevada de su pasión y antojo, ofreciéndose a la guerra, no le tembló el pulso para llegar a las manos, cuando él la llamó, ella salió con ligeras alas en los pies, que para nada se quedaron tiesos o quietos; con esto, que no es pequeña ventaja tiene ganado de mano los oídos y la atención del tigre Benítez. Él mirando las baldosas midió la pista que tenía, la tomó por la cintura a la fresca rosa y la mano bajó más de lo que recomienda la censura y no fue necesario pedirle perdón para ganarse la boca y más de lo que hasta aquí se pretendía, ella cumplía su mandato siguiendo el ritmo de sus pasos, en cada nota de tango. Toda la noche, paso a paso en cada golpe de un dos por cuatro, ella seguía al llamado y al gobierno de aquellos brazos. El tigre entra a tienta en la noche de la milonga derrochando afecto al vagabundeo y sale con otro sol a la madrugada con las primicias del amor. Príncipe de la elocuencia, así se cobra los frutos que macen de sus honras. El tigre y la rosa de la manito, él silbando la cumparsita, ella contando baldosas, como dos amigos, por el mismo camino buscando un final feliz. Hasta aquí voy a tomar mi pluma para que no se cansen sus ojos, al cuento lo dejo corto, imaginen lo que después pasó, para ir llegando al asunto entre el cazador y la presa. Cada mañana me visto con tu recuerdo Será en esta noche pasajera Que la austera soledad vestida de negro caprichosa me asedia de nuevo y me enfrenta con la nada, Cual van mis sentidos perdidos están, Soy un texto sin argumento, Un hoja en blanco que cada mañana me visto con tu recuerdo Y me pongo el traje de tu memoria. Ya que las cosas que tengo contigo Sin ti no valen. Ruego para que con el más puro y claro entendimiento veas con buenos ojos, que no habrá otro nombre, ni más nombre que mi nombre para darle a tu razón. Si tu no estas Con esas penas que se renuevan, Que nunca se hacen pasado. Tu ausencia pintó de tristeza mi rostro Y son los caminos de mis penas, Formadas por mis quejas. Que al enfriarse las cenizas Refrescan las heridas. Tan al descontento andaba Tan sin gusto ni deleite, Que por la tristeza pasaba Que no buscaba ni quería Más que su presencia. No sabré decir, ni más podré pedir Si mi deseo no se puede conceder, Suplico: quede aquí, sepultado mi ser Cicatrices en un papel en blanco Un poema romántico tiene siempre inevitablemente algo de ridículo, pero tiene un atenuante: La poesía cura los dolores del alma. Apreciar así tus ojos es querer profundamente tu alma, cuando Tus ojos sin derroche, lleno de sobre entendidos me miran así… y me siguen poniendo la piel vulnerable. El capital El capitalismo tiene el trabajo de multiplicar el hombre y el mundo en su red. En apariencia este objetivo es inofensivo pero nos tira inexorablemente hacia el fondo de un individualismo a ultranza, sobre la base de una felicidad con raíces en el consumo. El capitalismo trajo la enfermedad y ella misma cree que trae los botiquines llenos de remedios, el juego viene de siglos pasados, primero dejan vacíos para que las cosas nos llenen, sin temor al exceso por culpa de quedarse corto te enseñan a ir por el camino del consumo dejándonos obligados a querer comprarlo todo; siempre el desafío es quien tiene más. Si decir se puede en el campo del consumo está todo el mundo a la mira, te estudian para sacarte el mango fácil, te esperan detrás de las marquesinas para darte el zarpazo, te vencen por el gusto, te compran por el anhelo hasta dejarnos con un mismo deseo, con un mismo fin: comprar todo. Quién podrá abortar ese embrión que nació desde la cuna con aquel propósito dejándonos, así de necesitados y obligados a comprarlo todo, aun a cuesta de trabajos padecidos. Después que ese curso intensivo publicitario termine con nosotros, liberan el deseo inclinándose en cada uno hacia donde lo lleve su pasión y antojo ¿Qué se puede hacer si el capital, desde la cuna nos tiene ganado de mano los oídos y los ojos? Las publicidades te venden un personaje que sale a triunfar en la vida haciéndose deudo de un banco, aunque desconocido en el nombre lo verás en la marquesina cubierto por el sol de la victoria, calentando la sangre helada, alentado el espíritu, dando confianza en el crédito, deslumbrando a los que de abajo miran, patrocinado por el banco, con “las ventajas que lleva” dicen: serás un príncipe como este, hijo de la excelencia, señor de la victoria, sólo con una firma serás el dueño de esta tarjeta que cumplirá tu sueño. Como si fuera más que el genio de la lámpara, a esta tarjeta se le pude pedir más de tres deseos. Todo esto ¿para qué? sólo para convertir la vida en accesoria de las cosas. No existe una pedagogía de lo solidario sobre fundamentos reales y posibles, conocemos el término, conocemos sus beneficios, pero el capital te enseña que hay otros valores que aseguran el éxito. El capital nos tiene ganado de mano los oídos…De lo que vi, oí o supe, como siempre, el interés está primero. Desde la cuna este principio se reafirma. Desde entonces, Ellos ya nos dieron un amor primero, los otros serán de parche. Todo se vende y se compra: Una moral, La cruz, el esmalte que los recubre. Si prestas atención de entrada se ve la contradicción. Se dicen Hijos de la iglesia son y hermanos de las armas y las letras. Si son tan buenos porqué te gobiernan con la espada. Como si fuera santo el orador profano con su discurso divino nos dice: Para que lo busque y lo lean, ellos dicen que puede servir de freno a los malos y de escuela a los buenos. Yo me rio, aunque lo hacen en nombre de la patria celestial, abortaron esta idea; ya que no les resultó posible encubrir su malicia. El lobo mostró la cola por debajo de la lana. No hay que fiarse mucho de los oradores por el estilo sacro, nos piden con esfuerzo religioso que marchemos en orden a devoción, con paso ordinario por el valle del consumo hacia el reino de la felicidad donde se comprará la asistencia a precio estimado. El llamado es para todos y todos acudiendo a lo dicho donde serán gobernados en rectitud, armonía y justicia. ¿De qué justicia me hablan? si todo se mercantiliza, incluso la justicia; esto lo abran visto todos: Entre jueces, fiscales y justicia es más justo premiar al que más tiene, y es más justo premiarlo porque es el que puede pagar más. El sistema es corrupto e individualista porque premia a uno; el que más tiene. El individualismo es la enfermedad de la sociedad. El capital rompió las fronteras geográficas creando un mundo global, pero levantó murallas individuales. Los que aun no se han dejado corroer, algunos pocos, muy pocos todavía viven pensando en el bien común sin olvidarse de los que vendrán, pero hoy casi todos prefieren vivir solos. Cuando digo que el capital crea un ser individualista, me refiero que da esencia a ese ser que sólo contempla su presente inmediato, quiero decir que el hombre capitalista en general en sus actos no mira lejos, no tiene en cuenta las generaciones futuras, es un hombre individualista porque piensa única y exclusivamente en él; piensa en uno. Es cierto que hay una tendencia desde el capital a revertir ese producto que emerge como una consecuencia lógica de la mecánica de producción del capital, pero es de difícil resolución, dado que como antes dije: es una consecuencia lógica del sistema. Vemos frases de cliché que rezan: “Cuidemos el agua” pero quién la cuida, para muestra un botón, se siguen contaminando los ríos, los mares, etc, etc. El capital parece ser un sistema auto-destructivo, porque el fin destruye el medio, es decir, el hombre por ser feliz en su presente inmediato se olvida de los otros hombres y sin consideración destruye el medio ambiente, soporte de las generaciones futuras. Es difícil, casi imposible vivir por fuera del sistema, ¿lo único que nos queda es tratar de minimizar los efectos negativos del sistema? Otra alternativa sería pensar un nuevo sistema, lo difícil es crearlo desde el capital, el problema es modificar las herramientas poderosas que tiene el sistema por las cuales el sistema se sostiene y se reproduce; la escuela, la policía, el ejército, la moneda, los bancos, “la democracia”, los partidos políticos, “la justicia” o mejor dicho el sistema judicial, el monopolio en los medios de comunicación. El sistema tiene unos pocos puntos débiles por donde puede estallar, la escuela puede ser uno de ellos, puede ser un proceso lento, otro puede ser la “democracia” que de inicio a un partido político capaz de crear un nuevo orden social. Difícil pero es una alternativa posible, otro podría ser la caída de la moneda, una crisis económica a escala global puede ser la oportunidad para el cambio. Nosotros por lo pronto vamos a pensar la necesidad del cambio. Pensar la idea es el primer escalón, el más bajo, una vez sembrada la idea hay que esperar que germine. Los poderes de esta tierra No hay fuerza tan robusta que se resista a la salsa de esta sociedad, los poderosos de esta tierra, piensan que no todo se puede y ni se debe comunicar Existen diferentes voces pero un mismo interlocutor La pluralidad no existe, los discursos son únicos y cerrados El poderoso se pasea y hace sus disoluciones Desprecia a los otros y las injurias no las perdona No le pidas lo que te debe, ni le digas lo que no debe Si no quieres ser como polvo y ceniza de esta tierra Dinero tiene, juez es y lo gasta a su gusto Si molestas harán de vos penitencia Con tu ejemplo escarmentaran otros Ellos crean los infiernos y también los cielos. El tiempo pasa Ya fueron los años jóvenes, ya vienen los años viejos Y no hay puntal que los detenga, Ni vida que le ponga freno. Yo como fortuito ser, que sin gracia ni fortuna, fluyo inexorable en el tiempo ido. Con pasos atrapados, en un pasado con olvido. Que no tiene el tiempo, un gesto fecundo. Que todo fluye en procesión hacia la nada. Que nadie puede decir: Yo soy. El tiempo calla, silencia toda voz. Algunos corren ligero, veloces como el viento. Buscan allí donde anida la vida, donde nace el aliento Y encuentran el secreto, en detenerse y contemplar… tan sólo mirar: El momento. Tus brazos un candado, tus ojos un cerrojo; no me miras ni te miro, no me escuchas ni te escucho. De tu amor: descuido, del mío, distraído. Reine acuerdo entre los dos Con fuerza y con pasión: Amor pido, que no gracia. Pasión quiero que no fría. Si con amor me das tu corazón, con gloria recibirás el mío. Retrato de una contrariedad Una duda que anima mi ser, que resolver no puedo, de dos extremos distantes, mi pecho no sabe escoger No teniendo claro mis ojos, ni luz plena en mis sentidos ni por ésta, ni por esa otra, en agonía que arranca el alma a dos cabos lloraré por una y por la otra sufriré a mares. Que me ahogo en el deseo, Que me ciega la pasión, que me mueve la impaciencia. Ya huir quiero de mi confusa suerte y así, no acusen a mis labios de mentiroso o infamen mi pecho de lascivo. Con las dudas que ahora multiplican mis temores, haciendo fieros me salí. Retrato de una contrariedad furia e injuria, después… después del olvido de mis caricias y besos. Delicia y consuelo eran tus manos, deleite de mis deseos todos. No queda más que una pequeña, sombra de tu recuerdo viejo. ya mis tristezas son de fierro, Ya mis dolores de piedra, ya de cayos mis ojos, por causa de mi llanto seco. Dormido o despierto lloro; solo el amor con su canto, puede calmar este llanto. Aquí recuerdo tu nombre, aquí te extraño de nuevo, aquí siempre aquí ... te espero Quien quiera oír que oiga Inmerso en los vicios de Dionisio, Ya con la lengua endulzada, me hago amigos de las armas y los dichos Dejando de lado la milicia de los elogios, con cada copa se acaba la farsa, conozcan ese otro que soy para los otros. Sea quien dice que soy o diga quien sea Mostrando el hilo de la tela, con que está hecho mi bronca. Con el vino se desprenden los caprichos Y con los pies casi en la tierra ¡Hip! en pasos perdidos y encontrados, en mi pecho se levantan altaneras, querellas que florecen con el vino. Broncas ahogadas o muertas salieron vivas, en alarde, públicas las hago. Mientras dure el efecto bebido, ¡Hip! en todo lo que digo soy: Juez, testigo y sentencia Con esa fuerza telúrica que mueve y transforma, el movimiento grandemente elocuente de tus formas y manifestaciones; estas consagran el triunfo soberano de mis ojos beligerantes y esos pechos fértiles, que generosos asoman entre el sustrato de esa prenda florida. Ruego para que concedieras a la más noble de mis manos las grandes mercedes territoriales de su conquista, hasta llegar más allá de las fronteras de lo visible. Mis manos puestas en el lugar justo, llegaron para fecundar las tierras vírgenes de tus pechos y ellas comprendieron que sin mis manos no podrían sobrevivir, menos aun sin el monopolio de mis intereses. Tus pechos de tan profundas raíces, tan trascendentales para el destino de nuestros frutos, tienen la audacia de tus miradas, tienen en lo extraordinario el afán de auscultar el deseo puro de mis manos, en tus pechos se puede ver la fe inmensa de su fruto que generosamente se regala en esa batalla cuerpo a cuerpo y yo con el arma en la mano defendiendo la lucha armada por la riqueza de tus formas. Después de la segunda batalla me he dedicado a perfeccionar mi posesión colonial sobre tu cuerpo y tu lecho, donde somos nosotros suavemente mesclados. He aquí, en tus formas, la fórmula de tu dominación, que impone y fija el ser de mis anhelos, y es la medicina para todos mis males. Al principio lo descubrí en sorpresas, en pequeñas batallas, escaramuzas las cuales van madurando, conquistando nuevas formas de unirnos, aumentando el ser de mis pasiones hasta alcanzar a dibujar la raya en la arena y esta se vuelve dilema; atrás está nuestro pasado, la libertad sin cadenas, libre de compromisos, del otro lado; nosotros y eso que podemos construir; pero también está el miedo a no saber llevar ese pacto de dependencia, a no saber romper las contradicciones. Inevitablemente la raya divide y nosotros lo descubrimos en nuestros áridos mutismos que no saben callar el silencio de nuestra cama No fueron poderosa mis manos para callar nuestras diferencias para aquello que es y debe ser la causa de nuestro espíritu disconforme, nos cuesta decir lo que está claro: Lo que no podemos avanzar por la senda de las condiciones concretas. Andaban mis ojos presurosos Cuando la vieron llegar No le creyeron mis sentidos Ni mi pluma la podrá pintar Ni tu imaginación la podrá alcanzar Sólo te puedo decir que Ella le robó a Dios toda la belleza que una mujer pueda tener Vino ella toda finamente labrada, Como obra virtuosa, mirada y adorada Que no hay flor que la iguale Ni gusto que no se rinda Que a otra no sabré querer, ni más sabré pedir tan agarrada a mí, quedó por dentro, y yo sin ninguna ganas de soltarla quedó a mis ojos para mi regalo y como perdición a mis sentidos abobado, así con esa fuerza que me arrastra, su perfume me enredó a sus ojos, para repetirla luego en la letanía de mis sueños. Título de la obra: Luciano y Elena Personajes Luciano Elena Don Pedro, padre de Elena Facundo, amigo de Luciano La primera escena pasa en una calle de España, en sala se representa la calle, el frente de la casa en una esquina, con rejas y un jardín. Un joven con su guitarra al hombro mira hacia el interior de la casona, luego se le acerca un amigo y juntos miran también hacia el interior de la casona. Prologo En una tranquila villa de España donde se da inicio a esta increíble historia de amor incondicional, que va más allá de la historia y el tiempo. La crónica relata el amor entre un juglar y la hija de un señor muy principal de esta villa de España. I acto Al ver que Elena se acerca hacia la reja el amigo se retira Luciano y Elena hablando en la esquina de su casa, la dama de compañía de Elena la espera alejada de ellos, alerta por si viene el padre de Elena, el diálogo se realiza reja de por medio. Luciano –Elena, concédeme un minuto de tu tiempo. Elena –No puedo (Mientras mira para todos lados) que prisa tengo, mi padre mira con ojo atento, si presurosa no vuelvo vendrá aquí a buscarme, ¡Dios me libre y me guarde de la furia de su enojo! Luciano -¿Por qué habría de enojarse si en nada le he ofendido? Que el amor no es afrenta sino respetuosa cortesía. Elena –¿De qué amor hablas? Luciano Quiero que sepas que, son tus ojos, tu pelo, tu voz, las flores de mi deseo. Elena -¿Cómo me quieres? (Se acerca Luciano como para tomarle la mano) Luciano -Con amor puro y casto. Elena –Si es puro y casto no te acerques tanto que las malas lenguas miran, para que luego no digan “esa es una mujer perdida” ¿Que haré con mi honra herida si es arrasada mi fama? Mi vecina, la que siempre mira, si le doy escusa no habrá traición que no invente, mentira que no desparrame y honor que no manche. (Elena se aparta) Luciano -Si me acerco es sólo para mirarte. Elena –Mira mejor que no quiero perder mi honra. Luciano –¿Por qué la perderías? Elena –Si murmurada quedo en público o en secreto y aborrecida de mis padres con razón o sin ella. ¿No perderé mi honor? Además mi madre siempre dice, si mi nombre está en la calle no habrá: un marido digno que yo halle. Luciano -¡Desprecias mi amor por excesivo temor! (Despectivo) Elena -Que no es desprecio ni agravio, si no temor sabio. Luciano –¿Cuándo realices un mandado para tu madre te puedo acompañar? (Suplicante) Elena –Ya te dije Luciano que no, y no es por mí, sino por mi madre y mi padre que no quieren mi nombre en boca de muchos hombres. Luciano -Regálame tu pañuelo en señal de que soy tu dueño. Elena -Si edad tuviera no sólo mi pañuelo te daría, sino también mi corazón tendrías. Luciano –Elena, ya no eres una niña. Elena –Dirá mi padre cuando será el tiempo oportuno. Luciano –Si eres persona adulta el tiempo lo fija uno. Elena –No te acerques tanto Luciano (Ella con temor) que la vecina mira, ella lo que no lo alcanza con los ojos lo inventa con la lengua. Luciano - ¡Que si uno mira o que el otro habla! (él enojado) no permitas que tu honor en temor viva. Elena -Por un amor en calma doy mi alma y no quiero comentarios ajenos que manchen la nobleza de mi nombre, que no solo mía, sino también la de mi casa. Luciano -Por darme tu amor no perderás tu honor, mira que te adoro más que a la plata o al oro. Ella mira a su dama de compañía que le hace señas. Elena –Debo irme Luciano, mi madre me espera. En ese momento Elena se va. Momento después aparece su amigo, siguen hablando en la misma esquina. Facundo ¿Cómo te fue con Elena? (Su amigo le pone la mano en el hombro) Luciano -Por sus ojos doy mi vida por su amor mi alma. (Con vos triste y con gesto vencido) En mi mente solo tengo de su hermosura su figura. Son sus ojos el cielo por donde camino, es su cuerpo el espacio por donde en mis sueños vuelo, en mis noches de desvelo. Facundo – Un amor así, no tiene calma. (Se sientan en el cordón de la vereda) Luciano -Aunque trato y trato, olvidarla no puedo ni siquiera un rato Facundo –Habla con su padre, quizás sea, este un amor consentido. Luciano -Hablaré con su padre. Facundo –Ya encontrarás lugar oportuno, ofrece el tiempo, días, meses, años para el momento seguro. Luciano -Ella tiene encarcelados mis ojos y prisioneros mis sentidos ¡Que ciego y perdido, como un loco sin razón vaga mi corazón! Facundo – Tu voluntad es como una roca, si lo tienes decidido, seguro estoy alcanzarás tu cometido. Luciano –De eso no tengo dudas. El amigo se da cuenta que viene Elena y se retira del lugar Elena pasa nuevamente y Luciano la detiene, hablan, un poco a la distancia se queda la dama de compañía. Elena (Luciano se acerca hasta casi tocarla)- Te ruego, te suplico que no te acerques tanto. (Lo dice molesta) Luciano - A pesar de tus enojos vayas donde vayas te seguirán mis ojos. Elena -¡Aléjate Luciano! Que mi padre mira. No des causa justa a sus enojos, escucha bien lo que te digo es mejor que tengas a mi padre como amigo. (Tono amenazante) Luciano –Elena dame tu mano en señal de que es este un amor correspondido. (Le extiende la mano mientras se acerca) Elena -No te acerques demasiado, ni me tomes de la mano, si mi padre nos ve ¿Cómo miraré sus ojos? ¿Con qué fuerzas detendré su enojo? (Retrocede mientras se acerca Luciano) Luciano –Si te enojas y te vas, me dejas en el alma una queja. Elena –Debo hacer lo que mi padre dice, los hijos por respeto y no por la ley viven sujetos. Luciano -¿Cómo puedo hacer para sepultar tus enojos y así, esos claros ojos me miren con aprecio. Elena –Cuando sea el tiempo justo. Luciano -¿Cuándo será ese día premiado, en el que encuentre la paz este corazón enamorado? Elena –No es una ciencia entender que estoy obligada por la obediencia a respetar lo que mis padres dictan. .Debo irme Luciano, pero antes quiero preguntarte, vi que hablabas con la hija de Don Francisco Ramírez, ¿también la pretendes a ella? Luciano -Espinas son los celos en un corazón que duda, ten tu alma segura que mi amor es claro como el agua pura. Elena –Yo no hablé de duda sólo preguntaba. Luciano –Para que te quedes tranquila, llamaré a su hermano que es mi amigo y veras que ella no tiene nada conmigo. Con gesto de la mano pide a su amigo que se acerquen. Luciano –Amigo di la verdad en todo lo que te consulto ¿Sabes si tengo algún interés amoroso y oculto con tu hermana? Si es así dilo y no calles. Facundo –Perdón amigo (levantando las manos en señal de no querer entrometerse) pero debo seguir el consejo sabio “no te metas en peleas de enamorados, ellos se irán abrazados y vos quedaras mal pagado” Le hace señas la dama de compañía, avisando que viene su padre Elena –Me voy que mi padre viene (ella apurada y preocupada) que encontrarme aquí no me conviene. Se marcha Elena Luciano y sus amigos siguen en la misma una esquina, después de unos momentos Elena pasa y se produce una serie de silbidos y piropos. Luciano –Amigos estamos aquí todos atentos, con las miradas alertas lo que a la pasión despierta. Recita el Coro -Ella camina con elegante porte. Va un piropo y un silbido, que ella amorosa mezcla, entre sonrisas y enojos, que con esos dulces ojos, a todos con su mirada calla. Facundo –Querido Luciano (apoyado en su hombro y mirando a Elena cuando pasa) yo también estoy embelesado en sus perfecciones de ver todos estos dones, de sin igual primores que despiertan toda clase de sensaciones. Luciano -No puedo dejar de admirar, que ni el ancho y profundo mar, ni el cielo con su belleza, ni con su hermosura las flores puedan alcanzar tantos lores como su beldad soberana, que todo aquel que los ve, los desea y ama. Facundo –Estoy en un todo de acuerdo con vos. (El amigo asiente con la cabeza) Luciano – Tengo un solo deseo. Mirarme quiero en esos cándidos ojos. Facundo -¿Por qué no lo haces? Luciano -Por su mirada esquiva, que desdeñoso me deja, con colérica queja. Que ni el diluvio del llanto por los mares que lloro puede ablandar los rigores de su mirada fugitiva. Ella no se apiada de mi ser que llora, clama y gime rodeado por mil cadenas, que son las penas que abrazo. Como las brasas en el fuego ardo en esta condena. La extraño de nuevo, lo intento y la olvido y al rato la invento de nuevo. Vive su nombre en mis labios enredados con mi llanto y mis suspiros. ¿Hasta cuándo amigo? Seguiré con mi paso errante y mi corazón perdido. Facundo -Que no te engañen ficciones. ¿Este amor es correspondido? Porque dura cosa es mirar y no ser mirado, querer y no ser querido. Luciano –Amigo, dime ¿Cómo puedo alcanzar ese amor peregrino? Porque vaya donde vaya la seguirán mis ojos. Facundo -Si crees en el azar, no crees en el destino pero si crees en el destino entonces hay un camino, donde podrás alcanzar lo que la suerte te niega y no te quiere dar. ¿Dónde está puesta tu fe amigo? Luciano -¡Creo firmemente en el destino! Facundo -Entonces este camino sigue: Sin tregua persigue, lo que tu corazón ama, que el derecho se gana por mérito propio y no por un favor o regalo gratuito que el azar fortuito no te quiso dar. II acto Luciano va a pedir la mano de Elena. Luciano y Elena se parados por las rejas del frente de la casa de Elena. Ella del lado del jardín, juega con unas rosas. Él con semblante angustiado Luciano -Vivo de ilusiones y suspiros Elena – Y yo vivo con un padre de celoso ceño, Que me torturaría si mirarte quiero. Luciano - No temas por tu destino, Descansa tranquila sobre mi pecho sereno, que te será de eterna compañía, que si lo sabes cuidar lo tendrás hasta el fin de tus días. Elena - El duende de la alegría, te crea ficciones, puras invenciones, entiende que mi padre, nunca consentirá estas pasiones. Luciano -¿Qué crimen atroz? ¿Qué pecado feroz? he cometido para no mirarte, si lo único que quiero es adorarte. (Tomado de la reja en actitud suplicante) Don Pedro, entra el padre de Elena. Es más alto que Luciano de buen porte, algo molesto por el cuadro que encuentra. Don Pedro -¿Elena que haces aquí en el jardín cerca de la reja? ¿Y usted joven que necesita? Luciano- Don Pedro vine a pedir la mano de Elena. Don Pedro - Le diré sin censura, si usted fuera doctor o abogado tendría su amor bien ganado. Luciano –Si bien mis estudios no son muchos, escuela tengo. Don Pedro –A licenciado no llega y de bachiller no pasa, pues no tiene ni oficio ni ciencia. (Negando con su cabeza) ¡Sin talento, sin ingenio sin estudio! ¿Qué puede hacer? No tienes renta, peso, ni hacienda. Luciano – Don Pedro no tengo titulo de grado, pero tengo oficio santo. (Angustiado) Don Pedro –Mas que oficio tiene poca escuela y mucha calle. (Despectivo) Luciano -No tengo ponderado linaje, pero… Don Pedro -Como su padre dijo: usted no tiene calidades. (Señalando el piso y señalándolo a él) Luciano – Si, soy hijo de la pobreza y entenado de la riqueza pero la suerte sonríe al varón justo y trabajador. (Se golpea el pecho) Don Pedro – ¿Por qué no entiende? De entrada le dije, como no es hombre preparado por esto no tiene el bien ganado. Luciano –Soy hombre justo ¿Eso no tiene valor? Don Pedro -¿Por qué insiste? Ya le dije que no es posible. Luciano –Señor, Elena es el cielo por donde camino y no tengo otro destino que conseguir su amor. Don Pedro –Joven Luciano, no tienes culpa alguna si prisionero y víctima eres de tus pasiones, estos te crean ilusiones que te impulsan, como el viento a las velas a buscar un lugar donde descargar la fuerza, la energía y el portento de tu juventud. Luciano algo molesto lo muestra con ademanes y gestos Luciano - Señor no creo ser víctima de las pasiones, más pienso que por ser de humilde condición, tan aborrecido y negado por la diosa del buen hado, que no acepta este corazón enamorado. Don Pedro (Levantando la voz) -No te permitiré tomar las mieses de su mocedad antes de tiempo. Desgraciado del mal agüero, te presentas aquí acicalado, de pura ovación, dando voces de entusiasmo, con estrepitosa alegría y como no acepto tus locuras, te molestas con arrogante soberbia y arremetes con arrogada osadía. Luciano (Enojado) –Quien ama y es amado es un ser iluminado y yo de Elena estoy enamorado. Si hay voluntad hay un camino. Don Pedro, con su bendición no habrán piedras en el camino, iremos juntos en la misma dirección. Don Pedro –Vienes aquí con engañosa trova y con amor fingido, impulsado por tus deseo y pasiones, que cuando vea colmados tus antojos te irás en un abrir y cerrar de ojos. Luciano (Suplicante) –Don Pedro, he venido de manera franca y abierta y es usted un duro juez de cerrados ojos, que ha fijado sentencia con airado enojo. Me aleja de su presencia y me arroja a las profundidades de los abismos, sin haber cometido, pecado alguno. Don Pedro (Molesto) –A pesar de su enojo, no cederé a su antojo. Se le nota en la mirada se le ve en los ojos que está ardiendo en deseos con esa mirada de fuego, por ese viene así guiado por sus deseos tiranos y te presentas aquí a pedir su mano. Luciano (Mira al cielo) -¿Quién será mi abogado? (levanta las manos al cielo ¿Quién defenderá mi causa? Pongo a Dios por testigo, que mi amor es puro, así como aquí lo digo. Don Pedro (Desdeñoso) –Pura propaganda, algo oscuro y dudoso que no tiene presagio de buen futuro. Luciano (Molesto y algo enojado) –Sus puertas me cierra como si fuera un necio, ¿Qué hice para tan alto desprecio? Don Pedro -¿Por qué te ofende mi contienda? El producto de tu queja, que como loco te deja es porque no entiendes, (enojado) ¡es mi hija, ¡es mi techo!, ¡es mi derecho! Elena –( Elena que hasta ese momento permanecía callada) No discutas a mi padre que en nada te ha ofendido, ya te he dicho que es este un amor no correspondido. ¿No tienes respeto por sus venerables años? Al escuchar esto el padre se retira Luciano -Tu padre premia y castiga con fuerza y sin razón, te ofrece por dinero y me niega por amor. Elena –No hables así de mi padre. (Ofendida y con ademan de sentencia) Luciano –Cara te será tu obediencia, mira que el matrimonio forzado luego es amor humillado. (Sentencioso) Elena –Más cara me será la desobediencia, por otro lado un matrimonio consensuado puede ser también bien aventurado, de la amistad natural nace naturalmente el amor. Luciano -Si con ruegos no te ablando, ni con las lágrimas de mi llanto tal vez con un verso logre mejor encanto. Elena -Me persuades elocuente, pero es de hija decente hacer lo que su padre dice. Luciano -Vine a rogarte si tu amor puedes ofrecerme. Si tus ojos y tu boca me desdeñan y me imponen esta condena que deba vagar con pena, que me castiguen la lluvia, el viento y el frío y que me cubran los oscuros días y me tapen las densas noches donde, siempre llore y donde nuca calle, con mi paso errante y mi corazón perdido. Elena (Lo mira con amor y una mano se acerca a su mejilla) –Hablaré con mi padre, para que cambie de opinión, pero considera que también yo estoy condenada a vivir en solitaria austeridad. Luciano (Exclamación de júbilo) -¡Dios existe, escuchó mi clamor, miró mi dolor, y se apiadó de mí! ¡Oh! Dulce Elena si tú hablas con tu padre tengo una luz de esperanza. Elena –No puedo hablar ahora con mi padre, tengo que esperar un tiempo, vete ahora y yo te haré saber cuando puedes volver para hablar con él. Luciano –Lo que pasa Elena es que no tengo otro deseo, ni otro pensamiento anima mi ser, que lo que con tu mirada avivas para que solo tú, en mi mente vivas. Elena –No insistas Luciano, que no puedo ceder ni a tus ruegos ni a tus elogios, que si mi padre se entera: muerta soy. Luciano -Dueña, señora y reina de este corazón abnegado de tus ojos y tus labios negado, quítame el juicio de tu grave condena que me tienes prohibido que tu belleza adore. ¡Oh! Doncella mía, Escucha mis clamores, que con estas humanas voces y sin retóricos dones, implora de tus amores. (Arrodillándose y suplicante) Elena – Entiende Luciano que mi padre considera que me falta edad para merecer de tus amores. Luciano –Mira Elena que mi amor es más alto que elevado cielo, más claro que cristalino rio, más puro que el amor santo. Que prisionero soy de la belleza de tus luceros ojos que arrastran todas mis pasiones y encadenan toda mi voluntad. Que la esperanza y la alegría no están perdidas si tan sólo tú me das, un beso de despedida. Elena –Vete ya Luciano que mi padre viene y ¡por Dios que está en los cielos! que encontrarte aquí, no te conviene. Luciano -¿Qué puedo hacer para que tu mano me des? Elena –¡Vete Luciano! (Llora Elena) Luciano –¿Por qué lloras? Es triste mirar tus ojos llenos de lagrimas pero más triste pensar que no me amas. Sale Luciano triste y compungido III Acto Está Luciano caminando por una senda solitaria. Luciano - Perdida la ilusión… ahora me invade la desesperanza. Vivo descubriendo que muero, de la luz negado del sol aborrecido del silencio deseado. No se definir el amor después de navegar por estas turbias aguas y de fuertes viento, todo termina en algún lugar de mi vida con una lágrima escondida y la vista perdida. ¿Cómo responder a la medida de tal agravio, que por no tener un peso, ni hacienda, ni fama, ni nombre, ni título de grado fui arrogado de su lado? Si fuera banquero avaro o viejo adinerado hubiera conseguido amoroso trato. Facundo -Si ella prefiere sangre ilustre que brille con el oro antes que varón justo, que reciba lo que es justo. Se van Luciano y su amigo con su guitarra al hombro Recita el Coro –Va por la vida soñando, con su guitarra al hombro y su amigo al lado inventando historias de amor. Hoy están en este pueblo, comen, duermen en cualquier lugar. Busca una plaza, tiende su manta y sin mirar a nadie, despreocupado desparrama melancólicas canciones de amor. Curiosos se juntan. Escuchan atentos, él no los mira, sigue derramando su bucólico canto. No hay sombrero. Las monedas caen como grandes gotas de lluvia, algunas ruedan fuera de la manta. Cae la tarde. Despierta la noche. Debajo de una arbolada desaparecen entre la hierba. Debajo de un árbol Luciano y su amigo dialogan Facundo –Entiendo que Elena está sujeta al respeto de su padre, lo que las pasiones arrastran la prudencia frena, por lo tanto no cederá a tus ruegos ni a tus súplicas. Luciano –Le diré a Elena que “Sólo el amor nos permite escapar y transformar la esclavitud en libertad” Si nos escapamos seremos libres para amarnos en libertad. Facundo –Ten cuidado con lo que deseas, que si eso haces, su padre lo tomará como un grave vituperio ¿Cuál será el precio de tan alto desprecio? Mira que eso es una grave ofensa, tan grave que no tiene defensa. Luciano – Como un loco sin razón que no tiene corazón, imagino todos estos tantos males por ver cumplido el deseo de mi pasión. ¡Es su pelo al viento, es su risa suelta y abierta, es la cadencia de su sin igual figura que tanto exceden en estirpe y en nobleza, que cautivan por su delicadeza, y enamoran por su belleza, la causa de mi locura. ¡Encareció su amor su augusta belleza, trastornó mis sentidos, multiplicó mis desvaríos, me ahogó en profundos suspiros! Facundo –Serénate y sosiega las bravías de tus pasiones ciegas, que tus malos pensamiento serán la causa de tus desgracias. (Con actitud de calmar a su amigo) Luciano –Que puedo hacer amigo, llevo en mis labios enredado su nombre y en mi pensamiento atravesada su figura. Facundo –No sé qué decir, no conozco los conciertos del amor. Luciano -Quererla no fue tanto, olvidarla fue imposible, por las mañanas la pienso, por las tardes la lloro, por las noches la sueño. Cuando su padre me dijo que nuestro amor no era posible, se encendieron mis furores, se agrandaron mis enojos, que por ella vivo y quiero, me desgarro y muero, y por mis celos mato. Facundo –Querido amigo no quiero que cometas una locura; embriagado por las penas de tus desdichas Luciano –Cuando pienso en su nombre, una lágrima furtiva corre fugitiva, entonces como loca desesperada deambula por mi pecho una pena herida que se agranda con el silencio y crece más con las sombras. Facundo -Por tanto amor, por tantos anhelos, que por ella te desvelas, cuando vea como has vivido, cuando sienta como has sufrido, cuando se dé cuenta como le has hurtado a la muerte esas dichas sepultadas, entonces reconocerá la grandeza de tu valor que al sol eclipsa, cuando eso suceda, cederá a tus ruegos. Luciano –Por tu mano amiga en el día estrecho, por el consejo debido, cuando estaba confundido y perdido de toda esperanza, cuando la oscuridad cubría todos mis sueños y anhelos; gracias amigo por todo el bien que me has hecho. Se funden en un prolongado abrazo Facundo –Recuerda que Elena te ha pedido tiempo para que sea posible este amor controvertido. Luciano –Tienes mi palabra que respetaré el deseo de Elena, pongo por deuda mi promesa y aunque por ello cargo sobre mi pecho pesares y males tan ancho como todos los mares, seré fiel esclavo de lo que digo. Busco en estos caminos, encontrar el olvido. En defensa de nuestro amor he ido para volver vencido. Odiado por la diosa del buen Hado. Del cielo azul de sus ojos: negado, de sus padres: aborrecido, mi esperanza rindo a mi ilusión perdida. Como tesoro me queda, la compañía de un amigo y una guitarra roída. y como oficio; trovador. Que ella vea en este trovador, que cuando canta llora, quizás vea en mi canto las penas de mi llanto que nunca olvido. Coro: Por esta estrecha senda, camina una pena herida obligados por la obediencia de cumplir esta penitencia, arrojados es a la vera del camino, con estos; sus despojos, por culpa de esos hechiceros ojos. (Recita Luciano) ¿Dónde está la verdad? ¿Podrá salir el sol en mi desgracia? ¿Mi amor y mi pasión qué son? ¿Quién atenderá mi causa? Para mí, ahora todo es una nada en el olvido. Coro: Con profundo pesar, va rodando una lágrima por estos perdidos caminos. Como el señor y rey de la desilusión y la tristeza, le siguen como desconsolado séquito: la sombra de una pena herida, dos suspiros y el recuerdo de un aroma de un beso soñado que vuela con el viento. Acto IV Vuelve Luciano un tiempo después de un tiempo y se encuentra con su amigo, es ya un hombre mayor, con arrugas, su pelo algo canos, con ropas gastadas Facundo -¡Luciano, amigo! ¡Qué bueno es tu regreso! Luciano –Mozo me fui, viejo volví. (Risas) Facundo -¿Qué noticias traes amigo? Luciano - Anduve por otros caminos y vi en ellos otros claros ojos donde encontré esos primeros besos, que nunca serán como esos, los que una vez soñé y que tantas noches añoré. Facundo – Quiero que sepas que Ella ya no cautiva por su belleza, mudó el tiempo su figura, le quitaron perfección, y de su gracia y gallardía sólo quedan, el claro azul celeste de sus ojos y su voz. Luciano – Amigo ella puede ser igual a mil otras, pero yo la hice única en mi ser… Fue raro y maravilloso ese fugaz momento en que me di cuenta que su belleza era mi tesoro y su mirada mi consuelo. Tal vez ya no tenga en este suelo ese tesoro pero me queda su consuelo. Facundo –Su belleza a muerto y el crudo invierno de los años desgajó cada hoja, y cada pétalo de flor, es mejor que guardes en tu memoria el divino retrato de su ser. Luciano –Querido amigo hoy la vi de lejos en el mercado de tantos entre tanas la reconocí, es cierto que se fue, y es mentira que no está, sigue intacta su presencia, ¡fue tan alto el precio de su ausencia! ¡y valió tan poco mi morir! que agonicé por la congoja '¿Qué remedia mi partida? el silencio de su belleza ausente me declara lo que ella no me pudo decir: Que nuestras almas siguen unidas con admirable trabazón, que no tienen extremos distantes por la unión del amor. ¡Es cierto que se fue, es mentira que no está! Sigue intacta su presencia como el día que me fui. Facundo –Nunca estuve enamorado y no te puedo entender, pero dicen que la locura de un amor solo lo entiende un loco apasionado. Luciano -¿Dónde está ahora? (Mira para todos lados Ella es la que mi ser adora y por el delito de ser joven fui arrogado lejos de su lado. Facundo –Le dije que tú la querías ver y me dijo que vendría para hablar con vos. Ya es tarde y está oscureciendo. Luciano – ¡Otra vez muere la tarde sin Ella!, Y crecen los fantasmas de las sombras que me invaden con su ausencia y con el frio de su olvido afilan la daga de los celos que clavan en mi pecho. Es muy tarde y como otras tantas veces Cayó la noche y me cubrió con su manto del olvido y otra vez los fantasmas de los celos me hablaron al oído ¿Dónde habrá ido ese corazón perdido?... Facundo –Luciano, amigo, alguien viene. Entra Elena con demostrada alegría, ya no tiene esos aires de juventud, viene sola sin su dama de compañía. Luciano - Señora y reina de toda hermosura un solo segundo de tu mirada basta para callar a los fantasmas de las sombras que me invaden con tu ausencia y crecen con las sombras de tu olvido. Elena –Para que no estés como esos deseos perdidos te guardé en el arcón de los recuerdos como un tesoro siempre presente y así nunca lamentaría tú ausencia. Luciano -¿Qué poderosa magia me cubrió con tu hechizo? Porque a mi corazón cautivo hizo, que al mirarte mis ojos tienen deseos de amarte. Elena –Señor mío, guardián de este corazón entrelazado y amarrado, por vos he rogado y suplicado, días y noches, meses y años al Altísimo Dios piadoso por este, tu corazón hermoso, para que guíe tus pasos perdidos y regresen los tiempos idos, aquellos donde me decías que a mi sola me querías. Luciano -¡Oh! Señora y reina mía, desde la primera vez que te vi, mi corazón quedó prendado de tu augusta belleza, desde entonces tuya es la soberanía sobre mi pecho y por esto caigo rendido a tus pies. Elena -Conozco la fuerza y el poder de uno de tus besos certeros, que son como grilletes de aceros, seguro hospedaje y resguardo de mis labios que para vos guardo. Luciano – Fue tan corta nuestra despedida, y tan largo el silencio de mi destierro, que miedo tengo de mirar atrás, pero con vos a mi lado, no temo mirar de frente, ni al tiempo que está por llegar, ¡Que se vengan los días oscuros que estoy seguro que los vamos a pasar! Elena –Aunque mi padre es un padre celoso, pondrá fin a su enojo y podremos hablar con él. No hagas comentarios, guarda el secreto y espera a que yo le hable primero. Luciano –Con escondido y disimulado secreto y con puertas de acero quedó sellada mi boca. Sólo te pido Elena, cierra tu compromiso con un beso. (Se dan un beso) Elena -¿Cuándo nos vemos? Luciano - Aquí recuerdo tu nombre, aquí te extraño de nuevo aquí siempre aquí...te espero. Aparece Don Pedro viene con Elena Don Pedro –No es mucho lo que tengo que decir, bien sabes que no estoy de acuerdo que con él acabes… pero es tu decisión. Elena –Padre sabe usted, es público y no es secreto. Soy ayuda y bastón de mi madre y en mi casa: espejo de honra y respeto y mi lecho estrado de castidad, nunca le contradije en nada, y que vivo sujeta a su palabra, y que le debo servida obediencia no es novedad. Don Pedro -En el matrimonio los tiempos duros son reiterados, mesclados con viento fresco y días claros, pero las verdaderas tempestades, se crean en el mar de los celos, embravecidos con olas de gritos e insultos, enfurecidos con violentos viento huracanados, entremezclando golpes con atropellos y maltratos enceguecidos; si por mucho tiempo corren estos temporales, del matrimonio seguro el naufragio es. Navegar con fuertes vientos crea la sensación de que todo se acelera reina el caos y la ceguera. Lo más inteligente es esperar que amaine el temporal. La triste verdad es que en esos momentos pocos tienen ese control. El amor es fuego, puro furor, es ira y enojo mesclado con perdón y llanto, alegrías enredadas con optimismo y depresión. Luciano –Gracias Don Pedro por el sabio consejo. Don Pedro -Luciano cuida a mi hija y no la ofendas, mira que si lo haces, eso no tienes alegato ni defensa, yo estaré presto con la mirada atenta, mira que un padre enojado es como un caldero encendido. No me busque, no me irrites, no me enojes porque entonces sabrás lo que es un padre enceguecido. Acto V Luciano y Elena esperan para pasar al altar, ella adornó su pelo con flores con amoroso atractivo, se cubre con un vestido blanco, él algo nervioso se mueve erráticamente. Elena -Te paso mi mano y en ella te doy mi alma. Luciano –Elena por ver cumplido este, nuestro amor, no puedo decir lo que pienso, no puedo pensar lo que digo, porque oscuras y cerradas son las palabras olvidadas, palabras aisladas y silenciadas son las palabras enamoradas. Elena –Luciano, no me digas que el temor al “sí“ te paraliza, ¿Por qué se ha perdido tu brillo y tu color? Acaso ¿Se devaluaron las riquezas de tus sentidos? Luciano –No me paraliza el temor, sino las dichas y las alegrías contenidas. Elena -Yo sé que tu amor no es don pequeño y quiero que tú seas mi dueño. Elena –Luciano, es este el bien soñado, por nosotros anhelado y por la fuerza de este amor, cumplido. Luciano –Si crees ciegamente en mí, seré la voluntad en acto de nuestros sueños. Elena –No tengo dudas de tu amor que es de valor acreditado y purificado en los mares de mi llanto. Luciano –Lo que tienen de bueno los sueños, es la posibilidad de cumplirlos, defenderlos es la posibilidad de realizar nuestra vida de acuerdo con nuestros sueños. Un poeta amigo una vez me dijo: Si crees en el azar No crees en el destino Pero si crees en el destino Entonces hay un camino Donde podrás alcanzar Lo que la suerte te niega Y no te quiere dar Sin tregua persigue Lo que tu corazón ama Que el derecho se gana No por un regalo gratuito Que el azar fortuito No te quiere dar Elena –Mi señor, de nuestro amor no será la quimera del azar fortuito la responsable; de tantos entre tantos este amor será único, inolvidable y trascendente. Luciano –Con arreglo a lo que es justo, debo decir que, será lo que lo que nosotros queramos que sea y de esto dependerá nuestro amor. Elena –Mi querido Luciano, descansa mi pecho sereno al saber que los furores de tu libertad y mi independencia fueron cautivos de nuestro amor. Luciano –Si miras mis defectos nuestro amor no irá muy lejos. Elena –Yo sé que eres correcto, fiel, amoroso, cortés y con eso me basta. Luciano –Gracias mi dulce Elena, tuyo son mis ojos, tuyos mis deseos, tuyos son mis caminos donde en vos muero. Elena –No quiero por delante aplausos y por atrás me digas fea. Luciano –Si tus ojos y tus manos los expandes con caricias y los abonas con incontables besos, cosecharas con amor los merecidos aplausos. Elena –Tu mirada de amor borró en mí los errores de mi ser, por eso así me ves Luciano –Amor confiésame, Tú y Yo Elena –Solo tuyo, solo mía En ese momento entra corriendo el monaguillo dando voces para que se preparen, da comienzo la ceremonia. Suena de fondo la marcha nupcial. La pareja se presenta delante del sacerdote. El sacerdote parado frente al púlpito, da inicio a la ceremonia. Sacerdote –Querido hermanos… fin Soy poeta Es mi verso ya de caudaloso rio que ni se acaba ni se agota: ¡Soy poeta! Por corazón y letra: ¡Soy poeta! Ya de tinta mi sangre, ya mi alma de papel: ¡Soy poeta! Mis manos y mi pluma ya son una: ¡Soy poeta! Si mis pies ya tienen alas y mi sueño es un cometa: ¡Soy poeta! Palabras Con su vocación congénita las palabras atesoran la identidad de los goces, los deseos, las frustraciones y las guardan en imágenes que se revelan en lo que decimos. PMG …Cuando ya no quedan más palabras Cuando está todo dicho Sólo queda el silencio. PMG Ya fue sembrado el desaliento, con la mirada vieja, con el amor gastado y la pasión tibia. De a poco de a rato aunque sea de a tantos antes que muera del todo la esperanza hablemos un poco. Quizás pueda descubrir o comprender o descifrar la esencia de lo que nos pasa. Quiero saber dónde se sembró tu desaliento, ese que ahora se infiltra en gestos y en actos. Lo seco y desabrido se hace cotidiano con esas palabras lavadas, palabras que se vuelven ausencia, palabras que marcan distancias. Recuerdo esos labios proselitista arengando a viva voz el fuego de la pasión. Para mí este recuerdo tiene un encanto partidario. En ese momento tu voz era diferente, decía otra cosa, tenía otra voluntad. Probablemente la mayor dificultad que hoy enfrentamos sea la palabra, para nosotros se está empezando a convertir en algo de mal gusto. Pareciera que para vos, recordar el pasado es invadir el presente con un recuerdo fósil. Yo sé que juzgar el pasado no es una tarea fácil, pero… Tampoco busco el encadenamiento afectivo, ni quiero la distancia que nos hace extraños. Quiero que hablemos. Quiero que recuerdes alguna palabra que sobreviva al olvido y que aun hoy nos acompañe. Quizás ella, con su recuerdo nos defienda, nos dé algún aliento, siembre alguna nueva esperanza. Antes al menos teníamos enfrentamientos verbales. Si ya sé, nos decíamos cosas injustas. Después los perdones, las disculpas. Hasta que un día, se hizo moneda corriente y nos empezamos a decir cosas irreparables. Entonces simultáneamente empezamos a callar. La presencia inevitable en la cama, hace más incómodo el momento. El silencio, en este lugarcito tan íntimo, hace que la soledad sea total. Yo estoy tan podrido de ese silencio brutal, que te busco con la mirada y vos me huís. Ahora al menos nos miramos. Hay una extraña iluminación en tu rostro, a veces pienso que intentas ocultar una alegría, porque se supone que debemos estar con caras largas. Aquí en el borde de la cama. No quiero solo tu mirada, quiero que me digas algo. Presiento que hay algo que me quieres decir. Si tus labios callan esa lágrima rodando por tu mejilla me cuenta todo. Si hasta hace un minuto quería que hablaras, ahora quiero que cayes. No puedo abrazar la ausencia.En grado de expectativa,en mi locura de querte no mefaltas nuncá Ella, te obliga a alargar la miraday uno tira un verso de puro gusto,uno sabe que a partir de esto,uno va ha querer un poco más el mundo por esto. Excursión por los campos de la teoría del arte Recogía en ella, las flores de su mirada en mera contemplación y en cada pétalo de visión sacramental, soñaba con los misterios de su voluptuosidad. Cruel aventura de pensar su mirada sobre la mía, destellos deslumbrante de gloria, sueños de inclinaciones ardorosas para entregarme a la razón de sus leyes, hacia donde me arrastran sus dones, el sustento de mis pasiones. Grabaré en piedra o bronce los tópicos de tu feminidad, prodigiosos versos invocados desde tu ser, que en la incertidumbre indagan, en los lindes de la revelación; me invita a una excursión por los campos de la poesía, para volver a los hechos milagrosos de tu ser. Tus piernas entre cruzadas, laberinto de suntuosa complejidad, desgarrando entre el hecho y el deseo. Un modesto tesoro de comprensión de los innumerables finos matices que revelan tu gloria desnuda, terror de adoración de ese asombroso retrato, que establece la tónica a toda mi vida, fijan la clave en tus ojos, tallan su forma en la vid de mis versos y me dan un sistemático silencio, de un oscuro conocimiento en la contemplación de tu cumbre, en un trance creador. El fermento Mi mente es un fermento de letras, y, yo lo descubro en la mirada limpia de los justos, o en tus áridos mutismos, Inapelable como la muerte. Quién podría pensar que un simple resbalón Me llevaría a beber del cáliz de tu olvido. El amor mismo la causa de tanto duelo, porque es eterno su conjuro. Entre suspiros de esperanzas perdidas, hago mi duelo aquí adentro. Acunado en el cuenco de mi alma, para desolación de mi memoria: casi desquiciado te recuerdo. Qué ironía: Tu partida me dejó una pequeña fortuna: La poesía ¡Gracias amor por quedarte tan pobre, haciéndome tan rico! Las aventuras de mi amigo Pedrito (Parte II) Taquitos altos Lo que escuché por ahí bronca me da, para que se guarde justicia y para sustentar la buena opinión voy a contar algo para contradecir la misma envidia y murmuración y de paso conozcan un poco más a mi amigo Pedrito y le den buen lugar, ese que justo se lo merece. Nadie quiere mirar de noche y con luz de vela, aquel resplandor será poco y será engaño, por eso, en el camino de este propósito espero que mi letra abra los ojos y sea luz a los sentidos. En el mundo hay muchos seres que son diferentes, espíritus que en el río de la vida nadan contra la corriente, vuelan alto fuera del alcance del común de las personas. En algún sentido mi amigo Pedrito no entra entre el común, su singularidad no está en su aspecto, sino en su capacidad de enamorar, él está siempre por sobre el horizonte femenino pasando por las fronteras de los deseos y los suspiros con tan sólo una mirada, no le tiene miedo a joyería tan fina, así desciende hasta los brazo de un amor, y a ellas no les queda otra que seguir los caprichos del señor de los suspiros. Así va él, trajinando el mundo. Él con sus brazos largos para todos los abrazos siempre dice: Mujeres y hombres conviene que haya, si van de la mano; mejor, así se alimentan mutuamente. La comida es para los que tienen hambre, como necesario el placer que surge de un orgasmo con la diosa que lo inspira. El amor es como el incienso, necesita sólo una pequeña llama para soltar su perfume. A mí, que me gusta la poesía digo que esto es filosofía en verso. Mi amigo Pedrito, soldado del amor, de tantas victorias y sucesos felices, yo voy a contar una historia y de las más afamadas. Lamentablemente no puedo decir que mi amigo siempre salga bien parado de todos sus encuentros amorosos. En función de su profesión, un día en la fila de un banco, conoció una abogada, señora muy fina, contaba Pedrito, era alta, delgada, con una figura tallada a mano, perfumada de la cabeza a los pies, de unos cincuenta años, rubia de cabello lacio y largo, pollerita corta, taquitos altos, con tantas virtudes y excelencias juntas pocas veces vistas u oídas, era el buen ejemplo de una diosa. El desafío lo hizo ella, eligió el combatiente, le clavó la mirada, él sacó la segunda, no es costumbre en Pedrito dejar vacíos para que otros llenen, como de paso y por la posta, le empezó hablar, como siempre, él le ganó de manos los oídos y con ánimo valeroso le sacó no pequeña ventaja, deslumbrando con eso sus ojos, ella quedó rendida ante tanto valor, le propuso seguir la guerra después del trámite bancario en un bar de la zona, palabra va, palabra viene así se entretuvo la tarde. Ese día Pedrito se llevó el compromiso de ir al campo del combate cuerpo a cuerpo. Una semana después en un hotel de la zona se realiza el encuentro, mi amigo trajo el arma cargada, ella cuando llegó bajó del auto con una valija y trajo las que faltaban. Pedrito pasó adelante con todos los fuegos de artificio, ella siguió al mandato de esos brazos y el llamado de aquellos labios, dejándose la marca en aquellas sábanas entre las crónicas afortunadas de tantas victorias y sucesos felices, la batalla duró hasta que fueron desechadas las fuerzas de mi amigo Pedrito, sin embargo ella parecía intacta, algo extraño para no tan juveniles años. Tres horas fueron necesarias para que mi amigo volviera al combate, ella lo levantó del profundo sueño. Por haber sido pródigo en el amor, le pide la segunda, él con las fuerzas renovadas tiene el caudal con que pagar la deuda, ella cansada del mismo juego le pide que cambie, le dice que esta es la oportunidad de dar un paso más en el supuesto de que la sensualidad tiene varios rostros que hay que descubrir. Es simple -dijo ella- si se acierta en el gusto las estimamos por buenas y se disfrutan, si se yerra para siempre se niegan. Convencido Pedrito de la oferta, acepta el nuevo juego, ella saca su valija, abre. A simple vista se observa un látigo, ropa de cuero negro, un cinturón con tachas. Lenta y paulatinamente ella se va transformando. Mi amigo sorprendido del cambio se queda atónito, ella lo mira y le dice: Ahora es tu turno, esto se llama inversión de roles y le da un juego de ropa femenina, una peluca, una remera sexi, un vestidito corto y unas sandalias taco alto, en una cajita habían perfume de mujer y algunas pinturitas para los ojos y los labios Pedrito al principio se niega, ella le ruega, suplica, promete, se enoja, se ablanda, le dice: Si no puedes disfrutar este momento con libertad plena, prefiero tu partida a que te comportes como un menesteroso en la pasión ¡No te brindes como si fueras una limosna! si no puedes querer bien y aun con exceso, será la perdición de este momento particular. Por haberse propuesto como un buen amante pasó adelante con buen ánimo, se dejó pintar los ojos y los labios (todo esto era nuevo para Pedrito) después, empezó a vestirse, primero la remera, después la pollerita, la peluca, por último los tacos altos. Ella se queda mirando, cuando él termina de vestirse, la diosa con voz de mando le pide que camine por el lugar hasta encontrar el gusto y el mayor provecho. Él caminaba con el consejo de ella con estilo, con suavidad, como fresca rosa, estaba dando esos pasos cuando en un segundo, de improviso, levantó los brazos, los desparramó por el los aire, dio un giro cayó doblado sobre sí mismo, con las piernas cruzadas, uno de los pies perdió uno de los calzados, el otro quedó atrapado en el pie torcido apuntando hacia arriba, la punta del taco se incrustó unos centímetros en uno de los muslos. Él, gritó de dolor, sus ojos quedaron blancos, para después perder el conocimiento. Se despertó cuando era llevado en una ambulancia de emergencia, boca abajo, cubierto con una sábana, todavía estaba su amiga con su ropa de combate, él también traía la remera y la pollerita corta, la peluca la perdió cuando dio el giro brusco, de uno de los tacos altos no se sabe nada, el otro seguía en la nalga. El médico lo miraba con picardía, el chofer le decía algo al camillero y juntos se reían, su amiga también empezó a reírse; primero tímidamente, y Pedrito, un poco rojo por la pintura de labio, otro poco por la vergüenza también empezó a reírse, después todos se reían a boca suelta. Esos besos enajenados y medidos Pero ni me honraba, ni me abrigaba tanto, no sustentaba mi brazo, ni le daba aliento a mis pies. Por sus malos gustos, fue un catálogo de malos tratos. Y esos besos enajenados y medidos eran ya una limosna Si la necesidad externa era mucha, cuanto más había puertos adentro. Cómo rogar sus besos me valían tan poco Y comprarlos me resultaban tan caros y tanto me dolía, me propuse no pedirlos. Maldito el recuerdo que me quedó. Por sus malos antojos, sigo su nombre callando Y todo de lo que ella tuve, ya lo hice odioso. Su boca: una metralla Quien discuta con ella irá a la derrota Su fiero grito en el terror te asusta Para ganar el silencio Ya quisiera yo quitar el uso a esa lengua Para darle la razón a tan inculta dureza El premio de lo ganado Es ver sentada a mi lado A tan bonita señora A mi silencio amarrado Este usuario no tiene textos favoritos por el momento
|
Lecturas Totales | 109731 | Textos Publicados | 330 | Total de Comentarios recibidos | 465 | Visitas al perfil | 34240 | Amigos | 29 |
SeguidoresSin suscriptores
|
Maria Jose L de Guevara
María José.