• gonza pedro miguel
gonza miguel
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  • País: Argentina
 
Vagabundo de la tierra de los sueños Libre en mis deseos digo: Yo, que dura piedra he sido sin lustre sin brillo, hoy tosco madero de pobre  luces, escaso de letras.  Algunas veces hablando a ciegas quiero gritar por la impotencia, otras quiero llorar por amor, otras veces, que me arrebato en  la pasión, y en otras, que me consume la ira y una bronca encendida que  prende llamas a este tosco madero y el fuego que todo lo consume sólo deja este mísero trozo de carbón. Parece inútil, pero… poco me sirve para pintar  estas letras.  Siguiendo a los tribunales de mi razón, sin cuidarme de la vista de los otros, buscando la certeza que mi tal atrevimiento me puso. Dejo que   mis versos ondeen libremente por algún tiempo. Algunas veces hablan con palabras de bajo precio y  no dicen  nada.  En  tanto que en otros días,  se pronuncian   con letra más oscura, llenos de silencioso abismo.  Y en algunas  pocas ocasiones,  con un poco más de suerte, como un texto con secreto argumento   y algo más versado en las letras se cae y se levanta alguna idea de aprecio. Estos versos  hablan con profético verbo, con palabra pura, con labio santo, que la suerte bondadosa me quiso regalar.
Tus ojos son Dos líneas de influencia notoria son tus ojos: El verde sobre el azul de tus ojos claros destacan el artificio de la maquinaria femenina, que vuelve esa mirada en única y singular y la convierte en una experiencia  estética. Cuando tus ojos están cerca: Todas las imágenes que provienen de mis sentidos son de tu mirada, hasta la partícula de sensación más pequeña de lo descriptible se desprenden de tus ojos claros, cada reacción de mi ser, la pequeñez de un gesto, la sencillez de un acto cotidianamente minúsculo, el pensamiento más ínfimo o  casual e  incluso el espacio y el tiempo  se han convertido en una constante de ese registro. Quiero decir,  en definitiva todo está nucleado en torno de esa mirada. En ese afán de indagar lo que perciben mis sentidos, me metí en tus ojazos,  para luego, después de cumplir con esa estadía transitoria en esos ojos, ya quiero adoptarlo como mi lugar de residencia. Aunque la experiencia fue breve, tu forma de expresión te permite definir mis gustos, y me hicieron pensar que esos ojos pueden materializar mis sueños, por eso algunas  noches a veces me quedo repasando la historia de un gesto de tus ojos, quiero decir tus ojos compuestos de poemas tienen en lo imborrable: El Arte de narrar. Yo no sé si todos pueden ver en esos ojos claros: el mar sin fronteras o el rio sin orillas,  pero a mí me atrapa el imperio de esa mirada. Dos líneas de influencia notoria son tus ojos, que destacan el sol de tu mirada en la que ahora soy y marcan una forma de percibir mi mundo. Tus ojos me llegaron desde la casualidad  venidos en la indeterminación del azar y ahora tus ojos son, tan sólo para mí. 
Tus ojos son
Autor: gonza pedro miguel  230 Lecturas
La  gran tormenta Yo siempre le tuve un miedo particular a un cielo alborotado, cuando era niño, una tormenta igual sepultó de granizo mi infancia con un viento como aquel que ahora corre, desparrama y destroza las flores de mi jardín,  por todas partes comprendo el terror que me causa  y este cielo  con un viento arraigado en la oscura nube, el trueno en el asecho y el estruendo que parece precipitar el techo, en el cielo abrió la herida con un tajo de tanto resplandor y yo con la espera del estallido que me devuelve esa antigua visión  de cuando era niño, cuando el miedo paralizante y atroz me cercó. Cayó una piedra hecho un puño, luego otra con un golpe seco, luego otra y otra con ruido tronador. En un espejo vi mi cara de terror. Después el silencio y el silbido ronco del   viento agazapado me descubre por un segundo por donde salió el sol  que evoca mi nostalgia. Dos días que llueve y la gota cava en mi paciencia sobre el peso muerto del tiempo. Esperanzado en la promesa “Siempre que llovió paró”  tanto cavo la gota  que abrió en mi imaginación, lo que el tiempo, una vez  se llevó, y esta lluvia en diez  me lo recordó, una detrás de la otra brotan las imágenes de cuando era niño, que cuando una suelto, la otra queda asida  en la raquítica soledad, en el largo silencio, donde mi memoria hizo la cuenta. Me he interrogado y Creo que puedo ser franco en cuerpo y alma  de lo que ahora soy y de lo que puedo ser de aquí en adelante. El álamo con sus ramas en desorden,  resistiendo estoico el ímpetu furioso con ese orgullo casi jactancioso de enfrentar el viento en su práctica porfiada y trabajosa. Pienso: siento una profunda envidia por ese álamo que firme en su postura  me brinda un ejemplo para vencer mis miedos. Pienso en el álamo y en la tormenta y los tuve por buena suerte. En el ejemplo de esa lucha, siento que ahí está el secreto para sufrir la vida o alcanzar el otro  tono, y  cambiar ciertas dudas del pasado y resolver mis  problemáticas vergüenzas 
El amor y la fe Dejo de dudar cuando empiezo a creer. Empiezo a soñar cuando te veo venir, Dejo de soñar cuando me miras a mí Empiezo a pensar que me quieres a así 
El amor y la fe
Autor: gonza pedro miguel  252 Lecturas
 La nada y el ser Yo que  en el amor era como aquellos excluidos,  como esos abandonados y negados hasta que tus ojos me miraron y  borraron  los errores de mi ser y así son tus ojos, ese lugar perfecto donde me veo sin defectos, y en tu amor, soy libre de  las fallas  de mí ser.  
Quiero mi insomnio, así me desvelo sobre tu cuerpo
quiero
Autor: gonza pedro miguel  272 Lecturas
Quisiera que fueras la reina de miss universos 
quisiera
Autor: gonza pedro miguel  259 Lecturas
El escenario de mis penas Si alguien te cuenta como era, no me reconocerás como soy ahora; sobre este  telón de fondo: Mi tragedia, el escenario de mis penas, después que mis alegrías fueran, cuando mi pecho aprendió  el rigor de su mirada, la crítica de sus ojos claros. Aquí, en esta frontera  sin socorro por causa de este desamor que se compra barato y se vende caro, así me inaugura la soledad para sumergirme en la inexistencia, dejando ver  sobre  la piel de mis ruinas el canto y el llanto de las cobijas de mis penas. Me pregunto ¿Qué hay después de la soledad? mientras  voy cerrando puertas y ventanas. No quiero entrar a este mundo que nunca quise conquistar y que ahora frecuento, quizás  alguno quiera mentirme y convencerme de su existencia pura, yo la condeno por espuria y fraudulenta.  El peor agobio es pensar que una vez imaginé este lecho vacio y sin ella, mi peor tragedia es ver que  todos mis temores se actualicen con promesas  inconclusas, glosas de versos amontonados que no dicen nada de su autoría. Aquí y  ahora, no me importa qué se encuentre en este sitio, a esta cabecita no le gusta estar vacía. Como promesante y señor de mis agonías,  no le tengo miedo a la soledad sino a este silencio que  me queda. 
Las tres muertes Existen tres tipos de muertes, la primera es la desaparición  física de la persona, la segunda muerte es cuando ya nadie te recuerda o desaparecen todos los que de alguna forma te conocían y te nombraban, la tercera y última muerte es cuando desaparecen consumidos por el tiempo todas las cosa que una vez hicimos y ya no quedan testimonios de lo que una vez fuimos o hicimos. Yo me pregunto ¿Qué será de mi letra? ¿Quién leerá mi texto y recordará este momento cuando yo le daba el ser a estas palabras? ¿Habrá alguien que me saque de la muerte del olvido?  El tiempo imprime en cada pliego de la piel el sello de su mandato, y el privilegio de su consejo que no hay persona o cosa que no sufra la ley del juez que lo sentencia. Mientras los  días corren y cuentan, nosotros  como por su mandato hacemos las cosas, sin tener en cuenta que tanto nosotros como todo lo que hacemos tienen fecha de vencimiento. Un tiempito y ya me voy, un ratito más y dejaré de ser y la huella  que dejamos con el paso del tiempo se hace  un poco menos, hasta que se borra plenamente  y se tapa con  la ausencia y esa ausencia se hace olvido y el olvido se agiganta en el tiempo y la distancia. Así somos como esos viajeros pasos construidos con enigma,  como una hojarasca seca y suelta que la suerte venturosa arrastra y así se despliegan sin destino fijo,  como vos, yo y  mi pluma; como esta letra preñada de incertidumbre crecemos  con su cimiente hasta ser alguien o algo para luego desaparecer.
El señor don dinero Los negocios clandestinos del dinero, jamás llegaran a buen destino, El aire, un rio, un bosque, el agua es hoy tenido por poco por aquellos, que mañana lo estimaran por mucho. ¿Cuándo hayan  roto esta posada Dónde harán nueva morada? Desmalezado en el pensamiento, la profunda sima de la miseria. Ellos, los poderosos de esta tierra hoy encumbrados en la buena dicha, no miran en el mañana a los abatidos a los pies de la desgracia, sólo guardan, la sagrada ley del dinero, que todo lo traga a favor de su deleite. Si hoy ríen cumpliendo su deseo mañana llorarán los pasados placeres. ¿No esperan sufrir las inclemencias y los rigores del cielo? Entonces se harán conocidas y evidentes las malas costumbres del hombre. Nos roban los frutos de nuestras heredades,  con pie y brazo  quedo no las defendemos.  
Que duro juez has sido Que duro juez has sido. No me mires con soberbia, no me acuses sin motivo. Ya mis labios te convocan y te gritan  mi carencia  ya la pena de una herida son la muerte de mi vida. Quiso cruel mi destino,  enemigo de mi gusto, me dejaras de lado; como piedra del camino.
Que duro juez
Autor: gonza pedro miguel  268 Lecturas
El chulengo En una tarde gris, en un cielo sin sol;  en una vida sin Dios. Él sintió el roce helado, lo recibió sin odio, asumiendo la naturalidad del acto, en realidad lo estaba esperando. Con los  labios ensangrentados, expelió su último pensamiento inacabado -Puedo ir a donde quiera  o adonde sea me da igual, no le tengo miedo al otro lado–  Así, con esa rebeldía que lo caracterizó, en un puño apretó el puñal. Abrió por última vez los ojos, iba a decir  algo… y partió para ese gran flujo, sin rumbo, ni dirección. No fue él, un pretexto para las lágrimas. En el cajón el puñal,  como dos amigos. Alguna vez, él lo tuvo  en su mano, acostumbraba jugar con él,  lo arrojaba al aire, extendía la mano y el puñal caía como siguiendo esa espontanea coincidencia en el juego que incita a la crueldad. Ese juego indiscutible  justificaba su prestigio.  Cuando él entraba a la taberna se producían esos terribles espacios en blanco, él con severidad paródica plantaba el puñal en la mesa. Todos tendían a huirle la mirada, a no saber qué  hacer con el silencio, en esa pausa él cosechaba los beneficios indiscutibles de su puñal,   sólo para dejar ver  en su condición de temible: El brillo sediento de esa hoja.  Desde una altura ofensiva pispiaba  a todos, altivo receloso. Él siempre, aunque parezca mentira, miraba para todos lados con una desconfianza ostentosa, como buscando una señal, un indicio, una presencia sospechosa, examinando al detalle  buscaba ese gesto, esa presencia. Esa tarde cuando él entró en la taberna, notó algo diferente, el negro Carrizo  jugaba tranquilamente a las tabas, no se inmutó cuando él entró, tampoco hizo esa pausa en el silencio, eso, a él le pareció premonitorio, como presagiando lo que después iba a pasar. Se sentó en su lugar de siempre, jugaba con su puñal,  pero ya con total desconfianza,  no podía alcanzar todo el confort, una suerte de fantasma agitaba su interior mientras la presencia del negro carri se hacía cada vez más insoportable; en tanto un odio irreversible se abría  paso. Apretó el puñal en la mano, midió los pasos, eligió donde dar el corte… de pronto.  Como presintiendo el desenlace el negro Carrizo deja el juego y se va. En esta rara soledad, porque ahora se siente a gusto y se ríe un poco  con la huida del honor dudoso del negro Carrizo. Imagina sutil y efectiva toda su estrategia para hacerse notar, y que todos lean los “sobrentendidos y  las conveniencias” de bajar la vista, de hablar bajo, de hacer silencio cuando él está. Se ríe un poco por dentro, con la serena paz de los vencedores y después de tres o cuatro copas de caña, él se levanta y sale. El negro Carrizo, en una mano lleva un puñal, más largo, más sediento.  Agazapado espera del otro lado de la calle, y en su mirada no pierde de vista el punto, ese tipo corpulento y brutal en sus gestos y ademanes. Lo ve salir. Besa tres veces la hoja por el lado del filo y cruza la calle corriendo. 
El chulengo
Autor: gonza pedro miguel  201 Lecturas
  De pasos corregidos, siguiendo los consejos de los tribunales de mi razón, buscando la certeza económica,   cuidándome de la vista de tus hermanos y del asecho de tu madre. Son ellos,  escándalo de mi amor, apoyados en sus falsas presunciones siempre al asecho de nuestra perdición, verdugos de este amor, siempre tejiendo lazos, trampas a mi corazón.  Siembran su veneno calumniándome. Ya reciben  el contento, ya  se visten fiesta,  cuando caigo de la más alta cumbre de bienes a la más íntima miseria.
La ley de mis deseos  Teniendo ya nuestras almas trocadas, me vino al pensamiento valerse que tus deseos sigan mi ley,  cual era tanta mi solicitud,  con muchas y suaves palabras, con amorosas y ardientes súplicas, con prolongados e insistentes ruegos, con la opresión de los suspiros.  Como las muchas baterías  aportillan los fuerte muro así echaron redes mis brazos a tu cintura, cerraron  tus ojos, callaron tus labios, sin temor al exceso, sin culpa  hablaron mis manos, ganaron terreno, sin miedo y pudor; recorrieron tu cuerpo con suave temblor.  
La idea de un amor En medio de mi estaba, en lo mejor de todo, sembrada,  nacida y crecida, esta idea: Pensaba… si vos me quisieras como yo te quiero, queriéndome , así de mil modos como estos versos, que los traigo por deseo y los tengo por amor, que brotan de la matriz de mis anhelos, y me nacen enraizados en tus labios. Ya retoñan  en mi pecho. el verde claro de tus ojos ya florecen en mi conciencia, y le dan los motivos a mis versos.  
Extraño tus consejos tanto…tanto,  que más no se podían encarecer. Estos ojos que te vieron subir, ya nunca más te verán bajar ¿Con qué rigor del cielo, Los santos se juntaron, y tus ojos me negaron? Quiero la medicina de mi pecho, el ungüento de mis huesos, el jarabe de tus consejos
Espíritu en desorden Con desconfianza en la esperanza iba pensativo en mi sospecha. Me preocupa el nosotros (yo y mis distintas representaciones) en el último escalón del sótano: la grieta de de mi intimidad, un pasito más para caer en el fondo, un soplo y después la nada. Me gusta tomar conciencia de mi ser en lucha, y ajustar mis cuentas. Muchas veces me he interrogado pero nunca hasta llegar al fondo de mi ser, quiero conocer la estricta verdad, me atrevo a cruzarme para preguntarme, me miro como a un perfecto desconocido, por supuesto estoy dispuesto aceptarme como a un amigo, ojalá pueda mirarme y abrazarme satisfecho. Cuando uno se intercepta lo primero que ve, es que, uno es bueno, sin importar cuán malo sea uno, por esto  me preocupa como propio el objetivo testimonio y el no tener la capacidad suficiente para realizar el balance y una contabilidad ajustada a derecho. Me re-conozco ahora: Estoy plagado de contradicciones para sufrir y disfrutar, en algunos de  mis actos veo la doble intención, ¿quiero con esto el castigo de mi mediocridad? Sí,  yo siempre esperaba grandes cosas de mí. Después de hechas las cuentas encuentro  las luces y las sombras. Si,  hay una parte de cierta maldad en esas pasiones que no justifican mí existencia,  pero también hay alivio en el arte, en el dibujo, la pintura y la poesía, en los actos nobles,  digo esto en voz alta, sin triunfalismo del trayecto cumplido. Despierta mi proximidad el largo silencio, agudizo los sentidos. Me duele pero tengo que aceptar todas mis torpezas, todas las cobardías, las tímidas voluntades, las mentiras con las que me recubro, lo peor de todo, ahora que lo recuerdo, y es que muchas veces he visto mis errores y busqué cambiar esos gestos y no pude; pienso: Si ya lo intenté y no pude, quizás la  solución es aumentar los gestos positivos como una forma encontrar el equilibrio, de inclinar la balanza hacia un lado. Una duda carcome mis sentidos ¿Y sí esta teoría “La del equilibrio” es una mentira más de mi razón para quedarme tranquilo en el confort de mi ser equívoco y evitar las renuncias limitando mis aspiraciones? Después de haber hecho las cuentas del día para saberme sincero, me doy cuenta que soy uno más; el mundo está lleno de mediocres.    ¿La fuerza que le exigimos a nuestro espíritu es pobre y el esfuerzo que le cuesta a su naturalidad es mucho? ¿Sólo algunos espíritus iluminados pueden superar el escalón medio de la naturaleza humana? Esta teoría “del escalón medio” ¿también es una forma de argumentar a favor  del quietismo de los valores?  Puedo pedirme algo pero tengo que estar convencido de que puedo darlo, para no quedarme en la resignación de este espíritu en desorden; en toda la ignorancia disponible: la tremenda inocencia.
Entre  llanto, suspiros y penas. Cuando se borra el silencio Y se rompe mi paz,  Se oscurece el sol de mi esperanza Hallándome en el lugar estrecho Confuso, triste, llamándome mil veces Desdichado sobre la misma desdicha. ¿Qué se será de mí? ¿Quién sanará mi herida? Si descosido y roto, de harapos mis ojos. ¿Cómo veré mi camino? Y si de remiendos y andrajos mi pecho ¿Podré  amar de nuevo? Y la fortuna, mi enemiga, Tan pródiga en mi mal queriendo atropellarlo todo. Hace pesada la pena, oscuro el camino flaco de fuerzas, pobre en amores así se oscurece el sol de mi esperanza. Y en esto se pierde mi persona Entre  llanto, suspiros y penas.
Diálogo entre el poeta y su pluma II       Sobre el azar y el destino -De piedra y plomo mi mano. -¡Estamos mísero de letras! No se cae ni se levanta ni una pobre idea. -Fortuita cosa somos llevados por el viento. -Miremos a los que  antes fueron, tal vez en ellos encontremos nuevos bríos, -O dejemos que el azar y la fortuna construyan nuestro camino, que sean ellos los marquen nuestro destino. -¡Que cosas incoherentes dices! Si crees en el azar no crees en el destino, pero si crees en el destino, entonces hay un camino, donde podremos alcanzar,  lo que la suerte nos niega y no nos quiere dar. -¿Pero cómo alcanzaremos lo negado? -Confía, en esto reside el destino:  si ha de ser alto tu nombre, no serás un ser abandonado por el buen hado, que de lo pequeño hace grande de lo dudoso, cierto y de lo oscuro, claro. Que las grandes ideas son donadas por  la inspiración. -Confundes mis sentidos. ¿Qué debemos Hacer para poder escribir bien y con altura? -Levantemos la mirada al cielo y roguemos al Dios de la ventura  Él es el guardián de la palabra viva, por cuya mano poderosa ni abatido desesperamos, ni encumbrado nos olvidamos que por su gracia somos. -¿Con sólo pedir alcanzaremos la victoria? -Si la lumbre de tu fe me falta no previniendo la gratitud, líneas en blanco y colores mudos darán cuenta de nuestro error. -Roguemos y que sea la voluntad del Altísimo. -A  esta  torpe y estéril pluma                                                                                              ruego a Dios la fecunde, y bendiga este corto ingenio e ilumine estas pobres letras y milagrosamente muestre, la más ingenua verdad. Que de la más pobre y  ruda materia salga el más virtuoso efecto y revele del amor, sus misterios. -Gracias te damos Señor.
El gordo Yoni   El mes pasado,  no tenía un mango en el bolsillo, pero ni un mango partido al medio. Estaba desesperado, había hecho varias promesas a cuanto santo se me cruzara, había  visitado a varias brujas para quitarme la mala onda. Si ya sé. La mayoría son unas chantas pero… ¿Qué más podía hacer? Ya había vendido todo lo material que tenía, sólo me quedaba vender mi alma. Meditaba seriamente  sobre esa posibilidad... cuando un amigo me comentó que estaban  buscando un gordito para un trabajo temporal, ¿Un gordito?  Pregunté -¡Pero te digo que sí! ¡Te  juro que  no te miento!-, me dijo, mientras besaba la cruz tres veces. Él estaba seguro que mi perfil daba. Como no tenía nada que hacer y tiempo era lo que más me sobraba,   así que sin dudarlo,  tomé nota de la dirección.                 Tempranito a la mañana encaré para la dirección. No me costó encontrarla ya que  era una esquina conocida de Moreno. En un comercio de electrodomésticos era la cita. Me atendió la dueña del local: Una viejita, pero tan viejita, que me parecía que no se cocinaría nunca con el primer hervor, Je, Je… Con un aspecto de ser bastante cascarrabias, algo desdentada, bajita, delgadita  de manos nudosas que  caminaba algo encorvada, Me miró atentamente con esos ojos hundidos. Me escaneó con la mirada de arriba abajo. Dio una vueltita alrededor. Y yo  traspiraba la gota gorda ¿viste? La gota gorda, así de gorda. Y si…si estoy un poquito nervioso me traspiran las manos, los pies, la cabeza, la espalda, el pecho, todo me traspira.  Y esta viejezuela  que daba vuelta y no decía nada. Parecía que el tiempo se había detenido, Yo sentía como me bañaba en sudor, sentía como brotaba cada gota y esta vieja que no largaba una letra. Con el ceño fruncido me miraba buscando algo. Y yo que no entendía qué buscaba esta vieja.  Para esta altura yo ya era un mar de sudor y ella me seguía midiendo. Después de una eternidad  me dijo con aire triunfal –¡Bueno, bueno! Me alegra que haya venido  porque es justo la persona que estaba buscando.                 Se me hizo un nudo en la garganta ¿Viste? Uno de esos nudos que ni un mago puede desatar.  No sabía que decir. Las palabras se atropellaban para salir,  y solo alcance a balbucear un gracias.                 Como no dije nada más que gracias. La viejita me explicó que era para trabajar como promotor del comercio. Yo asentía,  así…con la cabeza, ¿Viste? Claro si no podía hablar.                 Me tomó del brazo y me acompañó hasta el final del comercio. Allí estaba, colgaba de una percha. Era un traje de Papá Noel.                 La vieja me indicó un lugar y me dijo que me lo probara, después de un rato salí cambiado.  Me estaba esperando impaciente. Cuando salí   me hizo dar una vueltita y  a la vieja se le dibujó una sonrisa así de grande ¿Viste? –Bueno, bueno- dijo la vieja –Todavía faltan: El gorrito, los guantes, la campanita y los caramelos.                  Tenía sus ojos encendidos. Su rostro desbordaba alegría.  Parecía más joven. Me miraba complacida. Evidentemente le gustó muchísimo como me quedaba el traje de Papa Noel.                  Yo envuelto como para regalo y ella con cara de feliz cumpleaños me dijo -No queda otra que trabajar.                 Me paré en el frente del local y a los dos minutos empecé a sentir  como cada rayo  de sol me penetraba como una flecha. Suave y lentamente me cocinaba al vapor dentro de ese traje rojo. Mientras tocaba la campanita sentía como ríos de sudor me caían por la espalda, el pecho y  se convertían como esos rápidos serpenteantes característicos de Mendoza. Se  me empañaban los ojos, pero yo, firme como un estoico. Negaba el traje,  el dolor, el calor, el sol, la sed. No queda otra me decía, hay que aguantar…aguantar. Tocaba la campanita mientras miraba al cielo y rogaba ¿Hasta cuándo Dios? ¿Hasta cuándo? Fue en ese momento mítico que recibí una revelación. ¡Dios existe!  Escuchó mis ruegos, miró mi dolor y mi sufrimiento, se apiadó de mí y me mandó un ángel. Una abuelita  bajó del cielo con una jarra, con mucho hielo. Se veía fresca, pura, celestial. La tomé con las dos manos cual sumo sacerdote de los necesitados y sedientos. La levanté al cielo en señal de agradecimiento y di las gracias por este regalo divino. Como perpetuo sacerdote de los necesitados bebí del jugo sacramental. De un solo trago me baje la jarra. Después de esto el sol de enero ya no me hería con sus ardientes dardos. A partir de ese momento me acariciaba, su luz me abrazaba. Poco a poco el mundo se pintaba de color y la gente reía y cantaba.  Desperté al día siguiente,  es todo lo que puedo recordar.  Si, ya sé, la pregunta es ¿Qué pasó? Lo que pasó fue que la tierna abuelita me regaló una jarra llena de Gancia con mucho  hielo y limón. Yo pensé, es limonada y con la sed que tenía   de un saque me  bajé  la jarra. El pedo que me agarré fue monumental.  Y qué queres, con el calor que hacía.  
El gordo Yoni
Autor: gonza pedro miguel  202 Lecturas
El vinito y yo Como  luna que rige mis mareos. como sangre sensual que riega mis noches, que eleva mi carácter de pronto altanero. Con tu zumo fabricante de campeones. De pie sobre estos inciertos pisos. Sortario de boca grande, con un beso le doy gracias al vino tinto, hasta dejar el fondo limpio.
el vinito y yo
Autor: gonza pedro miguel  317 Lecturas
La soledad Hoy tengo una sordera que no me permite hablar conmigo mismo. Los pobres mueren de hambre los ricos de hastíos y yo aquí… solo, sin poder hablar de frío.  
la soledad
Autor: gonza pedro miguel  273 Lecturas
Ya sé, No todo es tan así, pero… La sangre se corrompe, los honores fallan, la pasión y la locura abundan. Donde vayas cosecharás puñaladas. Tiesos de pie y mano, nadie te tira una soga. Que todo es pudrirse y caer, que falta todo desde el cimiento, que enflaquece la virtud. No sabes por dónde vendrá el tiro, porque habló mal, o miró de más, porque pasó y no entró; cualquier escusa es  buena, para perder la vida en una esquina.
Un dios en el monte de Venus Como un indicio generoso,                          tus piernas me enseñan el camino,   donde se guardan las flores de mi deseos.   Tus bondades, nunca me encuentran desarmado, siempre listo y en carrera, hasta llegar a ser un dios provisorio,  un héroe en la cumbre de los estatuarios, en la plenitud del gozo. 
Revolución De tu voz que se levanta y gallardea. Abraza la razón como el incendio, comienza de lo más alto, llaga hasta a lo más bajo. Tanto puede la razón, que da fuerza a los más débiles e ilustra a los más pobres, haciendo hombre a los más hombre. Si levantas la voz, si declaras esa o esta verdad; entre estos jueces y justicias, que no miran entre altas moralidades, así lo que antes fueron como los que ahora son, entonces te quieren dar cadena. Si con la amenaza no  acobardan la razón, tanto más violencia para intentar erradicarla, mas arraiga, se fortalece y crece. Que no ponga el pobre el pie en la razón, que no descubra su sentido, se levante, luche y grite: ¡Revolución!
Revolución
Autor: gonza pedro miguel  264 Lecturas
Revolución II Es natural a los que siempre algo negocian; la verdad les salga algo adulterada, así se han de vender los principios y este es precio que se ha de poner a la verdad para que así se pueda imprimir y vender; en esto va rubricado y firmado, el mandamiento de dichos señores. Siguiendo el consejo con que antes y primero se venda So pena de incurrir contra las leyes de este reino: Presto, la condena del juez que lo sentencia. Es así como los señores del consejo disponen que el pueblo sepa: Que no es bueno mentar verdades con poderosos. Que no ponga el pobre el pie en la razón, que no descubra su sentido, se levante, luche y grite: ¡Revolución!
Revolución II
Autor: gonza pedro miguel  314 Lecturas
La plaza de los dos reyes Por mandato de los señores Con El  fall en la mano: La censura de la bota. No detiene la prolija arenga de la plaza, que de la libertad, de su uso se hace mención y el gesto no se desvanece en la elocuencia, sobre el  pie que corona las sienes. Brota el reclamo de promesas incumplidas: que hacen de la vida: amarga y desabrida.   Entonces  darán queja criminal de tu voz ¡Oh!  Pueblo  soberano, molido como el toro en la plaza corrido y perseguido. La bota entre pancartas y banderas corre desparrama y destroza. Luchado a fuerza la resistencia entrega algunos cuerpos, sobre muchos desaparecidos. Del norte viene la orden: Que no ponga el pobre el pie en la razón, que no descubra su sentido, se levante, luche y grite: ¡Revolución!
Una gota de agua por mi reino Si ya entonces entendieras, O si vos ya lo supieras, No lo aceptarías tan libremente. Para los dislates que el hombre hace, Los absurdos que sigue, Como niño presuntuoso, o mujer caprichosa, Como terca vieja, no mira, no atiende razones. Cuántos árboles destruye, Cuántos ríos contamina. Niega la razón con torpes actos, Sin considerar sus efectos. Cuantas imaginaciones atroces intenta, Ni sabe el valor de una gota de agua y como el que no lo gana no lo estima, como cosa nunca amada, no conoce el valor,  En tanto que no le falta. Buscando solo la renta. No miran lo poco que se contenta, nuestra madre naturaleza.
A esta  torpe y estéril pluma         ruego a Dios la fecunde           y milagrosamente muestre la más ingenua verdad. Es cierto que se fue, es mentira que no está.                      Sigue intacta su presencia  y tan alto es el precio de su ausencia ¡y vale tan poco mi morir! que agonizo por la congoja. El silencio me declara lo que ella no me puede decir: Que nuestras almas unidas con admirable trabazón No tienen extremos distantes por la unión del amor.
Las aventuras de Pedrito Galán famosísimo, según él dice que fue o quién dice que sea; esta es su historia por haber sido pródigo en amores. El deseo de contar sus historias me nació de haberlas estimadas por buenas, por eso ruego al destino me ayude a tomar mi pluma y pueda  escribir  sin que se cansen mis manos. Seré como un cronista de lo que oí y supe, para que todos vean que no es necesario rostro hermoso, él solo con su discurso de calidad, enamoró a mujeres humanas y divinas. Escuchando su historia me puso en obligación su relato esbozado, y mi pluma  encontró la ocasión para descubrir su nombre y su rostro, para que vean como es de él, la suerte del destino, que en aquel que toca; para siempre gana. Si vos lo conocieras pensarías ¿Cómo es posible qué señoras, señoritas, reinas y princesas caigan rendidas a los pies de Pedrito? que con su lenguaje simple y sencillo gana tan solo con la mirada.  Lo único que queda por pensar es que a él se lo habrá de querer por la fuerza, porque si uno mira a Pedrito puede ver que no es un hombre perfecto, sus manos castigadas por el trabajo, su figura no es precisamente la de un héroe mitológico, sin embargo Pedrito desde el principio de su juventud lleva en él, los caprichos del destino, la estrella favorable de los elogios en la miradas femeninas.  Así nos cuenta que a la edad de trece años roba su primer amor, una vecina suya, rubia, de trenzas largas, de ojos verdes, de unos dieciséis años se enamora perdidamente de él, al principio era todo como un juego, así como juegan los niños, después ella lo convence a Pedrito para que hable con su padre (de Pedrito) y entre los dos le pidan a la familia de ella, le dejen llegar a su casa como el novio. La primera de las respuestas del padre de Pedrito fue la risa, después con la mucha insistencia, el enojo pero como la gota orada la piedra, tanto lloró, suplicó, prometió buena conducta Pedrito que al final ganó. El padre y el hijo se pararon frente a la puerta del alemán para después recibir un portazo; después de eso la niña no se rendía, el niño menos, un día de esos, ese juego de niños casi llega a ser un juego de adultos. En el preciso instante en que Pedrito pensaba pasar a los hechos, el padre de ella los descubre, Pedrito sale a correr con los pantalones casi por el piso por los campos, el alemán por atrás, algo le gritaba, no se sabe que. La niña quedó roja como un tomate, su enamorado; desaparecido. Por un buen tiempo Pedrito desapareció y no se lo volvió a ver por ningún lado. Cuatro meses después, el alemán con la niña de trenzas largas de la mano parados frente a la casa de Pedrito, pidiendo se haga cargo del embarazo, Pedrito jura y perjura que sólo la tocó con la mano y que nunca pasó de ahí, ella jura por todos los santos del cielo que fue él, el único que la tocó. A Pedrito no le queda otra que el casamiento, se hacen los arreglos para después del nacimiento, mientras tanto los tortolitos se quedan en la casa del alemán, Pedrito aprovecha y por primera vez, prueba las delicias del amor, después de esto nunca más dejará este vicio.         Bajo la tutela de la niña de trenzas largas, así se va haciendo diestro y bien disciplinado en las armas del amor, fue desde niño un soldado con la espada, que lo consagra como varón. Cuando nace el bebe tiene únicamente los ojos verdes de la madre, del padre la piel y por la mescla algo oscura y unos rulos que todos se sorprendieron, Pedrito se dio cuenta que no era el padre, los otros también, Pedrito salió corriendo ofendido por la estafa. La escapada lo  dejó en Buenos Aires, solo con algunas monedas, en plaza Constitución conoció una mujer de unos cuarenta años o más, después de algunas horas de charla se lo termina llevando a su casa, era una mujer soltera, sin hijos. Un poco conmovida por la historia de Pedrito, otro poco por ángel que llevaba que lleva adentro,  no le queda otra que enamorarse de Pedrito. Así nace esta segunda historia, Si Pedrito ya había tomado clases con la hija del alemán, la veterana le enseña lo que faltaba. Mientras estuvo con esta señora nuestro amigo no trabajaba, salía poco de la casa, ella lo atendía como aun rey, cumplía con todos sus caprichitos, a cambio de esto él le ofrecía toda la fuerza de su juventud casi inagotable. Después de dos años de entrenamiento en el arte de amar, un día Pedrito ya aburrido de siempre lo mismo, decide salir un poco, ella se niega, el insiste, llegan los gritos, las recriminaciones, los pases de facturas. Pedrito otra vez huyendo en la oscuridad de la noche, escapándose furtivamente, casi en secreto, ella lo ve salir cuando gana la calle, a los gritos le pide perdón, llorando le dice: si fue verdadero el amor, no es tan justo premiarse así todo el ofrecimiento recibido, seguro te irás con otra, pero como en esta gloria con ningún otra disfrutaras. Pedrito a lo lejos  le respondió: Seguro encontraré otras con menos fortunas que vos, pero seguro estoy no le faltaran dotes a su alma como te faltaron a vos. Después de esto desapareció en la oscuridad de la noche. Así conoce a la gitana que apenas lo ve se enamora de él, ella lee la fortuna mirando en la palma de su mano y le dice que un gran mal lo asecha, le dice que él está huyendo de ese mal, que muy pronto si alguien  no lo ayuda, esa misma noche morirá. No sabemos si la gitana adivinó que estaba huyendo o si se dio cuenta de esa situación por el bolso que llevaba o si lo delató la cara de preocupado; tampoco sabemos bien, si él aceptó irse con la gitana por la premonición del peligro que lanzó la gitana o si se fue con ella porque era muy hermosa de rostro y de muy bonita figura, la cuestión es que la gitana cuidó de Pedrito por el tiempo de un año, hasta que un día, otra gitanilla vino a visitar a su amiga, encontró a  Pedrito solo en la casa, su amiga no estaba, por horas hablaron, ella le contó de su vida, sus anhelos, sus proyectos, le habló de sus gustos, después él le contó de sus aventuras, como se escapó del alemán, sus idas y venidas. No sabemos si la gitanilla se enamoró de Pedrito por la estrella que lleva en su pecho o  por alguna otra causa secreta que nosotros no conocemos, la cuestión es así,  la gitanilla lo convence a Pedrito y esa misma tarde se escapa con su nueva compañera. Esa misma noche después de una rica cena romántica Pedrito quiere consumar su nuevo amor, ella también, pero el amigo de Pedrito se niega a la consumación. Después de varios intentos fallidos en varias noches consecutivas, la gitanilla piensa que esto es un maleficio, arrogado desde su antigua amiga, en venganza por el robo. La gitanilla no duda en ir a ver a una gitana vieja para que lo “limpie” a Pedrito. Dos horas de viaje, tres colectivos y un remis  fueron necesarios para llegar hasta donde vivía la vieja gitana. El ranchito se sostenía de milagro, parecía que ya se caía, un perro flaco dormía en la puerta y un loro en un árbol en la entrada daba la voz de alarma. El loro gritó, el perro se levantó alerta, la vieja salió, a penas vio a la joven levantó los brazos en señal de bienvenida y a los gritos, casi llorando repetía el nombre de la joven, la apretó contra su pecho, luego la separaba un poco la auscultaba de la cabeza a los pies, la apretaba de nuevo, así un buen rato hasta que se calmó. La gitanilla contó la historia de Pedrito, la vieja lo miraba sorprendida. Trajo su mazo de cartas lo puso sobre la mesa, le pidió a Pedrito que cortara el mazo con la mano izquierda, él obedeció. La primera de las cartas: El rey de copa. La vieja hace un gesto de afirmación. La segunda carta: El as de espada. La vieja se tapa la boca para no gritar y abre los ojos grandes. Saca la tercera y última carta: El as de corazones. La vieja, respira. Dice la vieja gitana: La primer carta habla muy bien de Pedrito, cuenta su pasado, presente y su futuro  (mirando a Pedrito) siempre levantará la copa de la victoria, tendrá caídas pero al final levantará su copa y esto, lo que hoy le pasa es sólo pasajero, la segunda carta es un tanto oscura en tanto no dice claramente que, la espada siempre tiene dos lecturas una positiva y la otra negativa, por algo es de doble filo, la espada es un arma  y siempre implica peligro o el uso de la fuerza.  Algunas veces las cartas no cuentan todo y sólo nos ponen en alerta. Tal vez el peligro venga por el lado del corazón dice mirando la última carta: Una cuestión de amor puede ser peligrosa  para él (mirando a Pedrito) Después de eso la vieja se levantó, tomo una rama de laurel y le daba pequeños golpecitos por todo el cuerpo mientras decía alguna oración, en tanto  le tiraba bocanadas de humo. Después de esto Pedrito recuperó la fuerza de su juventud y nunca más, según él y nosotros le creemos volvió a tener problemas con el más fiel de sus amigos. Si ustedes me preguntan cómo es hoy  Pedrito, ya con más de cincuenta años, les digo que mi amigo sigue tan ganador hoy como ayer. Ya no digo lo que me dijeron, si no lo que mis ojos vieron, siempre a la caza y la pesca, él con pequeña ventaja tiene ganado de mano el oído de las chicas.
El duelo Cuando es el duelo lo que rodea, un solo adiós no es suficiente Con verdades de confección, mirando al cielo digo: Tus recuerdos matan, más que la misma muerte.  
El duelo
Autor: gonza pedro miguel  261 Lecturas
sepulta el tiempo las cosas y los aranceles del tiempo se cobran La madera se pudre, el hierro se dobla el acero se quiebra y los corazones se rompen el camino es largo y la vida corta y yo…yo me reinvento y sigo
El empate Te juro, Carlitos estuvo toda la semana hinchando con el partido del sábado, era de lo único que  hablaba, hacía  aspaventó con su primo, según él, el mejor arquero del mundo, yo le dije: che, vamos a ver si es tan bueno eh, espero que no sea un tronco de carne y hueso como vos eh. Él me dijo -Ya lo vas a ver-, y siguió  con su tono de amenaza y apuntando con un dedo, -si te haces el vivo, como la otra vez, el lunes te traigo en cama-.  Eso si me agarras, sentencié.  Entonces le dije: Ahhh… si te acordás  de la otra vez, es porque te dolió y mucho, el caño que te mandé, ¿te acordás o no? y que varias veces quedaste desparramado, mirando mi espalda y viendo como encaraba para el arco. –Vamos a ver si podes repetir la historia- Me gritó mientras se iba. No sé si sabías, el picadito será el sábado, en la canchita del viejo López, si ya sé, esa canchita está maldita, siempre que jugamos ahí empatamos o perdemos,  pero bueno que va… pienso, un día tendremos que romper esa desgracia. Para poner a prueba el talento llovió toda la noche.  Yo ya sabía la repuesta y sólo para cumplir con el ritual le pregunté a Carlitos: Che,  la cancha está media barrosa ¿jugamos igual? Me respondió  Con la picardía de sus días mejores,  mostrándome una sonrisa amplia y generosa que dejaba ver su teclado de baldosas sueltas. Tempranito estábamos en la cancha, Los mejores exponentes de una extirpe legendaria ya casi extinta, ja, ja,  el gordo Aldo,  Roni, el ojo de  Carrizo y nuestro jugador estrella: El  Pitu.   Como todos dicen, es un capo con la pelota, juega en el medio y ahí  en el medio, es el patrón calidad, sacrificio y huevo del equipo.     Con una cintura mejor que una odalisca: El Pitu, lo menos sospechable, delgadito, bajito, frágil, rápido,  el disfraz perfecto para ocultar y disimular el tremendo carácter de ese león perfecto, de talento exquisito.  Ellos no tienen un jugador estrella como nosotros, pero tienen un equipo que juegan juntos desde chicos, se conocen bien, sus pases son de memoria, de toques cortos, rápidos, cruzados, por arriba o por abajo, son precisos. Si no los marcas bien, estos te llenan la canasta.  No necesito echarlo a cara o cruz, le di a Carlitos a elegir el arco. Te juro, no lo vas a creer, el Pitu, de entrada dejó ver el hilo con el que está hecha su tela. Cuando lo vimos  jugar. Todos  decíamos: El tipo este, es muy bueno. Él solo les hacía frente, y gracias a él, el primer tiempo terminamos empatados cuatro a cuatro, y sin contar las pelotas que sacó Manotas, (Le dicen así, en alusión al pulpo)  el primo de Kike, que no era bueno, es buenísimo. Que si no fuera por él, le pegábamos una goleada histórica al equipo de Kike. Manotas  con su oficio de  arquero,  sabe leer muy bien los gestos de los delanteros para predecir donde va ir la pelota,  y así sacar ventaja de su ya, segura agilidad, si a eso le sumamos,  su increíble  intuición en elegir el palo correcto.  Es  impensable  la calidad que exhibe este cristiano, más allá de la fama que ya tenía. Según Kike, su falta de ambición lo llevó a rechazar la oferta de ir a jugar en un equipo de primera. Fue una pena para ese don tan maravilloso. A Carlitos lo asistía su hermano, con esa parsimonia de buen jujeño. Brillaba con humildad, con un brillo silencioso. Tiene esa inteligencia para darle calidad a la distribución del juego, con  el impulso en el momento preciso, con esos pases micrométricos, nunca lo vi dar un pase adelantado o atrasado, siempre ahí, al pie. Terminamos el primer tiempo. El Pitu arrancó cansado el segundo tiempo, más tranquilo, ya no corría tanto. Pero igual, ya cerca del final,  con un amague de cintura dejó uno en el camino, otro quedó desparramado ante la filosófica gambeta del cambalache, tres, cuatro y, lo vio venir a Carlitos,  apuró el pase antes de recibir el hachazo y quedar despanzurrado de trompa, haciendo sapito en el barro. Todos no reímos…pero no se levantaba, después  nos asustamos. Te juro. Parecía que  el golpe fue brutal. No fue nada grave, después se levantó como si nada, para festejar el gol. Con ese golpe Carlitos nos avisaba que no piensa perder por goleada y con una actitud resignada y poco digna establecen una cerrada defensa de trinchera para evitar la humillación. Les íbamos ganando cinco a cuatro y parecía que se venía el sexto. Por fin rompimos la racha perdedora en esta canchita.       Carlitos con su esotérica significación, detrás del arco le hacía tres nudos a la bandera, mientras juraba por todos los santos cumplir con la promesa de pagar un asado  para el equipo si ponían huevo y nos empataban. Yo siempre lo dije: Esta es una pasión para sufrir y disfrutar y en este momento, esta pasión me desbordaba. Hasta que, en una contra con precisión, de Carlitos y su hermano.  Cinco  minutos finales del partido.  El tiro libre. Pelota al segundo palo para  sufrir…   cuando pasa rozando el palo derecho y gol. Cinco a cinco. Ante el error de la defensa. Gritos y reproches iban y regresaban,  llenos de ridículos pretextos. Vino el gol. Después el desorden con inexplicable desconcierto. Se había perdido la serenidad.  Afloraba una terrible impotencia, naturalmente era sólo un gol, una claudicación momentánea aun faltaba algunos minutos pero… EL Pitu  solo ya no alcanzaba. Tampoco lográbamos remendar nuestra desgarrada defensa. Cansados con el respirar fatigoso. Parecía inminente que ellos nos terminaran ganado seis a cinco. Carlitos con toda la potencia del asecho. Con esa picardía, merodeando por los  lindes del arco, tremendamente provocativo. Recibe un pase por lo alto, salta y con el pecho la deja ahí, dormida. Se da vuelta y le pega a la pelota con una ternura calculada. Yo veo como queda él solo.  El miedo atroz me cercó, yo sentía que no podía pensar en nada, lo único que allí existía era, esa mirada de sangre en el ojo de Carlitos, salió el tiro y entonces bruscamente mi mano se elevó abierta y esquinada, luego cayó hecho un puño y con un golpe seco que no justificaba mi fama, me quedé con la pelota.  Ni yo lo podía creer. Lo veo solo a Carrizo para salir de contragolpe. Se la doy de primera. Elude a uno y otro. El Pitu con señas se la pide, pero…    Ese caprichoso incurable, ese egoísta reincidente, que se cree con todo el derecho de posesión sobre la pelota, se corta solo. Carlitos de atrás lo barre con `pelota y todo. ¡Qué bronca!  El Pitu se la pedía solo frente al arco. Ese  era el gol del partido. Como en todo el partido,  otra vez se queda con la pelota para perderla de nuevo. Te juro. Yo no lo entiendo. Si ya pasó a uno y a otro que le cuesta pasarla al compañero. Te juro, no sabés la bronca que me dio. Ver al otro gritando, levantando la mano y el, ahí intentando una jugada más.  De nada sirven los reproches. Un silencio seco y tolerante nos reprochaba la falta de ambición.  Solo nos quedaba la espera del pitazo final en actitud pasiva y resignada al empate. Pitazo final para sostener la racha perdedora en la canchita del viejo López y acrecentar la dicha de Carlitos. Ya encontraremos otra  buena oportunidad para vencer con esa porfiada y trabajosa  pelota que se resiste a besar más la red.  
El empate
Autor: gonza pedro miguel  277 Lecturas
TKM Pensaba yo: ¿Hay algo más distante, huraño, seco y desbrido que un beso o un tkm por celular? Pero cuando yo lo recibí, fue mágico, abundante Y lo creí fiel a tu verdad.
TKM
Autor: gonza pedro miguel  265 Lecturas
Dios es mi testigo Discutamos ante Dios,   cara a cara donde la verdad es evidente, allí haremos justicia. Quiero saber cuál fue mi culpa, para que olvidara así…tu nombre con el vino. Testigo lo hago de lo que te digo, de lo que hasta aquí tienes leído: Que mi pecho en penitencia, ya no tiene remedio, después de tu sentencia.  
Con mi vocación de permanecer Quisiera yo  morir Y volver a resucitar  en mí, Con mi alma escrita en un verso,  con la libertad de mi pluma Encendida y viva en su mejor milagro, como aguda flecha, Sembrada y nacida en una metáfora. Como pregonero labrador, quisiera yo Pasear por los lindes del sueño entrar y salir de la luna y el sol donde se labran los  hebras que tejen la trama de mi texto, mi contento verdadero, mi  perfecto verso.
Buscando una idea Es patria común de los pobres escritores quedarse vacio de letras.  Con palabras empeñadas buscaba hacer mis ideas limpias, para que no la condenasen  por muerta, a estas pobres letras heredadas que corren ligero como el viento, como sombras fugaces que se disipan con el tiempo.  Quizás valen poco y mucho me cuesta dar alcance a lo que más huye,  no había  idea que no revise, ni verso que no intente, o camino que no busque, la gota orada la piedra y la porfía siempre vence.   En unas letras vi mi buena esperanza:       sepulta el tiempo las cosas y los aranceles del tiempo se cobran La madera se pudre, el hierro se dobla el acero se quiebra y los corazones se rompen el camino es largo y la vida corta y yo…yo me reinvento y sigo
El ángel de mis sueños Andaban mis ojos presurosos Cuando la vieron llegar No le creyeron mis sentidos Ni mi pluma la podrá pintar Ni tu imaginación la podrá alcanzar Sólo te puedo decir que Ella le robó a Dios toda la belleza que una mujer pueda tener Vino ella toda finamente labrada, Como obra virtuosa  mirada y adorada Que no hay flor que la iguale Ni gusto que no se rinda  Que a otra no sabré querer, ni más sabré pedir   tan agarrada a mí, quedó por dentro, y yo sin ninguna ganas de soltarla quedó a mis ojos para mi regalo y como perdición a mis sentidos abobado, así con esa fuerza que me arrastra, su perfume me enredó a sus ojos, para repetirla luego en la letanía de mis sueños.  
Yo quisiera… Mucho quisiera retenerla en la buena memoria,  esa exquisita figura  para poder repetirla en mis sueños, porque era toda de cielo, casi sagrada. Ella es delito, injusticia y querella para las otras, observando todas sus bondades miraban bien en ellas todas sus faltas, celosas todas por la codicia del provecho de tan dichosa estampa. Juegos, miradas, y sonrisas le hicieron soltar la paloma que llevaba en la mano, por el cisne que iba volando. Cambiándome ella por otro preferido, presuroso por el celo quedé perdido, ciega ella puso sus ojos en mi enemigo. Recordando el santuario de sus besos,  en solitario quede forzado; ahora lloran así, el canto llano de mis versos. Tan distraída mi suerte tan sitiado mi dolor, tan cercada mi desdicha. Ruego que ni la ira me venza ni la venganza me hiera. No fue en mi mano el rencor, sólo en mi pecho el dolor.
yo quisiera
Autor: gonza pedro miguel  269 Lecturas
La sangre y la tierra Pierde el hombre esta tierra y con ello no gana el cielo. Si vencer a otro lo cuentan como gran victoria, cuanto más vencerse uno mismo, no te digo ya para ganar el cielo prometido, sino tan solo para vivir un poco mejor en esta tierra, porque venciendo lujos, vanidades y pasiones contenidas, no sé si ganaremos el cielo, pero seguro estoy: la tierra `prometida.    Nos salimos del camino, va en ella el hombre con sus males, abriendo la boca de la codicia; multiplicando por mil la renta de esta tierra. No piensa dejar ni memoria de lo que aquí hubo. No pone el ojo en los que vienen, ni el oído en los que están con hambre, sólo monedas en la razón y la mano. Hay que enseñar al hombre a amar esta tierra, atornillar el cuerpo a este suelo, fundirlo con la tierra en un abrazo cerrado, antes que lleguen los años secos

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