• gonza pedro miguel
gonza miguel
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  • País: Argentina
 
Luciano Mamá –Luciano. ¿Por qué Llora tu hermano? Luciano -¿Por qué siempre que él llora yo tengo algo que ver? Mamá –Bueno, vamos a ver. Benjamín. ¿Qué pasó? Benjamín –Me quiere quitar la pelota (llorando) Mamá –Luciano. ¿Te das cuenta? Tengo razón o no en preguntarte por tu hermano. Luciano –No mamá, vos no entendes nada. Yo estaba jugando con la pelota, la dejé ahí, para ir al baño.               Cuando vine, estaba él con la pelota.  Yo se la pedí y se puso a llorar. Mamá –Luciano vos ya sos grande, èl es chiquito. Deja que tu hermanito juegue tranquilo o jueguen los dos  con la pelota.         Luciano, tenes que aprender a compartir. Luciano –¿Yo mamá tengo que aprender a compartir? ¿Y él? Por qué no le enseñan también a él a compartir.        Cuando él llora: Yo tengo la culpa. Cuando él quiere algo: Yo se lo tengo que dar. Y todo eso porque él más chiquito, ¡Ay Mamá! Vos no entendes nada. Él tiene seis y yo ocho. Ni él es tan chico, ni yo tan grande.        Mamá, él es un manipulador,  sabía que yo estaba jugando con la pelota, sabía que vos estabas en la cocina y por eso llora, él sabía que ibas a salir y me ibas a pedir que le dé la pelota. (Llorando) Mamá, él quiere todo lo que yo tengo y él sabe que ustedes se lo dan. Mamá –Luciano, Benja es chiquito, no entiende muy bien cuando le pedimos las cosas, por eso te pedimos a vos que sos grande y entendes más… Luciano -¡No Má! Vos no entendes nada. Él entiende todo. Cuando vos le pediste que no le tire la cola al perro por que le puede morder, él dejó de tirar la cola. Cuando fuimos a los chinos, y vos le pediste que no pida golosina porque no tenías plata, él no pidió ni un caramelo. El otro día cuando papá le pidió que haga silencio porque estaba hablando por teléfono: Él calladito. ¿Entiende o no lo que le dicen?  Te das cuenta Má. Ahora me saca la lengua, burlándose de mí. (Benjamín detrás de su mamá se burla de su hermano)       ¡Ay má! Vos siempre llegas tarde. A mí me retas por todo y a él nunca le decís  nada.  ¿No te das cuenta que él es un manipulador. Mamá –Luciano,  mejor dejemos solo a tu hermano, necesito que me ayudes en la cocina. Luciano –No es justo má, él se queda jugando y yo tengo que ir a trabajar. Mamá (Riendose) –No protestes Luciano, es una ayuda mínima, mientras charlamos un poco de la escuela. Luciano –Bueno, hablamos pero no quiero hablar de Pablo sapito. Mamá –¿Qué pasó con tu amigo? Luciano  -¡Hay mamá! Vos no entendes nada.  Si te digo que no quiero hablar de Pablo sapito, es que no quiero hablar. Mamá –Lu.  Pablo sapito es tu mejor amigo, si pasó algo lo tengo que saber. Luciano -¡Mamá! Te dije un millón trescientas quinientas mil veces que no me llames “Lu” si te escucha algún compañero, voy a tener que aguantar las burlas. Mamá –Yo te lo digo de chiquito, aquí entre nosotros… Luciano -¡No má! ¿Vos nunca entendes nada? “Lu” es para las nenas, no es para los varones. A Carmen Lucía Manterola  las amigas le dicen “Lu” Mamá –Bueno Luciano, entendí. ¿Qué pasó con Pablo sapito? Luciano –Nada má, si te cuento, vos no vas a entender nada. Mamá –Inténtalo, quizás te sorprenda. Luciano –¿Por qué las mujeres son tan complicadas? Mamá –¿Por qué lo decís Lu? Luciano –¡Má! Mamá –Bueno.  Ya está, me olvidé por la costumbre. ¿Qué pasó con eso de las mujeres? Luciano –Explícame, porqué no lo entiendo. Lucía Manterola en el primer recreo jugaba con Pablo sapito y después,  a mí me regala un alfajor de chocolate y coco. A Pablo sapito le pide la regla y a mí me pide la goma. Yo digo si le gusta Pablo sapito porqué no le pide a él la goma y le regala a él el alfajor y  si gusta de mí porqué no juega conmigo en el recreo y me pide a mí solo las cosa que necesita. Yo le dije a Pablo sapito: Lucía está jugando con los dos. Pablo sapito dice que no existe nada entre los dos, que son sólo amigos. Mamá –Pero Lucía, ¿te dijo que gusta de vos? Luciano –Te das cuenta má. Vos no entendes nada. No se regala un alfajor de chocolate y coco a alguien que no te gusta. ¿Entendes? Mamá –Luciano te voy a decir algo y espero que me entiendas. Si Carmen Lucía no te dijo que gusta de vos y tampoco le dijo a Pablo sapito que gusta de él. Eso quiere decir que no lo dijo. Mientras ella no lo diga, eso quiere decir que sólo son amigos. Que a vos te regale un alfajor de chocolate o que juegue con Pablo sapito en el recreo, lo único que eso implica es que Carmen Lucía los quiere mucho, a los dos, como amigos. Porque eso se hace con los amigos, se comparten las cosas que tenemos,  un alfajor, una regla, la goma, un recreo. ¿Me entendes? Luciano –Mmm… Si má. Entendí. Lo de la goma, el recreo y la regla lo entiendo, pero  con el alfajor de coco y chocolate tengo dudas.            
Luciano
Autor: gonza pedro miguel  232 Lecturas
Pensé: Voy a meterte en voz baja para siempre en mis versos en un beso que se da y no se piensa La tuve en la mirada y la saqué de un tajo y al no tenerla la dicha se hace milagro. 
¡Oh lamentable ruinas de mis versos! De mi mal afortunadas rimas Carentes de sentidos  donde mi razón y mi locura confirman juntas. Por irredenta, por ni tan  siquiera un indicio de logro. La duda mata mis versos Y los celos languidecen mi tinta, Sufren la carencia de tus besos, Son  los que presagian la muerte de una apenas nacida: retórica enamorada.  
Porqué vivir es una tarea impuesta …Atrás quedó el remanso, delante la dura pena. PMG   Se acerca a la ventana abierta. No es fácil por causa de esa funda que se adhiere como una piel. No poco le cuesta sacar un brazo. Una ola de fuerza lo empuja, poco a poco hasta la frontera del  exilio. Va avanzando, asoma una parte y en una fría corriente de aire se deja ver la piel arrugada, la cara morada por el esfuerzo. Se ve una mano y tiran con fuerza de los hombros.  La repentina penumbra se hace luz, no quiere abrir los ojos, pero sabe que ya está afuera. Aquí es frio y diferente. Le  nace  una repentina bronca, un enojo se abre paso,  por abandonar ese lugar confortante  y en un grito sofocante respira, respira hondo sin dejar escapar una gota de aire. -Ya estás aquí. Te guste o no…yo sé… no es fácil…pero te darás cuenta que, cuando uno nace no te regalan un cuerpo… no…te regalan un pedazo frágil y precario, una masa al principio, casi sin sentido. Por ahora sólo eres  un ser sin motivo, en esa procesión hacia la vida.   Uno se siente con la necesidad de darle cuerda a ese ser, con la deseable certidumbre de que con eso ganamos  la vida, pero… en este preciso momento, con este regalo de la vida, te nace la obsesión por mirar la hora, te regalan la obsesión de mirar el tiempo y el miedo en cualquier momento a perderlo todo, entonces  nos lanzamos a no malgastar un instante…pero… sobre este cuerpo  pesará el ayer, corren presurosos los minutos,  con cada segundo, que se hacen horas, te percatas del tiempo y de su inexorable influjo que te hace prisionero.   Y  son las seis y son las ochos y es lunes y es martes y  es  domingo y es un mes y es un año que se va con su primavera y su verano. Sobre este cuerpo pasó el ayer y sucederá el mañana. Hay que intentar sobrevivir el día a día, en este mundo donde todo es pasajero, es una apuesta continua a un futuro incierto con aristas de quimera Once     Es un mundo de gente, donde se vende y se compra de todo. Con la variedad adornan el gusto, y con eso hermosean la vista, alegrando el ojo, soltando el bolsillo, ideal para gastar tiempo y perder dinero. Volviendo la cabeza, torciendo el cuerpo, mirando para todos lados sin saber por dónde caminar, todos como yo, parecen no saber dónde ir, ni que comprar, las cosas que aquí se venden, te tiran y estiran de  los ojos,  veo tantos como variados presentes y de tan variados gustos, que tan dividido quedo sin saber que elegir, poniendo el ojo aquí o allá y no habiendo quien lo adiestre a uno, aumenta la ansiedad y la incertidumbre.,  Detengo un poco el paso y alzo la mirada sobre un objeto, uno de los vendedores lee mi actitud de presunto comprador y  me llega con sus baratijas, quiero volverme al camino, pero uno me cierra el paso y contra toda voluntad, otro  haciendo fuerza, se cuelga de mi brazo y apelando a la caridad, me quiere  obligar a comprarles  algo,  después de varias súplicas  como ve que no tengo una oreja muy dispuesta de comprador, molesto me hace a un lado como a un estorbo, para correr a otro, con la esperanza de que sea un  blanco más fácil. En Once hay que tener cuidado, porque son  muchos armando la ilusión en la calle, donde te envisten y despedazan  los bolsillos. Te cuento algo, quizás servirán aquí mis penas, para que veas el poso donde me viste resbalar y aprendiendo no pongas el pie donde me viste caer,  esto te predico y te vendo y así,  viendo mi desgracia, evites las penas y alcances los premios. En Once, me detengo en una esquina, cuando creo haber hallado y elegido un producto, era un celular que vendía un vendedor ambulante, el precio: Dentro de lo que esperaba,  nuevo, moderno, con su cajita, el manual y los auriculares, todo empaquetado, lo mostraba  mientras  él intenta persuadirme, nombrando como ciertas y acertadas todas las virtudes del teléfono,  él no sabía, que yo, ya las conocía en todas las razones que me daba.   Pensé, no me lo vende caro, está en precio…pero yo… haciéndome  de rogar dudaba en comprarlo   y él con suspiros y lágrimas contaba  lo mucho que le dolía vender ese teléfono, pero como estaba muy necesitado por un problema de enfermedad, sólo por esta vez, me lo vendía, casi a la mitad del precio original. Yo no lo podía creer, si antes me parecía aceptable, ahora el precio parecía un regalo, ese: el teléfono soñado, era lo que yo quería, pero… yo…dudaba,  el precio era muy por debajo de lo esperado, él me explicaba que como no pagaba impuesto y un amigo se lo conseguía directo de la aduana, además… con estas y otras muchas razones que daba, buscaba persuadirme. Mientras él, entre suspiros y penas decía, lo mucho que no quería venderlo a ese precio, que él así, no ganaba nada, incluso iba en pérdida de su bolsillo, pero, que por ser muy grande su necesidad no le quedaba otra… De esta manera, estos creadores de ilusiones  mueven los gustos, dejando abierta la puerta de los descuidos para ganarte con la boca, con sutiles mentiras y  gran actuación. Para mi desgracia, compré el teléfono. Hasta ese momento, pensaba yo, que había sido una excelente compra, había regateado el precio y lo terminaba pagando casi a la mitad del valor, inicialmente pedido. Me sentía el rey de los compradores. Me entregó la caja e hizo un recuento mostrando que no faltaba nada, estaba el celular, la batería, el cargador, los auriculares, el manual, cerró la caja con las instrucciones de siempre, no usar hasta no poner a cargar por lo menos 24hs  y me recomendó que lo guardara y abriera la caja en un lugar seguro, según él,  en Once está lleno de arrebatadores, por la calidad del celular,  era un peligro mostrarlo tan abiertamente. Pensaba, tiene razón, mejor lo guardo y en el tren con más cuidado y menos preocupación  puedo tomar estrecha cuenta de cómo funciona el teléfono, esto fue así,  seguí la ley de su consejo, sólo para encontrarme después con la ley de su trampa, y ver la zancadilla que me hizo.  Por ser el blanco de su puntería, me quedé perdido y sin provecho. Por mi mala cosecha, es mi mano que se levanta y hace puño. ¡Si lo veo de nuevo…!
La gran cosecha …Hoy sigo descansando en la serenidad del lecho, cultivando  el silencio en un rito privado, con mi alma de madera clavado en el paisaje. Mi recuerdo viejo , sedentario me recibe quejoso; recorriendo la geografía de mi pasado, me hace dueño de cada uno de mis instantes. PMG   En el dolor de los años viejos, con  la frente desteñida repaso mis adentros. Volver el almanaque atrás, poder ojearlos con la lentitud de los años… ¡Tanta luz que con los años se hace sombra!... A pesar de eso es mi mejor historia. Esas fotos sepias, solidarias a mi memoria sacando lagunas que se esconden en el olvido.  Recuerdo la gloria de ser niño y la ingenuidad de no saberlo, a mi abuela  con su madeja de lana y sus virtudes teologales, a mi viejo ceñudo por la abundancia de mis faltas, siempre él,  invariablemente él, con la varita lista en el consejo, a mi abuelo en su taller de cicatrices y sus paños de consuelo. Yo siempre le lloraba a él  con mi vocación de mendigo y él con su pródiga mano y su pecho amplio siempre, siempre ahí, cumpliendo mi caprichito. En esta biografía de la nostalgia, no me puedo olvidar de Ella, la espía de mi infancia, hasta ahora detrás   de mis pasos, con su vistazo tutelar.  Con mi vieja era, leer un libro y hacerlo de aventura. Pastoreaba  mí   infancia con  los ecos de antiguos pregones, con su cielo de horizontes y su mar de expectativas.   Entre las cosa que tomo y las que dejo, su mejor regalo, ese libro viejo,  envase lírico, lleno de visiones de   figuras heroicas en los lindes del sueño, donde  pierdo mi infancia, siembro mi aliento, gano mis alas y   creo mi fe.
La gran cosecha
Autor: gonza pedro miguel  210 Lecturas
El proceso …Después de un sueño desperté y recordaba una idea. Tenía presente todos los hechos, todas las palabras y  sin embargo, después mi memoria parecía negarse. PMG  En la gesta de una idea, no es común, pero a veces nacen como una instantánea revelación, aparecen así, de pronto,  casi mágicamente. Para estos casos siempre es conveniente tener a mano: papel y lápiz,  registrar la idea antes de que desaparezca. Yo he perdido varias de esas ideas por no tener algo en que anotar, por más que intente guardarla en mi memoria, si no la registro, de a poco se diluye. Otras veces, una idea tan incómoda y punzante merodea especulando con salir. Otras, las más comunes,  nacen por introspección. Mi mundo interior siempre es caótico, vertiginoso y lleno de ideas cubiertas de locura, para que una de esta idea se pueda contar, hay que quitarle esa fachada de idea enajenada, hurtándole el quicio a la locura del caos. De tanto en tanto, me detengo y miro dentro de una de esas ideas, escucho lo que me dice, miro donde va, qué cuenta esta historia, con esa intención de sacarle la fachada de idea enajenada,  y ver en el caos y la locura, la lógica de la razón, entonces…  uno de los miedos que más frecuento, es al silencio de una idea, ella está ahí, como en un presagio inminente… pero no logro descubrir su esencia. Yo he aprendido por mí mismo hacerme esperanza mirando en cada idea que tengo, cuidando que no se convierta en chatarra hay que dotarla de prestigio.  Me rodeo de la imagen mientras la tengo.  Hay que  descubrir en cada idea, el  deseo que la completa, que totaliza el relato, que la hace creíble y por sobre todo…una idea  posible.  Yo la deformo, le agrego, le quito buscando el equilibrio y la fuerza  propia que cada idea posee con lo cual inventa su verdad, este es el puerto por donde entran al mundo, y una idea nueva inédita, desconocida, de mi pecho sale galopando con su rostro sustancial, después de eso, ya es un relato que se transforma en historia.   
el proceso
Autor: gonza pedro miguel  210 Lecturas
Paradójico mérito  Cuando nos inaugura la intuición,  nos hace lucidos y desgraciados. PMG  Releyendo mis textos, recorriendo palmo a palmo mi letra me doy cuenta que hay frases, ideas que me sorprenden ¿Cómo están ahí? ¿En qué momento las imaginé? ¿Cómo llegaron a ser parte de mi letra? Entonces  percibo que mi palabra vale por sí misma, está protegida de mi ignorancia de aquello que nunca se me ocurrirá, mi palabra tiene ese plus que la hace independiente de mi consejo, ella vive su propia existencia, y así siento dolorosamente esa ajena distancia… pero es mi letra, yo sé que es mi pluma y entonces me siento paternal e importante. Antes no podía escribir con libertad, ahora me veo protegido contra mi propia impotencia, contra mi miedo o cobardía, me he dado cuenta que mis palabras valen por sí mismas. Es increíble la sensación de libertad que produce el efecto de hallar que mi pluma no depende absolutamente de mí, ella es por sí misma. Por otro lado pienso, si esta letra no es absolutamente mía, en último rigor a la verdad, nada tengo que ver con ella, y esta es la idea que me mata, esa distancia, esa terrible ajenidad, esa sensación de saber que lo que escribo no es absolutamente mío, sin embargo están absurdo pensar que mi pluma y yo no somos uno.    En sacrificio a la verdad, no puedo dejar de unir mentalmente los dos conceptos, es mí pluma pero la siento ajena y distante. La agradable ignorancia de pensar que la paternidad de mi letra era toda mía, pero ahí está la intuición con la clara revelación para hacerme desgraciado, para negarme la plena autoría de mi cosecha. Reconozco mi letra, todavía insegura, próxima desmoronarse con la escasa convicción en lo que dice, pero también está la otra parte, esa pluma vigorosa, como un intruso exponente de lo ajeno, que a mí me deja este sabor amargo de una modesta felicidad.  Esta pluma me da un poco de admiración con su aire desafiante y agresivo, que sabe decir sin callarse sus presentimientos.
Me acuerdo de mi viejo Lo reconozco, de chico siempre fui un poco atrevido y un algo temerario y en mis nalgas llevo grabado, por causa de mi atrevimiento una de las cosas que más temor me causó: La marca  de mi viejo y su varita en el consejo, ja, de su uso mi hermano también puede hacer mención. Tuve un amigo que me acompañó en todas mis intenciones. según mi vieja, era él un escándalo para la virtud, de cuyo lazo engañoso nunca me pudo liberar. Un día con mi amigo le dimos campo franco a nuestras curiosidades y le robamos un poco de tabaco negro a mi abuelo. Lo fumamos detrás de la casa, salíamos todo mareados, ebrios por el humo del tabaco cuando nos descubrió mi abuela.   No voy a contar como fue el castigo, pero a mi viejo, después de eso, le tuve un miedo particular. El siempre tuvo la mano pesada y ese día se la conocí. Yo,  como siempre, corrí buscando el seguro resguardo de la acostumbrada clemencia de mi vieja, esa vez eso no me alcanzó, ni ella con sus ruegos y  prolijas súplicas lograron calmar el enojo encendido de mi viejo. Algunos días después yo seguía algo huraño con mi viejo, él entendiendo lo que pasaba me dijo: A mí también me dolió, pero si no escuchas los consejos con amor, entonces será con dolor. Debes saber que robar no es cosa buena. Después me lo agradecerás.  Para que sepas el precio de la desobediencia, y para que tengas dichosos y largos años. Hoy con cincuenta y dos años y con algunas canas que corren y cuentan experiencias vividas, no tengo mucho para agradecer, yo hubiera actuado diferente. Para mí fue excesivo el castigo, pero bueno, mi viejo era así, con su carácter fiero y seco. ¿Me amó o se supone que me amó? Yo de chico sentía  gorda mi duda, debajo de los anteojos me brotaba la mirada estúpida ante la pregunta inteligente, que se disipa y se resuelve en ese castigo,  aunque mi yo responda con una banalidad y su incertidumbre se multiplique por diez mil, yo lo quería, no tanto como yo hubiese querido, pero  a mi  modo lo quería. Ahora de grande pienso un poquito diferente ¿Qué sabe nadie de la manera en que él me amó? ¿Quién puede decir como toca el amor a cada uno? Sólo Dios entiende de estas cosas.   Me acuerdo de mi viejo y de su carácter fiero y más fiero se puso cuando se enteró que quería ser escritor; me dijo –Que pena que a un joven tan fuerte le haya nacido flaco de fuerzas un ánimo tan pobre. Sabrás lo poco  que vale y cuesta vivir de los sueños. ¿Despreciando toda buena consideración dejarás el arado por la pluma? Eso hacen los vagos. Si quieres vivir de las letras, ve estirando la paciencia y prepara tu oído para escuchar pasearse el hambre en tu estómago, cuando eso pase aquí no vengas buscando un pan. Un último consejo te doy después de eso te puedes marchar tranquilo. Por soñar no te quedes dormido; porque los sueños mejor cumplidos son los que se realizan trabajando. Hoy no sé si hizo bien o si hizo mal, pero eso sí, no estuvo muy errado en el pronóstico,  mucho me costó y  aun hoy me cuesta vivir de las letras.  
Mi hermano Le juro a usted. No tengo rencores para mi viejo ni puedo tenerlos ni  para él ni para mi vieja, aun cuando actuaran juntos siguiendo esas espontaneas coincidencias en contra de mis pretensiones, siempre fueron semejantes y estuvieron juntos haciendo causa común en contra de mí hasta de mis gestos más comunes. Nunca entendí por qué siempre vieron una sombra de vulgaridad en todo lo que hacía. Cada uno de mis gestos jamás alcanzaron el prestigio ante sus ojos.  En cambio actuaron diferente con mi hermano, pero yo ya había quedado al margen mucho antes de que el naciera, tan distinto era el trato entre los dos que mis celos hicieron fuerza hasta convertirlo a mis ojos en algo irremediablemente odioso. (Lo juro con el tiempo después aprendí a querer a mí hermano)  Cuando él dio sus primeros pasos lo festejaron  como un triunfo soberano, en cambio yo tuve que construir mi personalidad a fuerza de eludir esa auténtica negatividad. En estas líneas marginales reniego un poco de mis viejos, lo sé, pero también tengo recuerdos “cariñosos” lo juro, existieron esos pocos momentos en que fueron capases de mirarme satisfechos y darme un abrazo. Recuerdo que una vez mi abuela hizo una torta de crema. Nunca lo voy olvidar. En un descuido hundí mi mano a dedo limpio en la crema, y sin aviso con la cuchara de madera recibí un coscorrón de parte de mi abuela. Mierda que sonó fuerte ese cucharon de madera, mi vieja se asustó tanto que me abrazó fuerte, y yo lloraba, pero no por el golpe, sino por la alegría del abrazo compartido. Cuando partió mi abuelo, entre llantos y estallidos yo escribí unos versos en su memoria (Aunque para mí no haya adquirido vigencia ni la muerte ni el olvido)  “Ay, ay, de la coronilla a los pies, no habrá poro de la piel que no te extrañe” Después de estos sentidos versos mi viejo me abrazó y lloramos juntos nuestros duelos. Quiero vivir tranquilo sin ese fantasma de los celos. Ya dije: No tengo rencores, ni puedo tenerlos. Mi viejo y mi vieja justifican mi existencia y en esto estoy agradecido.  
Mi hermano
Autor: gonza pedro miguel  200 Lecturas
El adiós   Este amor, no fue una frustración, Sino un éxito mal usado. PMG Vos y yo somos bastante similares, pero con algunas diferencias.  Diferencias sobreentendidas nunca aceptadas y ni aclaradas,  fue este primer silencio fallido: un error. Ahora me doy cuenta la importancia de gastar en palabras, también me doy cuenta que los silencios traicionan, y que hay que aprender a desconfiar de los sobreentendido. Fue una desgracia que no pudiéramos ver esa felicidad asequible, por lo bueno y lo amable que hay  entre los dos.  No me reconozco y seguro no te reconoces en este final.  ¡Qué pena! Con la última gota de decencia, nos arrogamos insultos y antes que la boca,  se levantaron primero las manos, quedando atrás  el afecto, lo que hoy, ya  doy por perdido. ¡Qué pena! No saber ceder en ese clima de violencia, dejar que la bronca nos  gane, para terminar derrotados. ¿Cuándo aprendimos a alargar los silencios, en qué momento aprendimos a huirnos, a no mirarnos de frente, hasta hacer insoportable los gestos más habituales? Es una lástima que nos hayamos comportado mezquinamente, con esa actitud individualista destinada a perder, sin tener en cuenta esas conexiones profundas que nos relacionaban a perpetuidad. Sé que fui irremediablemente torpe y peor aún, con mi boca atropellada, todo se complicaba más con mis llegadas tarde, mixturada con la inflexible impaciencia de tus celos. De que me servían esas incrédulas explicaciones, tan solo para verte llena de increíble extrañeza al escuchar mi relato. Es tan absurdo pensar que un día nos gustamos, ya no somos los mismos, somos copias borrosas de eso, lo que una vez fuimos. Me voy, no puedo más, tampoco quiero seguir arrastrando esta relación, a mí no me hace bien y a vos tampoco. ¿Por qué esa cara de asombro? Si siempre lo supiste, y si no lo sabías, tendrías que haberlo pensado como una posibilidad, si nuestras actitudes ya lo profetizaban.  ¿Promesas? Las promesas aquí ya no sirven, ahora ya no interesan, no es que yo la desprecie, pero es ya un poco tarde. ¿Cómo que nunca es tarde? Es tarde si después de años de vivir de ese modo, un día, uno se despierta y decide que así no quiere vivir.  No puedo seguir  sosteniendo esta terrible complicidad. ¿Razón? No te pido que me des la razón, tampoco son razones, como vos decís pacientemente prefabricadas para ocultar otros secretos motivos.  Hay que tener valor para aceptar nuestros errores, para poder crecer como persona, también para no cometer lo mismo, si tenemos suerte y comenzamos una nueva relación.  En este tiempo, el de las franquezas, para que no quede un falso recuerdo de lo que hemos sido, es mejor tener bien en claro dónde están nuestros éxitos y nuestros  fracasos. Terminamos como dos seres ajenos y desconocidos. Recapitulando, sólo me queda añorar lo que hemos sido al principio, cuando éramos increíblemente tontos, cuando hablábamos poco y reíamos mucho y nos perdonábamos todo.  
El adiós
Autor: gonza pedro miguel  219 Lecturas
El alma poeta …Con permiso del cielo Dios me ha dado vida para que escriba y tiempo para que la corrija, que alguna idea misteriosa  y digna diga y otras que conveniente calle.  Que no es de ahora el interés, ni nació ayer lo que hoy intento. Por los dichos y los hechos, Juglares versos salieron hechos PMG.                 En el principio fue la idea, como la dueña del espacio y señora del tiempo, creada en un lugar sin tiempo, sin antes ni después,  es ella, en su huella onírica en la que  perduro, habitando el origen. Desde el reservorio de su memoria, ese  que es  anverso  y reverso de todas las creaciones estéticas, es también la gran matriz natural para la libertad en la fantasía creadora, caldo de cultivo de todo lo que existe y es; con su gesto originario y productor, es el alimento del alma poeta. Yo lo encuentro, con buen apetito lector, entre lecturas y relecturas, en el pórtico al mundo de los léxicos, ya en camino hacia la dulce patria, me descubro en odre viejo, mi mundo interior que se desparrama en fructíferas errancias. Al principio Ideas hurgadas que caen hacia pálidos  versos, luego llegan esos,  que  saben rendirse a mi buena suerte. Al principio, así me encuentro, exhumando pasiones perdidas, en el fondo ilusorio  de los rumores  de antiguos relatos de muchas lenguas, hasta encontrar el verso que me nombra. Soy de los que toman la propia vida, y lo envuelven en un diálogo íntimo, buscando en esa intuición originaria, las raíces de lo etéreo    y en muchas peregrinaciones, caminando los textos,  ascendiendo y descendiendo por bibliotecas y libros,  en nacimientos y resurrecciones hasta encontrarme con lo superior y trascendente de  la idea. En esa vieja amistad busco mí génesis poética. Despreocupado encuentro la fuerza y la voluntad entre la prosa y el verso, que lleva mi palabra hacia,  un  coraje para la verdad, descubro una fe para el espíritu, un descreimiento al miedo negando la negación  y afirmando una libertad para crear. Memoria y destino en la voluntad de mi verso, que ahora son y siempre fueron, fieles testimonios del alma poeta, en su vocación constitutiva en el ser de la idea. Leyendo lo que hasta hoy llevo escrito, buscaba entre mis ruinas y ni señas de lo que fui, aquellas ruinas del pasado, las he ido limpiando, yo sé, no es poco, quizás  no es mucho, o tal vez estoy cerca de ser, ese escritor que soñé cuando niño. 
El alma poeta
Autor: gonza pedro miguel  229 Lecturas
Te miro y te miro con ese capricho y esa impunidad que me da el amor
Te miro
Autor: gonza pedro miguel  193 Lecturas
Hazte, de mi dolor; mi remedio y el perdón de mi culpa 
Hazte
Autor: gonza pedro miguel  207 Lecturas
El soñador …Te miro y te miro con ese capricho y esa impunidad que me da el amor PMG   Estas líneas en blanco no alcanzarán a cubrir los muchos elogios que para ella tengo, una sola de sus miradas  basta para entorpecerme, para quitarme el raciocinio y terminar  embobado y sin sentido, quedo perdido en su trasatlántica  mirada, en ese momento crítico, cuando me mira, me vuelvo un idiota y ella lo sabe, se da cuenta que me explota por los ojos, en ese preciso instante me brota, un deseo y una pasión que nunca es calculada, me nace así, espontáneamente, casi instintivamente y sin buscarlo. Siempre hay una zona equívoca, no sólo en las palabras, también en los gestos y los silencios, y ella sabe pasearse muy bien por esos lindes de lo difuso. Coquetea ella con esas miradas conspiradoras que impiden justificar mis tímidas sospechas, mientras yo, me conformo sólo con mirarla, en esta dicha sin pretensiones, para luego tenerla vigente en mis fantasías, la única felicidad que parece posible: El sueño, sueño donde yo recibo en alarde de sinceridad  todos los elogios de su mirada. Ella  funciona como un fijador para mi pecho, sus ojos, sus manos, su pelo, no necesito esforzarme para recordarla, soy como un espectador inclaudicable de su belleza.  Yo también ya quisiera que ella pudiera, como yo, retenerme en la mirada y que mutuamente con la misma franqueza nos recordáramos…pero ella a veces, me mira con una atención  de segunda mano, en esa frontera imprecisa de la amistad. Otras veces es sostenida su indiferencia, mientras me ejecuta el éxito de su tímida crueldad;  casi sin convicción a veces me escucha, con sus respuestas monosilábicas parecería que niega mi existencia, mientras siento el peso de toda su ternura obligada, pero otras veces, con más suerte, siento como brilla sobre mí, el sol de su mirada y veo como me contempla, como si yo, fuese un espíritu importante, quizás por la poesía, no sé, quizás se imagina hablando con un poeta, no sé…  dudo mientras su voz me arrastra y yo, sin poderme resistir, hasta dejarme con la voz temblorosa y quebrada; ella mirándome y yo desesperado, confirmando que cuando ella me mira y me habla, el mundo es un callejón sin salida. Por eso siento que,  cuando me habla, me quedo sin defensa y recubro mi cobardía con gestos forzados de amable cortesía, soñando con esa posibilidad, quizás vana, de que me pueda corresponder  su amor. En un momento así, sólo pensar en su ausencia, me desvela. No le temo a la muerte, si no a una idea de una vida sin verla. Todo mi temor se precipito el día que me presentó a su novio, se me encharcaron los ojos; yo le dije rojo de vergüenza: Es de felicidad mientras pensaba: A ella la fortuna le dio un amor y a mí… a mí sólo la amargura de los celos, junto con esta  bronca. Bronca que en mi mano es la que se levanta y se hace puño y golpea mi pecho. En un momento así, tanto odio mi suerte, tanto duele mi dolor, tanto quiero mi muerte. Recordando o mejor dicho, intentando olvidar su gracia prescripta después que de mi destino desapareció, por eso ruego, suplico; que ni en mis ojos, ni en pecho, que de ella ni la sombra quede, ya  mi pena a su castigo dejo, que a mí me queda  una tristeza de adoquín; aquí me quedo desollando las nostalgias, no queda otra. ¡Que la espuma refrescante  borre en esta  noche de farra! ¡Que suba hasta los umbrales del abandono y llegue hasta  los vaivenes en esta tierra firme en borracheras que se pasean por el fuego de su castigo! Primero la música,  la risa, el barullo, el bochinche, después el vino tiró para otro lado, filosa la bronca entrando a matar, así nació la tristeza, el llanto, que el vino no quiso calmar. Al final lo reconozco, soy como ese otro pobre hombre, que en su falsa prosperidad  quiso ser lo que no es, sólo me queda, de algún modo, perderla cuando estoy despierto y recuperarla en mi sueño.        
El soñador
Autor: gonza pedro miguel  217 Lecturas
 Luna                                                                                       Una mañana de enero, mi corazón saltó hacia el indómito mar de las letras, y la locura de mi atrevimiento, abrió el camino de mis audacias, dejando abierto las sendas, de la locura y la poesía. Quiso el azar glorioso un día, que vistiera a la luna de poesía. ¿En qué metáfora la encontraré perdida? ¿Con qué suerte venturosa le daré vida? Como a Borges. Nueve lunas acompañaron, lo que estos versos declamaron, y el alto honor que no lograron, pintar  la luna como debía… y yo, queriendo ser poeta no podía, fundir plenamente mi luna con  las letras. Luna feba  altiva y presuntuosa, dueña de sueños asustados, son tus claros  rayos guarida de miradas hechizadas.   Caripela  que mudas  con las noches, ya te  besan los sapos  en los ríos y orquesta de grillos té pregonan, profesadas  serenatas.   Capanga de la noche ¿Quién no te mira? Peregrina  eterna de los cielos taciturnos,      testigo fiel de chamuyos indiscretos, y devota ferviente de farras y fandangos.   Ya son tus mágicos reflejos, capela de los pobres y lumbrera de catreras, de ranchos y taperas
luna
Autor: gonza pedro miguel  202 Lecturas
Esos espacios A esos espacios vacíos que me dejas Los voy a llenar con mis rimas, te los dejo detrás de mi tinta En  un verso que llegue y sobre
Esos espacios
Autor: gonza pedro miguel  223 Lecturas
El paseador Yo soy el que  saca a pasear las palabras, algo parecido al que saca a pasear los perros, digo algo parecido porque en realidad, cuando las saco a pasear, las palabras tiran de mí, y me pasa lo mismo que al paseador, con tanta fuerza tiran, que son ellas las que me llevan.  En una mano, con la izquierda llevo un hato de palabras soeces, verbos libidinosos, adjetivos groseros, junto con un grupo de verdades pequeñitas, chiquitas: intrascendentes, mescladas con algunas mentiritas y en la otra, la derecha, al tropel, un grupo de verbos puros, claros y transparentes, casi diría palabra santa, junto con algunas verdades, casi inmutables. Mientras caminaba, escuché el comentario que alguien hacía -¡Que inconsciente! Cómo puede mesclar verdades por más que sean chiquitas, con adjetivos groseros y lo peor aun ¡rodeado de verbos libidinosos!    Decía otro, -Eso no es nada, él las lleva como verdades intrascendentes, ¿dónde se ha visto que una verdad sea intrascendente? Eso no existe, si es una verdad no puede ser nunca pequeñita y menos aun, intrascendente. Otro con cara de aquí no pasa nada, le decía al que protestaba, -Lo que pasa que el mundo está loco y la única solución es entrar en la locura de este mundo y éste loco sólo expresa la locura de este mundo y para este mundo loco, las grandes verdades ya no existen y menos aun las verdades verdaderas, eternas e inmutables, por eso dice que en la otra mano lleva verdades casi inmutable. Otro que pasaba por ahí escuchando la polémica opinó, -Para mí, en algún sentido él tiene razón, (lo decía por mí apuntándome con un dedo) pero hizo mal en llevar en la derecha  las verdades casi inmutables, porque en el fondo, si son casi verdades: son  mentiras disfrazadas de verdad, sería justicia en honor a la verdad que estas fueran en la mano izquierda,  deberían ir juntos con las verdades pequeñitas e intrascendentes que si son pequeñitas e intrascendentes no tienen valor de verdad y por lo tanto es natural que se las vea junto a términos soeces y vulgares. Decía el primero que opinó, -Para mí es injusto que saque sólo a pasear a las palabra, todos se olvidan que los silencios también dicen algo, siempre tienen un valor, por ejemplo en la música son muy importantes los silencios. -Es verdad, -decía otro sumándose a la polémica- no sólo se olvida él (mirándome evidentemente molesto)  de los silencios, también se olvida de los gestos, si los silencios hablan, mucho más los gestos, por algo, algunos dicen que un gesto vale más que mil palabras.     Un transeúnte que pasaba por ahí, con pinta de literato, al ver el nutrido grupo,  escuchaba atento hasta que dijo, -Para mí las palabras tienen una zona equívoca, es decir, un adjetivo puede ser soez o no dependiendo del contexto, lo mismo pasa con la verdades, las mentiras, los silencios, los gestos y con cualquier otra cosa que se pueda decir, por lo tanto es una locura llevarlas por separado, que izquierda ni que derecha,  para mí deberían ir todas juntas y mescladas y que cada uno elija como usarla; por otro lado  no es absurdo pensar que los silencios y los gestos puedan ir juntos con las palabras, hay que pensar cómo integrarlos, pero ese es otro tema. Mientras el murmullo crecía yo pensaba. No sé… los gestos y los silencios juntos con las palabras… no sé, puede ser… quizás.  
El paseador
Autor: gonza pedro miguel  216 Lecturas
   La muerte de una idea Encuentro mí realidad anímica  como parcelada, dividida  por estratos. Unas veces arriba otras abajo. ¡Hoy otra vez en el sótano! Cuando intento poner por obra mis palabras. Soy un ser en lucha. Un campo de batalla contra el reino del silencio y como única arma: Mi razón estéril. Necesito ayuda, un objeto, una palabra, una mirada, un algo que despierte mi imaginación… Nada… Soy una hoja en blanco, una letra sin sentido, un ser sin motivo…         La muerte de una idea Que con tan pocos y naturales dones. Tropezando y cayendo confundido. Torpe, ciego y errado en todo destino,           con inseguras,  discordes y pobres rimas: Busco la idea que misteriosa se esconde, en esos oscuros y desamparados borrones.                                                                                                Tuve una idea, pobre, flaca, desnuda. Como fruto, como criatura: vacía. Silencio dormido de una idea que muere pintada de gris, cubierta de oscuridad. Muda sordina de una idea, que mi pluma no sabe escribir.
Mi amigo Milonguita Capanga  de la noche entre  bailongos y canyengues. Nunca entra mal parado en la topada, ni con el tranco errado. Con los tamangos gastados de tanto yirar y yirar, al compas de un bandoneón, entre  un corte y una quebrada, en una baldosa dibuja, con aire compadrón.  Pide cancha y así se gana alguna mirada de precio de alguna pebeta, esa que nunca faltan,  haisito nomas   conquista  ayudado por la facha y esa labia de romántico soñador.
Cómo me siento: Abandonado como un recuerdo viejo. Estar solo está bueno cuando es una libre elección, pero cuando es una soledad enraizada  en la fantasía de tenerte;  esperanza frustrada e inútil, entonces  uno siente como aterradora esa soledad, que llena todos los espacios disponibles, como esta nutrida ausencia. ¿Qué me queda? Sobrevivir a este silencio mortal. ¡Cómo extraño esos pasos que saben mi compás y el ritmo de mi cadera!
Cómo me siento
Autor: gonza pedro miguel  267 Lecturas
Bohemia …A veces cuando estoy Queriendo soñar, Perdido entre los relatos, Encastillado en los cuentos Abrazando en esa tremenda inocencia: El deseo de escribir… PMG     En la peor noche, con mi mejor amiga: la pluma.  Vacía de soledad vi estas páginas en blanco, irremediablemente me nació el deseo de escribir algo…pero,  un miedo atroz y paralizante se apoderó de mí. Siempre me da miedo comenzar un texto desde cero, porque son muchas las cosas que uno puede poner  en una hoja en blanco.  El miedo está en mí, como una fuerza que me empuja a callar y como en un presagio inminente, como en una revelación, presiento la incertidumbre de no saber cómo comenzar, ni que decir…pero, a pesar del miedo, una hoja limpia siempre es una invitación que no puedo resistir. Este presente incierto,  me revela viejos deseos, antiguas carencias que se remontan desde cuando era un niño en mi ser, queriendo soñar, perdido entre los relatos, encastillados en los cuentos, abrazando en esa tremenda inocencia el deseo de escribir. En ese tiempo, el espejo donde me miro está entre los grandes de la literatura y ellos, mostrándome el camino, en eso que puedo y quiero ser y aun no soy. Son estos los que pasaron a ser los resortes vitales de mi pluma. Esa fuerza propulsora se despliega y se ensancha hoy, en  la mera posibilidad latente en este papel en blanco, con cada letra, con cada palabra, con cada idea, con su existencia de algún modo rompen el silencio. Quizás este texto termine en una posibilidad frustrada como otros tantos textos, o tal vez logren, de algún modo, provocar un comentario favorable de tu parte,  aunque no sé, tengo  la esperanza de que un día  de estos, por causa de unos de estos textos me considere un escritor o poeta, por ahora me quedo, con la menos presuntuosa de saberme, un pobre de las letras. Me lo digo a mí mismo en castigo de mi mediocridad, muchos son los que escriben y pocos los que saben, yo reconozco que soy parte de los muchos que no saben y esto no lo digo por  este orgullo enfermizo  que  me asiste, muy por el contrario, quiero aprender y escribir bien, por lo tanto, no limito mis aspiraciones literarias, yo sé que lo reproches solos no alcanzan, pero  son necesarios para crecer, para reconocer las erratas y también para los perdones. Muchas veces me he interrogado, si puedo hacer algo que le dé un poco más de sentido a mí ser y de paso justifique mi existencia. Quizás  con mis intentos de versos, pueda dejar atrás  mis torpezas y los largos silencios de mi pluma junto a las  sombras de la vulgaridad, hasta encontrar el camino. Hubo un tiempo en que me creí inteligente, mucho más de lo que hoy me confieso, pero mi pluma porfiada y trabajosa se cree capaz de grandes cosas, cuando la pasión me desborda, sin miedo al absurdo,  tiene su oportunidad y un motivo para escribir, o cuando  me ciega la pasión, o me muero de ira, o me rompo en la ignorancia al huir de mi confusa suerte. Otras veces con un poco más de suerte,  encuentro  la enmienda y la salud de mi pluma en la soledad.  Buscando el privilegio de poder imprimir lo que me nace en el pensamiento de mi humana suerte, las penas contenidas o la dicha provechosa de un amor, cualquier tema, lo importante dejar que la tinta fluya; pero claro, la idea es hacerlo con altura, con dignidad.  
Bohemia
Autor: gonza pedro miguel  221 Lecturas
Vida Descubriendo a Borges.  Desde hoy mi maestro, mi guía. Antes no lo entendía. Ahora me declaro su admirador. Algunos textos son la llave y la puerta en la razón oscura, marcan el camino, iluminan los pasos. De: Las ruinas circulares                     ¿Qué idea más sublime no engaña?                   ¿Qué verdad más clara no confunde? Vida Encuentro en vos lo que la razón inventa y multiplica en lo falso esos dones, de esta Historia y este Tiempo, mezclados de sueño y  pasión, como otra dimensión de lo real. Vida Encuentro en vos, lo necesario de lo inútil. Reverso vano de esa necesidad fútil, impregnada  y dominada del azar. Busco y no encuentro la estrella,  ese punto cierto en el albur, entre la razón y el escepticismo. Vida       Encuentro me resignado a vivir y a morir. ¿Dónde está la frontera de mi humano ser? Busco esa esencia que mi ser esconde, en esa ilusoria y sutil ironía  llamada razón, que me dice que mi ser es y no es. ¡Oh! Naturaleza humana, espejo de las memorias, llena de ficciones y espejismos, donde nacen mis anhelos, y mueren  mis esperanzas. 
vida
Autor: gonza pedro miguel  199 Lecturas
Le digo a esos pasos que  saben mi compás y el ritmo de mi cadera: En este trueque me quedo: Me das un beso, te doy otro 
Si enamorarme no me costó nada,  olvidarte me cuesta todo. Es porque me valieron sagrados tus ojos, que al perderlos perdí la paz, perdí la calma` Y peor aún,  perdí mi alma.   Un poeta nace llorando vive soñando muere amando   Iba en pensamiento goloso cuando columbraron mis ojos: Veo que su sonrisa me mira, entre suspiros de esperanzas,  la miro y pienso ¿Me lo dicen a mí? Esos ojos tribunales, azules, mágicos y fatales, me dieron alas y yo, me lancé al aire, dejó una huella y  yo, seguí sus pasos. Fue una mañana de enero. Ella era como yo, un poco libre y le dio algo de crédito a mi alma, de donde yo pudiera cobrar alguna esperanza.   Como en una lectura crítica, para ser pensada de nuevo, su imagen como una idea que merece un repaso, como un libro la releo en mis insomnios, desnuda la sueña mi mirada. Con un pie en la tierra y el otro en el cielo, curioso espío en mi interior para ver si mi esperanza crece. Mis ojos devotos no la soltaban,  oído, gusto, tacto y olfato, tampoco se resignaban. Por la abundancia de sus dones, mis cinco sentidos prendidos a ella quedaron.  Detrás de ella, alas son mis ojos, llenos de contemplados desafíos. Poética obra,  inexpresable como inimaginable, éxito sin precedente de una ilusión romántica. Grabaré en piedra o en bronce los tópicos de su feminidad con versos invocados desde su ser. Sin cargar la conciencia  medí… y me hallé capaz y suficiente  hasta aventurar mi fe…entonces me favorecieron sus ojos: No lo dudé, solté el freno, perdí la rienda, me apoye en mis versos que ya los tenía ciertos y así… tardos y vacilantes sus pasos, me fueron llegando. Estas líneas en blanco no alcanzarán a cubrir los muchos elogios que para ella tengo, una sola de sus miradas  basta para entorpecerme, para quitarme el raciocinio y terminar  embobado y sin sentido. Mi ser que se sabe dominar pierde su cuota de control en su trasatlántica  mirada, en ese momento crítico, cuando me mira, me vuelvo un idiota y ella lo sabe, se da cuenta que me explota por los ojos, en ese preciso instante me brota un deseo y una pasión que nunca es calculada, me nace así, espontáneamente, casi instintivamente y sin buscarlo. Siempre hay una zona equívoca, no sólo en las palabras, también en los gestos y los silencios, y ella sabe pasearse muy bien por esos lindes de lo difuso. Coquetea ella con esas miradas conspiradoras que impiden justificar mis tímidas sospechas, mientras yo, me conformo sólo con mirarla en esta dicha sin pretensiones, para luego tenerla vigente en mis fantasías. La única felicidad que parece posible: El sueño, sueño donde yo recibo en alarde de sinceridad  todos los elogios de su mirada. Ella  funciona como un fijador para mi  pecho, sus ojos, sus manos, su pelo; no  necesito esforzarme para recordarla, soy  un espectador inclaudicable de su belleza.  Yo también ya  quisiera  que  ella  pudiera,  como yo,  retenerme en  la mirada y  que mutuamente con la misma  franqueza  nos recordáramos…pero ella a veces, me mira con una atención  de segunda mano, con una mirada pobre llena de numerosas cautelas, en esa frontera imprecisa de la amistad. Otras veces es  sostenida  su indiferencia,  mientras  me ejecuta  el  éxito de  su tímida crueldad;  casi sin convicción a veces me escucha, con sus respuestas monosilábicas parecería que niega mi existencia, mientras yo, siento el peso de toda su ternura obligada, pero otras veces, con más suerte, siento como brilla sobre mí, el sol de su mirada y veo  como me contempla, como si yo, fuese un espíritu importante, quizás por la poesía, no  sé, quizás se imagina hablando con un poeta, no sé…  dudo, mientras su voz me arrastra y yo, sin poderme resistir, hasta dejarme con la voz temblorosa y quebrada; ella mirándome y yo desesperado, confirmando que cuando ella me mira y me habla, el mundo es un callejón sin salida. Por eso siento que,  cuando me habla, me quedo sin defensa y recubro mi cobardía con gestos forzados de amable cortesía, soñando con esa posibilidad, quizás vana, de que me pueda corresponder  su amor. En un momento así, sólo pensar en su ausencia, me desvela. No le temo a la muerte, si no a una idea de una vida sin verla. Todo mi temor se precipitó el día que me presentó a su novio, se me encharcaron los ojos; yo le dije rojo de vergüenza: Es de felicidad. Mientras pensaba: A ella la fortuna le dio un amor y a mí… a mí sólo la amargura de los celos, junto con esta  bronca,  bronca que en mi mano es la que se levanta y se hace puño y golpea mi pecho. Aquí, en mi mejilla… en esta mejilla ,la despedida; quemándome la mancha roja de sus labios y yo, mirándole a los ojos, queriéndole llegar al alma, preguntándome cómo sobrellevar el mañana. Yo lo intente con mis versos y con la fuerza que mi ingenio prometía, pero virtudes ajenas pudieron más y mostraron el puerto de mis fracasos. Como lamento esos besos caídos privándome del placer de los sentidos, ya me ofenden con sufrido daño  en lo esquivo de su mirada. En un momento así, tanto odio mi suerte, tanto duele mi dolor, tanto quiero mi muerte. Recordando o mejor dicho, intentando olvidar su gracia prescripta, después que de mi destino desapareció,  ruego, suplico; que ni en mis ojos, ni en pecho, que de ella ni la sombra quede, ya  mi pena a su castigo dejo. ¡Qué la espuma refrescante  borre en esta  noche de farra! ¡Qué suba hasta los umbrales del abandono y llegue hasta  los vaivenes en esta tierra firme en borracheras que se pasean por el fuego de su castigo! Primero fue la música,  la risa, el barullo, el bochinche, después el vino tiró para otro lado, filosa la bronca entrando a matar, así nació la tristeza, y el llanto, que el vino no quiso calmar. Merodeando en el habitual laberinto de los abandonos, llenándome de culpas y de pánicos en el cuenco de los desalientos, sin apogeo piden mis brazos algún abrazo, quizás un día  pueda el amor hacer algún  alto en este desaliento, o quizás es falsa esa invitación de la vida hacia la vida. De la nada, hacia a la nada va mi vida con sus grietas en mi cielo y en mi tierra donde mi sol esconde su vergüenza, flotando entre mis miedos. Ahora ya sé que  los sueños incumplidos son pequeñas muertes, las dudas: Sus espantos, los olvidos: Sus asesinos, pero  a veces quisiera olvidar la muerte, recordando en ella un momento de goce, un minuto de gloria, o un día de esperanza en ese paraíso de contemplación purificado. - Mi soledad, un síntoma de su ausencia. A ella, siempre la esperaré, aunque mi espera sea inútil. -Tu  espera será la viva expresión del masoquismo humano, hay cosas más altas que llorar por un amor perdido. -¿Qué puede ser más alto que el amor? -El amor es esa profunda e íntima  comunión entre dos seres, si eso nunca existió o si eso se rompe lo que queda no es amor, aunque sea insoportable no, no es amor, el pasado ya no es tuyo, sólo es tuyo ese barroco nostálgico recuerdo. -Me quedaré  esperando de ella ese tónico abrazo. -¿Esperando…?  la paciencia es tu enemigo, quizás te canses de esperar. -Tanto la esperé y siempre a destiempo, quizás tengas razón, quizás no. - Conformarse a esperar, esperando en la esperanza,  esperanzado en un sueño, ¿Soñando qué…? Deja tu agonía de llorar junto a las ruinas, antes que la vejes nos escombre,  antes de que sea tarde para opinar diferente, si no  ¿qué haremos con este cuerpo que está de más y con lo que nos sobra? - Dicen que:  “El tiempo siempre te acomoda a tu lugar”, y yo no puedo más que esperar. Desde la razón o la locura, desde mi fe más pura, no puedo hacer otra cosa que esperar. - ¿Qué, esperaremos que la vida nos borre como a un error?      Yo creo que la única presencia que puedes abrazar en esa biografía de la nostalgia es su ausencia in vitro en esas fotos guardadas en tu celular.  Si ya  no hay palabras,  si ya están o si ya  fueron todas dichas,  sólo queda este informe de su ausencia. -Pensar que en su mirada era, con esa mirada tan de mi alma, ahora presagio de sombra y abismo de olvido. Yo sé, la espera duele…pero a veces vale la pena. -¿Qué,  tu lengua no se cansa de tanto nombrarla? ¡Eso no es memoria, sino tormento! No mires al pasado que te distrae del presente y no miras el futuro. - Una vez, azules me miraron sus ojos y se mezclaron con el verde de mi esperanza, esperanza que jamás antes tuvieron mis ojos. Despuntadas las flechas que me atravesaron, mortalmente herido de amor, ahora ya no la puedo olvidar.  Qué  puedo hacer si el deseo y la pasión  mueren por manifestarse, me brotan por los ojos, se desprenden por las manos y me explotan  por el pecho. -Si cruzas los límites de la razón, con  el cuerpo despedazado y roto las carnes, dolorosamente ensangrentado del pelo de la cabeza a la planta de los pies, en  agonía que arranca el alma, tanto  que,   entre un difunto y vos no habrá  poca diferencia ¿No abandonarás  la vida en lecho de doloroso duelo? -Amortiguados mis sentidos, quedando mi alma floja y sin fuerza, ¿qué más puedo hacer, sino aferrarme a la esperanza de volverla a ver? -Estás en el lugar equivocado, corriendo detrás de las fortunas que se disipan con la vida y se pierden con la muerte, engañado por la promesa de fortunas verdaderas, así la vida no cuesta nada. -Con mucha librería en los dichos, defiendes la vida,  que muchos la estiman y la tienen por buena, pero es  una verdad mesclada de mil mentiras…sin ella no se vivir. -Como  tu  sombra  no  me puedo negar, te  acompañaré  vagabundo y  sin provecho, representando tu tragedia por los tablados del mundo en el teatro de la vida… pero los recuerdos así, tarde se curan  y  para  siempre duelen,  que lo mejor es  aprender  a vivir con  ese hermoso  recuerdo  mirando  al  futuro. Muchas  mujeres  hay con   espíritu  noble  y titulado,  que si no  la aventajan en hermosura y verdad, otras no se quedan atrás. -Para que me entiendas, imagina. Recogía en ella, las flores de su mirada, tan solo en mera contemplación y con cada pétalo de visión sacramental,  soñaba con los misterios de su voluptuosidad. Cruel aventura fue pensar su mirada sobre la mía, pero cómo evitarlo si de ella brotaban  destellos  deslumbrante de gloria, sueños de inclinaciones ardorosas, tan sólo para entregarme perdido a la razón de sus leyes, hacia donde me arrastraban sus dones. Ya en los lindes de la revelación; me invitaban  a una excursión por los campos de la poesía, para volver a los hechos milagrosos  de su ser. Su pelo, sus ojos, la voluptuosidad de sus curvas, sus piernas entre cruzadas, laberinto de suntuosa complejidad, ahí, cerca pero lejos desgarrando entre el hecho y  el deseo. Tan solo te muestro uno de los modestos tesoros de comprensión  de los innumerables finos matices que revelan su gloria desnuda, que para mí fue terror de adoración de ese asombroso retrato, que establece la tónica a toda mi vida, fijan la clave en sus ojos, y tallan su forma en la vid de mis versos. Yo me pregunto ¿Habrá otra igual? Para olvidarla, no  hay  más  tiempo,  te dejo una gota de mi llanto, esa que al caer no se olvidará de ella.
la espera
Autor: gonza pedro miguel  311 Lecturas
Bohemia II   Con mi vocación de permanecer Quisiera yo  morir Y volver a resucitar  en mí, Con mi alma escrita en un verso,  con la libertad de mi pluma Encendida y viva en su mejor milagro, como aguda flecha, Sembrada y nacida en una metáfora. Como pregonero labrador, quisiera yo Pasear por los lindes del sueño entrar y salir de la luna y el sol donde se labran los  hebras que tejen la trama de mi texto, mi contento verdadero, mi  perfecto verso. PMG Un día como este, ocioso en el tiempo, leyendo mis escritos, descubro los muchos y los malos errores que tengo, lo poco que vale y cuesta mi letra, la dura corteza de mi pluma, lo  amargo y desabrido de mi tinta, tan costosamente obrado en lo más, que un texto se pueda encarecer, aunque lo lime y lo lustre, quitando o agregando aderezos, para que calce según las pasiones de mi pecho, pero…aun así, no hago suelo ni pie firme, ignorante, ciego y torpe en las buenas obras. Me percato, no califica mi pluma con nobleza ni con altura. A veces, me siento tan pobre de ideas, desnudo y falto en la razón, creo que voy caminando a ciegas por estos pedregales, como un loco en confusa suerte,  hablando a tontas, dando voces al viento, clamando en el pensamiento, suplicando entrar en el reino y señorío de la imaginación. Yo lo leí, se que existe, ese lugar sagrado, ese mundo donde la libertad flamea, de un lado al otro en olas de ideas,  a  ese mar sin límites  quiero entrar y acortar distancia a nado, yo sé, que si logro entrar, puedo aprender a soñar despierto… quiero entrar y así, abrir mis alas, para corregir mi ser de tinta y de papel.  ¿Cómo puedo suplir la falta de mi ingenio y resolver mi vergüenza? ¿Cómo lograr que la diosa de la inspiración, me regale algún virtuoso efecto y mi palabra alcance la elocuencia en la voz? Quizás ganando el favor del cielo, pueda encontrar el remedio para mi pluma. Ruego al cielo para que le den  amparo  a mis versos fijen la clave y tallen su forma en el ser de mi pluma. Este, es uno de esos días de crisis, donde espero una respuesta del cielo; clamores y súplicas  fueron y regresaron pero yo…sigo esperando. En la buena tinta de viejos textos busco  la llave y la puerta, donde nacen mis anhelos y crecen mis esperanzas. Con las manos levantadas, con las rodillas golpeo el suelo ¡Oh! ¡Señor de la palabra! Así como el humilde, que anda pidiendo por casas y calles, necesita de un benefactor, así, con la humildad del que pide porque no tengo, te ruego, te suplico los dones para mi pluma.  Divina inspiración, si con tus favores quisieras coronarme, que tu luz a mis ojos no le falten, y que mi pluma siga el derrotero de tu camino, Sagrado seguro  a tu corrección me allano y tu alto consejo pido, para alcanzar claro entendimiento.  
Bohemia II
Autor: gonza pedro miguel  211 Lecturas
Ella:  la niña de mis ojos Mi mejor proyecto, mi verso más elevado, mi sueño mejor cumplido. La razón causa y efecto de mi ser en lucha. Pondré tu nombre en un verso para que quede después que me haya ido…  que todos vean cuanto te he querido. El duende de la fantasía, pintó de realidad mí sueño, que habiendo sido humano, te hizo ser divino. Es tu sangre de tinta,  son tus manos de papel y tus labios de rima, que destilan miel. Como el árbol de la vida, son  tus frutos de poesía.
2 de abril Algunos dicen: Son las pequeñas cosas  que hacen dichosos nuestros días. Yo pienso muy diferente. Esas pequeñas cosas me son indiferentes, si las tengo o no, si están cerca o están lejos, no me dicen nada: Son pequeña.  Para mí,   las grandes personas son las que hacen realmente  dichosos nuestros días. Poco te alabo por todo lo que te mereces: La generosidad  de tu alma, la caridad de tus manos, me elevan, me liberan, me confortan. A la luz de mis ojos deseo:                                                                                                                                                     Si quedó en distraído silencio tu razón, con torpes y ciegos pensamientos, y veas naufragar tus razonamientos. Alcanza las más altas cumbres,            por las escaleras de los alados sueños. Recibe los dones de los que suben tan alto, de las ciencias, las artes y las invenciones. Allí donde anidan luces, verdades y sombras. Entiende así las oscuras locuciones, Del espíritu, la razón y el entendimiento. Lumbre que rompe represas de estancados errores, elevando el ingenio, raudales de tu creatividad, con caudaloso torrente natural de ingenio. Bendecida es así la pluma, la tinta y el tintero de tu mano.
¿Poeta yo? Tomé mi pluma, amasé ideas, forjé poemas, templé metáforas. La sangre me dirá, lo que la nobleza Luego me confirmará, que con toda mi pobreza, ya mis letras son amigas de la Gracia; dejándose ver por la tela del cedazo, que con piropos se compran las galas, con que luego se regalan.
¿Poeta yo?
Autor: gonza pedro miguel  257 Lecturas
Entre luces verdades y sombra                                                                        Yo, fortuita cosa, con mi pobre y tosco ingenio,  de pocas luces heredadas, escaso de letras en el virtuoso efecto. Pero por la gracia o la fortuna que me visitó oportuno, de un árbol de libros me hice dueño. Su brote extraje de la biblioteca de Alejandría, con sus raíces rescatadas en el río del mágico Leteo, en sus hojas anida la sabia  tinta y el dulce fruto que poetas ilustres bebieron y que multiplicaron así los versos a su antojo. De raíces atrapadas y enredadas  en la historia, el tiempo y la memoria; convertidos esos ecos en  actos,  en palabras,  se despliegan hoy ante mí, venturosos como el viento. Es así como  puedo ver que,  por la morosidad de mi escaso ingenio algunas  ideas callan   su gesto fecundo.   Por eso, ruego, imploro al Guardián de la palabra viva,  que mis ideas no sean para el olvido, que no huyan de la memoria en procesión hacia la nada, como la letra sin sentido, como esos versos muertos que no dicen nada. Ideas amontonadas en masa incoherente que fluyen sin cesar, sin rumbo ni destino, en incesante vaivén. Versos al aire, ellos corren ligero con el tiempo, con la vida y con la muerte;  inútilmente, vacíos de contenidos, como  glosas inconclusas, de palabras que no cuestan nada. Engañados por la esperanza de metáforas felices, vagan hacia una futura forma póstuma.   Líbrame, Señor, de tan funesto camino, que no sea ese el destino de mis ideas, que no mueran en el intento como esos versos que no saben, y no dicen nada.   Divino guardián de la palabra viva, si tu simiente no fecunda mis ideas: El tiempo que devora la memoria y  destruye toda inconsistencia cegará toda reminiscencia, lo cubrirá con el polvo ciego como cubre las erráticas ideas. Sobre la letra muerta pasó el ayer, sucederá el mañana. Miren  como corren presurosos los segundos, los minutos, las horas. Vean que no vive el tiempo en la memoria de versos caídos.  Inexorable corren sus influjos. Observen como la letra escrita se sujetas a sus prisiones, si fueron buenos sus sueños de metáfora renacerá eternamente, y por el Dios de la letra viva será devuelta a la memoria y quedará estampada en la historia,  pero si no alcanzaron la altura y la dignidad  las palabras quedarán atrapadas en los brazos del olvido.    Señor, guía mi discurso por  la senda de la palabra viva, que de la más ruda materia pueda brotar la letra más bella; para que, luego, cuando mire atrás, las encuentre eternizadas, atrapadas y enredadas,  en la historia, el tiempo y la memoria.   Ilumina estos pobres y flacos pensamientos, que bajo el amparo de tus alas y tu consejo, me atrevo a mostrar, a todos los corregidores,  a  los que son y los que serán los sensores: Tribunales de la calle a jueces y fiscales, las virtudes  y los dones de esta pluma.
Al Gran Comandante En pocas obras humanas encontraremos tanta entrega vital y compromiso moral en difundir el resplandor de la virtud, de la equidad y la justicia social.     Al  Gran Comandante  Gobiernos de América Latina. Con una mano de inmundicia y de codicia, juntan con sobrada y evidente avaricia, con la otra desparraman saqueo y despojo. Triunfo soberano de la brutal tiranía, de la privatizada  pobreza y el vil despojo. Le  alentaron estas ofensas, a buscar de lleno la defensa. Tu voz: Proclama de la libertad, rugió furioso en tu pecho de acero. Con euforia y arrebato, se levantaron las banderas de tu pasión. Dijo el señor de la teología del libre comercio: “Enemigo sobre todo enemigo es la vos del pueblo Seré su capital enemigo. Sirva su pecho de brutal escarmiento.” Y así, el señor  del dinero, que sabe comprar silencio quiso comprar con la muerte el olvido. Que muera o viva, ÉL no le pide clemencia a la muerte. Nada dobló su voluntad. Tanto prodiga amores tu pecho, tanto que después sabes cumplir, su entrega inmortal. Ganar a la muerte una victoria. Vencer la historia y el tiempo. Perdurar en la memoria. Por tu historia tu sacrificio y tu sangre, Vivirá tu nombre atravesado en la historia, y tu historia  enredada  en la memoria de los pueblos libres.
Como mina que no tiene contra  Carita de pan dulce, carterita bajo el brazo, pollerita corta, taquitos altos. En una esquina, toda dulce almibarada; regalando luz y brillo. Así  gana un suspiro, dos miradas y tres promesas enamoradas.
La soledad Hoy tengo una sordera que no me permite hablar conmigo mismo. Los pobres mueren de hambre los ricos de hastíos y yo aquí… solo, sin poder hablar de frío.  
La soledad II
Autor: gonza pedro miguel  277 Lecturas
Retrato de una contrariedad Una duda que anima mi ser, que resolver no puedo, de dos extremos distantes, mi pecho no sabe escoger 
Un encuentro con vos ¿Qué sería el amor sin esta mortal Amistad de los sexos? ¿Un encuentro con vos? No  sólo será corporal Entre ambos hay ya un repertorio de Miradas, sonrisas con un toque espiritual De  tinte poético y musical. 
Me quedé sin palabras…….                                 La muerte de la palabra I No puedo decir lo que pienso; no puedo pensar lo que digo. Porque oscuras y cerradas son las palabras olvidadas. Palabras aisladas y silenciadas son las palabras encapsuladas      Se han perdido tu brillo y tu color,   se devaluaron las riquezas de tus sentidos.  El error grave y profundo,   crece en este suelo fecundo    ¿Quién podrá escribir simple y claramente   lo que piensa, dice y siente    con esta palabra, herida de muerte.
El espejo Ese mágico objeto, en cuyo lazo ninguno está seguro, si se rompe con presagio de mal augurio. Espej-ismo Si te miro, un recuerdo, y si no te miro un olvido. Labriego singular, súbdito del amor, la réplica de una fantasía es tu aporte. Leo mis fútiles sombras en tu claro reflejo, cosecho así una imagen pintada a tu antojo, tejedora de pinturas ilusorias y vanas. Si ahora, la juventud a tu puerta llama, si en el espejo de la belleza te miras, vestido de salud veras lejano, el oscuro destino al que somos llamados. Verás la memoria que guardan los destinos de perdidos reflejos clandestinos, con detalle de realidades banales. Superficie sutil; resplandor y destello del eco infinito de una imagen; son mágicos, tus áridos reflejos que  a la luz natural  imitas y multiplicas la virtud de lo profano.
El espejo
Autor: gonza pedro miguel  216 Lecturas
Pobre hombre Diré esto con holgura y atrevimiento: A veces lo quiero golpear, para apagar las infamias de sus dichos…  pero… mejor escribo algo.     Pobre hombre Que duro acero no cede ante tus afiladas uñas. Rapaces y avarientos son tus dedos, con las que llenas las arcas de tu madriguera. Como un mendigo atesoras el pan enmohecido que robas. Te crees buena persona: Yo lo niego y con evidencia lo pruebo. Imitas al gusano que pudre la manzana. Por eso a tu lado nadie descansa ni duerme tranquilo. Pobre hombre, siempre mirando el plato ajeno. Alas tienen esos ciegos ojos, lo que no lo ve, lo inventa y esa lengua de fuego todo lo convierte en cenizas. Murmurador y detractor de toda buena acción. Como la herrumbre que corroe   las cosas excelsas y dignas,  él  las convierte en viles y bajas: Emblema de la premura de su juicio imprudente. Tus cortos estudios y las escasas letras no son un freno  para esa curiosa lengua que tienes,  más de larga como de filosa ¿Quién podrá escapar de la infamia de tus labios mentirosos? Pensada ofensa de mí ser en lucha, ¿Cuál es el bien que respaldan tus dichos? Si tu oficio es de fabulador, de disfraza elocuencia. Apoyado en tus comentarios aderezados de gran ingenio para repartir maldades. No califica tu razón de nobleza: Antes retorcida,  así lo acomodas, enmascaras y lo pintas con la lengua para que calce según el talle de tu maligna idea; lo limas y lo pules, quitando o agregando según los caprichos de tu pecho. Sin miedo, ni vergüenza, sin temor a Dios: Siempre listo y en carrera, ligero  para hacer el maldades. ¿Qué buenas o dignas obras patrocinan tus manos? Si en tu madriguera tienes carta de residencia en el ocio. ¿Qué buenas obras financian tu pecho? Antes aborrecidas, declinadas y añejas son las incorregibles maldades de tu pecho, que gratuitamente regalas a diestra y siniestra. Hijo del ocio, ignorante, ciego y torpe  en las buenas obras, sabio y entendido en toda clase de malicias. No calificas con nobleza, más por tus vicios y mal ejemplo serás desechado y el aborrecido pago recibirás. Por las recurrentes  maldades  obstinadas de tu pecho: Necesitaras la muerte para que te crean buena persona… Pero ni con eso alcanzarás el abrazo sentido. Terminarás  la  vida abandonado y sin un perro que te huela.
Pobre hombre
Autor: gonza pedro miguel  220 Lecturas
De todas tus miradas De todas tus miradas quiero aquellas, las que me miran con atenuantes, las que me ven sin falta. Las quiero porque  que dejan huella. Mi pecho no se olvida de su hoguera, cuando tus ojos me dejaron entre cielo y la tierra
Cuando siento tu mirada Cuando siento tu mirada sobre la mía. Mi ser que se sabe dominar pierde su cuota de control, con la exasperación que le otorga tu figura.
La vida quiere olvidar La vida quiere olvidar la muerte, pero la muerte no tiene olvido, un día me descubrirá en su memoria, se acordará de mí, de este montón de huesos que eligió no agotarse a través de su pluma, quizás en un vano intento de perdurar y permanecer.

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