Julián Domínguez, había llegado al cargo de Jefe de personal hacía apenas dos meses. Debido a eso el contratar a la nueva secretaria de gerencia, era para él todo un desafío, eran muchas las cosas que se jugaban. Se quedó en su escritorio a la hora de almorzar y comenzó su elección. Indudablemente que seleccionó los curriculum de las jóvenes más llamativas. Luego, para no dejarse llevar tan sólo por las apariencias, empezó a separarlas por su competencia. A medida que pasaban las horas, la selección, se le hacía, más y más difícil. Debía esa semana entrevistar a la seleccionada para enviarla de inmediato al sicólogo, de ese modo a la llegada de don Javier, la elegida estaría en su puesto de trabajo. Eran tantas sus dudas, que decidió continuar unas horas más, al término de la jornada. Se encontraba en esa tarea, ya cansado, entonces decidió prepararse un café. De vuelta, halló uno de los curriculum tirado en el suelo. Lo recogió para colocarlo en el grupo de los no seleccionados, cuando escuchó una voz que le decía “dame una oportunidad”, miró en dirección a la puerta por si alguien había llegado, pero aparte del guardia, no había nadie más en la compañía. Lo colocó en el montón y nuevamente la voz volvió a hablarle. Se quedó quieto, tratando de agudizar sus sentidos. De pronto, la vocecilla dijo “aquí, aquí abajo, mírame por favor”; Julián no podía dar crédito de donde provenía esa vocecilla, “por favor, necesito este trabajo, no por mí, sino por mi pequeñita”. La foto de la mujer era la que hablaba. Julián acercó el papel hacia él, pero era sólo eso una foto pegada a un curriculum más. Bebió el café de un trago y decidió retirarse a casa; mañana estaría más repuesto y con la cabeza más despejada para tomar una decisión. Antes de dormir, prendió la televisión, los comerciales y nada interesante hizo que se fuera adormilando. De pronto, la voz de la mujer volvió a pedirle “Dame una oportunidad”. Julián se despabiló de un salto y se quedó mirando la televisión, la imagen de la mujer que había visto en la fotografía estaba en la pantalla, pero nuevamente muda. Decidió apagarla. “Soñó que iba en el metro atestado de gente como todos los días; leía el periódico. En eso, escuchó una voz femenina pidiendo la dejasen pasar en forma autoritaria, los pasajeros abrieron paso, y entre la muchedumbre apareció la mujer que venía en dirección a Julián con una pequeña en los brazos. ¡Es tu culpa!, le gritaba, ¡es tu culpa Julián!, murió anoche, me quedé esperando tu llamado, no pude comprarle su medicina, ¡te das cuenta lo que hiciste!, ¿Por qué no me diste esa oportunidad, si te lo rogué por ella? ¿Por qué Julián?....él se quedó paralizado por la situación. Las puertas del vagón se abrieron, la gente se iba bajando dándole miradas de reproche. Ella seguía frente a él, había tanta amargura en su rostro, sus ojos ya no tenían más lágrimas que derramar. En la pequeña, se veía una expresión de dolor. Despertó agitado, se bañó. Era más temprano de lo que acostumbraba levantarse. Se duchó por largo rato, trataba de entender lo que estaba pasando. Camino al metro se detuvo en las escaleras, inquieto porque hubiese sido un sueño premonitorio. Luego, se dijo a si mismo que eso era consecuencia del stress y que nada podía pasarle. Fue así. Nada ocurrió en el metro, eso le tranquilizó. Al llegar a su oficina, la inquietud se hizo presa de él, al no encontrar el curriculum. Revisó entre todos sus papeles, incluso retó a su secretaria, por el extravío de aquel documento. Se retiró más temprano, inquieto, por la imagen de aquella mujer que no se iba de su mente. Tomó el metro, anduvo vagando por las diferentes líneas, esperando toparse con ella. Ya tarde, y rendido por el ajetreo, se bajaba en su estación, cuando una manito pequeña le rozó sus dedos, al mirar hacia abajo, vio a la niña del sueño ingresando al vagón de la mano de su madre. No reaccionó de inmediato, y cuando corrió, las puertas se cerraron en sus narices; las golpeó desesperado, el guardia le pidió se retirase. La niña en brazo le hacía señas, la madre se giró para ver a quien, y entonces sus miradas se encontraron; dibujaba en su rostro la misma angustia que él había visto en el sueño. La niña estaba bien, aún era tiempo, podía ayudarla, quería hacerlo. El vagón se perdió por el túnel. Volvió desconsolado a su departamento. Se acomodó en el sillón y encendió la televisión. Las noticias de siempre desfilaban frente a sus ojos. En eso, un despacho en directo, le dejó la sangre helada. Se escuchó lo siguiente “....hace pocos instantes una mujer se quitó la vida junto a su pequeña, se desconoce bien las causa de su decisión, no portaba documentación, solamente un sobre y en su interior su curriculum, con el que se puede establecer que el nombre de la occisa correspondía a María de los Angeles........, el sobre tenía sólo el nombre de Julián.... ” Al día siguiente, en la oficina, la secretaria de él, comentaba con otra – imagínate niña, si era tan joven, quien iba a pensar que se iba a quitar la vida, fue anoche, salió en las noticias, cuando mi madre me avisó no podía creerlo, como me iba a imaginar que Julián se quitaría la vida. Dice que dejó una nota a una tal María de los Angeles........
fianma
Esteban Valenzuela Harrington
A mi también me gusta mucho Vangelis, me relaja y me inspira cuando escribo.
Un abrazo,
Esteban
Laura Alejandra Garca Tavera
Esteban Valenzuela Harrington
Amberian:
Entonces considerame tu amigo más allá de las letras, más allá de lo virtual, más allá del horizonte, de lo que tus ojos dejen de ver, por que ahí estaré cuando tu lo necesites.
Un abrazo,
Esteban
Amberian
Si tu sonrisa es como un rayo de luz
que alegra mi existencia.
Creo en ti amigo:
Si tus ojos brillan de alegría al encontrarnos.
Creo en ti amigo:
Si compartes mis lágrimas y
sabes llorar con los que lloran.
Creo en ti amigo:
Si tu mano está abierta para dar y
tu voluntad es generosa para ayudar.
Creo en ti amigo:
Si tus palabras son sinceras y
expresan lo que siente tu corazón.
Creo en ti amigo:
Si sabes comprender
bondadosamente mis debilidades y
me defiendes cuando me calumnian.
Creo en ti amigo:
Si tienes valor para corregirme amablemente.
Creo en ti amigo:
Si sabes orar por mí,
y brindarme buen ejemplo.
Creo en ti amigo:
Si tu amistad me lleva a amar más a Dios
y a tratar mejor a los demás.
Creo en ti amigo:
Si no te avergüenzas de ser mi amigo
en las horas tristes y amargas.
GRACIAS POR TU AMISTAD
AMBERIAN