Tanto sufrí, tanto creí llorar, tan solo pensé en mi dolor, y no reconocí: ahí estabas tú, tu como siempre tu, tan vulnerable te expusiste, tan fuerte y frágil para mi, como un vacio se lleno, así fue tu vida en la mía.
¡Olvidarlo quiero!
 
Egoísta como nunca fui, de tu vida me agote, de tu existencia abuse.
Ahora no puedo, más que lamentarme...
 
Y es que el viento arrulla por sus polvoreras a la astilla que pasa por las miradas tuyas. Terrible seria herir tus ojos...
No obstante, de ellas eres inmune, como lo eres ya de mis delirios, de mis tontas verdades y mis absolutas mentiras.
 
Ya eres llevado por los vientos terribles de la tempestad y ni una gota de mi llanto te inmuto, ni un lamento mío te mancho.
 
Como lamento ser ya nada  para ti, porque te tuve sin saberlo entre mis manos, te tuve y te sofoque sin abrazos, sino con olvidos, te tuve sin saberte cerca de mí.
 
Te perdí sin saber que te tenia, que entre mis sueños te escondías y entre mis delirios te perdiste…
Y ahora, ahora ya eres inmune a mí.
 
Odio imaginar, que seas atravesado por la basura de mis vanidades, de mis egolatrismos, pero parecen todos inmóviles ante ti, parecen esquivarte perfectamente, al unísono de un lamento, un lamento ya no tuyo, si no mío, no por lo que buscaba y no halle, sino por lo que encontré cuando lo perdí.
 
No olvides por favor!
Si es que aun están tus oídos para mi, que no, yo no soy inmune  a las sonrisas tuyas que ya no son mías, no olvides, pese al gran egoísta que parezco, que ahora que se que te tuve no puedo aceptar que te perdí, y que ahora buscas el ensueño, entre los laberintos de un corazón que te guía por el camino, no de una tonta que te arrojo a tu suerte como yo.
 
Cuanto lamento haberte perdido sin haberlo sabido.