Los Ruralistas (captulo FINAL)
Publicado en Aug 26, 2009
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Epílogo, en el funeral

Maurissio y Facundo y el abuelo y la abuela achaparrados bajo el toldo. La lluvia caía gorda y helada. Terminaban el mate cocido, verde, recién servido; en la cocina de campaña. Facundo quería más galleta, pedía a su abuela tirándole el brazo:
            Estése jucióso ché, retó la vieja. No´ai ma´ gayeta pa´ náide ya.
            Facundo protestó, rezongó, amagó con largarse a llorar, decidido; y finalmente calló un rato. El abuelo lo miraba torcido.
            Como pato al arreador, pensó el viejo.
            La multitud se movía mansa bajo la lluvia, melodiosa, ronroneante en la bruma de cocinas y fogones, andando un único andar: suspendido y penitente: miles y miles y miles y miles de fieles enlutados en el funeral de María Eva.
           Hasta la lluvia parecía dolida.
           Vo´abía dicho qu´la Evita´ra juerte como´um yaguareté. Maurissio habló imprevisto: Y aorita ta´muerta, le decía a su abuelo. Evita ta´muerta, decía.
            Pe´o cáyese ´euna güena ve´ muchachito malinpuesto, terció la abuela.
            Maurissio la miró, y la miró, atrevido. La vieja se persignó tres veces y farfulló algo.
            Sabandija, irreverrente, escupió al fin. El abuelo y Facundo miraban el pleito ensimismados apretando risas entre ademanes y codeos. Usté e´un mocosito como pa´anda´ priguntando tanta cosa a'su agüelo.
            Maurissio contuvo la saña y se arrellanó encuclillado.
            Y aorita se´me cierra bien´el pico, concluyó la vieja. ¡Chíto!
            Maurissio calló la protesta, rencoroso. El abuelo lo miraba torcido.
            Llovía.
            ... a escondidas Facundo dilató un gesto burlón al primo. El primó masticó bronca y arrojó un trompazo a la boca de Facundo. El primo devolvió la porra y en un pestañeo los primos se trenzaban en combate perruno batiéndose a golpes y mordiscos entre el charco de agua helada bajo el toldo en la cocina de campaña: forro puto s´carto f´esso culo roto, se insultaban, negro catinga, se decían, chupa-pija, gritaban, fieros, revolcados en el empedrado. El viejo reía, y arengaba a sus nietos en rima gallera.
            La abuela al fin logró separar la trifulca; el gentío se reunía en ronda.
            Ya´iva´ve´ cuando istemo en casa, rezongaba la vieja. Ya´iva´ve´. Acomodaba la traza a los jovencitos y los devolvía a la cordura: ¡Qu´vergüenza! ¡Qu´vergüenza! La vieja afligía escandalosa: En´l velatorio d´la Señora Eva, ¡peliando, diciendo palabrota! ¡Qu´vergüenza!
            El viejo se puso serio. Como pato al arreador, pensó.
           
La multitud marchó copiosa durante tres días con sus noches, serena, bajo el ansia la lluvia y los toldos; tendida armónica en el dolor de la orfandad. Como un nuevo testamento, hecho úlcera, el largo adiós de los obstinados. El murmullo de antorchas...
            Funeral. Tristezas y rezos. Y todo el frío.      
            María Eva se despedía. Para siempre.
 
 
FIN a la segunda entrega de los Folletines Criollos
PROXIMA ENTREGA: "Colonia Wanda"

 
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Foto del autor Martin Fedele
Textos Publicados: 46
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Descripción

Palabras Clave: Folletn Fedele Ruralistas

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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