MIRA
Mira a los hombres derrotados, observa sus pantalones donde las manchas de la vergüenza son indisimulables. Forman una larga hilera que ocupa todas las calles y se pierde en todas las manzanas. Mira a quienes levantan el puño tras las alambradas, sus guardianes, los perros policía y el espanto pintado en el aire de la mañana. Y debe pasar una larga jornada para que el escenario del miedo se apague y la noche nos socorra a todos. Mira a los hombres derrotados. Estamos aquí desde siempre.
EL BANQUETE
Para ti no hay ni las sobras. Para mí tampoco, para ninguno de los nuestros. Ni siquiera la música, el  aroma, lo que quedó de las luces, el hartazgo de la madrugada. No estamos en la habitación, no formamos la conjura ni somos sus brazos ejecutores. Ninguno de los banquetes del oprobio contará con nosotros: morimos de hambre en la oscuridad de la pobreza. Donde ellos lanzarán sus carros de fuego y sus monigotes vestidos de soldados.