EN BUSCA DEL ALEPH.
Publicado en Mar 26, 2013
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                                                            En busca del Aleph. Se internaron en la selva, siguiendo sus instintos, siguiendo sus pasos perdidos. Se internaron en la selva llevando consigo tantas preguntas y el inminente terror de que esas preguntas sean respondidas. Por encima de todos los arboles el silencio espectral de todos los pájaros, un silencio de mármol. Entre nosotros, las sombras de un domingo caluroso que empezaba a extinguirse en el horizonte. Pronto será la oscuridad espesa la que gobierne nuestro rededor, y el silencio de mármol se quiebra, y el mármol, ahora son estrellas.
Que fue lo que los separo tantos kilómetros de la ciudad, dejándolos en estos terrenos olvidados por el tiempo, sólo en partes se ve el cielo, luego cientos de kilómetros bajo un techo de árboles, y la humedad que trepa por todo el cuerpo. Que busca uno tan profundamente, tan profanamente como un silencio? Que es eso que buscan sabiendo que lo único que quizás encuentren es la muerte? Pues  Néstor Aguada lo dijo. Pedro Silvestri quien oía absorto el cuento de este tipo.  Estuvo a cargo del interrogatorio, una sola pregunta podría generar una respuesta capaz de destruir el pensamiento universal. Preguntó como toda persona, dónde estaba? y qué año era. Le preguntaron su nombre a lo cual respondió pacientemente,  Néstor Aguada. Se quedó un momento mirando por la ventana la lluvia y Era de noche y llovía, y al caer era lluvia, pero después de caída era sangre (Edgar Allan Poe) dijo solemne, rió luego.
Que empresa lleva al hombre a alejarse de la sociedad. Silvestri no comprendía como hay hombres que se embarcan en aventuras, esas empresas son estúpidas para su interpretación del mundo, un mundo que para él se limitaba a 300 metros a la redonda de ese escombro que llamaban pueblo, jamás se alejó más de allá de las plantaciones de guayaba, y todo lo que estaba  a 100 metros más allá era un misterio absoluto, Silvestri nunca comprendió por qué hay personas que se adentran al mar, otras que cabalgan al viento, (que es eso de andar tentando a la gravedad), o esos que viajan por siempre, Silvestri jamás se aventuró siquiera a montar un caballo, leía una revista de prensa amarilla que le llegaba una vez por mes. Siempre dice que fue a la guerra pero es mentira, los del pueblo que fueron a la guerra jamás regresaron unos porque murieron, otros porque conocieron algo mejor que este paramo estéril.
Con otras averiguaciones que hice por mi parte descubrí que la comisaria donde Silvestri llevo al señor Aguada fue montada por él mismo, como su uniforme fue confeccionado por él mismo, y un gran día de cualquier día él se montó su comisaria y salió a la calle como policía de la selva, por qué iba a pedir permiso? Y, a quien iba  a pedir permiso? no hay por qué preguntar para sentirse héroe en lo que a uno le gusta. Al fin las cosas son así por estas latitudes. Y ahí estaban mientras la lluvia caía, repiqueteaba en la ventana y llenaba los campos.
No maté a nadie cuando digo era de noche y llovía, y al caer era lluvia, pero después de caída era sangre solo recuerdo a Poe. Silvestri miraba la ventana e imaginaba que él también podía decir algo tan peligroso, algo tan vehemente y  repentinamente en estos 56 años de vida, sintió algo por las palabras, como una emoción al escucharlas, así como la nostalgia que nos lleva a recordar un aroma, las formas de un cuerpo, el candor de una mirada.  Todo lo que puede decirse y el efecto que puede lograrse con las palabras, se sintió poderoso, omnipresente y elemental, pensó todo lo que podía lograr si ubicaba las palabras correctamente y las entonaba con exactitud. Es fácil gobernar cuando se tiene las palabras precisas y pensaba era de noche y llovía, y al caer era lluvia, pero después de caída era sangre. Miraba por la ventana y se tomaba la cara él también podía decir algo, debía decir algo, y lo dijo Con filoso silencio cae lastimando la madrugada. y se sintió a gusto con lo que dijo, estaba contento con su creación, decir es crear y destruir __imaginaba___  Aguada lo miraba y asentía con la cabeza, es usted poeta? __pregunto__. Silvestri no respondió siguió pensando en su frase, ambos miraban la ventana silenciosa de tanto tiempo sin abrirse, , y en esta noche lluviosa, la ventana era lo único que los comunicaba con el exterior, ese lugar que nos hace preguntar quiénes somos?. El exterior ese lugar al cual acudimos diariamente para reconocernos ante los otros, como seres únicos e interdependientes, necesitamos del otro para saber que existimos, alguien debe hacernos saber lo que somos, para ser. 
Afuera los curiosos del pueblo miraban y se preguntaban cómo pudo llegar Aguada caminado a un lugar que solo se llega en avión, hubieron quienes lo querían tomar como un profeta, dijeron que era un milagro de dios, algunos trajeron a sus hijos para que sean salvos, y se bauticen en nombre de alguien, de algún dios, no importa quien, de alguien. por fin luego de muchos años algo distinto sucedía en el pueblo y lo que sea que fuera distinto es una buena excusa para una fiesta,  Algunos se preguntaron qué derecho tenía Silvestri de retener al extraño en su comisaria al fin y al cabo él no era nada en el pueblo, pero al fin y al cabo también nadie es nada, hasta que decide serlo, Silvestri y Aguada son personas de dos mundos absolutamente distintos pero una tarde (que lentamente conversación tras conversación se fue convirtiendo en madrugada) se encontraron en una comisaria de un pueblo sumergido en lo profundo de la selva. Un hombre de mundo y otro que nunca se aventuró más allá de los límites del pueblo. Ningún tipo de paralelismo los identifica excepto claro, el idioma, y el silencio. Con filoso silencio cae lastimando la madrugada, y con el mismo silencio crecen las flores  Siguió Silvestri y contento con lo que dijo continuo, ve Néstor como también yo puedo decir cosas peligrosas. Y por qué piensa que es peligroso lo que dice?_ pregunta Néstor_, todas las palabras son peligrosas, a decir verdad  tiene usted razón Silvestri las palabras son extremadamente peligrosas, imagine usted cuando esas palabras forman una respuesta que nunca deberíamos haber preguntado. Dice, Gorgias que con las palabras se puede envenenar y embelesar.  Tiene usted algo que quiera saber una pregunta sin respuesta? no sabe cuan peligrosa pueden ser las palabras que debelen esa incógnita. Poco a poco la gente fue regresando a sus casas bajo una copiosa lluvia del primer día de mayo, Silvestri invitó un cigarrillo a Néstor quien agradeció pero no aceptó, fumo poco, debo racionar, vienen cada mes, si llegan!!!,  a veces hasta en dos meses no tengo nuevos cigarrillos. Fumaba disfrutando del cigarrillo y hablando de él __ es un buen tabaco de los mejores que se consiguen, el humo escapaba de la comisaria lentamente hasta mezclarse con la lluvia.
Y usted que preguntaría Pedro, cual es la pregunta que haría, que está dispuesto a escuchar. Pedro Silvestri miraba a Néstor Aguada, la fina lluvia repiqueteaba en la madrugada sobre el techo. Y algunas gotas se colaban a la pieza, debo cambiar algunas hojas de plátano comento Silvestri,( con admirable habilidad para escapar a la respuesta), esto lo hizo usted pregunto Aguada, la comisaria digo. Si lo hice yo a pedido del estado, yo controlo los límites de este pueblo, alguien debe hacerlo.
Poco a poco los faroles de aceite de palma fueron extinguiéndose en las casitas del pueblo y a pesar de la lluvia también se oía el rumor del rio.
Estas son las horas que me gustan,_ dijo Silvestri_. Cuando todos se duermen es cuando se despierta la noche y si haces total silencio la puedes oír, a veces llegan voces muy lejanas, quizás de otras tierras las primeras casas después de este paramo están como a 90 kilómetros del otro lado de la selva, cuanto tiempo caminó para toparse con este pueblo, que vino a buscar, si acaso vino a buscar algo, que puede traer por aquí a un hombre cuerdo, y quien dijo que estoy cuerdo? Silvestri! pregunto Aguada, su paciencia para hablar y su elocuencia lo dicen. No me refiero a que habla despacio, sino que habla las palabras que está diciendo, no que dice una cosa queriendo decir otra, el hombre que no tiene nada que ocultar es el hombre cuerdo, las palabras no pueden esconder nada por el contrario las palabras tienen ese cierto peculiar don de evidenciar  las cosas solo hay que saber escuchar. Pero volviendo a lo nuestro usted estaba solo en la selva? Uno nunca anda solo, siempre está acompañado verdad? Como en esas novelas de misterio uno nunca esta solo detrás del suspenso. Donde están sus amigos? Acaso se extraviaron en la selva, que buscan realmente porque usted todavía sigue buscando no? Sabe que es mi deber hacer estas preguntas usted está en un interrogatorio, cuanto tiempo caminaron en la selva? Que pasiones dominan al hombre cuando emprende homérico viaje. Que cantos oyó Ulises atado a proa. Son solo hojas para el viento, y se atrevan a la mar. Aguada lo quedo mirando no podía creer como un hombre que paso su vida encerrado entre estas cuatro paredes, y que a lo sumo conoce unos kilómetros más allá de los guayabales pudiera ser tan suspicaz en sus peguntas, y a decir verdad también en algunas de sus frases habían pequeñas palabras que satisfacían el gusto del lenguaje. El ritmo vertiginoso de la lluvia generaba un ruido blanco que hizo que Silvestri y Aguada entraran en una especie de transe, la constante fuga hacia el exterior, era la ventana. No va a contarme a mí?  Que estoy aislado de la sociedad que es lo que anda buscando por aquí, aparte de ser la autoridad de este pueblo soy su amigo ahora, nadie vaga por la selva tantos kilómetros para llegar a un pueblo que solo se llega en avioneta, usted puede considerarse un gran atleta por semejante hazaña. En agradecimiento por su hospitalidad, voy a contar mi historia ya que esto es un interrogatorio, aunque no esté mi abogado y usted no tenga nada que demuestre su autoridad. No tengo nada que demostrar, donde usted vive yo no soy nada que no deba ser, pero aquí a miles de kilómetros de tu sistema de pensamiento, yo soy todo lo que debo ser. Fuera de la comisaria la lluvia, los árboles, un pueblo durmiendo, la noche, y todo el silencio amontonado en cada rincón de la selva. Imagino Silvestri que usted conoce al escritor Jorge Luis Borges, si lo conozco. En efecto lo suponía. Por ende conoce el aleph, si lo conozco. La sinopsis del cuento la parte principal para ser específicos reza de la siguiente manera “uno de los puntos del espacio que contiene todos los puntos”. Sabe lo que eso significa?, por supuesto ver los sucesos elementales del universo, todas las cosas de la creación actuando en un mismo punto convergiendo y divergiendo todos al él todos de él. Pero entiende que significa más allá de eso, obvio el conocimiento absoluto, toda la información a su disposición, así es, exactamente, toda la información. Sigo diciendo que usted es muy suspicaz en sus preguntas y en sus respuestas. Y eso que tiene que ver con que usted se haya internado en la selva con sus amigos, pues por que todos perseguimos lo mismo. Ah ve?… dijo todos, así que estaba con amigos eh… cuantos eran? Silvestri analizaba el rostro de Aguada y Aguada tanto más lo miraba más le parecía estar frente a Carlos Argentino Daneri dueño del aleph, como este hombre puede hablar del aleph si solo recibe unas revistas de prensa amarilla, cada mes o quizás dos meses, como puede a veces expresarse con tanta propiedad, decir palabras interesantemente poéticas, nombrar a Homero entre sus muchas palabras excéntricas, y en su comisaria ni siquiera hay un libro que rompa el equilibrio visual de una pieza vacía y muda. Permítame una pregunta Silvestri de dónde saca usted tantas palabras y conocimientos sin siquiera tener un libro en su comisaria, los tengo en mi casa, pero alguien que entiende como usted de muchos aspectos, siempre anda con libros, siempre, es casi una ley fundamental irrefutable, Silvestri no supo que decir, se quedó mirando a Aguada. A tras de Aguada las paredes se iban humedeciendo por la lluvia que se filtra. Por fin  va a decirme qué relación hay entre el aleph y su estadía en la selva, los ojos profundos de Silvestri preguntando a Aguada, más que con las palabras con la expresión, presumo que usted ya lo sabe respondió Aguada, Silvestri reflexiono con sus ojos profundos con su rostro diluido por la acción del tiempo y el clima de la selva, en estos años de estar aquí de interpretar la vida desde este punto del mundo, no he adquirido el don de la adivinación.
Entonces bien sabe que el aleph consta de 14 páginas, lo sé, pues bien hay otras páginas que permanecieron secretas, páginas escritas por el autor pero nunca publicadas, son como anotaciones de autor, en esas anotaciones describe donde se encuentra el aleph luego de la demolición de la casa de la calle Garay. Donde vivió Daneri quien guio a Borges en esa experiencia elemental hacia el escalón diecinueve.
Y usted un hombre instruido en el campo de la ciencia cree toda esa charlatanería recuerde que lo que escribió Borges es una novela, nunca pensé que un relato de ficción iba a movilizar a un grupo de personas a semejante aventura, sepa usted que la ciencia es quien más afán tiene de probar estas teorías, aunque yo creo que usted sabe más de lo que demuestra. Además seria antipedagógico quedarnos varados en la rutina del no hacer. Así que marchamos a la aventura_ respondió Aguada. Y que consiguieron eh? acaso encontraron el dicho aleph, soltó una breve sonrisa irónica y continuo fumando. Aguada sintió un breve escozor en el cuerpo, este hombre lo estaba poniendo nervioso, Una mosca volaba en la sala de la comisaria, afuera un breve silencio, una tormenta de hojas.
Dígame una cosa Aguada acaso en los capítulos esos que usted nombró dice que en la selva está el aleph de Borges, no de Borges no! de Daneri, Borges apenas espió a través de él, , Ah? solo lo vio! bien, bien. Pero que dice el capítulo que leyó usted, acaso dice en el árbol de guayaba, o en el árbol de pindò, o debajo de la piedra está escondido el néctar del saber el dicho aleph. Y en caso que diga de la piedra de que Piedra? déjeme decirle que es admirable la voluntad de usted y su grupo de colaboradores para emigrar  hacia lo desconocido. Dígame usted, que pistas siguieron? cual fue el móvil a seguir? no son personas que empezarían a buscar sin saber dónde empezar, estoy tan curioso de saber que decía ese capítulo secreto,  imagina usted lo que representa para la literatura latinoamericana y porque no universal, un capitulo secreto, además este cuento, el aleph, no tiene medidas, un capítulo más escrito por Borges que estuvo ausente del alcance del lector por años, por qué? Porque estaba siendo manipulado por unos locos que persiguen fama, pero tenían la fama en las manos y no la supieron ver, querían dinero? tenían dinero en las manos y no lo supieron ver. Sabe al menos cuanto salen esos escritos de Borges en el mercado negro? Quizás millones, sabe la importancia que tiene para la literatura incalculable. Usted y sus amigos hubiesen cosechado mucha fama pero se lanzaron a la aventura, una estupidez admirable de todas maneras. Románticos no?  Aguada se quedó escuchando lo que decía Silvestri, y lo decía con toda la razón del mundo.
Aguada extraviaba su mirada por la ventana, tosía por el humo de Silvestri. Espantaba a la mosca con su mano y pensaba profundamente, sabía que inminentemente la pregunta no tardaría en llegar, le picaba la planta del pie, era como una cosquilla que le generaba un malestar insostenible, como la espada al distraído Damocles. La lámpara proyectaba la sombra de ambos amenazantes y obscuros, Aguada sabía que la pregunta vendría, la mosca revoloteaba en el silencio como el éter en el universo, ahora sí, el silencio está de fiesta! y cuando hay demasiado silencio es porque algo va a pasar. Aguada dígame (y pasó). Quién? tiene los manuscritos de Borges, Los tiene usted? El gesto, la expresión de Silvestri fue rotunda e inquisidora se veía en su rostro sagaz, el afán por leer los capítulos de Borges, como quien está destinado a un eterno deleite, como quien está condenado a ser el espantapájaros de todos los campos. Seria para mí un acontecimiento literario imperdible, poder leerlos, continúo Silvestri, Néstor Aguada estaba sudando en esa piecita, la humedad de la selva. Sudaba y pensaba en los días frágiles del campo, imaginaba sus pies en el rio, en los caminos del otoño hacia la casa de Mirjam, en las columnas de pájaros, en las mañanas de suave neblina, lejos de las fábricas, del atropello, y del reloj. Lejos de los automóviles, el televisor y las tarjetas de crédito, todavía había un mundo por realizar, pero ahora sin haber logrado nada Aguada tenía las esperanzas perdidas. Silvestri sabía desde hace mucho tiempo que yo estaría acá, estoy seguro que lo sabía. Su uniforme, esta comisaria, el pueblo, y hasta quizás la mosca  todo fue armado y pensado para cuando yo llegara, porque obviamente sabía que llegaría sólo, y obviamente sabe lo que pasó con los demás, cuanto tiempo estuvo maquinando esto? Que mente podría imaginar semejantes hechos. Alguien que teme es alguien que oculta. Por esta simple ecuación Silvestri está ocultando algo lo sé, estoy seguro. Como explica conocer ampliamente sobre cualquier tema sin tener libros, sin moverse de este pueblo ensimismado en la marisma de esta margen olvidada por el progreso. Sin computadoras, sin correo, sin escuelas, una respuesta tan simple como la ecuación misma, es fácil tiene acceso al aleph.
Se siente bien Aguada? Pregunto Silvestri lo veo ausente necesita algo?. La mosca se posa sobre el cuello sudoroso de Aguada como ratificando que la ecuación era exacta y Aguada no sacaba la vista de la ventana algo le resultaba extraño fuera de la ventana y no eran las velas de las casitas del pueblo, ni la lluvia cristalina de la selva, era otra cosa inexplicable, algo brillante pero tenue que tenía la atención de Aguada que silenciosamente observaba más allá de la ventana con la idea fija que Silvestri sabia donde se encontraba el aleph el perseguido aleph.
Yo Néstor Aguada, me he embarcado en una comisión científica para demostrar algunas teorías improbables hasta el día de hoy, nuestro método no era un estudio científico iba más allá de eso, intentaba andar los caminos de la ciencia y las artes e ir más allá aún, con afán perseguimos los misterios que envuelven al hombre, para desvelarlos y ser libres, para intentar atrapar a la felicidad ya no como algo abstracto, sino más bien como algo palpable y eterno, sólido y visible. No sé cuánto tiempo llevamos en esta tarea, pero como cuanta cosa existente tiene su finitud o ni siquiera existe, sea materia o sustancia, mi tiempo de buscar a llegado a su última instancia. La mosca resbalaba por el cuello de Aguada, estaba amaneciendo, las cosas seguían cambiando, la altura de las montañas, la profundidad del mar, los árboles y sus hojas, los gobiernos, la forma de las nubes, las tendencias filosóficas, las palabras, las palabras pensaba en silencio Aguada y parecía que el silencio sería eterno.
Se siente bien Aguada__ pregunto nuevamente Silvestri__ que permanecía de pie frente a la ventana. Conoce un arma más peligrosa que las palabras, el silencio lo es, el encantador silencio es más peligroso Aguada. No la ignorancia es aún más peligrosa que el silencio porque la ignorancia es atrevida.  
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Descripción

Cuento basado en el aleph de Borges.

Palabras Clave: silencio lluvia aguada poe selva mármol Borges neblina atropello fabrica reloj

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficción



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