Los dos retratos ovales
Publicado en Aug 19, 2009
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 “¡Esto es realmente la Vida misma!” volvió súbitamente
los ojos hacia su amada: ¡estaba muerta!
Edgar Alan Poe
 
 
La plaza principal estaba en plena actividad, los vendedores ambulantes ofrecían su mercadería a los gritos, corría el año 1887, Córdoba quería dejar de ser aldea para ser ciudad. Una mujer con el rostro demacrado y vestida de luto, apresuraba la marcha para entrar a la Catedral, con pasos firmes se acercó al confesionario, se persignó y se puso de rodillas, (se sintió un siseo).
El sacerdote habló con voz calma
-Dime tus pecados, hija mía.
-Padre, he pecado, he asesinado a un hombre.
-Pero... hija... como...  que dices...
- Sí... he asesinado a un hombre... mi esposo
- Pero...
            El sacerdote respiró profundamente y poniendo su mente en claro, dijo
-Bien hija, cuéntame
            Hubo un largo silencio, después
-Todo comenzó hace diez años, cuando mi padre, abatido por deudas de un mal negocio, perdió todo su capital, en ese momento, para continuar trabajando pidió una fuerte suma de dinero a un usurero. Pero los negocios continuaron mal y la deuda se acrecentó, hasta tal punto que se hizo incobrable, entonces el usurero, le propuso a mi padre, saldarle toda la deuda si le entregaba su hija como esposa, mi padre al principio dudó. El usurero era una persona por demás desagradable, feo; amen de avariento y déspota.
Pero los negocios seguían mal, y las deudas se acumulaban, la única salvación era el casamiento, y así se efectuó la promesa de casamiento y el compromiso se anunció a la sociedad, el casamiento se iba a realizar en la próxima primavera.
Todo ese tiempo, fue como un purgatorio que en vez de ser sala de espera al paraíso, era del infierno que me esperaba. Con la excusa de que no se hiciera pública la deuda de mi padre, la boda fue modesta y humilde, casi nadie de la sociedad fue invitado, salvo los familiares íntimos (amen de que nadie en la sociedad lo frecuentaba). Vivíamos en su casa, solos sin ningún tipo de servidumbre, ya que no le parecía adecuado alimentar más bocas de las que correspondían.
Mi padre me decía que esperara, que tratara de permanecer impoluta, que mantuviera el celibato,  que en algún momento sus negocios iban a mejorar y lo podría repudiar, pero era imposible no cumplir con mis deberes y una noche para evitar el repudio y que todo se volviera un desastre, tuve que ceder y así durante algún tiempo se consumaba, como nocturnos rituales paganos, que en vez de ser altares del amor, eran mesa de sacrificio donde se lo mataba. Egoísta en todo, también en esos menesteres lo era, una vez que él concluía con lo suyo, se hacía a un lado y dormía profundamente, dejándome envuelta en vergüenza,  dolor e ignorancia.
De esa manera las cosas de la naturaleza se sucedieron y, lo que tenía que suceder, sucedió,  quedé encinta, dando a luz a una hermosa niña. Eso lo llenó de ira, ya que él esperaba un varón para poder continuar con la estirpe y la honra de su apellido, prácticamente la crié sola, sin nana y sin él. Era tal su fastidio, que en lugar de hacerle un retrato, por algún pintor de fama, como se estila, una tarde trajo un retrato, quizás cambiado por alguna deuda, un retrato de una hermosa joven que ya se vislumbraba mujer, del estilo de las viñetas, consistía en la cabeza y los hombros, cortada a la altura de los senos, en él había algo de mágico e irreal, era hermoso pero, no era el retrato de mi hija. Al ver mi cara de enojo, él dijo en tono de disculpa, que era un cuadro de un famoso pintor europeo, que había estado un largo tiempo en un castillo de los Apeninos, por lo menos eso le  comentó el antiguo dueño, el retrato estaba enmarcado en forma oval, dorado y con filigranas en arabesco y lo colgó en el cuarto de la pequeña. Lo que el no sabía que ese cuadro estaba sellando su destino de vida y muerte.
Una tarde limpiando la pieza de mi pequeña, descolgué el cuadro, para limpiarlo por atrás, estaba recubierto por una tela, que se veía que había sido colocada a posteriori del cuadro, tomé un trapito y se lo pase para sacarle la tierra, cuando siento que en centro del cuadro había algo oculto, saqué los clavitos y aparecieron una hojas, en ella se contaba la historia del retrato oval, como si éste fuera parte de algún catalogo de museo, ya que la explicación tenía un número.
Era la historia del cuadro y de la joven, en el se narraba como la joven había sido desposada por el autor del cuadro, que como dijo él en su excusa, era un famoso pintor europeo, pero éste tenía como primera esposa a su arte. La joven sufría terriblemente ya que tenía que competir con pinceles, telas en fin, con el arte; lo que ella no se dio cuenta es que no se puede competir contra la locura, y ese era el estado del pintor, y al querer competir, fue arrastrada por ella. Se narraba también que el pintor decidió hacerle un retrato a su amada, gran tiempo tardo y la bella joven se fue consumiendo a medida que el cuadro iba surgiendo, hasta que una vez concluido, el cuadro tenía toda la belleza radiante de la joven, pero ésta yacía muerta.
La explicación más coherente sería que por los pocos cuidados que la joven tenía mientras posaba como modelo, la llevó a la muerte pero, yo sé que no fue eso, lo que mató a la joven fue su marido, la mato por su loco amor, era tal la locura de amor que le tenía a su arte en primer lugar y tal el loco amor que le tenía a su amada, que quiso unir los dos ¿Por qué? Porque para él lo único real era su arte, lo único que existía eran sus cuadros, y la joven no era tal, entonces decidió transportarla a su mundo, al mundo del arte. Por esa causa el cuadro irradiaba esa magia, ese espíritu, era el espíritu de la joven.
A partir de ese descubrimiento, es que empecé a elaborar mi plan para acabar con mi sufrimiento y mis pesares, matar a mi esposo de la misma forma.
Para realizarlo tenía que armarme de mucha paciencia, ya que el plan era en etapas, la primera etapa, era que yo aprendiera pintura, pero para eso sabiendo que era imposible que él me pagará algún profesor, necesitaba de una etapa previa en la que debía ahorrar, para pagarme el profesor, tres años demoré juntando centavos por centavos, le podía haber pedido plata a mi padre, pero en ésta locura solo yo quería estar involucrada. Una vez que tuve reunida la plata completa del curso de arte, tenía que encontrar una excusa para ausentarme por un par de horas de la casa y una amiga fue mi cómplice, ella inventó unas reuniones de lectura en su casa y se lo comunicó a mi esposo, que como no tenía que poner un céntimo, estuvo de acuerdo.
Así fue que poco a poco comencé a dominar el arte de la pintura y el arte de los retratos, cada día lo hacía mejor, y cada día el odio me movilizaba y me movilizaba más y más, odiaba con callada sumisión a mis pinceles, mis retratos y a mi profesor con la misma intensidad que odiaba a mi esposo, cada día con mayor intensidad y era ese odio el que me daba la fuerza suficiente para continuar con mi plan.
Una vez que concluí con el curso, empecé a pintar retratos en mi casa, eran pequeños retratos, fue cuando le dije a mi esposo que,  mi padre me había regalado una caja de oleos, una cantidad indeterminada de telas y pequeños lienzos como para hacer retratos. Él quedó encantado con los primeros retratos de gente desconocida , estaba tan admirado por lo que el creía mi instinto natural para la pintura que, y allí casi fracasa mi plan, insistía en que pintará a mi hija, que sería hermoso tener un retrato de ella.
Tanto insistió que acepté, pintaría primero el de mi hija. Temerosa de que algo le sucediera, hacía como que lo pintaba, pero en sí no lo hacía, él que en realidad lo pintaba era mi maestro de pintura que me cobró unas pocas monedas por él, una vez terminado el retrato de mi hija, descolgué el de la joven y lo puse en su pieza y a la  de la joven en el escritorio de mi marido, dejando un lugar para su futuro retrato, que a idea de él debía ser oval para que no desentonará.
Por fin empecé a pintar su retrato. Estaba llegando al final de mi plan, estaba asesinando a mi esposo, y así fue, aunque en algunos momentos pensé en el fracaso, ya que no se lo veía para nada desmejorado, es más estaba saludable y cada vez más molesto y enojado por mi demora, y con el hecho de que no dejarlo ver como avanzaba la pintura, ya que terminadas las sesiones yo tapaba la tela para que no la viera, y me justificaba diciendo que era de mal gusto mirar un cuadro no terminado y que quería hacerlo perfecto para perpetuidad de nuestro amor.
Y lo logré, al final cuando di el último retoque, dije ya está, él se levantó de la silla, miró el cuadro que hasta ahora no había visto, dio un grito de horror y cayo muerto. Los médicos diagnosticaron que se le paró el corazón, pero sé que yo lo maté.
            El sacerdote que había permanecido en silencio habló
- Hija, tu no lo mataste, como bien dijeron lo médicos fue una muerte natural con la coincidencia que eso ocurrió cuando terminaste el cuadro.
- No Padre, Ud. dice eso porque no vio el retrato, el odio que encierra esa pintura, es tan grande que no se lo puede ver directamente, hace mal, daña.
- Bien dices, odio, según tu explicación el pintor amaba a su esposa, pero tú lo odiabas a tu esposo, como explicas eso.
- Porque en éste caso el amor y el odio son la dos caras de una misma moneda, la moneda de la locura, que fue lo que mató a ambos y lo que hace que a pesar de ser distintos, ya que uno irradia luz, magia, vida y el otro irradia oscuridad, terror y muerte, en su esencia el terror y la locura están presentes en los dos retratos ovales.
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Foto del autor Orlando Jos Biassi
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Descripción

Un homenaje a Edgar A. Poe, continuacin del cuento El Retrato Oval, un pequeo juego literario despertado por la lectura del cuento de Poe.

Palabras Clave: Poe Retrato Oval Continuacin Homenaje

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio



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