Espérame
 
Espérame, como la madre espera
al hijo que vendrá
desde la candorosa caverna
de su vientre.
Espérame, como los enamorados
esperan en primavera.
Espérame, que no haré
vana tu espera.
 
Espérame, en las tardes soleadas,
en las noches estrelladas
que un día llegaré.
Montado en un carruaje de cariño
tirado por corceles de caricias,
a la luz del fuego del amor.
Espérame, que cuando llegue
reverdecerá el prado,
la hierba nacerá
y cantará el arado.
 
Espérame con ansia ardiente
que ya pronto florecerán
las flores del jardín, de nuestra dicha.
Espérame que volveré
a cobijarme en tus brazos
perdiéndome en la abismal
hermosura de sus besos.
 
Espérame que cuando yo vuelva,
ya no habrá distancias,
que separen nuestros cuerpos.
Espérame en las auroras
cuando nazcan los días
que cuando yo vuelva
nacerá nuestra alegría.
 
No te canses de esperarme
ni te venza la soledad,
es preferible esperar mil noches
antes que perder
lo que tanto se esperó.
Espérame con inocencia
pura del cielo
a los sones musicales
de la ansiedad.
 
Espérame cantando
porque cantando he de llegar.
Serás tú, el puerto ansiado
donde anclaré
mi barca peregrina;
para partir junto a ti
en la nave del amor
hacia el puerto de la vida.
 
Espérame en las auroras
cuando nazcan los días
que cuando yo vuelva
nacerá nuestra alegría.