¿Por qué tengo que huir,
como si fuera un ladrón de lunas,
como si fuera un fugitivo labriego,
un labriego de instantes efímeros...
por qué tengo que huir
por las secretas puertas de la noche furtiva,
por alamedas ocultas,
sin conocer una alborada en tus brazos?
 
No pido más,
yo sólo quiero enredarme en tus sábanas,
beber sorbo a sorbo el almíbar fragante,
el impúdico beso de la caricia prohibida.
Me está quemando el dolor,
ya no puedo asaltar las ventanas,
ya no puedo esconder los pretextos
en el esquivo silencio
de la brisa nocturna.
 
¿Por qué tengo que huir...
por qué tienes que deshacerte de mi...
por qué tienes que alisar esos pliegues,
aún antes de que estalle la aurora
y recibas dormida
en la alcoba fiel
a quien me roba tus sueños?