De los diferentes aspectos que hay que admirar a los americanos destaca el manejo excepcional que han tenido de la mercadotecnia.
La prueba de lo anterior se dará este domingo 3 de febrero de 2013 con la finalización del campeonato de fútbol americano profesional de la NFL (National Football League) y que se transmitirá por todos los medios viables a nivel global.
En el año 2012, el evento tuvo un record de audiencia visual de 111.3 millones de personas, 111.3 millones de consumidores potenciales de una infinidad de productos que van desde alimentos chatarra hasta automóviles de lujo, viajes transatlánticos y servicios médicos.  
A lo que voy con este artículo, es a que tal como los americanos logran crear una expectativa que tal vez duplique o triplique el número de la audiencia visual del evento, nosotros como escritores o aspirantes a escritores, debemos aprender a crear expectativas para nuestros productos y también debemos aprender a explotarlas.
La creencia de la separación "obvia" entre el arte, lo intelectual  y lo comercial con sus utilidades debe llegar a su fin. Como dicen por ahí, "Si las utilidades son un precepto maléfico, las pérdidas deben serlo al menos diez veces más.".
El principio fundamental de nuestra vocación, entretenimiento  o como quiera calificarse es ser leído, desde luego deben existir contadas excepciones, que dicho llanamente, son harina de otro costal. Volviendo a los que creo somos la mayoría, aquellos que escribimos para aportar nuevas ideas, creencias, críticas  y además podríamos hacerlo con un estilo claro, conciso y porque no decirlo, bello, ¿debemos sentirnos mal por tener una remuneración, una utilidad, un plan de mercadotecnia para nuestro producto terminado? Desde luego, que no.
Creamos algo que es, en primer lugar, leído, después, apreciado y por ende, demandado, ¿no es justo tener una remuneración por ese trabajo, por ese esfuerzo?
Respecto al título de este artículo. Parto de la aceptación de que todos, de una u otra forma,  nos vendemos o vendemos algo. Incluso, esto lo podemos llevar al cabo varias veces en un solo día.
Lo que generalmente ocurre en el mundo de las ventas, es que la mayoría de los vendedores (léase negociadores) atiende al caballo (léase cliente o prospecto) saciando su sed, calmando su hambre, cepillándolo, acariciándolo, en resumen consintiéndolo con la única finalidad de obtener su aprecio y su preferencia.  No está mal, es lo aceptado, lo recomendado para que todos los que queramos ser parte de su atención, logremos ser considerados para después tenerla, aunque a veces resulte que sólo obtuvimos una mínima parte. 

La otra parte de la historia, el reto, lo que es difícil llevar al cabo, pero no imposible,  es lograr que sea el caballo el pretenda nuestra atención. Poder conseguir que el caballo tenga sed y que tenga que, por necesidad y convencimiento, recurrir a nosotros. Esto es lo que denomino la Venta Absoluta, que es cuando nuestro producto, libro, artículo es buscado porque se esta convencido de que va a satisfacer una necesidad imperiosa. Cuando alcancemos esta situación, habremos conciliado y satisfecho el ámbito intelectual y comercial de nuestro trabajo.