Soy un pintor de murallas queriendo ser da Vinci; un picapedrero que se las da de Miguel Ángel; soy yo intentando enamorarla.
Ella sigue enamorada de su ex. Habla de él con tintes de nostalgia, melancolía y anhelo. Piensa que si lo llego a conocer entraríamos en conflicto, ya que formaríamos un triangulo amoroso, del cual sería la arista que se olvida para el equilibrio geométrico. Él le dedica canciones en su muro de Facebook; a ella le gusta, pues sale la típica manito arriba indicando aquello. Una que otra vez le dedica algunos versos que buscan su perdón. ¡Es la maravilla de la tecnología! Vive, moldea y hace vivir nuestras relaciones sociales en otra dimensión válida de la realidad.
Agorero de pensamiento, me pongo a crear situaciones, mundos, personas, reacciones, colores y sentimientos. Me veo sin ella. Una vez más, de un modo bastante particular volveré a quedar fuera. Viviré el éxtasis del desamor, provocando una fiebre de escritura barata que exprimirá hasta la última letra de la decepción.
No sé si me va querer. Todo esto es una especulación. ¿Qué tengo que ofrecerle? Un “para siempre” o un olvido forzado.
Sigo especulando.
Ella regresará con él, reencontrando sus heridos amores que hará que su lazo sea más  fuerte de lo que fue antes. Seré el observador. Miraré, acomodaré la mochila y enderezaré el paso de pies cansinos. Volveré a casa y sonreiré  irónicamente, con ganas de llorar, pero el orgullo ganará.
 
Eso fue lo que pasó