Josefa es chiquita y fea. ( eso le dicen)

Ella ríe y asoma una enredada dentadura, desgastada y ocre. 
Su presencia corporal es breve, como su risa y lánguida como su mirada poseída por el bazuco.
La fragancia de su colonia se mezcla con la pedregosa tufarada de un pielroja incandescente, que va y viene de su boca roja carmesí y perezosamente delineada, lanzando humaradas fumigando su mundo.

Espera clientes. A estas alturas de su vida en reversa, ya no tiene pretensiones.
 Hace ratos descendió en el top 10 de las putas cotizadas de getsemaní y sus alrededores. Las batallas desatadas a lo largo de su peregrinaje han dejado huellas las filosas navajas de aquellas que codiciaron su lugar y su chulo.

AH...su chulo, guapetón y mete mono, moreno y grandulón. Todas lo codiciaban por su bravura y su entrepierna descomunal. (Eso dicen)

Cuando cayó de bruces en medio del Camellón de los Mártires y alguien lo volteó, la miró para siempre con ojos vidriosos que ya no eran de este mundo. Fue entonces cuando su vida se despeñó y la conspiración contra ella se materializó sin demora y sin tregua.

Acabó en el interior del parque, allí solo conseguía viejetes casi en la indigencias, alucinados drogadictos y uno que otro soldadito con urgencias de cuartel. La tarifa se redujo de tal modo que a duras penas sumaba unos pesos, algo para el estómago y otro poquito para la cabeza.

Hoy está fuera del parque, la sacaron porque lo restauran y ya no podrá volver. Getsemaní territorio de fantasmas coloniales ha trastocado en espacio para el turismo de élite. 

Josefa se apoltrona en el escaso pretil a la entrada de un motel de infame muerte, el amoniaco y el olor a desinfectante barato se irriga en el entorno y mira sin certidumbre la calle de la Media Luna, abrasada por una canícula ardiente y densa. 

Hasta ahora ni uno solo. Un amago insolente de alguien conocido y mala paga. Miradas, muchas miradas, todas ellas de curiosa impertinencia. Debe ser por lo chiquita y fea (digo yo). 
JDS/18/10/12