El baile perfecto.
Publicado en Nov 21, 2012
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Empujé la puerta con la mano libre que tenía, ya que en la otra sostenía un café de vainilla que acababa de comprar, y la cerré de inmediato para impedir que el frío entrara. Mientras caminaba hacia mi casillero, destapé mi café y dejé que el vapor llegara a mi nariz. «Delicioso». Volví a cerrarlo y tomé un largo sorbo. El líquido caliente quemó mi lengua, dejándola áspera, pero rápidamente sentí el calor extenderse por mi cuerpo y un pequeño escalofrío me recorrió la espalda.

Esta ciudad, de eterno invierno, era famosa ya que la temperatura nunca superaba los 18 grados Celsius. Uno podría pensar que es una eterna tortura vivir en un lugar así, pero cuando detestas el calor y consideras el frío reconfortante, es bastante agradable.

Llegué a mi casillero y balanceé mi bolso, mis libros y el café en un brazo mientras trataba de abrir el casillero con el otro. Casi lo había logrado, cuando mis libros se deslizaron por mi brazo y cayeron con un fuerte estrepito al suelo. Suspiré pesadamente. Me volteé para dejar mi café en el casillero y recoger con mayor facilidad los libros.

—Mary, ¿acaso ese fue un deliberado intento de llamar mi atención? —presumió una voz conocida—. Me refiero a que justo yo iba pasando, y ¡pam! Tus libros caen al suelo. ¿Cuál es tu excusa?

—Exacto, Brian —admití dándome la vuelta para encarar a mi mejor amigo—. Ya que yo vivo para que tú fijes tu atención en mí, lo calculé todo meticulosamente —miré directamente a sus ojos color miel y no pude evitar sonreír—. Gracias, por recogerlos —dije en serio, quitándoselo de las manos para guardarlos en mi bolso.

—De nada —murmuró en un susurro—. ¿Emocionada por el baile de fin de año? Escuché que irás con Lucas —dijo alzando una ceja—. ¿En serio? ¿Porrista y jugador de fútbol? No sabía que te gustarán los clichés.

—No es por cliché y prejuicios —expliqué cerrando mi casillero—. Me invitó y pensé ¿por qué no? Es buena persona, siempre me ha tratado bien y tienes que admitir que es atractivo.

—Mary… —repuso arrastrando mi nombre—. ¿Lucas? ¿En serio? Me refiero a qué… —guardó silencio—. ¿Lucas? ¿En serio? —repitió poniendo cara de asco.

—Déjalo, ¿quieres? —dije riendo. La verdad es que Lucas nunca fue mi tipo, pero era más fácil de esta manera. La gente supone cosas de ti, tu las cumples y todos felices, ¿por qué romperlo ahora? Y la verdad, estaba algo emocionada. Todas las historias de hadas comenzaban de una manera similar. La princesa y el príncipe en un baile juntos. ¿Resultado? Una noche perfecta. Me mordí el labio inferior, permitiéndome el ilusionarme por esta noche.

Esa noche, me puse mi vestido morado sin tirantes que me llegaba de largo hasta la rodilla. Fui hacia el espejo e hice pequeñas ondas en mi largo cabello, el cuál era rubio y brillaba como oro gracias a los productos para humectarlo y repararlo que me había aplicado antes. Me apliqué un poco más de labial rosa y miré mi reflejo. Suspiré tratando de deshacerme de la ansiedad.
Me senté en mi cama. Lucas dijo que llegaría a las nueve, eran las ocho. Me recosté dispuesta a esperar.

Desperté con la vibración de mi teléfono. Me incorporé rápidamente, sobresaltada por el sonido y aletargada por el sueño. «Me quedé dormida». Levanté la vista al reloj colgado en la pared. Las diez y media. Miré el teléfono, quizás era él quién llamaba. No era él, era Brian. Tragué para deshacerme del temblor que sabía mi voz tendría y contesté.

— ¿Sí? —pregunté tratando de sonar tranquila.

—Mary —dijo Brian. Sonaba alterado—. Dime que fuiste tu quién plantó a Lucas.
Lágrimas rodaron por mis mejillas y fui incapaz de responder. «Me plantó. Nunca vino por mí».

—Mary —repitió Brian, ahora más calmado—. Lucas está aquí con otra chica —dijo con una voz cautelosa. Ahogué un sollozo—. Hijo de... —le escuché maldecir—. Espera a que me acerque a él que hasta aquí llega…

—No —rogué. Mi voz insegura—. No, por favor. Brian, no lo hagas.

—No, no lo haré —dijo, casi podía escuchar la sonrisa en su voz—. Tengo una idea mejor.

—Ah, ¿si? —pregunté algo incrédula—. ¿Cuál? Ilústrame

—Te contaré en unos diez minutos —podía escuchar la estridente música, que delataba que estaba en el baile, desvanecerse lentamente—. No te muevas, voy para allá.

—Brian, espera —dije—. ¿Qué vas a hacer?

La única respuesta que obtuve fue el tono muerto del teléfono. Me colgó. Me dejé caer en la cama lamentando mi existencia. «¿Cómo me pudo pasar esto?» Me levanté y me tambaleé en los altos tacones que aún tenía puestos. Iba a sacármelos cuando sonó el timbre. Salí de mi habitación y bajé las escaleras.

Antes de abrir la puerta, revisé como me veía en el espejo. Intuía que con el lagrimeo se me había corrido el maquillaje. Milagrosamente, no fue así. Seguía igual que como hace un par de horas. Abrí la puerta y me encontré con Brian de traje frente a mi puerta. No trato de ocultar su asombro al verme.

—Dios —exclamó—. Te ves más hermosa que nunca. Eso ayuda a mi plan —una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro—. ¿Lista?

Pestañeé un par de veces –sorprendida– antes de contestar.

— ¿Lista? —pregunté—. ¿Para qué?

—Para ir a la fiesta. Hacer ese truco que tu haces con tu sonrisa y tus caderas al caminar que haces que todos los chicos volteen a mirarte, y ver a Lucas morir de celos al verte llegar conmigo —su sonrisa se ensanchó.

Brian era increíblemente popular. Pero no de la misma manera que Lucas. Brian era popular por ser conocido por el chico misterioso y atractivo que con una sonrisa te deslumbra, pero que sólo le habla a un selecto grupo de personas. Yo –qué lo conocía de cerca– sabía que jamás trató de ser así, le era algo natural. Él y Lucas siempre habían tenido una enemistad. Frías miradas cuando se cruzaban en el pasillo y comentarios irónicos dirigidos el uno al otro. Últimamente, Lucas había sentido la imperiosa necesidad de tener todo lo que Brian tenía. Quizás por eso me invitó al baile, porque Brian me había prometido que sí yo no conseguía pareja, iríamos juntos.

—No lo sé —dije bajando la mirada.

—Oye —me tomó de la barbilla y levantó mi rostro, obligándome a mirarle—. El tipo es un imbécil. No se imagina cuánta suerte tuvo cuando aceptaste su invitación y ahora, quiero restregarle en la cara de lo que se perdió.

Le sonreí en respuesta. Y la abracé con fuerza.

—Me alegra tenerte conmigo —le susurré al oído antes de separarme de él—.Espera que voy por mis cosas.

Me saqué los tacones momentáneamente para subir corriendo las escaleras. Tomé mi bolso, mi chaqueta y mi celular y bajé corriendo. Me puse los zapatos morados de tacón que llevaba hace unos segundos y fui hacia la puerta. Brian me ofreció su mano y yo la tomé. Al salir de la casa, esperaba sentir el –ya común– frío, pero había una temperatura agradable. Ni frío, ni calor. Fruncí el ceño, extrañada.

—La temperatura está algo extraña hoy —explicó Brian como si hubiera leído mi mente—. Veinte grados, todo un record.

Yo solo asentí en respuesta y él me guio a su auto. Me detuve en la acera al ver el auto en el cuál ha venido a buscarme. Su lamborghini negro preferido. Se lo regaló su padre cuando se ganó la lotería, es carísimo y hermoso. Brian jamás lo saca del garaje, a no ser que sean situaciones muy especiales. Brian me abrió la puerta.

—Gracias —dije subiéndome al auto. Él cerró la puerta detrás de mí y rodeó el auto, para subirse en el asiento de piloto. Antes de arrancar el motor, me miró. Me sonrió con dulzura, yo le respondí con el mismo gesto.

— ¿Lista?

—Quiero ver a Lucas ponerse verde de celos —no pude evitar reírme y Brian hizo lo mismo.

Arrancó el motor y nos dirigimos al baile. No nos demoramos en llegar. Brian estacionó el auto, pero antes de apagarlo, lo aceleró haciendo que el motor rugiera.

— ¡Eres un creído! —exclamé entre carcajadas.

—Oye —dijo entre risas, apagando el motor del auto—. Vine aquí a presumir.

Bajo del auto y yo acomodé mi cabello. Me abrió la puerta y me ofreció su mano. La tomé y bajé con cuidado del auto. Entrelazó sus dedos con los míos y activó la alarma del auto. Al levantar la mirada, me percaté que todos los que estaban afuera nos miraban. Brian me acercó más a él, mientras caminábamos hacia la entrada.

— ¿Ves? —susurró en mi oído—. Todos te están mirando —solté una pequeña risa—. Sobre todo después de risa sexy —agregó. Sentí como mis mejillas se ruborizaron.
Entramos al recinto y todos tenían su atención en nosotros. Probablemente porque a través del año habían rumores de que yo y Brian éramos novios en secreto, pero esos rumores se acabaron cuando acepté venir al baile con Lucas. Supongo que como llegué con Brian, los rumores comenzaron otra vez.

De reojo, vi una chica acercarse a nosotros. Me volteé para ver quién era. Era Danielle. Estaba usando un vestido rojo que quedaba hermoso con el contraste de su piel, blanca como la leche. Sus labios estaban en el mismo tono y su cabello negro azulado en un moño alto. Yo solía decirle blancanieves como apodo, ya que su descripción era prácticamente idéntica. 
— ¡Mary! —exclamó al acercarse—. Supe lo de Lucas, lo siento.

—No te preocupes —dije negando levemente con la cabeza—. No es tu culpa.

—Bueno, no importa porque veo que conseguiste una pareja mejor —dijo alzando una ceja hacia Brian.

—Mucho mejor —afirmó Brian de manera arrogante.

—Cuando entraron yo estaba cerca de Lucas y cuando él los vio llegar de la mano se enfureció —relató Danielle con una sonrisa maliciosa en sus labios rojos—. Jamás lo había visto tan celoso.

—Perfecto —anuncié con una amplia sonrisa—. Ahí viene —señalé con la mirada. La verdad, se veía deslumbrante de traje—. ¿Podrían alejarse? —pedí—. Me gustaría encararlo a solas, por favor.

—Claro —dijo Danielle dándome una palmadita amistosa en el brazo.

—Iré a buscarte una bebida —dijo Brian, alejándose justo cuando Lucas llegaba.

—Hola, Mary —me saludó, inspeccionándome con la mirada. Me crucé de brazos.

—Hola —dije cortante.

—Oye, lamento no haber…

—Guárdatelo —le interrumpí—. ¿Sabes? Me alegro que no llegaras. Me apuesto a que, si hubieras aparecido, este baile hubiera sido un fiasco. Brian es mejor que tu y me alegro haber venido con él.

Lucas estaba furioso. Abrió la boca para protestar pero justo llegó Brian con una bebida en la mano.

— ¿Pasa algo? —preguntó mirando a Lucas con el ceño fruncido.

—No —aclaré. Me volteé para irme—. Vámonos, Brian —dije tomándolo de la mano y sonriéndole de manera seductora. Lucas tenía las maños apretadas en puños y la mandíbula tensa de los celos.

Brian me siguió y lo guié hacia afuera.

—Nunca lo había visto tan enojado —dijo Brian una vez que estábamos afuera. Me volteé quedando frente a él. Lo miré a los ojos.

—Espera —dije frunciendo el ceño—. ¿Tú no tenías una cita para el baile?

—No —respondió con un brillo de diversión en sus ojos.

— ¿Te daba vergüenza invitar a una chica? —pregunté alzando una ceja.

—No, y aunque ese hubiera sido el problema, de todas maneras habría conseguido una cita porque varias chicas me invitaron —respondió con un tono un poco arrogante—. La única chica que me interesaba invitar no estaba disponible.

—Lo siento —dije en un susurro.

—No deberías —dijo mirándome a los ojos—. Gracias a un idiota, pude venir con ella de todas maneras.

Me ruboricé automáticamente. Busqué en sus ojos alguna señal que me dijera que estaba bromeando. No la encontré.

— ¿Es en serio? —pregunté con la mirada fija en sus ojos ya que si bajaba la mirada a sus labios, dudaba que pudiera resistirme a no besarlo.

—Mary —dijo cerrando los ojos por un segundo—. Yo… —guardó silencio—. Yo te amo —finalizó

—Yo también te amo —respondí con una sonrisa.

—No, no de esa forma. No sólo como amigos —volvió a guardar silencio—. Estoy enamorado de ti.
Parpadeé, sorprendida por su declaración. Me había quedado sin palabras. Sus ojos me rogaron por una respuesta, vi en su mirada que temía lo peor. Me acerqué a él, con una sonrisa bailando en mis labios. Mi corazón latía acelerado en mi pecho y no podía evitar el sentirme nerviosa. Tantos años junto a él, lo conozco más que a nadie y él me conoce a mí. Lo conozco de una manera muy intima, y amaba cada pequeño detalle de su persona, pero por alguna razón no había notado que era un amor profundo; un amor que pedía desesperadamente algo más que amistad. Y ahora, ahí estaba, con sus hermosos ojos color miel, con sus labios a centímetros de los míos y su declaración colgando en el aire.


Apoyé una mano en su pecho, indecisa; sin decirme a besarlo o no. Notando mis intenciones, Brian me tomó de la barbilla y finalmente entrelazó nuestros labios. Movió su mano de mi barbilla a mi cuello, acariciándome con su pulgar y atrayéndome hacia él con una mano en mi cintura. Ya había besado a chicos antes, pero este beso fue para mí, mi primer beso de amor verdadero. Sus manos en mi cuerpo mandaban pequeños destellos eléctricos que me recorrían de pies a cabeza, haciéndome sentir vulnerable y feliz. Como si estuviera flotando, y a la vez con los pies en la tierra. Como si estuviera cayendo, y a la vez volando. Como si estuviéramos sólo los dos, pero estaba completamente consciente del mundo a mí alrededor.
 
—Te amo, mucho más que como solo amigos —dije sobre sus labios. Él rio y me regaló una de sus hermosas sonrisa.

—No sabes cuánto tiempo deseé escuchar eso —susurró, y volvió a unir nuestras bocas; dándome a probar sus maravillosos labios.
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Foto del autor Angeline Sylva
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Descripción

Alguna vez has elegido a la persona equivocada, cuando todo lo que deseabas estaba justo frente a t?

Palabras Clave: baile beso romntico vestido pareja

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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Mara Fuentes

Muy hermoso!! x3
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December 05, 2012
 

May Kate

Lo encontré muy tierno, me gusto mucho c:
Responder
November 22, 2012
 

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