Cuento infantil...supongo.
Publicado en Nov 17, 2012
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Un noche bajo el amparo de la luna y la lámpara de las estrellas, una niña (y da igual su edad para este cuento, 16, 18, 20, 30 que 40) escucho sonar el timbre de su casa. Al encontrarse sola en el hogar y estar todo vestido de noche y por que no, debido a su inocencia que aun le hacia ser niña, tuvo miedo y decidió no abrir. La puerta volvió a sonar, se acerco a la mirilla y tras la puerta no vio a nadie, entonces pregunto -¿quien es?- Sin dejar de mirar por la mirilla de aquella puerta a un pasillo vacío en el que escucho una respuesta que tardo en llegar pero llego, una voz, suave y calida respondió
-Soy el amor- hacia tiempo que aquella niña no había sentido temblar sus piernas como aquella noche tras esas palabras -¿me dejarías pasar?...estoy cansado....y necesito descansar- dijo el amor. La niña temblorosa, con ese miedo infantil a estar sola y dejar de estarlo respondió - Lo siento, creo que deberías tocar a otra puerta, he oído cosas horribles de ti y no voy a ser tan tonta de abrirte la puerta- respondió, sintiéndose ahora mas segura, mas fuerte, sus piernas y su voz, habían dejado de temblar, no estaba dispuesto a abrir la puerta.
 -¿que es aquello tan horrible que has escuchado de mi?.... ¿quien te lo contó? ¿Realmente llego a conocerme quien te lo contó?- pregunto el amor ofendido, pues que le acusaran de cosas horribles nunca le había gustado.
-Se dice el pecado pero no el pecador- dijo la niña antes de que al amor se le escapara una risa, ante esa actitud de niña que se enfrentaba, antes de pedirle por favor que le contara el pecado que había cometido para que se le negara un lugar donde descansar. Hubo un silencio, cercano al minuto, luego, la niña hablo.  -¿crees que solo has cometido un pecado?...no debes de conocerte...-
El amor, comprensivo como es a veces, le pidió a la niña que le contara quien era el, pues es cierto que el amor no miente, tan cierto como que realmente no se conocía a si mismo, ya que se había visto en tantos ojos y esos ojos le habían devuelto su imagen de tantas formas que no se conocía. La niña carraspeo al otro lado de la puerta que hacia frontera entre el frío y el calor, entre el todo y el vacío, entre el amor y aquella niña. Tras el carraspeo continuo -dicen que has matado, que has echo que muchos se quiten la vida, y que la quiten, tu nombre esta manchado en sangre, no voy a abrir mi puerta a un asesino, a un incitador al suicidio.... ¿de veras crees que voy a estar tan loca de abrirte?- dijo la niña al otro lado recordando cientos y cientos de historia que acaban fatal con el amor.
Tras el sonido de una gota contra el suelo, que la niña no pudo distinguir si era de sangre o del agua salada de una lágrima, el amor le contesto – Es cierto que mi nombre esta manchado en sangre, pero no yo, es cierto, que han matado en mi nombre, que han muerto por mi, pero yo nunca quise eso - dijo haciendo una pausa, el amor que no sabia mentir -he intentado, siempre, siempre, separar a quien se cruzo por mi camino de la muerte, y como se que la muerte siempre viene, he intentado al menos hacer que esa muerte llegara con una sonrisa y sin miedo en la cara de quien le esperaba, pero a todos lo que he conocido en mi camino, les poseía la razón y jamás escucharon mis palabras, llamáronme loco incluso, todas esas historias que te contaron u oistes...¿dijeron alguna vez cuantas veces morí antes de que mancharan mi nombre con la sangre o de que me vistieran con el traje de la mas estupida muerte?-
La niña no pudo contestar esa pregunta, por que al igual que el amor, un niño no sabe mentir, pero pronto recordó mas historias con diferente final pero con un final repetido miles de veces  -¿y que me dices....de todos esos que lloraron poco después de abrirte la puerta? Ellos no murieron....pero vivían sin estar vivos-
El amor respiro, otra vez cayo una gota, y al poco el amor volvió a ser sincero.  - es cierto que muchos de los que abrieron sus puertas a mi presencia lloraron al poco de conocerme, pero ¿sabes? ¿Alguna vez has estado en un lugar donde eres bien recibido pero acabas por sentirte alguien no deseado? El humano es caprichoso, y no ha oído mis palabras, con todos lo que cruce en mi camino creyeron que yo era eterno, un esclavo a sus servicios, pero si algo conozco de mi- dijo el amor tomando una actitud que le hacia sonar seguro y sincero -es que soy libre, vivo donde me acogen, donde me cuidan, donde una sonrisa responde a mis cuidados, a mi detalle, a mi simple presencia, en esto, no soy distinto a la razón del hombre, solo que el hombre es caprichoso, se cansa de eso que tiene enseguida...¿cuantas historias de esas que conoces o vistes, no dicen que dejaron de cuidarme a mi cuando dejaron entrar a su tristeza? ¿Cuantas no dicen que cargaron tanto peso sobre mi que no pude soportar la carga que se derrumbaba sobre mi y me aplastaba?- esta vez, tras decir esto, fue el amor el que escucho el sonido de una gota contra el suelo.
 - Suenas sincero, pero aun así, no puedo abrirte esta puerta, quedan muchas historias y preguntas en mi cabeza....hablas de la razón... ¿y a cuantos has echo perderla?- otra gota de agua sonó.
- Nunca dije a nadie que perdiera la razón, que la abandonara, nunca pedí eso a nadie, no me culpes por algo que no cometí, estas haciendo lo mismo que hicieron esos que perdieron, como dices, la razón. Le hable al hombre, le dije, utiliza tu razón, utilízala para el corazón, pero el hombre no supo escucharme, ni a mi, ni a su corazón.- esta vez dos gotas sonaron en contacto contra el suelo, una después de la otra – ¿dejaste algún grifo abierto?- pregunto el amor que ahora escuchaba también gotas cayendo no solo en su lado de la puerta. La niña sonrío.
-Tonto- dijo con tono de inocencia mientras secaba su mejilla.
-Eso si lo soy, tonto, demasiado tonto intentando que el hombre escuche las palabras, que el tiempo, la historia, maestro y maestra de todo me ordenaron decir- Esta vez la dos gotas de agua casi sonaron al mismo tiempo en los dos lados de la puerta.
- Creo que no eres tan culpable como creía pero no puedo abrirte, todavía no me has dicho lo mas importante… ¿has robado la inocencia?- pregunto la niña.
-si y no- respondió el amor -si….por que es mi alimento, no por que no se puede robar algo que es inagotable mientras aquel que lo posea quiera-
-¿y que me dices del dolor? ¿de los cristales rotos del corazón?- de nuevo dos gotas…pero esta vez al mismo tiempo…sonaron, esta vez la niña pregunto con rabia, no recordaba las historias que otros les contaron o que viera, ya no hablaba de la locura de abrirle la puerta, del miedo de abrirle la puerta, de la muerte de abrirle la puerta ni siquiera de lo adulto de abrirle la puerta, hablaba de si misma, de la ultima vez que su voz dijo te quiero y tuvo el silencio como respuesta, ni siquiera un beso. Esta vez las gotas cayeron sobre mojado. ¡¡¡No voy a abrirte la puerta¡¡¡ ¡¡¡no¡¡¡- grito la niña.
 
 El amor que no tiene forma, se había echo de agua cuando las gotas que caían a los dos lados cayeron al mismo ritmo, acaricio su espalda, su cuello, beso su nunca y su susurro a su oído -Yo soy el único que puede arreglar lo que un día rompí….si tu me dejas- cuando el amor dijo esto…la niña salto sorprendida de que hubiera entrado sin que abriera su puerta en la que tenia apoyada su cabeza. – Nunca he estado fuera- dijo intentado tranquilizarla del susto que le había dado verle allí
- ¡¡¡vete¡¡¡ ¡¡¡vete¡¡¡- grito la niña que empujaba al amor hacia la puerta pero que cada vez que lo sacaba aparecía de nuevo.
- No puedes darte cuenta que no puedes echar a algo que siempre estuvo aquí…no puedes echarme de ti, por que soy tu- dijo el amor intentando consolar el esfuerzo de todos los intentos de la niña por intentar echarle, pero la niña no se rindió hasta pensó que había conseguirlo echarlo. Pues fue las ultimas  palabras que escucho del amor.
 
Despertó del sueño, se encontró mayor al mirarse al espejo, vio al hombre que dormía en su cama….y se encontró con su rutina y su tristeza, se pregunto….por que olvido aquella charla con el amor que tuvo cuando era niña y que cada noche soñaba, se pregunto…si se equivoco al decidir despertar junto aquel hombre….y volvió a mirar los trozos de corazón que guardaba en aquella caja sin besos de cuando era niña. Se acerco a la puerta y pego su oído a la puerta intentando volver a escuchar el amor….pero solo escucho el silencio. Miro por la ventana de su rascacielos…abajo…muy abajo…le pareció ver al amor, entonces, recordó otro tiempo cuando sabia volar, recordó que la inocencia no se gastaba y confío en tenerla todavía, mientras abría la ventana, puesta en la repisa…abrió sus alas y salto….
 
 Si te preguntas si este es el final del cuento, no es así…el final lo escribe tu historia y tu tiempo, ¿la inocencia le dará alas?... ¿caerá de bruces al suelo y siendo otra historia que culpe al amor de asesinato?... ¿se abrirá la puerta que un día cerraste? ¿Habrás aprendido a escuchar el amor?
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Foto del autor Sergio Hernandez Arenas
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Descripción

Palabras Clave: amor sueos decepciones miedos romanticismo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (2)add comment
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Nahir

:') muy hermoso
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November 19, 2012
 

Sergio Hernandez Arenas

Gracias por leer Nahir...y gracias por el comentario.

Un saludo.
Responder
November 19, 2012

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