Preparé mi té de media tarde, contando anzuelos y carnadas.
Apareció aquella noche dando aviso previo como disculpa. Habló más de lo que pensaba, me
contó cada sentimiento,mientras yo intentaba encontrar los míos y descubrir lo que me sucedía.
Subía y bajaba contando las etiquetas y los escalones, llegué a su cuarto por sorpresa, besé su
almohada y abracé sus sábanas. Cuando recordé y ví a mi alrededor noté que nunca me había 
levantado de aquel asiento frente a sus ojos, entonces... jamás estuve en su cama.
Seguí armando justificaciones e imponiéndo mis argumentos como escapatoria.
Huía de sus brazos para no enredarme en ilusiones. Para cuando desperté, era tarde.
Al darme cuenta de todo y resumir la historia, acariciaba su recuerdo y difundía su imágen para 
encontrarla entre cenizas.
Fueron puras cartografías de mis ideas.
Tenía diseños con especulaciones y armándote de tantas formas evité corregir errores, de los
cuales me hice cargo pero no pude ver como míos.
Cómo encontrarla entre los bosques despiadados de mi carne si olvido hasta su presencia y me
vuelvo indiferente ante sus ojos.