"Chale, eso de vivir en un barrio es medio quién sabe cómo, manito."
Publicado en Nov 07, 2012
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Voy caminando sobre el Eje Central. Cuadras antes se escucha el tumulto estremecedor con ritmos de todo tipo. Con forme avanzo, cada vez se hace más cercana esa onda de vibración que se desvanece al momento de tocar mi ser. Es la Plaza Garibaldi, esa plaza tan típica de lo mexicano  y que ha sido sede de innumerables homenajes.
♫ "Y yo que te deseo a morir... que importa esta es la última vez...♫
♫ "Pero ella no podrá quererte nunca como yo... Te busca por dinero tú no creas que por amor..."
Dentro de los locales sombríos, se podía percibir una atmósfera espesa que arrastraba consigo todas los placeres prohibidos, esas fantasías que sólo nos atrevemos a exponer bajo ciertas sustancias; sean éstas legales o ilegales.
Veo los cuerpos desvanecidos frente a una mesa con varias caguamas alrededor. Escucho las pláticas sin sentido de las lenguas cuyo dueño a penas y se puede sostener. Esa mirada perdida, esos párpados sofocados, esa respiración agitada, esa carcajada que desfigura.
Ello me lleva a recordar que en la antigua Grecia sólo los sabios mayores de 35 años eran autorizados para tomar vino, decían que el alcohol sin control hace estúpidos e imbéciles que no lo pueden controlar.
Continúo avanzando y me ofrecen drogas, digo que no. Pasos después veo la manera en que un par de sujetos patean y golpean a otro; sigo avanzando. Mi corazón late con fuerza, la adrenalina recorre en mí sangre y sigo caminando.
El cielo era oscuro, destacaban ese trío de estrellas a las que conocemos como los tres reyes magos. El viento sopla ligeramente, como empujando de manera relajada para que todo esté en orden.
El ambiente es frío, en la entrada del Metro Garibaldi observo un grupo de personas que están frente a una fogata, intento analizar si la fogata es necesaria o sólo bastaba con las monas y las latas con crack que sostenían en sus manos temblorosas, pero mejor evité el pensamiento. Al fin ¿quién soy yo para juzgar?
Sigo caminando. Llegando a la Glorieta de Cuitláhuac noto el trabajo de personas armando puestos tubulares, claro, mañana es día de tianguis en La Lagunilla. Observé a más de una docena de cuerpos que sobresalían de las penumbras; lanzando lazos, sujetando lonas, cargando diablos.
Recuerdo que en el pasado, cuando llegaba entrado en la madrugada y bajo los efectos del alcohol saludaba a todos ellos de manera fraternal. De alguna forma tenía remordimiento por pensar que mientras yo desperdiciaba energía en carcajadas embriagadas, ellos eran productivos para sí mismos.
He llegado a mi unidad, como siempre vacía, con su enorme patio y un árbol gigante. Doy gracias al Universo por haber llegado bien y...
♫ "Ahh.... aaaahhh.. aahhhhhhhhhhh... Tal vez deba yo deba resignarme y no llamarte más...Tal vez  yo deba respetarme y no rogarte más, Tal vez deba dejar con toda dignidad, que vivan su romance en paaaz.
No sé quién de los dos es el que está perdiendo más...  No sé si te das cuenta con la estúpida que estás, yo sé que no podrá quererte como yo, así no te amarán jamáaaas.." ♫

Pienso: "Chale, eso de vivir en un barrio es medio bien quién sabe cómo, manito".
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Foto del autor David Rosas
Textos Publicados: 5
Miembro desde: Nov 06, 2012
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Descripción

Relatos con inicio y sin fin. Noches de explosión, deseo y desenfreno en las calles del centro histórico de la Ciudad de México. Oscuridades que dejan libre a la imaginación como en una pesadilla mágica, llena de sentimientos y argumentos sólidos y objetivos esgrimiéndose a través de los fluidos corporales.

Palabras Clave: Garibaldi relatos

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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