Te miro y te miro, como si en cada mirada pudiese encontrar una palabra más.
Como si en una mirada, pudiese encontrar aquello que realmente quiero oir, escuchar un ruego, saber que te des cuenta lo que realmente esta pasando en mi cabeza.
Como si una mirada tuya pudiese transpasar mis cuerpo, y tocar mi alma.
Como si en una mirada pudiera esconder el dolor de mi alma, al descubrir que realmente no te das cuenta de lo que me esta pasando.
Quiero realmente pensar que no te das cuenta.
Quiero llegar a pensar que no me conoces.
Y llego a la conclusión de que quiero pensar tantas cosas que no puedo pensar.
Y caigo en la realidad de que no me queres escuchar realmente, de que me ignoras, ignorás lo que me pasa, ignorás lo que nos pasa.
Entonces veo que tu  mirada, tu silencio, es un lenguaje sordo, que me dice que mantengamos en secreto esto que nos pasa, que hagamos de cuenta que todo esta bien, que solo es un mal entendido, que ya va a mejorar.
Y mientras me callas con tu silencio, grito en el fondo de mi mente que esto realmente no esta pasando.
Que mañana me tomaras del brazo, me rogaras que te diga a gritos lo que pasa por mi cabeza, que no me ignoras...