Que no te extrañe que un día cualquiera, en la desesperación de no poder verte, salga a buscarte por las grandes ciudades gritando tu nombre, mojándome bajo la lluvia, sintiendo miedo en la oscuridad y vacío en la soledad.
En muchos instantes pensaste que era solo la imaginación, por eso me dejaste de mirar sintiendo vergüenza por no poder comprender.
Solo te distinguías porque no hay nadie que alcance las estrellas y toque el cielo como vos.
Logrando que todo se calme, al menos un instante, narro la historia en mi cabeza como de costumbre, te describo tan firme y puntual que asusta saberlo.
Se agrieta mi piel esperando que cures heridas que estaban antes de todo lo que nos pasó.
De a ratos te culpo, de momentos me involucro repartiendo culpas dentro mío.
Trae de regreso toda la luz, pero ya no me regales más fracasos ni desolación