MATARA A ALGUIEN
Publicado en Jul 29, 2009
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Desperté sintiendo la brisa moviendo suavemente las copas de los árboles dejando pasar por entre ellas algunos rayos de sol. Restregué mis ojos y mi cara. Me puse de pié quitando las hojas de mi ropa y desenmarañando mi pelo. Caminé lentamente sin rumbo por el Parque Forestal como todas las mañanas. Era uno de esos días tranquilos, en los que la ansiedad no había logrado aún invadir mis sentidos. Todo estaba en calma. Yo estaba en calma.
La mayor parte de mis días, sentía que la angustia me atormentaba tan profundamente, que era capaz de matar a alguien a cambio de una dosis. Sólo por una dosis. La única posibilidad de sentir alivio a este pesar, era recurrir a alguno de mis antiguos dealers, pidiéndoles a grito y llanto que, por piedad al más miserable, me tirara un gramo… sólo un gramo.
Escarbé en la basura, sin saber qué buscaba realmente. A veces encontraba cosas de bastante valor... si como valor se puede calificar la basura de otros. Logré quitar los restos de comida que habían caído sobre un porta CD, y un cenicero. Los limpié un poco con el borde de mi abrigo y los guardé en mis bolsillos para guardarlos junto al rsto de mis cosas. Caminé hacia el poniente para bajar al río por donde siempre. Llegué bajo el puente en donde escondía mis pertenencias. Las saqué del hueco que solía cubrir con un par de rocas y volví a contemplarlas. Un colgador, que en algún momento me serviría para el traje que compraría, y la corbata que haría juego con él. Una carpeta de cuero para el escritorio. Está un poco ajada, pero todavía sirve. Ni decir cómo atesoro el tablero de ajedrez que encontré a orillas del río, bajo el Puente del Arzobispo. A veces lo miro detenidamente y puedo recordar esas noches de interminables partidas con uno de los que podría decir, era mi gran amigo. Lamentablemente ni siquiera recuerdo su nombre. Pasábamos horas jugando acompañados por un buen Cabernet y deliciosos quesos, los que yo deleitaba entre movimientos estratégicos, logrando a veces sorprenderlo con un majestuoso Jaque Mate.
Escuché el sonido del río durante un rato, sintiendo que mi cuerpo lograba relajarse un poco. Cerré los ojos y comencé a recordar momentos de mi pasado, los que como fotografías, venían a mi memoria. Y entre cada una de esas fotografías un intenso color rojo me invadía por completo. Entonces, nuevamente sentía angustia, amargura, soledad, dolor… Y ese intenso color rojo, comenzaba a palidecer más y más, hasta convertirse en gris.
Yo sólo quería calmar esta maldita desesperación, la que me hacía sentir un desagradable y latente ahogo. No tenía escape, sabía que estaba perdido. Sentía que la más profunda oscuridad envolvía mi vida, la que ya no tenía sentido. Yo no tenía sentido. Estaba sumido en un agujero que me atrapaba hundiéndome cada día más profundamente, en oscuridad y desolación.

Alguien a quien ya no recuerdo, me habló una vez de un amigo suyo que había caído en este desagradable y maldito mundo de la droga. Describía el antes y el después, lo decadente de su apariencia, en lo bajo que había caído, todo lo que había sufrido su familia y todo lo que había perdido. Y mientras escuché ese aburrido y sin sentido relato, yo sólo pensaba que era un imbécil del Opus Dei despotricando en contra de algo que ni siquiera conocía. Ahora, en esos momentos en que logro tener un poco de lucidez, trato de recordar el instante en que decidí probarla… porque así comenzó todo, la mera curiosidad ante tal placer que algunos conocidos describían, los mismos que me ayudaron a entrar en este sub-mundo, oscuro y amargo. Nunca imaginé donde llegaría. Al mirar mi reflejo en las pozas bajo este puente, puedo ver en lo que me he convertido, no soy más que un estropajo, mi apariencia no es más que el fiel reflejo de la autodestrucción. No recuerdo siquiera con claridad la vida que llevaba antes de consumir y ser consumido.
Yo lo había entregado todo a cambio de los momentos de placer y euforia que me otorgaba esta diosa blanca. Tenía todo lo que yo deseaba. Mujeres, amigos, fiestas, música estridente, alcohol. Lo tenía todo… y lo perdí todo. Ya ni siquiera sentía remordimiento por haber abandonado a la esposa que me amaba incondicionalmente y a los hijos a quienes adoraba, la pega que me motivaba, los amigos que me acompañaban en las buenas y en las malas, la amante que me encendía, los hobbies que despejaban mi mente cansada, el deporte que tanto me apasionaba, la lectura que tanto disfrutaba… Ya no había más nada para mi. Nada.
Caminé nuevamente hacia el Parque. Me acerqué al único tipo que pude ver durante todo mi camino hasta detrás del Museo. Leía sentado en una de las bancas del Parque. Cuando me acerqué a él para hablarle, me miró con una mezcla de sorpresa y algo de temor. No recuerdo bien qué dije, sólo que mi intención era conseguir unas monedas. Creo que dije que tenía hambre, o algo así. Su mirada ya no expresaba temor, sino calidez. Me habló pero no logré escuchar. Sólo veía sus labios moverse. Hizo un gesto con su mano, como invitándome a sentarme junto a él. Dudé por unos instantes debido a la desconfianza que desde hacía mucho tiempo sentía al acercarme a alguien. Metió una mano al bolsillo de su chaqueta mientras yo lo observaba detenidamente. Algo de su rostro me parecía conocido… no sé si era su mirada o sus gestos. Miré el libro en sus manos, era el mismo que dejé a medias hace tantos años… El Nadador, de Contreras. Y parecía como si me transportara en el tiempo, el espacio y la realidad. Recordé la casa de Ñuñoa, los muebles, mis libros. Incluso me pude ver sentado en el sillón donde leía cada noche.
Volví bruscamente a la realidad… mi realidad. Me volteé cuando sentí que este sujeto tocaba mi brazo. Entonces me pasó una luca, y alcancé a escuchar un eco de su voz y seguía observando sus labios moverse. Y sonrió. Yo me preguntaba cual sería el motivo por el cual sonreía. Y por qué me pasa una luca? Miraba el billete, lo miré a él sin comprender este silencio que me rodeaba. Cerré mis ojos tratando de escuchar algo, el viento, el río, su voz. Nada… no escuchaba nada alrededor.
Fue entonces que comenzó a invadirme la ira. La ira incontrolable que me hacía sentir un correntazo en la cabeza, el calor que me subía desde el pecho hasta sentir que mi rostro hervía, el latido de mi corazón acelerar su ritmo, la respiración más corta y rápida. Miré alrededor y no había nadie más. Miré al suelo bajo mis pies, como esperando que la tierra se abriera y me tragara. Y nuevamente se me vinieron a la cabeza esas malditas palabras... "mataría a alguien". Levanté la vista al cielo, respiré hondo mientras ese intenso color rojo me teñía mi entorno por completo. Pasé mis manos por mis ojos, como tratando de borrar este maldito color que me perseguía.
Volví a mirarlo y sin pensar nada más, llevé mi mano al bolsillo. Con un abrupto movimiento saqué la navaja y me abalancé sobre él. No alcanzó siquiera a reaccionar cuando corté su cuello de lado a lado. No sentí nada cuando la gran cantidad de sangre comenzó a correr por su garganta y empapar tiñendo de un rojo intenso el cuello blanco de su camisa. En unos pocos segundos se desplomó cayendo sobre mí. Ahora sentí pánico. Me levanté bruscamente dejándolo caer por completo. Volví a mirar alrededor, esta vez sintiendo desesperación y temor. Aún estábamos solos… solos él y yo.
Me incliné junto a su cuerpo y busqué en sus bolsillos. Quizás hay otra luca, pensé. Dentro de la chaqueta encontré su billetera. La abrí casi con desesperación para encontrar sólo papeles… papeles arrugados y viejos. Había también algunas fotos. Las  miré una por una. Por lo menos un par de veces. Entonces mi sensación de angustia y ansiedad desaparecieron. Levanté la cabeza y reí. Reí a carcajadas. Y mi risa se transformó bruscamente en un fuerte alarido. Sentí el abandono, el miedo, la rabia, el dolor y la desolación. Cada uno de esos rostros eran familiares para mí. Los miré una y otra vez y los recordé. Y recordé también quien era este desconocido...
Nunca imaginé que cuando dije “mataría a alguien”… sería a mi mismo.
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Foto del autor Claudia Riquelme
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Cuento corto

Palabras Clave: matara alguien

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (8)add comment
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Claudia Riquelme

Carlos, gracias por tu comentario. Hay ocasiones en que no tomamos el peso a temas de tanta importancia como la visión que nosotros debemos transmitir a nuestros hijos, sobrinos, nietos y amigos de esta nueva y preciosa generación que considero increíble.

Saludos y gracias,
LaNegra
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July 29, 2009
 

Carlos Campos Serna

Primero que nada me sorprendio este maravilloso texto, por otro lado, no tenemos que olvidar que el consumo de la droga ya llegó a nuestros jóvenes que, quizás, tengan el final del protagonista de tu relato. Por eso platiquemos con nuestros hijos sobre este tema tan peligroso y sus consecuencias...

Saludos
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July 29, 2009
 

Claudia Riquelme

Richard amigo mío... olvido es algo que no tiene espacio para mí. Muchas gracias por tus alentadoras palabras, es un honor para mí. Te sigo leyendo...

Cariños de LaNegra
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July 29, 2009
 

Richard Albacete

Hola Claudia: VES QUE ERES ESTUPENDA??? NUNCA LO DUDES: GRAN TEXTO

NO TE OLVIDES DE MI !! UN ABRAZO
Responder
July 29, 2009
 

Claudia Riquelme

Hola Juan Carlos, felíz de describir lugares que te son familiares. Yo, santiaguina asidua y eterna amante del Forestal... muchísimas gracias por tu comentario.

Mis saludos y espero nos sigamos leyendo,
LaNegra
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July 29, 2009
 

JUAN CARLOS

Hola Claudia ¡¡ Sprprendente relato. Un ser humano reducido a su mas miserable expresion.. Lo describes con detalles, lugares y parques que conzco muy bien ,pues Yo soy de Santiago.. Me encantò leerlo y siempre con un giro hacias el final.. Nuevamente ma atrapas amiga mìa ¡¡ Notable..

Besoss y cariños oara Tì ..

Juan Carlos
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July 29, 2009
 

Claudia Riquelme

Arturo muchísimas gracias... me encanta lograr llevarte a través de este relato. Y gracias por llevártelo a tus favoritos.

Saludos y cariños,
LaNegra
Responder
July 29, 2009
 

Arturo Palavicini

Negrita, excelentes descripciones, me vas llevando de la mano a través de esa angustía y desesperación; a lo largo del relato pensé en mil finales diferentes. El tuyo me sorprendió.

Éste ya se quedó en mis favoritos.

FELICIDADES!!!
Responder
July 29, 2009
 

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