Cuando mueras  te  sepultaré en  la memoria
pero estarás siempre presente en mis largos inviernos
cuando el frío se cuele entre mis sábanas  de seda
y tu ausencia en mis noches   distorcionen   tu  rostro,
tu mirada expectante, acariciante en la penumbra.
 
Estaré en ti , y tu estarás en mí,
 entre amapolas de éter y suspiros violetas
 descubriendo viejos  sueños atados a corales y medusas.
 
Y  con el tiempo …
acunaremos las  palabras cerradas sin rencor
entre sábanas de cenizas, con el ardor del limbo
colgada en el silencio tuyo, penetrada de mi misma
rompiendo la catalepsia, en el recuerdo
                                                            de sagrados orgasmos.
 
Anclada yo,
en una noche sin tregua bajo las horas silentes
 en un lamento  creciente a la velocidad del fuego  
como una imagen barroca estacionada  entre túneles
                                                                 de amores y pasiones
que han tomado su rumbo  trotamundos ,
que se han ido  sin dejar huellas,
como efímeros tiempos inconclusos  hacia opacos universos.
Pero la muerte tiene voz, aunque se sostenga de un  débil hilo…
 
Doris Melo Mendoza.