Textale

FETICHE

Publicado en Aug 01, 2012

De nuevo arde la menta y las hojas de naranjo.
Arrastro mis pies empolvados frente al juicio.
Un tenue rocío de ruda quiere lavar las almas.
Más sahumerio.

La fila de discípulos desmayándose a tus pies;
buscando un trozo de ti.
Cazando como fieras crueles
la prodigiosa caricia de las manos santas.

Yo alzo mis brazos impuros, ya suplico.
Medio vestida de seda. Infectada de perfume…
No he venido como todos;
no he venido por milagros.

Niño sagrado:
Redibujaré con besos
la tinta de tus tatuajes;
tenues mordiscos de aguja
en las estrellas del cuello.

Pagana. Frívola.
Sin velos; sin mantos.
Ignoraré las danzas y los cirios;
las oraciones, los cantos.

No entiendo de tu gracia
y me urge verte humano.
No evadiré el erotismo
en los aros de tu oreja,
ni desligaré mi lengua
al sol de henna en tu pecho.

No he venido por el vino y el perdón.
No espero beber tu elixir,
luego presumir tu nombre y olvidarte.
Niño sagrado: he venido por el hombre.

Besaré eternamente
las cicatrices de tus brazos.
Así beberé tu sangre,
comeré de tu carne
sin ganar santidad.

Busco vivir tu dolor;
morder el talismán
que esconde tu cabello,
la luna llena en el pubis,
las llagas de tus tobillos.
El vinagre entre tus labios.

Niño. Hombre.
No he venido por milagros,
mi salvación será cruzar
la cerca de los laureles.

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