El viento del atardecer trajo su aroma
y las caracolas agoreras
entre el murmullo del mar le decían
que esperara… por si volviera.

A lo lejos se ve el velamen,
ya  empieza a tomar el viento
mientras que en sotavento
el náufrago de amor pide que lo amen.

Después, huellas de andar en solitario
de alguien que arrastra su pena
van quedando sobre la arena
como muestra de su calvario.

…En lontananza, se va perdiendo la nave
la sobre vuela una gaviota marina
como el pensamiento que sabe
que ha de volver la niña.

Mar, arena, náufrago y viento
esperando están en la ribera,
el hombre atesora el sentimiento
con la misma calidez… ¡por si volviera!