LA JESSI
Publicado en Jun 03, 2012
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Jessica nunca dice nada, es más, no responde cuando alguien le pregunta cualquier cosa. Encoge sus hombros si choca con la persistencia de quienes la rodean. Se limita a sonreír añadiendo el brillo de sus ojos al lenguaje de la delicada energía que irradia e imparte a través de su expresión corporal.
Con esas gestualidades dice lo que miles quisieran expresar en palabras o algún enamorado en una larga misiva o  verso libre. No asoma urgencias por ninguna parte, lo dice la serenidad de rostro. Sus oficios menores y su abnegación al laboreo, está demostrado, son más significativos que los requiebros o el asedio de sus admiradores. Manifiesta con sus actos que no tiene la menor idea de lo útil o lo urgente. Esa es su manera y así su esencia. Su figura física viene con infaltable guiño pero silenciosa. Sus ondulaciones corporales están determinadas por el ritmo armónico con el que mueve  las herramientas de aseo, con la prisa que descansa en el cielo sin viento, con la firmeza y la naturalidad de quien durante toda la vida será como la niña que se muerde las uñas sin arquear las pestañas.
Esa mañana, a la media mañana para ser exactos, salió sin rumbo conocido y en el andén de su casa doblo sus rodillas para recoger un papelito que reposaba en el suelo: ¡un poema! ¿De quién y para quién?
Podía ser de Lobo Feroz- pensó- me ha enviado poemas muy bellos, o tal vez del tímido Ignacio que se quedo corto con las expresiones eróticas de sus logografismos, o de Tico el caminante que como el Rápido había moldeado el alma de tanto caminar y deformado sus pies con tantos callos o de El Profeta que le metió manos a la agricultura en medio de una seguidilla de poemas en donde ella alterna-pensó de nuevo- con frutas y pétalos de flores.
La vi pasar y me dije que no era mujer fácil, la Jessi, como la creen quienes todavía avanzan sus pies en esa dirección en forma inútil. Uno introdujo formas coloreadas en sus trajes y ornamentos exóticos no procedentes del alma y de la materia prima de la cual están hechas las cosas.
De todas maneras Jessi se conforma en materia de amor con poca cosa. Su cuerpo sin urgencias está arriba de un podio imaginario envuelto en un ocio de pensamiento pero sin asimilar ni olvidar el poema que no dejo de enviar el poeta que, en un infantil zepelín, arrojó en forma subrepticia, desde la calle a su ventana.
Ese era el poeta de los asedios locos según se supo. El que con sus metáforas a flor de piel la lograba envolver con las palabras más simples, comunes y sencillas. El, que no le hace preguntas y  deja que hable  el alma como le dijo al hermano Manuel. Esa es mi Jessica-dice-mi delirio, mi amor oculto. Estoy condenado, agrega, a vagar por el mundo, a esconderme en los idiomas extranjeros, en el latín o en el griego y en los poemas con los que la asedio por todos los puntos cardinales.
No hago ningún esfuerzo por llegarle desde mi condición de relajado y no trato de impedir que vuelva desde el principio hasta el final o viceversa puesto que si soporto la tentación de alcanzar la luna siendo sol o de alcanzarla a ella estando enamorados, todo queda resuelto.
No le ocasiono, además, ningún enojo por lo imposible de un amor sin remedio que nunca ha dejado de arder a pesar del viento huracanado que aviva con arrogante desenfado el fuego que, en la cava, fermenta el néctar que no logra embriagarnos.
Vago entonces, parodiando al ventrílocuo, hablando solo, calle arriba, hasta el santuario de su devoción. Hablo que hablo y sigo hablando solo y se de mi balbuceo de incoherencias que hacen temer por mi cordura y me consuela lo inocua, porque advierto presencias como de Dulcinea o de otras no menos disparatadas con las que sueño tener amores y romances livianos.
Esa abstinencia me permite un alto en el camino para un descanso o el olvido. Pero es difícil arrancar de raíz el mal de amor. Será un final apocalíptico o el final de algún ciclo o el final de los tiempos.
Jessi estaba a punto de comprender porque calla siempre y porque frente al requiebro amoroso una voz le susurra verdades cuando duerme y se las hace olvidar cuando despierta. No ama porque alguien la ama detrás de las palabras y le basta. Ella es fiel a ese desconocido dueño que la inquiere mientras ella lo busca.
 
 
 
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Foto del autor Oscar Zapata Gutirrez
Textos Publicados: 43
Miembro desde: Mar 04, 2012
2 Comentarios 568 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Mujer discreta, sencilla, humilde, recatada

Palabras Clave: El verdadero amor la sobriedad y el recato de una inocente muchachita

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin



Comentarios (2)add comment
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Oscar Zapata Gutirrez

Me agradó, hasta el límite, tu comentario. El personaje me permitió comprender la diferencia entre estar enamorado frente a estar en amor. Estar enamorado es, ante todo, lineal. Estar en amor es un estado de gracia indescriptible desde el centro del centro del centro. Tus palabras lo insinúan y lo adivino. Gracias de nuevo.
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June 05, 2012
 

Battaglia

Oscar:

Tu texto amerita ser leido màs de una vez.... Me parece que en él se encierran muchas cosas entre ellas el misterio de amar y de amarse, la confianza en uno mismo, los sueños y las ilusiones al mismo tiempo... la realidad y la fantasía..... necesito digerirlo un poco más....

Maravilloso!!!
Responder
June 03, 2012
 

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