Todo es nada, nada es todo, nadie es alguien, alguien es nadie, ojos cerrados, oídos tapados, brazos cruzados, pies sin zapatos.

No existe nada nada nada más nuevo que esto.
Nunca ningún sentimiento había sido como éste.
Porque no lo sentía, no lo sabía, siempre estubo ahí.
Yo sabía que no pertenecía, que algo andaba mal. No puedo encajar.
La moneda falsa, la pelicula piráta, los calcetines de plástico, eso estoy siendo.
Jamás, jamás, jamás me he sentido en la misma sintonía, siempre por detrás, detrás, detrás mirando sus espaldas. Y cuando me acogen camino lento para quedar atrás de nuevo.
Soy el auto viejo, la casa en llamas, el libro que paso en manos de todos los primos, esa cosa tan antigüa y que con el tiempo se hizo tan inútil como sus años.
Cajita musical descompuesta, de esas que nunca tuve, esas muñecas que parecían la gente muerta del Titanic.
Esta persona se encuentra fuera del iglú, no hay lugar, porque afuera suena más acogedor. Porque no hay mucho que hablar, no hay mucho que me diferencie de un pedazo de hielo.
Sin duda algo pequeño, frío e insignificante que se derritió, sucumbió ante la curiosidad.
Una ilusión de disney que quiere ser real.