El problema que se corre con las ya conocidas sagas dentro del cine, es que están cayendo en el mismo vicio que las series: el público manda, no así el público fan sino el taquillero, lo cuál demerita en mucho la calidad de las producciones.
Es curiosa la contradicción que vemos en los ratings de la película durante su estreno, la cuál está rompiendo récords, incluso la prensa menciona a que en algún lugar de México la gente se puso de pie al terminar la película, ovacionándola y aplaudiendo sin parar.
Cuando fui al cine, no ví dicha reacción en mi pueblo, será porque somos más ignorantes. Algunos se durmieron, otros más prefirieron salir a comprar dulces y otros más esperamos con infinita paciencia, que el director David Yates decidera abordar materia y se dejara de estupideces por un buen rato.
Por desgracia, la intención era hacer reír a la gente incluso con bromas forzadas y acontecimientos triviales que en nada aportaban al capítulo en cuestión. Destaca un drama adolescente más propio de las teleseries de Disney, una serie de desvaríos con respecto a las escenas clave (el armario, el libro, la cueva...) y un mal manejo de las escenas emotivas (la muerte de uno de los protagonistas).
Toda la trama referente a esta parte de la historia: la trágica muerte de Dumblendore, los horrocruxes (pensamientos, diálogos y escena de la cueva) y la lucha en Hogwarts, se quedan en simples ideas al aire, algunas ni siquiera recreadas en la historia.
Para los fans, dudo que esto sea una adaptación satisfactoria y espero que no se conformen con ver cómo los directores juegan a su antojo y capricho con la historia del famoso mago.