Hay una noche de cristales
ennegrecidos en tus ojos,
Y unas suaves manchitas color ocre
en tu rostro tan amado.
¡Qué linda fue la juventud!
Sus colores, sus lozanías, sus sueños
esos pequeños gestos cargados
de ternura, de gozo, de amor.
Tus manos aterciopeladas acariciando
las mañanas y las tardes,
pues en las noches insomnes, 
sólo se sentía, el murmullo ahogado
de los suspiros enronquecidos...
Y aunque los años se escapen
como arena entre los dedos,
¡qué magia la de vivir,
qué encantos maravillosos!
Conllevan la madurez y tal vez
la vejez....
Tú envejeces, yo también
pero entre ambos, la dulzura
se entroniza, se hace cálida,
cual suave pelusilla volando en el viento.
Tus manos y mis manos, surcadas de líneas de vida,
de risas, de lágrimas, de momentos compartidos
se entrelazan y juntas caminan
hacia el más allá, hacia el después
hacia el fin o quizás hacia el comienzo.
 
                                                               CIELOCORRENTINO