Próceres de papel y héroes olvidados de nuestra independencia
Publicado en Feb 27, 2012
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PRÓCERES DE PAPEL Y HÉROES OLVIDADOS  
En la independencia Argentina  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
         NORMA ESTELA FERREYRA
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
AÑO DE COPYRIGHT 2011-
ISBN 978-1-105-18041-5
  
  
  
           NOTA DE LA AUTORA
  
  
He notado con tristeza, que la mayoría de nuestras calles llevan el nombre de los peores hombres que transitaron por la Historia de nuestro país. Todo esto, gracias a la pluma de la misma oligarquía que les dio origen y les otorgó  títulos honoríficos de héroes. Una especie de semidioses, que la clase dominante fue  instalando en  páginas de papel y que luego, se eternizaron sin mérito alguno, en los cartelitos que señalan las manos de nuestras calles o tal vez, en el frente de alguna escuela que lleva su nombre y  adonde también hay bustos o alguna  estatua para que sus rostros se nos graben en la memoria.
Lo cierto es que hubo muchos hombres y mujeres, que sí hicieron la grandeza de esta tierra que amamos. Ellos no pretendieron fundamentar el progreso sólo en el desarrollo económico sino en valores y principios que hasta hoy perduran en nuestra gente, como la solidaridad, el respeto a los derechos humanos, a la vida, al trabajo y con la práctica sostenida de la paz.
Porque no son las guerras las que engrandecen a las naciones, ni el exterminio de otros seres humanos, serán los que nos hagan sentir el orgullo de pertenecer a esta Nación.
A los argentinos no nos asustó nunca la pobreza, ni el trabajo, sino más bien la barbarie de los países que se autoproclaman "del primer mundo" o se dicen "los más civilizados", títulos que no son, precisamente, de nobleza, ya que su poder se funda en la fuerza, la guerra desigual, el robo y el exterminio de los pueblos no bélicos.
Estoy orgullosa de pertenecer a una de las naciones latinoamericanas, que no eligieron esos métodos para solucionar sus problemas, sino que prefirió retardar su desarrollo económico para respetar el derecho de todos los pueblos y la dignidad de las naciones. Que eligió la paz y no la guerra, la pobreza y no el saqueo a los más débiles. Que no bombardeamos a la poblaciones civiles para obtener la rendición del gobernante que deseamos derrocar, como lo están haciendo EEUU y sus socios europeos e Israel, a través de organizaciones delictivas y criminales como la OTAN y muchas otras peudo-organizaciones internacionales, donde la mayoría de los  países no tienen voto y su voz, siempre  llega a oídos sordos.
Pero volvamos a nuestros PRÓCERES DE PAPEL , como les llamo, para diferenciarlos de nuestros verdaderos HÉROES OLVIDADOS, que por suerte, sí tuvimos y cuyo nombre no fue escrito en los libros oficiales de historia, porque a ella la escribieron los traidores de la patrias.
Quiero aclarar que no hay una exacta continuidad cronológica en los hechos narrados en estos documentos que he elegido, pues considero que tomando a los mismos como una unidad separada dentro de la historia, ayuda más a la comprensión del suceso como tal.
  
Dedico este libro a los caudillos:
  
FACUNDO QUIROGA- La Rioja
CHACHO PEÑALOZA- La Rioja
JUAN BAUTISTA BUSTOS - Córdoba
MARTIN DE GUEMES- Salta
LOPEZ JORDAN- Entre Ríos
JOSÉ GERVASIO ARTIGAS- La Banda Oriental
JUSTO JOSÉ DE URQUIZA- Entre Ríos
FELIPE VARELA: Catamarca
JUAN MANUEL DE ROSAS: Buenos Aires.
MARTÍN DE GUEMES: Salta
MANUEL ORIBE Banda Oriental
FELIPE IBARRA Santiago del Estero
ESTANISLAO LÓPEZ
FRANCISCO RAMIREZ
JUAN MANUEL DE ROSAS
  
A JUANA AZURDUY del Alto Perú, a todas las mujeres que lucharon por la independencia y a todos aquellos indios y gauchos que lucharon por la libertad de nuestros pueblos, sin ser reconocidos en las páginas de papel de la Historia.
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
La historia falsificada por Mitre, Sarmiento y Rivadavia, entre otros.
El General Bartolomé Mitre, triunfador en la batalla  de Pavón en la provincia de Buenos Aires, llevó a la historia  argentina a un modelo de país a la europea, que menospreciaba a  nuestros pueblos.
Como fundador del Diario La Nación que aún hoy circula, defendiendo los mismos intereses de aquellos tiempos, fue uno de  los pseudo intelectuales que armó a voluntad, la historia de los próceres mancillando su honor  y hasta falseando la verdad.  Sarmiento, Rivadavia, Roca, entre muchos otros, secundaron a quienes  pretendían entregar al pueblo a la esclavitud extranjera y que pretendieron pasar a la historia como hombres "Ilustrados" aunque sólo fueron "Salvajes sin sentimientos" al servicio extranjero.
Así armaron  el 25 de mayo de 1810, que toma forma con ese movimiento cultural y político llamado Generación del 37 formada por  un grupo de jóvenes que unen sus esfuerzos e ideas en la agrupación  Asociación de Mayo, y son ellos los primeros que hablan de la Revolución de Mayo. De todos ellos, don Bartolomé Mitre retoma sus ideas y  va dando forma  a ese acontecimiento.  Recordemos que en esa fecha, no había noticieros, ni periodistas  y nada quedó captado por una máquina fotográfica o una cámara y nos tenemos que basar en testimonios escritos y relatos orales, con el peligro de que puedan ser parciales y falsos, como lo fueron en realidad. Pero nos han quedado los mitos del 25 de mayo, que todos los argentinos inocentemente hemos creído
Todos hemos estudiado, que en el Cabildo del 25 de mayo de 1810 nace la Patria  y que allí se forma el Primer Gobierno Patrio. Y que los nueve hombres que formaron la Primera Junta son los abnegados héroes de la libertad.
 Lamento mucho decirlo, pero toda esta historia no es como nos la han contado, porque en las Actas del Cabildo del 24 de mayo y 25 de mayo, refiriéndose a los miembros de esa Junta de Gobierno dicen así: "de rodillas y poniendo la mano derecha sobre los Santos Evangelios prestaron juramento de desempeñar legalmente el cargo, conservar íntegra esta parte de América a nuestro Augusto Soberano don Fernando VII".
Y la Proclama del  26 de mayo dice que es un deseo de la Junta "el sostén de estas posesiones de América en la más constante fidelidad y adhesión a nuestro muy amado Rey y Señor Don Fernando VII".
Dice el historiador Federico Ibarguren que la consigna fue: "contra Napoleón; con o sin el Rey". (Que ya estaba preso bajo el dominio de Napoleón Bonaparte.)
En ese grito de libertad, aquellos revoltosos hombres se cuidaban de no dañar el comercio con Gran Bretaña. O sea que la Patria  nació bajo la atenta mirada de los ingleses. Entonces sí se puede entender por qué en esa heterogénea Junta de Mayo los próceres que hoy nombramos estaban divididos, enfrentados en dos grupos: uno encabezado por el coronel Cornelio Saavedra, uno de los héroes de la Reconquista de la ciudad de Buenos Aires tras las invasiones inglesas, y encargado de hacer pesar el poder militar en las decisiones del 24 y 25 de mayo; y el otro bando estaba encabezado por un joven y lúcido abogado, representante de los intereses comerciales británicos en el Río de La Plata, el Dr. Mariano Moreno.
La gran pelea entre ambos era la forma de capitalizar hacia la independencia los hechos de la Semana de Mayo. El militar quería que la forma de gobierno fuese decidida en un Congreso que reuniera a los representantes de todas las Provincia del Río de la Plata, en cambio el iracundo abogado pretendía que todo quedara en manos de la ciudad de Buenos Aires.
Algunos historiadores ven en esa primer pelea, el origen de la lucha entre unitarios y federales. Tan al extremo llegó la diferencia de opinión que don Mariano Moreno, el hombre mas respetado y aplaudido por la historia armada de Mitre, no dudó en mandar a asesinar a todos aquellos que se oponían a las pretensiones hegemónicas de Buenos Aires con la excusa de salvar a la Revolución. Y  fue Juan José Castelli, otro miembro de la Junta de Mayo, el  encargado de cumplir y hacer cumplir las órdenes de Moreno de fusilar a los que se opusieron a la revolución, entre ellos a Santiago de Liniers, héroe de la Reconquista.
A todo esto, ¿qué sentido tienen entonces los colores celeste y blanco que adornan este Acto? Pues ninguno. Y les cuento que el día de la Plaza del 25, es una imagen retórica del pintor Ceferino Carnacini, quien en un cuadro de su autoría del año 1938 destinado a adornar billetes en la segunda mitad del siglo pasado. Es ese cuadro, la gran imaginación de un artista plástico, el que nos muestra una errónea visión histórica de la Plaza del 25 de mayo de 1810. Cuentan los historiadores que en la plaza no estaba más del 1 o 2% de la población total de Buenos Aires, que los paraguas eran muy pocos y caros. Pero lo más mentiroso, es la historia que cuenta que  French y Berutti repartían cintas celestes y blancas, los colores patrios. He aquí otra monumental mentira, porque estos dos jóvenes entusiastas de las ideas de independencia, pertenecían a un grupo de gente que se llamaban Los Chisperos y pretendían exaltar a la gente en contra del Virrey Cisneros. Ellos comandaron una suerte de operativo cerrojo, e impidieron que a la Plaza del 25 de mayo, llegaran ciudadanos partidarios de Cisneros y esto fue el  primer paso hacia la independencia. Para identificar a quienes dejaban quedarse y a quienes no, se les ocurrió darles a los que iban llegando unos distintivos de color y el que los tenía entraba, porque eran partidarios de una Junta sin Cisneros,  Y el que no, era echado. No hay acuerdo acerca de cuales eran los colores de las cintas que repartieron Domingo French y Antonio Berutti  Algunos dicen que azules como los colores de la casa real de los Borbones Reyes de España; otros dicen que celeste y roja representando éste último a la corona del Rey. Al fin y al cabo, estos dos revoltosos y agitadores muchachos fueron los primeros en llevar la gente a una plaza y ponerlos bajo unos colores que los identificaban como partidarios políticos.
Este fue un acontecimiento "porteño". El resto del "país", no estaba enterado ni fue consultado.
 En el Cabildo Abierto del día 22 se dejó bien asentado que no se podía reunir un congreso representativo de todas las Provincias del Virreinato que en ese entonces lo formaban: Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia. Por eso que se tarda más de un año en que todo el país se identifique con la Primera Junta de Gobierno que asumió el 25 de mayo tras el golpe de estado militar que hizo con su Regimiento de Patricios Cornelio Saavedra, la noche del día 24. Sí, porque la Patria del 25 de mayo nació con un golpe de estado militar que derrocó al muy odiado Virrey Cisneros, haciendo renunciar al representante del Rey de España en estas zonas de América.
 Fuente: Prof. CARLOS ALBERTO TORRES -Villa Mercedes (SL)
25 DE MAYO DE 1810: ¿GOLPE PRO-BRITÁNICO O REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA?
En estos días en que se celebra un nuevo aniversario del 25 de Mayo de 1810 puede ser útil reflexionar aquel acontecimiento, su naturaleza histórica, sus protagonistas.
La versión tradicional difundida por la Historia Oficial (es decir, la fundada por Mitre y divulgada por los historiadores liberal-conservadores) responde a una interpretación elitista, anti-latinoamericana y especialmente pro-imperialista, que resulta muy nociva para nuestras luchas de liberación. Sus rasgos principales son los siguientes: l) Se trataría de una revolución separatista, profundamente antihispánica y pro-británica; 2) Habría sido impulsada por "la gente decente" de Buenos Aires, es decir, los ricos señorones, dueños de esclavos, reunidos en el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, siendo escasa o nula la presencia popular; 3) Su objetivo fundamental residiría en abrirse al comercio con los ingleses, trabado por el monopolio español; 4) Su programa estaría dado por "La Representación de los Hacendados", documento redactado por Mariano Moreno y presentado al Virrey, a favor del comercio libre, en 1809; 5) Sería -aunque no demasiado- un movimiento "argentino" pues French y Berutti habrían repartido cintas celestes y blancas en los días previos al 25; 6) Las ideas de esta revolución habrían sido difundidas por los soldados ingleses que, derrotados después de las invasiones de 1806 y 1807 y teniendo a la ciudad por cárcel, concurrían a las reuniones de la clase alta porteña, donde persuadían acerca de las bondades de la libertad y la democracia; 7) El movimiento tendría dos protectores: uno, Lord Strangford, el cónsul inglés en Río de Janeiro, que apoyaba y brindaba sugerencias a los revolucionarios del Plata, y años más tarde, George Canning, el primer ministro inglés, quien procedió a reconocer nuestra independencia. Esta versión se completa sosteniendo que a partir de ese día de mayo, dejamos atrás un oscuro período de superstición, indolencia y autoritarismo, para recibir una avalancha de ideas y mercaderías inglesas que nos modernizaron, sacándonos de la modorra colonial y conectándonos con el mundo del progreso, aunque nuestras masas bárbaras siempre se manifestaron renuentes a ingresar a esa "civilización".
Como se comprende, "este" 25 de mayo responde a la visión de la burguesía comercial del puerto de Buenos Aires. Se trataría de un mero golpe oligárquico y antinacional y por tanto, carecería de sentido convocar a alumnos y maestros en las escuelas para conmemorarlo sino, más bien, habría que repudiarlo. Por el contrario, se festeja su efemérides -aunque enmascarando los propósitos de dominación con frases edulcoradas- pues, tal como se lo presenta, sirve para legitimar las políticas de apertura económica, los proyectos elitistas, la simpatía por los anglosajones, así como la mirada desde Buenos Aires puesta en Europa o Estados Unidos dando la espalda al resto de América Latina.
El lector pensará, seguramente, que esta versión debe haber sido superada ampliamente por las nuevas investigaciones históricas y que habrá quedado reducida a alguna revistita infantil para nenes medio tontuelos. Efectivamente, debería ser así, pero resulta que -con algunos agregados interdisciplinarios que remozan la vieja versión- aún hoy prevalece en los diversos niveles de la enseñanza.
Ello no impide que algunos niños inteligentes y algunos universitarios con vocación histórica formulen algunas dudas: ¿Por qué, si la revolución era independentista, no declaró la independencia sino que la proclamó recién 6 años después, en condiciones mundiales mucho más desfavorables que las de 1810? ¿Cómo es posible que los miembros de la Primera Junta de Mayo jurasen por Fernando VII? ¿Si el movimiento nacía "por odio a España", como señala Mitre en las primeras páginas de su biografía de San Martín, por qué dos españoles (Matheu y Larrea) integraban la Primera Junta? ¿Como es esto de que ningún testigo vió las cintas celestes y blancas de que habla Mitre, sino, en cambio, cintas blancas, los primeros días, en señal de paz y cintas rojas, el 25, amenazando sangre? ¿Cuál es la razón por la cual la bandera española continuó flameando en el Fuerte y otras instituciones oficiales hasta 1814? ¿Qué explicación hay que darle al regreso de San Martín -un "gallego" que estuvo en España desde los 6 hasta los 33 años y dio 30 batallas como militar español- para venir al Río de la Plata a sumarse a una revolución anti española? ¿Eran enemigos de España los hombres de Mayo, a pesar de que casi todos ellos tenían padres españoles e incluso desempeñaban cargos en la burocracia estatal? Los historiadores discípulos de Mitre han intentado, de una u otra manera, responder a algunos de estos interrogantes, con argumentos que si resultaban más o menos aceptables en 1880, hoy deben ser calificados de pueriles. Por ejemplo: San Martín volvió en 1812 porque "recibió un llamado de las fuerzas telúricas" o tuvo nostalgias de los pajaritos y los árboles de su Yapeyú natal, donde solo vivió cuatro años. Otra es más conocida y logró hacer camino: la jura por Fernando VII era solo "una máscara" para evitar que España se diera cuenta del propósito de los revolucionarios y los reprimiera. Hoy, las ciencias sociales, han avanzado lo suficiente como para explicar que ningún grupo revolucionario llegado al poder puede jurar por la contrarrevolución, pues si así contenta al enemigo, en cambio, enfrenta a su base social, que se ocupará bien pronto de derrocarlo por traidor. O a la inversa, si su base social sabe que se trata de una picardía, es un secreto a voces que también conocen los enemigos y carece de sentido instrumentarlo.
Abandonemos, pues, esta versión por insuficiente y esperemos que los maestros e historiadores se decidan a polemizar sobre el tema, para encontrar la verdad y para que los alumnos no se aburran con fábulas inconsistentes.
La revolución desde otra óptica
Juan Bautista Alberdi sostuvo, en sus "Pequeños y grandes hombres del Plata", una posición distinta a la que hemos reseñado. Pero, como se sabe, Alberdi, en sus años altos, tuvo el coraje de enfrentar a la oligarquía mitrista -especialmente definiéndose a favor del Paraguay en la Guerra de la Triple Alianza- de manera tal que sus ideas han sido condenadas por la cátedra y la Academia. Veamos, sin embargo, su planteo: La Revolución de Mayo "es un detalle de la Revolución de América, como ésta es un detalle de la revolución de España, como ésta lo es de la Revolución Francesa y europea" ("Pequeños y grandes hombres del Plata", edit. Fernández Blanco, Bs As, 1962, página 64). Es decir, se trataría, en todos los casos, -no de revoluciones separatistas, independentistas - sino de revoluciones democráticas, por la libertad y los derechos del hombre, la división de poderes, etc., dirigidas contra el absolutismo, la monarquía, la Inquisición, la esclavitud, los tributos serviles, etc.
En principio, pues, en el Río de la Plata, se trataría de un movimiento que integraría el proceso de cambio que recorre toda Hispanoamérica por entonces, bajo la influencia tanto de la revolución española de l808 como de la Francesa de 1789. De manera tal que, desde el vamos, los ingleses no jugarían el rol protagónico que les adjudica Mitre y que a este historiador-político-militar le sirve -en 1862, como presidente- para legitimar sus concesiones ferroviarias, bancarias, etc. al capital inglés, al cual juzga "la fuerza que impulsa el progreso en la Argentina" (Bartolomé Mitre. Discurso 7/3/1861. Archivo Mitre)
Pero, además, si se trata de una revolución democrática no puede ser elitista, no la promueven los ricos -que gozan plenamente su "democracia absolutista" al tiempo que le niegan la libertad a los demás- sino aquellos que tienen derechos por conquistar. Entonces, tampoco su objetivo es el comercio libre (que por otra parte, ya había sido implantado por el virrey Cisneros en l809), ni la representación de los hacendados puede ser su programa, sino que debió existir otro proyecto, otro conjunto de ideas capaces de unificar a quienes ansiaban el cambio.
Alberdi, aislado por la oligarquía, no logró discípulos, pero, sin embargo, quienes bucearon en los acontecimientos producidos en el resto de América y en España en la primera década del siglo XIX , advirtieron que el planteo alberdiano resultaba muy interesante y permitía disipar dudas y equívocos que presentaba la versión mitrista.
Así, en 1916, José León Suárez publica "Carácter de la revolución americana. Un nuevo punto de vista más verdadero y justo sobre la independencia hispanoamericana", donde retoma aquella interpretación sosteniendo que entre 1808 y 1811, en España y en América, los revolucionarios democráticos, émulos de los franceses del 89, se levantaron contra el absolutismo que los oprimía allá y aquí. El ensayo recogió importantes coincidencias, especialmente por parte de latinoamericanistas y antiimperialistas a quienes repugnaba el nacimiento de la Patria parida y acunada por los británicos, aunque también es cierto que la vieron con simpatía algunos hispanistas de derecha quienes querían reforzar la filiación hispánica de nuestros países, pero se les atravesaba en la garganta la reivindicación democrática.
Entre quienes bregaban ya contra el imperialismo y a favor de la unión latinoamericana, se encontraba Manuel Ugarte quien escribió inmediatamente a José L. Suárez: "El punto de vista en que usted se coloca es el único razonable y verdaderamente filosófico en estos tiempos... En una conferencia que di, en 1910, en el Ayuntamiento de Barcelona, tuve ocasión de concretar esa manera de ver... Aquello fue un gesto regional, como el que pudiera hacer aquí una provincia. Su admirable trabajo confirma la tesis, que no es suya, ni mía, sino de toda la generación emancipada de los odios y reintegrada por el sentimiento y el estudio de la realidad a su filiación y su destino" (M. Ugarte, comentario en "Carácter de la revolución americana", de J. L. Suárez. Edit. librería"La Facultad", Bs As, 1917, página 94). Ugarte había sostenido en su conferencia de 1910: "Ninguna fuerza puede ir contra sí misma, ningún hombre logra insurreccionarse completamente contra su mentalidad y sus atavismos, ningún grupo consigue renunciar de pronto a su personalidad para improvisarse otra nueva. Españoles fueron los habitantes de los primeros virreinatos y españoles siguieron siendo los que se lanzaron a la revuelta. Si al calor de la lucha surgieron nuevos proyectos, si las quejas se transformaron en intimaciones, si el movimiento cobró un empuje definitivo y radical fue a causa de la inflexibilidad de la Metrópoli. Pero en ningún caso se puede decir que América se emancipó de España. Se emancipó del estancamiento y de las ideas retrógradas que impedían el libre desarrollo de su vitalidad.. ¿Cómo iban a atacar a España los mismos que en beneficio de España la habían defendido, algunos años antes, las colonias, contra la invasión inglesa?...Si el movimiento de protesta contra los virreyes cobró tan colosal empuje fue porque la mayoría de los americanos ansiaba obtener las libertades económicas, políticas, religiosas y sociales que un gobierno profundamente conservador negaba a todos, no sólo a las colonias, sino a la misma España... No nos levantamos contra España, sino a favor de ella y contra el grupo retardatario que en uno y en otro hemisferio nos impedía vivir" (M.Ugarte, "Mi campaña hispanoamericana", Edit Cervantes, España, 1922, pág 23). Otro socialista, Enrique Del Valle Iberlucea, en 1912, sustentaba una interpretación semejante. (E. Del Valle Iberlucea, "Las cortes de Cadiz", Edit. M. García, Bs As, 1912) Más tarde, en otros países latinoamericanos aparecieron historiadores que avalaron esta interpretación, como así también investigadores españoles (Eduardo García del Real, Augusto Barcia Trelles, entre otros). Uno de los argumentos más fuertes reside en que en la mayor parte de las revoluciones de Hispanoamérica aparecían españoles liberales jugando destacado papel a favor de la revolución (Larrea, Matheu, Arenales, Alvarez Jonte, Blas Parera, Chilavert, entre otros), así como americanos de origen pero fuertemente influidos por largos años de estadía en España (San Martín, Carrera, Alvear, Zapiola, Iriarte, Blanco Encalada). Asimismo, son comunes los casos de nativos americanos que juegan roles importantes en el bando absolutista (Goyeneche, Olañeta, Pío Tristán, Michelena). Asimismo, en la casi totalidad de las revoluciones, las juntas triunfantes juraban por Fernando VII y recién años después -cuando Fernando VII, que era promesa de democracia, gira a la derecha y reprime brutalmente a los revolucionarios a partir de l8l4- estalla con fuerza el reclamo de independencia, pues resulta condición fundamental para no caer bajo el absolutismo restaurado.
Puede afirmarse que mientras, en España, la revolución -inicialmente nacional en tanto pugna por rechazar al invasor napoleónico - se transforma en democrática a partir del estallido popular y la formación de Juntas (1808), en América, las revoluciones -inicialmente democráticas (ocurridas entre 1809 y 1811), bajo la influencia de la española y la francesa- se convierten en nacionales o independentistas (a partir de 1814) cuando fracasa el proceso español, se anula la Constitución progresista de Cádiz y se reinstala el absolutismo.
Los hechos
Un relato abreviado de los acontecimientos desarrollados en España y en América quizás facilite la comprensión de esta tesis y permita iluminar de manera distinta los acontecimientos de Mayo.
La invasión del ejército napoleónico sobre territorio español, así como la abdicación que el Gran Corso le impone a Carlos IV y a su hijo Fernando VII, detenidos en Bayona, provoca la insurrección del pueblo español el 2 de mayo de 1808. Se trata de una revolución nacional, contra el invasor, defendiendo la soberanía de España, pero inmediatamente asume al mismo tiempo otro carácter: el pueblo se organiza en Juntas y reclama, entonces, no sólo expulsar a los franceses, sino sus derechos democráticos impugnando las viejas instituciones absolutistas. Las juntas diversas unifican su representación en la Junta Central de Sevilla. Así, 1808 es el 89 español. Estas juntas, en su propósito de ser coherentemente democráticas, declaran -el 22 de enero de 1809- que "las tierras americanas no son colonias sino provincias", iguales a las de España, por lo cual, al convocarse a las cortes constituyentes, se les reconoce representación. Y más aún: la Junta de Cádiz, el 28/2/1810, informa a los americanos de los cambios producidos y les señala que la Junta que ellos han constituido debe ser modelo que deben tomar en América, es decir, los incita a formar Juntas. Esta información no es demasiado conocida, pero sí puede recordarse que el levantamiento del 1º de enero de 1809, en Buenos Aires, aunque de contenido españolista contra la preponderancia francesa, proclama: "Juntas como en España".
Esto significa que la revolución que recorre el territorio español, se extiende a América, explicándose por esta razón la sincronía de los levantamientos insurreccionales (La Paz l809, Caracas, Buenos Aires, Chile y Nueva Granada en 1810, Méjico, Paraguay y la Banda oriental, en l811). A la luz de esta interpretación resulta coherente, tanto la metodología juntista, como también la jura por Fernando, a quien tanto en España como en América se juzga una posibilidad democrática, deslindándolo del resto de la familia real corrompida.
El levantamiento de las nuevas banderas democráticas se torna urgente en América cuando en España el proceso se derechiza con la disolución de la Junta central de Sevilla y la instalación del Consejo de Regencia, al mismo tiempo que Napoleón domina ya casi todo el país ibérico. Ambas noticias llegan a América en los primeros meses de l8l0 y apresuran los estallidos revolucionarios.
Ahora bien, ¿qué clases sociales se enfrentan en Buenos Aires en ese mes de mayo de l8l0? Por un lado, se encuentran los defensores del absolutismo, sector integrado por los comerciantes monopolistas (registreros, ligados a casas matrices de España, beneficiados por el monopolio), es decir, "los godos". Sus apellidos interesan porque luego reaparecen integrando la oligarquía argentina: Martínez de Hoz, Pinedo, Alzaga, Santa Coloma, Sáenz Valiente, Ocampo, Lezica, Beláustegui, Arana, Oromí, Ezcurra... En general, son dueños de esclavos, rentistas y ostentan escudos nobiliarios en las puertas de sus casas. Junto a ellos, el Virrey , los oidores (integrantes de la Audiencia) y la burocracia estatal, es decir, el funcionariado privilegiado vinculado al poder, que cuenta, además, con el apoyo de la cúpula eclesiástica y de alguna fuerza armada.
En la vereda opositora se ha gestado un frente antiabsolutista constituido por comerciantes nuevos, la pequeña burguesía y sectores populares.
La burguesía comercial en formación se halla integrada preponderantemente por comerciantes ingleses a los cuales el virrey ha otorgado permisos precarios de radicación y que muy pronto, si no se producen cambios en el poder, deberían levantar sus tiendas e irse a comerciar a otra parte ( El 18 de diciembre de l809 se les otorgó autorización por 4 meses, el 18 de abril de l8l0 se les dio prórroga por 30 días y ya en los días de mayo, nadie se preocupa de ellos, hasta que producida la revolución, consiguen radicación definitiva). Entre otros, pueden citarse algunos apellidos ingleses que luego reaparecen en diversos momentos de nuestra historia: Robertson, Parish, Billinghurst, Miller, Craig, O'Gorman, Amstrong, Lynch, Gowland, Wilde, Brittain, Mackinnon, Dillon, Twaites. Gibson. Ramsay... Integran también ese grupo algunos comerciantes nativos que vienen del contrabando y ligan su suerte ya tempranamente al capital inglés. Entre otros: Aguirre, Riglos, Sarratea, Escalada y García. Este sector concurre a la revolución para terminar con el absolutismo y establecer una amplia libertad comercial que permita una estrecha conexión con el comercio mundial. (Del 25 de Mayo visto desde esta óptica nos hablan Mitre y la Historia Oficial). En cambio, los demás integrantes del frente democrático desean concluir con el viejo régimen pero con un proyecto distinto: que el pueblo gobierne a través de sus representantes, asegurando los derechos del hombre y del ciudadano, la libertad de imprenta y el libre pensamiento, integrando el movimiento al estallido que conmueve por entonces al resto de la América Española e incluso, también al de España si allí prevalecen las fuerzas modernizadoras. En esa pequeña burguesía se destacan varios abogados, como Moreno, Castelli, Belgrano y Paso, con el apoyo de unos seiscientos activistas que pertenecen a los sectores sociales de menores ingresos, conocidos como "Los Chisperos", "La Legión Infernal", o "los manolos", en las crónicas españolas. Allí, liderando, se encuentran French, cartero de la ciudad y Berutti, empleado de la Tesorería del Gobierno. Allí, se destacan también Agustín Donado, gráfico, que se desempeña en la imprenta oficial, Buenaventura de Arzac que "no es nada", según lo trata despectivamente un informe, Francisco "Pancho" Planes, abogado de exaltada posición revolucionaria, Felipe Cardoso, Vicente Dupuy, Francisco Mariano de Orma y otros, ignorados por la Historia Oficial y a quienes, en los informes del virrey y de la Audiencia, así como en los testimonios y recuerdos de época, se los designa como "la chusma" que vertía "especies subversivas". También apoyan algunos sacerdotes populares como Alberti, Grela y Aparicio, este último recorriendo los cuarteles y arengando a la tropa, con dos trabucos al cinto.
En los sucesos que se desarrollan en la semana de Mayo, los militantes encabezados por French y Berutti juegan un rol decisivo pues son ellos los que exigen y logran el Cabildo Abierto del 22 de mayo e incluso participan del mismo utilizando invitaciones falsas que ha "fabricado" Donado en la imprenta de Expósitos, como también son ellos quienes forman piquetes en las esquinas del Cabildo impidiendo el ingreso de algunos señorones reaccionarios. Son ellos también los que se movilizan contra la Junta tramposa del día 24 (dos absolutistas, dos revolucionarios y el Virrey como quinto miembro para desempatar), especialmente después que se contactan con Mariano Moreno, ese hombre que tenía la mente clara y sabía lo que había que hacer, por lo cual French lo apoda "el sabiecito del Sur". Llegado el día 25 y cuando el "sordo" Cisneros y el síndico Leiva apelan a toda clase de dilaciones e incluso intentan que la fuerza armada reprima al pueblo en la Plaza, French, Berutti, Planes y otros ingresan a la planta alta del Cabildo y exigen por la fuerza -cuchillos y trabucos en mano- la designación de una Primera Junta, cuyos integrantes ellos mismos presentan, y firman, en primer término: "Por mí y ante de los seiscientos, Antonio Luis Beruti, por mí y a nombre de seiscientos Domingo French, siguiéndole entre otras, las firmas de Manuel Alberti, Hipólito Vieytes, Nicolás Rodríguez Peña, Tomás Guido" (Historia de la Nación Argentina. Academia Nacional de la Historia, Edit. El Ateneo, Bs As, 1969, tomo V, pág. 47)
No existe duda de que el sector popular, como cabeza del frente democrático, impone a la Primera Junta para reemplazar al virrey. Sus integrantes juran, entonces, en nombre del Rey Fernando VII porque éste resulta aún una posibilidad democrática tanto para los españoles liberales como para los americanos de la misma filiación ideológica. Por esta razón, la base social de la revolución acepta no sólo esa jura sino que continúe flameando la bandera española en el Fuerte y que dos españoles integren el nuevo gobierno (Larrea y Matéu ) Subsisten también la Real Audiencia (cuyos integrantes, junto con el virrey, son detenidos y desterrados el 22 de junio, por su confabulación contrarrevolucionaria) y el Cabildo (a cuyos integrantes se los confina recién en octubre de 1810, por probárseles reuniones conspirativas). También son desterrados, meses después, varios ricachones, no por españoles, sino por enemigos de esa revolución que dirige ese Moreno para quien -según manifiesta horrorizado "el godo" Pinedo- "ya todos somos iguales, máxima que vertida así en la generalidad ha causado tantos males ...y aún faltan padecimientos por este maldito desorden" (Manuel Arroyo y Pinedo, en "La primera polémica sobre la revolución de Mayo", de Raúl Molina, folleto, pág 73).
Como se sabe, la primera decisión de la Junta es convocar a todos los pueblos a sumarse e inmediatamente organizar dos expediciones -una al Paraguay, la otra, al Alto Perú- así como vincularse a Artigas en la Banda Oriental, para insertarse plenamente en la revolución que está estallando en las distintas ciudades latinoamericanas.
Poco después, Moreno redacta el Plan de Operaciones que constituye el verdadero programa de la Revolución, documento que Bartolomé Mitre "pierde", distraídamente, para poder mantener a la "Representación de los Hacendados" -alegato por el comercio libre- como objetivo del movimiento.
Sin embargo, la aparición de nuevas copias del Plan, como asimismo de referencias de Fernando VII y de su hermana, Carlota Joaquina, respecto a ese documento, lo tornan hoy indiscutible. Allí se ratifica el proyecto latinoamericano, se plantea la destrucción del absolutismo en América y asimismo se formula un proyecto insólito para esa época: que el Estado reemplace, a una burguesía nacional inexistente, para promover el desarrollo económico. ¿A través de qué capitales? De los que se obtengan expropiando a los mineros del alto Perú pues como afirma Moreno, con argumentos sumamente actuales, "las fortunas agigantadas en pocos individuos ...no sólo son perniciosas sino que sirven de ruina a la sociedad civil, cuando no solamente con su poder absorben el jugo de todos los ramos de un Estado, sino cuando también en nada remedian las grandes necesidades de los infinitos miembros de la sociedad, demostrándose como una reunión de aguas estancadas, que no ofrecen otras producciones sino para el terreno que ocupan, pero que si corriendo rápidamente su curso bañasen todas las partes, no habría un solo individuo que no las disfrutase..."
Como se advierte, esta revolución igualitaria y expropiatoria nada tiene que ver con aquella del comercio libre y el abrazo con los ingleses de que nos habla la Historia Oficial. Los comerciantes anglo-criollos -que participan en el movimiento por su interés de mantener su radicación en Buenos Aires- logran, recién en septiembre de 1811, elevar sus hombres al Primer Triunvirato (Rivadavia y García): "son los hombres de peso y de pesos", según los califica Vicente Fidel López. Pero pierden posiciones el 8 de octubre de 1812 cuando San Martín y Alvear derrocan a ese organismo y surge el segundo Triunvirato integrado por los morenistas que recién han vuelto de su confinamiento.
A través de la década, en sucesivos avances, la burguesía comercial anglo-criolla refuerza sus posiciones y a principios de 1820, recién se hallará plenamente en el poder, siempre representada por Rivadavia y García. Es el período en que se inicia "la contrarrevolución", le escribe Vicente López y Planes al General San Martín, quien acuerda con ese juicio.(Cartas de enero y mayo de 1830, Archivo San Martín) Su proyecto se despliega en esos años: empréstito Baring Brothers, libre importación, sociedades mixtas del Estado con capitales ingleses, Banco de Descuentos y Banco Nacional en poder de los comerciantes extranjeros, política anti latinoamericana contra San Martín y Bolívar, disgregación de la Banda Oriental y del Alto Perú.
Esta sí es la política contrarrevolucionaria de la burguesía comercial -rivadaviana en esa época, mitrista, en los años 60- que la Historia Escolar celebra como triunfo de "la civilización contra la barbarie". Pero, por supuesto, no es el programa de Mariano Moreno y los revolucionarios de Mayo.
Publicado además en Cuadernos para la Emancipación - 2002-Norberto Galazo-Centro Cultural "E. S. Discépolo"
  
Manuel Belgrano
(1770-1820)
Si bien los textos escolares lo recuerdan como el Creador de la Bandera Nacional y uno de los más importantes jefes del Ejército revolucionario, a Manuel Belgrano le cabe también una fundamental tarea en el establecimiento de las primeras instituciones educativas y culturales del país.
 Don Manuel Belgrano, su historia (1º Parte) Escrito por Guillermo Sebastián Mircovich.
Es así, que en muchos casos, la figura de Belgrano se asienta solamente en la creación de la Bandera, en la Batalla de Salta o en el éxodo jujeño, proeza inigualable de un Pueblo con mayúscula, que no permitió que el enemigo disfrutara de su trabajo, su economía y de su lugar de asentamiento dejando a sus espaldas todo un pueblo arrasado por ellos mismos.
De esta forma queremos comenzar a conocer a Belgrano, no al General, sino aquel, que no siendo General, se puso al frente de un ejército solamente para defender a la Patria.
Manuel Belgrano nació el 3 de Junio de 1770, hijo de padre italiano, (Domingo Belgrano y Peri y una argentina Doña María Josefa González Casero). Este "Militar" adquirió conocimiento en la escuela sobre Latín, Tecnología, Lógica, Metafísica, Filosofía, ética y Literatura, obteniendo así el título de Bachiller. Luego en España, se recibió de Abogado, logrando distinciones en dicho país.
En 1874, Belgrano comienza a desempeñarse como Secretario y Abogado en el Consulado inaugurado en 1873 en Buenos Aires.
Entre sus importantes iniciativas, figura la de establecer una escuela de Dibujo, cuya utilidad era la de perfeccionarse, tanto en el oficio de Carpintero, Cantero, Bordador, Sastre, Herrero, Zapateros y "...fomentar la Agricultura, animar la industria y proteger el Comercio", es importante destacar que en esos años la principal fuente de economía era precisamente la agricultura, pero el pensamiento no era solamente hacer figurar el impulso económico en ese aspecto, sino agrega " ...que las artes se hallen en manos de hombres industriosos con principios", ya con sus dichos, desactivaba las posibles prebendas que muy posiblemente buscarían los poseedores de campos agricultores, sabiendo que el sistema ganadero todavía no tenía una determinada expansión  en lo que respecta al mercado de esa época.
No solamente proclama, incentiva y advierte, a quien debe manejarlas, sino que expresa que "...la agricultura es el verdadero destino del hombre. En el principio de todos los pueblos cada individuo cultivaba una porción de tierra", 150 años después un General de la Nación pronunciaba "...cada argentino debe producir, por lo menos, lo que consume".
Belgrano, estaba plenamente convencido que solamente la producción, que hoy llamaríamos en escala, serviría para hacer una Nación económicamente fuerte elevando el nivel de vida, como veremos mas adelante.
No se queda con el pronunciamiento evocado en un discurso, ni le echa la culpa al agricultor por hacer solamente lo que sabe hacer, sino, propone "...el poco producto de las tierras, no es culpa del labrador...y de que modo podemos manifestar estos misterios y corregir la ignorancia...estableciendo una Escuela de Agricultura, donde los jóvenes Labradores se les hiciese conocer los principios generales de la vegetación y desenvoltura de plantas".
¿Podía ser Belgrano un filósofo confabulador, al dar semejante pujanza a la mejor industria de esos momentos?, recordemos, que casi dos siglos después, se crearon cientos de Escuelas Fábricas para instruir a los jóvenes, y potenciarlos en la incipiente industria que se estaba activando desde 1943.
Como lo haría Don Juan Manuel de Rosas, años después en su libro " Manual para el peón del campo", donde esclarecía la forma del trabajar dentro de las manualidades mas minuciosas de una estancia, Belgrano, en sus discursos no deja de establecer la forma en la cual se debe proceder en el trabajo "...hecha la siembra no debe abandonar el Labrador su sembrado, es preciso que esté atento y vigilante para cuando haya brotado la semilla", y así, sigue explicando todo el método a seguir para obtener una buena cosecha. Comienza en sus discursos a fomentar la forma en cual se debe exportar los productos y el porque, metodología revindicada por el General Perón en 1943,  el primer eslabón corresponde para los que producen, el sobrante es el que se exporta o se cambia por otro producto necesario para el país, lo que Perón delineó como "Acuerdos Bilaterales". Belgrano dice, "...el sobrante de estos artículos nos proporcionaría grandes utilidades, ya extrayéndolos para la Isla de Francia donde subsisten siempre con estimación por su gran consumo en las muchas naves que van al oriente y hacen escala sin el repuesto de estos menesteres".
Sobre estas reflexiones, no solamente piensa en embarcar la mercadería en buques mercantes extranjeros, sino, que argumenta "...según las actuales circunstancias, la extracción no se podrá ejecutar atendiendo a que los fletes son carísimos", no solo defiende al productor en su forma de producción, sino que advierte, la posible confrontación con otras naciones debido al precio, ya sea por su acercamiento, o por subsidios. No olvidemos que Europa, en aquellos momentos, tenía por edad 1800 años más que nosotros, es así que aconseja "...al gobierno haciéndole presente a Su Majestad, el estado actual de la navegación y falta de buques mercantes", a pesar de ser reiterativo, debemos recordar que en la época Peronista, se bajó el costo de los envíos al exterior mediante la formación de una flota mercante propia que llegó a poseer más de 1200 barcos, con una solvencia de traslado de millones de toneladas de materias primas.
Pero lo fundamental de Belgrano, todavía estaba por llegar, solicita "..el gobierno podía igualmente adoptar el medio de comprar todos los Linos y Cañamos que se cosechasen; teniendo los labradores la certeza de la venta de sus cosechas" ¡¡ Estaba adelantándose 150 años, a la creación del I.A.P.I, Institución formalizada por el General Perón par la seguridad de la venta de la producción argentina!!
Y como no podía ser de otra manera, expresa lo que Perón manifestó toda su vida : La Justa Distribución de la Riqueza, Belgrano dice "...es indudable que el hombre se abandona luego que no halla recompensa en su trabajo, y que no ve premio de sus fatigas", premia a la niñas de un colegio por su excelente labor en el hilado de algodón, porque "...estas labores son útiles al estado", y va desplegando todo tipo de acción "...que sirva a las enseñanzas en los colegios, como las matemáticas".
Este es el Belgrano, estudioso, uno de los primeros economistas que pisó nuestro suelo y hábil en el manejo del comercio exterior.
Mientras tanto, se va formando el Belgrano político, aquel que también tiene como idea fundamental la libertad de su Patria, sale a defenderla con sus principios nacidos en su tierra ya alejados de sus estudios en España. Es por eso que expresa"...la deplorable situación que nos hallamos, casi rotos todos los vínculos de nuestro comercio nacional por el tirano de Europa", va deshojando despacito la paternalidad de España y enfrenta a los amos del comercio de ese tiempo, Francia e Inglaterra, que luego se enfrentarían contra Juan Manuel de Rosas. Sus palabras son dirigidas, en 1809, contra los mismos lacayos que tuvo que enfrentar Rosas "...otros amparados del espíritu cruel de la codicia, hollando todas las obligaciones y respetos, corren precipitadamente al inicuo tráfico del contrabando, al parecer como empeñados en acabar y ultimar al comercio lícito, y con el acelerar la destrucción del Estado".
También comienza a explayarse sobre los "...productos abarrotados en los almacenes como algodones, lanas...que solo han podido conducir esos barcos ingleses que hemos tenido a la vista y todavía tenemos...y cuales son las ventajas que hemos conseguido. La destrucción, el aniquilamiento de nuestros fondos, la existencia de una multitud de extranjeros, corrompedores de nuestras costumbres". Vuelve a reiterar "...si, es cierto, como lo aseguran todos los economistas, que la repartición de las riquezas hace la riqueza real y verdadera de un País, de un Estado entero".
Belgrano insiste sobre el comercio, exterior e interior, y manifiesta "...es un error creer que la baratura de los géneros que tenemos traídos por los contrabandistas sea benéfica para la Patria; lo que a esta le conviene es que sus producciones tengan valor". Los cipayos terratenientes que comerciaban en el puerto afianzaban sus garras sobre las producciones argentinas, en el tiempo, solo Rosas y Perón entendieron y enfrentaron esta situación.
Belgrano estaba en lo cierto, grandes nubarrones oscurecían los albores de la Patria, con su espada los salió a defender, mientras que otros se dedicaron a hacer funcionar sus contactos con el extranjero: Rivadavia, Sarmiento, Florencio Varela, su hermano, Esteban Echeverría, Lavalle, Urquiza, por nombrar solamente algunos.
Belgrano salió a luchar por su Patria. En 1807, participó repudiando la segunda Invasión Inglesa, entonces se fue relacionando con grupos revolucionarios secretos que tenían como pensamiento la independencia de la Patria, por consiguiente a su participación, fue elegido vocal en la primera Junta del Gobierno de Mayo, lo cual no especifica que compartiera las ideas de los nombrados. Sin ser militar su marcado nacionalismo, su palabra, su pensamiento, lo llevó a ser respetado, aún por aquellos que no compartían sus ideales, fue nombrado a fines de 1810 para formar el ejército de la expedición al Paraguay.
La inteligencia de Belgrano era conceptuosa, ardiente y encomiable, de ninguna forma podía considerárselo como un principiante. Su sentido de responsabilidad lo llevó a ocupar el cargo de Sargento Mayor en las invasiones inglesas, hasta tanto llegó su compromiso, que solicito tomar nociones teóricas de guerra "...y no defraudar a quienes confiaron en mi", su valor lo llevó a enfrentar en el Paraguay a tropas españolas cuatro veces superiores a las que el conducía y a pesar de su derrota, dejó un altísimo ejemplo y valor.
Se trasladó a Salta y creó la Compañía de Cazadores de Infantería, armando al estilo europeo una caballería de lanzas que actuaban con rapidez ante el enemigo. En Jujuy se enteró que el enemigo avanzaba en mayor número sobre sus fuerzas, y motivó uno de los mejores ejemplos cuando se lucha por la Patria. Movilizó a todo un Pueblo, en contra de las indicaciones que les enviaban desde Buenos Aires, Belgrano les hizo frente, en contra de la coyuntura militar conocida hasta el momento, hombre contra hombre, batería contra batería, carga de lanceros contra carga de lanceros. Instruyó al Pueblo a no dejar nada de valor en manos del enemigo, cegó los pozos donde se podía sacar agua, destrozó lo que podía usar el adversario, arrasó con fuego toda la cosecha y todo un Pueblo inició una retirada con la mente preparada para organizar la lucha final. Fue ese "Exodo Jujeño", la hazaña invalorable de un Pueblo luchando por su nacionalidad, que le dio la oportunidad en Tucumán lejos del presagio de los pueblerinos porteños, fue tanto el aprecio a este hecho, que los que veían pasar la marcha, especialmente indígenas se despojaban de todo y lo entregaban en señal de apoyo y valentía, fue el "Exodo Jujeño", la mayor virtud de argentinidad y demostración del que "nadie está vencido, aún vencido".
Belgrano llegó a Tucumán. El, y después Güemes resistieron ¡¡ nueve ataques!! de las fuerzas realistas, que nunca concretaron el sueño de llegar a Buenos Aires. Después de tantos avatares, recibió como ofrenda 40.000 pesos, los cuales donó para construir cuatro escuelas, "...he creído propio de mi honor y de los deseos que me inflaman por la prosperidad de mi Patria, destinar los expresados cuarenta mil pesos para la dotación de cuatro escuelas públicas de primeras letras",la última la terminó de edificar un gobierno Peronista en la década del 2000.
El gobierno de Buenos Aires nombró a San Martín, poco menos para que destituyera a Belgrano y se haga cargo del ejército del norte. Con el apego que tenía San Martín al gobierno porteño cualquiera se puede imaginar que hizo el General, solamente formalizar el mando, agradecer la proeza de los soldados y civiles y hablarles en nombre de la nacionalidad que muchos desde los escritorios de Buenos Aires nunca habían ejercido, pero Belgrano hace mucho más aberrante el hecho consumado desde Buenos Aires porque anticipándose a lo que vendría, escribe "...por casualidad, o mejor dicho porque Dios lo ha querido me hallo de General, sin saber en que esfera estoy, no ha sido esa mi carrera".
Y Belgrano le escribe a Rivadavia, quién seguramente se encontraba cómodamente sentado en su sillón, " Ud. persuádase que soy sincero y un hombre de bien, amante de mi Patria; tendré mis debilidades porque esto es propio de hombres, pero esté Ud. en lo cierto que todo mi estudio, y los auxilios que pido al todopoderoso se dirigen a proceder con justicia. Mis errores no son de mi voluntad, sino de mi entendimiento", lindas frases para un traidor como Rivadavia, "amigo" de Belgrano, fue el primer Presidente corrupto de la República Argentina, que tomó por asalto las minas de Faimaillá, que se nombró su presidente director, que duró solamente un año en el gobierno, que destrozó la economía Argentina, y formó el Partido Unitario, amigo de ingleses y franceses que conjuraron conjuntamente con los brasileros la triste Batalla de Caseros.
Para finalizar queda la famosa anécdota de la creación de la bandera, que no fue otra cosa que hizo Belgrano para diferenciarse de los enemigos realistas, ya que los dos bandos tenían la misma bandera, desde Buenos Aires le contestan "...haga pasar como un rango de entusiasmo el suceso de la bandera blanca y celeste ( era Azul y Blanca) enarbolada, ocultándola disimuladamente y sustituyéndola con la que se le envía", y le enviaron una bandera española, la contestación de Belgrano lo hace mas grande como Patriota "...puede V. E. hacer de mi lo que quiera, en el firme supuesto de que hallándose mi conciencia tranquila, y no conduciéndome a esa ni otras demostraciones de mis deseos por la felicidad y glorias de la Patria", algo muy parecido al dicho de la Doctrina Peronista: Por la Felicidad del Pueblo y la Grandeza de la Nación
BELGRANO Y SUS CARTAS (PÁRRAFOS)
CANDELARIA, 15 DE MARZO DE 1811 ( al Jefe de las Fuerzas paraguayas)
"...usted no puede concebir cuál está mi corazón condolido de la sangre que tan desgraciadamente se ha derramado entre nosotros...permita que corresponda por mi parte, a aliviar estos males, auxiliando a las viudas de mis hermanos, los paraguayos"
TUCUMAN, 14 DE SEPTIEMBRE DE 1812 a Benardino Rivadavia
"...Belgrano no puede hacer milagros, trabaja por el honor de su Patria...pero tiene la desgracia que siempre se lo abandone"
JUJUY, 29 DE MAYO DE 1813
"...no hay que detenerse contra losque haya recelos fundados; palos en ellos, y que vayan a arar con su piel y otro buey: sostener a los buenos debe ser nuestro objeto"
TUCUMAN 10 DE AGOSTO DE 1813
"...es verdad que la necesidad me ha hecho dar algún paso contra mis mismos principios, y esto exige disculpa de todo hombre que piense"
TUCUMAN, 26 DE AGOSTO DE 1813
"...no quiero repetir empréstitos forzosos que no pueden llenarse, y siempre disgustan. Así es que clamo y clamaré porque me auxilien"
MACHA, 30 DE OCTUBRE DE 1813
"...aunque no tenga más que un hombre, con orden y disciplina: estoy contento con los que hay aquí. Adiós que no puedo más"
HUMAHUACA, 15 DE DICIEMBRE DE 1813
"...no veo más que pícaros y cobardes por todas partes, y lo peor es que no vislumbro todavía el remedio de este mal"
OCTUBRE 19 DE 1814. Carta a Anchorena
"...querra Ud, creer que cada vez me convenzo más que debemos reducirnos a la vida de pampas, y que si no estamos resueltos a esto, esas y otras escenas, aun peores, se han de repetir entre nosotros".
El General Manuel Belgrano, falleció el 20 de Junio de 1820, se lo recuerda ese día por la creación de su bandera, la misma que le mandó ocultar  Rivadavia y le envió una española como la que estaba izada en el fuerte de Buenos Aires.
DON MANUEL BELGRANO, SU HISTORIA (2º Parte)Escrito por Guillermo Sebastián Mircovich.
BELGRANO, SAN MARTÍN Y GUEMES LA IDEA DE UN MONARCA INCAICO
El famoso Congreso de Tucumán del 9 de Julio de 1816, fue traído a Buenos Aires para que nada sucediera y desaprobó la idea de San Martín, Belgrano y Güemes por mayoría simple y no por los dos tercios necesarios, porque los diputados porteños no concebían a un "Indio" en el trono, en Buenos Aires y sus alrededores habitaban 60.000 personas desde Córdoba a Lima, denominada las Provincias Unidas del Sud convivían 2.500.000, pero eran la chusma, salvajes, infieles, negros o cabecitas. Así disgregaron la Patria Grande.
Así comienza esta historia donde los intelectuales pasan a ser los representativos y los trabajadores deben ser negritos que le amasen su fortuna que de ninguna forma puede ser distributiva.
DON JUAN BAUTISTA TUPAC AMARU
No se puede desconocer en estos momentos el poderío del pueblo inca de hace 200 años, todavía sus descubrimientos dejan boquiabiertos a más de un antropólogo o historiador que siguen hurgando en el tiempo la existencia de este pueblo que eclipsó al mundo desde su descubrimiento.
Al temerario Don Domingo Faustino Sarmiento le deben haber temblado sus piernas cuando conoció "la barbarie" incásica que aún a 200 años sigue produciendo estupor a los "civilizados" europeos que desbastaron ese imperio.
El protagonismo de Túpac Amaru en la gesta por la emancipación fue el último inca que inspiró el ideario de Belgrano y San Martín, Juan Bautista Condorcanqui Túpac Amaru fue mucho más que la figura elegida por Manuel Belgrano para el "Plan del Inca", un proyecto que impulsaba la restauración de un descendiente de la casa de los Incas en el "trono de las Provincias Unidas de Sudamérica". Un anhelo en el que también se había embarcado José de San Martín. El último inca vivo arribado a Buenos Aires casi por casualidad fue en realidad uno de los principales ideólogos del primer proyecto de integración sudamericana surgido allá por el 1.800. Este episodio de nuestra historia, omitido casi por completo en los libros de texto estudiantiles, comenzó a salir a la luz no hace mucho gracias al trabajo de investigadores interesados en que se conozca la "verdadera identidad" de Sudamérica.
La historia de Juan Bautista Túpac Amaru es un rompecabezas que poco a poco fue tomando forma, había nacido en Tungasuca, provincia de Tinta (Cuzco) y era el hermano menor de José Gabriel Condorcanqui Túpac Amaru, líder de la mayor sublevación indo americana hasta su posterior asesinato. Su muerte fue muy cruel, le arrancaron la lengua y después lo descuartizaron y enviaron sus miembros a Surimana, Pampamarca, Cheqakupe y Tinta, para que todo el mundo aprendiera la lección".
Ese 4 de noviembre de 1781 toda la familia Túpac Amaru corrió la misma suerte, pero hubo alguien que se salvó de pura casualidad. Juan Bautista fue confundido con un reo común y se salvó del descuartizamiento. Fue apresado y encerrado en Cuzco; y el 22 de noviembre de 1783 fue enviado a un calabozo del Callao. De ahí fue embarcado rumbo a Cádiz", en el Museo Inca de la Universidad Nacional de San Antonio Abad de Cusco se encontraron actas donde figuran las listas de los reos deportados a España. Entre los nombres figura el de Juan Bautista y el de un tío suyo de 125 años, que también había sobrevivido a la matanza después de pasar cuatro meses en condiciones infrahumanas en Río de Janeiro, los prisioneros partieron rumbo a Cádiz, donde desembarcaron en 1785. De allí, Túpac Amaru fue conducido al Castillo de San Sebastián, donde estuvo 3 años. Luego fue enviado a Ceuta (África), donde estuvo encerrado 35 años.
"En 1813 llegó allí el padre Marcos Durán Martel, religioso agustino y revolucionario peruano, que lo ayudó a conseguir su libertad y lo embarcó rumbo a Buenos Aires", mientras algunos libros fechan la llegada del inca a la Argentina en el año 1823, algunos sostienen que el arribo se produje en realidad el mismo año de su liberación: 1813. Su fuente: las propias memorias escritas por Túpac Amaru, un impugnable que muy pocos pudieron consultar.
"Aunque la historia oficial no lo mencione, probablemente Túpac Amaru, el inca que Belgrano quería en el trono de la Monarquía Sudamericana, fue uno de los principales ideólogos del proyecto libertario que se gestó en Argentina. El 8 de julio de 1816, en Tucumán, Belgrano propuso su Plan Inca y sugirió que la capital del reino debía ser el Cuzco". Cuando Túpac Amaru llegó a Buenos Aires conoció en persona a Belgrano, San Martín e "incluso debió conocer a Güemes". La amistad con los dos primeros no figura en los libros, pero sí está documentada en las memorias que escribió el inca bajo el título "Cuarenta años de cautiverio" (editada en 1824).
La idea de Belgrano no prosperó no porque no tuviera consenso entre el grueso del pueblo y las tropas, sino porque "tuvimos hombres en nuestra historia que eran pro británicos, pro italianos, pro franceses y pro españoles, lo que menos querían era una monarquía inca. Es más, en muchas actas figura que a los morochos de esta tierra les llamaban despectivamente 'los chocolates'", "...un Rey Patas sucias", "una monarquía en ojotas". Un dato importante que habla de la fuerte influencia que debió tener Túpac Amaru en el proyecto libertario es el hecho de que el acta redactada el 9 de julio de 1816 está escrita en aimara, en quechua "y hasta en jeroglíficos del Tiahuanaco".
Martín Miguel de Güemes en el Norte argentino y Juana Azurduy de Padilla en Chuquisaca (Bolivia) sabían de la existencia del inca y apoyaban el proyecto de la integración sudamericana bajo su potestad. En sus ejércitos, además, había muchos descendientes de familias cuzqueñas que habían huido al Sur y que luego poblaron los Valles Calchaquíes".
Hoy se sabe fehacientemente que Juan Bautista Condorcanqui Túpac Amaru, descendiente en séptima generación de los reyes incas, murió en Buenos Aires el 2 de Septiembre de 1827, a los 88 años. Sus restos fueron encontrados hace unos meses en el cementerio de Recoleta. En las actas de entierro figura claramente su nombre. La historia de este personaje increíble se va armando poco a poco, pero más allá del relato puntual de sus periplos, lo valioso es que su vida sirva "para probar que el proyecto de la unidad sudamericana estuvo presente ya desde nuestro pasado amerindio", ese pensamiento que luego enarbolaron héroes mestizos como San Martín y Bolívar es lo que ayudará al pueblo a seguir adelante, además es importante saber que Güemes conocía perfectamente la identidad amerindia y que, bajo órdenes de San Martín, luchó por este movimiento de integración nacido en el Cuzco".
En estos tiempos que nos tocan vivir hay dos sucesos importantísimos para la revisión de nuestra identidad, en el Norte, tres niños de Llullaillaco, de ascendencia inca del siglo XV, aparecen para mostrar quiénes fueron realmente los famosos 'indios' (palabra globalizada por la colonia). Y en el corazón de Buenos Aires aparece un inca de séptima generación que fue protagonista de nuestra emancipación y nuestra historia, dos mensajes atrapados en el tiempo cíclico. Para reflexionar.
No creemos que haya sido casualidad que San Martín, Belgrano y Güemes vieran la posibilidad de un Monarca Inca dirigiendo los destinos de unos de los mas grandes países que hubiese tenido el mundo si sus ideales fuesen cumplidos y no dilapidados por un Congreso denominado independentista de Tucumán, un Congreso infame, inmoral y malicioso, trasladado a Buenos Aires para que no concurran los diputados del Alto Perú que presagiaban la traición que se estaba consumando y para que años después declarara lo que no fue una verdadera independencia, sino, justamente la dependencia a otros países europeos a los cuales todavía algunos canales de televisión le rinden pleitesía trasmitiéndole las bodas reales, mientras nuestros muertos en Malvinas siguen esperando el desagravio que merecen como héroes, pero esto es otra historia y la consideramos en otra parte de esta página web.
La idea de un monarca incaico, no era de ninguna manera una locura porque para aquel momento el pueblo incaico era unos de los mejores modelos culturales y de civilización adelantada, aún mas inteligentes que sus descubridores, por lo tanto la idea de nuestros próceres era perfectamente adecuada al tratado de Independencia Latinoamericana por la cual luchaban.
Los que idealizaban esa gran patria grande entendían que la filosofía encarnada en este pueblo era la que ellos habían soñado y luchado para conquistarla, era como el haber encontrado el famoso remedio para una cruel enfermedad, era ni mas ni menos que la devolución del poder a manos americanas y no entregar como dádivas nuestra independencia abierta a los intereses de cualquier nación que en aquel tiempo tenía sus referentes u obsecuentes en franceses, españoles o ingleses.
Es esta la verdad sucedida en la declaración de la independencia, los intereses comerciales de los europeos que peleaban por su comercio y que tenían sus respectivos representantes cada uno de ellos idénticamente como en la semana de mayo, porque si en Mayo, Cornelio Saavedra fue nombrado presidente de la junta, no fue justamente porque el cabildo de notables lo había consensuado, sino, que el Pueblo un 22 de mayo se resistió al nombramiento del Virrey Cisneros como presidente de esa junta, porque esa fue el argumento y la equivocación de los próceres de aquel momento en donde por un instante confundieron la idea independentista americana y se confundieron revalidando la frase de hoy, una consigna remanida y malgastada por el tiempo, "...cambiar algo, para que nada cambie".
EL PENSAMIENTO DE SAN MARTIN, BELGRANO Y GUEMES
Nuestros tres próceres tenían en claro lo que pretendían, dentro de sus cerebros revoloteaba un plan político, que contenía una situación histórica indigenista a la cual ellos respetaban como primer punto, era la identidad del suelo, eran hijos de esa misma tierra que los vio nacer, en realidad era una verdadera revolución americana.
El Pueblo Inca, venía a reemplazar a la antigua Roma, Persia, Grecia y a los imperios que sometían a los pueblos a sus voluntades, un ejemplo es la Argentina de Mitre, donde en la historia oficial expresa "...a este plan es imposible concederle sentido práctico, ni siquiera sentido común, ni aún en su tiempo; extravagante en la forma e irrealizable en los medios, concebido sobre falsas ideas, con mas inocencia que sentido practico", ese era Mitre, anti americanista en lo mas profundo de su ser, no olvidemos que fue factor fundamental en la guerra de la triple alianza contra el Paraguay, al que dejó con sus aliados brasileros y uruguayos, en una total desolación económica que aprovecharon a su favor los inmaculados colonialistas ingleses, y a un pueblo totalmente desolado y despoblado de hombres por la matanza realizada.
Cual es la diferencia sustancial de la pretendida independencia de julio y la guerra contra el Paraguay con casi cincuenta años de diferencia: Respuesta, la entrega del territorio americano a manos europeas, lo mismo que sucede hoy, ciento cincuenta años después, los lobbies, las empresas monopólicas, y los hombres vendidos al precio vil de aquellos que años, los mismos que sojuzgaran a sus hijos, nietos y parentela que dejen en el camino, porque a ellos solos les importa el dinero actual y su vida personal apátrida, lo que no pueden hacer porque les da vergüenza ajena es forzar a concretar un partido político y ponerle el apelativo de "PARTIDO UNITARIO", porque entonces sus intelectos quedarían al descubierto dentro del pensamiento popular y deberían estar explicando por años enteros por sus falacias, atropellos, derrocamientos de gobiernos, fusilados, mentiras periodísticas y centenares de causas más que alcanzarían hasta sus ancestros y sus tumbas tendrían que ser enrejadas como las plazas de la Ciudad de Buenos Aires, para que el Pueblo no se tome venganza del ultraje al que fue sometido por años.
Aquel que cree que estos tres líderes no tenían la planificación adecuada para llevar adelante tamaña empresa están totalmente equivocados y lo explica Don A.J. Pérez Amuchástegui, opus cit.tomoII.pág2-LX1 "...el plan se inscribe en el tono sudamericano de la Declaración de la Independencia que fue hecha a nombre de las Provincias Unidas en Sud América y no "del Río de la Plata" como tergiversará Don Bartolomé Mitre. Y porque Tucumán estaba casi centralmente en el lugar intermedio mejor ubicado se realizó el acto en esa ciudad y no en Buenos Aires, Río del Plata.
  
  
SARRATEA, PAZOS SILVA, RIVADAVIA, LOS FONTEVECCHIA DE 1816
Y así como comentamos el momento actual, también debemos volver a remitirnos a la historia que vamos deshojando en forma pausada de ese 1816, porque Don Manuel Belgrano se tubo que aguantar las plumas de los vende patrias como Sarratea, Pazos Silva y otros que no se cansaron de denostar la idea de Belgrano, tan elocuente eran sus comentarios sobre el continentalismo indígena que olvidaron que en la misma línea de pensamiento figuraban Don José de San Martín y Don Juan Miguel de Güemes, quedando deshilvanados sus comentarios por la altura patriótica de estos hombres.
Belgrano, como San Martín, ya habían vivido el ocaso español asqueado en insubordinaciones y actos deshonestos y nauseabundos hasta donde había caído la monarquía, sin olvidarnos de los ingleses que comenzaron a nombrar "Sires", titulo de nobleza, a todos los piratas que robaban para la corona, por eso el nombramiento de un monarca americano incaico no era una irrealidad absoluta, sino, devolverle a América lo que le habían saqueado durante siglos o por lo menos restituirle la dignidad a un familiar de José Gabriel Túpac Amaru que estuvo treinta y cuatro años cautivo de los españoles y que a los 80 años llegó un día a Buenos Aires a contar su historia de cautiverio.
Por eso la propuesta de Belgrano, tenia un amplio contenido americanista que fue captado en primer instancia por Don José de San Martín, que impartió las ordenes para que los diputados de su provincia apoyaran la tesis belgraniana, mientras Don Bernardino Rivadavia en Londres seguía espantado por las noticias que le llegaban desde Buenos Aires,¡¡ Un monarca indio!! ¡¡Un negro!! ¡¡Un cabecita negra!! ¡¡Un Peronista!!,diría Don Pedro Eugenio Aramburu.
LA HISTORIA LA ESCRIBEN LOS QUE GANAN Y LA INVESTIGAN LOS QUE QUIEREN AL PAIS
Puede ser que alguien equivocadamente cree que los habitantes indígenas del ayer, tal el caso de los Apaches, los Sioux, etc. se llamaban "Caballo Loco", "Luz de Luna", "Hijo del Viento", "Anca de Potro" o "Pistola Grande", y que sus nombres los transformaban en salvajes, lo que de ninguna forma quiere explicitar una discriminación racial nuestra actualizada, no es nuestra pretensión, lo que pretendemos es ubicar a los lectores en el tiempo que vivían y las costumbres que tenían por cultura en el caso de Apaches o sioux o convicción, en el caso del Pueblo Inca, a los que los porteños denominaban "indios", tenían nombre como nosotros tal el caso de Juan Bautista, José Gabriel, ambos Túpac Amaru de apellido, Moctezuma, Atahualpa, Lautaro, etc. Y el caso supera la intuición histórica al conocer que en aquel tiempo su cultura era superior a la europea y que además fue jerarquizada con la aparición de las misiones jesuitas, quiere decir que lisa y llanamente los españoles destruyeron todo vestigio cultural y a pesar de ello, los Incas, revivieron o resistieron todos los desmanes a los que fueron sometidos.
Nos queda preguntarle a Don Faustino Sarmiento, donde estaba la Civilización y que lugar ocupaba la barbarie, esa es la mentira histórica de Mitre, Levenne, Fidel López y otros que mienten en sus libros que aun leen en estos tiempos nuestros propios hijos en las escuelas.
EL IMPERIO DECADENTE DE LA EUROPA Y LA EXPROPIACION
Como política americanista el plan tenia su estrategia planteada, permitía sublevar 2,5 millones de personas e incorporarlas a la Patria Grande destruyendo el poder español y permitía agregarse a la Banda Oriental, que no era otra que la denominada por el General Artigas "Provincias Unidas", por eso la pretensión era totalmente constitucional, así fue que Belgrano como jefe del Ejército del norte quien jugó sus cartas ante el pueblo reunido en Tucumán dejando en claro su posición respecto a la independencia, prometió el gran imperio americano gobernado por descendientes de los incas, mientras tanto Doña Juana Azurduy con solo veintiséis años al mando de mil cuatrocientos indígenas tomaba cuatrocientos prisioneros españoles y Don Miguel de Güemes rechazaba nueve invasiones realistas españolas (maturrangos, según el decir de San Martín nombrando a los españoles),y según la historia de Mitre tachar la carta de Don José de San Martín donde decía nuestros gauchos y reemplazada por "...valientes campesinos a caballo", y esta nota enviada por San Martín a Sarratea está tachada y corregida en la Biblioteca Nacional argentina.
La historia es esta, las batallas fueron ganadas, los pensamientos de libertad corrieron como regueros de agua, nuestros guerreros, gauchos y aborígenes estaban en plena conciencia de sus triunfos y no le negaban el mando a sus superiores que se ganaron sus títulos en los campos de batalla, pero los papeles, siempre juegan una mala pasada, como actualmente Papel Prensa, es decir Magneto ocupa el lugar del jefe realista Tristán, mientras nuestros héroes se jugaban la vida en la lucha por la independencia y los ideales subían de tono cada día que pasaba, mientras que en Buenos Aires, los porteños vendían a la Nación, aunque Don Juan Manuel de Rosas tubo su momento de revancha pero esto también es otra historia en esta página web.
Mientras tanto el otro traidor, Juan Martín de Pueyrredón, ¡¡ Director supremo de las Provincias Unidas de Sud América!! No del Río de la Plata solamente, traicionaba al General Artigas entregando la Banda Oriental a los brasileños o portugueses, es lo mismo.
Y esta historia que refresca la memoria termina cuando Rivadavia jefe del partido unitario de Buenos Aires traiciona a San Martín y a Bolívar impidiendo que la América fuese una sola nación, corría el año 1822..
  Juan José Castelli
(1764-1812)
Nació en Buenos Aires el 19 de julio de 1764. Estudió filosofía en el Real Colegio de San Carlos y en el Colegio Montserrat de Córdoba, se recibió de abogado en la Universidad de Charcas. Fue político y abogado,  fundador de la Sociedad Patriótica. Ya profesional comenzó a interesarse en los problemas económicos, siendo, junto con Vieytes y Belgrano, uno de los primeros argentinos en promover la industria, la educación pública, la agricultura y el libre comercio; estaba estrechamente vinculado a Belgrano por intereses y lazos familiares. Sometido a un proceso militar, del cual resultó absuelto, pero y abatido y enfermo, murió en la miseria.
 Juan José Paso

Nació en la provincia de Buenos Aires el 2 de Junio de 1758. Estudió en la Universidad de Córdoba, recibiéndose de doctor en Jurisprudencia en 1779. En Buenos Aires fue luego profesor de filosofía en el Real Colegio de San Carlos. Y en 1783 se ausentó al Perú, donde permaneció por espacio de muchos años.
De vuelta en Buenos Aires, y con la Revolución de Mayo empezó su carrera política conocida. Fue orador decisivo en el famoso Cabildo Abierto del 22 de Mayo; en la cual propició la destitución del virrey Cisneros  secretario -con Moreno- de la 1ª Junta Criolla; emisario de ésta en Montevideo; miembro del 1er Triunvirato en 1811, y en 1813 de la Asamblea Constituyente, y al fin, diputado por Buenos Aires al Congreso de Tucumán. Participó en el Congreso de Tucumán de 1816 como secretario, y en carácter de tal dio lectura al Acta de Declaración de la Independencia Argentina; más tarde, a raíz de su participación en los planes monárquicos del congreso, fue juzgado con los demás diputados bajo el cargo de "traidor" y fue encarcelado. En 1822 fue elegido miembro de la Legislatura de Buenos Aires, intervino en el Congreso Constituyente de 1824, donde apoyó la sanción de una constitución unitaria y la designación de Bernardino Rivadavia como primer presidente de la República. Posteriormente se retiró de la vida pública falleció "en la tranquilidad de su hogar" el 10 de Septiembre de 1833.
Fuente:http://www.todo-argentina.net/biografias/Personajes/juan_jose_paso.htm
Juan Larrea (1782-1847)
 Comerciante español, miembro de la Primera Junta patriota. Nacido en Cataluña, Larrea llegó a Buenos Aires a principios de la década de 1800 y se estableció como comerciante.
Luchó con el grado de capitán en el batallón de voluntarios de Cataluña contra las invasiones inglesas; pronto se hizo líder de la independencia, perteneciendo al principio al llamado "Partido Republicano'', dominado por Martín de Alzaga y otros españoles de la zona, que controlaba el Cabildo; algunos criollos, incluyendo a Mariano Moreno y Julián de Leyva formaban igualmente parte de este grupo, al cual cupo especialmente la responsabilidad de derrocar al virrey Sobremonte en 1807..
 Larrea actuó prominentemente en la Revolución de Mayo y por clamor popular, integró la Primera Junta patriota; como enérgico partidario de Moreno y asiduo defensor de las ideas de este último, aun después de su alejamiento, Larrea fue víctima de la sublevación del 5 y 6 de abril de 1811 y removido de sus funciones, sufriendo la confiscación de su propiedad y el exilio en San Juan; con la creación del Segundo Triunvirato regresó a Buenos Aires; se convirtió en uno de los miembros más activos de la Asamblea Constituyente de 1813.
Cuando se instituyó el Directorio con Posadas, en 1814, Larrea fue nombrado ministro del Tesoro, recayendo sobre él, en gran medida, la responsabilidad de la creación de la escuadra naval que, bajo el mando del almirante Guillermo Brown, obligó a los realistas a salir de las aguas del Río de la Plata.
Por razones políticas se lo obligó nuevamente a vivir en la indigencia y el exilio en 1815; años después reanudó sus ocupaciones de comerciante en Buenos Aires; fue designado cónsul general argentino en Francia; falleció en Buenos Aires en1847.
  Fuente:http://www.todo-argentina.net/biografias/Personajes/juan_larrea.htm
  
CORNELIO SAAVEDRA
Cornelio Judas Tadeo de Saavedra vio la luz el 15 de Septiembre de 1759 en la Villa Imperial de Potosí, en lo que hoy son los Andes bolivianos. Su familia era de vieja raigambre americana y su hogar rezumaba prestigio y tradición. Pero las difíciles condiciones climáticas de aquella región impulsaron a la familia Saavedra a regresar a Buenos Aires, de donde era oriundo el padre. Entonces Cornelio cursó estudios en el Real Colegio de San Carlos, distinguiéndose por su inclinación a la filosofía. No obstante, siguiendo el camino de sus mayores, se dedicó al trabajo de la tierra. Casado en 1788 con su prima hermana Francisca de Cabrera y Saavedra, ingresó a la función pública en 1797 como Regidor. Dos años después fue nombrado procurador; en 1801 Alcalde de segundo voto y en 1805 Administrador del depósito público de trigo. De 1799 data un documento suyo poco conocido: un alegato en pro de la libertad de comercio y la libertad de trabajo.
Las Invasiones Inglesas descubrieron en Saavedra una inesperada vocación por las armas. A propósito de esta iniciación castrense, estampó en sus memorias su propia explicación: "Este fue el origen de mi carrera militar: el inminente peligro de la patria, el riesgo que amenazaba a nuestras vidas y propiedades, y la honrosa distinción que habían hecho los hijos de Buenos Aires prefiriéndome a otros muchos paisanos suyos para jefe y comandante, me hicieron entrar en ella".
En efecto, durante las invasiones ingleses, el cuerpo de Patricios lo eligió Comandante, marchando él a la cabeza como primer combatiente de este cuerpo, integrado por tres batallones y 23 compañías. Entre quienes despedían a las tropas que iban rumbo a Barracas figuraba su segunda esposa - la primera había fallecido en 1798 -, Saturnina Bárbara de Otárola y del Ribera. Su prestigio creciente en la población de Buenos Aires lo llevó a desempeñar un papel decisivo en las jornadas de Mayo. En la reunión de comandantes del 20 de Mayo negó su apoyo a Cisneros. Dos días más tarde, en el Cabildo abierto, al votar por la destitución del Virrey, obtuvo la adhesión de 86 cabildantes, entre quienes figuraban Castelli, Belgrano, French y otros.
Presidente de la Junta del 25 de Mayo, Saavedra tuvo que enfrentar las alternativas de un clima el cual no estaba acostumbrado. Es decir, un clima político de sutilezas y argucias, de fervor revolucionario con todos los posibles excesos y deformaciones inevitables en un movimiento de esta naturaleza. Después del golpe del 5 y 6 de Abril de 1811 (en el cual Saavedra creyó fortalecerse, apresurándose a separar a los elementos morenistas) abandonó Buenos Aires con rumbo a Salta, con el objeto de reorganizar el derrotado ejército del Desaguadero. Pero el viaje fue aprovechado por sus adversarios para asestara varios golpes: separado del gobierno y del ejército, se intentó confinarlo en San Juan, pero, alertado a tiempo, Saavedra cruzó la cordillera de los Andes por ignotos caminos, arribando a tierra chilena en compañía de su hijo Agustín, de 10 años de edad. En 1814 decide volver a la patria, para no caer en manos españolas, pues los ejércitos reales amenazaban por entonces a Coquimbo. Y mientras vuelve a cruzar la cordillera, su esposa tramita en San Juan el ingreso de Saavedra, que es negado por el Teniente de Gobernador. Doña Saturnina apela al Gobernador Intendente de Cuyo, es decir a San Martín, quien accede a la solicitud.
Finalmente, Saavedra es enviado a Buenos Aires con escolta para hacer acto de presencia en el juicio que se lo había iniciado y tras la revolución del 15 de Abril de 1815, el Cabildo le devolvió su grado militar. De inmediato, sin embargo, al asumir Alvarez Thornas el cargo de Director suplente lo relega a Arrecifes. En 1818 obtuvo la rehabilitación, Desempañó varios cargos militares, aunque de escasa importancia, y en 1822 se le otorgó el retiro absoluto del ejército.
Murió el 29 de Marzo de 1829, y dos días después el diario "El Tiempo" se hizo eco del fallecimiento en escuetas líneas: "A las 8 de la noche del domingo murió repentinamente el Brigadier General Cornelio de Saavedra. Los buenos patriotas deben sentir su pérdida, por los servicios que aquel ciudadano ha prestado al país".
En Diciembre del mismo año, el gobierno del General Juan José Viamonte concretó su homenaje trasladando los restos de Saavedra a un mausoleo de la Recoleta. Alberdi lo reinvindicará: "¿Que quería Saavedra? - pregunta Alberdi - Que el gobierno argentino fuese obra de todas las provincias de la nación: ¡a eso llamaba Mitre, ´conservador´! ...el partido de Saavedra era el partido verdaderamente nacional. Pues quería que la nación toda interviniese en su gobierno..." (Alberdi. Grandes y pequeños hombres...) (AGM. Proceso al liberalismo argentino. p.76)
Por su parte Rosas pocos meses después de asumir el gobierno, dio el siguiente decreto de honores póstumos al "prócer desconocido":
"Buenos Aires, diciembre 16 de 1829.- El primer comandante de Patricios, el primer presidente de un gobierno patrio, pudo sólo quedar olvidado en su fallecimiento por las circunstancias calamitosas en que el país se hallaba. Después que ellas han terminado, sería una ingratitud negar a ciudadano tan eminente el tributo de honor rendido a su mérito, y a una vida ilustrada con tantas virtudes, que supo consagrar entera al servicio de su patria. El gobierno, para cumplir un deber tan sagrado, acuerda y decreta: Artículo 1º: En el cementerio del Norte se levantará, por cuenta del gobierno, un monumento en que se depositarán los restos del brigadier general D. Cornelio Saavedra. Artículo 2º: Se archivará en la Biblioteca Pública un manuscrito autógrafo del mismo brigadier general, con arreglo a lo que previene el decreto de 6 de octubre de 1821. Artículo 3º: Comuníquese y publíquese. Rosas - Tomás Guido".
Fuente: www.lagazeta.com.ar/saavedra
Domingo Matheu   
(1765 - 1831)
Nació en Barcelona, España, en 1765,  estudió la carrera naval y se graduó como piloto. Se asoció a su hermano Miguel y se instaló como comerciante en Buenos Aires en 1793. Pronto su tienda era una de las más importantes de la ciudad. Luchó contra los ingleses en ambas invasiones y participó desde un principio en las reuniones de los grupos revolucionarios. Fue vocal de la Primera Junta y reemplazó a Saavedra en la presidencia en 1811. Al igual que Larrea, brindó un importante apoyo financiero al primer gobierno patrio y a las expediciones militares al Alto Perú y Paraguay. En 1813 fue nombrado director de la fábrica de armas y de uniformes militares. En 1817 se cansó de la política y se dedicó a su actividad comercial hasta su muerte acaecida en 1831.
 Fuente: http://www.elhistoriador.com.ar-/ Felipe Piña
Manuel Alberti
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Manuel Máximo Alberti, (Buenos Aires, 28 de mayo de 1763 - 31 de enero de 1811), fue un sacerdote de Buenos Aires, en los tiempos en que la actual ciudad argentina formaba parte del Virreinato del Río de la Plata. Formó parte de la Primera Junta que reemplazó a las autoridades españolas tras la Revolución de Mayo.
Sus padres eran Antonio Alberti y Juana Agustina Marín. Estudió teología en la Universidad de Córdoba, obteniendo el doctorado en Teología y Cánones el 16 de julio de 1785. Fue ordenado sacerdote el año siguiente.
Fue teniente cura de la ciudad de Concepción del Uruguay durante unos tres años, y en 1790 se lo nombró cura y vicario interino del partido de la Magdalena. Dirigió la Casa de Ejercicios de Buenos Aires, en donde fue considerado un eclesiástico «bien puesto, desinteresado, caritativo» por sus superiores.
Se lo designó como cura párroco de la ciudad de Maldonado, actualmente parte de Uruguay. Fue encarcelado durante las Invasiones Inglesas, acusado de mantener contacto epistolar con jefes de las tropas españolas. Fue liberado por los ejércitos patriotas tras la derrota inglesa, tras lo cual volvió a sus funciones.
Volvió a Buenos Aires en 1808 y se hizo cargo de la Parroquia de San Benito de Palermo, creada recientemente. En 1810 adhirió a los movimientos políticos que desembocaron en la Revolución de Mayo. En este sentido participó en el Cabildo Abierto del 22 de mayo, donde votó por el inmediato cese en sus funciones del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros.
Fue elegido vocal de la Primera Junta, presumiblemente como miembro del partido de su presidente, Cornelio Saavedra. No obstante, apoyó especialmente a Mariano Moreno y sus propuestas reformistas. Debido a su carácter sacerdotal, votó en contra del fusilamiento de Santiago de Liniers - posterior a su captura tras la sofocación de la Contrarrevolución de Córdoba - dispuesto por la Primera Junta. El fusilamiento fue impulsado por el sector morenista, y firmado por todos los componentes de la Junta, excepto el propio Alberti.
Fue también redactor de la Gazeta de Buenos Ayres, incluso tras el alejamiento de Moreno de dicha publicación. Desde allí respaldó todas las medidas de la Junta, a excepción del fusilamiento de Liniers, mencionado con anterioridad.
Alberti votó - como todos los vocales de la Junta - a favor de la incorporación de los diputados del interior, lo cual llevó a la transformación de la Primera Junta en la Junta Grande. En dicha votación se distanció de Moreno, quien se opuso a dicha incorporación. Aun así, aclaró que apoyaba la propuesta sólo por conveniencia política.
Fue el primero de los miembros de la Junta en morir, el 31 de enero de 1811, debido a un síncope cardíaco, por lo cual el Dr. Miguel Mariano de Villegas, como Síndico del Cabildo, propuso a la Junta Grande que cubriese su vacante.
Nada se sabe del destino de su cuerpo tras su fallecimiento, salvo que había sido enterrado en el primer edificio que tuvo la iglesia de San Nicolás, que se hallaba en el sitio que actualmente ocupa el Obelisco de Buenos Aires, y que fue destruido en 1936 para construir la Avenida 9 de Julio.
En 1822, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires dispuso ponerle su nombre a una calle de la ciudad, mientras que en junio de 1910 se esculpió una estatua en su homenaje en las barrancas de Belgrano. La localidad de Manuel Alberti, de la provincia de Buenos Aires, también está nombrada de dicha manera en su homenaje.
El intrigante Sarratea
Por Luciano Álvarez
La participación de Manuel de Sarratea en nuestra Historia Patria es tan breve como dramática. "El intrigante Sarratea"; el epíteto de los manuales de HD, ha sido perdurable y adecuado. El episodio que lo gestó es bien conocido y apenas lo referiré. En junio de 1812 Manuel de Sarratea llegó hasta el campamento del Ayuí, para ponerse al frente del ejército de la Banda Oriental; tenía 37 años, diez menos que Artigas.
Pocos hombres podrían ser más inadecuados para tratarlo. Ignoraba hasta los más elementales principios militares, era intrigante, soberbio, sinuoso, despectivo y monárquico convencido. El duro enfrentamiento entre ambos implicaba dos personalidades tan incompatibles como su pensamiento.
A lo largo del 1812 Sarratea tramó las célebres intrigas para sacarle gente a Artigas y hasta conspiró para asesinarlo. El virulento intercambio de notas produjo algunas de las frases más celebradas del caudillo oriental. En enero de 1813, un Sarratea humillado y rencoroso tuvo que volver, obligado, a Buenos Aires. En el camino de regreso, su pequeña escolta militar cometió robos, asesinatos y secuestró dos muchachas, hijas de un estanciero. Cuando fueron rescatadas, Rondeau hizo la denuncia donde "probaba encubrimiento de delito", por parte de Sarratea. Todo quedó en nada, lógicamente. ¿Quiénes eran estos zafios como Artigas o Rondeau para desafiar a un Sarratea y Altolaguirre?
Su padre, Martín de Sarratea se había casado con Tomasa Altolaguirre, hija de su socio, un alto funcionario del gobierno. Juntos hicieron grandes negocios con la exportación de frutos del país, aprovisionamiento de tropas y tráfico negrero, sin excluir el contrabando con los portugueses de Colonia del Sacramento. Sufrieron no pocos problemas judiciales, pero los salvaron con la ayuda de otros jueces "asociados", Pedro Medrano y Juan de Bustinaga.
Tan ricos eran que, Manuel, nacido en 1774, fue uno de los tres porteños educados en el exclusivo Real Seminario de Nobles de Vergara, en el País Vasco; institución nueva y de vanguardia alineada en las nuevas ideas de los ilustrados españoles. Los jóvenes que ingresaban, además de pagar una alta cuota debían llegar provistos de un imponente ajuar que incluía cubiertos de plata, una docena de camisas con vueltas lisas, un frac de paño azul, con su calzón de paño y otro para el verano. Luego de sus estudios pasó varios años atendiendo los negocios de su padre en Madrid y Cádiz. Al regreso acrecentó su propia fortuna adaptándose a los nuevos tiempos. A los negocios con España sumó una estrecha conexión con británicos y norteamericanos que incluía el contrabando y los arreglos fraudulentos en el registro de navíos.
En las tertulias de su hermana, Melchora de Sarratea, alternaban los criollos con los comerciantes ingleses. En medio de juegos y bailes se pactaban negocios y matrimonios y se discutían las ideas más avanzadas. Los hermanos Robertson alabaron aquellas tertulias como un modelo de refinado gusto, animadas por los Sarratea, "conversadores amenísimos". Destacaron la belleza de Melchora así como la vasta cultura de su hermano -elegante y siempre de punta en blanco-, el dominio de varias lenguas, los modales exquisitos y el excelente trato.
Sarratea fue triunviro en 1811-1812 y gobernador de Buenos Aires en 1820; su participación en cargos políticos fue espasmódica y contradictoria; en cambio su influencia fue permanente. Una de sus armas preferidas fue la prensa, aunque jamás dejó que su nombre figurara en ella. En 1816 hizo traer de Londres una imprenta que le permitió manejar, desde las sombras, varios periódicos.
Pero su pasión y mayor actividad pública -sin descuidar sus negocios- fue la diplomacia. En 1811 fue enviado ante la corte portuguesa en Brasil, en 1814 a Londres y Madrid con el encargo de ofrecer a Fernando VII la sumisión de las Provincias Unidas a la corona española bajo una cierta autonomía. Cuando esto falló, propuso, junto a Belgrano y Rivadavia, lo que llamó "el negocio de Italia" que consistía en coronar como rey del Río de la Plata a Francisco de Paula de Borbón, hermano de Fernando VII. Incluso redactaron un proyecto de Constitución y diseñaron un escudo real. En Londres, Sarratea, que siempre se consideró un whig criollo, tomó contacto con muchos liberales españoles y americanos, mientras esperaba un eventual apoyo inglés.
Regresó al Plata en 1816 y pronto se enfrentó al director Juan Martín de Pueyrredón. Este quería un príncipe francés, Sarratea uno inglés. Luego entró en contacto con la oposición federal porteña, duramente reprimida y en noviembre de 1817 fue desterrado por "peligroso" a San Luis. Volvió triunfal en 1820 para hacerse cargo del gobierno de Buenos Aires, firmar el Pacto del Pilar con los caudillos López y Ramírez; estuvo a su lado cuando ataron sus caballos en la pirámide de Mayo, para humillación de los porteños, que pronto lo destituyeron. Por una cláusula secreta del tratado apoyó a Pancho Ramírez con armas, tropas y su asesoramiento directo, para saciar un viejo rencor: la derrota definitiva de Artigas; "lo mejor que había hecho en su vida", decía.
Luego de purgar el rechazo porteño en Entre Ríos, reapareció como diplomático en 1825. Rivadavia lo envió a Londres para negociar la mediación británica en la guerra con el Brasil y apoyó la separación de la Banda Oriental de las demás provincias argentinas. En 1838, Juan Manuel de Rosas confió en su probado oficio y le nombró enviado extraordinario y Ministro Plenipotenciario ante el Brasil. En 1842, ya con 68 años, culminó su carrera como embajador en Francia, donde murió en 1849, solterón y misógino con la sola compañía de su perro, Mouton.
Un diario francés hizo su apología: "Había algo de Talleyrand en ese ministro. Nada más fino que su aticismo, más ingenioso que su conversación jovial, y más distinguido que sus maneras. Instruido en las ciencias exactas, notable por la extensión y variedad de sus conocimientos, hablaba de agricultura, como hablaba de bellas artes y de bellas letras". Rosas hizo repatriar sus restos; también a Mouton.
Los caudillos
Después de la Independencia ellos fueron un fenómeno social de  América del Sur durante el período 1820-1835, siempre con el apoyo del pueblo y defendiendo los intereses y la autonomía regional, amenazados por el libre comercio y por la superioridad de recursos de Buenos Aires.
Luego de  la sanción de la Constitución unitaria de 1819, que era  aristocrática y centralista; además de  la búsqueda, de un monarca para el territorio del Virreinato del Río de la Plata., por enviados porteños,  surgieron un grupo de caudillos, con un sentimiento de  ideas republicanas y federales. Todos con sus ejércitos gauchos, que estaban vinculados a la estancia o a los terratenientes que  habían luchado en  defensa de las fronteras.
El puerto y la Aduana manejados  en forma exclusiva por Buenos Aires será la causa de los enfrentamientos   hasta la década de 1870.
Nuestro país estaba condenado a producir materias primas y a comprar productos elaborados mucho más costosos, lo que produjo la dependencia económica del país con Inglaterra, que impuso  sus precios.
Para que las provincias pudieran disminuir la dominación de Buenos Aires, debían conservar su autonomía económica.
Los porteños comenzaron a hablar  de los caudillos como propiciando una democracia bárbara.
 Alberdi criticó esto, así: "Distinguir la democracia en democracia bárbara y en democracia inteligente es dividir la democracia; dividirla en clases es destruirla, es matar su esencia que consiste en lo contrario a toda distinción de clases. Democracia bárbara, quiere decir, soberanía bárbara, autoridad bárbara, pueblo bárbaro. Que den ese título a la mayoría de un pueblo los que se dicen ‘amigos del pueblo', ‘republicanos' o ‘demócratas' es propio de gentes sin cabeza, de seres monárquicos que sin saberlo, de verdaderos enemigos de la democracia".
Esta Constitución de 1819 provocó la reacción de los federales del interior. Las tropas entrerrianas, de Francisco Ramírez y las santafecinas, bajo las órdenes de Estanislao López, se dirigieron hacia Buenos Aires en octubre de ese mismo año y el Directorio solicitó la ayuda del general Lecor, jefe de las tropas portuguesas que ocupaban Montevideo. ¿Se dan cuenta? ¡Qué patriotas!
Todo el interior reaccionó contra el Directorio y el propio Ejército del Norte, que había recibido la orden de ir contra los caudillos federales, se sublevó en la posta santafecina de Arequito bajo las órdenes del general Juan Bautista Bustos, que buscaba separar a la provincia de Córdoba en un acto de desobediencia de Buenos Aires.
En febrero de 1820, López y Ramírez avanzaron hasta  Cepeda donde les salió al encuentro el director Rondeau con las tropas porteñas.
 López y Ramírez lo vencen y exigen la desaparición del poder central, además de la disolución del Congreso y la autonomía de las provincias. Bustos se aseguró la  autonomía de Córdoba; Ibarra la de Santiago del Estero; Aráoz, en Tucumán, y se desintegró la intendencia de Cuyo, dando origen a tres provincias: Mendoza, San Juan y San Luis.
El director Rondeau renunció y quedó disuelto el poder central.
Buenos Aires fue una provincia independiente, y su primer gobernador, Manuel de Sarratea, quiso asegurar la tranquilidad para los negocios porteños firmando el Tratado del Pilar con los jefes triunfantes, López y Ramírez, donde se establecía la necesidad de organizar un nuevo gobierno central sin el Directorio.
A pesar de que los caudillos pretendieron consultar con Artigas los términos del tratado. Esto no fue posible porque era  un hecho consumado y él quedó afuera de toda negociación.
Luego se produjo lo impensable: la traición de Ramírez, que  enfrentó a su líder histórico y creador de la Liga de los Pueblos Libres, José Gervasio Artigas, en la Batalla de Rincón de Abalos en julio de 1820. El caudillo oriental traicionado y perseguido marchará hasta su exilio en el Paraguay donde morirá en 1850.
El traidor Ramírez ocupó Corrientes, Misiones y creó la República Federal Entrerriana. Pese a su denominación la república era muy centralizada. Sería dirigida por un "Jefe Supremo" elegido por el pueblo. Y como no podía ser de otra manera fue electo Ramírez, quien disfrutaría por muy poco tiempo de su "república federal".
Estanislao López también aceptó la supremacía porteña en el Tratado de Benegas, firmado en 1820, en el que se fijaba un plazo de 60 días para reunir un Congreso Nacional Constituyente en la Provincia de Córdoba, que lideraba Juan Bautista Bustos.
Como compensación a las pérdidas ocasionadas por las continuas guerras en el territorio de Santa Fe, López exigió una compensación económica a Buenos Aires: 25.000 cabezas de ganado. El estanciero Juan Manuel de Rosas y varios estancieros bonaerenses le donaron muchas cabezas.
El Pacto de Benegas distanció a López de Ramírez quien entró en Santa Fe y fue derrotado por López en Coronda, en mayo de 1821. Allí se le unió el chileno José Miguel Carrera y ambos marchan contra Bustos en Córdoba, quien los derrota en Cruz Alta en junio. Decidieron separarse. Carrera huyó hacia Chile y Ramírez marchó hacia el Chaco, pero fue alcanzado por las tropas del lugarteniente de Bustos, Bedoya, y derrotado en San Francisco, cerca del Río Seco. El caudillo entrerriano logró huir pero su compañera, doña Delfina, no. Entonces decidió volver a buscarla. Ella fue rescatada pero Ramírez recibió un balazo en el pecho que le quitó la vida.
Bedoya le mandó a López su cabeza quien la hizo embalsamar y la colocó en una jaula sobre su escritorio. (Era la cabeza de su antiguo  compañero.)
Buenos Aires impulsó la firma de un tratado con las provincias litorales, que se llamó Tratado del Cuadrilátero, que fue firmado en enero de 1822 y establecía una "paz firme, verdadera amistad y unión entre las cuatro provincias contratantes". Se comprometían a la defensa conjunta en caso de un ataque exterior y  fijaban los límites divisorios de las provincias de Entre Ríos y Corrientes y de ésta con Misiones, establecía indemnizaciones en ganado y dinero a las provincias de Santa Fe y Corrientes por parte de Entre Ríos a causa de las pérdidas por las acciones de Ramírez. Por habilidad de los porteños la palabra "federación" no figuró en el tratado.
  
  
LOS CAUDILLOS o Gauchos Federales.
Fuente: El historiador
   
Los que hicieron la Patria
  
Nuestros caudillos pertenecen a esa estirpe masculina que surgió como un símbolo de la voluntad indomable de una muchedumbre que sentía latir el sentimiento de la patria, pero carecía  de ejércitos y de disciplina....Gentes de las campañas, que siguen a los llamados "bárbaros" caudillos, transformados en figuras poderosas, que interpretan el sentir popular. Los urbanos, que quieren imponerles su ley a las masas rurales, no pueden ocultar el resentimiento que les produce ver a los caudillos instalados en el punto más alto de la popularidad,
"Artigas, López, Güemes, Quiroga, Rosas, Peñalosa, como jefes,  son obra del pueblo.
El general Mitre, pontífice máximo del fraude histórico que todavía tiene seguidores, no ocultó el asco que sentía por "los bárbaros desorganizadores como Artigas, a quienes hemos enterrado históricamente"
(Según confiesa  la Carta de Mitre a V. F. López. - Cfr. V. F. López: Manual de Historia Argentina. Buenos Aires, 1920).
En este párrafo está toda la trampa de la historia falsificada
  
No se renuncia decía - Sarmiento - porque los pueblos en masa nos den la espalda a causa de que nuestras miserias y nuestras grandezas están demasiado lejos de su vista para que alcancen a conmoverlos" (D. F. Sarmiento: Civilización i Barbarie).
  
Sí, demasiado lejos y demasiado elevadas para que los pueblos alcanzaran a comprenderlas; ¿es que podría ensayarse una explicación más confortadora?
  
Sarmiento demostró aquí su soberbia intelectual. Se consideraba un predestinado para desmoronar la civilización auténtica de las campañas y reemplazarla por otras, importadas y  de una falsa civilización. Odiaba a la pampa sin haberla visto; ya que en un discurso que pronunció en Chivilcoy, en 1868, confesó: "Yo había descrito la pampa sin haberla visto"
(La Nación Argentina, año VII n° 223. Buenos Aires, 4 de octubre de 1868).
  
No conocía ni entendía a lo que odiaba; tenía la vaga sensación de que los caudillos amenazaban a la civilización. Pero ¿A cuál civilización? A la que Sarmiento concebía tomando moldes foráneos que rendían frutos benéficos en otras latitudes, climas y sociedades de un grado de evolución muy diferente. Hablaba Sarmiento contra los gauchos, que "viven en la civilización del cuero", y consideraba a los caudillos como "frutos naturales del desierto" (Ibídem)
Nada más falso que esta versión de los caudillos que nos legó Sarmiento y que luego convirtió en dogma la escuela liberal. No fueron los caudillos rústicos ignorantes ni bárbaros.
Algunos como Quiroga, Bustos o Heredia, pertenecían a encumbradas familias. Casi todos fueron hacendados de muy buena posición. Se contaban entre sus partidarios, no sólo a las masas bravía sino a los más cultos clérigos y juristas de sus respectivas provincias.
 Aldao, Güemes Bustos, Heredia fueron guerreros insignes en los ejércitos de la Independencia. . Quiroga fue soldado de San Martín y Bustos de Belgrano Heredia había realizado estudios superiores en la Universidad de Córdoba, recibiendo las orlas de doctor en teología y derecho. Don Juan Manuel de Rosas era estanciero y hacendado, figuró como precursor de la industria saladeril .
Todo esto lo saben los que estudiaron con un poco de objetividad la vida de estos hombres. Alberdi, desde París, pudo escribir: "Artígas, López, Güemes, Quiroga, Rozas, Peñaloza como jefes, como cabezas y autoridades, son obra del pueblo, su personificación más espontánea y genuina. Sin más título que ese, sin finanzas, sin recursos, ellos han guiado al pueblo con más poder que los gobiernos. Aparecen con la revolución americana, son sus primeros soldados"
(J. B. Alberdi: Grandes y pequeños hombres)
  
¿No se ve claro que cuando se trata de deslucir a los caudillos, lo que en verdad se hace es agraviar a la patria que los generó como expresión fiel de su naturaleza y de su ser?
  
José Gervasio de Artigas
  
 Artigas fue el que primero y el más odiado por los civilizadores del puerto de Buenos Aires. Le persiguieron le difamaron aún sobre su sepulcro en el exilio.
Sarmiento, en 1866, hablando del general Peñaloza, decía: "Era como las goteras del tejado, después que la lluvia cesa, la última manifestación del fermento que introdujeron, Artigas a la margen de los ríos, Quiroga a la falda de los Andes el uno desmembró el Virreinato, el otro inutilizó el esfuerzo de Ituzaingó..." (Sarmiento: Los caudillos)
  
Era tanto como retomar los juicios emitidos en 1845, en que lo hacía aparecer como "instrumento ciego, pero lleno de vida, de instintos hostiles a la civilización europea y a toda organización regular", valiéndose para ello de la "ferocidad brutal y el espíritu terrorista"
 (Sarmiento: Civilización y Barbarie)
  
Mitre no se manifestó menos agresivo, cuando escribió en la Historia de Be1grano: " Se pusieron caudillos obscuros, caracteres viriles fortalecidos en las fatigas campestres, acostumbrados al desorden y a la sangre, sin nociones morales, rebeldes a la disciplina de la vida civil, que acaudillaron aquellos instrumentos enérgicos y brutales que rayaban en el fanatismo. Artigas fue su encarnación: imagen y semejanza de la democracia bárbara, el pueblo adoró en él su propia hechura, y muchas inteligencias se prostituyeron a la barbarie "( Mitre: Hist. de Belgrano)
  
 ¡Linda manera de expedirse tenía el abanderado del partido liberal!
Los forjadores del centralismo porteño y del despotismo ilustrado, no le perdonaban a Artigas la fiereza con que levantó la bandera del federalismo. Él interpretó el anhelo de los pueblos que se sentían despreciados y acosados por la oligarquía porteña; que sometía las rebeldías autonómicas por medio de expediciones punitivas, que maltrataban y saqueaban a las poblaciones.
Artigas fue un precursor esclarecido de las ideas federales y elaboró magníficos conceptos sobre la libertad y dignidad indeclinables de los pueblos que integraban las Provincias Unidas del Río de la Plata.
El pacto que firmó con Rondeau, en abril de 1813, constituye una pieza magistral, tanto por su elevado tono cuanto por la firme doctrina que sustenta. En este, como en todas las convenciones o acuerdos en que participó, siempre estuvo presente el supremo interés de los pueblos. "Todo lo que en los pueblos americanos es embrión raíz, palpitación anímica, todo está en Artigas, armonizado como en ninguno de los héroes de la gesta latina, con la ingenua profundidad de lo no aprendido"
 (Juan Zorrilla de San Martín: La epopeya de Artigas, 2 vols. 24 ed. Luis Gili Librero Editor. Barcelona, 1916.17.)
  
La primera falta que se le imputó, desde este lado del Plata, fue la de sus andanzas juveniles como contrabandista. La acusación prosperó y se la reproducía en cuanto periódico o panfleto se lanzaba contra el caudillo oriental. Mitre le dio alas a la noticia, con esa su sin par autoridad de historiador profesional: "A los 18 años de edad abandonó clandestinamente la casa paterna y se unió a una partida contrabandista"
 (Mariano de Vedia y Mitre: El manuscrito de Mitre sobre Artigas. Libr. y Edit, La Facultad. Buenos Aires, 1937.)
  
La verdad era justamente la contraria; refiriéndose a esta circunstancia, su sobrina doña Josefa Ravía, le escribía a don Justo Maeso: "Es una calumnia el que tío Pepe haya hecho parte de una sola de tales cuadrillas de contrabandistas, siendo por el contrario uno de los primeros orientales que las combatieron". Recuérdese que Artigas pertenecía desde su creación, en 1796, al cuerpo de Blandengues; el virrey interino don Antonio Olaguer y Feliú, le comisionó, en 1797, "perseguir y aprehender a los ladrones y vagabundos o indios infieles que perturban la campaña".
En premio a la eficacia de la labor desplegada, se le acordaron los despachos de capitán de caballería de Montevideo. Producida la revolución de Mayo, no tuvo otro pensamiento que incorporarse a las filas patriotas; se evadió con tal objeto de la Colonia del Sacramento, en la que prestaba servicios, el 15 de febrero de 1811. En el parte oficial que don Rafael Zufriategui remitió a las Cortes comunicando su deserción, se destacaba "su exactísimo desempeño en todas clases de servicios, pero muy particularmente...en la persecución de vagos, ladrones, contrabandistas e indios charrúas...minuanes que infestan y causan males irreparables"
  
 (Exposición del 4 de agosto de 1811. (Cfr. Hugo Barbagelata: Artigas y la rcvolución aincricana. Libr. Saul Ollendorf. París, 1914.)
  
Esta es la fidelidad con que escribieron la historia de los "bárbaros caudillos" los "ilustres civilizadores"!
  
La cobardía y mala fe de las clases dirigentes de Buenos Aires no ahorró calumnia contra su persona, llegando a declararle criminal
 (Bando del Cabildo de Buenos Aires. 5 de abril de 1815)
  
Ha de ser la voz imparcial de un extranjero ilustre, el mexicano don Carlos Pereyra, el que comente: "¿Quién impide que el Río de la Plata se pierda y quede señoreado por un enemigo? Artigas. Sin embargo, Artigas es un criminal. ¡Un criminal porque no trata con los portugueses! Un criminal porque el instinto y el sentimiento le indican el camino de la organización..."
(Carlos Pereyra: El pensamiento político de Alberdi. Edit. América; Bibl. Andrés Bello. Madrid, 1911.)
  
Los pueblos no compartían el juicio de los  porteños. Cuando en 1814, Córdoba expulsó al gobernador impuesto por la metrópoli, general Ortiz de Ocampo, haciéndose cargo del poder el, coronel José Javier Díaz, la provincia se sumó al sistema federal y le envió una espada de honor con la inscripción: "Córdoba, en sus primeros ensayos, a su Protector inmortal general don José Artigas"
  
 (Antonio Zinny: Historia de los Gobernadores de las provincias argentinas; 5 vols, Ed. Casavalle. Buenos Aires, 1879 82.)
  
Su denodada acción en favor de la autonomía de los Estados, generalizó el título de "Protector y Patrono de la libertad de los pueblos"; el Cabildo de Montevideo le otorgó esta dignidad en 1815.
Artigas respondió: "Los títulos son los fantasmas de los Estados, y sobra a esa ilustre corporación tener la gloria de sostener su libertad. Enseñemos a los pueblos a ser virtuosos. Por lo mismo, he conservado hasta el presente el título de un simple ciudadano, sin aceptar la honra con que me distinguió el Cabildo."
 (Carta de Artigas, al Muy Ilustre Cabildo de Montevideo. Purificación, 24 de febrero de 1816.)
  
Pero seguirán acusándole, no obstante, de ambicioso y terrorista; dirán, inclusive, que utilizaba en su propio beneficio las rentas de la provincia Oriental. Pero los calumniadores ignoraron la pobreza franciscana en que se desenvolvía su vida; en 1815 su mujer y su hijo se hallaban en Canelones faltándoles hasta lo más indispensable. El Cabildo de Montevideo le ofreció entonces una casa en la ciudad, hacerse cargo de la educación del niño y destinarle la suma de cien pesos mensuales. Sabedor de ello, Artigas se apresuró a escribir a la muy ilustre corporación: "Doy a V.S. las gracias por tan grato recuerdo. Sin embargo, yo conozco mejor que nadie las urgencias de la Provincia, y sin hacerme traición a la nobleza de mi sentimiento, jamás podría consentir esa exorbitancia. . . ". Aceptaba únicamente la educación del hijo y cincuenta pesos para la subsistencia de la familia", agregando "Aún esta erogación (créamelo V.S.) la hubiese ahorrado a nuestro Estado naciente, si mis facultades bastasen a sostener aquella obligación. Pero no ignora V.S. mi indigencia, y en obsequio de mi Patria, ella me empeña a no ser gravoso, y sí agradecido"
  
(Carta de Artigas al Cabildo de Montevideo. Paysandú, 31 de julio de 1815.)
  
 Así, con sobriedad republicana, se expedían y actuaban los "bárbaros caudillos"; ¿Podría decirse lo mismo de los "próceres" de la oligarquía?
Cuando Estanislao López, gobernador de Santa Fe, y Ramírez, "representante de S.E. el jefe de los Orientales", suscribieron con Sarratea, en nombre de Buenos Aires el Tratado del Pilar, en 1820, se lo dejó abierto a la adhesión de Artigas, para que, si fuera de su agrado, "entable desde luego las relaciones que puedan convenir a los intereses de la provincia de su mando, cuya incorporación a las demás federadas se miraría como un dichoso acontecimiento"- (Tratado de Pilar: Art. 109. 23 de febrero de 1820.)
  
El tratado no satisfacía las miras de Artigas, que reclamaba el aplastamiento del partido porteño "para que no vuelva a dar trabajo".
Ramírez tuvo inspiraciones diferentes y pensó que podía arribarse a una solución de concordia nacional fiándose en las promesas de los hombres de Buenos Aires. Sin desconocer las patrióticas intenciones del caudillo entrerriano, resultó evidente que los hechos le dieron la razón a Artigas, pues el partido porteño siguió maniobrando e intrigando, hasta sacar de su entraña, una vez más, al inefable señor Rivadavia, sepulturero de toda idea de federación.
Con toda justicia, antes de abrirse las hostilidades entre los dos recios caudillos del litoral, Artigas le decía a Ramírez, refiriéndose a la convención firmada: "Si era tan ajustada a los principios del bien general no debían haberse presentado en Buenos Aires los desastres y convulsiones que ha sufrido; los resultados mismos han manifestado que no fue tan injusta mi repulsa contra la pretendida unión..."
En la dura polémica epistolar que ambos mantuvieron a continuación, Artigas expuso poderosas razones para oponerse a lo actuado: "No es menos crimen sostenía haber hecho ese vil tratado sin obligar a Buenos Aires a que declare la guerra a los portugueses y entregar al jefe Supremo y Protector de los Pueblos Libres fuerzas y recursos suficientes para que pudiese llevar esa guerra y arrojar del país al enemigo". Ramírez repuso que, "si en Buenos Aires han aparecido convulsiones después de celebrada, es porque la perfección de un cambio político no es cuestión del momento, sino obra del tiempo, de la fuerza y del convencimiento".
En cuanto a la guerra que la Banda Oriental sostenía contra los portugueses, sin la menor ayuda de Buenos Aires, preguntaba: "¿Cuál es la fuerza efectiva y los recursos de que dispone Buenos Aires y las demás provincias para hacer la guerra? ¿Cuál la reciprocidad de intereses para hacerla de inmediato, desviando la atención del objeto principal de asegurar el orden interno y consolidar la libertad? ¿Cree V.E. que por restituirle una provincia que ha perdido han de exponerse inoportunamente todas las demás?"
  
 (Cfr. M. G. Calvento: Estudios de la historia de Entre Ríos).
  
Es innegable que la influencia nociva del partido porteño había desviado el recto juicio del caudillo entrerriano, con lo que quedó labrada, al mismo tiempo, la desgracia de los dos combatientes del federalismo.
Las desinteligencias derivaron hacia las hostilidades abiertas; Ramírez logró, en la batalla del arroyo Las Tunas, junto a Paraná, el 24 de junio, y de Abalos, en la provincia de Corrientes, el 24 de julio, destrozar a los efectivos de Artigas. Este debió refugiarse en el Paraguay, al que penetró en septiembre de 1820. Nunca más volvería al escenario de sus hazañas.
El dictador Francia le prestó la hospitalidad y amparo de que es capaz el Paraguay, dentro de cuyos límites murió, el 23 de septiembre de 1850, a los treinta años justos de haber arribado a aquella Nación. Tenía 85 años de edad. Sobre su vida en el destierro, el cura de San Borja, Juan Pedro Gay, dijo que "en la tranquilidad de su retiro, se mostró trabajador y humano; cultivó su chacra, fue el padre de los pobres de su distrito y sirvió de ejemplo a todos por su excelente conducta"
 (Joao Pedro Gay: Historia da República jesuítica do Paraguay. Río de Janeiro, 1863)
Mitre, sin embargo, repetirá sus tremendas acusaciones y la sombra de un caudillo feroz, "acostumbrado al desorden y a la sangre", se seguirá proyectando sobre el Río de la Plata ...
Pero Alberdi, dijo: Caudillos como Artigas surgían de la entraña misma del pueblo: eran su encarnación, su mito y su vigía. Todo lo que tiene de grande nuestra historia fue amasado por esas imponentes concentraciones humanas a cuyo frente se ponía un verdadero conductor, uno de esos individuos de vocación histórica, que  son "el elemento actuante de una multitud y elevan la forma interna de la propia persona a forma de pueblos enteros y de épocas enteras"
(Oswald Spengler: La decadencia de Occidente. Bosquejo de una morfología de la historia universal. 4 vols. Trad. del alemán por Manuel G. Morente. Ed, Calpe; Bibl. de Ideas del Siglo XX. Madrid, 1923)
  
(Alberdi: Grandes y pequeños hombres...)
  
Don Francisco Ramírez, varón de buena fe y honradamente interesado en promover la unidad de la República, después del Tratado de Pilar creyó, que el "partido porteño" estaba dispuesto a "un cambio político" saludable. Por ese camino se prestó a ser el destructor de Artigas, sirviendo en bandeja de plata a la oligarquía de Buenos Aires, la venganza contra el caudillo oriental. Pues bien, los beneficiarios no variaron su juicio sobre el héroe de aquellas jornadas y lo precipitaron en una nueva guerra civil, esta vez con Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba empeñadas en su anulación
  
Francisco Ramírez
  
Había nacido en la Villa del Arroyo de la China (hoy Concepción del Uruguay) como vástago de una familia de holgada posición (Martín Ruiz Moreno: Contribución a la historia de Entre Ríos, 2 vols. Buenos Aires, 1914) Esto lo negará la historia "oficial", llegando a hablar, con palabras del general Rondeau, de "un mozo del pueblo llamado Ramírez, que en tiempos posteriores ha figurado como no era de esperar, pues llegó a ser general y a capitanear ejércitos respetables" (General José Rondeau: Memorias)
  
Fue desde muy joven el alcalde de un distrito de campaña y luego oficial de cívicos en las fuerzas creadas por el comandante don José de Urquiza a raíz de la revolución de 1810. Fue de los que hizo la revolución; otros, como Rivadavia, fueron hechos por ella.
El caudillo entrerriano era enérgico y generoso.
Y luego de haber derrotado a los  porteños en Cepeda, expresó en el parte de guerra: "El resto de enemigos se halla atrincherado en sus carretas, pero todos a pie; pienso no tienen otro remedio sino rendirse a discreción, de lo contrarío, voy a pasar a degüello a todos" (Francisco Ramírez: Parte de guerra de Cepeda. Campo de batalla, 19 de febrero de 1820.)
¿Cómo no iba a utilizar este comunicado la historia oligárquica para certificar la "crueldad de los caudillos"? Pero ocultan que, al mismo tiempo, remitió un mensaje al comandante de las tropas porteñas en fuga, en el que le decía: "Al corazón sensible a la sangre americana que ha hecho derramar el criminal capricho de un gobierno ilegal y tirano, me estimula a decir a V.S. que si en el término de dos horas no se rinde a discreción, será pasado con ese pequeño resto de tropas, a cuchillo; de lo contrario protesto a V.S. bajo mi palabra de honor, que todos los jefes y oficiales que hayan quedado serán tratados con la mayor consideración y auxiliados del mejor modo posible para que se restituyan a sus países o donde gusten, con sus equipajes".
Esta era la pasta de los caudillos: magnánimos en la medida en que lo permitían las circunstancias de la guerra, aun frente a la conocida perfidia de lo que Ramírez llamaba "el Tirano Porteño".
Las intrigas de ese tirano lograron alejarlo de Artigas, entendiendo que en esta forma servía a los planes de la federación.
Persuadido de que el caudillo oriental era el que perturbaba la realización de ese ideal, al que una vez liquidado el foco de la perturbación serviría Buenos Aires, lanzó sus efectivos a la lucha y logró destrozar a las tropas de Artigas, según vimos. El pensamiento que lo inspiró quedó debidamente traducido en el parte que envió al coronel Romualdo García, luego del triunfo de Las Tunas. "Gloria a la patria en Federación, le decía. En este día acabo de escarmentar, con la intrepidez de los Dragones de la Provincia, al tirano Artigas, en este campo, a presencia de ese heroico pueblo que no admite el despotismo de ese monstruo... Artigas debe haber conocido que la ha favorecido nuestras armas. Los entrerrianos no toleran por más tiempo ser subyugados por tiranos. Aman en tanto su libertad que prefieren la muerte antes que perderla. Creo ya la provincia libre de opresores. Sin embargo, sigo mis marchas sobre ese enemigo de los pueblos federados. Este hombre se ha decidido por desolar y aniquilar las provincias. . . Parece que se ha propuesto eternizar la guerra civil, desentendiéndose de la paz y general armonía de las provincias en Federación ..."
( Francisco Ramírez: Parte de guerra de Las Tunas. Campo de batalla, 24 de junio de 1820. (Cfr. Calvento: obr. cit ). ¡Pobre e iluso Ramírez!
  
A partir de ese momento se le consideró el "Supremo Entrerriano"; por bando del 29 de septiembre, expedido en la ciudad de Corrientes, proclamó la "República de Entre Ríos", que comprendía esta provincia, Corrientes y Misiones. Esta creación se debía, según López, a que Ramírez "se había concentrado todo entero en levantar un fuerte imperio guerrero y personal, con el poderoso contingente de las hordas incultas y expansivas del litoral puestas al servicio de su nombre y de su influjo" (V.F.López: Hist. de la Rep. Argentina)
  
El ambicioso plan del caudillo, siempre según el historiador nombrado, era el de "humillar de nuevo a Buenos Aires" y "organizar en el Arroyo de la China su imperial grandeza". Ya se ve cómo y cuánto le sirvió a Ramírez el haber librado a la oligarquía porteña de su odiado enemigo Artigas. El juicio que antes merecía éste se le aplicaba ahora a aquél: las hordas incultas lo seguían para humillar a Buenos Aires, movido por la "imperial grandeza" de sus sueños bárbaros.
El nuevo conflicto a que lo provocaron los intereses portuarios que veían un peligro en el crecimiento de su figura, terminó trágicamente en Río Seco, provincia de Córdoba, el 10 de julio de 1821, alcanzado por una bala que le disparó el capitán Maldonado. La versión propalada por Mitre y admitida por la escuela histórica liberal, es que el salvaje caudillo perdió la vida por rescatar a su mujer, a la que llamaban despectivamente "la china Delfina". Esto tiene poca importancia; lo que cuenta es que se le cortó la cabeza al cadáver y que don Francisco Bedoya remitió el fúnebre despojo al gobernador de Santa Fe "a instancias de los bravos santafecinos". En Santa Fe se la exhibió dentro de una jaula de hierro "para perpetua memoria y escarmiento de otros que en lo sucesivo, en transporte de sus aspiraciones, intenten oprimir a los heroicos y libres santafecinos"
(Oficio de don Francisco Bedoya. Arch. de Gbno. de Santa Fe.)
  
Las sutiles maniobras porteñas, deslizándose entre las grietas que ofrecía la fluida política de aquellos tiempos, lograron servirse de Ramírez contra Artigas y, un año después, de Bustos y López contra Ramírez. El caudillo entrerriano, a quien López atribuye un poder discrecional y sueños de grandeza, "murió pobre, sin dejar más bienes que una casa y una pequeña estancia heredada de sus padres"
(Ruiz Moreno: Obr. cit.)
  
Quienquiera registrar  a los caudillos y sus nombres, recurra a la historia "oficial"; allí los encontrará, aplastados por improperios y difamaciones, a cada uno de los argentinos que trataron de servir,  a los intereses de la patria. La fórmula  ha sido aplicada por Mitre y su escuela histórica, por Vicente Fidel López y por ese formidable constructor de leyendas que se llamó Domingo Faustino Sarmiento. Con lógica irreprochable decía Estanislao López, en una Proclama de 1831: "Los unitarios se han arrogado exclusivamente la calidad de hombres decentes e ilustrados y han proclamado en su rabioso despecho, que sus rivales, es decir la mayoría de los ciudadanos argentinos son hordas de salvajes y una chusma y una canalla vil y despreciable que es preciso exterminar para construir la república"
  
(Brigadier General don Estanislao López: Proclama. El Federal, febrero de 1831)
  
Los caudillos, los gauchos, la plebe eran para Sarmiento la encarnación de esta "civilización de atraso y de barbarie"; había,  que suprimirlos para que pudieran resplandecer las luces de la civilización ilustrada. Los hombres de frac y de zapatos de raso no podían tolerar en el país la existencia de gentes ordinarias que vestían bombachas y calzaban botas de cuero. "No son las leyes las que necesitarnos cambiar" - pontificaba Alberdi - "son los hombres, las cosas" (Alberdi: Bases, xxx, 136) La civilización del cuero y de los saladeros, como que surgida en los campos poblados de haciendas innumerables, tenía ese perfume agreste que hacía torcer las narices a los fabricantes de leyes intocables.
Al diablo, con las gentes rústicas de las campañas, que huelen a pastos frescos y en cuyas manos leñosas se grabaron las fatigas de las largas jornadas en que sirvieron a la patria con decisión ejemplar. Son estas las gentes que sostienen y siguen a los "bárbaros" caudillos, transformándolos en figuras poderosas, que polarizan e interpretan el destino colectivo.
  
Felipe Ibarra.   
  
Así se fue escribiendo esa historia de calumnias  en donde todo el que está con el pueblo, resulta ignorante, sanguinario y ladrón. Desde Dorrego hasta Peñaloza, fueron asesinados y, no obstante, acusados ellos de ser los que derramaron la sangre de sus hermanos. En el caso de Quiroga, también caído bajo el puñal de los asesinos, fue el personaje de Facundo el libro escandaloso de Sarmiento que se obligaba a leer en las escuelas. El calificarlos como seres "bárbaros ignorantes" no le fue ahorrado a uno solo de estos caudillos que solo querían una patria justa y libre para todos. El más vapuleado fue don Felipe Ibarra, de Santiago del Estero; pero sin embargo, de él dijo Ferré,: "Traté personalmente en Santa Fe a don Felipe Ibarra, y formé sobre su persona el mejor concepto por su educación y nobleza de sentimientos" (Pedro Ferré: Memoria del Brigadier General don... Octubre de 1821 a diciembre de 1842. Contribución a la historia de la Provincia de Corrientes en sus luchas por la libertad y contra la tiranía. Buenos Aires, 1921).
  
Estanislao López
  
De don Estanislao López, que pertenecía a un hogar modesto y que había recibido rudimentaria instrucción en la escuela del convento de San Francisco, dijeron barbaridades. No apreciaban su inteligencia natural y la experiencia adquirida en el desempeño de sus funciones públicas y militares López decía:"no hay otra cosa en mí que la salud de la patria"
(Carta al coronel don Pascual Echagüe, gobernador delegado en Santa Fe, 1828).
  
Esta definición es hermosa y vale como un símbolo; pero la historia liberal no puede perdonarle su fidelidad a la causa que, conjuntamente con Rosas, había abrazado. Luego de su victoria de Coronda sobre Ramírez, el gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez, le regaló una espada de oro. La justicia histórica que le niegan los liberales, le fue tributada por Rosas, en ocasión de su muerte, acaecida el 15 de junio de 1838. Sobre su sepultura, en el convento de San Francisco, en Santa Fe, Rosas hizo grabar el siguiente epitafio que redactó de su mano:
Descansa del Empíreo en las mansiones en el seno de Dios ¡hombre querido! La libertad te debe sus blasones y los tiranos su postrer gemido. Rosas, el compañero de tu gloria, consagra esta inscripción a tu memoria.
No interesan a la falsa historia los méritos de López; era un caudillo y había que denigrar su figura.
  
Pero, ¿de qué vale la acumulación de pruebas si los malhechores de la historia siguen emboscados y dispuestos a descargar su golpe de maza sobre las cabezas que dirigen el avance incontenible de las multitudes
  
Facundo Quiroga.   
  
Ninguna figura de caudillo ha sido más vilipendiada. La estampa de gaucho ignorante y feroz que se ha transmitido, es una infamia más  de la historia adulterada. Facundo fue caudillo auténtico: tenía la grandeza de un verdadero conductor de pueblos y en su limpia trayectoria pueden hallarse su patriotismo y desinterés. Pertenecía Quiroga a familia muy importante, de holgada posición económica. Su padre, el capitán de las Milicias de Jachal y de los Llanos de La Rioja, don José Prudencio Quiroga, era descendiente de Recaredo, rey visigodo de España; su madre, doña Juana Rosa de Argañaraz, era también de noble linaje. Entre los antepasados por la línea de los Quiroga había militares, jueces, regidores y gentes destacadas. Su mujer, doña Dolores Fernández, pertenecía a la mejor sociedad de La Rioja.
Se educó en la escuela de letras fundada por su padre y luego estudió religión, moral y sociología con el canónigo doctor Pedro Ignacio de Castro Barros.
No sólo tenía Facundo muy acendrados sentimientos religiosos sino que se negaba a admitir que la Iglesia sirviera a una determinada bandería. En Mendoza, derrotó al personero de Paz, coronel Videla Castillo, en Rodeo de Chacón, en marzo de 1831; el nuevo gobernador de la provincia, don Manuel Lemos, resolvió oficiar una Misa de Gracias y Te Deum "por el feliz triunfo obtenido por las armas federales".
Invitado al acto, el salvaje Facundo dio esta lección de tolerancia y espíritu cristiano: "El infrascripto - respondió -, contemplando el luto que eternamente debe grabar sobre los corazones argentinos por la cruel guerra que devora a sus hijos, no puede permitir se den gracias al Ser Supremo por la destrucción de nuestros hermanos..."
Proponía, por consiguiente, se reemplazara la proyectada función "con unas honras generales por todas las víctimas sacrificadas de una y otra parte" (Nota del general Quiroga al ministro general de Gobierno, don Pedro José Pelliza. 9 de abril de 1831. Original en el Arch. Admin. e Hist. de Mendoza, Doc. N 9 1.505 A; carpeta n 9 199/1831)
  
 Quiroga fue humanitario, valiente y generoso. Los actos de crueldad que le atribuyen, son falsos en gran medida o  referidos a las reacciones pasionales que le provocaron, en los últimos años de lucha, los métodos de terrorismo implantados por los generales unitarios: Paz, Lavalle, La Madrid.
Pudo escribir en 1831: "En los lances más apurados, cuando la propia defensa llega a ser un derecho que acalla cualquier otro sentimiento, he respetado las leyes de la humanidad y de la guerra; no he fusilado a mis prisioneros, ni he exterminado a lanzazos a familias enteras, sin ahorrar las mujeres y los niños; ni he mandado asesinar a los presos y hecho arrastrar sus cadáveres por las calles. Nadie puede echarme en cara estos crímenes, y desearía, por el honor y el bien de mi país, que mis antagonistas pudieran decir otro tanto"
 (General Quiroga: Defensa de su conducta. Buenos Aires, 2 de febrero de 1831. Impr. Republicana)
Veamos, ahora el caso del general La Madrid, quien durante su dominio de La Rioja, realizó incontables atropellos. A la madre, mujer e hijos de Quiroga,  los desterró a Chile y cuando en noviembre de 1831 él derrotó a La Madrid en Ciudadela (Tucumán) y tuvo que huir a Bolivia. Entonces el famoso Facundo, auxilió a la mujer de éste  "con todo lo necesario para que se trasladase a Bolivia, a su lado
•(A.    Zinny: Hist. de los Gobernadores).
  
No en vano, por consiguiente, pudo escribirle San Martín: "Sé que es Vd. un buen patriota, y un hombre de coraje ... No cometió Jamás acto ninguno de traición, ni de infidelidad o perfidia contra los intereses o contra los hombres con quienes se había ligado"
(Carta de San Martín a Quiroga. Mendoza, 3 de mayo de 1823)
Sobre el trato que La Madrid dio a la madre de Quiroga, es sabido que la hizo detener poniéndole cadenas al cuello. El coronel Juan Pascual Pringles, héroe de las guerras de la Independencia, que actuaba en los ejércitos unitarios de Paz; fue derrotado por Quiroga en la ciudad de Río Cuarto, fue alcanzado y muerto por una partida cuando huía hacia Mendoza, en marzo de 1831. El padre del nombrado, don Gabriel Príngles se entrevistó con Quiroga a objeto de solicitarle garantías para la familia; Facundo le respondió: "Señor don Gabriel, aunque los amigos de ustedes encadenaron a mi vieja madre en La Rioja, yo no haré eso con la familia de Pringles, al que respetaba y cuya muerte he sentido mucho, llevándose una reprensión el oficial que tuvo parte en ella. Tres días he contemplado el cadáver del coronel Pringles envuelto en una manta de vicuña, y queda señalado por Huidobro el caldén a cuyo pie lo mandé sepultar..."
( Cfr. Juan W. Gez: Apoteosis de Pringles. Impr. Europea, de M. A. de Rosas. Buenos Aires' 1896)
  
El propio La Madrid, huido a Bolivia, le escribió a Quiroga para que facilitara la salida de su mujer, "persuadido - le decía - de que la generosidad de un guerrero valiente como es V. sabrá dispensar todas las consideraciones que se merece la familia de un soldado". El general Quiroga, según dijimos, le había dado todas las facilidades a la mujer de La Madrid, y respondió la carta en estos términos: "Me viene Vd. ahora recomendando a su familia, como si yo necesitase de sus recomendaciones para haberla considerado como lo he hecho; agregando en dicha carta, las consideraciones que dice prestó a la mía en San Juan, así como a mi señora madre en Los Llanos, pero sin acordarse de la pesada cadena que hizo arrastrar a dicha mi señora madre en La Rioja, ni de que mi familia fue desterrada a Coquimbo o Copiapó por sólo libertarla de los tormentos que Vd. le preparaba..."
(Respuesta J Quiroga a La Madrid. Tucumán, 24 de noviembre de 1831. (Cfr. La Madríd: Memorias, va cit.)
  
En la huída de La Madrid hacia Bolivia lo acompañó, hasta dejarlo a salvo, el coronel José Ignacio Murga. Se presentó luego prisionero en el campamento de Quiroga; éste lo hizo llamar  y cuando aquél intentó entregarle su sable, Facundo le dijo: "Cíñase su sable que ahora es mi amigo. ¡Así deben ser los hombres! Vaya Vd. y Póngase a la cabeza de su cuerpo" (General La Madrid. Memorias).
Al coronel Barcali, jefe de la artillería enemiga, que también había caído prisionero, lo hizo poner en libertad.
En 1923, en su lucha contra los Dávila, en La Rioja, cayó muerto uno de ellos (Miguel) y tomó 214 prisioneros. Libertó a los prisioneros, prohibiendo que se les persiguiera por sus opiniones políticas, y cursó un sentido pésame a la viuda de Dávila. Cuando en 1830 marchó sobre Córdoba, en la que señoreaba el general Paz, la ciudad se le entregó sin lucha. El gobernador sustituto firmó un acuerdo con Facundo, en el que éste dejó la marca indeleble de su nobleza y espíritu de conciliación: "A los señores oficiales que pertenecen a1 ejército del señor general Paz consignaba el art. 29 se les concede licencia para que regresen con sus armas y equipajes al ejército de su dependencia" (Juan Beverina: Anotaciones a las Memorias póstuntas del General José María Paz) . Ese ejército al que iban a reincorporarse los oficiales licenciados estaba acampado en las afueras de la ciudad y se disponía a batir a los efectivos del general Quiroga, autor de este gesto de verdadera generosidad.
También en orden a la disciplina y jerarquía de los actos civiles tenía Facundo conceptos muy arraigados. Cuando la Legislatura de Catamarca, por intermedio de su presidente, don Pío José Acuña, le consultó sobre la Constitución de que convenía dotar a la provincia, Quiroga le respondió: "Estos Códigos deben ser exclusivamente obra de las legislaturas, sin la más pequeña ingerencia de los hombres de mi profesión. El militar debe obedecer y defender las Leyes, no dictarlas". (Carta del general Quiroga al presidente de la Legislatura de Catamarca, don Pío José Acuña. San Juan, 10 de noviembre de 1831)
  
Luego de la guerra de los años 1826/27 contra La Madrid, el general Quiroga se dispuso a reintegrarse a sus posesiones en los Llanos. Antes, publicó en impresos y en la prensa una proclama diciendo: "Espero que los que hubiesen sufrido quebrantos, erogaciones o perjuicios, que hayan sido motivados por la guerra que acaba de terminar, ocurran por la subsanación, a la que gustosa y religiosamente se promete verificarla a expensas propias, Juan Facundo Quiroga" (General Quiroga: Proclama. La Rioja, 16 de noviembre de 1827. ) . Guerra de la provincia en defensa de inalienables principios de autonomía y régimen federal, los sacrificios financieros no cayeron sobre el erario provincial, sino sobre el peculio privado del general Quiroga. ¡Este era el gaucho ladrón y codicioso!
La fabulosa historia de "las barbaridades" de Quiroga, extraída de la obra maliciosa "Facundo" de Sarmiento, pretende lavar sus crímenes, atribuyéndoles otros mayores a sus oponentes El propio autor del infundio reconoció que estaba plagado de falsedades, pues se trataba de un libro político "escrito con el objeto de favorecer la revolución" (Carta de Sarmiento al general Paz. Montevideo, 22 de diciembre de 1845).
¿Por qué, entonces, sus apologistas se empeñan en considerarlo un documento histórico?
Como dice Pedro de Paoli: "Sarmiento escribió su panfleto contra el general Quiroga el año 1845, cuando hacia diez años que el caudillo riojano había sido asesinado. La impostura de Sarmiento agrega no fue lanzada contra un hombre, sino contra una tumba, lo que hace que su acción sea más despreciable... " (Pedro de Paoli: Facundo).
  
Don Ernilio H. Schleh escribe: "Según Sarmiento, Facundo echó sus caballadas en los cañaverales, y desmontó gran parte de los nacientes ingenios, aseveración esta que constituye un error indudable, pues en Tucumán es tradicional que Quiroga no sólo hizo respetar los trapiches o ingenios del doctor Colombres, sino que hizo resguardar con sus propias fuerzas los cañaverales existentes para evitar que fueren destruidos"
 (Emilio H.. Schlech: La industria azucarera en su primer centenario. Buenos Aires, 1921).
Ya hoy día puede asegurarse que el orden, la honestidad y la mayor tolerancia reinaron en Tucumán durante la permanencia de Quiroga. Todas las informaciones en contrario que recoge Sarmiento son simples infundios de mal hablador.
Los jefes de "la ilustración" llevaban la muerte y la desolación a las castigadas tierras provincianas; Quiroga dijo de ellos que "profesan el oficio de la muerte"
 (Carta del general Quiroga al general Paz. Mendoza, 10 de enero de 1830)
  
Esta lealtad de Quiroga a sus ideales de autonomía y libertad y la fortaleza de su carácter  atrajo  el odio de los unitarios y de los civilizados liberales. El general Rosas, en campaña contra los indios, le escribía al general Pacheco denunciándole que se tramaban los asesinatos de Quiroga y de él mismo; para ello se había intentado sobornar e incitar a la traición a oficiales de los ejércitos expedicionarios contra el indio, que maniobraban en el centro y el oeste bajo el comando de Quiroga y de Aldao, y cubrían el ala izquierda bajo el mando de Rosas
(Carta del general Rosas al general Pacheco. Río Colorado, 15 de diciembre de 1833. Arch. Gral. de la Nación, documentos del general Angel Pacheco)
  
¡Cuánta razón tenía don Juan Manuel que por aquellos días le prevenía a su amigo don Vicente González: "Ya sabe Vd. que no debe fiarse ni creer en ningún hombre de casaca y corbata almidonada"!
 (Carta del general Rosas al comandante Vicente González, 19 de enero de 1834. Cfr. Anjel J. Carranza: La revolución de 1839 en el Sud de Buenos Aires. Buenos Aires, 1880)
  
No pasó mucho tiempo sin que los graves anuncios se cumplieran. El general Quiroga salió de Buenos Aires hacia el norte del país, en misión pacificadora. Era entonces gobernador de Buenos Aires el doctor Maza. El general Rosas se encontraba en San Antonio de Areco, en la hacienda de don Mauricio Figueroa; allí se detuvo Quiroga para celebrar conferencias sobre el objeto de su misión. El 20 de diciembre de 1834 se dispuso a seguir viaje y entonces, dice Rosas: "presenté al General Quiroga, cien hombres todos ellos capataces y peones de mis estancias, escogidos por honrados, capaces y valientes, a que lo acompañasen. Se negó absolutamente a la aceptación. Me abrazó con toda la ternura de su corazón noble que me amaba verdaderamente y siguió su marcha, sin demora, con los muy pocos hobres que lo acompañaban"
(Carta de Rosas a Urquiza. Southampton, 5 de agosto de 1861. Original en el Arch. Gral. de la Nación, sec. Urquiza, leg. 66)
  
Cumplió Quiroga su misión y se dispuso al regreso en medio de nutridos avisos de que los hermanos Reynafé (uno de los cuales, el coronel José Vicente, era gobernador de Córdoba) planeaban su asesinato. Facundo desdeñó estas prevenciones y rechazó la escolta que le ofreció Ibarra, de Santiago del Estero. Penetró en Córdoba con su reducida comitiva e hizo alto en la posta de Sinsacate, a las once del 16 de febrero de 1835, tomando mate a la sombra de un algarrobo. Siguió luego su marcha, y un poco más adelante, en la curva de Barranca Yaco, la banda del capitán Santos Pérez, de las Milicias de los Reynafé, cayó sobre ellos v asesinó a todos los integrantes del grupo, con excepción del correo Marín y de un asistente, que pudieron huir milagrosamente. Junto a la galera volcada quedaron los cadáveres entre ellos los del general.
 La vida ilustre de uno de los más grandes caudillos argentinos fue inmolada en el altar del odio unitario. Sus "ilustrados" poetas se apresuraron a glorificar la hazaña, como en el romance anónimo, compuesto de 108 coplas, que canta con alborozo la muerte de Don Juan Facundo Quiroga.
La calumnia histórica pretendió inculpar al propio Rosas de este crimen horrendo. La viuda del general Quiroga escribió al gobernador de La Rioja: "¿Podrá La Rioja ser ingrata al general Rosas, al hombre a quien tanto debemos los argentinos, los americanos, con especialidad los riojanos, hijos del desgraciado general Quiroga, ¿Quién como el general Rosas ha acreditado con los hechos más valiosos y notorios ante el mundo ser el amigo firme, íntimo, de mi amante esposo"
 (Carta de doña Dolores Fernández de Quiroga al gobernador de La Rioja, general Tomás Brizuela. 11 de junio de 1839)
  
Manuel Oribe.   
  
La ausencia de Facundo, soldado y jefe respetado, se hizo sentir Sonó entonces el brigadier general Manuel Oribe, que fue otro de los grandes calumniados por  los fabricantes de "payasos ilustres".Nadie, sin embargo, más digno que el caudillo oriental que fue un hacedor de victorias al servicio de la cansa de emancipación de nuestros pueblos.
Cuando Fructuoso Rivera con sus aliados los franceses y  argentinos, despojó a Oribe del gobierno que legalmente ejercía en el Estado Oriental (1838), vino a nuestro país acompañado de un séquito grandes de partidarios. El gobierno de Buenos Aires lo recibió con los honores que correspondían a su alta investidura, proclamando la necesidad "de robustecer, sin menoscabo de la personería de aquella república, por todos los medios posibles, la recomendable y gloriosa disposición de sus fieles hijos para reivindicar el honor y dignidad de que alevosamente han sido despojados" (Oficio del general Rosas al presidente Oribe. Buenos Aires, 12 de noviembre de 1838)
  
El gobierno de Rivera, impuesto y sostenido por las armas de la escuadra francesa bloqueadora del Río de la Plata, dictó el decreto infame del 13 de noviembre: "Don Manuel Oribe es declarado pérfido, rebelde y conspirador contra la patria; en consecuencia, ésta lo arroja de su serio y lo proscribe, despojándolo de los grados, honores y prerrogativas". ." ¡El diablo metido a redentor! En las filas de Rivera estaban el general Lavalle y los unitarios argentinos. No se trataba, pues, de una contienda local, sino de una única guerra en la que participaban los traidores de ambas orillas, pagados por una potencia extranjera. Los hechos lo certificaron rápidamente y Lavalle invade el territorio de la Confederación Argentina, de una y otra orilla, transportados en los barcos de guerra de Francia (Ver la Guerra Franco-argentina )
  
Para afirmar el sentido americanista de la contienda, el general Rosas, en su carácter de general en jefe de los Ejércitos de la Confederación, ofreció el comando en Jefe interino al general Oribe. Este, en acatamiento de su deber patriótico, lo aceptó y se dispuso a salir a campaña. Se inició en este momento la hora más gloriosa en la vida del soldado oriental, que tantos frescos laureles cosechó sobre sus sienes. El general Lavalle, con Paz y La Madrid, y con la Coalición del Norte, y con los auxilios solapados o desembozados del enemigo extranjero, convulsionaba el interior argentino. Oribe salió de Buenos Aires a reprimir a los sediciosos, el 30 de septiembre de 1839. La ceremonia de la despedida asumió tocantes proporciones. Así la relata el periodismo de la época: "Partió el general Manuel Oribe de esta capital, habiéndosele tributado espléndidos honores. Todas las tropas de la guarnición con sus banderas a la cabeza, se hallaban formadas en la calle Federación (Rivadavia) y camino General Quiroga, al mando del general Rolón. Oribe salió de su casa en la calle de la Catedral (San Martín) como a las tres y cuarto de la tarde, en carruaje, acompañándole los ministros Arana e Insiarte y los hijos de Rosas, don Juan y doña Manuela. Este carruaje iba precedido de los generales y demás jefes del ejército de Buenos Aires, de todo uniforme, a caballo. Seguíanle nueve más en que iban los ministros del presidente legal y otros orientales, y los jefes de todas las reparticiones de la administración de la provincia. Al salir Oribe de su casa, se hizo una salva del Fuerte de veintiún cañonazos, y al pasar por las calles se le manifestó el entusiasmo del pueblo por medio de vivas, flores, cohetes: las tropas presentándole armas y tocando las bandas de música. Al llegar a San José de Flores, Oribe se despidió de su acompañamiento, dando un fraternal abrazo a cada uno de los individuos de su séquito. De allí siguió, acompañado del edecán, general Corvalán, Garrigós y algunos otros señores, hasta Morón, donde fue recibido por las autoridades y vecinos del Partido, en medio de aclamaciones, repiques, bailes, etc..." (British Packet. Buenos Aires, 30 de septiembre de 1839)
  
En esta forma, austera y al mismo tiempo grandiosa, con una solemnidad que provenía de los corazones enardecidos por la emoción patriótica, salieron a cumplir su heroico deber los ejércitos federales, comandados por la figura ilustre del brigadier Oribe. Las fuerzas a su mando tomaron el nombre de "Ejército Unido de Vanguardia de la Confederación Argentina".
La táctica de Oribe consistió en no dar respiro, en  perseguir a las tropas unitarias que marchaban hacia el interior. En persecución de Lavalle, que trataba de rehuir el contacto hasta tanto se reuniera con La Madrid, en la provincia de Córdoba, realizó marchas forzadas y prodigiosas, dándole alcance en Quebracho Herrado (provincia de Córdoba), donde lo destrozó, el 28 de noviembre de 1840.
De 4.200 hombres que componían el ejército de Lavalle, perdió, entre muertos y heridos, 1.300 soldados y 60 jefes y oficiales, además de su artillería.
Por la participación que le cupo en la victoria de Sauce Grande, en Entre Ríos, ganada por el general Pascual Echagüe, el 16 de julio de 1840) y, por esta de Quebracho Herrado, en la que le cupo el honro de la jefatura, el general Rosas le otorgó una espada de honor y una medalla, además de un premio en ganados. Oribe se apresuró a escribirle al Restaurador:
"Penetrado del más profundo reconocimiento por la parte que me cabe en las honrosas distinciones que V. E. se ha dignado acordar a los que han tenido la fortuna de combatir por la Libertad e Independencia del Continente Americano contra el salvaje traidor bando unitario en los campos de Sauce Grande y Quebracho Herrado, grato a los premios que su elevada munificencia tuvo a bien decretar en favor de los soldados de la Libertad, y admirador constante de la grandeza que a todos sus pasos imprime el ilustre Campeón de la Independencia Americana, lleno una dulce obligación al dirigir a V. E. las más sinceras expresiones de mi agradecimiento". Aceptaba los honores que le habían sido discernidos, pero formulaba una súplica: "que V. E. se sirva admitir la renuncia que hago de los ganados que por ambos decretos me son adjudicados, en favor de los objetos de beneficio público que V. E. se digne señalar"
 (Carta del general Oribe al general Rosas. Cuartel general de Córdoba, 3 de febrero de 1841)
  
Tal la contextura moral de este héroe abnegado, que según afirmaba en el mismo oficio, abrigaba "la firme resolución de morir en defensa de la Sacrosanta Causa que sostenemos, o ver exterminar hasta el último de los enemigos de la Patria".
En mayo de 1841 ya estaba de nuevo en marcha Oribe y sus ejércitos federales. Cruzó La Rioja, donde los generales Nazario Benavídez y José Félix Aldao habían sumado victoria tras victoria, y penetró en Tucumán, siempre en seguimiento de Lavalle. Por fin, el 19 de septiembre de 1841 logró trabar combate con las fuerzas del general unitario, a su propio mando, en Famaillá, obteniendo una victoria decisiva sobre las diezmadas huestes "libertadoras". Lavalle huyó del campo de batalla, derrotado y con una pequeña partida, abandonando su ejército. Ya se sabe que unos pocos días después, el 9 de octubre, en Jujuv, cuando huía hacia Bolivia, cayó para siempre, herido por una bala perdida, el hombre que había contribuido al infortunio de Oribe, en sus propias tierras orientales, aliándose con los enemigos de América y de la libertad.
El brigadier general Manuel Oribe realizó una de las epopeyas más brillantes en la historia de las guerras americanas. A lo largo de dos años, cruzó victorioso  desde Buenos Aires hasta la frontera norte, sembrando victorias a su paso. Pudo cobrarse los agravios recibidos del salvaje bando unitario; pero su alma era noble y excluía la venganza. Cuando penetraba  la ciudad de Tucumán, su jefe de Estado Mayor, general Eugenio Garzón, de acuerdo a sus instrucciones, emitió una proclama a sus tropas. "Hoy marchan les decía a ocupar la capital de esta provincia las tropas que componen esta división; los señores jefes que mandan los cuerpos advertirán a los, suyos, que todas clases deben conducirse de un modo adecuado a la dignidad y decencia con que las tropas del virtuoso Ejército Federal se han comportado en todas partes"
(Jefe de Estado Mayor, general Eugenio Garzón: Orden de la División. Campamento de Tucumán. 16 de septiembre de 1841)
  
Sabida en Buenos Aires la culminación feliz de su campaña en el norte, el general Rosas informaba a la Legislatura: "Al frente de estos valientes el ilustre Presidente del Estado Oriental, brigadier don Manuel Oribe, ha sellado antecedentes gloriosos con su renombre inmortal. Presidiendo importantísimas victorias, brillante sobre reiterados campos de honor, honoríficamente ha cumplido la misión que fió el gobierno a su distinguida capacidad, lealtad y heroico denuedo"
(Mensaje del gobernador Rosas a la Sala de Representantes. 27 de diciembre de 1841)
  
Su cruzada libertadora en argentina se vio cornada en la batalla de Arroyo Grande, en 1842, contra las fuerzas de la Liga Cuadrilátera, en donde estaban Paz, Rivera, Ferré y J. P. López. Deshizo este nuevo peligro en las agrestes llanuras litoralenses.
  
Don José de San Martín.   
(1778-1850)
  
También sobre San Martín cayeron calumnias. Porque San Martín como todos los caudillos concitó el odio de los unitarios, de las logias, de los caballeros  del liberalismo y de la ilustración.
Los primeros movimientos contra su figura excepcional los consumaron Rivadavia y sus seguidores del "partido de las luces". Ellos vieron  en él los elementos de oposición que podían destruir al núcleo rivadaviano. El crecimiento de su estampa guerrera' y su limpia conducta, frustraron la infame conjura liberal. Y como San Martín apoyaba decididamente la obra en que se encontraba empeñado el Restaurador, de hecho salpicaban, pero San Martín no pudo ser sepultado.
  
Esta identidad de pares que se daba entre San Martín y Rosas, como dos grandes figuras de nuestra historia
Alberdi, superados los enconos de la lucha que su bando libraba contra el dictador desde Montevideo, comprendió la injusticia que los hombres del "partido porteño" cometían con Rosas, después de Caseros, y le escribía a Terrero: "En el mismo lugar en que debiera tributarse elogio y respeto al general Rosas, que tuvo tan alto el estandarte de San Martín, lo ultrajan del modo más cobarde e ingrato"
(Carta de Alberdi a Terrero. 19 de julio de 1864. Cfr. Manuel Gálvez: Vida de don Juan Manuel de Rosas. Ed. El Ateneo. Buenos Aires, 1940)
  
El propio San Martín en la última carta que le escribió antes de morir, le decía: "Que goce usted de salud completa y que al termino de su vida pública, sea colmado del justo reconocimiento de todo argentino, son los votos, que hace y hará siempre en favor de usted este su apasionado amigo y compatriota.
 (Carta de San Martín a Rosas. Boulogne, 6 de mayo de 1850. En San Martín. Su corresp... Ed. del Museo Hist. Nac.)
  
Todavía no han sido escuchadas estas serenas palabras del más grande de los argentinos, en las que resuena la voz de la Patria hecha justicia e inmortalidad.
Rivadavia inició el movimiento con el que suponía iba a destruir a San Martín y apagar sus glorias.
 El cura don Valentín Gómez, vocero del sector, le escribía al general Alvear: "Veo ... que San Martín se ha conducido en Londres como un aturdido...Nuestro Rivadavia va a concluir la obra. Este será oído con preferencia y San Martín quedará en el último ridículo..."
 (Carta del doctor Valentín Gómez al general Alvear. 19 de septiembre de 1825. Cfr. Gregorio F. Rodríguez: Contribución histórica y documental. Ed. Peuser, 3 vols. Buenos Aires, 1921.22)
  
Con razón San Martín denunciaba "los inmensos males que estos hombres han hecho, no sólo a este país, sino al resto de la América, con su infernal conducta" (Carta de San Martín a O'Higgins. Montevideo, 13 de abril de 1829. En obr.cit.)
De la administración de Rivadavia dijo: "Ha sido desastrosa y sólo ha contribuido a dividir los ánimos" (Carta de San Martín a O'Higgins. Bruselas, 20 de octubre de 1827. En obr. cit.)
  
El odio del círculo rivadaviano alcanzaba, inclusive, a los amigos del general San Martín. Bien tuvo oportunidad de experimentarlo el general O´Higgins. Él mismo nos informa: su disposición se "Este hombre despreciable (Rivadavia) no sólo ha ejercido su envidia yI su encono en contra de Vd.; no quedaba satisfecha su rabia, y acudiendo a su guerra de zapa, quiso minarme en el retiro de este desierto, donde por huir de ingratos, busco mi subsistencia y la de mi familia con el sudor de mi frente. Yo nunca lo conocí personalmente, y él sólo me conoce por mis servicios a la Patria, y me escribieron de Buenos Aires que por dieron los artículos asquerosos contra mi honradez y reputación en los periódicos de Buenos Aires de aquella afrentosa época"
 (Carta de 031liggins a San Mirtín. llacienda de Montalván, en el valle de Cafiete. 16 de agosto de 1828. En obr.cit.)
  
O´Higgins, con estos antecedentes, se escapa al control de su mesura y por la hostilidad demostrada hacia el general San Martín, llama a Rivadavia "detractor", "piadoso administrador de Caín", "enemigo tan feroz de los patriotas", y "el más criminal que ha producido el pueblo argentino".
Las campañas enderezadas a pulverizar al glorioso soldado de la emancipación americana, no pudieron lograr su objetivo. Trataron entonces de complicarle en sus manejos y de obtener, por medio de su poderosa influencia, una elegante escapatoria a la crisis en que se precipitaron a raíz del asesinato de Dorrego. En efecto; en 1829, coincidiendo con el terrorista régimen implantado por Lavalle, llegó el general San Martín a las balizas del puerto de Buenos Aires. Era el 6 de febrero y pudo conocer de inmediato las terribles condiciones imperantes en la ciudad bajo la tiranía de los civilizadores. Se negó a desembarcar para no mezclarse en !as disensiones internas; así se lo hizo saber al secretario general del gobierno, don José Manuel Díaz Vélez, a quien solicitó pasaporte para Montevideo. Su propósito de alejarse lo fundaba "en vista del estado en que se encuentra nuestro país...no perteneciendo ni debiendo pertenecer a ninguno de los partidos..."
( Carta de San Martín al secretario general del gobierno de Buenos Aires, don José Miguel Díaz Vélez. Balizas, 6 de febrero de 1829. F.n obr.cit.)
  
San Martín se instaló provisoriamente en Montevideo. Allí lo alcanzaron los emisarios de Lavalle, coronel Eduardo Trolé y don Juan Andrés Gelly, "para que hablen a usted en mi nombre"
 (Carta del general Lavalle al general San Martín. Cuartel general en el Saladillo, 4 de abril de 1829. En obr.cit.)
  
San Martín escribió unos días después: "El objeto de Lavalle era el que yo me encargase del mando del ejército y provincia de Buenos Aires y transase con las demás provincias a fin de garantir, por mi parte y la de los demás gobernadores, a los autores del movimiento del 1° de diciembre..."
 (Carta de San Martín a O'Higgins. Montevideo, 1.3 de abril de 1829. En obr.cit.)
San Martín rechazó toda  gestión en tal sentido, pero no sin antes hacerle estas sensatas reflexiones a su antiguo compañero de armas: "Aunque los hombres en general juzgan de lo pasado según su verdadera justicia, y de lo presente según sus intereses, en la situación en que Vd. se halla, una sola víctima que pueda economizar a su país, le servirá de un consuelo inalterable." (Carta de San Martín a Lavalle. Alontevideo, 14 de abril de 1829. En obr. cit.).
Consejo inútil; la ambición descabellada y los actos de traición a la patria, en vil concertación con el enemigo extranjero, regarían con sangre generosa de millares de argentinos, las tierras de nuestra patria Tres días después el Padre de la Patria partía en viaje de retorno a Europa, no sin escribirle al general Iriarte: "Sería yo un loco si me mezclase con estos calaveras. Entre ellos hav algunos, y Lavalle es uno de ellos, a quien no he fusilado de lástima cuando estaban a mis ordenes en Chile y en el Perú...Son muchachos sin juicio, hombres desalmados..."
 (Cfr. Silvestre Pérez: Filosofía del federalismo...ya cit.)
  
Nunca más volvió el general San Martín a pisar el suelo de la patria pero en su correspondencia  estaban siempre presentes los problemas que  se vinculaban al destino argentino. Cuando las dos grandes potencias europeas impusieron un injusto bloqueo a nuestros puertos, su adhesión al general Rosas se hizo de inmediato; no concebía que hubiera argentinos que  pudieran unirse al extranjero para derrocar a su gobierno. Cuando Sarmiento viajó a Europa comisionado por el presidente de Chile, don Manuel Montt, para efectuar estudios sobre educación, solicitó y obtuvo del general Las Heras una carta que le permitiera ser introducido a presencia de San Martín. "El señor Sarmiento decía la presentación, patriota ilustrado y que por su poca edad no pudo conocer a usted en la época de sus grandes hechos, desea ardientemente acercarse a usted como a uno de los muy pocos monumentos de nuestra historia..."
(Carta del general Las Heras al general San Martín. Santiago de Chile, 18 de octubre de 1845. En obr. cit.)
  
Estuvo Sarmiento con el Libertador, como lo deseaba, y por lo visto no le hizo feliz la recia tesitura argentina en que lo halló; en carta a su amigo don Antonino Aberastain le decía: "San Martín, hombre de una pieza, anciano batido y ajado por las revoluciones americanas, ve en Rosas al defensor de la independencia amenazada y su ánimo noble se exalta y ofusca"
(Cfr. José Pacífico Otero: Historia del Libertador don los de San Martín, t. vi. Etablissements Gériéraux d´Imprimerie. Bruselas, 1932).
  
La contrariedad de Sarmiento era explicable; pues pertenecía a la Comisión Argentina de Chile, que estaba confabulada con el atacante extranjero.
San Martín apoyó con sostenida fortaleza la causa de la Confederación Argentina (y de su insigne conductor, el general Rosas) contra las presiones y atropellos del bloqueador europeo.
San Martín formuló de su puño y letra, en 1844, el testamento que habría de recoger sus más íntimas voluntades: "El sable que me ha acompañado en toda la Guerra de la Independencia de la América del Sud escribió, le será entregado al General de la República Argentina, Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que como Argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los Extranjeros que trataban de humillarla" (Testamento del general San Martín, cláusula 31, París, 23 de enero de 1844)
  
El general Rosas se mostró sensible a la grandeza de su alma.
En la Gaceta Mercantil se publicaron, bajo el título "Recuerdos del General San Martín", una serie de artículos laudatorios, atribuidos al doctor Bernardo de Irigoyen, ferviente colaborador de Rosas
 (Gaceta Mercantil. Ediciones del 23 de junio al 19 de julio de 1851)
  
Los representantes del Partido unitario no le perdonaron a San Martín su fidelidad para con la patria fuerte, que con tanta dignidad repelía a sus enemigos exteriores. Cuando llegó a Montevideo la noticia de la muerte, por carta del doctor Félix Frías, radicado en París, le respondió el doctor Valentín Alsina: "Como militar fue intachable, un héroe; pero en lo demás era muy mal mirado de los enemigos de Rosas. ¡Ha hecho un gran daño a nuestra causa con sus prevenciones contra el extranjero. . . Era de los que en la causa de América, no ven más que la independencia del extranjero, sin importárseles nada de la libertad y sus consecuencias ... Nos ha dañado mucho fortificando allá y aquí la causa de Rosas, con sus opiniones y con su nombre; y todavía lega a un Rosas, tan luego su espada. Esto aturde, humilla e indigna..." (Carta del doctor Valentín Alsina 21 doctor Félix Frías. Montevideo, 19 de noviembre de 1850. Cfr. G. F. Rodríguez: Contribución histórica y documental.)
  
  
Lo dicho: San Martín debe figurar a justo título entre los "bárbaros caudillos", Y pese a la inquina y reticencia de los historiadores liberales, debemos proclamar bien alto con las palabras de Las Heras que él es "uno de los muy pocos monumentos de nuestra historia..."
"Llegará el día en que desapareciendo las sombras sólo queden las verdades, que no dejarán de conocerse por más que quieran ocultarse entre el torrente oscuro de las injusticias" (Juan Manuel de Rosas. 1857)
  
Fuentes: Garcia Mellid, Atilio. Proceso al liberalismo Argentino. Edit. Theoría.
  
Fuente: www.lagazeta
 Guillermo Brown
( 1777-1857 ) Es otro héroe olvidado de la historia.
Marino argentino de origen irlandés. Se unió a las fuerzas independentistas en 1814 y luchó contra los españoles obligándoles a capitular frente a Montevideo en 1816. Posteriormente dirigió la Armada en la guerra contra el Brasil y en 1828 fue gobernador de Buenos Aires
  
Mariano Moreno
( 1778-1811 )
  
Fuente: Nuestra Historia, el Lunes, 25 de abril de 2011
Mariano Moreno, fue un pálido prócer de la historia argentina, que ha acaparado casi  toda la gloria de la Revolución de Mayo. Su aspiración de buen padre de familia, fue vivir en el seno de los suyos, en el sosiego de sus libros, labrándose una desahogada posición, con su clientela de ricos propietarios y curas en pleito con su obispo,
Pero después de muerto (a los siete u ocho meses de vida pública) le atribuyeron escritos que no escribió, palabras que no pronunció y hazañas que no realizó.
No queremos decir que haya nacido bajo el signo de la mentira, ya que él no es culpable de las biografías que le han fabricado cuando él ya no estaba en condiciones de protestarlas.
A él se le atribuyen los tres odios que agitan al mundo actual: odio "a la casta militar", odio a la religión, odio a la jerarquía.
Pero por lo menos el odio a la jerarquía, parece que no lo tuvo tan arraigado, ya que fue asesor o consejero del Virrey hasta las vísperas mismas de aquel 25 de Mayo y también fue partidario del Rey hasta el día de su muerte en alta mar, como que tal desgracia lo sorprendió llevando en el bolsillo, además de 20.000 pesos fuertes, que le había hecho entregar Saavedra, una credencial de Embajador del Rey de España ("el amado Fernando", como lo llama él), para ante el Rey de Inglaterra, Jorge III, que entonces era gran amigo de España.
Pero quisieron hacerlo pasar por el "espíritu de la Revolución de Mayo"  y a  cada paso se nos ofrecen sus dichos: Moreno afirmó...  Moreno dijo...  Moreno escribió...
Pero observemos que cuando se cita a todo orador o escritor, se indica de donde se extrajo lo citado. Pero los que citan a Mariano Moreno, temen darnos esos detalles, no sea que descubramos que proviene de un discurso  que él nunca pronunció (porque la oratoria no era su fuerte) o de un artículo de "La Gaceta", que otro colega escribió (porque tampoco el periodismo fue su vocación).
Sin embargo, a él le atribuyen no solamente los artículos más sonoros de La Gaceta, sino hasta la fundación del periódico mismo, lo cual les permite consagrarlo como el "padre del periodismo argentino"´.
Cuando el miércoles 1º de abril de 1801 apareció en Buenos Aires el "Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiógrafo del Río de la Plata", nuestro primer periódico impreso, fundado por el abogado español Francisco Antonio Cabello y Mesa, su Director hasta fines de 1802, lo que creemos que es verdad, porque tenemos la referencia de personas responsables, que han investigado el punto. Y sacamos en limpio que ése es el primer periódico argentino, aunque fuese fundado por un español.
Si en la misma obra hallamos que el 1º de Septiembre de 1802 apareció el "Semanario de Agricultura, Industria y Comercio", de Juan Hipólito Vieytes, que lo dirigió hasta su último número el 11 de febrero de 1807, debemos creer que ése es el segundo periódico fundado en Buenos Aires y que Vieytes fue el primer periodista argentino.
Otra noticia recogemos en la obra de Rivera y Quintana, digna de entera fe, por lo concienzudo de la investigación. Tal noticia es que el Virrey Cisneros fundó un nuevo periódico con el título de "Correo de Comercio", que empezó a publicarse el 3 de marzo de 1810, bajo la dirección de Manuel Belgrano y duró hasta el 6 de abril de 1811.  Fueron sus principales redactores, Belgrano y Vieytes.
El Correo de Comercio vivió diez meses bajo el gobierno de la Junta de Mayo, más tiempo, que bajo el gobierno del Virrey.  No puede negarse que fue un periódico argentino, reconocido y hasta elogiado por la Junta de Mayo en el decreto de fundación de la Gazeta.
Hasta aquí estamos seguros de los relatos. Desgraciadamente la obra de Rivera y Quintana termina ahí, porque su propósito ha sido historiar solamente el periodismo colonial. Con su información hubiera hecho imposible el nacimiento del nuevo dogma, que quieren imponernos, de que Mariano Moreno fue el primer periodista argentino, Fundador y Director de la Gazeta de Buenos Aires, nuestro primer periódico. Dicho dogma, echado a rodar hace un siglo y medio por su hermano Manuel Moreno, pero nunca tomado verdaderamente en serio, se ha consolidado gracias al Círculo de la Prensa de Buenos Aires, entronizando en su sala de honor un gran retrato de Mariano Moreno a quien se le declara padre de los periodistas argentinos. Con esto sólo, sin ningún argumento, debemos acatarlo. Negarlo es hoy una herejía tan grave como aquella otra de hace veinte años, cuando afirmamos que Mariano Moreno no fue el fundador de la Biblioteca Nacional. Pues bien, declaramos que eso también es falso y para probarlo nos basta echar un vistazo al decreto del 2 de junio de 1810, por el cual el primer gobierno patrio dispuso fundar un periódico oficial.  Es claro que si había de ser oficial, no podía ser resolución de un particular. Dice la Junta: "El Pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes...  Para el logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a luz un nuevo periódico semanal con el título de Gazeta de Buenos-Ayres, el cual sin tocar los objetos que tan dignamente se desempeñan en el Semanario de Comercio (el Correo de Comercio) anuncie al público las noticias exteriores e interiores que deban mirarse con algún interés."En él se manifestarán igualmente las discusiones oficiales de la Junta con los demás Jefes y Gobiernos y el estado de la real Hacienda."La Junta, a más de incitar a los sabios de estas Provincias para que escriban sobre tan importantes objetos.... "Todos los escritos relativos a este recomendable fin, se dirigirán al señor Vocal, Dr. D. Manuel Alberti, quien cuidará privativamente de este ramo, agregándose por la secretaría las noticias oficiales".
Se establecen, pues, tres puntos:
1º) que fue la Junta de Mayo la fundadora de la Gazeta
2º) que se trataba de un periódico oficial, nuevo, es decir: no prohijaba un periódico fundado antes por nadie
 3º) que lo ponía bajo la dirección del Vocal, Dr. Don. Manuel Alberti, quien cuidaría privativamente de este asunto y a quien se le dirigirían todos los escritos.  Así pues, ningún colaborador (de los que la Junta invitaba a escribir) se manejaría por su cuenta, sino que le enviaría a él sus colaboraciones.
En aquellos tiempos no se estilaba llamar director al Jefe de un diario, pero sin llamarlo de ningún modo se fijan sus atribuciones, que ejercería privativamente. Según el Diccionario de la Real Academia Española y según el sentido de la lengua que todos poseemos, (más o menos) el adverbio privativamente significa "con exclusión de todos los demás".
¿Y qué papel tenía Moreno, cuyo solemne retrato decora hoy el Círculo de la Prensa como padre del periodismo argentino?
¡Ninguno! El decreto no lo alude en ninguna forma. En cambio la Junta, que no lo reconoce fundador, ni lo nombra director del periódico, lo designa luego, en otro documento, redactor, en compañía de Castelli y de Belgrano.
Como la redacción de la Gazeta era anónima y todos los artículos se publicaban sin la firma del autor, es imposible saber quién los escribió.
Los señores que desde hace cuatro o cinco años nos recuerdan casi diariamente que hay que honrar a Moreno como Fundador y primer Director de la Gazeta no ignoran este decreto, pues mencionan la fecha de su publicación, 7 de junio, y han hecho declarar tal fecha como "Día del periodismo.
Por lo que, el verdadero padre del periodismo argentino es Vieytes que había fundado en 1802 el Semanario de Agricultura, publicado hasta 1807.
Pudiera discutirle el honroso título de padre de nuestro periodismo aquel abogado español, fundador del telégrafo Mercantil en 1801, el primer periódico impreso en el Río de la Plata; pero si hemos de referirnos solamente a periodistas argentinos, a nadie, ni siquiera a Belgrano, que colaboró en el Telégrafo en 1801, le corresponde ese honor.
Sin embargo, el retrato de Vieytes no figura en ninguno de los lugares en que se honra al padre del periodismo argentino. Le han arrebatado esa paternidad para atribuírselo al imaginario fundador de la Gazeta de Buenos-Ayres, que ni la fundó ni la dirigió ni apenas colaboró en ella.
Algunos historiadores, advirtiendo lo absurdo de sostener esta pretendida hazaña de Moreno, se retiran a posiciones menos comprometidas y se contentan con afirmar que fue "el alma de la Gazeta".Pero se dice que una persona es el alma de alguna institución, cuando concentra en sí toda o casi toda la labor y supera y desborda con su propia actividad la acción de sus colaboradores.
¿Hizo esto Moreno en la Gazeta?
 Nunca fue el alma de la Gazeta.
Veámoslo con cifras escuetas, pero elocuentes.
Desde el 7 de junio de 1810, en que apareció por primera vez hasta el 12 de Septiembre de 1821, en que la suprimió Rivadavia, se  publicaron 810 números.
Ajustando más el cálculo:
Desde el 7 de junio de 1810, hasta el 17 de diciembre del mismo año, fecha más allá de la cual no hay que pensar que escribiera nada, pues preparaba su viaje a Europa, se publicaron 29 números ordinarios, 23 extraordinarios y 3 suplementos.
Estos 55 números contienen 209 artículos, de los que su hermano Manuel, que conocía a su personaje, sólo ha recogido 2, como de su redacción.  (Ya demostraremos que uno de esos artículos fue de Belgrano).  El doctor Piñero, que no lo conocía, le atribuye 19, pero sin explicarnos en qué se apoya, pues aparecieron sin firma de autor.
Si mientras vivió, colaboró tan poco, es seguro que después de muerto su aporte; fue nulo.
 Manuel Dorrego
Por Hernán Brienza *
Le decían "el loco", por sus irreverencias militares que enfurecían a San Martín y Belgrano. Pero desde el gobierno intentó aplicar un muy cuerdo plan de desarrollo productivo y organización nacional. Tocó intereses que explican el tamaño y la saña final de sus enemigos
Manuel Dorrego, nacido el 11 de junio de 1787 y fusilado 41 años después por Juan Galo de Lavalle, fue revolucionario en Santiago de Chile, soldado y eficaz coronel del Ejército del Norte, exiliado político, periodista -fundador del diario El Tribuno-, legislador nacional y gobernador de la provincia de Buenos Aires. Vehemente, díscolo, insubordinado, apasionado, pagó con su muerte los aciertos de su vida política: haberse mantenido fiel al pensamiento republicano y democrático y, sobre todo, haber sido el primer líder popular de la Argentina. Sin embargo, en comparación con su grandeza, es el gran olvidado de la historia nacional.
"Jacobino y liberalísimo", como lo definió José Ingenieros en su libro La evolución de las ideas argentinas, es heredero de la línea fundada por Mariano Moreno y profundizada por Bernardo de Monteagudo tras las jornadas de Mayo de 1810. Es, también, un caso singular: republicano y federal, ilustrado y popular, porteño y bolivariano, liberal pero nacionalista, Dorrego.

El "loco"

Manuel Críspulo Bernabé -tal era su nombre completo- fue el quinto y ultimo hijo de una próspera y comercial familia de portugueses, lo que significaba en la Buenos Aires colonial poco menos que un enemigo de la corona española. Dorrego estudiaba Derecho en Santiago de Chile cuando lo sorprendió la Revolución de Mayo, por eso no participó del proceso en su ciudad natal, pero sí tuvo una destacada participación en el alzamiento trasandino de junio.
Fue el primer patriota que cruzó la Cordillera de los Andes a cargo de un ejército. Lo hizo en 1811, seis años antes que José de San Martín, sólo que en sentido inverso, desde Chile a la Argentina, con tres contingentes de 300 hombres por vez
Durante los años siguientes, Dorrego fue coronel del ejército del Alto Perú, bajo las órdenes de Manuel Belgrano, y con su valiente accionar al mando de los Cazadores -la tropa de elite- se obtuvieron las victorias de Tucumán y Salta, definitivas para consolidar el poder de la Primera Junta. Enseguida, fue sancionado por alentar a que dos soldados se batieran a duelo.
 Quedó confinado en Jujuy, mientras ocurrían los desastres de Vilcapugio y Ayohuma, derrotas que -según Belgrano- no se habrían producido si Dorrego hubiera estado al mando de los Cazadores. Cuando San Martín se presentó ante Belgrano para reemplazarlo se produjo uno de los hechos más insólitos de la historia militar argentina. En una ronda de unificación de voces de mando, Dorrego se burló de la voz finita de Belgrano y fue separado definitivamente de ese ejército. Ya se lo conocía entre la tropa como "El loco Dorrego".
Hasta 1816, por recomendación de San Martín que encontraba así un punto de equilibrio salvaguardando la autoridad de Belgrano sin prescindir de Dorrego en la lucha por la independencia, participó de las batallas en la Mesopotamia contra las fuerzas artiguistas. Pero cuando averigua que el director supremo Juan Martín de Pueyrredón había negociado con el Imperio del Brasil la entrega de la Banda Oriental para sacarse de encima a Artigas y al mismo tiempo trasladar recursos de esa guerra al cruce de los Andes, Dorrego prepara la defensa uruguaya. Pueyrredón ordenó apresarlo y desterrarlo a Baltimore, Estados Unidos. En pleno viaje, el barco es asaltado por piratas y a punto estuvo de ser fusilado cuando la nave fue detenida en Jamaica. Pudo explicar a tiempo que era doble prisionero: del poder de Buenos Aires y de los bucaneros.
En Norteamérica, se enamora de las ideas federales y cuando regresa a Buenos Aires, en 1820, ya no es un jovencito díscolo: es todo un hombre político.

El cuerdo

En esta segunda etapa de su vida, Dorrego enfrentó desde la prensa y la Legislatura a los unitarios cuyo hombre fuerte era Bernardino Rivadavia. Desde su banca abogó por el voto popular, libre y sin coacciones y la extensión del sufragio a todos los sectores de la sociedad, incluso para los humildes que tenían vedado el acceso a los derechos políticos, por ejemplo, los jornaleros o los empleados domésticos.
Quizás el discurso más interesante que dio fue el del 29 de septiembre de 1826. Ese día delineó su proyecto de un país federal sostenido en economías regionales viables con mayor racionalidad que el centralismo unitario basado en la especulación financiera y aduanera. Dorrego buscar germinar la idea de una gran federación republicana que incluyera no sólo a la Banda Oriental sino también a los estados del sur de Brasil -los actuales departamentos de Río Grande, San Pablo y Porto Alegre-, al Paraguay y al territorio de Bolivia, independizado en 1826 gracias a la desidia de los rivadavianos. Y completa el trípode doctrinario abogando por un republicanismo no elitista, basado en la legitimidad popular: "No sé que se pueda presentar el ejemplo de un país, que constituido bien bajo el sistema federal, haya pasado jamás a la arbitrariedad y al despotismo; más bien me parece que el paso naturalmente inmediato es del sistema de unidades al absolutismo..."
Caído Rivadavia en 1826, tras la deshonrosa paz firmada con el Brasil, y disuelto ya el fraudulento proceso de constitucionalización de la República, Dorrego asumió el gobierno de la provincia de Buenos Aires.
Hay que descifrar las claves de su gestión para entender el tamaño y la saña final de sus enemigos. Acusó de "aristocracia mercantilista" a las autoridades del Banco Nacional, que entonces era el centro del poder económico. Los créditos de esa banca, dominada por intereses británicos, habían engendrado la monstruosa deuda externa de 13.100.795 pesos, que sólo era de un millón al comienzo del gobierno de Rivadavia. Muy poca de esa plata podía verse en obras y mucha en renegociación de deuda y comisiones de intermediarios.

Dorrego apuntó a un empréstito interno, con la plata de los sectores productivos -no especulativos- y a una tasa reducida que limitara la usura. Envió a la Legislatura en 1828 -año de su fusilamiento- un proyecto para transformar el Banco Nacional en Banco de la Provincia de Buenos Aires, con capitales de comerciantes y hacendados locales, que pusiera esa entidad al servicio de un proyecto nacional. Sancionó la ley de curso forzoso con inconvertibilidad de la moneda en metálico para detener la estruendosa fuga de capitales -episodio final de todas las experiencias de economía liberal en estos 200 años patrios, en este caso de plata que se escurría en buques de bandera inglesa. Pero Dorrego tuvo que gobernar con una bomba de tiempo que le había dejado el gobierno rivadaviano: una fabulosa inflación ocasionada por la devaluación del peso respecto de la libra por la sobre emisión de billetes realizadas por el Banco Nacional que a su vez lo ahogaba restringiéndole créditos.

El representante de la corona británica, Lord Ponsonby, advirtió que las potencias europeas podían invadir la Provincias Unidas. Tras un año y medio de gestión, Dorrego también estaba políticamente débil. Traicionado por sus embajadores, y obligado a firmar la paz con el Brasil, la suerte estaba echada. Cuando las experimentadas tropas del ejército regular volvieron de la Banda Oriental, el golpe de Estado se olía en el aire. La noche del 30 de noviembre, en una tenida masónica, los unitarios decidieron derrocar al gobierno legal y legítimo y fusilar a Dorrego. El encargado de llevar adelante el plan era Lavalle. A la mañana siguiente, las tropas realizaban el primer golpe de Estado de la historia argentina. Dorrego pidió ayuda militar a Juan Manuel de Rosas, jefe de las fuerzas de la campaña. Y combatió el 9 de diciembre en los campos de Navarro. Quince minutos le bastaron a los experimentados coraceros de Lavalle para poner en fuga al improvisado ejército de gauchos e indios que habían podido reunir los federales. Días después, Dorrego fue apresado y conducido hasta la estancia de Navarro donde lo esperaba Lavalle. Era el mediodía del 13 de diciembre de 1828. Lavalle ya había firmado la sentencia de muerte, a instancia de Salvador María del Carril y los hermanos Varela. Dorrego tenía apenas un par de horas para despedirse de su mujer, Ángela Baudrix, y sus hijas. Minutos después de la 14 fue llevado al patíbulo. Una escena conmovedora se produjo en ese lugar: Gregorio Aráoz de Lamadrid y Dorrego -enemigos políticos pero compadres- intercambiaron chaquetas militares. Dorrego murió con la casaca unitaria y Lamadrid cargaba la camisa federal. Su asesinato cambió los códigos de la política criolla del siglo XIX. Después de esa descarga de fusilería ya nada volvería a ser igual: comenzaba la larga guerra civil que ensangrentó durante cuarenta años la historia argentina.
* Autor del libro El Loco Dorrego, el último revolucionario
Por Daniel Brion
cultura@miradasalsur.com

Manuel Críspulo Bernabé Dorrego nació un 11 de junio de 1787, en Buenos Aires, fue el menor de cinco hermanos, hijos de un comerciante portugués: José Antonio de Dorrego y de una argentina: María de la Ascensión Salas.
En 1803, a los 15 años, ingresó en el Real Colegio de San Carlos y a inicios de 1810 comenzó a estudiar Derecho en la Universidad de San Felipe, en Santiago de Chile.
Pronto abandonó las aulas y se unió al movimiento independentista chileno. Exaltado, cambió el traje civil y los libros por el uniforme y las armas.

Tenía entonces 23 años y en la milicia del país andino ganó las tres estrellas de capitán al sofocar un movimiento contrarrevolucionario.
Antes de finalizar el año 1810, regresa a Buenos Aires y con el grado de mayor se une a las fuerzas armadas encabezadas por Cornelio Saavedra rumbo al norte. En el combate de Cochabamba sufre dos heridas y gana el ascenso a teniente coronel.
Más tarde, bajo las órdenes de Manuel Belgrano, lucha en Tucumán (24 de septiembre de 1812) y Salta (20 de febrero de 1813). El ejército de Belgrano marcha hacia Potosí sin Dorrego que se queda en la retaguardia, eso le evita las derrotas de Vilcapugio (1º de octubre de 1813) y Ayohuma (14 de noviembre de 1813), y quizá la muerte en servicio.
Ese año, apenas ha cumplido 26 años y asciende a coronel encabezando la creación de milicias gauchas. Los momentos de inacción, sin embargo, lo descontrolan. El inflexible general José de San Martín ordena su confinamiento por nuevas actitudes de indisciplina (cuenta Lamadrid que habiendo San Martín convocado a los oficiales para "uniformar la voz de mando", en primer término lo hizo Belgrano. Dorrego, que habló en segundo término, lo hizo imitando la voz finita de Belgrano, lo que provocó la risa de los demás oficiales reunidos. San Martín, golpeando fuertemente la mesa, dijo secamente; "Señor comandante, hemos venido aquí a uniformar las voces de mando, y no a reír".
Según el general Paz, "motivó su separación del ejército y la expulsión de la provincia en el término de dos horas." En mayo de 1814 es trasladado a Buenos Aires. Allí se pone a las órdenes del general Carlos María de Alvear.
Alvear le propone al caudillo oriental José Gervasio Artigas la independencia de la Banda Oriental a cambio de que retire su influencia de las provincias del litoral. Artigas había dirigido la insurrección de los orientales contra las autoridades españolas en el llamado Grito de Asencio y fue proclamado por sus compatriotas como Primer Jefe de los Orientales. El 20 de enero de 1814, abandonó el sitio de Montevideo -cuyo mando comenzó a monopolizar José Rondeau- y apoyó los pronunciamientos de los paisanos de Entre Ríos y Corrientes. El líder rioplatense rechaza el ofrecimiento de Alvear. Dorrego parte a enfrentarse con el rebelde, con quien -paradójicamente- tiene ideas bastante cercanas. El militar derrota al artiguista Fernando Otorgués en las cercanías del arroyo Marmarajá (6 de octubre de 1814), pero es vencido por Fructuoso Rivera en Guayabos (10 de enero de 1815).
A los 28 años, el impetuoso Dorrego se lanza a la lucha política declarándose partidario de un gobierno federativo y fomentando la autonomía de Buenos Aires. Con Manuel Moreno y otros patriotas se opone a Juan Martín de Pueyrredón, Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Finalmente, para no participar en el enfrentamiento civil, solicita que su regimiento se una al ejército que San Martín prepara en Mendoza para la Campaña de los Andes. No alcanza a partir: el 15 de noviembre de 1816, Pueyrredón ordena su destierro.
A los 29 años lo embarcan y recién al tercer día de viaje se entera que su destino es el puerto de Baltimore, en Estados Unidos.

El 9 de julio de 1819, Pueyrredón renuncia y es reemplazado por el general José Rondeau. Dorrego regresa a Buenos Aires al año siguiente. Recupera su grado de coronel, obtiene el mando militar de Buenos Aires y es designado temporalmente gobernador interino. Presenta su candidatura a gobernador en la provincia pero es derrotado por Martín Rodríguez. Con caballerosidad, hace reconocer por sus tropas el triunfo de su adversario. Pero el hecho de estar en la oposición hace que el gobierno lo destierre en Mendoza. Una mejor idea hubiera sido darle el mando de un regimiento y ordenarle combatir. La inactividad o el ostracismo no son buenos para Dorrego: huye a Montevideo. Allí, desde septiembre de 1816, existía la amenaza militar externa de los portugueses en la Banda Oriental y las autoridades nacionales no procedían con la energía necesaria para expulsarlos. Artigas, el principal perjudicado, culpaba con razón a las autoridades de Buenos Aires por la falta de respaldo. Algunos historiadores -con quienes humildemente adhiero- sostienen que se debería reconocer que el caudillo oriental procedió como "un auténtico patriota argentino" hasta su derrota en 1820.
Ya con 36 años, Dorrego regresa a Buenos Aires -junto con exiliados como Carlos María de Alvear, Manuel de Sarratea y Miguel Estanislao Soler- gracias a la Ley del Olvido (noviembre de 1821). En 1823, fue electo representante ante la Junta de Gobierno y desde su periódico El Argentino respaldó las ideas federalistas, en oposición al gobierno de Bernardino Rivadavia, lo cual le hizo ganar prestigio en las provincias.
En 1825, se entrevistó con Simón Bolívar, a quien consideró el único capaz de contener los planes expansionistas del Imperio de Brasil.
El militar convertido en político resulta elegido representante por Santiago del Estero en el Congreso Nacional. Cuando se discute la Constitución de 1826 se destaca en los debates sobre la forma de gobierno y el derecho al sufragio. Desde el periódico El Tribuno continúa atacando la posición centralista de Rivadavia, lo que aumenta su prestigio en las provincias.
Al referirse a la Constitución rivadaviana de ese año, Dorrego afirma: "Forja una aristocracia, la más terrible porque es la aristocracia del dinero. Échese la vista sobre nuestro país pobre, véase qué proporción hay entre domésticos asalariados y jornaleros y las demás clases del Estado (...). Entonces sí que sería fácil influir en las elecciones, porque no es fácil influir en la generalidad de la masa, pero sí en una corta porción de capitalistas; y en ese caso, hablemos claro, el que formaría la elección sería el Banco, porque apenas hay comerciantes que no tengan giro con el Banco, y entonces sería el Banco el que ganaría las elecciones, porque él tiene relación en todas las provincias". Dorrego, se opuso al proyecto constitucional rivadaviano de 1826, considerándolo nulo porque se desconocía en él la voluntad general de las provincias. En el debate sobre el artículo 6º del proyecto constitucional, se negaba el derecho de voto en las elecciones a los menores de veinte años, a los analfabetos, a los deudores fallidos, deudores del tesoro público, dementes, notoriamente vagos, criminales con pena corporal o infamante, pero también los "criados a sueldo, peones jornaleros y soldadas de línea". Se presumía que los domésticos y peones estaban bajo la influencia del patrón.
Acosado, Rivadavia renuncia a la presidencia y Vicente López es designado mandatario provisional.
A los 40 años, en agosto de 1827, Dorrego es electo gobernador de la provincia de Buenos Aires.
Ante el tratado de paz firmado con Brasil, los unitarios ven la posibilidad de recuperar el poder aprovechando el descontento de los jefes militares de regreso. Ex compañeros de exilio, como Soler y Alvear, junto con los generales Martín Rodríguez, Juan Lavalle y José María Paz comienzan a conspirar para derrocar al gobierno federal.
El 1° de diciembre de 1828, Lavalle ocupa Buenos Aires con sus tropas. Dorrego se dirige al sur de la provincia y le pide apoyo a Juan Manuel de Rosas, entonces comandante de campaña. Rosas le aconseja que vaya a Santa Fe y le solicite respaldo a Estanislao López, pero Dorrego decide enfrentar a Lavalle.

Las fuerzas de uno y otro se chocan en Navarro. Más tarde el gobernador cae prisionero y el vencedor ordena, sin ninguna grandeza, que muera fusilado. La decisión estremece a la capital y las provincias.
El valiente general unitario Gregorio Aráoz de Lamadrid, un tucumano que peleó la guerra de independencia y en las luchas que siguieron en Vilcapugio, Ayohuma y Sipe Sipe, permanece junto a su ex camarada hasta el abrazo final. A él Dorrego le entrega cartas para su mujer y sus dos hijas.
A la esposa le escribe en un trozo de papel que le alcanzan:

"Mi querida Angelita: En este momento me intiman que dentro de una hora debo morir. Ignoro por qué; mas la Providencia divina, en la cual confío en este momento crítico, así lo ha querido. Perdono a todos mis enemigos y suplico a mis amigos que no den paso alguno en desagravio de lo recibido por mí. Mi vida: educa a esas amables criaturas. Sé feliz, ya que no lo has podido ser en compañía del desgraciado Manuel Dorrego".
A los 41 años cae víctima de las balas asesinas del pelotón de fusilamiento, el 13 de diciembre de 1828.
Aráoz de Lamadrid es un oficial curtido que combatió en Tucumán, Córdoba, San Juan y Mendoza. También conoció el exilio en Bolivia y Chile. Dorrego le pide su chaqueta para morir y le solicita que le entregue a su esposa Ángela la que él lleva puesta, junto con una carta. El duro Aráoz se "quiebra" ante la entereza de su amigo-adversario y llora frente a la tropa como un adolescente.

Mientras Lavalle escribía el parte, a 300 metros el cuerpo de Manuel Dorrego yacía tirado en el campo. Hay indicios ciertos de que luego de la ejecución hubo ensañamiento con el cadáver. Así lo indica el testimonio de la Comisión Oficial, que por orden de Rosas, no bien asumió el Gobierno, se trasladó de Buenos Aires a Navarro con el fin de exhumar los restos de Dorrego, tarea que se llevó a cabo el 13 de diciembre de 1829, es decir al año justo de su muerte.

El informe firmado por el camarista don Miguel de Villegas dice en parte:

"Que encontraron el cadáver entero, a excepción de la cabeza que estaba separada del cuerpo en parte, y dividida en varios pedazos, con un golpe de fusil al parecer, en el costado izquierdo del pecho..." Luego del fusilamiento (si así se lo puede llamar) el acongojado pariente de Manuel Dorrego, el clérigo Juan José Castañer, se hace cargo del cadáver, ya que ni siquiera se permitió a los más cercanos parientes llegarse hasta Navarro para ver los restos, no obstante los ruegos de los familiares que, al efecto, hicieron llegar al Sr. Ministro Díaz Vélez.
Ángela Baudrix, la viuda, queda en la miseria. Sus hijas tienen 6 y 12 años de edad.
Tiempo después se ven obligadas a trabajar de costureras en el taller de Simón Pereyra, un proveedor de uniformes para el ejército y especulador en la compra-venta de tierras; en una de sus extensas propiedades, ubicada en El Palomar, en 1925 se inició la construcción del Colegio Militar de la Nación, del que egresarían varios discípulos de Lavalle, un general Aramburu -por ejemplo-, fusilador y asesino, en junio de 1956 del general Juan José Valle y 31 patriotas que con él hicieron frente a la dictadura que encabezaran Aramburu y Rojas luego de un golpe de Estado contra el presidente constitucional Juan Domingo Perón. También la hija, la nieta Soledad y los nueve bisnietos del general Valle han quedado en la miseria bajo la indiferencia de quienes podrían solucionar su problema.
Cuánta semejanza en la vida de estos hombres. Al coronel Dorrego y al general Valle los une la misma muerte: condenados a morir -por un ilegal revanchismo asesino- fusilados; escriben cartas casi similares a sus asesinos y a sus mujeres y a sus hijas; sus familias condenadas a la miseria; y su lucha aún vigente. Tantos años han pasado, tanta sangre caída por nuestra libertad e independencia, por la justicia social, tantos compañeros inmolados, perseguidos, encarcelados, torturados, asesinados, desaparecidos; y la lucha continúa, pareciera que recién comenzara; se alarga, se estira, como una lucha sin fin, como de desgaste, como si no le bastase la sangre derramada, quiere ahora ahogar en la desmemoria, en la falta de conciencia nacional, en el desgano de actuar en política, en anunciar a gritos la muerte de las utopías y los ideales, una victoria final que no estamos dispuestos a darles.

Por eso ni un solo paso atrás, ni para tomar carrera, la sangre de tantos héroes, de tantos patriotas, de tantos compañeros no nos permite siquiera la duda en continuar defendiendo el pensamiento nacional, y en seguir luchando por la patria grande que todos ellos y nosotros soñamos. Para generar una memoria, pero no una memoria pasiva que sólo recuerde cantidades, sí una memoria generadora de conciencia, ésa es la memoria que nos lleva de la mano, ésa la conciencia que nos dice, parafraseando a Milton Sechinca, en su Exhortación de los Jóvenes (que pretendemos extender también a todos los viejos militantes, y a quienes un vez tuvieron un sueño):

"Me dijeron que enrollaste la bandera, no como quien la guarda hasta el próximo acto sino casi como quien está arriando una bandera... Ahora pensá en tu adolescencia, en lo que caminaste por dentro de ti mismo, en lo que caminó el país junto contigo. ¡Cuidado! Porque estás en un filo difícil en que la palabra decepción con sólo cambiarle un sonido se puede convertir en deserción. Que no te ocurra eso..."
"Cada vez que algún retazo perteneciente a este suelo. De las Provincias Unidas Anduvo corriendo un riesgo. Se alzó con su voz valiente. Reclamando ese derecho Y por la soberanía. Él supo jugarse entero. Así cruzó por la vida Luchando Manuel Dorrego. Por una América Unida. Compartía el alto sueño. Que tuvo Simón Bolívar. Desencontrado en el tiempo- Por intereses extraños. Ajenos al sentimiento. De los hombres que lucharon. Y que hasta su sangre dieron. A veces incomprendidos
Como fue Manuel Dorrego. Del veintisiete al veintiocho en su gestión de gobierno propulsó el federalismo que siempre fuera su credo. Y cayó buscando luz. Entre las sombras envuelto, no pudo montar de vuelta. Como lo hizo en Nazareno. Y en un trece de diciembre se apagó Manuel Dorrego. Se ordenó el fusilamiento. Con un pañuelo amarillo, sus ojos enceguecieron cuando el padre Juan José lo acompañaba en silencio sonaron ocho disparos. Y quedó escrito en un pliego. Besos para esposa e hija. Que Dios proteja mi suelo. Ahorren sangre de venganza.
                                          Firmao' Manuel Dorrego"

Federalismo popular
Fuente: Argenpress.info

Arquetipo del federalismo argentino, el guerrero de la Independencia, cayó bajo las balas de la oligarquía porteña. Su ejecutor, el general Juan Lavalle, bien fue definido por Esteban Echeverría como ‘una espada sin cabeza'.
'El artículo 6 (de la constitución rivadaviana de 1826) forja una aristocracia, la más terrible porque es la aristocracia del dinero. Echese la vista sobre nuestro país pobre, véase qué proporción hay entre domésticos asalariados y jornaleros y las demás clases del Estado, y se advertirá al momento que quien va a tener parte en las elecciones, excluyéndose las clases que se expresan en el artículo, es una pequeñísima parte del país, tal vez no exceda de una vigésima parte. He aquí la aristocracia del dinero; y si esto es así, podría ponerse en giro la suerte del país. Entonces sí que sería fácil influir en las elecciones, porque no es fácil influir en la generalidad de la masa, pero sí en una corta porción de capitalistas; y en ese caso, hablemos claro, el que formaría la elección sería el Banco, porque apenas hay comerciantes que no tengan giro con el Banco, y entonces sería el Banco el que ganaría las elecciones, porque él tiene relación en todas las provincias'.
Manuel Dorrego (1826)
La oposición al unitarismo de la burguesía comercial porteña hizo federales a los estancieros bonaerenses. Pero su federalismo -que coincidía tácticamente con el federalismo del Interior en su lucha contra el centralismo de la burguesía porteña- difería profundamente, por los intereses que lo movían, del federalismo provinciano.
Las provincias, enfrentadas a la declinación de su comercio y su industria, trataban de salvar su mayor grado de autosuficiencia. Trataban así de mantener e incrementar su participación en el comercio nacional, pero, además, de proteger sus industrias recurriendo a tarifas especiales, aduanas de tránsito e impuestos diferenciales. Pronto resultó evidente que una política tan perjudicial para los intereses comerciales de Buenos Aires no podía solucionarse sino en condiciones de una amplia autonomía política para cada provincia, es decir, un amplio federalismo. Los estancieros de Buenos Aires, en cambio querían la federalización para que Buenos Aires pudiera seguir disfrutando de su aduana sin tener que rendir cuentas a las provincias, dominándolas, y evitando la nacionalización de la ciudad, ya decidida por Rivadavia.
De modo que el partido federal era una especie de frente único en el que coexistían distintos intereses y tendencias. Para los estancieros bonaerenses la cuestión decisiva era quien dominaría en el país: Buenos Aires o toda la nación, coincidiendo más con sus enemigos unitarios que con sus aliados federales del interior.
Sin embargo, el federalismo bonaerense produjo una tendencia 'doctrinaria y política' de contenido nacional: fue la que encarnó, en un momento decisivo, Manuel Dorrego. Las ideas del 'mártir de Navarro' en materia económica y constitucional, poco se han difundido entre nosotros, salvo en algunos libros especializados. Y por eso merecen una consideración muy especial.........(  )
Lanzado a la lucha política se pronunció por el federalismo y auspició la autonomía de Buenos Aires. Junto con Manuel Moreno, Domingo French, Agrelo, Pagola y otros, fue decidido opositor del director Pueyrredón. Firme demócrata, Dorrego se opuso a los planes monárquicos de Pueyrredón por lo cual fue deportado el 15 de noviembre de 1816, residiendo en el exilio en Baltimore, donde conoció las ideas de Hamilton, Madison y Jay, a través de las célebres páginas de El Federalista.
De vuelta al país -tras distintas alternativas-, en 1823 fue electo representante ante la Junta, donde proyectó la supresión de las levas y desde las páginas de El Argentino defendió las tesis federalistas en contra del gobierno de Martín Rodríguez y de Rivadavia. En 1825, interesado en negocios de minas, viajó al Norte, visitando a los gobernadores federales Bustos, Quiroga e Ibarra. Vio luego a Simón Bolívar, quien lo impresionó profundamente y a quien consideró capaz de contener al emperador de Brasil, entonces en actitud amenazante contra las Provincias Unidas.
Contra la Constitución del 26
Dorrego, diputado por Santiago del Estero, se opuso a la totalidad del proyecto constitucional rivadaviano de 1826, considerándolo nulo porque se desconocía en él la voluntad general de las provincias. A partir de ese momento se convirtió en cabeza de la oposición federal, incorporando con su actuación elementos ideológicos en los aspectos políticos, sociales y económicos. Ese federalismo doctrinario dejaba atrás el federalismo intuitivo y espontáneo.
En el gran debate sobre el artículo 6º del proyecto constitucional, se negaba el derecho de voto en las elecciones a los menores de veinte años, a los analfabetos, a los deudores fallidos, deudores del tesoro público, dementes, notoriamente vagos, criminales con pena corporal o infamante y además, a los 'domésticos a sueldo, jornaleros y soldados'.
Se presumía para ello que los domésticos y peones estaban bajo la influencia del patrón. Dorrego señaló que estaban en la misma situación de los empleados públicos y sin embargo se les permitía votar. Señaló que también los capitalistas no eran independientes, porque dependían de los bancos y que como estaba redactado el artículo votaría apenas una pequeñísima porción del país. Los unitarios impusieron su Constitución, pero el interior la rechazó en bloque. Salvo la provincia Oriental por razones tácticas, y Misiones, que carecía de autoridades y por ello no se pronunció.

La reconciliación nacional
Dorrego influyó con su prédica en la crisis que culminó con la renuncia de Rivadavia a la presidencia de la Nación. En agosto de 1827 fue electo gobernador de la provincia de Buenos Aires, y desde el poder realizó una política tendiente a lograr la reconciliación nacional. Esto iba a contrastar, tras su fusilamiento, con el período de terror unitario, a manos de Lavalle, y el extenso período de persecuciones y asesinatos de la mazorca rosista.

Pero lo más importante en la gestión gubernamental de Dorrego fue su política económica. Al hacerse cargo del gobierno de la provincia de Buenos Aires, encontró al estado en una grave crisis financiera; la deuda acumulada llegaba a los 30.000.000 de pesos. La onza, desde enero de 1826, había subido de 17 a 55 pesos; la circulación de $ 10.250.000 triplicó el dinero en giro existente antes de la guerra con el Brasil; la Aduana recaudaba cifras insignificantes a causa del bloqueo, y el mercado enrarecido incrementaba paulatinamente el drenaje de oro.
En esas circunstancias, Dorrego decidió prohibir la exportación de metálico y negociar un empréstito interno de 500.000 pesos al interés de seis por ciento. Para pagar los intereses del empréstito con la Baring, se planea la venta de tierra pública y se intenta la venta de dos fragatas mandadas a construir a Inglaterra. Es cuando los ingleses comienzan a reclamar insistentemente el pago de los intereses, y Lord Dudley insiste en que se haga la paz con el Brasil. Dorrego, pese a todo, decide 'olvidarse' del empréstito y de hecho suspende el pago de sus servicios.

En materia de tierras públicas, Dorrego perfecciona la ley de enfiteusis de los campos pastoriles y pone a los campos agrícolas bajo un sistema similar.

Una política democrática
En setiembre de 1827 presentó un proyecto a la Legislatura: la gobernación garantizaría los billetes ya emitidos, pero se opondría a cualquier otro tipo de emisión. A esos efectos, el gobierno inspeccionaría al Banco, y la deuda con éste sería reconocida por la provincia a nombre de la Nación.

El diputado Nicolás Anchorena acusaría poco después al Banco por emisiones clandestinas, y su violenta denuncia contra capitalistas y terratenientes extranjeros injertará una nota nacionalista en la ideología federal. El 13 de noviembre, la comisión de la Legislatura propone la caducidad del Banco y la creación de un Banco provincial. El 16 de enero de 1826 faculta a la Sala de Representantes a reformar el estatuto del Banco.
Dorrego trataba de afirmar el apoyo inicial de los ganaderos -que son mayoría en la Legislatura- y decreta la libre exportación de carnes. Con el apoyo de Rosas, que logra un status de paz con los indios, hace serios esfuerzos por extender la frontera sur.
A favor de las clases populares, fijó precios máximos sobre el pan y la carne para bajar la presión del costo de la vida; suspendió el odiado régimen del reclutamiento forzoso y prohibió el monopolio de los renglones de primera necesidad.
Su política tuvo éxito, y en febrero y marzo de 1828 -afirma Miron Burgin- 'el peso recuperó casi todo el terreno que había perdido el año anterior' gracias a 'la cautelosa política de Dorrego'. A mediados de 1828, la mayor parte de la clase terrateniente, afectada por la prolongación de la guerra, retiró a Dorrego su apoyo político y económico. Boicoteando su política integradora y popular, le negó los recursos a través de la Legislatura, forzándolo a transigir e iniciar conversaciones de paz con el imperio. Es que los terratenientes y saladeristas bonaerenses, integraban también la capa de la burguesía mercantil porteña ligada a los intereses británicos por la importación y la exportación. Por eso dejaron de apoyar al gobernador y se volvieron 'pacifistas'.
Abandonado por sus aliados circunstanciales, Dorrego se quedó solo frente al enemigo unitario. El 1º de diciembre fue derrocado por la conspiración que encabezaba Juan Lavalle, a quien Esteban Echeverría definiría años después, como 'esa espada sin cabeza'. La tragedia se consumaría, el 13 de diciembre, en Navarro, con el fusilamiento del líder federal.
Con su muerte injusta, se abría en el país un período de guerras civiles que detendría, por varias décadas, su organización nacional.
 Gral. Martín de Güemes
( 1781-1821 )
 Militar y patriota argentino. Gobernador de Salta (1815), organizó las partidas guerrilleras que impidieron el avance del ejército español en el Alto Perú, permitiendo a San Martín la preparación del ejército de los Andes.
La revolución dividió  a la sociedad entre realistas y patriotas, sin distinción de nacionalidades o razas. La falta de definición acerca de qué hacer realmente a partir del 25 de mayo, fue el origen de discordias, intrigas, traiciones, asesinatos, fusilamientos y guerras civiles. Pero lo más lamentable fue la ausencia de un plan estratégico que contemplase las reales amenazas contra la Nación y que eran, los realistas de Chile, del Perú, Alto Perú y la cuestión de Montevideo. Así, la solución militar  y las estrategias, quedaban solamente en manos de San Martín y Güemes. También hubo generales improvisados. A esto, se agregaba la falta de unidades militares organizadas, disciplinadas y con el armamento y equipo adecuados para la guerra.
San Martín, fue el único que desarrolló un plan  para asegurar la independencia, acción  que debía hacerse en conjunción con las milicias del Gral. Güemes por el Alto Perú, que se perdió por la incompetencia militar del Ejército Nacional. Las acciones fueron improvisadas, inoportunas. El sentimiento patrio, sólo estaba arraigado en muy pocos, entre los cuales se encontraba el Gral. Güemes.
Entre los criollos, existía un gran compromiso de sangre e importantes intereses comerciales con los españoles. Hubo criollos que resolvieron seguir fieles al rey y españoles que abrazaron la revolución.
El sentimiento anti realista se hallaba más afianzado  entre los indios, que  habían recibido el peso de los abusos de los conquistadores españoles, cuyo autoritarismo y excesos, todavía seguían en la época de la revolución. Uno había sido la "encomienda", puesta en práctica inicialmente por Cristóbal Colón en el Caribe, que duró hasta fines del Siglo XVII. La conquista de América derivó en una verdadera masacre de sus culturas autóctonas, caracterizada por el saqueo, la imposición de una fe religiosa por la violencia
Es oportuno mencionar, que la mentalidad europea de aquellos días negaba la condición de seres humanos a negros e indios, a quienes se podía esclavizar a gusto del conquistador. Para ello, se enviaban partidas de forajidos que por encargo de los encomenderos, recibían una paga por los indios que atrapaban, los cuales eran conducidos atados entre sí con sogas al cuello, a cuyo lado marchaban las mujeres y los niños, todos en calidad de esclavos.
Para un encomendero, todo lo que existía en un área del terreno le pertenecía, aunque debían participar de sus ganancias con la corona. De esta manera, los indios se podían vender, alquilar y heredar, reservándolos para los más rudos trabajos, que eran realizados en forma gratuita. Cuando las tribus fueron diezmadas por la esclavitud, el maltrato y las enfermedades y los aborígenes comenzaron a escasear, se recurrió al tráfico de negros, cuyos descendientes se los puede ver en toda América. Durante la conquista, los españoles destruyeron culturas importantísimas, más avanzadas que las europeas, tales como los aztecas y los incas, así como también, casi todos los testimonios escritos de la cultura maya.
Era muy difícil que pudieran adoptar una estrategia definida para luchar contra los realistas.
Belgrano, que izó en las barrancas del Paraná fue  diferente de la actual, excepto en sus colores. Mientras en el fuerte de Buenos Aires, seguía enarbolándose la bandera española, siendo rechazada la de Belgrano.
En el mar y en el Río de la Plata, el Alte. Guillermo Brown, luchaba contra los españoles, empleando la misma bandera que sus enemigos Los atropellos de los españoles, llevaron a que los revolucionarios luchasen contra los realistas, empujados por los intereses no revelados de los ingleses, que ya estaban viendo su futuro negocio, apoyados por la complicidad de varios de nuestros primeros gobernantes patrios.
Por eso el mariscal Don José de la Serna define el conflicto, como una "guerra civil", más que la guerra por la independencia", expresa Sáenz
Expresa Turone: "Podríamos imaginar la indiferencia que habrá causado la muerte del valeroso gaucho y general Martín Miguel de Güemes en la alta sociedad porteña, cuando La Gaceta de Buenos Aires publicó, el 19 de julio de 1821, que "murió el abominable Güemes al huir de la sorpresa que le hicieron los enemigos.  Ya tenemos un cacique menos...".
 Esa fue la conclusión para quien  dio lo mejor de sí, en su condición de gaucho.
Si el final de una vida al servicio de la Patria tenía ese "reconocimiento", nada podría esperarse del hallazgo de algunos hermosos datos que ayudarían a contrarrestar, sin lugar a dudas, las varias veces distorsionada biografía de ese gaucho, quien fuera cadete y subteniente en el Regimiento Fijo de Buenos Aires, según consta en diversos documentos comprendidos entre 1808 y septiembre de 1809.  Uno de ellos, que yace en la Sala IX-26-7-6, libro 8, foja 394 y siguientes del Archivo General de la Nación.  Cabe recordar que tras la Segunda Invasión Inglesa al Plata, en 1807, Buenos Aires vivió momentos de relativa calma, de aparente tranquilidad, la cual se rompe en mayo de 1810, como se sabe.  Durante ese trienio, y por las extraordinarias acciones llevadas a cabo por el joven Martín Güemes contra los ingleses, éste gozaba de un prestigio más que considerable. Y ya incorporado Martín Miguel de Güemes al Regimiento Fijo de Buenos Aires como cadete, el 10 de marzo de 1808 remite una carta al Virrey Liniers para gestionar un viaje de urgencia a Salta capital, con motivo del fallecimiento de su padre.
El 13 de enero de 1809, la Suprema Junta Gubernativa del Reino de España, ubicada en Sevilla, le expidió a Martín Miguel de Güemes el ascenso a subteniente efectivo del Regimiento Fijo de Buenos Aires.
 Güemes, aquél héroe de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires, percibía un magro sueldo que no le servía de mucho para paliar los problemas de salud que lo aquejaban desde hacía un tiempo, y que por ello pide se le reintegren los sueldos que durante su ausencia debió percibir como oficial.
Sin embargo nuevos ecos revolucionarios regresaban a la cuenca del Río de la Plata, y al frente del Virreinato estaba ahora Baltasar Hidalgo de Cisneros, el cual desoirá el justo reclamo.
 A partir de 1810 Güemes iniciará la Guerra Gaucha, épica gesta que merece todo nuestro respeto, reconocimiento y admiración.
Pero si el olvido y el maltrato de la figura de Martín Miguel de Güemes no fuera aún suficiente, resulta lamentable que uno de nuestros mejores hombres, hacedor de innumerables patriadas, no haya quedado plasmado para la posteridad en alguna pintura u óleo que lo refleje.
El retrato más cercano a la realidad que posiblemente exista sobre el general Güemes, es el confeccionado por el artista francés Ernest Charton a don Carlos Murúa Figueroa Güemes, sobrino nieto del patriota, de importante parecido con aquél.
Martín Güemes, el indomable gaucho del norte argentino que llegó a general tras el nombramiento concedido por José de San Martín, es un prócer sin retrato original.
Francisco Solano María Antonio Alberto Pérez de Uriondo y Menéndez-Buenos Aires, 17 de enero de 2011
Por la Prof. María Cristina Fernández-Académica del Instituto Güemesiano-
www.martinmiguelguemes.com.ar
 Popularmente conocido como Francisco Pérez de Uriondo, nació en Chile el 14 de noviembre de 1784. Cursando su carrera militar en el Regimiento de Infantería de Buenos Aires, defendió como cadete el Virreinato del Río de la Plata durante las invasiones inglesas, Al producirse el movimiento de Mayo  adhirió a la causa patriota.
En 1815 se incorporó al Ejército Auxiliar al Alto Perú y luego pasó a combatir contra los realistas a órdenes del Gral. Martín Miguel de Güemes. Su teatro de operaciones fue el actual sur de la República de Bolivia desde donde dirigió en 1816 el siguiente oficio al Gral. Güemes:
 Tarija, 19 de Noviembre de 1816
Acabo de recibir el oficio de vuestra señoría fecha 6 del que rige, y no me he descuidado en darle partes desde que salí de Orán, de Baritú lo hice repetidas veces avisándole el estado del coronel Marquiegui en los Toldos, y que me ponía en marcha luego que éste desocupara ese punto. Luego que llegué a Pacaya oficié también a vuestra señoría avisándole de las guerrillas que había tenido con la retaguardia de Marquiegui y la acción que había emprendido con las fuerzas que se hallaban en el valle de la Concepción; y al otro día de haber entrado a esta villa también oficié a vuestra señoría dándole parte de todo lo ocurrido; si éstos aún no han llegado a manos de vuestra señoría no soy culpable; pues por diferentes conductos lo he hecho; por si acaso no los ha recibido vuestra señoría debo decirle que la pérdida del enemigo, en esta provincia, pasa de más de trescientos hombres, fuera de la infinidad de los pasados que diariamente se me presentan; ellos la han abandonado precipitadamente, y los hemos perseguido hasta el otro lado de las cuestas, y aún no han vuelto las partidas que tengo en perseguimiento de ellos
Ayer tuve parte de que para aligerar sus marchas habían quitado todos los animales a los emigrados y familias que salieron de esta plaza, dejándolas abandonadas en el campo. He dispuesto que salgan las partidas a recogerlas. Por parte que acabo de tener sé que la división que marchaba sobre Santa Cruz, ha sido derrotada completamente por el coronel Warnes, y por oficio que acabo de recibir del comandante de la fuerza de las Salinas, en que me comunica la llegada de la mujer del coronel Padilla, quien fue muerto en la acción que tuvo con las tropas del Rey en el Villar; he dispuesto que esta señora pase a esta villa para que sea recibida como ella merece, y al mismo tiempo cerciorarme de todo lo ocurrido en dicha acción. Me parece que la Divina Providencia se ha decidido en nuestro favor, y no dudo que los enemigos harán su retirada hasta Oruro; pues por noticias que he tenido, sé que La Paz se halla por las armas de la Patria, y que la revolución del Cuzco se halla en fermento. Tengo oficiado a todos los comandantes del interior excitándolos a favor de la causa. Por falta de cabalgadura, y por poner en arreglo esta provincia, no me pongo en marcha sobre Suipacha, que sin mayor peligro podía hacerlo. Remítame vuestra señoría cuantas piedras y municiones pueda, que las que traje se han consumido, y descanse vuestra señoría sobre mi vigilancia que mis deseos sólo son el acabar con los tiranos. Dios guarde a vuestra señoría muchos años. Tarija, noviembre 19 de 1816. Francisco de Uriondo. Señor general de vanguardia don Martín Güemes. (El Oficio fue publicado en la Gazeta de Buenos Aires el sábado 28 de diciembre de 1816).
Francisco Pérez de Uriondo era pariente de Martín Güemes; primo hermano de Juan José Fernández Campero y hermano de Pedro Nolasco Pérez de Uriondo y Manuel Pérez de Uriondo, ambos de destacada trayectoria militar durante la lucha por la independencia. Falleció en Salta el 7 de febrero de 1822 a los 38 años (nótese que el patriota nació un año antes que Martín Güemes y murió un año después).
  
JUAN BAUTISTA BUSTOS


Nació en él valle de Punilla el 29 de agosto de 1779 y murió en la ciudad de Santa Fe el 18 de setiembre de 1830. Como capitán de milicias de su provincia, vino con el contingente cordobés a Buenos Aires, cuando las invasiones inglesas. En sus acciones tuvo actuación brillante, especialmente cuando rindió a fuerzas del 88 de infantería británico en una casa de la Alameda. Se contó en 1810, asimismo, entre los agitadores en favor de la Revolución, y poco después se alistó en el Ejército del Alto Perú. Sirvió así con Belgrano, Rondeau y Fernández de la Cruz, hasta alcanzar en 1816 el grado de coronel.

En el ejército del Norte fue oficial de mucho crédito y valer, y como había estallado en Santiago del Estero una sublevación, encabezada por don Juan Francisco Borges, le tocó a Bustos concurrir por orden de Be1grano con una pequeña fuerza para sofocar el movimiento autonomista del santiagueño. Pero fue Lamadrid, y no Bustos, quien tomó prisionero a Borges, fusilado luego por orden de Belgrano.

En 1818, en pleno Directorio de Pueyrredón y en momentos en que éste programaba una solución monárquica, Estanislao López y Francisco Ramírez, como líderes artiguistas, resistieron el poder directorial.

Parte del ejército de Belgrano, al mando de Bustos, debió, por orden del Directorio, enfrentar a los federales. A principios de noviembre, en Fraile Muerto, Bustos fue derrotado por López. En febrero de 1819, en La Herradura, reforzado ahora con escuadrones de Paz y de Lamadríd, pudo frenar al santafesíno. El gobierno ascendió a Bustos a coronel mayor y lo designó jefe de Estado Mayor.

Sancionada en abril de 1819 la Constitución unitaria y monárquica que Pueyrredón reclamaba para su proyecto borbónico o lusitano, -según fuese factible-, nuevamente el ejército del Norte vino a ser utilizado como fuerza gendarme contra el frente federal artiguista, que luchaba contra portugueses y directoriales. Pero en la posta de Arequito, el 7 de enero de 1820, los oficiales Bustos, Paz y Alejandro Heredia lo sublevaron y tomaron preso al general Fernández de la Cruz, que los comandaba. Pusieron así fin al proyecto monárquico y a la Constitución que lo fundaba.
Bustos volvió a Córdoba y la asamblea provincial lo ungió gobernador de la provincia el 18 de marzo de 1820. Desde esta posición interpuso sus oficios para lograr la paz entre Santa Fe y Buenos Aires, en guerra. (Estanislao López, apoyado por Alvear y el chileno José Miguel Carrera, peleó ese año contra Soler y Dorrego). Al año siguiente, 1821, debió impedir el paso por la provincia de Córdoba de Carrera, ya separado de López. En Chaján (5 de marzo) fue derrotado por el chileno; pero en Cruz Alta (13 de junio) pudo vencer a Carrera y Francisco, Ramírez, su aliado.

En 1825, Bustos fue reelecto gobernador y continuó en el poder hasta su derrota en San Roque por Paz, el 22 de abril de 1829. Su gestión en una provincia clave y en horas de duros choques ideológicos y políticos no pudo ser de flores. Fue amigo de San Martín, a quien apoyó frente a Rivadavia, y adversario de este último, que logró hacer fracasar el Congreso de Córdoba. Pudo haber sido el jefe del Ejército Auxiliar del Perú, reclamado por San Martín; pero el grupo rivadaviano saboteó tal empresa. Su gobierno fue de progreso, con grandes aciertos. Su colaboración en la guerra con el Brasil no es uno de sus menores méritos.

Producido el movimiento decembrista de Lavalle, la Legislatura de Córdoba otorgó a Bustos facultades extraordinarias para enfrentar al gobierno unitario de Buenos Aires. El gobernador expidió una proclama condenando en términos enérgicos a la revolución de diciembre del 28 y haciendo el proceso del partido unitario. Por eso uno de los primeros objetivos militares de los decembristas fue Córdoba. Paz, al frente de una fuerza de 1.000 hombres, la invadió. Quiso negociar con Bustos, pero éste no aceptó las imposiciones unitarias. Lucharon en San Roque y predominó la táctica del manco. Derrotado, pasó a La Rioja y se unió a su amigo Quiroga, junto a quien luchó en La Tablada (23 de junio de 1829). Nuevamente vencido, buscó refugio en Santa Fe, donde murió al año siguiente
Fuentes:

- La Gazeta Federal http://www.lagazeta.com.ar/
  
FELIPE VARELA
Alto, enjuto, de mirada penetrante, severa prestancia y graduado en al escuela del Chacho. Este Catamarqueño había nacido en Valle Viejo y se arraigó en Guadandacol, donde era estanciero y coronel de la nación.
Había intervenido con el Chacho en las sublevaciones de 1862 y 1863 para ser luego edecán de Urquiza, quien lo tuvo a su lado durante el desbande de Basualdo y Toledo. Viendo la impopularidad de la guerra del Paraguay, paso a Chile, donde presenció el bombardeo de Valparaíso por la escuadra española de Méndez Núnez y supo la negativa de Mitre al pedido de apoyo por parte de Chile y Perú. Así conoció en antiamericanismo de mitrista.
Al conocer los términos del tratado secreto de la "Triple Alianza", no le pensó dos veces; dio órdenes de vender la estancia y con el producto compro unos pocos fusiles Einfield y dos cañoncitos de desecho militar chileno. Los llamó "los bocones". No le alcanzó para más, para incentivar a sus hombres contrató una banda de músicos chilenos, y se largó cruzar la cordillera.
Luego de un enfrentamiento en "Nacimiento", llega a Jáchal con 200 hombres en diciembre de 1866. Fue recibido con entusiasmo, y repartió su proclama americanista. En febrero eran 4.000, y por los pueblos del oeste se escucho la cuarteta que recogió Alfonso Carrizo:
"De chile salió Varela,
y vino a su patria hermosa,
aquí ha de morir peleando,
por Vicente Peñaloza."
Varela mandó agentes ante López par enterarlo del apoyo de su movimiento a los paraguayos.
  
  
La Proclama
El seis de diciembre de 1866, al cruzar entre los boquetes de la cordillera, el coronel Felipe Varela da a conocer su proclama, dando un profundo sentido nacional y americano a la lucha montonera que han reiniciado Aurelio Zalazar en Catuma y los "colorados" en Cuyo.
El caudillo catamarqueño, que fuera segundo jefe del Chacho Peñaloza, y como tal admirado y respetado en el noroeste argentino, llega marcialmente de Chile con su inconfundible figura estilizada, su gran sombrero y sus largos bigotes canos. Le acompañan pocos hombres y escaso armamento pero sabe que lo espera una nación sometida por la fuerza y convulsionada, que sólo engrillada admite ir a pelear contra sus hermanos paraguayos.(Ver Los "voluntarios" de la guera del Paraguay). Cada sufrido hombre de nuestro interior provinciano es montonero que está esperando nada más que la voz de su jefe para incorporarse al combate.
"¡Compatriotas, a las armas!" es la invitación de Felipe Varela. Mas, a diferencia del Chacho, su "Proclama" enuncia un programa concreto y revolucionario. No se trata sólo de una lucha romántica contra el tirano de Buenos Aires y sus mandantes europeos. Dirá Varela: "¡Soldados Federales!" Nuestro programa es la práctica estricta de la constitución jurada, el orden común, la paz y la amistad con el Paraguay, y la unión con las demás Repúblicas Americanas". Y no vacilará en enjuiciar con severos y definitivos trazos la política mitrista: "Nuestra Nación, tan feliz en antecedentes, tan grande en poder, tan rica en porvenir, tan engalanada en glorias, ha sido humillada como una esclava, quedando empeñada en más de cien millones fuertes, y comprometido su alto nombre a la vez que sus grandes destinos por el bárbaro caprichote aquél mismo porteño que, después de la derrota de Cepeda, lagrimando juró respetarla".(Ver la batalla de Cepeda)
"Compatriotas, desde que aquel (Mitre) usurpó el Gobierno de la Nación, el monopolio de los tesoros públicos y la absorción de las rentas provinciales vinieron a ser el patrimonio de los porteños, condenando al provinciano a cederles hasta el pan que reservara para sus hijos. Ser porteño, es ser ciudadano exclusivita; y ser provinciano, es ser mendigo sin patria, sin libertad, sin derechos. Esta es la política del Gobierno de Mitre. Tal es el odio que aquellos fraticidas tienen a las provincias qeu mucho de nuestros pueblos han sido desolados, saqueados y guillotinados por los aleves puñales de los degolladores de oficio: Sarmiento, Sandes, Paunero, Campos, Irrazábal y otros varios dignos de Mitre". ("¡Viva los pueblos libres!" Manifiesto de Felipe Varela impreso en Potosí, enero de 1868. Biblioteca Nacional. Buenos Aires)".
Ante el pronunciamiento de Felipe Varela, el mitrismo vacila. Comprende que se ha iniciado en nuestro país una revolución popular americana; sabe bien que el lema que el caudillo montonero lleva al combate - "La Unión Americana de las Repúblicas del Sud contra las Potencias Europeas" - no es una frase de circunstancias, pues el coronel Varela al titularse "Representante y Defensor de la Unión de Americana" está entroncando su pronunciamiento en la reacción continental contra los planes del Imperio Británico de apoderarse definitivamente de América.
El Imperio Británico y El Apoderamiento Continental
Efectivamente, hacia 1860 y en los años sucesivos el Imperio Británico realiza una genial y sutil maniobra tendiente a lograr el apoderamiento definitivo del continente sudamericano, eliminando las resistencias nacionales y la competencia internacional que pudiera perturbar sus planes de dominio.
El momento histórico elegido para ello no es casual: la guerra de la Secesión, eliminaba a los Estados Unidos del plano competitivo internacional, a su vez que la coyuntura económica inglesa permitía la realización del plan imperialista: hacia esos años ya se encontraba aceleradamente desarrollado el proceso de acumulación de capital de concentración bancaria e industrial.
La crisis mundial del algodón y la necesidad de nuevas áreas de cultivo, así como el aseguramiento del fertilizante que permitiese una producción algodonera intensiva, movieron al Imperio Británico y a su Alta Banca a proyectar una gran política imperialista de apoderamiento, cuya sutileza y genialidad consistió en permanecer oculta tras fuerzas y diplomáticos de otras naciones. La maniobra se vio facilitada por el sometimiento financiero que el Imperio Británico había logrado a su favor tanto de la Europa continental como de los países americanos.
En esa intrincada red de empréstitos y dependencia, Baring Brothers jugaba un papel esencial.
El ataque a México, la Guerra del Guano y la de la Triple Alianza, así como las demás guerras y atropellos territoriales que soportó América en esa década de 1860, tuvieron un único responsable, invisible y oculto: el Imperio Británico.
El ataque de México tuvo su origen inmediato en la deuda de esta nación con la Alta Banca europea, en especial con la inglesa. Y si bien el ataque se inicia por las fuerzas combinadas del Imperio, España y Francia, tras la "Convención de Soledad" ésta última nación será la ejecutora visible de los planes de conquista, tendientes a asegurar, en su fin último, el cobro de la deuda externa y dominar absolutamente la política y economía mexicana mediante la concreción de nuevos empréstitos con las bancas Rotschild y Jecker.
La Guerra del Guano, por su parte, es otra cruel evidencia de los complejos planes del Imperio Británico y su Alta Banca. Mientras la Francia de Napoleón III atacaba México, la escuadra española dirigía sus naves hacia las costas del Perú, hacia donde llega a fines de 1864 para asolar a América con una nueva guerra de exclusivos fines económicos, cuyo beneficiario no es el atacante visible -España- sino su mandante financiero: el Imperio Británico a través de Rothschild y su testaferro el banquero español José de Salamanca.
El guano, fertilizante necesario para el consumo del algodón, corría peligro de salir del control británico por decisión nacionalista del gobierno peruano. De allí esta absurda guerra, en que la ocupación de la Isla de Chinchas y el bombardeo a la indefensa ciudad chilena Valparíso, no reconocían otra razón que el propósito de asegurar que el guano garantizara la deuda externa del Perú con la Alta Banca británica y su control directo por parte de las compañías explotadoras, también inglesas.
Junto al ataque a México y la Guerra del Guano contra Perú y Chile, se destaca el sangriento drama americano que es la destrucción del Paraguay nacionalista del mariscal Solano López.
Pero América no permaneció indiferente. La respuesta continental no se dejó esperar. Ella fue la de la "Unión Americana de las Repúblicas del Sud del Nuevo Continente".
Una "Unión Americana", definida en sociedades políticas a o largo del continente desde la ciudad de México hasta Buenos Aires, puesta de manifiesto en Congresos y publicaciones por los intelectuales nacionales y encarnada en acto, por las empobrecidas masas americanas, que tras Benito Juárez, Francisco Solano López, Felipe Varela, enfrentaron al invasor extranjero y sus mandatarios locales, en defensa de un continente que se negaba a ser definitivamente balcanizado y sometido.
El Defensor de la Unión Americana y Baring Brothers
"Entonces -recordará Felipe Varela en su "Manifiesto" - llevado del amor a mi Patria y a los grandes intereses de América, creí un deber mío, como soldado de la libertad, unir mis esfuerzos a los de mis compatriotas, invitándoles a empuñar la espada (...)".
Tras el combate de Nacimientos (La Rioja) el dos de enero de 1867, hasta el de Salinas de Pastos Grandes, el doce de enero de 1869, en sucesivas campañas, incansables testimonios de heroicidad y grandeza, el caudillo catamarqueño y americano, luchará denodadamente contra los ejércitos de línea, expresiones concretas de un política imperialista en cuyo vértice se encontraba la Alta Banca británica y en lo que a la Argentina se refiere, Baring Brothers.
Dos meses antes del pronunciamiento varelista. Baring Brothers - como en los tiempos de Rivadavia - había logrado la "nacionalización" de la deuda externa. De esta manera lograba el control total de las finanzas públicas provinciales, las que con sus desvastadas economías garantizarían y abonarían los servicios de esa "deuda" con la Alta Banca británica.
En efecto, por ley 206 del 1° de octubre de 1866 se establecía que a partir del veinticinco de mayo de 1867 "quedaban a cargo de la Nación, las siguientes deudas comprendidas en la garantía acordada a la provincia de Buenos Aires: 1°) El empréstito inglés (es decir, la deuda con Baring Brothers); 2°) Los veinte millones de fondos públicos creados por la ley del 5 de mayo de 1859 (en poder de Mauá-Rothschild); 3°) Los veinticinco millones de fondos públicos creados por la ley del 8 de junio de 1861".
Por eso Baring Brothers comprendía con claridad que el pronunciamiento varelista no sólo hacía peligrar la estabilidad del Gobierno de Mitre, sino que con sus postulados eminentemente nacionalistas y americanos y con su categórica defensa de las empobrecidas economías provinciales, era una formal declaración de guerra al Imperio Británico y a la banca cuyos intereses representaba.
De ahí que cuando el veintisiete de enero de 1867, el agente de Su Majestad Británica, Mr. George B. Mathews entrevista al Ministro de Relaciones Exteriores Rufino Elizalde y le ofrece el apoyo total de Inglaterra contra la revolución popular de Felipe Varela, que a su juicio "amenaza con dominar todo el país", no hace más reconocer el peligro que importaba para los intereses británicos y en especial para Baring Brothers, la montonera argentina dispuesta a cambiar el destino de la patria y con ella de todo el continente sudamericano.
Bartolomé Mitre, súbdito inglés por su vocación de entrega, dirá, satisfecho del ofrecimiento de intervención directa del Imperio Británico contra la heroica montonera del caudillo catamarqueño: "Me ha impresionado agradablemente tan noble proceder que a la vez testifica la cordialidad de nuestras relaciones con la Gran Bretaña, revela elocuentemente la amistad y simpatía que profesa a la administración argentina el ilustrado caballero Mathews".
Mientras tanto, como bien dice Dardo de la Vega Díaz, "por donde Varela pasa, los ranchos van quedando vacíos". El jefe revolucionario con voz grave y serena irá enrolando tras sí a las masas criollas tras explicarles el sentido de su "Cruzada Libertadora" para terminar con "los tiempos del coloniaje" como los califica, ya que sabe bien que "los liberticidas", "los servidores del círculo del general Mitre" tratarán de hacerlo aparecer como un bárbaro bandolero - calificación que perdurará luego en toda la historiografía oficial - para descalificar su lucha y justificar la sangrienta represión.
A tales infamias responderá irónicamente Felipe Varela: "ser amigo de la libertad, de las provincias y de que entren en el goce de sus derechos ¡oh! eso es ser traidor a la patria y es por consiguiente un delito que pone a los ciudadanos fuera de la ley!"
Pero los verdaderos traidores a la Patria, de espaldas al país e inclinados ante Baring Brothers, ponían precio al pueblo levantado en montonera.
La Misión de Norberto de la Riestra
Mientras el gobierno mitrista en nota oficial manifestaba su total oposición a toda "Unión Americana" y afirmaba enfáticamente que: "la República está identificada con la Europa hasta lo más que es posible", Norberto de la Riestra, enviado especial de Mitre en Londres trataba de demostrar en los hechos el servilismo total que el propio Gobierno reconocía en sus declaraciones diplomáticas.
El británico de la Riestra, llevaba por misión contraer un empréstito de doce millones de pesos en Londres, de acuerdo a la ley 128 de 1865.
De más está aclarar que la gestión de la Riestra era ante la Casa Baring. Esta, sólo adelantará 200.000 libras, de las cuales llegaran a Buenos Aires escasamente 100.000. El resto del empréstito queda supeditado a que la Argentina "peticione conjuntamente con el Brasil". La Alta Banca británica quería asegurar de tal manera que el eje Rothschild-Baring contara con total control financiero de la "Alianza" contra el Paraguay.
Norberto de la Riestra, al igual que el Barón de Mauá urgía en la City que se llevara a cabo el empréstito que le permitía al gobierno de Mitre terminar con el tirano del Paraguay y los bárbaros montoneros.
Para "facilitar" la gestión se resuelve "reducir" el precio del empréstito, aumentando de tal manera las ya cuantiosas ganancias aseguradas a Baring Brothers.
Con fecha cuatro de febrero de 1868, Mitre presta su conformidad para que se reduzca a 70 el precio del empréstito. Finalmente, en junio de dicho año, el enviado plenipotenciario comunica al gobierno argentino la realización del nuevo préstamo, destinado a financiar la destrucción de la resistencia armada americana: 2.500.000 libras, con una supuesta recepción real de 1.735.703 libras, 6s.10 d...
Este empréstito, pagado con "el hambre y sed argentina" resultaría hasta 1883 m$n 8.417.515 como renta y m$n. 7.618.968 en calidad de amortización, quedando aún 988.300 libras, que Agote calculaba (en aquel año) que no iban a poder ser canceladas antes de 1889...
Es decir que sobre 1.735.703 libras recibidas teóricamente, debieron pagarse más de 4.000.000 de libras, para satisfacción de Baring Brothers.
El Fin de La Patria Grande
Felipe Varela y los hombres de la revolución, contaban con el levantamiento del litoral argentino, con sus caudillos Justo José de Urquiza y Ricardo López Jordán. El mercader Urquiza, especulará, como hemos visto, con su supuesto apoyo a la montonera - que no se producirá nunca - para obtener notables ganancias en negocios con el Banco de Londres, mientras sueña con la candidatura presidencial. Ricardo López Jordán logrará pronunciarse tardíamente, recién después de la muerte de Urquiza en san José.
Circunscripta al noroeste argentino, la revolución varelista se convierte en una heroica epopeya, con el último grito montonero de protesta ante el avance de la "civilización portuaria", pero inexorablemente condenado al fracaso en el terreno de las armas.
Tingosta, Paso de San Ignacio, Pozo de Vargas, Salta y Jujuy, darán testimonio esperanzado del paso del caudillo y su montonera, hambreada y sin recursos, pero siempre dispuesta a cumplir la palabra empeñada por su jefe en el "Manifiesto": "Siempre que la suerte quiera ayudarme, siempre que el cielo quiera protegerme, combatiré hasta derramar mi última gota de sangre por mi bandera y los principios que ella ha simbolizado".
La muerte galopará hacia el caudillo americano en Chile, tísico y postrado, pero con los ojos puestos en su patria sufriente un 4 de junio de 1870. Coetáneamente cesaba la última resistencia del mariscal Francisco Solano López, muriendo con él el Paraguay nacional y proteccionista.
Ya nada se oponía a los planes Británicos. La Argentina convertida en una "gran estancia" otorgaba el máximo de garantías a los "inversores" británicos. El ocaso de la nacionalidad se cotizaba satisfactoriamente en el mercado de valores londinense. El nombre de Baring Brothers brillaba con mayor esplendor que nunca.
Fuentes- García Mellid, Atilio. Proceso a los falsificadores de la guerra del Paraguay. Edic.Theoría. Bs.As.1964
- García Mellid, Atilio. Proceso al liberalismo argentino. Edit. Theoría. 1964)
- Ortega Peña, Rodolfo y Eduardo L.Dualde. "Baring Brothers y la Historia Política Argentina". Edit."La Estrella" 1968)
- La Gazeta Federal http://www.lagazeta.com.ar/
  
El Chacho Peñaloza (y la mentira del Martín Fierro)
Muy pocos tienen presente que el mayor exponente de la literatura argentina y hablo de José Hernández autor del Martín Fierro, tuvo su primera experiencia en la publicación de un folleto sobre la vida y el miserable asesinato del General Don Vicente Ángel Peñaloza "El Chacho".
La historia liberal ha querido limitar y ocultar este explosivo relato que hiciera José Hernández sobre el asesinato del Chacho Peñaloza, por obra y gracia de los unitarios Mitre y Domingo Faustino Sarmiento, esté último muy conocido por su frase "las ideas no se matan", pero que no tiene mucha publicidad que también dijo "no trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos esos salvajes". Sarmiento ese miserable vende patria, alegaba que las ideas no se mataban, lo que en realidad había que matar era gauchos, y poblar el país con extranjeros.
En la escuela se pude enseñar el Martín Fierro, pero del folleto del mismo José Hernandez sobre el asesinato del Chacho Pañaloza, nada se dice. En internet se podrá encontrar miles de copias del Martín Fierro, pero Ninguna de La Vida del Chacho. Siendo que el Martín Fierro está inspirado en la vida y la suerte del mismo Chacho Peñaloza.
La historia escrita por Mitre y Sarmiento, siempre intentó minimizar a José Hernández como un simple poeta gauchesco, cuando en realidad José Hernández fue, antes que nada, periodista e investigador. Es así con el mote de poeta, se lo redujo simplemente a autor del Martín Fierro y nada más. Si en las escuelas se leyera la Vida del Chacho y el Martín Fierro, veríamos a simple vista las ponzoñozas intenciones de Sarmiento al escribir su Facundo, para justificar y mitificar la zoncera argentina que advirtiera Jauretche de "Civilización y Barbarie". La guerra Civil entre Federales y Unitarios fue una guerra de exterminio, los porteños querían exterminar al gaucho, pues el gaucho no formaba parte de su idea de convertir Argentina en una pequeña Europa y a Buenos Aires en una mini París. Es así como dirigieron todos sus esfuerzos a extirpar, decapitar y humillar, todos y cada uno de lo valores criollos y de los patriotas caudillos que los defendieron. Los inmundos unitarios derramaron ríos de tinta para ocultar sus crímenes, y falsificar nuestra historia con el solo objeto de vanagloriar su memoria personal en monumentos, nombres de avenidas y hacer desaparecer de todo registro lo sucedido realmente.
Fue una guerra a muerte y exterminio, y una vez exterminados los gauchos y sus caudillos que para la historia oficial eran la barbarie, los iluminados y civilizados unitarios, se dedicaron a esconder, ocultar, y justificar las masacres de argentinos que hicieron, y que siguen haciendo pero ahora no con fusiles y cañones sino por otros medios, principalmente sometiendo a la Provincias económicamente al arbitrio y capricho del Gobierno de turno.
Es por tal motivo que traigo para ustedes ese folleto ocultado por la historia liberal de Rivadavia, Mitre, Sarmiento, Roca y sus secuaces salvajes unitarios.
 
1863 La muerte del Chacho


[Investigación periodística de José Hernández]
El 12 de noviembre de 1863 el brigadier general Angel Vicente Peñaloza, a sus gallardos 70 años, está refugiado en la casona de su amigo Felipe Oros, en la pequeña población riojana de Olta, con media docena de hombres desarmados, a pocos días de su derrota en Caucete, San Juan, contra las tropas de línea del gobernador de la provincia y director de la guerra designado por el presidente Bartolomé Mitre: Domingo Faustino Sarmiento, que estaba desesperado entonces por saber dónde se escondía su peor enemigo. A principios de mes el capitán Roberto Vera sorprende a un par de docenas de seguidores de Peñaloza. "Acto continuo se les tomó declaración", dice el escueto parte de su superior, el mayor Pablo Irrazábal: seis murieron pero el séptimo habló. El chileno Irrazábal lo manda a Vera con 30 hombres al refugio del caudillo, donde lo encuentra desayunando con su hijo adoptivo y su mujer. El Chacho, el amable gaucho generoso y valiente defensor a ultranza de las libertades de los pueblos, sale a recibirlo con un mate en la mano y, entregando su facón -en cuya hoja rezaba la leyenda "el que desgraciado nace / entre los remedios muere"-, le dice al capitán: "estoy rendido". Vera lo conduce a uno de los cuartos y le pone centinela de vista. Y le comunica el suceso a Irrazábal. El mayor no tarda en aparecer. Entra al cuarto y pregunta de un grito: "¿quién es el bandido del Chacho?". Una voz calma, desbordante de buena fe, le contesta: "yo soy el general Peñaloza, pero no soy un bandido". Inmediatamente, y sin importarle la presencia del hijastro y de doña Victoria Romero de Peñaloza, el mayor Pablo Irrazábal toma una lanza de manos de un soldado y se la clava en el vientre al general. Después lo hizo acribillar a tiros. Y mandó cortarle la cabeza y exhibirla clavada en una pica en la plaza del pueblo de Olta. Sarmiento, que nada deseaba más que esa muerte, le escribe a Mitre el 18 de noviembre: "...he aplaudido la medida, precisamente por su forma. Sin cortarle la cabeza a aquel inveterado pícaro y ponerla a la expectación, las chusmas no se habrían aquietado en seis meses".

La guerra "de limpieza social", de exterminio de los criollos, de degüello de los federales, de carnicería feroz, de raptos, robos, saqueos, violaciones, levas de enganchados y cepos "colombianos" a los gauchos, es la consecuencia directa de Pavón, "la derrota que no fue" impuesta por las logias de Buenos Aires. El 17 de septiembre de 1861 se enfrentaron junto al arroyo de Pavón, al sur del la provincia de Santa Fe, el ejército bonaerense liberal de Mitre y el ejército federal de las provincias de Urquiza. Producida la victoria indiscutible de los federales en el campo de batalla, inexplicablemente, Justo José de Urquiza se retira del campo a paso lento, al tranco de su caballo, como para demostrar que es una retirada voluntaria. ¡Y al mismo tiempo ordena también la retirada de los suyos, ganadores del combate! Con la insólita claudicación urquicista, la Confederación se derrumbó y el país quedó en las manos de "la civilización de la levita" de los porteños, una de las páginas más tristes y sangrientas de nuestra historia.
La bandera abandonada por Urquiza será alzada entonces por el Chacho Peñaloza, brigadier general del ejército de la nación y jefe del III Ejército -el "Ejército de Cuyo"-, aunque sin tropas de línea ni armas. De una vieja familia fundadora de La Rioja, de larguísima carrera de luchas en las que había ganado todos sus grados en el campo de batalla, Peñaloza fue teniente coronel de Facundo Quiroga, y lo acompañó en todas sus campañas, sirviendo después de Barranca Yaco a las órdenes del gobernador Brizuela, con quien entró a la coalición del Norte. Este cambio de frente obedeció a la falsa versión unitaria que le achacaba a Rosas la inspiración del asesinato de Facundo.

Pero ya estamos después de Pavón, cuando el Chacho levanta una vez más su enseña, cabalgando sin sombrero, ceñida la melena blanca con una vincha gaucha, y son cientos, y pronto miles los que lo rodean, paisanos con sus caballos de monta y de tiro, y una media tijera de esquilar atada a una caña como lanza. De La Rioja a Catamarca, de Mendoza a San Luis, de Córdoba a San Juan, la montonera crece levantando voluntarios en marcha triunfal. En los Llanos, el caudillo es imbatible. Por eso, el gobierno nacional manda al sacerdote Eusebio Bedoya a ofrecerle la paz. El Chacho acepta complacidísimo y se fija La Banderita para el cambio solemne de las ratificaciones y de los prisioneros de guerra. El acude con sus tenientes y montonera en correcta formación. El ejército de línea, conducido por los jefes mitristas Rivas, Arredondo y Sandes -los dos últimos orientales-, rodean a Bedoya.
José Hernández, el autor del Martín Fierro, narra la entrega de los prisioneros nacionales tomados por el Chacho. "¿Ustedes dirán si los han tratado bien?", pregunta éste. "¡Viva el general Peñaloza!", fue la única y entusiasta respuesta.
Luego el riojano se dirige a los jefes nacionales: "¿Y bien, dónde están los míos?... ¿Por qué no me responden?... ¡Qué! ¿Será cierto lo que se dice? ¿Será verdad que todos han sido fusilados?"... Los jefes militares de Mitre se mantenían en silencio, humillados; los prisioneros habían sido todos degollados sin piedad, como se persigue y se mata a las fieras de los bosques; las mujeres habían sido arrebatadas por los invasores... Al decir del joven periodista Hernández -testigo angustiado de las desdichas nacionales-, Bedoya y los propios jefes militares, conmovidos, sienten asco por haberse mezclado en la negociación. Pronto el Martín Fierro marcará a fuego la iniquidad mitrista:

¡Y después dicen que es malo
el gaucho si los pelea!

Pero hay uno que nada lo conmueve; queda en pie el enemigo más formidable del caudillo de los Llanos: Sarmiento, que además de caracterizarlo de bandido, vándalo y ladrón, lo hostiliza y hace perseguir implacablemente a sus hombres, incorporándolos por la fuerza a los peores destinos militares, después de apoderarse de sus mujeres y propiedades. (Unos meses antes le escribía a Mitre sobre Sandes: "Si mata gente, cállense la boca. Son animales bípedos de tan perversa condición que no sé qué se obtenga con tratarlos mejor"). Hasta que el director de la guerra logra colmar la paciencia del Chacho, que antes del año de La Banderita levanta nuevamente el estandarte de la rebelión, declarando en una carta a Mitre: "Los hombres todos, no teniendo ya más que perder que la existencia, quieren sacrificarla más bien en el campo de batalla defendiendo sus libertades, sus leyes y sus más caros intereses atropellados vilmente". Y toma su lanza temible convocando a los dispersos federales, a los veteranos de Facundo y a los jóvenes casi niños que prefieren morir con la tacuara en la mano a aniquilarse en los cantones fronterizos, diciendo en su proclama, que vuelve a conmocionar los Llanos: "El viejo soldado de la patria os llama en nombre de la ley y de la nación, para combatir y hacer desaparecer los males que aquejan a nuestra tierra".
La tragedia de Olta inició una ola de sangre descontrolada en toda la región. Pero desde entonces una copla popular se empezó a cantar en los Llanos:

Dicen que al Chacho

lo han muerto.
No dudo que así será.
Tengan cuidado magogos,
no vaya a resucitar.


Fuente: www.agendadereflexion.com.ar
José Hernández y el asesinato de Peñaloza
[Investigación periodística e historia política, por Carlos del Frade.


La investigación periodística revela el funcionamiento de los factores de poder en una sociedad y descubre el por qué existencial de las mayorías populares. La historia del periodismo argentino está plagada de antecedentes del género que tomó auge a fines de los años cincuenta del siglo veinte pero que, en realidad, asumió sus formas desde el diecinueve con políticos y escritores como Belgrano, Fray Mocho y José Hernández. Este último, conocido de manera mayoritaria por "Martín Fierro", fue uno de los pioneros de un periodismo de denuncia precisa que revela el nombre y el apellido de los multiplicadores del dolor del presente que le tocó vivir. La investigación sobre el asesinato del Chacho Peñaloza es una pieza de antología que no solamente es útil para los miles de estudiantes de periodismo, sino también para la historia política de los argentinos. Vayan estas líneas, entonces, como modesto homenaje a dos hombres comprometidos con el sueño inconcluso de los que son más, Hernández y Peñaloza que, en estos días, se recordaron con tibieza por las efemérides de sus nacimiento y muerte, respectivamente.

Del Chacho a los hijos y entenados

José Hernández es el símbolo de un periodismo de denuncia y prólogo del género de la investigación que descubre la trama íntima de la impunidad en torno a un crimen político que conmovió a la sociedad argentina de principios de la década del sesenta del siglo pasado.
El asesinato del Chacho Peñaloza fue presentado por los periódicos de la época, los de Buenos Aires, como el "lógico final de un bandolero".


Sarmiento y Mitre justificarían el método en nombre del progreso.
Frente a esta construcción de sentido del presente, tendiente a conformar una visión que justificaba la eliminación de las resistencias del interior ante el proyecto económico y político de la burguesía porteña en alianza con los ganaderos de la Mesopotamia, el periodista Hernández, militante del proyecto de la Confederación, descubriría otra historia

Y lo haría a través de una serie de artículos que publicó en el periódico entrerriano "El Argentino", de Paraná.
La primera nota se titulaba "Asesinato atroz" y comenzaba con una cabeza escrita según los conceptos actuales de la estética del periodismo informativo.

"El general de la Nación, Don Angel Vicente Peñaloza ha sido cosido a puñaladas en su lecho, degollado y llevada su cabeza de regalo al asesino de Benavídez, de los Virasoro, Ayes, Rolin, Giménez y demás mártires, en Olta, la noche del 12 del actual", en referencia a noviembre de 1863.


"El general Peñaloza contaba 70 años de edad; encanecido en la carrera militar, jamás tiñó sus manos en sangre y la mitad del partido unitario no tendrá que acusarle un solo acto que venga a empañar el valor de sus hechos, la magnanimidad de sus rasgos, la grandeza de su alma, la generosidad de sus sentimientos y la abnegación de sus sacrificios".
Hernández describe y utiliza los adjetivos que informan.
El periodista con conciencia política que es Hernández denunciará desde el presente, el proyecto de dominación que enfrenta desde el campo de batalla y desde el escritorio de una redacción.
"El asesinato del general Peñaloza es la obra de los salvajes unitarios; es la prosecución de los crímenes que van señalando sus pasos desde Dorrego hasta hoy".
Luego vendrá un segundo artículo, "La política del puñal" en la que advierte desde la lucidez del analista político: "Tiemble ya el general Urquiza que el puñal de los asesinos se prepara para descargarlo sobre su cuello; allí, en San José, en medio de los halagos de su familia, su sangre ha de enrojecer los salones tan frecuentados por el partido Unitario".
La tercera nota es la presentación del género de la investigación periodística en la Argentina.
"Peñaloza no ha sido perseguido. Ni hecho prisionero. Ni fusilado. Ni su muerte ha acaecido el 12 de noviembre. Lo vamos a probar evidentemente, y con los documentos de ellos mismos. Todo eso es un tejido de infamias y mentiras, que cae por tierra al más ligerísimo examen de los documentos oficiales que han publicado sus asesinos", aseguró el periodista.

Agregó que "ha sido cosido a puñaladas en su propio lecho, y mientras dormía, por un asesino que se introdujo a su campo en el silencio de la noche; fue enseguida degollado, y el asesino huyó llevándose la cabeza. A la mañana siguiente no había en su lecho ensangrentado sino un cadáver mutilado y cubierto de heridas. Esa es la verdad, pero todo esto ha ocurrido antes del 12 de que hablan las notas oficiales. Los partes y documentos confabulados mucho después del asesinato con el solo objeto de extraviar la opinión del país, incurren en contradicciones estúpidas"
..........................................................................................
Hernández demuestra, a través de su notable ejercicio de la construcción de las noticias y de su compromiso político que lo llevó hasta los campos de batalla, una voluntad de convertir en masivo lo oculto por los sectores dominantes.

Su trabajo de descubrimiento a favor de las mayorías constituye un valioso aporte para la formación de la conciencia social.

Esa que se nutre del mandato cultural y político que viene desde 1810 de formar una Argentina con igualdad y solidaridad, proyecto histórico que resume la identidad nacional
Fuente: ARGENPRESS.info, Fecha publicación:14/11/2005
López Jordán
Como muchos federales y hombres del interior, Ricardo López Jordán se opuso tenazmente a la guerra de "La Triple Alianza"; al ordenar Urquiza la convocatoria a reclutamiento de "voluntarios" para la guerra del Paraguay, según Ramón Cárcamo, don Ricardo le escribe una breve carta a Urquiza, en la que le dice:
"Usted nos llama para combatir al Paraguay. Nunca general, ese pueblo es nuestro amigo. Llámenos a pelear a porteños y brasileros. Estamos pronto. Esos son nuestros enemigos. Oímos todavía los cañones de Paysandú. Estoy seguro del verdadero sentimiento del pueblo entrerriano" (Chavez. Fermin. Vida y muerte de López Jordán.p.133)
Muchos se opusieron a esa guerra infame, entre otros el autor del Martin Fierro, José Hernández y Juan Bautista Alberdi, y los "voluntarios" se revelaban en Entre Ríos, Corrientes, Catamarca, San Juan y casi todas las provincias del interior, con la rebelión de batallones enteros, etre otros el conocido "desbande de Basualdo".
Juan Bautista Alberdi mantuvo con Mitre una agria polémica publica en la que entre otras cosas, refiréndose al propio Mitre, le enrostró la siguiente frase: "Si al menos hubiera yo tomado una escarapela, una espadas, una bandera de otro país, para hacer oposición al Gobierno del mío, como en Monte Caseros lo hizo otro Argentino contra Buenos Aires, con la escarapela Oriental, como oficial Oriental, bajo la bandera oriental y alienado con los soldados de brasil.." y opinando luego además sobre la política del mitrismo agrega:
"Para gobernar a la República Argentina vencida, sometida, enemiga, la alianza del Brasil era una parte esencial de la organización Mitre-Sarmiento; para dar a esa alianza de gobierno interior un pretexto internacional, la guerra al Estado Oriental y al Paraguay, viene a ser una necesidad de política interior; para justificar una guerra al mejor gobierno que haya tenido el Paraguay, era necesario encontrar abominables y monstruosos esos dos gobiernos; y López y Berro han sido víctimas de la lógica del crimen de sus adversarios". (Juan Bautista Alberdi)
"En nombre de la libertad y con pretensiones de servirla, nuestros liberales, Mitre, Sarmiento y Cía., han establecido un despotismo turco en la historia, en la política abstracta, en la leyenda, en la biografía de los argentinos. Sobre la revolución de Mayo, sobre la guerra de la independencia, sobre sus batallas, sobre sus guerras ellos tienen un Alcorán, que es de ley aceptar, creer, profesar, so pena de excomunión por el crimen de barbarie y caudillaje"" (Juan Bautista Alberdi. Escritos póstumos. Ensayos sobre la sociedad, los hombres y las cosas de Sudamérica. Buenos Aires. 1899)
CAMPAÑAS EN ENTRE RÍOS
Año 1870 - Primera rebelión de López Jordán en Entre Ríos
11 de abril: Asesinato del General Urquiza, gobernador de Entre Ríos, por partidarios de Ricardo López Jordán.
14 de abril: Asumió López Jordán como gobernador de Entre Ríos.El presidente Sarmiento intervino militarmente en la provincia con fuerzas a órdenes del General Emilio Mitre, luego reemplazado por el General Gelly y Obes. Las fuerzas se organizaron en tres ejércitos: el del Uruguay, a órdenes del comandante en jefe de las fuerzas y luego del General Ignacio Rivas; el del Paraná, a órdenes del General Emilio Conesa, y el de Corrientes, a órdenes del Coronel Santiago Baibiene.
El Ejército Nacional llegó a empeñar hasta 16.000 soldados de línea , además de unidades de la Guardia Nacional de varias provincias.
Las fuerzas rebeldes entrerrianas contaban con 12.000 jinetes deficientemente armados e instruidos.
20 de mayo: Combate de Sauce. El General Conesa, con 3.960 hombres (1.200 infantes, 160 artilleros y 2.600 jinetes), derrotó a 9.000 hombres de López Jordán, quien intentaba tomar Paraná.
12 de julio: López Jordán tomó Concepción del Uruguay.
19 de julio: Ataque rebelde a Gualeguaychú. Fue rechazado por tropas nacionales.
23 de agosto a 17 de septiembre: Los rebeldes fueron derrotados en los combates de Villa Urquiza (al noreste de Paraná), Diamante-Palmar (al este de Villaguay), Tala (al oeste de Villaguay), Don Cristóbal (al noroeste de Nogoyá) y Rincón del Quebracho (al este de Paraná).
12 de octubre: Batalla de Santa Rosa (al este sureste de Villaguay). El ejército del Uruguay, 4.000 hombres con armamento moderno al mando del General Rivas, derrotó a López Jordán, que contaba con 9.000 hombres. El Ejército Nacional tuvo 36 muertos y 13 heridos y los jordanistas, aproximadamente el triple de bajas.
18 de noviembre: Toma de Villaguay. La ciudad, defendida por 200 guardias nacionales, fue tomada por 1.200 hombres del bando jordanista.
5 de diciembre: Ataque rebelde a Paraná. El Coronel Francisco Borges rechazó el ataque de 3.000 jordanistas.
Año 1871 A principios de año, López Jordán invadió la provincia de Corrientes.
26 de enero: Batalla de Ñaembé (12 kilómetros al este de Goya).
López Jordán: 7.000 hombres (6.000 jinetes, 1.000 infantes y 9 cañones). Teniente Coronel Santiago Baibiene: 3.000 hombres (7 batallones de Infantería y 6 cañones).Derrota de López Jordán, cuyas fuerzas fueron perseguidas hasta el río Corrientes.
Pérdidas: Baibiene: 190 entre muertos y heridos.López Jordán: 600 muertos, 550 prisioneros y toda su artillería.
14 de febrero: Combate de Gená (sobre el arroyo del mismo nombre, al oeste de Concepción del Uruguay). Derrota de una agrupación jordanista de 1.500 hombres por el General Arredondo.
6 de marzo: Combate de Punta del Monte (al norte de Gualeguay). El Coronel Donato Álvarez, con 600 hombres, derrotó a 900 jordanistas.
Después de este combate, López Jordán abandonó la lucha y se exilió, primero en el Uruguay y luego en el Brasil.
Año 1873 - Segunda rebelión de López Jordán
1 de mayo: López Jordán invadió Entre Ríos y logró reunir una fuerza de 18.000 hombres sin instrucción y mal armados.
16 de mayo: El presidente Sarmiento designó jefe de las fuerzas de represión al ministro de Guerra, Coronel Martín de Gainza, quien las organizó en tres agrupaciones, al mando del General Julio de Vedia y de los Coroneles Luis María Campos y Juan Ayala. Las fuerzas nacionales contaban con armamento Remington, ametralladoras Gatling y cañones Krupp. Como dato de interés histórico, debe mencionarse que en esta campaña participaron los primeros cuatro oficiales egresados del Colegio Militar, los cuales prestaron sus servicios como alféreces en el Regimiento 1 de Caballería de Línea
Operaciones de la Agrupación del Coronel Campos:
9 de mayo: Combate de Gualeguaychú.
13 de mayo: Combate de Arroyo Ayuí.
29 de junio: Combate de Arroyo Lucas.
17 de octubre: Combate de Gualeguaychú.
25 de octubre: Combate de Arroyo Atencio.
En las cinco acciones precedentes, la Agrupación del Coronel Campos derrotó a los rebeldes jordanistas.
31 de octubre: Toma de La Paz. Los rebeldes, con un efectivo de 3.000 hombres, tomaron La Paz, que había sido conquistada el 3 de agosto por el Coronel Nicolás Levalle. Los defensores, 500 guardias nacionales al mando del Teniente Coronel Ricardo Méndez, abandonaron la ciudad sin ofrecer resistencia. Fue ésta la única derrota del Ejército Nacional en esta campaña.
Operaciones de la agrupación del Coronel Ayala
Derrotó a los rebeldes en las siguientes acciones:
23 de junio: Combate del Arroyo de Las Tunas (al este de Paraná).
30 de agosto: Combate del Arroyo Espinillo (25 kilómetros al este de Paraná).
8 de diciembre: Combate de Arroyo Talita (al noreste de Paraná).
9 de diciembre: Batalla de Don Gonzalo (sobre el arroyo del mismo nombre, 120 kilómetros al noreste de Paraná).
El ejército jordanista, que contaba con 6.500 hombres (5.000 jinetes y entre 8 y 10 cañones), fue atacado por el Ejército del Paraná a órdenes directas del ministro de Guerra, Coronel Gainza, que lo derrotó en una acción que duró un poco más de cuatro horas. Los rebeldes tuvieron 250 muertos y otros tantos prisioneros y perdieron todos sus cañones. A estas bajas debieron agregarse 300 jordanistas que se ahogaron en el crecido arroyo Don Gonzalo, cuando lo franquearon en retirada. El Ejército Nacional tuvo 100 bajas.
22 de diciembre: Combate de Nogoyá. Derrota del General jordanista Caraballo (600 hombres), por el Coronel Villar con 300.
Año 1874 A principios de este año, finalizó la campaña - luego de otros combates desfavorables a los jordanistas - con la huida de López Jordán al Uruguay.
Año 1876 - Tercera y última rebelión de López Jordán en Entre Ríos.
López Jordán preparó, durante su exilio en el Uruguay, una nueva invasión a Entre Ríos, coordinada con un movimiento revolucionario que estallaría en la provincia para deponer al Gobernador. Esta conspiración estaba en conocimiento del comisionado nacional, Coronel José Inocencio Arias.
27 de noviembre: López Jordán invadió Entre Ríos con un reducido grupo de partidarios y no encontraron el apoyo previsto, pues la revolución no se produjo.
Al internarse en la provincia, chocó con un escuadrón, al que rechazó, pero en vista de que había alcanzado reunir no más de 800 hombres -con los que pasó por Concepción del Uruguay, Tala, Nogoyá y Paraná-, se dirigió con su fuerza hacia Corrientes.
7 de diciembre: Combate de Alcaracito (al sur de La Paz). La pequeña fuerza revolucionaria fue sorprendida por tropas nacionales del Ejército del Paraná del Coronel Juan Ayala, a las que derrotó completamente en menos de una hora de combate.López Jordán disolvió los restos de su fuerza y se dirigió a Corrientes, en donde fue tomado preso. Fue conducido a Rosario, pero logró fugarse y pasó nuevamente al Uruguay.
19 de marzo: El Ejército del Norte ocupó La Rioja.
10 de abril: Combate de Pozo de Vargas (a 2,5 kilómetros de La Rioja). El Ejército del Norte, al mando del General Antonino Taboada (2.100 hombres), derrotó a las fuerzas de Felipe Varela (4.000 hombres), que se dispersaron.
5 de junio al 4 de agosto: Nuevas operaciones de Felipe Varela. El Teniente Coronel Charras, con fuerzas nacionales del Ejército del Norte, libró varios combates contra Varela, que había reorganizado sus fuerzas, en Ducito, Cuesta de Miranda, Cuesta de Chilecito y Saujil. El resultado de estos combates fue que el caudillo derrotado debió refugiarse en Bolivia.
Muerte de Ricardo López Jordán
El 22 de junio de 1889 es asesinado en Buenos Aires por Aurelio Casas, quien es arrestado y declara haber obrado bajo un designio de venganza por el fusilamiento de su padre Zenón Casas, oficial "florista" durante la segunda rebelión jordanista. La familia Urquiza le hace llegar a la esposa del matador una donación de 35.000 pesos y la gente comenta fundadamente el regalo. La verdad es que el padre de Casas había sido muerto por orden del comandante oriental Cornelio Oviedo por el mes de mayo de 1873.
Desde el 29 de noviembre de 1995, los restos del General Ricardo López Jordán son trasladados hasta el su Mausoleo erigido en la plaza Carbó de la ciudad de Paraná. En un acto de estricta justicia histórica, el General de la Nación, Gobernador Constitucional y Caudillo del Pueblo Entrerriano, descansa como Dios manda, en su tierra entrerriana por la que tanto luchó. La sabiduría y estatura moral de Don Ricardo fue la de respetar, comprender y amar a su pueblo.
Bibliografía:
- Chávez, Fermín. Vida y muerte de López Jordán. Edit. Theoría
- Saldías, Adolfo. Historia de la Confederación Argentina. Eudeba. Bs.As. 1978
- Rosa, José Maria. Historia Argentina. Editorial Oriente. Bs.As.
- Rosa, José Maria. Rosas y el Imperialismo - La caída. Offsetgrama. Bs.As. 1974.
- Obras citadas
- La Gazeta Federal http://www.lagazeta.com.ar/
Justo José de Urquiza
(1801-1870)
. Miembro de la oligarquía argentina, Justo José de Urquiza nació el 18 de Octubre de 1801. Fue educado en el Colegio de San Carlos en Buenos Aires. En 1818 fue empleado del puerto de Buenos Aires; luego de regresar a Entre Ríos en 1819 trabajó como administrativo. Las relaciones de su familia con el dictador Francisco Ramírez permitieron a Urquiza entrar en la política. Estuvo activo en la política de su provincia por muchos años antes de ir a Buenos Aires como representante de Pascual Eschagüe, Gobernador de Entre Ríos. En la capital, Urquiza se convirtió en confidente de Rosas. designado Coronel en 1837, reemplazó a su jefe Eschagüe como Gobernador de Entre Ríos en 1841.
Como Gobernador se convirtió en una fuerza hegemónica suprimiendo las fuerzas militares dentro de la provincia. Luego procedió a romper con el poder militar del Gobernador de Corrientes. Además trajo orden a su provincia a través de reformas fiscales y administrativas en el gobierno de la provincia y reformas educativas en las escuelas.
Usando a Entre Ríos como una poderosa base y formando alianzas con otras provincias, Urquiza fue en contra de Rosas, enfrentándolo en Febrero de 1852 en la batalla de Monte Caseros. En Abril  firmó el Protocolo de Palermo que lo autorizaba a regular las relaciones entre las provincias. Como dictador provisional de Argentina, en Agosto de 1852 se amoldó a lo decidido por el Congreso Constitucional de Santa Fe que en 1853 sancionó una nueva Constitución basándose en la de Estados Unidos. Todas las provincias aceptaron la nueva Constitución, pero Buenos Aires se rehusó a unirse a esta nueva unión y no fue miembro sino hasta 1859. Además de crear la Confederación Argentina, Urquiza siendo Presidente firmó el tratado de navegación con Gran Bretaña, Francia, y los Estados Unidos, lo que determinó una gran apertura de los puertos argentinos hacia el comercio mundial.(o mejor dicho, para beneficio extranjero)
Luego de dejar la presidencia en 1860 fue General del ejército y continuó como Gobernador de Entre Ríos. En 1861 nuevamente la guerra rompió las relaciones entre Buenos Aires y las provincias terminando en el triunfo de Buenos Aires, en la Batalla de Pavón. Desde 1865 hasta 1868 Urquiza fue Comandante del ejército argentino en la guerra que arrasó al Paraguay a favor de los intereses de Inglaterra. Fue asesinado en su casa junto a sus hijos por los seguidores de uno de sus rivales políticos de Entre Ríos en 1870.   
Fuente: http://www.historiadelpais.com.ar/urquiza.htm
  
Juan Manuel de Rosas
(1793-1877)
Nació en Buenos Aires, 30 de marzo de 1793 - Murió en Southampton, Hampshire, 14 de marzo de 1877) , en el seno de una de las familias más destacadas de la ciudad. Su verdadero nombre era Juan Manuel Ortiz de Rozas; pero decidió "acriollarlo" y aplebeyarlo, ya antes de su primera aparición en la política, por Juan Manuel de Rosas. Era un hombre práctico, de espíritu conservador, y con todas las características de un caudillo. La primera interrupción en sus actividades de estanciero fue debida a las invasiones inglesas. El 12 de agosto de 1806 estuvo Juan Manuel entre " los voluntarios que formaron el ejercito que reconquisto Buenos Aires". Luego de la rendición, Liniers lo devolvió a sus padres, portador de honrosa carta testimonial.
Amasó una gran fortuna como ganadero y exportador de carne de vacuno, en la época en que el virreinato del Río de la Plata luchaba por su emancipación del dominio español. En 1818 comienza a hacer algunas comisiones políticas, al tiempo que entró a administrar y poblar las estancias de Juan José y Nicolás Anchorena. Mas tarde compraría con Terrero (quien lo acompañaría durante sus dos futuros mandatos) las estancias San Martín y Del Rey, entre otras. Empezó a adquirir prestigio y durante la década del '20 se transformo en uno de los personajes más importantes de Buenos Aires. Llegó a tener un ejército personal formado por peones: Los Colorados del Montes. Y durante el gobierno de Rodríguez ocupó el cargo de comandante de campaña.
Primer gobierno:
Durante el primer gobierno de Rosas, el país no estaba organizado como una nación, sino que las provincias se habían enfrentado firmando por un lado la Liga Unitaria (Córdoba, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, San Juan, San Luis, Tucumán, Salta y Mendoza) y por el otro lado el Pacto Federal (Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes).
El 6 de diciembre de 1829 la legislatura eligió a Rosas gobernador y le otorgaron facultades extraordinarias. Si ya gobernaba de afuera, ¿cómo no iba a hacerlo ahora que estaba en el poder?
Desde el principio declaró enemigo al partido unitario, y utilizó la famosa divisa: "El que no está conmigo, está contra mí" para atacarlos. Por lo que puso a su favor a los burgueses, conservadores y reaccionarios, a los católicos, a los gauchos descontentos, a los indios, a la plebe urbana y a parte de la población rural. Rosas apareció como un restaurador, debido a la actitud de desprecio, de violación de derechos que habían dado los anteriores gobiernos. En su contra aparecieron los unitarios, los jóvenes ilustrados, los liberales, los militares y viejos patricios de la revolución.
Su gobierno era centralista, respetuoso de los señores feudales siempre y cuando estos le estuviesen sometidos. Tenía un criterio proteccionista antieuropeo, de un nacionalismo estrecho, y reacio a los cambios y a lo extranjero. Su primera medida en el gobierno, de hecho, fue suprimir la libertad de prensa y adueñarse de ella. Sin embargo este primer periodo fue solo una imagen de lo que sería el segundo término, ya que aquí Rosas no tenía experiencia verdadera en la política.
Así es que en 1832 Rosas impide que la Comisión Representativa convoque a un congreso general para organizar la república. La idea de Rosas era que el país no estaba en condiciones de entrar en una organización general; debía mantenerse la unión de las provincias sólo con el Pacto Federal. "Debemos existir y después organizarnos", era su argumento.
Segundo Gobierno:
El 7 de marzo de 1835 la Legislatura, confirió el gobierno a Rosas por cinco años con la suma del poder publico, sin mas restricciones que conservar y proteger la religión católica, y sostener y defender "la causa nacional de la Federación". El nombramiento fue confirmado por un plebiscito que dio 9720 votos a favor y 8 en contra. Se le depositó la suma del poder público de la provincia; Pero ¿Cómo llegó Rosas a tener todo este apoyo? Debemos por ende analizar el período 1832-1835, tiempo en que Rosas no gobernó.
Primero Rosas no aceptó en 1832 la reelección sin los poderes extraordinarios. Y a partir de allí se lo eligió varias veces para que vuelva al poder, pero en todas se negó debido a que no le otorgaban los poderes especiales; él deja el gobierno para trabajar desde afuera y dificultar al gobierno muy astutamente. Segundo, la policía, el ejército, la prensa y las masas estaban a su merced. Tras formar su propio Partido Restaurador Apostólico, y con el apoyo de la Sociedad Popular Restauradora, conocida como 'La Mazorca', que aterrorizó a sus adversarios unitarios, Rosas formó alianzas con los líderes de las demás provincias argentinas, logrando el control del comercio y de los asuntos exteriores de la Confederación. Un hecho más que decisivo fue la revolución de los restauradores del 11 de octubre de 1833: El gobernador Balcarce ordenó que se diera a lugar un juicio al periódico El Restaurador de las leyes, por lo que se empapeló Buenos Aires con carteles que anunciaban el proceso al "Restaurador de las leyes". Y la gente de los suburbios pensó que el juicio era a Rosas, ya que también se lo conocía con ese nombre. Y al iniciarse la audiencia se produjo un enorme alboroto que terminó con el sitio de la ciudad por parte del general Pinedo, adherido a la protesta. Y el ejército del gobierno se encontraba con Rosas en el sur en la campaña "exterminadora" del desierto.
Balcarce debió renunciar, y posteriormente lo mismo harían José Viamonte y V.Maza (luego del asesinato de Quiroga). Al volver de la expedición al desierto, la legislatura le acordó una medalla. Sin embargo no poseía un espíritu bélico, aunque supo explotar su prestigio. Así Rosas aparecía como el único capaz de calmar la situación.
Es en esta etapa de temor y anarquía política en la que Rosas aparece como el único capaz de terminar con el difícil momento y establecer la paz tan esperada.
Represión:
El ejercicio de las atribuciones extraordinarias y la acción de la Sociedad Popular Restauradora, le permitieron eliminar la oposición, ya sea unitaria o federal. Hubo destituciones y fusilamientos en masa, y se decretó el uso obligatorio de las divisas punzó. Se empapelaron las ciudades con cárteles como: "¡Mueran los salvajes unitarios!" o "¡Vivan los federales!". Afirmó su lucha sobre los unitarios y exigió una sumisión total a la federación, no solo en Buenos Aires sino en todo el interior. Abolió la independencia del poder judicial, y llegó a ejercer personalmente facultades judiciales (como el caso de los hermanos Reinafé, a quienes se los encontró culpables y se los colgó).
Fue una época de terror para los unitarios, o mas bien para todos los que no estuvieran a favor del dictador. Todos los opositores se debieron exiliar, en general a Uruguay, o eran juzgados aquí. La gente se retractaba, se cuidaba de cualquier motivo de sospecha, como hablar, pasear, escribir, etcétera. La simple sospecha de complicidad con un unitario bastaba para ser ejecutado; la sociedad Popular Restauradora fue un club terrorista y temido. Rosas también se aseguró de que su retrato estuviera expuesto en todos los lugares públicos tras autoproclamarse 'tirano' en 1842.
En junio de 1839 fue descubierta en Buenos Aires una conspiración organizada por Manuel V. Maza, presidente de la Sala de Representantes, que tenía contacto con otros movimientos que actuaban en la campaña y con los emigrados. Maza y su hijo fueron muertos. La misma suerte tuvieron los cabecillas de la Rebelión de los Hacendados del Sur de la provincia, que tuvo su foco en Chascomús y Dolores. Estos alzamientos debían coincidir con la invasión de Lavalle a Buenos Aires, lo que no pudo concretarse.
Los unitarios, con imprudentes golpes de estado, con medidas, arbitrarias, con su recurso a los actos habilidosos, crearon el clima propicio al desprecio por la ley. Rosas pudo destruir la anarquía pero creó un miedo pavoroso.
En el primer gobierno se había limitado a organizar la administración de Buenos Aires, y en el segundo a todo el país, colocando gobernadores sometidos en las demás provincias.
Medidas:
Tuvo una política centralista y sus intereses se identificaron con los de Buenos Aires. Lo favorecía el puerto único, y el 18 de diciembre de 1835 estableció la Ley de Aduanas, por la cual se protegían los productos e industrias de las provincias impidiendo la penetración de productos extranjeros que compitieran con los del país, aunque se conservaba a Buenos Aires como único puerto de ultramar. Esta medida era un interesante intento de proteccionismo económico que benefició a ciertas industrias nacionales; Sin embargo favorecía a Buenos Aires, por lo que el litoral se opuso a ellas.
Al principio de su segundo gobierno llamó a los jesuitas de Europa, ofreciéndoles protección y mantenerlos y colocarlos en universidades y colegios. Así buscó presentarse como protector de la religión, de las ciencias, y de las letras. (5) Si bien la iglesia y la prensa eran auxiliares importantes de Rosas, la última sanción de su gobierno era la fuerza, aplicada por militares y la policía. La organización militar no solo estaba para defender sino para controlar, a la población.
Sin embargo para superar la crisis económica provocada por las luchas internas y los bloqueos, decretó cesantías en masa, rebajó los sueldos, redujo el presupuesto de la Universidad, prohibió la exportación de oro y plata, entre los más importantes.
Legado del gobernador:
La sociedad tomó su forma bajo el gobierno de Rosas y subsistió después de él. La hegemonía de los terratenientes, la degradación de los gauchos, la dependencia de los peones, todo eso fue herencia de Rosas. El ayudó a crear una sociedad; comenzando por la estancia estableció valores que se extendieron a toda la provincia y se convirtieron en alma en el estado de Rosas. "Subordinación era su palabra favorita, la autoridad su ideal y el orden su logro. Elogiaba a las clases bajas y a los pobres (a quienes siempre ayudó) por su obediencia. Rosas explicaba los orígenes de su régimen como una desesperada alternativa para la anarquía; y sus medidas represoras eran un mal necesario.
Defensor de la Soberanía Argentina:
La guerra con Francia
Desde 1830, Francia buscaba aumentar su influencia en América Latina y, especialmente, lograr la expansión de su comercio exterior. Consciente del poder inglés, en 1838 el rey Luis Felipe exponía ante el parlamento que "sólo con el apoyo de una poderosa marina podrían abrirse nuevos mercados a los productos franceses...". En marzo de 1838 una escuadra de guerra francesa bloqueó el puerto de Buenos Aires.
Sobre el reclamo particular de Francia -la eximición del servicio de armas para sus súbditos-, el gobierno de Buenos Aires retrasó la respuesta por más de dos años. Rosas no se oponía a reconocer a los residentes franceses en el Río de la Plata el derecho a un trato similar al que se daba a los ingleses. Pero sólo estuvo dispuesto a reconocerlo cuando Francia envió un ministro plenipotenciario (con plenos poderes) para la firma de un tratado, lo que significaba un trato de igual a igual y un reconocimiento de la Confederación Argentina como un Estado soberano.
La Convención fue acordada entre el gobierno de Buenos Aires, encargado de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina, y el representante del gobierno de Francia el 29 de octubre de 1840. Esta Convención se conoce como el Tratado Mackau-Arana porque los ministros que lo firmaron fueron el almirante barón de Mackau por Francia y Felipe Arana por Buenos Aires. El tratado establecía el levantamiento del bloqueo al puerto de Buenos Aires y la devolución de la isla Martín García y de los barcos capturados al gobierno de Buenos Aires por parte de Francia, y a su vez, el gobierno de Buenos Aires acordaba eximir del servicio de armas a los súbditos franceses y pagar indemnizaciones a los perjudicados por el conflicto.
La intervención de Gran Bretaña y Francia: A partir de 1842 se reanudó un conflicto interno en la Banda Oriental y Rosas intervino apoyando a uno de los bandos. Esta decisión del gobernador de Buenos Aires provocó la reacción de Francia y de Gran Bretaña k decisión de una intervención conjunta en el Río de la Plata.
Para Gran Bretaña, la posibilidad de una acción coordinada entre  la Banda Oriental y Buenos Aires significaba la anulación de la división política en el Río de la Plata -impuesta por su mediación con la creación, en 1828, de la República Oriental del Uruguay como Estado independiente-. Los intereses británicos se veían gravemente amenazados por el peligro de una política conjunta de los dos países que controlaban el comercio y la navegación en el río de la Plata. Los intereses de los comerciantes ingleses en Montevideo y en Buenos Aires no eran lo mismos. Pero los dos grupos se beneficiaban con la navegación pacífica del río de la Plata y con la apertura de los ríos interiores (el Uruguay) al comercio internacional.
En esta oportunidad, también Brasil intervino en el conflicto a favor de sus propios intereses. A mediados de 1844 propuso a Gran Bretaña una acción conjunta contra Buenos Aires para eliminar la influencia argentina en la Banda Oriental y establecer la apertura de la navegación de los ríos interiores. Esta apertura era necesaria, declaraba, para poner fin al aislamiento del Paraguay.
Finalmente, el gobierno inglés decidió intervenir con el objetivo de lograr la libre navegación de los ríos y mantener el equilibrio rioplatense según el   tratado de 1828 frente a las pretensiones de incorporar la Banda Oriental al sistema rosista. Además, la larga duración de la crisis oriental comprometía la estabilidad económica de la región y perjudicaba a los sectores mercantiles extranjeros y locales. Francia aceptó intervenir limitando sus objetivos -según declaró- a la defensa de la independencia oriental frente a la intervención argentina. En abril de 1845, naves inglesas y francesas bloquearon el puerto de Buenos Aires.
El caudillo oriental Manuel Oribe -con el apoyo de Rosas- mantenía sitiada la ciudad de Montevideo por tierra y, desde 1843, Buenos Aires sitiaba por el río las costas de la Banda Oriental. Pero las naves inglesas desconocían el bloqueo de las naves porteñas y permitían el aprovisionamiento de Montevideo. A mediados de 1845 y después de un ultimátum, las fuerzas navales británicas y francesas "robaron a la escuadra argentina": la capturaron y la obligaron a fondear en el puerto de Buenos Aires. Meses más tarde se propusieron remontar el río Paraná, para poner en práctica el objetivo de la libre navegación de los ríos interiores. Rosas no estaba dispuesto a permitirlo y preparó la defensa, que resultó heroica. En la Vuelta de Obligado sobre el río Paraná el 20 de noviembre de 1845, en una larga batalla en la que sufrieron numerosas pérdidas materiales y humanas, las fuerzas militares y navales porteñas intentaron impedir el paso de las naves extranjeras.
Enfrentamiento con Urquiza:
Urquiza, que hasta ese momento era uno de los aliados de Rosas, decidió iniciar una rebelión con el motivo de organizar al país. El 1 de mayo de 1851 inició el levantamiento; y 24 días después señaló su programa constitucional.
Corrientes se adhirió al movimiento y contó con el apoyo militar de Uruguay y Brasil. El 21 de noviembre se firmó un acuerdo más amplio entre el imperio del Brasil, Uruguay, Entre Ríos y Corrientes para eliminar a Rosas. El 3 de febrero de 1852 Urquiza derrotó al gigante Rosas en la batalla de Caseros. El caudillo criollo escapó ileso de la batalla y unos días después del país. Ésta batalla marcó un momento decisivo en el país, e inició una nueva etapa. Rosas pasó el resto de su vida en el exilio y murió en Southampton (Hampshire, Gran Bretaña).
Fuente. http://www.portalplanetasedna.com.ar/rosas.htm
Domingo Faustino Sarmiento
 (1811-1888)
¿Un bárbaro, un monstruo o ambas cosas?
Tuvo varias facetas en su vida, ninguna de ellas para despertar admiración, sino todo lo contrario.
Su ideología le permite legitimar el colonialismo, implantándolo desde la pedagogía. Pretende que la oligarquía imponga sus ideas al resto de la sociedad influyendo en la clase media e imponiéndole el sentido común de las clases dominantes. Creía que la barbarie era propia de los pueblos americanos y la civilización de los europeos. Su ideología está emparentada con la de Rivadavia, Mitre y tantos pseudos-patriotas de la época que despreciaban lo nacional y ansiaban atraer a Europa hacia estas tierras aún a costas de su propia gente, a la que despreciaba. O sea que para él había que desnacionalizar para civilizar.
Sarmiento escribió en un artículo de El Nacional (19-5-1857): "Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia que no puedo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos que mandaría a colgar......son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se les debe exterminar sin perdonar si quiera  al pequeño que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado"
Artículo de El Nacional del 12-12 -1877: "Estamos por dudar de que exista el Paraguay, descendientes de indios guaraníes, salvajes y esclavos que obran por instinto o falta de razón. En ellos se perpetúa la barbarie colonial. Son unos perros ignorantes. Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López, lo acompañan miles de animales que obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era necesario purgar la tierra de toda esa excrecencia humana, raza perdida de cuyo contagio hay que librarse" Pero el diablo quiso quitarle un hijo en esa guerra, tal vez, para conmover la piedra de su corazón.
Sobre los gauchos dijo en carta a Mitre del 2-2 -1867. "No trate de economizar sangre de gauchos. Es lo único que tienen de humano"
El 3-2-1857 dijo: "La lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esa chusma de haraganes"
Y en su obra: "Conflictos y armonía de razas en América" expresa su desprecio por negros, indios y gauchos.
El General Roca, otro genocida sin escrúpulos dijo de él: "amaba a la Patria pero no a los compatriotas, amaba a la educación pero no a los maestros, amaba a la humanidad pero no a sus semejantes"
Sobre el asesinato y degüello del Chacho Peñaloza dijo a Mitre en su carta del 18-1 1863: "He aplaudido la medida, precisamente por su forma. Sin cortarle la cabeza a aquel inveterado pícaro y ponerla a la expectación, las chusmas no se hubieran aquietado en seis meses"
En su carta a Mitre de Diciembre  de 1861 dijo: " No deje cicatrizar la herida de Pavón. Urquiza debe desaparecer de la escena, cueste lo que cueste. Southampton o la horca. Es la única nube negra que queda en el horizonte"
Y en su obra "Conflictos y armonías de las razas en América" dice sobre Artigas: "Cruel, bárbaro y sanguinario, cuatrero y salteador". "Monstruo, endurecido animal de rapiña", "bestia, animal feroz"
Comentario de la autora Norma Ferreyra: Realmente, no entiendo cómo alguien puede considerar a este individuo como un prócer, ni que los docentes lo recuerden al conmemorar  su día. Espero que los jóvenes al revisar la historia, un día le quiten esos injustos honores  surgidos de la manipulación de Mitre al digitar a su modo  la historia.
Bartolomé Mitre
(1821-1906) HOMBRE FUNESTO PARA TRES REPUBLICAS.
Si Mitre hubiera muerto sesenta años antes, nos hubiera ahorrado muchas vidas y sacrificios...y la historia sería otra.
"Bajo ningún gobierno sudamericano corrió más sangre que bajo el suyo: de orientales, de paraguayos, de brasileros, de porteños, de provincianos."
 (Luis Alberto Herrera, Buenos Aires, Urquiza y el Uruguay.p.116)
El hombre que se inventó a si mismo.
"Solo Mitre, no reelecto, y derrotado en sus nuevas tentativas de rebelión, fue superior a todos los fracasos. Excluido de la política, politiqueó con la historia, exigiendo un anticipo de gloria para hacerle coacción a la posteridad. Es el caso más notable que se conoce de voluntad perseverante para la propia glorificación. Napoleón falsificando la historia en Santa Elena, es un infeliz comparado con Mitre. Napoleón disponía de una epopeya y de un Memorial. Mitre se inventó a si mismo. Toda su vida política, militar y literaria es la sugestión imperiosa de un megalómano". (Carlos Pereira. Francisco Solano López. nota al pie p.118 )
BARTOLOMÉ MITRE (El farsante)
Mitre era Argentino de casualidad. Hijo de modesta familia Uruguaya nació accidentalmente en Buenos Aires.
Como militar se destacó porque aún contando con fuerzas superiores, nunca ganó una batalla. Como político, su ascenso fue paralelo con el que hizo en la masonería. Como historiador contó y ocultó lo que le convino.
A los 14 años Bartolomé comienza a trabajar en una de las estancias de Rosas, "El rincón de López", regenteada por Gervasio Rosas, hermano del restaurador. El joven Mitre no logra adaptarse a la férrea disciplina de la estancia y es devuelto por Rosas a su padre con estas palabras: "Dígale a Don Ambrosio que aquí le devuelvo a este caballerito, que no sirve ni servirá para nada, porque cuando encuentra una sombrilla se baja del caballo y se pone a leer."
Durante la época de Rosas se dedicó a la literatura periodística defendiendo los argumentos unitarios, desde Montevideo, sin cruzar el charco. Participó durante la batalla de Obligado, pero no como soldado sino como observador. Tampoco lo hizo desde las baterías de Obligado ni de tierra firme, sino desde los buques ingleses que violaban la soberanía nacional. ("El grumete" lo apoda Carlos Saavedra Lamas)
"Los que cometieron aquel delito de leso americanismo (apoyar la invasión francesa), los que se echaron en brazos de la Francia para salvar la civilización europea, sus instituciones, sus hábitos e ideas en las orillas del Plata, fueron los jóvenes, en una palabra, ¡fuimos nosotros! ... Somos traidores a la causa americana, española, absolutista, bárbara... De eso se trata, de ser o no ser salvajes" (Sarmiento)
Apareció en Buenos Aires después de Caseros henchido de ideas liberales y patrioterismo. Su pluma hábil y sus discursos, su pálida figura flaca y alta, ("El Tísico" lo apoda Urquiza) su traje de gabardina inglesa, su barba y melena larga le dieron cierto renombre de joven romántico, una especie de Don Quijote adaptado al Buenos Aires de la época, que provocó la adhesión y admiración de los jóvenes románticos que festejaban sus discursos ampulosos y lo acompañaban hasta su casa vitoreándolo, creyéndolo además un glorioso militar, sin su debida oportunidad hasta el momento. La búsqueda de gestas heroicas como pedestal para su política de charlatanes lo llevo buscar glorias que nunca obtuvo, y a perder a mano de un minúsculo grupo de indios mal armados, que con la tercera parte de las fuerzas en Sierra Chica le comieron hasta los caballos.
Coronel artillero y amante de las culturas foráneas, estudiaba las tácticas y estrategias de guerra científicas que se aplicaban en Europa, pero no daban resultados en estas pampas salvajes. Iluso, se veía a si mismo como una especie de genial estratega al estilo de Napoleón o Carlomagno. Incapaz en el campo de batalla ("a Mitre no se le ocurre nada en el campo de batalla" diría D`Amico, oficial porteño.) pero dotado de un optimismo enfermizo lo hacia avanzar en el campo de batalla "hacia ningún lado", como cuando las tropas enemigas se le habían esfumado en Cepeda y su terquedad no le dejaba ver que estaba totalmente derrotado, casi solo, de noche en le medio del campo y totalmente rodeado por el enemigo que le daba la oportunidad de escabullirse. Escarmentado en todas las batallas que participó y más predispuesto a salvar el pellejo que a arriesgarlo lo llevaba a disparar antes de tiempo, como en Pavón cuando Urquiza le "regalaba" el campo de batalla y la victoria. "No dispare general, que ha ganado" diría el parte que lo alcanzaba en su huida furtiva, para enterarlo de la realidad.
Incapaz de matar una gallina con un cañón, era capaz de cazar dos leones con la charla, hacerlos pelear entre si hasta quedar extenuados y convencer al ganador que se sometiese manso, a sus concejos. Vencido en los campos de batalla era capas de transformar las derrotas en triunfos o en "heroicas retiradas", buscar chivos expiatorios (Alsina) y volverse sobre el vencedor (Urquiza) y halagarlo hasta someterlo enredado en su política y su palabrerío. (a Urquiza, lo llamará el "Washington de la América del Sur", para sobrealimentar su ego)
Falsificación de la historia
Como historiador engañó a generaciones enteras: Mitre había escrito la historia de Belgrano. (bastante criticada por Vicente Fidel López, en esa época) y Adolfo Saldías (Liberal, discípulo y admirador de Mitre), le propuso a Mitre (y éste lo alentó) continuar con la historia de la "tiranía" de Rosas y la "liberación" de Mitre Saldías se tomó las cosas en serio y revolvió todos los documentos de la época, y hasta el propio archivo de Rosas en Inglaterra, facilitado por Manuelita Rosas. Cuando terminó su Historia de Rozas, luego Historia de la Confederación Argentina, (basada en un estricto estudio de la documentación), le mandó orgulloso un ejemplar a Mitre para pedirle opinión sobre su investigación histórica; Mitre le mandó a Saldías una carta con una serie de gansadas y reprochándole entre otras cosas que no había mantenido los "nobles odios que todo liberal debe mantener a toda tiranía" ;o sea que para Mitre, la historia no se hace en base a "documentos", sino a "nobles odios". El loco Sarmiento fue más sincero "Jovencito, no tome como oro de buena ley todo lo que hemos escrito contra Rosas. Nosotros éramos sus enemigos políticos" (JMR tVVII.p.187)
"Los federalistas no sólo quieren que Buenos Aires no sea la capital sino que como perteneciente a todos los demás pueblos divida con ellos el armamento los derechos de aduana y demás rentas generales; en un palabra que se establezca una igualdad física entre Buenos Aires y las demás provincias, corrigiendo la naturaleza que nos ha dado un puerto, unos campos, un clima y otras circunstancias que le han hecho físicamente superior a otros pueblos, y a la que por las leyes inmutables del orden del universo está afecta cierta importancia moral de un cierto rango" (La Gazeta de Bs.As. 15-12-1819) (AGM.p.103) ¿Cuales eran las leyes inmutables del universo que condenaban a las provincias a pagar derechos de aduana para su comercio? ¿Por qué se adjudicaba Buenos Aires las rentas de un puerto y negaba el comercio a través de cualquier otro?
"...siendo Buenos Aires la única base posible de un gobierno general, el único centro de donde podría partir un impulso vigoroso y una inmensa masa de recursos puestos al servicio de la comunidad..." (Mitre. Historia de Belgrano II cap.XXVII.p.364) ¿A que "inmensa masa de recursos" se refería Mitre? La inmensa masa de recursos de la oligarquía porteña, eran precisamente los recursos de la aduana del puerto, cuyo beneficio debería haber pertenecido al interior. ¿al "servicio de que comunidad" se referiría Mitre? ¿a "su" comunidad? ¿a la comunidad británica? ¿a la comunidad masónica?
"Aquí en Buenos Aires se juega con los pueblos y se les ata como mansas bestias al carro de la fortuna de cuatro docenas de hombres..." (Gorriti. Papeles y Memoria, public. of. Jujuy 1936) A estos hombres Rosas los llamó "los quebrados y agiotistas que forman esa aristocracia mercantil" (Rosas a Estanislao López. Hacienda de Rodríguez, 12 dic. de 1828) "...los que han querido mantener en sus manos el monopolio del comercio exterior y en su cofre el producto de las rentas que le produce. El puerto único habilitado por las Leyes de Indias para el comercio exterior ha pugnado por mantener sus caducos privilegios. Esta es la verdad histórica. Este es el punto de partida de nuestra revoluciones." (Benigno T. Martínez. Historia de Entre Ríos)
Hay que aclarar sin embargo que nos referimos "cuatro docenas de hombres" y no al pueblo de Buenos Aires o de la campaña, que tal vez fue la primer victima de la oligarquía porteña, también explotada y despreciada por la gente "ilustrada". Vicente Fidel López, historiador liberal unitario, se refiere en estos términos despectivos hacia el pueblo; "En la provincia de Buenos Aires, excitada por el partido de oposición (Federal)...las muchedumbres de la campaña y la hez de los suburbios, repletos todavía de plebe desmoralizada...se contagiaban por instantes con el ejemplo de las provincias, y era de temer que de un momento a otro hiciesen explosión, en el seno profundo y sombrío de las masas, aquellos instintos vagos y bárbaros que se desatan....cuando esta clase de perturbaciones aflojan los vínculos de orden social..."(V.F.López. Hist.de la Rep.Arg, t.X.p.230)
No toda la oligarquía porteña fue "nativa del puerto". También formó parte de esa oligarquía gente del interior, como el sanjuanino Sarmiento, los cordobeses Paz y Vélez Sársfield, los tucumanos Avellaneda y Roca, los orientales Paunero y Flores, etc.
Por obra de Buenos Aires no somos los Estados Unidos del Sur, tan potentes y grandes como los del Norte; a la oligarquía portuaria y a los ideólogos del unitarismo se lo debemos. (García Mellid, Procesos a los Falsificadores de la historia del Paraguay-t.I.p.94.100)
Mitre, la corrupción y el fraude.
Después de Caseros, Urquiza se instaló en la casa de Rosas en Palermo. Como Lavalle, para asegurarse el apoyo político repartió dineros públicos entre un numeroso grupo de oficiales y allegados. El reparto fue mayor que en 1829; también lo era el tesoro en 1852. Las órdenes de pago más modestas eran por veinte mil pesos. Don Vicente López y Planes cobró 200 mil pesos y aceptó asumir como gobernador de Buenos Aires.
He aquí una pequeña parte de la lista de los que recibieron los "incentivos de Urquiza", claro que con dineros públicos:
Tte. Cnel. Hilario Ascasubi, 10 mil / Cnel. Manuel Escalada, 100 mil / Gral. Gregorio Aráoz de La Madrid, 50 mil /Cnel. Bartolomé Mitre, 16 mil
Con el correr del tiempo y el fraude sería gobernador de Buenos Aires, "Encargado del Ejecutivo Nacional", y más tarde Presidente. Adolfo Alsina le reprochará luego haber sido "presidente de hecho con facultades completamente dictatoriales"
"Consta de la administración del Gral. Mitre que nunca propuso, ni sus partidarios apoyaron, ningún proyecto de ley que tendiese a evitar, corregir y castigar los fraudes ni las violencias en las elecciones. Consta igualmente que durante esta administración fueron destituidos empleados superiores por no participar de la opinión del gobierno en una elección popular." (D.F. Sarmiento, "La Tribuna", 9 de octubre de 1874.)
"Después de la caída de Rosas, Buenos Aires fue educada en la practicas de la libertad por demagogos. El fraude, la falsificación de las urnas electorales vienen de 1852 por los comicios organizados por Mitre. Después de veinte años de este sistema Mitre se ha quedado solo en la República con sus paniaguados. En Buenos aires hay tal libertad de sufragios que ni a palos harán que el pueblo concurra a elecciones". (Sarmiento, siendo Presidente. Año 1872 ).
"Nuestra base de operaciones ha consistido en la audacia y el terror que, empleados hábilmente han dado este resultado admirable e inesperado. Establecimos en varios puntos depósitos de armas y encarcelamos como unos veinte extranjeros complicados en una supuesta conspiración; algunas bandas de soldados armados recorrían de noche las calles de la ciudad, acuchillando y persiguiendo a los mazorqueros; en fin: fue tal el terror que sembramos entre toda esta gente con estos y otros medios, que el día 29 triunfamos sin oposición." (Sarmiento, carta a Domingo de Oro, 17 de junio de 1857, en Peña, Milcíades, "La era de Mitre", Bs. As., Fichas, 1973.
"Como encargado del Ejecutivo Nacional", en 1862 regresa a Buenos Aires al frente de la guardia nacional, declarando "¡Pueblo de Buenos Aires! ¡Os devuelvo por segunda vez intactas las legiones que me confiasteis en el momento de peligro!". (por ser "guardia nacional" no había participado ni de una refriega), y le escribe a Gelly y Obes "La guardia nacional ha sido magníficamente recibida. Buenos Aires no recuerdan triunfo igual (¿?) .Menos fastuosos que los de la antigua República Romana, tal vez."
Como presidente adopta una política liberalista de entrega al capital inglés. Entrega también los ferrocarriles, incluidos los ya construidos con capital nacional, como el "Oeste", y al inaugurar la estación del "Sud" (1862) dirá en su discurso "¿Quien impulsa este progreso? Señores: es el capital ingles"
"... (Argentina) hace veinticinco años que sigue rodando en la pendiente y en vez de contenerse, cada día aumenta la rapidez de su caída (.....) Así, cada crisis es dominada aumentando las causas que la produjeron: el empréstito; la concesión de grandes negocios a capitales extranjeros; la hipoteca de todas las tierra públicas y de las particulares; la venta en Europa de las tierras nacionales y el aumento de los gastos de la Nación"· (Carlos D´Damico. Ex gobernador de Buenos Aires-1890).
Siendo ministro de Avellaneda, hablando de candidaturas, Roca le escribía a Juárez Célman, en julio de 1978: "Resumiendo: tenemos a Sarmiento, que no es una solución de paz para la República y que ya está bastante viejo. A Rocha, Irigoyen y a mí, que no podemos ser candidatos con probabilidades de triunfo y que seríamos muy combatidos. Yo también soy del mismo parecer: Mitre sería la ruina para el país. Su partido es una especie de casta o de secta que cree tener derechos divinos para gobernar la República. Tejedor, si no es jefe de partido y tiene el mal sentido de elegir palabras (.......), es hombre recto, honrado, y no tan terco ni indócil como lo condenan las exterioridades. Sobre todo creo que es la única carta que podríamos jugar con éxito (.....)" Poco tiempo después, Roca cambia de opinión y en mayo de 1980, le dice a Juárez Célman: "El Congreso, avasallado como está por las Turbas a sueldo de Tejedor, no tenemos seguramente mayoría (....) Para vengarme de todo esto, no se me ocurre otra cosa que Sarmiento; y también, como asegurar las situaciones y fortunas políticas de nuestros amigos. El Loco se nos entregará de cuerpo y alma y nos dará todo lo que pidamos, (......) porque está poseído de la ambición más desenfrenada. Creo que con él, no evitaremos una guerra civil, pero no la haremos en mi nombre y así sería más seguro que los elementos militares de la Nación cayeran en nuestras manos; quitando así la sombra de complicidad conmigo (....) Aunque lo de Sarmiento no sea una resolución, conviene ir preparando hábilmente el terreno. Cuando nos veamos arrinconados, le clavaremos este agudo arpón en el medio del lomo a los señores mitristas, autores de todo esto, y seguiremos preparándonos en silencio y con disimulo para pasar el Rubicón en mejor oportunidad" ("Juárez Célman". Agustín Rivera Astengo) (Extraído de "Los heterodoxos del 80" de J. Sulé)......la verdad que no tiene desperdicio
El desierto inconquistable - Sierra Chica, 31 de mayo de 1855
Durante la época de Rosas, prácticamente se habían terminado los malones, o se reducían a pillajes sin importancia, por los tratos que Rosas había hecho con los indios en 1833, entregándole mercaderías, yerba y caballos. Después de Caseros no se mantuvieron los acuerdos, y los indios reanudaron los malones, amenazando Bahía Blanca, 25 de Mayo, etc. Entre los caciques estaba Catriel y Payne, comandados por Calfucurá.
"Juan Manuel es mi amigo. Nunca me ha engañado. Yo y todos mis indios moriremos por él. Si no hubiera sido por Juan Manuel no viviríamos como vivimos en fraternidad con los cristianos y entre ellos. Mientras viva Juan Manuel todos seremos felices y pasaremos una vida tranquila al lado de nuestras esposas e hijos. Todos los que están aquí pueden atestiguar que lo que Juan Manuel nos ha dicho y aconsejado ha salido bien..." Discurso del cacique pampa CATRIEL en Tapalqué celebrando la llegada de Rosas al poder en su segundo gobierno. Extraído del libro "Partes detallados de la expedición al desierto de Juan Manuel de Rosas en 1833. Recopilado por Adolfo Garretón. Edit. EUDEBA. Bs. As. 1975.
"Nuestro hermano Juan Manuel indio rubio y gigante que vino al desierto pasando a nado el Samborombón y el Salado y que jineteaba y boleaba como los indios y se loncoteaba con los indios y que nos regaló vacas, yeguas, caña y prendas de plata, mientras él fue Cacique General nunca los indios malones invadimos, por la amistad que teníamos por Juan Manuel. Y cuando los cristianos lo echaron y lo desterraron, invadimos todos juntos". Expresiones del Cacique Catriel, extraídas del libro "Roca y Tejedor" de Julio A. Costa.
¿Quién mejor que Mitre para darle un escarmiento a esos indios ignorantes que andaban maloneando en la campaña de Buenos Aires? ¿acaso no había ido Rosas en 1833 hasta Choele Choel y Neuquén?
En Buenos Aires la juventud liberal lo despide con un banquete,(como corresponde), donde Mitre promete "exterminar a los bárbaros". Allá va entonces Mitre al frente de más de 900 hombres de infantería, caballería y dos piezas de artillería, pero al llegar a las proximidades de Sierra Chica, se topa con Catriel y Calfucurá al frente de 500 indios, que le aniquilan la infantería, le toman la artillería y le desbandan la caballería. El Tísico y el resto de la tropa que le quedaba, apenas pudo salvar el pellejo trepando a la Sierra Chica, inaccesible para la caballería. Los salvó la policía de Tandil que los socorrió y les abrió una vía de escape. (Se volvieron de a pie) Es curiosa la táctica de Mitre, que sale de Buenos Aires como "caballería" pero regresa como "infantería".
No obstante esta derrota vergonzosa, Mitre llega a Buenos Aires donde es agasajado por Sarmiento en un banquete, (como corresponde), donde Mitre dice otra de sus frases célebres (como corresponde) "El desierto es inconquistable"
Mitre disimuló públicamente esta derrota vergonzosa, aunque en los partes no pudo disimular, (porque siempre hay algunos testigos batilanas) y el 12 de junio le informa a Obligado: "Para ocultar la vergüenza de nuestra armas (la vergüenza de Mitre será) he debido decir que la fuerza de Calfucurá ascendía a 600, aun cuando toda ella no alcanzase a 500; así como he dicho que la División del Centro no pasaba de 600, aun cuando tuviese más de 900, dos piezas de artillería y 30 infantes el día que tuvo lugar su encuentro en el que Calfucurá debió quedar destruido...He dicho también que por falta de caballos, pero debo declarar a usted confidencialmente que ese día los tenia regulares...Hasta ahora sabíamos que era un buen partido un cristiano contra dos indios, pero he aquí que ha habido quien haya encontrado desventajoso entre dos cristianos contra un indio." (Scobie. La lucha.p.132 / JMR.t.VI.p.151)
Leyendo cuidadosamente las palabras del parte, y tomadas como de quien vienen, podemos deducir que los indios eran 250, las tropas 1800, la infantería 60 y las piezas de artillería cuatro. Y con jefes como ese, un buen partido era por lo menos cuatro contra uno. Respecto a los caballos, efectivamente ese día los tenia regulares ...¡cuando los tenia faltantes era al día siguiente!
Ver también: "Triunfo Grande" (versión del Pueblo Mapuche).
1859 Cepeda II o "La manera más insólita de perder una batalla"
Si no fuera por la sangre derramada por los pobres gauchos que entregaban su vida tal vez sin saber los motivos, los próximos episodios de la lucha de federales y porteños, en lugar de capítulos de la historia, bien podrían formar parte de una especie de miniserie tragicómica, apta para todo público.
Hacia tiempo que ambos bandos, divididos, se miraban con ganas, pero ante la falta de apoyo externo, ninguno de los dos se animaban.
Urquiza mientras tanto negociaba con López, de Paraguay, para que le facilitara algunos vapores que le permitieran cruzar el Paraná, a cambio de reconocerle la soberanía paraguaya sobre el Chaco, pero el desconfiado Supremo quería primero "el reconocimiento" y después "los vapores". Para cuando Urquiza le mandó a Luis José Peña con autorización para el reconocimiento, los porteños ya lo habían sitiado a Urquiza en Paraná y López le negó los vapores: "Urquiza está perdido. Se ha dejado sitiar en su propia capital y es imposible que reaccione. Todos sus planes han fracasado. Yo no he tratado con semejante gobierno. Los vapores que había ofrecido son ya inútiles, no los entrego" le hace saber López a Peña.
Urquiza, enfurecido, quiso tomarse la revancha con López, y de paso ganarse el apoyo inglés. López descubrió el complot de James Canstatt (Oriental de origen inglés) para asesinar a López, y lo mandó preso. El cónsul Henderson de Asunción salió en defensa de "la libertad del súbdito ingles" pero López, que no era de arriar con el poncho, le contestó que "el ciudadano oriental Santiago Constatt estaba sometido como todo habitante, a las leyes del país". Como Henderson le retrucara "por la injusticia notoria", López le mandó los pasaportes como para que baje el tonito de voz. Más tarde Thornton se presentaría ante López para pedir explicaciones pero Don Carlos lo recibe "sentado y con el sombrero puesto" porque la Reina Victoria había recibido al representante paraguayo en el trono con la corona puesta, y él no era menos que la reina ni Inglaterra era más que Paraguay. Urquiza vio entonces la oportunidad de vengarse de López (su compadre) y de paso agarrarse de alguna tabla para seguir flotando, y le ofreció todo el apoyo a los ingleses. "si a consecuencia de la ofensiva conducta del gobierno del Paraguay, el gobierno ingles cree necesario enviar una expedición a la capital de esa república (Paraguay), Su Excelencia (Urquiza) no solo consideraría favorablemente tal procedimiento, sino que ofrecería todas las facilidades que estuviesen en su poder, tal como abastecer las fuerzas con carne y provisiones (¿un negocito?), permitir depósitos de carbón, etc. y hasta proporcionaría hombres y caballos si fuera necesario", (los ingleses libras esterlinas y nosotros la sangre de los gauchos) agregando "que haría un gran servicio a la causa de la civilización obligando al presidente López a cambiar su política exclusivista por una más liberal (.....)" (¡Flor de compadre tenía López!) Es de hacer notar que Urquiza ofrecía fácilmente "hombres y caballos" pero nunca un peso de su incalculable fortuna personal. Como los ingleses "ni le contestaron", Urquiza se quedó en Paraná, encerrado en su casa, como loco malo, y sin atender a nadie.
La Confederación estaba construyendo una flotilla en Montevideo, financiada con fondos del barón de Mauá (el brasilero financista de Caseros, testaferro de Rothschild y virtual dueño de Uruguay). Por su parte Bs.As., que había artillado Martín García para cortarles el paso a la Confederación, les mandó dos naves a bloquearles el puerto de Paraná para que Urquiza no pudiera cruzar el río con su ejército, acantonado en Paraná. Con los federales encerrados en Entre Ríos la guerra estaba ganada sin pelear, y bastaba que Bs.As. mandara los bomberos a Santa Fe y dejarlo a Urquiza que se entendiera en su Mesopotamia.
El jefe militar natural de Bs.As., bien podría haber sido el experimentado general Hornos, pero los mitristas preferían darle a Mitre la oportunidad de una gloria militar (que nunca tuvo) que le sirviera de pedestal para sus ambiciones políticas. El argumento era que había que remplazar los militares "intuitivos" por militares "científicos" , en este caso el coronel artillero Mitre, que se había leído todos los libros de estrategia francesa. Al conocer estos argumentos para darle el mando a Mitre, el general Hornos, al mejor estilo de los geniales monólogos de Tato Bores, comentaría irónicamente "Si el general en jefe quiere ganarle a Urquiza a la europea, acabaremos disparando a la criolla", (Cárcano, JMR.t.VI. p. 267) Los hechos, bien pronto le darían la razón Hornos.
Encerrado entonces Urquiza en Paraná sin medios para cruzar el río, el ejercito porteño al mando del militar científico Mitre, con la orden del ministro de guerra (Obligado) avanzó "a la mayor brevedad posible" hasta San Nicolás, donde estableció su base. Era tal la euforia y confianza porteña, que Vélez Sársfield le encargó a Mitre "el caballo en que entre triunfante en Rosario para usarlo yo en esta primavera y verano" Mitre se demoró inexplicablemente en San Nicolás, (tal vez armando su escritorio para redactar los partes de la próxima victoria, o repasando sus tácticas de guerra francesas) hasta que un hecho inesperado vino a cambiar la situación. En el vapor Pinto, una de las dos naves que bloqueaban Paraná, se produjo el levantamiento de un sargento y un cabo que entregó a los federales la nave con toda la oficialidad. El otro vapor escapó a Bs.As. tiroteado desde las batería de Rosario. Urquiza entonces rebautizó el vapor "9 de julio" y lo incorporó a la flotilla que desde Montevideo logró forzar a duras penas el paso de Martín García y remontar el Guazú. Tenía entonces Urquiza los medios para cruzar el río.
En el interín aparecería también como actor de reparto el representante norteamericano Yancey, que en agradecimiento del la mano que le dio anteriormente Urquiza en su entredicho con Paraguay, se ofrece como mediador. Hace varios viajes entre Rosario y Bs.As. sin conseguir nada de los porteños que se sentían fuertes con Urquiza del otro lado del Paraná y un militar "científico" en la orilla opuesta.
Con la flotilla, Urquiza pasa el río con 10.000 hombres, con el cintillo punzó de Rosas, aunque levemente cambiado el texto por "Defendemos la ley federal jurada. Son traidores quienes la combaten" que sonaba un poco más "civilizada" que aquella de "Viva la Santa Federación. Mueran los Salvajes Unitarios" Mitre, que buscaba un escenario digno de sus futuras glorias, se traslada bordeando el arroyo del Medio hasta el campo de Cepeda, con un ejercito que, si bien con menos caballería, doblaba al de Urquiza en infantería, cañones y armamento. (El mayor ejército, descartando el de Caseros) Se establece entonces en Cepeda, donde Ramírez y López vencieron a Rondeau en 1820, que le pareció adecuado a su trayectoria histórica futura "Aquí fue la cuna del caudillaje, aquí será su tumba" diría Mitre pomposamente..
Mientras repasaba sus lecciones de estrategia francesas, mandó a la caballería que "vichara" el ejército enemigo, aunque sin dar batalla. Allá fueron Hornos y Flores con 4.000 jinetes, pero al encontrarse sorpresivamente con el ejército federal se desbandaron inmediatamente a los cuatro vientos. La caballería porteña "despareció como el humo. Sin combatir" dirá el parte de batalla en palabras del propio Mitre. Se cumplía entonces la profecía de Hornos "Si el general en jefe quiere ganarle a Urquiza a la europea, acabaremos disparando a la criolla"
Mientras tanto Mitre, que ya se había decidido por la táctica francesa del "orden oblicuo", formó sus tropas en el campo de Cepeda en esa formación defensiva: "ya verán esos gauchos ignorantes - habrá pensado el tísico - lo que es enfrentarse con una técnica "científica" Atrás suyo puso la caballería que Hornos había alcanzado a salvar "disparando a la criolla".
Urquiza, que había avanzado sin esperar el parque de municiones atrasado, se encontró de pronto frente al "orden oblicuo" del ejercito porteño, sin poder atacarlo sin municiones. Se quedaron todo el día mirándose, desorientado tal vez Urquiza (como había previsto Mitre) ante la nueva táctica porteña, sin entender porque no aprovechaba el momento el ejercito porteño. Es que Mitre, no podía atacar sin romper "el orden oblicuo" ..."a Mitre no se le ocurre nada en el campo de batalla" diría D`Amico, oficial porteño.
Cuando a media tarde llegó el parque federal, Urquiza avanzó su ejercito, pero en vez de hacerlo de frente, (tal vez en un gesto de caballerosidad, por no romperle las filas a Mitre) lo hizo por ambos flancos, rodeando al ejercito porteño. Mitre, que vio el Campo despejado, desenvainó su espada y al grito de "¡Victoria, Victoria!" avanzó hacia donde suponía estaba el ejército federal. Pero no tenía en frente ni el ejército federal y ni siquiera molinos de viento con quien pelear, de manera que al llegar la noche, decidió acampar. Estaba completamente rodeado por los federales.
Mitre no tenia idea de lo que había pasado: "recorriendo la línea la saludé vencedora en el campo de batalla" dirá, y entre vivas a Bs.As cantaron el Himno Nacional. Mientras tanto Urquiza, instalado en la propia carpa que Mitre dejó en Cepeda, y tal vez desorientado todavía por el "orden oblicuo", se preguntaba que había hecho "el farsante general en jefe, cuya impericia se había puesto de manifiesto desde el primer momento" (Urquiza)
Conesa y Adolfo Alsina, mostrándole al tísico los fogones federales, apenas logran convencerlo que estaban vencidos y completamente rodeados por una fuerza sumamente superior. En consejo de oficiales lograron convencerlo que al menos dejaran escabullirse en la noche a Conesa con 2.000 infantes, que recorrieron las 16 leguas que los separaba de San Nicolás, en solo 15 horas, menos de la mitad de las 36 horas que empleara Rondeau en su disparada de 1820. Mitre con su verborragia habitual la llamaría "la heroica retirada". Algo de razón tenía: recorrer esa distancia a pie, de noche y a campo traviesa, vadeando arroyos y lodazales, arrastrando 10 cañones, y a un promedio de 5,3 km./h., era una verdadera proeza, digna de laureles en otro tipo de competencias. Mitre, que todavía no se convencía de la derrota, o no quería convencerse, pidió la lapicera de escribir partes de victoria y le comunicó a Obligado, en San Nicolás, que a pesar de la "cobarde" dispersión de la caballería había "aniquilado al enemigo" y se retiraba "con la infantería y artillería en completo orden" (por supuesto no le decía nada de todo lo que había dejado atrás: todo el parque casi completo en el campo de Cepeda, incluido 5 cañones al vadear el arroyo del Medio)
El siguiente desorientado fue Obligado, que totalmente confundido con los victoriosos partes adelantados por Mitre, lo esperaba como triunfador en San Nicolás con las fanfarrias, pero al ver llegar las maltratadas tropas y enterarse un poco más, se quedó "como pollo que lo cambian de patio". Decidieron entonces embarcar las tropas a Bs.As. y Mitre, aun no vuelto a la realidad, redactaba otro parte de batalla "No había conseguido un triunfo completo" pero lograba "salvar en el Campo de batalla el honor de nuestras armas y las legiones que el pueblo me confió en el día del peligro devolviendo a Buenos Aires todos sus hijos cubiertos de gloria" Nunca se supo a que honor ni a que gloria se refería. Como para confiarle "los hijos en los días de peligro" !!!
Lo que tampoco nunca se supo, es porque Urquiza no aprovechó la fácil ocasión de coparle totalmente todo el ejercito, incluido a Mitre, y lo dejó escapar. Tal vez prefería que sigan los mitristas en Bs.As. antes que surja un federal que le hiciera sombra, o tal vez, prefería dejarlo escapar para vencer fácilmente en la próxima batalla al "farsante general en jefe" (soldado que huye sirve para otra batalla)
Los dispersos de la caballería de Cepeda llegaban a Bs.As. esa misma noche con la noticia del desastre, y en la confusión hasta daban por muerto a Mitre, desparecido a Hornos y suicidado a Conesa. Pero Mitre, acostumbrado a las derrotas militares en el campo de batalla y a las victorias militares en el campo literario, se encargaría de levantarle el ánimo a los decaídos porteños. El 25, tras 32 horas de remo por el Paraná, llega Dardo Rocha a Bs.As. "fatigado pero lleno de patriotismo como el guerrero de Maratón" (No faltaban entre los mitristas las comparaciones heroicas con Carlomagno, Napoleón o "el guerrero de Maratón") Como Rocha encontró la casa de gobierno vacía, se fue hasta el domicilio de Alsina, que estaba con visitas tratando de tragarse el sapo de la derrota. Como escuchara que traían un parte del "general en jefe" pidió lámparas para leer el parte, y levantado el ánimo imprevistamente, dio la noticia de la victoria a la prensa, y comenzó la euforia de los festejos, equivocados por cierto. Luego llegaría el segundo parte de Mitre " Si la fortuna o la composición o número de los elementos puestos bajo mis órdenes no me han permitido obtener un triunfo completo, tengo la satisfacción de haberme batido uno contra cuatro, y de haber salvado casi intactas las legiones que el pueblo me confió en el día del peligro" Lo que no le había permitido a Mitre "obtener un triunfo completo", no era por deficiencias en "la composición o número de elementos puestos bajos sus ordenes" sino más bien otras cosas que siempre le faltaron. Considerando que el número de hombres en lucha era similar, lo que nunca se supo es si Mitre dijo "haberme batido uno contra cuatro" por agrandar una victoria (de la que estaba convencido equivocadamente), por disimular la completa derrota o porque en el susto de la noche había visto tres fantasmas que se agregaban al ejercito enemigo. Era tal el triunfalismo de Mitre, que hasta dio a publicidad una carta a su esposa, donde le decía que a pesar de verse reducido sus efectivos por la "deserción" de la caballería, le bastaron los dos tercios restantes para "quedar dueño del campo". No se sabe quien sería el "dueño del campo" de Cepeda, pero la derrota de Mitre fue completa, y su desempeño lamentable y ridículo.
Pero la literatura de Mitre en sus "partes de batalla" habían trasformado para los porteños la derrota en "un triunfo Romano" y sin reparar en el estado de las tropas ni en su reducido número, vivaban al nuevo héroe y su "gloriosa retirada" y hasta se acuñaron medallas conmemorativas con la leyenda "Vencedor de Cepeda - 23 de octubre de 1859" A la hora de diseñar el cuño, seguramente el acuñador debe haber dudado si poner la figura de Mitre o la de Urquiza.
Sin embargo las noticias traídas por los oficiales de la escuadrilla no eran tan alentadoras, y hablaban de un completo desastre militar. Las tropas de Urquiza estaban a las puertas de Bs.As. y de un momento a otro vendría Urquiza a clavar el asador frente al fuerte de Bs.As. sin ninguna dificultad. Así y todo el optimismo liberal no disminuía, y "Tribuna" decía que, sin infantería, "el gaucho entrerriano podría solamente robar vacas, su ocupación favorita" Mientras tanto en Bs.As. circulaban los partes de Urquiza, que modestamente atribuía su triunfo a la "impericia del farsante general", que le dejan veinte piezas de artillería, dos mil prisioneros, todo el parque, municiones, bagajes y hasta la propia carpa de Mitre. Mariano Varela reclamaba "que se termine con la farsa, y se diga si Urquiza se viene o no se viene"
Pero el reverso de Mitre, (que lo que perdía en la batalla lo ganaba en la literatura), era Urquiza, que lo ganado en el campo de batalla lo perdía en los tratados y negociaciones posteriores, (que no se cumplirían) mareado ante los argumentos de los doctores. Así es que, con indulgencia, dice que "Ofrecí la paz antes de combatir y de triunfar. Dos mil prisioneros tratados como hermanos, son la prueba que os ofrezco de la sinceridad de mis buenos sentimientos y de mis leales promesas" y tal vez tratando de ganarse el agradecimiento del pueblo porteño (que siempre lo rechazó) agrega que "No vengo a someteros bajo el dominio arbitrario de un hombre. Vengo a arrebatar de vuestros mandones el poder con que os conducen por una senda extraviada. (.....) desde el campo de batalla os saludo con el abrazo de hermano. Integridad nacional, libertad, fusión, son mis propósitos" De nada le servirían esas palabras grandilocuentes tiradas al vacío, porque los porteños comenzarían a cavar trincheras, no se sabe si para defenderse o "desaparecer".
Alsina pretende remplazar a Mitre por Conesa para la defensa, pero Mitre, a excepción de las cargas de caballería, resiste cualquier cosa, y la prensa ataca a Alsina y su "gobierno infatuado y ciego" que no había facilitado a Mitre una "composición o número de elementos" suficientes para "completar la victoria."
Apareció entonces el milagro que necesitaba Bs.As. para que Urquiza no paseara su caballería hasta el centro de la ciudad: Solano López, que ofrecía sus oficios de mediador. Los porteños, viendo de cerca a "la montonera", aceptaron en principio la mediación, aunque seguía el aire triunfalista en la prensa, que pensaba resistir con 2000 hombres vapuleados en Cepeda, los 16.000 que Urquiza había puesto a las puertas de Bs.As. Alsina pidió a la legislatura "los medios necesarios para una resistencia heroica", pero la legislatura, en vez de "los medios necesarios" le mando "una comisión que le exigía la renuncia", cosa que Alsina presentó en el acto.
La cosa no fue tan fácil en el bando federal, ya que Urquiza, que en principio aceptaba la mediación, no quería detener su marcha mientras los porteños cavaban trincheras apresuradamente. La discusión fue tan agria que Urquiza y López casi se van a las manos. "Se cruzaron palabras inspiradas en hondo descontento - relata Guido - que hubo de degenerar en una seria desavenencia. El Doctor Delfín Huergo, que presenciaba la escena, salió a buscarme y me halló cerca; me pidió encarecidamente que entrase a cortar, si era posible, el progreso de aquel disgusto...y tuve la fortuna de que, aclarados los puntos de disidencia, los ánimos se calmaran.". Por fin López convenció a Urquiza para que dejase a los liberales en Bs.As.
López recibió agradecimientos y agasajos por la mediación lograda; Urquiza le regala la espada de Cepeda y Mitre le hace un álbum en su honor. Pero no necesitaría López esperar hasta 1865, (con motivo de la guerra de la triple alianza) para comprobar la ingratitud porteña. Le bastarían unos pocos días, cuando terminada la mediación, se embarca en el Tacuarí para regresar a Paraguay, y es cañoneado por un buque ingles en la misma rada del puerto de Bs.As. tomándose la revancha por el asunto de Canstatt. López presentó un nota de protesta "Hollados lo principios del derecho internacional y marítimo, pido a V.E. se sirva aclarar si responde de la inviolabilidad de su rada". Tejedor contestaría despectivamente que "sus gestiones con la escuadra inglesa no habían tenido resultado" y que el gobierno "no conocía de las relaciones entre la república del Paraguay y el reino de Inglaterra" Probablemente en esta respuesta se inspirarán las generaciones futuras para acuñar la conocida frase popular del "Yo, Argentino" López, después de salvar a los porteños, se volvería a Paraguay por tierra.
Finalmente se llegaría al pacto del 11 de noviembre de 1859, que los porteños no cumplirían, fieles a su tradición de que lo prometido hoy, y firmado mañana, no debía ser necesariamente cumplido pasado.
El pacto de 11 de noviembre, en resumen establece tres cosas principales: 1) la reincorporación de Bs.As a la Confederación 2) cedía la aduana a Bs.As. a la Nación 3 ) se retiraría de la provincia de Bs.As. el ejército de la Confederación 4) elegiría representantes para examinar la constitución. Retirado el ejército de la Confederación, Bs.As. no cumpliría con las otras.
En los quince días convenidos Urquiza embarca su ejército para Entre Ríos con un manifiesto de despedida y disculpa a los federales porteños que dejaba en la estacada. Hablando de "transacción honorable" y que deben dejarse de lado "aspiraciones individuales (....) por interés del país, por los altos principios que han armado la nación" " por la civilización y la humanidad" , aclarando que la guerra había sido "para borrar las calumnias que se han lanzado contra mi nombre" como si la guerra debiera hacerse para limpiar las calumnias del nombre de Urquiza. Como veremos, no sólo no se limpió ningún nombre, sino que luego se ensuciaría más, y no solo de calumnias.
Mitre diría entonces al día siguiente que "Los sucesos han hecho del general Urquiza el hombre más expectable de la República Argentina, ....." y más tarde lo llamará "El Washington de Sudamérica" (ya lo empezó a envolver alimentando su incorregible vanidad ) Sin embargo dirá también que "...nadie puede jactarse de habernos impuesto la ley..." y algunos porteños inmediatamente disgustados con "quienes transigieron con el vandalaje" querían seguir la guerra contra el "tirano" . No pararían hasta no salirse con la suya imponiendo al resto del país "sus hombres y sus leyes."
DE CEPEDA A PAVÓN
Quedaría así formado un triángulo que seria fatal para el país: Urquiza, que se había tomado en serio lo de Washington Sudamericano, Mitre que intrigaría de cualquier modo para dominar "los trece ranchos" y el presidente Derqui, haciendo equilibrio entre ambos, no sabría con quién jugarse, y desatada la lucha terminaría aplastado entre los dos bandos. En realidad sobre este triangulo hay otro personaje: el ingles.
Mitre invita a Urquiza y Derqui a Bs.As. a presenciar el desfile de las tropas en la ciudad. Urquiza concurre creído de si mismo. Compra propiedades en Bs.As. y se dispone a disfrutar del título de Washington. Thornton informa que Urquiza "desea retirarse de la vida pública y asegurar su posición y sus bienes contra cualquier contingencia futura"
El 21 de julio la masonería le confiere a Mitre y Sarmiento el grado 33 y en la tenida del 27 el mismo grado a Urquiza y Derqui que abrazándose (quien lo hubiera creído) juraron "obligación por todos los medios posibles a la pronta y pacífica constitución de la unidad nacional" Sin embargo se extrañaría Guido en correspondencia a su esposa "Quién diría que el general Urquiza y el presidente Derqui se sentarían juntos con el general Mitre y con Sarmiento como íntimos amigos? ¡Mucho he visto y muy raro en cincuenta años de revolución, pero nada ha sido tan inopinado!"
Poco duraría la efusión de estos abrazos. Los protocolos cedían a Derqui las mejores ubicaciones en banquetes y recepciones y "Durante la permanencia en Buenos Aires los celos del general Urquiza con el presidente Derqui aumentaron considerablemente. Un presentimiento y una sospecha constante agitaban al general Urquiza: el temor de que Derqui y Mitre se pusiesen de acuerdo para destruir el prestigio y su influencia" (Juan Coronado, secretario de Urquiza) "El general Urquiza que posee el prestigio de una inmensa fortuna y el prestigio militar y el poder...no se convence que ya no es el presidente de la Confederación y se necesitará mucho tacto del señor Derqui para prevenir que no se convierta en una brecha en cuyo caso Urquiza buscará el apoyo de Buenos Aires" (informe de Thornton a Londres) Pero la brecha ya se había producido, y tal vez siempre existió.
Alberdi no acepta el ministerio de hacienda y Derqui le da la cartera a Norberto de la Riestra (empleado inglés) Los liberales, dueños de la aduana, quedaban ahora también el frente de las finanzas de la Confederación.
Urquiza después de Caseros, pese a todo, era el jefe de los federales apoyado por los gobernadores de "los trece ranchos" sobre todo por fuertes caudillos como Brizuela, Juan Pablo López y el Chacho Peñaloza. Pero ahora se sentía por encima de eso, y quería asumir el papel que creía le habían otorgado, "el padre de la patria", "el Washington de Sudamérica" "he protestado no pertenecer a partido alguno y quiero mantener mi resolución" (carta a Mitre agosto de 1860) "yo no pertenezco a partido alguno" (5-1-1861) Creía estar por encima de todo sin advertir que no descansarían hasta verlo fuera del juego. Decoró su palacio con frescos de sus batallas donde Carril alimentaba su vanidad comparando el genio militar de Urquiza con el de Napoleón.
Mitre era una rara mezcla de poeta, periodista, historiador, romántico y amante de las culturas extranjeras, estudioso de la tácticas militares europeas pero incapaz de ganar una batalla, y de discursos grandilocuentes, capas de trasformar sus derrotas militares en "heroicas retiradas" se había ganado al admiración de los liberales que lo llevaron a la gobernación de Buenos Aires (aunque con métodos nada democráticos) y que lo transformaron en juez y parte de la sorda lucha con Urquiza y Derqui. Intrigante adulaba al primero para mantenerlo bajo su influencia y manejaba al segundo, (ex-unitario-liberal) para ponerlo de su lado.
Urquiza, que había jugado de visitante en Buenos Aires el 9 de julio, quiso jugar de local, invitando a Mitre y Derqui al Palacio de San José. Los periódicos hablaban de "La trinidad gubernativa" pero cada uno llevaba agua para su molino. Mitre le obsequiaba el bastón de gobernador de Bs.As. a Urquiza y este lo quería convencer a Mitre que gobernaran prescindiendo de  Derqui, haraganeaba en su cama y recibía a Mitre en reuniones misteriosas. Coronado, secretario de Urquiza, relata que: "En la mañana del 14 de Noviembre el General Urquiza entró en la secretaría cuando dormían todos los huéspedes de San José, y no encontrándolos allí nos mandó a llamar. El general se encontraba sofocado por la rabia y necesitaba hablar para desahogarse. Ocurrimos a su llamado. Después de preguntarle cómo había pasado la noche nos dijo: Mal. No he dormido sino una hora, o más; tengo la cabeza preocupada con tanta picardía. Esperando una explicación sobre el sentido de esas palabras, guardamos silencio. Después de un pequeño intervalo, el general continuó: ¿No se ha fijado usted en el manejo de estos pícaros? Hace cuatro días que están en mi casa, y hasta ahora ni uno ni otro me han hablado una palabra de política, ellos creen que no me fijo, pero se engañan. Dos veces he entrado en el cuarto del Doctor Derqui y lo he encontrado hablando con Mitre. Cuando me han visto han cambiado de conversación. Y he estado tentado de hacerles saber que no soy lo que piensan. (Coronado, Misterios de San José).
A nada bueno podría llegarse con estos personajes.
"En resumen la conferencia que tanto ha llamado la atención se ha reducido a comer pasear y bailar. El presidente dormilón ha dormido en efecto...el general Mitre ha tomado Campo. Si desaliento había antes de la conferencia, si todos temían por la situación, esos temores han aumentado considerablemente" (de la Peña a J.M. Gutierrez) "La conferencia de San José no nos ha dejado contentos. Parece que el general ha tenido serias y muy desagradables palabras con el presidente. No han quedado mejor entendidos que antes, al contrario, Se ha reconocido por el ámbito Mitre y por el presidente que el triunvirato con el Capitán General no puede durarles" (Lucero a Pujol)
NO DISPARE GENERAL, QUE HEMOS GANADO - (PAVÓN) (17 de Septiembre de 1861)
Chocan cerca de la estancia de Palacios, junto al arroyo Pavón en la provincia de Santa Fe, los ejércitos de Urquiza y Mitre. A Urquiza, a pesar de Caseros, lo rodea el pueblo entero; Mitre representa la oligarquía porteña. Aquél es un militar de experiencia, éste ha sido derrotado hasta por los indios en Sierra Chica. El resultado no parece dudoso, y todos suponen que pasará como en Cepeda, en octubre de 1859, cuando el ejército federal derrotó a los libertadores.
Parece que va a ser así. La caballería de Mitre se desbanda. Ceden su izquierda y su derecha ante las cargas federales. Apenas si el centro mantiene una débil resistencia que no puede prolongarse, y Mitre como Aramburu en Curuzú Cuatiá, emprende la fuga. Hasta qué le llega un parte famoso: "¡No dispare, general, que ha ganado!". Y Mitre vuelve a recoger los laureles de su primera - y única - victoria militar.
El genio invisible
¿Qué ha pasado? Inexplicablemente Urquiza cedió la victoria. Lentamente, al tranco de sus caballos para que nadie dude que la retirada es voluntaria, ha hecho retroceder a los invictos jinetes entrerrianos. Inútilmente los generales Virasoro y López Jordán, en partes que fechan "en el campo de la victoria" le demuestran el triunfo obtenido. Creen en una equivocación de Urquiza. ¡si nunca ha habido triunfo más completo! Pero Urquiza sigue su retirada, se embarca en Rosario para Diamante, y ya no volverá de Entre Ríos.
¿Qué pasó en Pavón?.. Un misterioso norteamericano de apellido Yateman fue y vino entre uno y otro campamento la noche anterior a la batalla concertando un arreglo. Urquiza quedó montado en su caballo, "clavado como una estaca" en un bajo, hasta que estuvo definida la batalla a su favor, para tocar luego retirada y volverse al tranco a Entre Ríos, en una actitud que sus generales no podían entender. Nada tiene que ver lo que dice Urquiza en el parte de batalla, que abandonó la lucha "enfermo y disgustado al extremo por el encarnizado combate". El parte de Urquiza no nombra a Yateman y un arreglo previo, pero sin embargo confiesa: "V.E. puede apreciar en la sinceridad de esta relación las causas independientes de mi voluntad que han obligado mi retirada y mi presencia en Entre Ríos, que no será inútil para asegurar le éxito de la campaña y el afianzamiento de nuestras instituciones." El misterio de Pavón finalmente quedará develado el 29 de septiembre de 1868 por boca del propio Mitre, cuando en un banquete de la masonería, recordando la tenida del 21 de julio de 1860 (anterior a Pavón) dirá en su discurso "Cuando nos alejamos de las puertas del templo, nuestras espadas salieron de la vaina para cruzarse en los campos de batalla, pero aún sobre esa desgracia y esa matanza, el genio invisible batió de nuevo sus alas...) Fue el mismo "genio invisible" que dirigió la matanza del gauchaje federal de las provincias y el mismo "genio invisible" que armó el genocidio del Paraguay. Cabe recordar que la tenida secreta del Supremo Consejo de Masónica del 21 de julio de 1860, es la que otorga el Grado 33 a Mitre, Urquiza, Sarmiento y Juan Gelly y Obes; El Gran Comendador era José Roque Pérez. Nótese la actuación directa que tuvieron en la guerra del Paraguay todos ellos, incluido Roque Pérez que representó a Sarmiento en la ceremonia de instalación del gobierno títere en Asunción, luego de la guerra. (JMR.Hist.Arg. / A.G.Mellid. Proceso a los falsificadores de la Historia. t.I.p.335 y A.Lapas. La masonería en la Argentina".)
Esta vez también el general Urquiza supo dar la victoria a las armas de la Confederación, en los campos de Pavón. Pero no obstante eso, el general victorioso, en magnifico gesto de autosacrificio y renunciamiento se retiró a Entre Ríos dejando el campo de batalla a las fuerzas opuestas comandadas por Mitre, convencido que esa era la única manera de terminar con las disidencias y obtener la meta ideal de la pacificación definitiva" (A.Lappas. La Masonería Argentina.p.384) "Magnifico gesto" el de Urquiza para obtener la "pacificación" con la sangre de los gauchos.
TERRORISMO DE ESTADO
El gobierno centralista de Buenos Aires no se contentó con reemplazar y aplastar los gobiernos provinciales sino que se dedicó a exterminar sistemáticamente a opositores políticos, sospechosos y hasta a los pobres gauchos. Sarmiento fue un terrosita de estado. Y Mitre uso el odio de Sarmiento. "Hemos jurado con Sarmiento que ni uno solo ha de quedar vivo" (Mitre en 1852). En 1856, en los campos de Villamayor, Mitre hae fusilara al ilustre general el ejército Jerónimo Costa y todo su estado mayor, oficiales y suboficiales en número de 126, que se habían rendido. Y después dice representar la "civilización" "Tengo odio a la barbarie popular... La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil... Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad? El poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se degraden... Usted tendrá la gloria de establecer en toda la República el poder de la clase culta aniquilando el levantamiento de las masas". (En Buenos Aires, 1853; Carta a Mitre del 24 de Septiembre 1861)
La guerra de policía
El interior en general se revela contra el gobierno nacional, y quieren romper la alianza con Brasil. Se levanta entre otros el Chacho y Felipe Varela. Solamente Urquiza se mantiene en San José, haciendo sus "negocios con la guerra". Se reúne el congreso y declara una "guerra de policía" "Todos los individuos que tomaran las armas o hayan tomado parte en la ejecución de atentados cometidos por los revolucionarios de Mendoza...y todos los que en cualquier punto del territorio sujeto a la jurisdicción nacional contribuyan con actos deliberados a estimular, fomentar o mantener aquel estado de anarquía, serán considerados como rebeldes y traidores a la patria, y sometidos por la fuerza a la justicia nacional para ser juzgados como tales con toda severidad de las leyes" (19-01-1867)
Pero Mitre ni siquiera se conforma con esta ley, y lejos de cumplirla, nombra a Sarmiento director de la guerra y le dice "quiero hacer una guerra de policía. La Rioja es una cueva de ladrones que amenaza a todos los vecinos y donde no hay gobierno que haga la policía. Declarando ladrones a los montoneros sin hacerles el honor de considerarlos como partidarios políticos ni elevar sus depredaciones al rango de reacciones, lo que hay quehacer es muy sencillo" Tal vez para no comprometerse, no se lo dice directamente, se lo insinúa, pero el loco Sarmiento, que además de buen entendedor, resentido y racista como es siente un odio visceral hacia el gauchaje, no necesita mucho para embalarse, comienza una masacre salvaje contra el gauchaje de las provincias.
Siendo Sarmiento director de la guerra y gobernador de San Juan declara la intervención de las provincias vecinas. Como no tenía atribuciones para eso, recibe la queja del ministro Rawson y Sarmiento le contesta a Mitre (presidente) "Todo lo que nos divide es que yo he sido siempre hombre de gobierno y usted no. Ni quiere, ni acaso pueda serlo" Sarmiento declara el estado de sitio en las provincias vecinas y se dedica a confiscar bienes y exterminar opositores y a los que supone cómplices de los federales. Como Mitre trata de pararlo Sarmiento dice "Yo mande a ejecutar Baouna (estanciero de tradición federal), el gobernador de Mendoza por mi orden ha hecho ejecutar la sentencia a un Fonsalida (también estanciero), Sandes (uruguayo al servicio del ejercito de línea) ejecutó a Minuel (un paisano) en las Lagunas" Amparado en el estado de sitio manda a matar por abigeato a un pobre paisano "a la pena ordinaria de muerte que se ejecutará a tiro de fusil en la plaza principal de la ciudad, debiendo ser descuartizado su cadáver y puesta su cabeza y cuartos en los diversos caminos públicos" (J. Victorica) y se jacta ante Mitre "Es de admirar la pasión con que la chusma ha entrado en el movimiento, fusilaré media docena de pícaros"
Irrazábal (del ejercito de línea) toma a siete paisanos partidarios del Chacho Peñaloza (retirado de la lucha) "y acto seguido se les tomó declaración" en el "cepo colombiano", (que consiste en poner al hombre en cuclillas y con un fusil al hombro atarlo con cuero mojado hasta que muere descoyuntado). Seis mueren en el tormento y el séptimo revela el paradero del Chacho, retirado de la lucha en casa de una familia. La partida de Vera lo sorprende desayunando con la familia: "¿Quien es el bandido del Chacho?" preguntan. "Yo soy el general Peñaloza, pero no soy un bandido" y entrega su cuchillo. (Peñaloza tenía el grado de general otorgado por Urquiza) Sin mediar palabra Irrazával toma una lanza y la clava en el vientre del Chacho que se entregaba desarmado, en presencia de la familia y la hijastra menor. Le saca una oreja y se la manda de regalo a Natal Luna (de La Rioja) y le corta la cabeza y la pone en una pica en la plaza de Olta. Sarmiento premia a Irrazával y Vera con un ascenso. Es tan alevosa la muerte que en Buenos Aires se levanta una protesta por la forma, pero "el loco" Sarmiento, descontrolado, refiriéndose a la muerte del Chacho le escribe a Mitre: "he aplaudido la medida precisamente por su forma" ya que "es legal matar a lanza y cuchillo" y "sin cortarle la cabeza a aquel inveterado pícaro y ponerla a la expectación, no se habrían quietado las chusmas en seis meses" (Sarmiento. Carta a Mitre, 18.11.1862.) Doña Victorica Romero de Peñaloza es llevada encadenada a San Juan y obligada a barrer la plaza. Luego serian confiscados todos sus bienes.
"Necesitamos entrar por la fuerza en la nación, la guerra si es necesario" (año 1861). "Los sublevados serán todos ahorcados, oficiales y soldados, en cualquier numero que sean" (año 1868). "Es preciso emplear el terror para triunfar. Debe darse muerte a todos los prisioneros y a todos los enemigos. Todos los medios de obrar son buenos y deben emplearse sin vacilación alguna, imitando a los jacobinos de la época de Robespierre" "A los que no reconozcan a Paz debiera mandarlos ahorcar y no fusilar o degollar. Este es el medio de imponer en los ánimos mayor idea de la autoridad" (año 1845). "Sandes ha marchado a San Luis... Si va, déjelo ir. Si mata gente, cállense la boca. Son animales bípedos de tan perversa condición que no sé qué se obtenga con tratarlos mejor". (Carta de Sarmiento a Mitre, marzo de 1862.)
El prestigioso caudillo sanjuanino Benavidez, fue gobernador de San Juan. Por ley de 1855 no podía ser reelecto y apoyó la candidatura de Manuel José Gómez, respetado vecino quedando el con la comandancia del ejército. Su ministro liberal Saturnino Laspiur, apoyado de través de Sarmiento por los liberales de Buenos Aires derroca al gobernador Gómez y encarcela a Benavidez. "La Tribuna" y "El nacional" (redactado por Sarmiento) instigan la eliminación del "tirano" y simulando una fuga es asesinado en la cárcel. La crónica de Victorica da cuenta que "El general Benavidez medio muerto fue enseguida arrastrado con sus grillos y casi desnudo precipitado desde los altos del Cabildo a la balaustrada de la plaza donde algunos oficiales se complacieron en teñir sus espadas con su sangre atravesando repetidas veces el cadáver, profanándolo, hasta escupirle y pisotearlo". Sarmiento dirá "es acción santa sobre un notorio malvado. !Dios sea loado" (El Nacional, 23/10/1858).
"Córteles la cabeza y déjelas de muestra en el camino" (Carta a Arredondo, 12/4/1873). "Si el coronel Sandes mata gente (en las provincias) cállense la boca. Son animales bípedos de tan perversa condición (esos provincianos que defienden sus autonomías) que no se que se obtenga nada con tratarlos mejor" (Informe a Mitre, 1863). El fusilamiento en masa de un batallón correntino: "brillante conducta". A los sublevados entrerrianos en 1868. "Proceda a diezmarlos, pasando por las armas a los que le toque en suerte". El degüello de Santa Coloma : "acto de que gusté" (año 1852). Asesinato del gobernador Virasoro que él instigó desde Buenos Aires: "San Juan tenia derecho a deshacerse de su tirano" (año 1860). Aprobó el asesinato en masa en Villamayor el 2/2/1856 y como presidente ofreció $100.000 por la cabeza de López Jordán y entre las cabezas valuadas a 1.000 patacones estaba la de José Hernández, que acababa de publicar el "Martín Fierro".
"Tengo odio a la barbarie popular... La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil... Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad?. El poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se degraden... Usted tendrá la gloria de establecer en toda la República el poder de la clase culta aniquilando el levantamiento de las masas". (En Buenos Aires, 1853; Carta a Mitre del 24 de Septiembre 1861; en EEUU., 1865)
Expedición "pacificadora" del ejército de Buenos Aires
Mitre y Sarmiento utilizan en la matanza a un grupo de orientales: Sandes, Arredondo, Paunero, Rivas, Conesa y Venancio Flores, que ganó el mote de "degollador de Cañada de Gomez" donde hizo pasar por las armas a cuatrocientos vencidos, entre oficiales, suboficiales y soldados. Y esta matanza no era el producto del desborde o "excesos" de horda de delincuentes, sino parte de un plan dirigido a "uniformar el interior", como lo demuestran los partes de batalla, como el de Sandes después de Aguaditas (11 de marzo de 1862) donde dice "Entre los prisioneros se encuentran el sargento Cicerón Quiroga, capitán don Policarpo Lucero, ayudante mayor don Carmelo Rojas, Tenientes don Ambrosio Medina, don Ignacio Bilbao, don Juan N. Vallejo y alféreces don Ramón Gutiérrez y don Juan de Dios Videla. Todos ellos han sido pasados por las armas, según orden de V.E."
Tratando de disimular lo evidente, Mitre le dice a Urquiza, "Aunque yo ni ninguno de los míos haya promovido ni aprobado de antemano la revolución de San Juan...yo me hago un deber en proclamar justa y santa esa revolución" pero Sarmiento lo desechaba en el Senado de la Nación, "En el caso de Virasoro, y debo explicarlo con justicia a mis compatriotas, estaba mezclado todo el partido liberal" (Se refería al depuesto gobernador de San Juan, asesinado con su hijo en brazos.) El partido liberal eran los descendientes de Rivadavia, "el partido de los principios, de las luces, de la Gente decente"
A esto llamó Mitre "Expedición pacificadora del ejército de Buenos Aires", y declarará alborozado en la Legislatura "La mayoría de las provincias hermanas han uniformado su política con la de Buenos Aires"
"Hombre funesto para tres Repúblicas"
José Hernández en 1874 compartía el editorial de "La Patria" con Soto desde donde anuncia: "Redacción: La ausencia de nuestro amigo el Sr. Soto, nos coloca por algunos días al frente de la redacción de La Patria y los emplearemos en hacer fuego contra la sombría personalidad de Bartolomé Mitre, que en el delirio de sus ambiciones pretende todavía imponerse por medio de la fuerza y encadenar a su voluntad el porvenir de los pueblos argentinos. J. H." Desde "La Patria" publica varios artículos referidos a Mitre: "De presidente a revolucionario, de revolucionario a pirata"; "Males sobre males"; "Los dos fundadores de la nacionalidad argentina"; "La administración Mitre". En este último describe: "Ahogó en sangre las resistencias de la Patria, para prepararse el camino de la Alianza, que debía dar por resultado la devastación del Paraguay.
"En esta sección americana, Mitre ha sido un flagelo devastador, un elemento de corrupción y de desquicio y dan testimonio de su existencia los huérfanos, las viudas y los inválidos."
Fuente: http://www.lagazeta.com.ar/
 Julio Argentino Roca
(1843-1914)
  Responsable de llevar adelante el genocidio que bajo el nombre de "Conquista al Desierto" (1879- 1885) intentó exterminar al Pueblo Originario Mapuce.
Hace poco más de 120 años, Violando la Constitución y Leyes del Congreso continuó la invasión y la matanza a este lado del río Neuquén. Bajo su mando el Ejército argentino esclavizó y asesinó a miles de Mapuce. Ninguno fue juzgado por crímenes de lesa humanidad. Ni Roca, ni sus soldados.
Pero el accionar de Roca no sólo fue nocivo para el Pueblo Originario, sino también para el Pueblo Argentino. La Campaña de invasión al territorio Mapuce fue fundamental para aplicar un modelo Económico que, apoyado por la Sociedad Rural y la oligarquía argentina, puso al país al servicio de las potencias extranjeras.
La entrega de millones de hectáreas de tierra a latifundistas británicos es su mayor evidencia. La presencia de apellidos Ingleses a estancias de la patagonia es otra muestra.
La construcción de una nueva relación, que permita la convivencia en la Interculturalidad, necesita de la Revisión de la Historia que fue escrita para legitimar los intereses de una pequeña parte de la sociedad argentina, que hasta el día de hoy se beneficia con la situación de desigualdad y empobrecimiento que padece la mayoría de la población. Es la misma historia que aún en la actualidad es usada como argumento en los Juicios de desalojo contra las comunidades Mapuce, reivindicando el genocidio y la Figura de Roca.
¿Puede Roca seguir figurando en la Historia Oficial cómo un Héroe?
..Y continuar representado en el billete de mayor valor monetario, con más de 1800 monumentos en todas las ciudades de la República Argentina?
¿Hasta cuando vamos a aceptar la historia manipulada, que nos miente y nos engaña?
Ahora atacan los Grondona  
   
 Por Osvaldo Bayer-Página 12-15-10-2011
Como era de esperar, después del ataque de los Martínez de Hoz que nos iniciaron juicio, ahora nos atacan los Grondona. Los primeros por "agraviar a la familia", los segundos, por tratar de bajar del pedestal al genocida general Julio Argentino Roca quien, para ellos, es un signo irrefutable de virilidad, de talento liberal positivista y guardián del orden y de las fortunas de los que las merecen. Dice Mariano Grondona en La Nación del 2 de octubre, en una nota titulada "La demonización de Roca y el olvido de Sarmiento": "El escritor Osvaldo Bayer ha propuesto retirar la estatua de Roca de la ciudad de Buenos Aires porque en su opinión fue ‘el Hitler argentino'".
Le solicito a Mariano Grondona que presente prueba de ello, que cite el lugar donde dice que yo sostengo eso. Fue muy distinto. Ante los que sostienen lo siguiente y ante las pruebas históricas: "Está bien, Roca habrá matado a unos miles de indios y a otros miles los esclavizó mandándolos a la isla Martín García a construir fortificaciones, o a Tucumán a trabajar el azúcar, pero fue quien dio impulso a los ferrocarriles, aprobó la ley 1420 e hizo obras que todavía se pueden ver". Y yo les contesté: es el mismo argumento fuera de toda ética que sostienen los historiadores nazis: "Está bien, Hitler habrá matado a dos millones o seis millones de judíos, pero eliminó la desocupación en Alemania de diez millones de personas sin trabajo, creó colonias de vacaciones para madres solteras y lugares de recreo para los niños". Fíjese el lector lo que sostiene Félix Luna -a quien Grondona en su nota califica de "verdadero historiador" en "su espléndida biografía de Roca" en su libro Soy Roca-. Aquí va la cita: "Roca encarnó el progreso, insertó a la Argentina en el mundo, me puse en su piel para entender lo que implicaba exterminar a unos pocos cientos de indios para poder gobernar. Hay que considerar el contexto de aquella época en que se vivía una atmósfera darwinista que marcaba la supervivencia del más fuerte y la superioridad de la raza blanca. Con errores, con abusos, con costos, hizo la Argentina que hoy disfrutamos: los parques, los edificios, el palacio de Obras Sanitarias, el de Tribunales, la Casa de Gobierno". Hasta ahí Félix Luna, textual.
Es la misma argumentación, justificar crímenes mostrando el plano bello de genocidios atroces. Con un grupo de historiadores hemos publicado el libro Historia de la crueldad argentina, que está sembrado de una documentación fielmente legítima, donde demostramos el racismo inaceptable de Roca con respecto a los pueblos originarios, a través de sus discursos y cartas, y el gran negociado que significó la denominada "conquista del desierto", donde se repartieron las tierras ocupadas por los pueblos originarios durante siglos, que fueron a parar a manos de miembros de la Sociedad Rural Argentina, la misma que hoy representa los intereses de los grandes hacendados. El mismo Roca aceptó una impresionante extensión de tierra regalada por el gobierno después de su campaña de exterminio y fundó la estancia La Larga, cercana a Guaminí.
El cuadro que nos pinta Grondona de lo que fue el genocidio indígena es hasta idílico. Lea esto el lector (textual):
"... Roca, en vez de ser un despiadado genocida, pactó la paz con casi todas las tribus invasoras". Si hasta parece una campaña "bucólica" la de Roca. Al finalizar su campaña, dirá Roca ante el Congreso: "La ola de bárbaros que ha inundado por espacio de siglos las fértiles llanuras ha sido por fin destruida. El éxito más brillante acaba de coronar esta expedición, dejando así libres para siempre del dominio del indio estos vastísimos territorios que se presentan ahora llenos de deslumbradoras promesas al inmigrante y al capital extranjero". Había triunfado el pedido que la Sociedad Rural había solicitado al gobierno nacional, ya en 1870, instando a la represión de los "indios salvajes" con la firma de Martínez de Hoz, Amado, Leloir, Temperley, Atucha, Ramos Mejía, Llavallol, Unzué, Miguens, Terrero, Arana, Casares, Señorans, Martín y Omar, Real de Azúa. Apellidos bien conocidos.
A Grondona lo invitaría a leer su propio diario, La Nación, cuando transcribe una crónica llamada "Sesenta indios fusilados", del 16 de noviembre de 1878 y el editorial "Impunidad", del 17 de noviembre del mismo año, donde queda clara la crueldad y el crimen que se cometía con los prisioneros que se tomaban. Todo esto está en el profundo trabajo de Diana Lenton en "Cuestión de indios", publicado en el libro Historia de la crueldad argentina. Y sobre la falta absoluta de ética y de respeto por los derechos humanos alcanza sólo con leer la nota del diario El Nacional, del 31-12-1878, titulada "Entrega de indios": "Los miércoles y los viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a las familias de esta ciudad por medio de la Sociedad de Beneficencia". Y el mismo diario trae esta crónica que verdaderamente da vergüenza: "Llegan los indios prisioneros con sus familias. La desesperación, el llanto no cesa. Se les quitan a las madres indias sus hijos para en su presencia regalarlos a pesar de los gritos, los alaridos y las súplicas que hincadas y con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco humano, unos se tapan la cara, otros miran resignadamente al suelo, la madre india aprieta contra el seno al hijo de sus entrañas, el padre indio se cruza por delante para defender a su familia de los avances de la civilización". Roca, occidental y cristiano.
Grondona, en su nota, nos sigue describiendo todo como si Roca hubiera sido un enviado celestial. Escribe: "En 1877 había un consenso prácticamente unánime por librar a los colonos del flagelo del malón, y Roca lo instrumentó no sólo con solvencia militar, sino también con mesura política reduciendo su acción militar a batir en combate a los pocos miles de lanzas que, pese a sus ofertas de paz, lo desafiaban". Todo un caballero este Roca, mesurado.
Sí, Roca y Avellaneda restablecen de hecho la esclavitud en la Argentina, la cual había sido eliminada por los patriotas de Mayo en 1813. Claro, total eran indios y sus mujeres sólo "chinas", como aparece en los comunicados oficiales.
Grondona trata de llevar el tema al clima político actual señalando que nosotros queremos poner a Kirchner como monumento en vez de Roca, allá en la Diagonal Sur. Nada de eso. Desde hace una década un conjunto de historiadores y sociólogos -acompañados por un auténtico pueblo- estamos pidiendo que en vez del genocida se ponga allí la figura de la mujer de los pueblos originarios. Porque en su cuerpo se creó el mestizo, el criollo, nuestro soldado de la Independencia, y cómo sufrió esa mujer cuando le quitaron a sus hijos para enviarlos a las familias de "bien" como "mandaderos" y a ellas como sirvientas. Un anticipo de lo que hicieron los militares de Videla, con el robo de niños a las prisioneras.
Puede haber tal vez en Santa Cruz algunos que pidan eso del monumento a Kirchner, pero yo soy partidario de que a las figuras públicas hay que darles un plazo de cincuenta años después de su muerte antes de entronizarlos, para que sean las próximas generaciones las que dictaminen si su obra merece el bronce.
El que en ese sentido bate el tambor de la oposición, el también grondoniano Luis Alberto Romero, y desde las páginas de La Nación, esta vez desde la primera plana, se largó en el título "Bajen a Roca, alcen a Néstor". Claro, ya es llevar un tema histórico, y meter a quienes no quieren el bronce para un genocida, en un apriete de la política actual, o hacer creer que la discusión de si Roca fue un genocida o no es meterla en la cocina de la politiquería del momento, poco antes de las elecciones. Así escribe Romero algo que no condice con la verdad: "Esta suerte de beatificación de Kirchner se une ahora con la execración de Roca". No, no es así. Como decimos. Hace una década comenzamos junto al monumento a Roca a leer documentos históricos sobre el genocidio de nuestros pueblos originarios y la actuación de Roca. Y sosteníamos y sostenemos que ese monumento es un insulto a la mayoría del pueblo argentino que tiene algo o mucho de sangre de los pueblos originarios. Leímos principalmente sus expresiones racistas y cómo llevó a cabo el genocidio, en contraposición de grandes libertadores como Mariano Moreno, Juan José Castelli, Juan Bautista Alberdi y muchos más. No lo hicimos ni para ganar votos electorales ni cargos en la administración pública. Lo hicimos para que en nuestro país, por fin, se tenga como principio en la Historia y la Política, la palabra Etica.
Al final de su amplísima nota a todo trapo con caricaturas de Roca y el matrimonio Kirchner, Romero de alguna manera reconoce el infame crimen de Roca con unas disculpas no muy claras. Dice: "En cuanto a los pueblos originarios ciertamente hoy no aprobaríamos la manera como los trató Roca...". No, diga el señor Romero: cómo los mató o esclavizó Roca". Porque esa es la verdad.
Mientras tanto, el más grande monumento de Buenos Aires sigue siendo el del genocida Roca. Y eso que fue creado por un gobierno no democrático: el de la Década Infame, de Justo-Roca, sí, siendo vicepresidente el hijo de Roca, Julio Argentino Roca (h). El gobierno del fraude patriótico. Y fue inaugurado por Castillo en 1940. Hasta eso. Pero nadie se atreve a tocarlo. Y sigue la represión contra nuestros pueblos originarios, véase Jujuy y Formosa. Sepamos reaccionar. La historia no justifica ningún crimen. Pueden pasar décadas, o siglos, pero finalmente siempre triunfa la Etica.
MUJERES, HEROÍNAS OLVIDADAS DE AMÉRICA
Por: Indymedia Colombia.
Lunes 12 de marzo de 2007
A las madres que sucumbieron en la defensa de sus tierras, que lucharon contra la usurpación y despojo imperial. En la lucha por su derecho a la vida, de vivir en paz y en libertad. A aquellas mujeres que a pesar de ser madres con mucho heroísmo resistieron a la invasión bárbara europea de la América, en su propósito sublime perecieron con valor y dignidad.
MODELOS DE MADRE EJEMPLAR
En la Grecia hace 2,400 años Platón y Aristóteles consideraban a las mujeres que tenían el mismo status social que los esclavos, sostenían que "el destino de las mujeres era dar hijos al Estado desde los veinte a los cuarenta años". Filon de Alejandría ( 25 a .C.) distinguía entre el intelecto -masculino- y la sensación -femenina-. "Las mujeres griegas se encargaban del tejido, de la casa y de los hijos". Con el advenimiento del cristianismo- es la única religión en el mundo- que señala a la mujer como la causa del pecado terrenal y es por culpa de Eva la mujer debe parir con dolor a los hijos. Fray Luis de León en 1581 escribe la Perfecta Casada donde señalaba que la madre cristiana perfecta es aquella que se dedica a tiempo completo a los quehaceres del hogar, al cuidado de su esposo y sus hijos.
De seguro que hubieron y los hay madres extraordinarias dentro de aquellos modelos que guiaron y guían el comportamiento de las madres. Pero hubo madres que tuvieron que salirse de esos modelos sea porque se sintieron forzadas por la opresión y la tiranía o por su vocación nata de servir al mundo.
HOMENAJE A LAS MADRES QUE LUCHARON CONTRA INVACION IMPERIAL
Va por ello el más infinito homenaje a todas las madres del mundo. Y un tributo especial a las madres que a pesar de ser generadoras de vida, dejaron su sangre y sus lágrimas en la lucha contra la opresión e injusticia humana.
A las madres que sucumbieron en la defensa de sus tierras, que lucharon contra la usurpación y despojo imperial. En la lucha por su derecho de vivir en paz. A aquellas mujeres que a pesar de ser madres con mucho heroísmo resistieron a la invasión bárbara europea de la América en su propósito sublime perecieron con valor y dignidad.
La América está abonada con sudor, sangre y lágrimas indígenas o mestizas que de seguro cuando la oscuridad de la noche termine renacerá la alegría para todos y florecerá la verdadera libertad. Y más tarde que nunca las heroínas que se atrevieron a retar a la brutalidad de los invasores, ocuparan su mansión para siempre en el lugar donde moraban sus dioses.
A ellas:
ANACAONA
Primera heroína, noble princesa indígena Anacaona ("Flor de oro") de Santo Domingo, quien fue la esposa del Cacique Caonabó, que protestó contra el gobernador Nicolás de Ovando por su terribles abusos. Esto provocó la ira del gobernador y, para demostrar su superioridad, apresó a Anacaona, la sentenció a muerte y la ejecutó en la orca. Así es como se inicia el heroísmo en América.
KURA OQLLO (1536)
Kura Oqllo ayudó a su esposo Manco Inka Yupanqui a llevar a cabo el plan de reconquista del Perú con un gran ejército. Ella se encargó de iniciar el bloqueo de la ciudad del Cuzco desde la fortaleza de Saccsaywuaman. Las batallas continuaron. Kura Oqllo y Manco Inka, no sólo se enfrentaba a Españoles, sino también a los ejércitos comandados por sus propios parientes. Tuvieron que huir hacia Yucay, pero Hernando Pizarro, por venganza, ordenó a matar muchas mujeres que también lucharon por la reconquista. Kura Oqllo fue capturada y conducida al Cuzco, donde Francisco Pizarro ordeno matarla a flechazos. Esta mujer fue una de las primeras heroínas que murió con valor por recuperar sus tierras y mostró dignidad, patriotismo, coraje y amor a su tierra y a su raza.
MAMA ASARPAY (1536)
Como otra de las mujeres que luchó en la época incaica, tenemos a Mama Asarpay, hija de Wayna Qhapaq. Esta mujer tuvo acceso al palacio de Francisco Pizarro, porque la mujer de Francisco era hermana de Mama Asarpay. Ella espió los planes de defensa de los españoles y de inmediato lo comunicó con las huestes de Kisu Yupanqui. Al concluir su misión retornó a Cajamarca donde fue tomada prisionera y fue conducida a Lima, donde Francisco Pizarro le dio muerte.
MARÍA KUSIO WARKAY(1544)
María Kusi Warcay, hermana de Titu Kusi Yupanqui y esposa de Sayri Tupa, fue una valiente mujer. Ella le aconsejó a su hermano que no cediera territorio a los españoles, sin embargo, él no le hizo caso, y las predicciones de Maria Kusi se cumplieron: el Inca murió asesinado junto con su padre.
GUACOLDA (1557)
La duda que siempre queda, y esto debido al enfoque androcéntrico de la historia que ha ocultado y minimizado la acción de las mujeres, es si Guacolda acompañó y luchó junto a Lautaro sólo porque era su hombre o -en cambio- lo acompañó porque, en cierta manera la defensa de su territorio y la expulsión de los invasores era una misión compartida por todo el pueblo mapuche, incluidas las mujeres. Esto último es lo más probable, ya que hay otras mujeres que dan cuenta de una determinación libertaria y luchadora, como Tila y Fresia.
ANA DE TARMA (1742)
En existió un grupo de guerrilleras comandadas por un mujer llamada Ana de Tarma. Esta mujer comandaba a un grupo de 52 mujeres; ellas ofrecieron resistencia a las huestes del español Benito Troncoso, en los combates de Río de la sal y Nijandaris, donde los españoles fueron derrotados. Por trece años truncaron los esfuerzos de los españoles. Ante ello, el rey de España procedió a cambiar al virrey siendo nombrado el Conde de Superunda y para el mando de tropas reales se nombró al General Don José Llamas, Marqués de Mena Hermosa. Pero estos cambios no lograron reducir el caudillo y la figura de la guerrillera Ana de Tarma.
MARÍA GREGORIA (1750)
María Gregoria con su esposo Francisco Inka se lanzaron al ataque contra los españoles, por los abusos que estos habían cometido. Ante todos estos hechos el virrey Conde de Superunda envió a un grupo de españoles para acabar con esa conspiración y en esta nueva cruel batalla murieron con valor hombres y mujeres que buscaban la justicia y la paz. María Gregoria fue interrogada para conocer los planes y nombres de los conspirados, pero no lograron su objetivo, ya que María prefirió el martirio a la traición
JUANA MORENO (1777)
Juana Moreno estuvo dispuesta a enfrentarse contra los abusos y excesos de los encomenderos que vendían productos inútiles a los indígenas. En la provincia de Huancalíes, Juana Moreno ayudó aprovisionando armamento para hacerle frente al teniente corregidor General don Domingo de la Cajiga , quien hizo su ingreso al pueblo de Llata a fines de julio de 1777, cuya misión era el cobro de nuevos tributos a los indígenas. Los indígenas rodearon la casa donde se alojaba el jefe de las Milicias y fue Juana Moreno quien acabó con la vida del teniente corregidor. La rebelión fue sofocada por las tropas.
MICAELA BASTIDAS PUYUQAWUA (1781)
Esposa de José Gabriel Condorcanqui Tupac Amaru II, Precursora de la independencia Americana, Constituye imagen cimera de la mujer peruana.
El 18 de mayo de 1781, Cuzco fue testigo de la ejecución de esta heroína de 37 años de edad, ajusticiada en la plaza Mayor o Waqaypata (plaza del lamentos a manos del invasor español.)
Generala, intuitiva, organizadora, conductora. Era el cerebro de Tupac Amaru II. La mujer que lo guía, lo alienta, y a veces lo recrimina; la madre de extraordinarios hijos.
En una carta Micaela dice a su marido: "Chepe mío, estas perdiendo el tiempo; hasta cuando me vas a llenar de pesadumbres; por qué te equivocas, o porqué no marchas al Cuzco".
Error estratégico que el costo la vida a Tupac Amaru y la ansiada libertad a América.
Micaela Bastidas fue ejecutada antes que José Gabriel Condorcanqui. La noble y valerosa mujer subió al tablado de la muerte orgullosa y altiva, con rostro desafiante. Sus verdugos trataron inicialmente de arrancarle la lengua pero opuso tal resistencia que sólo lo pudieron hacer después que estuvo muerta.
Sometida a la pena del garrote, padeció infinitamente, pues por tener el cuello sumamente delgado el torno del metal no logro ahorcarla, entonces le fue aplicado un lazo alrededor del cuello, tirando de él dos españoles hasta ahogarla, a la vez que le aplicaban puntapiés en el vientre y en los senos
Así termino sus días esta heroína, ejemplo de amor y entrega a la tierra que la vio nacer.
TOMASA TITO CONDEMAYTA (1781)
Cacica de Acos y Acomayo, Provincia de Quispicanchi Departamento del Cuzco
Mujer heroína que lucha en la defensa de su pueblo que estaba subsumido en la explotación humana, la opresión española. Esta mujer veía las injusticias que cada familia o ayllu tenia que afrontar, al llevarse a sus maridos rumbo a los obrajes de Potosí, donde entraban y morían en las minas, de cada cinco hombres salía uno con vida, ya niños eran anotados en sus inventarios de la muerte por españoles que necesitaban indios que acuñaran monedas de plata y oro para el envío a España, esta mujer que no dudo un instante en luchar junto a Tupac Amaru II en la Gesta Emancipadora del primer Grito de revolución en toda América.
Muere ajusticiada por los españoles según Acta de ajusticiamiento Documento Histórico de 1781 sobre el proceso, juzgamiento y sentencia a José Gabriel Tupac Amaru y otros Mártires y Precursores de la Independencia Americana por la Revolución emancipadora que encabezaron. .La ejecución de la cacica de Acos fue el día viernes 18 de Mayo de 1781. Su cuerpo descuartizado y enviado su cabeza a la plaza de Acos .
MARCELA CASTRO (1781)
Marcela Castro fue acusada de alentar el alzamiento Tupacamarista en Marcapata y de no haber delatado a los que intervinieron en él. Por esto, se le aplicó feroz sentencia de ser arrastrada a la cola de una bestia, llevando soga de esparto al cuello, siendo así conducida por las calles para que sea objeto de burla luego fue descuartizada y su cabeza fue puesta en el camino que sale para San Sebastián, un brazo en el pueblo de Sicuani, otro en el puente de Orcos, una pierna en Pampamarca, otra en Ocongate y el resto del cuerpo quemado en una hoguera en la plaza y sus cenizas arrojadas al aire. Esto provocó más la ira de la gente hacia las tropas realistas.
BARTOLINA SISA (1781)
Bartolina Sisa y su esposo Julián Túpac Catari batallaron contra el ejército realista. Ella fue jefa de batallones indígenas donde demostró gran responsabilidad y capacidad de organización, logrando armar un batallón de guerrilleros indígenas y también grupos de mujeres colaboradoras de la resistencia a los españoles en los diferentes pueblos del alto Perú. Sus hazañas y arrojo están representados en el Sitio de La Paz y Sorata en donde tomó parte activa, ordenando represar el río que pasa por la ciudad para provocar una inundación que debía romper los puentes y aislar a la población, pero este plan fracasó puesto que el general realista, Segurola, recibió ayuda de cinco mil hombres que destruyeron los planes de los rebeldes. Tiempo después, Bartolina Sisa fue capturada, torturada y cruelmente asesinada.
GREGORIA APAZA (1781)
Gregoria Apaza, a quien llamaban " La Virreina ", luchó al lado de los hermanos Catari en coordinación con el plan revolucionario de Túpac Amaru. Su acción al lado de las guerrilleras, fue activa y su labor fue decisiva en el aprovisionamiento de las rebeldes. Fue hecha prisionera junto con Bartolina y fue condenada por el Oidor Diez de Medina en la misma forma cruel con que usó para su cuñada. Sus miembros despedazados, enviados a diferentes lugares, su cabeza puesta en una picota y el resto de su cuerpo quemado, para que sus cenizas fueran arrojadas al viento.
CECILIA TÚPAC AMARU (1781)
Cecilia Túpac Amaru, aunque esposa del español Pedro Mendigure, tenia gran dolor por el mal trato a los indígenas y mestizos, lo que avivó su anhelo de conseguir un cambio de sistema de vida para los suyos y por ello se dedicó a organizar la despensa de víveres y el fondo económico que servirían para el sostenimiento de la revolución. Cecilia, a pesar de su aspecto débil, no delató a ninguno de los partidarios del movimiento sin importarle los suplicios. Ella tomó parte en los preparativos bélicos del Cerro Piccho al lado de Túpac Amaru, cuando en una forma inexplicable se realizó la retirada a Tinta. Sofocada la revolución, ella fue hecha prisionera y condenada a una cruel sentencia debía sufrir doscientos azotes dados por las calles públicas del Cuzco y luego el destierro al convento de las Recogidas de Méjico.
MANUELA TITO CONDORI (1781)
Manuela Tito Condori colaboró con Túpac Amaru. Había nacido en Pitumarca, lugar perteneciente a la zona de Canchis; ella alentó en todo instante a las huestes del levantamiento iniciado por Túpac Amaru y Micaela Bastidas. Fracasada la revolución, Manuela Tito Condori fue cruelmente condenada a perpetuo destierro y debía estar reservado su destino al virrey Agustín de Jáuregui; el encargado de hacer cumplir esta sentencia fue don Benito de la Mata Linares, el 17 de julio de 1783. El destierro al cual marchaba esta valerosa mujer indígena se debía cumplir integrando una caravana que partiendo del Cuzco debía hacer a pie el recorrido hasta el Callao.
MARGARITA CONDORI (1783)
Margarita Condori apoya con dinero y provisiones guerrillas de Diego Tupác Amaru; natural de Tungasuca que pertenece a Tinta. Murió por causa del frío y cansancio por integrar la "Caravana de la Muerte los 40 años". Su último destino sería en Andahuaylas donde el padre Francisco Javier Alfaro, de la Iglesia San Pedro, le otorgó los sacramentos y la enterró el 14 de octubre de 1783.
SIMONA JOSEFA MANSANEDA
Patriota paceña. Simona Josefa Manseneda, llamada la " La Cereza ". Surgió de las clases populares; se distinguió por poner todos sus esfuerzos, su entusiasmo y sus posibilidades económicas al servicio de la rebelión de Pumacahua, interviniendo con ayuda económica y personal en el combate o la toma de la ciudad de La Paz. Ella se encargaba de arengar con entusiastas frases y con temeraria audacia al pueblo paceño, para que se uniera a las tropas libertadores del Cuzco. Producida la derrota de los Altos de La Paz , Simona fue objeto de despiadados castigos, los cuales recibió sin queja alguna, con mucho coraje y con el pensamiento vivo en la futura libertad de su pueblo. Simona soportó el atroz castigos y murió dejando un precioso ejemplo de coraje y sacrificio.
VENTURA CCALLAMAQUI
Ventura Ccallamaqui, con un gran fervor patriótico las arengaba y dirigía en forma muy resuelta a la gente para que salieran a combatir con los patriotas. En medio de gritos y gran bullicio, Ventura con otras mujeres solicitaban sumarse a la columna de Béjar y Hurtado que avanzaban triunfante hacia Huamanga. La heroína exigía apoyo para la Rebelión del Cusco, la que iba a traerles la libertad e igualdad. En medio de gritos desaforados se enfrentó al capitán español José Vicente de la Moya y, fue así como en Huamanga, después de tres siglos de opresión, se escuchó el primer grito de rebeldía. Es así como cientos de valerosas mujeres huamanguinas, en medio de su pobreza y en histórico reto, reclamaron el derecho a la libertad y a la justicia. Gracias a Ccallamaqui, las tropas de los patriotas entraron triunfantes en Huamanga el 20 de septiembre de 1814.
ROSA CAMPUZANO
Rosa Campuzano nació en Guayaquil (Ecuador) pero residió en Lima. Ella cooperó brindando sus salones para las reuniones vinculadas con los círculos secretos de la conspiración. Su capacidad intelectual, posición económica y relaciones sociales, le permitieron ayudar a San Martín en la lucha para afianzar la independencia del Perú. Rosa difundió las cartas que San Martín enviaba a los criollos instándolos a incorporarse a abandonar dicha causa e invitándolos a incorporarse a la verdadera causa: la libertad de América. Estuvo entre las mujeres que lograron que el batallón realista "Numancia" pasará a formar parte de la legión patriótica. Fue premiada por el general San Martín con la banda de seda, por los servicios prestados a la patria. Junto con ella actuaron Gertrudis Coello. Carmen Noriega, Francisca Quiroga y Carmen Guzmán.
LAS HEROÍNAS TOLEDO
El heroico acontecimiento que hace ilustre al pueblo de Concepción en la historia de nuestra independencia se debe a ellas. Juana Toledo y sus hijas Teresa y Ana concibieron un atrevido proyecto con los y las habitantes de los campos vecinos y todas las armas que pudieron encontrar para oponerse al paso de los españoles. Las Toledo corrieron inmediatamente a la cabeza del puente con algunos de los suyos y cortaron las amarras con las herramientas que tenían preparadas al ver que unos Húsares trataban de atravesarlo. Esta operación fue realizada con presteza y entre las balas del enemigo, y quienes cometieron la temeridad de pasar al lado opuesto del puente cayeron al río.
MARÍA ANDREA PARADO DE BELLIDO
Una insigne mujer que estuvo vinculada estrechamente con las guerrillas de Cayetano, fue doña María Andrea Parado de Bellido; nació en el año 1777 en Huamanga. María Parado apoyaba la causa de la independencia del Perú y supo infundir en sus hijos el amor a la Patria. La señora Bellido trabajaba como receptora de correos en el distrito de Huamanga; por esta época, su esposo y su hijo se alistaron en el ejercito libertador, con los montoneros de Quirós. Maria Parado de Bellido averiguaba por diferentes medios los planes y movimientos realistas, para comunicárselos a su esposo, y para que éste a su vez alerte a los patriotas ante cualquier peligro. En estas circunstancias se enteró que el feroz Coronel Carratalá había preparado una emboscada a los montoneros de Quirós, porque éstos habían ocasionado innumerables bajas a las tropas coloniales, y que estaba decidido a exterminarlos. Con este motivo, Maria Parado de Bellido dirigió una carta a su esposo la cual había desbaratado los planes de Carratalá. Los realistas saquearon el pueblo de Huamanga, esparciendo el terror. En el mes de mayo de 1822 los realistas rodearon la casa de María la cual fue capturada. A ella se le hizo un interrogatorio para que confesara cuales eran sus planes y quienes era los que intervenían pero eso fue inútil prefirió callar y morir fusilada.
LAS DAMAS DE LA GUERRA
  
Cuando se habla de las mujeres durante la guerra de la independencia, en el imaginario colectivo se las recuerda bordando banderas, donando joyas o curando heridos. Como de costumbre, la fama y la gloria se la llevan los grandes guerreros como San Martín, Belgrano o Güemes.
Sin embargo, escasa sería la grandeza de los héroes si no hubiera sido por aquellas olvidadas mujeres que lucharon en más frentes que los hombres.
Unas pocas trascendieron, salvadas por la memoria popular, como el caso de Macacha Güemes, hermana mayor del prócer, o a la aguerrida Juana Azurduy de Padilla, que atacara a las tropas realistas para rescatar la cabeza de su marido y darle cristiana sepultura.
Pero hubo muchas otras que constituyeron una temible red de espionaje y subversión que socavó una y otra vez la organización del ejército realista.
Cada vez que Salta estuvo ocupada no había dato, por diminuto que fuera, que no llegara a las tropas de Güemes, porque las damas, las niñas, las mujeres de la servidumbre y las esclavas entablaban amistades y hasta amores con oficiales, suboficiales y soldados que sucumbían ante los encantos de las hermosas salteñas, aflojando la lengua y, a veces, hasta la voluntad -llegando incluso a cambiar del bando realista al bando patriota-.
Ante esta situación, los Altos Mandos Realistas tomaron severas medidas. Por ejemplo a Juana Moro, sospechada de espionaje, la emparedaron en su propia casa para que muriera de hambre. Este castigo ejemplar fue frustrado gracias a sus vecinos que, aunque realistas, no pudieron admitir tal barbarie y cavaron una pared para asistir a la condenada salvándole la vida.
Los castigos, lejos de amedrentar a las patriotas, las llevaron a aguzar el ingenio con mil recursos de una creatividad tal que hoy humillarían a cualquier servicio de espionaje moderno.
Loreta Peón mantuvo una red de comunicación entre las ciudades de Salta, San Salvador de Jujuy y Orán, llevando información oculta en sus polleras o utilizando un buzón secreto oculto en el árbol junto al río Arias.
Las criadas encargadas de lavar la ropa en el río, llevaban las cartas al "buzón"; Luis Burela pasaba luego a retirarlas y dejaba a cambio los nuevos requerimientos de información. Los realistas nunca lo supieron.
  
Loreta Sánchez de Peón con su cabello castaño y sus ojos azules no encontraba barrera que le impidiera trasponer las guardias de los cuarteles, a los que ingresaba con la excusa de vender pan a los soldados. Una vez dentro contaba las tropas valiéndose de bolsas de maíz cuyos granos servían de ábacos libres de sospecha.
  
 La esclava Juana Robles se encargó de difundir en Salta la noticia de que la ciudad de Montevideo había caído en manos patriotas, lo que socavaba la moral de las tropas realistas. Por su osadía fue apresada, juzgada y condenada a muerte. Sin embargo, la astuta morena salvó su vida haciendo creer a sus captores que estaba embarazada. Lo que no evitó que la humillaran públicamente, paseándola por la ciudad emplumada, semidesnuda bajo los insultos de la plebe y los soldados.
El General Pezuela, harto de luchar contra un enemigo invisible que lo acosaba en todos los frentes, ordenó a los cabildos que hicieran un padrón de todos los sospechosos de conspiración para apresarlos y llevarlos al Callao y liberó las propiedades de los emigrados al saqueo de los soldados.
En vano tomó tales resoluciones porque en los cabildos, antes que la obediencia a Pezuela, primó la amistad con los vecinos, lo que frustró el plan realista.
Un capítulo aparte merecen las valientes que acompañaron a los ejércitos liderando ataques, rescatando heridos y proveyendo auxilio en las batallas, como lo hiciera Martina Silva de Gurruchaga durante la Batalla de Salta. Pero eso es otro capítulo de la historia.
  
MANUELA SÁENZ Y JUANA AZURDUY, CORONELAS DE LA REVOLUCIÓN
Se conocieron estas mujeres extraordinarias, en Charcas, diciembre de 1825. Manuelita, ascendida en el campo de Ayacucho, por el propio Sucre; Doña Juana, por el Libertador. Dos mujeres sublimes. Salud a ellas! Charcas, 8 de diciembre de 1825
Otro ejemplo de alianzas inusitadas fue esa gran emigración de 1812 conocida como el Exodo Jujeño, cuando la población de Jujuy y también de Salta y Tarija abandonó sus hogares y arrasó con todo lo que dejaba atrás con el objetivo de que las fuerzas realistas no pudiesen aprovechar ninguno de sus bienes y no encontraran víveres para aprovisionarse. "En el Ejército del Norte al lado de Belgrano pelearon, entre otras, mujeres del pueblo que se unían a la lucha a cada paso y para desempeñar diferentes roles. Algunas de las más conocidas fueron Martina Silva Gurruchaga que ya había obtenido grado militar, María Elena Alurralde de Garmendia, esposa de un español, María Remedios del Valle, más conocida como la Capitana, y Pascuala Balvás. Muchas de ellas terminaron sus días sin reconocimiento oficial y en la más absoluta pobreza", señala Berta Wexler.
Las mujeres argentinas, principalmente las del interior, participaron activamente en las guerras civiles. Al igual que Juana Azurduy, junto a Martín Miguel de Güemes combatió Cesárea de la Corte de Romero González. Vestida de hombre luchó contra los españoles y luego contra la hegemonía porteña. También María Magdalena Dámasa Güemes, "Macacha", hermana del caudillo salteño, se destacará por su defensa de la emancipación: auxilió heridos en el campo de batalla, llevó a cabo arriesgadas misiones de espionaje y participó activamente en la vida política de la provincia.
En 1862, Eulalia Ares de Vildoza fue jefa de una insurrección de mujeres en Catamarca que depuso al gobernador de esa provincia, que se negaba a entregar el mando al nuevo funcionario electo.
Otro ejemplo de bravura es el de Victoria Romero, esposa y compañera de Angel Vicente Peñaloza, general de la Nación y caudillo de la provincia de La Rioja enfrentado en la década de 1860 al gobierno de Bartolomé Mitre. Lo acompañó en todas sus campañas militares, por lo que su figura se había hecho legendaria en los llanos riojanos.
Las mujeres jugaron roles cruciales en cada uno de los procesos socio-políticos de nuestra historia. Muchas veces forzaron los límites de los cánones de su época que veía sus valientes acciones en el frente de batalla como "poco comunes para las de su sexo". "La misma sociedad machista no las dejaba ocupar lugares. Por eso aparecen tan pocas. La historia del Alto Perú está cimentada sobre héroes y heroínas anónimas. Algunas, reconocidas por la historia como Juana Azurduy y las de la Coronilla. Estamos en la tarea de descubrir otras más", cuenta Wexler.
  
  
Juana de América-Por Alberto Lapolla
La Guerrillera de la Libertad
  
Francisco de Miranda murió en las mazmorras de Fernando VII en Cádiz. Mariano Moreno fue envenenado por el capitán de un barco británico y su cadáver arrojado al mar, anticipando un destino recurrente para los revolucionarios argentinos. Manuel Belgrano murió en la pobreza en 1820, cuando aún la América necesitaba de sus inigualables servicios. Todavía no se habían cumplido ocho años de que hubiera salvado a la Revolución continental en Tucumán. Bolívar murió solo, perseguido por facciones oligárquicas que combatían su proyecto de unidad continental, expresando con amargura "he sembrado en el viento y arado en el mar." Bernardo O'Higginns fue desterrado y perseguido luego de luchar toda su vida por la libertad americana. Monteagudo fue apuñalado en una oscura calle de Lima. Dorrego fue fusilado sin juicio alguno -por instigación de Rivadavia- por su antiguo compañero de mil batallas, "el sable sin cabeza", el genocida Juan Galo de Lavalle. Juan J. Castelli el "orador supremo de la Revolución", quien destruyera los argumentos realistas en mayo de 1810, el jefe del ejército libertador americano que más cerca estuvo de llegar a Lima y destruir de un golpe el poder imperial español, antes de la llegada de San Martín, murió con su lengua cortada, preso y perseguido. Apenas dos días antes San Martín, Alvear y su discípulo Monteagudo acababan de desalojar al gobierno contra revolucionario de Rivadavia y el Primer Triunvirato, retomando la senda de Moreno y la Revolución. En este marco de ingratitud caída sobre nuestros revolucionarios, aquellos que nos dieron la libertad y produjeron la más grande de las revoluciones del mundo occidental del siglo XIX, no es de extrañar que Juana Azurduy, la mayor guerrera de América, ‘Juana de América' -en un continente que hizo de la resistencia su identidad-, terminara sus días como una mendiga miserable en la calles de Chuquisaca habitando un rancho de paja.
Juana Azurduy y su esposo el prócer americano Manuel Ascencio Padilla, son los máximos héroes de la libertad del Alto Perú y por ende de nuestra libertad como americanos y como provincia argentina de la gran nación americana. Sólo la ignominia que aún campea sobre nuestra historia y sobre sus mejores hijos, hace que la República de Bolivia -escindida de la gran nación rioplatense, por el elitismo sin par de los ejércitos porteños que desfilaron, saquearon, defeccionaron y abandonaron el Alto Perú, a excepción del general Belgrano y por las apetencias oligárquicas- no considere a Juana y a su esposo el Coronel Padilla, como sus máximos héroes, y sí rinda honores al mariscal Santa Cruz uno de los generales realistas que reprimió la Revolución de La Paz de 1809, y que se pasó a las filas patriotas al final de la guerra de la Independencia. Fue el propio Bolívar quien al visitar a Doña Juana -ya destruida por las muertes de los suyos, el olvido de sus conciudadanos y el saqueo de sus bienes- le expresara ante la sorpresa de sus compatriotas, que Bolivia no debía llevar su nombre sino el de Padilla, su mayor jefe revolucionario. Pero los adulones destruyen las revoluciones.
26 de marzo 2010. - En el acto, realizado en la Casa de la Libertad de Sucre, la presidenta Cristina Kirchner evocó la figura de Manuel Belgrano, "quien peleó junto a Juana, un político que se hizo militar para liberar a la patria". También recordó "el sacrificio de Juana y el pueblo jujeño" durante el Exodo, cuando "Belgrano ordenó quemar todo, viviendas, hacienda y propiedades, para que al llegar el invasor encontrara tierra arrasada".
"Fue acompañado por el pueblo jujeño, lo que marca el heroísmo y el valor con los que se peleó por la independencia", afirmó y consideró un "gran honor" estar ante los restos de Juana Azurduy para entregar al presidente boliviano la espada de generala del Ejército argentino. Destacó que la figura de Azurduy comparte con otras mujeres de la historia argentina un lugar en el Salón Mujeres del Bicentenario de la Casa Rosada "donde conviven viejas heroínas junto a modernas heroínas".
Cristina Kirchner dijo que "el punto de unidad" lo hacen las "heroínas homenajeadas este miércoles 24 de marzo, quienes perdieron a su familia en la lucha contra la opresión y la falta de libertades".
"La falta de libertad en nuestro continente tuvo hace doscientos años origen colonial pero en el siglo XX el origen es de los propios humanos", recalcó Cristina, quien hizo alusión a "dos clases de libertades: la libertad del yugo colonial y la libertad de que cada pueblo y cada sociedad de esta América del Sur pueda elegir en elecciones libres, populares, y universales a sus legítimos representantes".
Cristina le entregó a Evo la réplica del sable corvo de San Martín. Por su parte, Morales le obsequió el Collar con la "Moneda del Sol", acuñada en 1813 en la Casa de la Moneda de Potosí para el Ejército de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y la condecoró con la máxima distinción que otorga Bolivia a través del Cóndor de los Andes. La Presidenta dijo que Juana Azurduy "representa a los miles y miles de hombres y mujeres anónimos, sin los cuales sería imposible pensar las batallas por la libertad contra el yugo colonial".
"La falta de libertad en nuestro continente tuvo hace 200 años origen colonial, pero en el siglo XX el origen es de los propios humanos", aseguró la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, en el homenaje a Juana Azurduy en la Casa de la Libertad de Sucre. Luego de la renovación del acuerdo entre ambos países para la provisión de gas, Evo afirmó que apoyará la candidatura de Néstor Kirchner a la UNASUR. "Estoy convencido que la integración de la Unasur está acelerada, y quiero expresar mi apoyo para que el ex presidente argentino sea su secretario general", sostuvo Morales.
 El Alto Perú tierra india Juana Azurduy -junto a su esposo- simbolizan lo mejor de la revolución americana, lo popular y lo indio de nuestra gesta emancipadora. Combatieron por la libertad del Alto Perú -por entonces parte del Virreinato del Río de la Plata primero y de las Provincias Unidas después- desde la revolución de Chuquisaca y la Paz en 1809 -que fueran ahogadas en sangre desde Lima y Buenos Aires. Y en particular guerrearon sin descanso y sin cuartel desde el grito de libertad del 25 de mayo de 1810. Ellos y los 105 caudillos indios y gauchos como Vicente Camargo, el Cacique Buscay, el Coronel Warnes, el padre Muñecas, Francisco Uriondo, Angulo, Zelaya, el Marqués de Tojo, el Marqués de Yavi, José Miguel Lanza, Esquivel, Méndez, Jacinto Cueto, el indio Lira, Mendieta, Fuente Zerna, Mateo Ramírez y Avilés entre muchos otros, junto a Güemes en Salta, fueron quienes impidieron que luego de las sucesivas derrotas de los ejércitos porteños al Norte, los realistas pudieran avanzar sobre Buenos Aires y destruyeran la revolución. Juana y Padilla eran oriundos de Chuquisaca -también llamada La Plata o Charcas- sede de la universidad. Allí estudiaron -y conspiraron- Mariano Moreno, Juan José Castelli y Bernardo de Monteagudo. Castelli, ya jefe del ejército del Norte, se hospedó en la casa de Padilla en su marcha hacia La Paz. Moreno era abogado defensor de indios pobres y perseguidos en el estudio del doctor Gascón en Chuquisaca. Allí contactó con el movimiento revolucionario. Juana nació en 1780, el año en que Túpac Amaru lanzó su revolución indígena que casi liquida al poder español. Sería el mismo favorito -de la reina- Godoy, quien señalara que la rebelión de Túpac estuvo a punto de quitarle a España los virreinatos del Perú y del Plata. Esa rebelión ahogada en la sangre de los cien mil indios ajusticiados por la represión genocida española y en los gritos del suplicio del gran Túpac, su esposa Micaela Bastidas Puyucawa y sus hijos, abrió el camino de la libertad pese a su derrota. El ejemplo del Inca Condorcanqui no podía sino conmover hasta los tuétanos el corazón de la América del Sur, del cual el Alto Perú y el Perú eran su núcleo principal de población original, con culturas profundas y altivas. Nada sería igual después de la rebelión de Túpac: ni el dominio español ni la resistencia americana. La generación posterior a su derrota, sabría vengar su suplicio y expulsaría a los criminales españoles por mucho tiempo -por lo menos hasta la llegada del Traidor Carlos Saúl I, ya al final del siglo XX. Es así que el sol de nuestra bandera es el glorioso sol de los incas y de Túpac Amaru.
La historia oficial argentina prefirió olvidar a los gloriosos revolucionarios del Alto Perú, por dos razones. Primero porque debido a las infamias cometidas por los ejércitos porteños, lograda su independencia en 1825 -y tal cual dejó entrever Ascencio Padilla en la carta que envió al fugitivo Rondeau- el Alto Perú decidió independizarse no sólo de España, sino también de Buenos Aires. Pasaría a llamarse Bolívar primero y Bolivia después, pese a la oposición del Libertador que comprendía que así ambas naciones perdían, pero el Alto Perú perdía más. La medida a su vez profundizaba la balcanización de la América unida que Gran Bretaña piloteaba a toda máquina apoyada en los Rivadavia y García de cada ciudad-puerto del continente. La segunda razón del olvido altoperuano en la historia argentina, obedece a razones más abyectas. La guerra del alto Perú es esencialmente una guerra de indios, de caudillos, de gauchos, de los patriotas de a caballo, del pueblo puro de América. Ese mismo pueblo que las tropas porteñas destruirían una y otra vez en la Banda Oriental, en el litoral o en el interior y finalmente en el Paraguay. Además eran guerrilleros, caudillos militares y habían ganado su grados -Manuel Ascencio Padilla fue designado Coronel del ejército del Norte cuando su cabeza estaba ya clavada en una pica. Juana Azurduy fue nombrada Teniente Coronel del ejército argentino a pedido de Manuel Belgrano- en el combate. Reivindicar su memoria para la historia oficial es nombrar lo innombrable. Lo gaucho. La "barbarie" de Sarmiento, la lucha de los pobres. Reconocer que los indios, los gauchos, los negros, los esclavos, los mestizos no eran inferiores sino que por el contrario, lucharon con mayor tenacidad y desprendimiento que la clase culta porteña por la libertad. Reconocerlo es negar el papel rector de Buenos Aires en el destino americano que inventó el partido unitario -y luego mitrista- y tanto daño hizo a la causa americana. Mejor es olvidar. "No sólo son bolivianos -‘bolitas'- además son indios, negros, matacos -monos".
Era verdad como demostraría San Martín que por el Alto Perú no se podía llegar a Lima, pero Buenos Aires con la historia oficial oculta algo más grave que explica el suplicio de la población alto peruana, jujeña y salteña entregada a la represión genocida española. Buenos Aires pudo haber liberado un gran ejército que tuvo combatiendo largo tiempo en la Banda Oriental para auxilio de los pueblos del Norte. Sólo debía reconocer -tal cual lo planteó Moreno en su Plan Revolucionario- que Artigas debía comandar la guerra por la liberación de la Banda Oriental, con sus gauchos y su pueblo, del cual era el jefe natural. Pero eso era inadmisible para la elitista y exclusionista clase mercantil porteña. En lugar de eso prefirieron entregar la Banda Oriental, primero a Portugal -se lo propusieron en secreto Alvear, Alvárez Thomas y Pueyrredón- y luego aceptaron su "independencia" colonial británica, que lograba así crear otro Estado en la boca del Plata, impidiendo que la Argentina tuviera el exclusivo control de los ríos de la Cuenca. Esa y no otra fue la causa de todas las guerras contra Rosas, Caseros incluida. Cualquier cosa antes de aceptar que los gauchos se manden a sí mismos o peor aún que "nos manden". Con sólo enviar esas tropas al Alto Perú y estacionarlas en Potosí -como señalaron Belgrano y San Martín- mientras se preparaba el cruce de los Andes, el pueblo boliviano habría sido salvado de sufrir lo indecible.
  
  
Mariquita Sánchez de Thompson
  
Muchas fueron y son las mujeres argentinas del presente y otrora que lucharon por una patria mejor. En sus hechos se resumen los recuerdos de Las Niñas de Ayohuma, La Delfina, Eva Duarte de Perón, Las Madres de Plaza de Mayo, Encarnación Escurra, Manuelita Rosas, Alicia Moreau de Justo, La Hermana Martha Pelonni, Azurduy de Padilla o Mariquita Sánchez de Thompson, en otras. Ellas lucharon descarnadamente contra un sistema impuesto que bregó por silenciar sus voces y, aunque inútil fue la censura, hoy sus nombres se levantan ante nosotros para recordarnos que la contienda ha pasado a formar parte de la historia argentina.
Cada una de estas patriotas merece un capitulo especial. Los libros se empecinan en resaltar su intacto camino pero, sin embargo, Mariquita Sanchez de Thompson es a quien, esta vez, dedicaremos una párrafo aparte. En lo sucesivo, analizaremos la vida de aquellas valientes que desvelaron la atención de sus diferentes gobiernos y doctrinas.
María de Todos los Santos Sánchez de Thompson y de Mendeville era el verdadero nombre de esta mujer obstinada, quien se había enamorado perdidamente, a los quince años, de su primo El Coronel Martín Jacobo Thompson (el fundador de la Prefectura Naval Argentina). Mariquita había nacido en Buenos Aires el 1º de noviembre de 1786. Hija del español Cecilio Sánchez de Velazco y la argentina Magdalena Trillo, supo ser leal a sus principios, cuando luchó por el amor de su primo, ante el cuestionamiento negativo de sus propios padres.
En una época de dominio masculino absoluto, Mariquita supo hacerle frente al Virrey Sobremonte y plantearle, verdaderamente, que su amor por El Coronel Martín Thompson era inevitable, y que la boda con el Caballero Diego de Arco (con quien estaba obligada a casarse) debería postergarse, aún, cuando sus padres lo habrían planificado todo. Era inevitable pues que, aquella mujer de duro carácter e insistencia, lograra lo que muchas mujeres admiraron. El 29 de julio de 1805, se casó con su primo Martín Thompson. Con el cual tuvo cinco hijos: Clementina, Juan, Magdalena, Florencia y Albina. Martín Thompson perteneció al grupo patriota integrado por Rodríguez Peña, Castelli y Cornelio de Saavedra. Como miembro del cabildo abierto apoyó a la Revolución de Mayo. La primera Junta lo nombró capitán del puerto de Buenos Aires para que protegiera a la ciudad de cualquier ataque proveniente del río. Su hogar se convirtió en el lugar de reunión de los líderes patriotas, presidido por su popular y aguerrida esposa Mariquita, y fue allí donde un 14 de mayo de 1813 se cantó por primera vez en la historia argentina El Himno Nacional (Vicente López y Planes, letra, y D. Blas Parera, música). El Coronel Thompson y María de los Santos Sanchez y de Mendeville vivieron en la calle Florida durante un largo tiempo hasta que su entrañable esposo fue enviado a los Estados Unidos en Misión Diplomática, y luego enloqueció a causa de una triste enfermedad. Según cuentan los que saben, El Coronel Thompson (a la distancia), extrañaba, recordaba, amaba y lloraba desesperadamente la ausencia de su querida esposa, por lo cual muchos lo apodaron Mr. Mariquita. Luego, éste falleció. Cuenta la historia que el Capitán del barco (a su regreso a Buenos Aires), dejó morir de hambre al Coronel Thompson causándole la muerte.
Posteriormente, Mariquita contrajo matrimonio nuevamente con el francés Baustista de Mendeville, un hombre cuya conducta la desilusionó sobremanera. Con él tuvo un hijo llamado Julio con quien combatió en contra de Rosas y se exilió en Montevideo. Luego, tuvo dos hijos más pero Mendeville la abandonó y partió a Francia posteriormente.
Mariquita era toda una mujer combatiente de la época. El Presidente Bernardino Rivadavia le rendía honores y brindaba su confianza mayor. En 1866 y 1867 presidió la Sociedad de Beneficencia, fundada por el mismo Rivadavia. Ella fue una mujer atenta a los cambios de su época, y una verdadera transgresora. Le importaba la moda, la política, las relaciones internacionales y la independencia del país. María de Todos los Santos Sánchez de Thompson y de Mendeville falleció el 23 de octubre de 1868.
                 
  
   OTROS HÉROES OLVIDADOS
  
Los guerreros del cobre
  
Una metáfora de larga vida en la literatura considera a los americanos la raza de bronce, ya que los metales que componen esa aleación se adecuan para indicar a las razas que se dieron encuentro en estas tierras: el estaño representa el color blanco de los europeos y el cobre el color de los pueblos precolombinos. La raza de bronce es el mestizo que surge del encuentro entre Europa y América, la nueva estirpe que se levanta para llevar a cabo la gesta de las revoluciones emancipadoras del siglo XIX.
Esa metáfora se fue forjando desde el siglo XIX hasta nuestros días como un modo de interpretar un fenómeno complejo que se inicia con la introducción del ideario iluminista en América. El lema de "libertad, igualdad y fraternidad" lo sintetizaba y quienes iniciaron los movimientos de 1810 adherían a esa propuesta. Libertad de la dominación española; la supresión de los títulos nobiliarios para que todos sean iguales en la sociedad y ante la ley; y fraternidad para que todos integren una gran hermandad dentro de un mismo Estado.
Por ello los representantes de la 1ª Junta de Gobierno con sede en Buenos Aires llevaban proclamas a todos los pueblos de América, tanto en lengua española como en lenguas aborígenes porque la emancipación debía llegar para todos, para los criollos -descendientes de españoles- los mestizos, los negros y los nativos.
 La difusión del ideario de mayo llevó a que todos los que habían sido considerados súbditos de segunda, meros individuos o ganado, adhirieran con la esperanza de que se fundara un nuevo mundo de libertad, igualdad y fraternidad. Así es como se suman a la revolución los gauchos, los negros y los aborígenes.
Pocas veces se ha prestado atención al componente indígena en el movimiento de emancipación, lo que no es extraño si consideramos que la historia fue escrita desde el centro del país donde el nativo estaba totalmente segregado de la sociedad, era sólo una amenaza más allá de una frontera controlada militarmente. Sin embargo, en otras partes de las colonias españolas en descomposición, los indígenas estaban muy integrados a la sociedad; por ejemplo en el Alto Perú (actual Bolivia), el Perú y Paraguay.
Los representantes de la 1ª Junta de Gobierno avanzaron por el territorio de Sur América leyendo bandos y proclamas con el respaldo de un ejército que fue creciendo a medida que sumaba adherentes.
En lo que actualmente es el Norte Argentino y Bolivia, el Ejército del Norte fue reforzado por criollos, mestizos y nativos que se sumaron voluntariamente.
Cuando Belgrano llegó a Potosí se granjeó el aprecio de los lugareños y de los nativos hasta tal punto que fue recibido por el Cacique Cumbay que dominaba la región del Chaco. Fruto de esa entrevista dos mil guerreros se sumaron a las tropas de Belgrano. Esta presencia muchas veces fue minimizada por los historiadores considerando que el elemento nativo era poco combativo. Sin embargo, el accionar de las tropas en territorios dominados por los realistas se hacía posible gracias al apoyo prestado por los nativos que conocían el terreno y que aprovisionaban a las tropas y, más aún, ante la retirada de los ejércitos regulares continuaban asediando a los realistas aún ante la escasez de recursos bélicos. Muchas veces combatían con las mismas armas que usaron sus ancestros: lanzas, flechas envenenadas, hondas y garrotes.
Como es sabido el General Güemes basó su sistema de lucha en golpes rápidos de tropas reducidas, evitando el combate frontal y que esa estrategia fue empleada por los otros caudillos de lo que ahora es el NOA y Bolivia, como es el caso de Eustaquio "Moto" Méndez, Manuel Asencio Padilla y Juana Azurduy - por citar a los más famosos -, pero la diferencia fundamental estuvo en que mientras las montoneras de Güemes estaban integradas por gauchos, la mayor parte de los guerrilleros del Alto Perú eran nativos armados de arco y flecha, hostigando a las tropas realistas con el auxilio de un insuperable conocimiento del terreno.
Como es sabido, el Ejército del Norte organizado desde Buenos Aires, al mando de oficiales designados por los gobiernos que se sucedieron en esa autoproclamada capital, fueron derrotados una y otra vez cuando se internaban en el territorio del Alto Perú y que la campaña emancipadora sólo pudo mantenerse gracias a la inquebrantable resistencia de guerrilleros criollos, mestizos y nativos, todos luchando por la causa de la libertad.
Pero los nativos en especial se cobraban una revancha de cuatro siglos de abusos y explotación, eran los guerreros de cobre que desenterraron las armas de sus ancestros para continuar una guerra que para muchos de ellos aún no ha terminado.
  
LOS GUERREROS DE ÉBANO
  
De acuerdo con los ideales iluministas de los hombres que inspiraron la revolución de 1810, el 15 de mayo de 1812 un decreto firmado por Bernardino Rivadavia y Feliciano Chiclana prohibía y suspendía la introducción de expediciones con esclavos en las Provincias Unidas del Río de la Plata. Luego, la Asamblea General Constituyente de 1813 declaró libres a todos los negros nacidos luego de su fecha de instalación, 31 de enero, y estableció que los esclavos de países extranjeros por el solo hecho de pisar el suelo de las Provincias Unidas eran libres Sin embargo, el entusiasmo filantrópico de la generación de Mayo no duró mucho porque bastantes esclavos aún mantuvieron su condición por haber nacido antes de los decretos de la Asamblea del Año XIII y porque las quejas del gobierno portugués llevaron al gobierno a decretar que los esclavos fugados de las plantaciones brasileñas se devolverían a sus amos.
En medio de las contradicciones surgidas entre ideales programáticos y razones políticas, los negros fueron llevados a la Guerra de Independencia.
A partir de 1810, con el inicio de las hostilidades, una forma de expresar adhesión a la causa era donar dinero, ganado, propiedades y esclavos, no sólo para servicios sino como tropa. Era parte de una costumbre, los pardos y morenos ya habían sido empleados como carne de cañón desde tiempos de la colonia, por lo que era una vieja práctica manumitirlos para que ingresaran al ejército o como premio por los servicios prestados en combate.
Los hombres oscuros incorporados a las tropas revolucionarias, tuvieron también un destino oscuro, en la discriminación y el olvido. Lejos de ser, un grupo minoritario dentro de las fuerzas beligerantes, constituyeron por momentos la cuarta parte del total del ejército y su actuación fue heroica.
Pocos historiadores registraron la heroicidad de estos hombres olvidados y rescataron los nombres de los escasos soldados que pudieron acceder a rangos militares de importancia como los coroneles Lorenzo Barcala, Domingo Sosa y José María Morales.
  
LOS GAUCHOS MALVINEROS
Por José Luis Muñoz Azpiri
En 1833, a bordo del "HMS Beagle" capitaneado por Robert Fitz Roy, arribó a nuestras costas el joven naturalista Charles Darwin, mas tarde considerado "Con Shakespeare y Newton, la mayor contribución británica al mundo".
Tras animarse a recorrer la Argentina entre malones y guerras civiles, visitó las Malvinas a los 24 años; era tan sólo un eclesiástico aficionado a las ciencias naturales. El viaje de Darwin afirmó los mitos de Rosas y el gaucho en el mundo. Las hazañas de los gauchos que describe en el capítulo IX de su "Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo" recuerdan las proezas narradas en el "Facundo" en el escenario pampeano y resuman admiración y simpatía por los naturales de aquellas islas.
"Describiré ahora la corta excursión que hice alrededor de una parte de esta isla. Partí por la mañana con seis caballos y dos gauchos, estos últimos eran hombres excepcionales para el propósito y acostumbrados a vivir de sus propios recursos (...) Por la noche nos cruzamos con un pequeño rebaño. Uno de mis compañeros que se llamaba Santiago, separó muy pronto del grupo una vaca gorda, hizo girar las bolas y disparó con tino, dándole en las patas, pero no se enredaron. Inmediatamente tiró el sombrero en el sitio donde habían quedado las bolas, sin dejar de correr a todo galope, preparó el lazo y tras una persecución durísima alcanzó de nuevo la vaca y la enganchó por los cuernos. El otro gaucho había ido adelante con los caballos de repuesto, de modo que Santiago tropezó con alguna dificultad para matar la furiosa bestia. Consiguió llevarla a un trozo de terreno llano, adelantándose siempre que la embestía y cuando no quería moverse, mi caballo que estaba entrenado para tal faena galopaba hacia la res por detrás, y con el pecho le daba un violento empujón. Pero aún estando el animal en terreno llano no parece empresa fácil para un hombre solo matar una res salvaje en el paroxismo del furor, como no sea a balazos. Y no sería, en efecto, sin la ayuda del caballo que apeándose el jinete aprende al punto, guiándose por el instinto de conservación, a mantener el lazo tenso, de suerte que si la vaca o toro se mueven hacia delante, el caballo avanza con la misma rapidez, y si aquellos se paran el caballo sigue tirando, inclinado a un lado".
Todo el relato de Darwin es una elegía a la habilidad y bizarría de sus ocasionales compañeros y hacia lo que posteriormente abonaría uno de los ejes de su teoría: la adaptación del hombre al medio. No ahorra adjetivos al referirse a los habitantes del archipiélago: "Era admirable contemplar la destreza con que el gaucho se movía", "aunque no lo parezca, en realidad deben de hacer un gran ejercicio muscular cuando montan, "La caza de reses es una faena durísima" "Gauchos de constitución férrea", etc.
En un territorio que denomina como "miserables islas", "No salía de mi asombro, al ver que los gauchos que en medio de la lluvia y cuando todo chorreaba agua, sin otros medios que un yesquero y un pingajo de algodón hicieron fuego inmediatamente. Buscaron debajo de los manojos de hierba y matas unos cuantos palitos secos que dividieron en finas astillas; luego las rodearon con otras mas gruesas, formando una cavidad parecida al nido de un pájaro; pusieron dentro el trapo con su chispa de fuego, y lo taparon todo. Después sostuvieron el nido en alto, exponiéndolo al viento, con lo que por grados empezó a humear más y más, hasta que al fin ardió en llamas. Creo que ningún otro procedimiento hubiera tenido probabilidades de dar resultado con materiales tan húmedos".
No hay registro que Darwin haya tomado un mate amargo, pero sí de haber descubierto un manjar inolvidable: el asado con cuero. "Es un bocado tan superior a la carne de vaca ordinaria como el venado lo es al cordero. Se puso encima de las brasas un gran trozo circular sacado del cuarto trasero, con el pellejo hacia abajo, en forma de plato, de suerte que no perdió nada de la sustancia. Si algún respetable regidor de Londres hubiera cenado con nosotros aquella noche "carne con cuero" indudablemente no hubiera tardado en celebrarse en Londres".
Tras los sucesos de Mayo, las autoridades de Buenos Aires, de quienes dependía el gobierno de Malvinas, asumieron la legítima soberanía que habían heredado de España en 1820, enviando al archipiélago la fragata "La Heroína", que procedió a enarbolar el emblema patrio mientras una salva de 21 cañonazos advertía a los numerosos barcos extranjeros el nuevo estado de cosas.
No mucho tiempo después, un hamburgués de familia francesa, que gozaba de las nacionalidades norteamericana y argentina, recibiría en concesión todos los baldíos de la isla Soledad: Luis Vernet. Era tal su tesón y espíritu emprendedor, que de no haber mediado la usurpación hubiera transformado a la humilde colonia en una nueva Vancouver. Numerosos colonos, algunos con sus familias, llegaron de Europa o se embarcaron en Montevideo provistos de ganado, útiles de agricultura y pesca. Los gauchos y algunos negros para el servicio lo hicieron en Buenos Aires, mientras que desde la zona magallánica arribaron algunos indios patagones.
La gobernadora argentina, María Sáenz de Vernet, desembarcó con un piano y una nutrida biblioteca donde, según comentario de Fitz Roy, se encontraban representadas las principales obras editadas en Europa en diversos idiomas. No tardó el árido paraje de Puerto Soledad en adquirir semblanza de urbanidad, tal como lo detalla la Sra. Vernet en su meticuloso diario, que bien podría haber llevado la firma de Emily Brönte. En el mismo, donde se describe diariamente el estado del tiempo con la meticulosidad de un meteorólogo, observamos que pese a la distancia y el aislamiento la pequeña colonia no carecía de vida social. Doña María ofrecía conciertos de piano y canto, organizaba tertulias y minués, tanto para ocasionales marinos visitantes como para los propios colonos. Célebre fue una festividad de las familias alemanas a la que fueron invitados todos los criollos. En medio de la jarana hizo su aparición un pasajero del bergantín "Betsie", recién llegado de Buenos Aires, que esgrimiendo un arma de fuego amenazó con matar a todos los presentes. Estaba completamente mamado, tal vez exaltado ante la presencia de tanto gringo en tierra argentina, y animado por el espíritu que más tarde engendraría un Martín Fierro o un Santos Vega, se permitió una bravuconada que culminó en la celda del pueblo. Fue un precursor del nacionalismo argentino, pero los acontecimientos posteriores de la historia de la precoz aldea, lamentablemente no fueron tan risueños.
Gran parte de la historia de las Malvinas está preservada en el folklore del lugar. Particularmente en el lenguaje del campo, donde aún se usan palabras castellanas para designar los colores de los caballos y de las partes de la montura. Alexander Betts, un malvinense de cuarta generación que hasta 1982 vivió en las islas y actualmente, casado con una argentina reside en Córdoba, relata que "Todo el mundo en las islas sabe de lo que se está hablando cuando se dice alazán, zaino, malacara, manchau, rosillo o moro picaso. Del mismo modo se dice bozal, cabestro, bastos, soga-cincha, cojinillo, maneas, tientos, pretal y muchos más. Todo esto, obviamente, es el legado de los gauchos que anduvieron por estas islas. También quedaron nombres castellanos de algunos puntos geográficos, como Dos Lomas, Horqueta, Cantera, Bombilla, Rincón Grande, Rió Malo, Cuero Brook, estancia, cerritos, Colorado Pond, y muchos otros. Y hay una marca más de la influencia gaucha: el che. Tan usado es el término por los isleños que muchas veces los extranjeros en las islas se refieren a los locales como los ches".(Betts, Alexander. "La verdad sobre las Malvinas. Mi tierra natal" EMECE.1987).
Las incursiones geográficas por nuestras costas por parte de las potencias europeas distaban mucho de ser inocentes viajes científicos. Destaca el historiador John Cady: "Hacia la época (1850) Palmerston, primer ministro de Inglaterra, proyectaba apoderarse del Estrecho de Magallanes y la Patagonia. La aserción se funda en el testimonio de una comunicación de Palmerston a Henry Southern, del 19 de julio de 1850, existente en los archivos del Foreing Office y de una nota de Normandy al primero de los nombrados del 5 de agosto de igual año.. Palmerston fue quién ordenó en persona, en 1832, la ocupación de las Malvinas. Además, en la "Narración de los viajes de levantamiento de los buques de S.M.B.", obra en varios volúmenes que se encuentra en la Biblioteca Nacional, comprobamos que barcos hidrógrafos, como el "Adventure", se aproximaban a nuestros litorales como primer paso para adueñarse del llamado "Pays du Diable", o sea la Patagonia. El viaje de levantamiento de la "Beagle", fue una empresa de este tipo. Un funcionario argentino de ese entonces, el Cnel. Crespo, opuso reparos fundados a las investigaciones fueguinas de Fitz Roy, y tanto el como el joven naturalista de a bordo fueron vigilados celosamente por nuestras autoridades, según se halla expreso en un documento que conserva el archivo de nuestra Chancillería. No fue el único. Hombres como Pacheco, Guido y Rosas también miraron con desconfianza esta expedición que sirvió a los objetivos de dominación británica, según se desprende del propio Diario de Darwin. Solo de esta forma se comprende que un hombre de su aguda inteligencia pueda haber afirmado. "Después de haberse disputado Francia, España e Inglaterra la posesión de estas miserables islas, permanecieron inhabitadas. El gobierno de Buenos Aires las vendió más tarde a un particular, sin haberlas utilizado más que para un establecimiento penal, como la vieja España había hecho antes. Inglaterra invocó sus derechos y las ocupó. El inglés que quedó a cargo de la bandera fue posteriormente asesinado. Se envió a continuación un oficial sin proveerle de la fuerza necesaria y a nuestra llegada le hayamos encargado de una población compuesta en más de su mitad de rebeldes y asesinos fugitivos. El teatro es digno de las escenas que en él se representan."
Los presupuestos de la verdad parecían también "evolucionar" para Darwin. Francia, España e Inglaterra no se disputaron la posesión de las islas; éstas fueron siempre españolas. Las islas nunca permanecieron inhabitadas; gozaron de población y gobiernos regulares, desde 1767 a 1811; nueve años después se reasumió allí la soberanía argentina. El gobierno de Buenos Aires nunca vendió las islas, y las utilizó como algo más que colonia penal (explotación industrial, comercial y pesquera). No sabemos a cuáles derechos ingleses se podrá referir el viajero, Las "escenas" que allí se representaban eran resultado directo de la usurpación inglesa. La especialidad de Darwin era a lo que parece la historia.....natural.
GAUCHO RIVERO
El 26 de agosto de 1833 se produjo la heroica sublevación de un grupo de gauchos e indios en las Islas Malvinas, acaudillados por el gaucho Rivero, un precursor de la unidad de las banderas de la justicia social y de la soberanía nacional en las luchas populares.
Antecedentes
1833 no fue un buen año para la Confederación Argentina. Don Juan Manuel de Rosas, a pesar de la ayuda que ha brindado a los Treinta y tres orientales es, todavía, solamente el astuto estanciero de Los Cerrillos; no se ha plasmado aún en plenitud su personalidad de gran caudillo nacional.
Ha finalizado su primer gobierno de Buenos Aires en diciembre de 1832, ha rechazado en varias oportunidades su reelección en la Sala de Representantes, y marcha a la expedición al desierto.
Lo sucede en el gobierno de la provincia Juan Ramón Balcarce, un federal íntegro aunque moderado, que empieza por cometer el error de designar ministro de guerra a su primo Enrique Martínez, cabeza de los "lomo negros" y de la política anti-rosista.
Al déficit económico público habría que sumar los estragos producidos por las continuas sequías, y ahora también el reclamo por parte de la Casa Baring del préstamo otorgado durante la administración de Rivadavia en 1824.
La esposa de Rosas, doña Encarnación Ezcurra, acosada en Buenos Aires, le escribe al brigadier general en campaña: "... lo mismo me peleo con los cismáticos que con los apostólicos débiles, pues los que me gustan son los de hacha y tiza". Es que se está gestando -misteriosamente, en forma lenta pero firme- la Revolución de los Restauradores.
Mientras, muy lejos de Buenos Aires, se había producido la usurpación británica a las Islas Malvinas por los marinos ingleses de la corbeta Clío. El capitán Oslow había dejado encargado al colono irlandés William Dickson la administración del archipiélago, y la misión de izar el pabellón británico cada vez que un barco se aproximara a puerto.
El gobernador Luis Vernet había renunciado a su cargo en marzo de 1833 a fin de evitarse problemas con Gran Bretaña; regresó a Buenos Aires, pero siguió desarrollando normalmente, con la autorización inglesa y a través de sus capataces, la administración de sus negocios particulares en la colonia de Puerto Louis.
Desde tiempo atrás, un vivo descontento cundía entre los peones de Vernet, en razón de la explotación a que eran sometidos. Además, la paga se les abonaba no en dinero, sino en vales emitidos por el propio ex-gobernador, y que para colmo Dickson, que oficiaba a la vez de despensero de la colonia, no aceptaba.
Por otra parte, les prohibían matar ganado manso para alimentarse, obligándolos a cazar animales chúcaros. La indignación creció cuando luego de la usurpación se comprobó que los explotadores actuaban en perfecta armonía con los extranjeros que izaban la insignia británica.
La rebelión de los gauchos.
El 26 de agosto de 1833 un grupo de ocho peones, todos analfabetos, acaudillados por el gaucho entrerriano Antonio Rivero, se sublevó y atacó a los encargados del establecimiento, dando muerte a cinco personas, entre ellas al capataz Simón y al despensero William Dickson. Luego se instalaron en la vivienda principal, arriaron la bandera inglesa e izaron la azul y blanca.
En días subsiguientes, el resto de los colonos cuyas vidas habían sido respetadas pudieron escapar y permanecieron refugiados en el pequeño islote Peat. Así, ambos grupos vivieron separados durante varios meses, sufriendo avatares diversos.
Finalmente, los primeros días de 1834, dos buques británicos llegan a la isla Soledad para recuperar la usurpación, organizando una partida armada para capturar a los gauchos, los que a su vez sufren una traición y una deserción antes de huir al interior de la isla.
No les resultó fácil a los ingleses, que necesitaron enviar varias expediciones, pero por fin logran apresar a los peones, engrillarlos y conducirlos detenidos a Gran Bretaña para ser juzgados.
Allí permanecen por varios meses presos hasta que el ministerio fiscal, estudiados los antecedentes del caso, le aconseja al Almirantazgo dejarlos en libertad y embarcarlos de vuelta a Buenos Aires, lo que así ocurre.
Se ha afirmado -aunque sin demostrarlo- que el gaucho Antonio Rivero perdió la vida mucho después, luchando valientemente para la Confederación en el combate de la Vuelta de Obligado.
Fuentes: Investigación histórica de Pablo Hernández y Horacio Chitarroni.
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
       
                       INDICE
005....NOTA DE LA AUTORA
009....La Historia falsificada por Mitre, Sarmiento y              
           Rivadavia
014....Golpe Pro-Británico o Revolución                         
            democrática?
019....La revolución desde otra óptica.
025....Los hechos
036...Manuel Belgrano
049...Don Juan Bautista Tupac Amaru
         El pensamiento de San Martín, Belgrano y
         Quemes.
057...Sarratea, Pazos Silva, Rivadavia, los
         Fontevechia de 1816.
060...El tiempo decadente de la Europa y la
           expropiación.
062...Juan José Castelli-Juan José Paso
064...Juan Larrea
065...Cornelio Saavedra
070....Domingo Matheu- Manuel Alberti
073...El intrigante Sarratea
078...Los caudillos
083...Domingo Faustino Sarmiento
085....José Gervasio Artigas
095...Francisco Ramírez
100...Felipe Ibarra
101...Estanislao López
102...Facundo Quiroga
112...Manuel Oribe
119...Don José de San Martín
127...Guillermo Brown-Mariano Moreno
135...Manuel Dorrego
161...Martín de Güemes.
167...Francisco Solano Perez Urondo y Menéndez
170... Juan B Bustos
173... Felipe Varela
187...Chacho Peñaloza
201... López Jordán
212...Justo José de Urquiza
214...Juan Manuel de Rosas
226...Domingo Faustino Sarmiento
229...Bartolomé Mitre
240...El desierto inconquistable
275...Julio Argentino Roca
285....Mujeres Heroínas olvidadas de América
300...Las damas de la guerra
305... Juana de América
313...Mariquita Sánchez de Thompson
316...Otros héroes olvidados
                                   
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Foto del autor NORMA ESTELA FERREYRA
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Miembro desde: Jan 31, 2009
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Descripción

Es un libro de revisionismo histórico respecto de falsos héroes y héroes de ambos sexos, indígenas y gauchos que fueron borrados de la historia argentina, contada por Mitre o Sarmiento. Destinado a los jóvenes y adultos

Palabras Clave: historia-argentina- falsa- mitre-sarmiento-mujeres-independencia-gauchos-indios-independencia-argentina-crimenes- genocidios

Categoría: Ensayos

Subcategoría: Análisis



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