DETRAS DE LA ESTADISTICA ESTA LA GENTE
Publicado en Dec 19, 2011
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DETRAS DE LA ESTADISTICA ESTA LA GENTE
Jorge Peralta, era un alumno de 4º grado. A pesar que casi nunca faltaba a la escuela, algunas cosas no podía aprender.
Finalizando el año su maestra, Laura, comentaba que estaba orgullosa de sus alumnos que el 95 % pasaba de grado y un 5% repetía.
- Por ejemplo vos Jorge estás dentro del cinco por ciento que repite de grado.
Jorgito escuchó en silencio y no se animó a preguntar nada, el no sabía que era un cinco por ciento y si la maestra lo dijo él no lo entendió, o tal vez no se lo dijo aún a nadie.
En el patio indagó entre sus compañeros si había algún otro cinco por ciento, pero nadie lo era. A la entrada del recreo tomó coraje e hizo la pregunta:
- ¿Señora Laura, que es un cinco por ciento?
- Ah... cierto, un cinco por ciento es el promedio de alumnos de cuarto grado A que repiten y vos estás dentro de los repetidores.
Ahora Jorgito la tenía más clara. Era un repetidor, algo de eso sabía por qué su vecino había repetido varias veces, a él era la primera vez que le pasaba, nuevamente indagó en el patio y se enteró que había muchos cinco por ciento, incluso en su propio grado había dos más. O sea que el cinco por ciento no era uno solo, sino varios. Pero él no podía entender muy bien eso.
Llegó a su casa y le comentó a su mamá:
- ¿ Ma... la maestra me dijo que soy un cinco por ciento, vos sabés que es eso?
- Mirá si la maestra te dijo que sos un cinco por ciento, serás eso.
- Además me dijo que soy un repetidor.
- Eso era Jorgito, y bueno como hay tantos cambios en las escuelas seguro que ahora al repetidor le llaman cinco por ciento.
Al año siguiente Jorgito volvió a la escuela, la directora le dijo que debía repetir el grado, por eso sería anotado en 4º C, y bue... con tal que me dejen venir a la escuela, pensó Jorgito.
El primer día de clase fue muy distinto a otros años, la maestra Margarita recibió a todos sus alumnos con un beso y a él también, a pesar que tenía un guardapolvo al que le faltaban tres o cuatro botones.
Al otro día la maestra lo llamó a su escritorio. ¡Soné, pensó Jorgito!
La maestra abrió la cartuchera sacó botones, los cosió, le acomodó el pelo y le regaló una birome. Al otro día esta maestra trajo una hermosa casita de papel con muchas ventanas y en cada ventana había un nombre cada chico tenía que pasar a reconocer el suyo, Jorgito se sorprendió otra vez, su nombre estaba ahí grande con letras en compu y decía Jorge Rafael Peralta. La semana siguiente la maestra les sacó fotos y las pegó al lado de cada nombre. Empezó a sentirse un poco más cómodo con esa maestra y en ese salón. Al fondo había un armario con libros de cuentos y revistas, que la maestra decía que todos pueden elegir un libro o una revista para llevar a sus casas. Jorgito varias veces llevó libros o revistas.
Una tarde la maestra preguntó quien quería leer y Jorgito se animó y con un decidido:
- ¡Yo señora!- pasó al frente.
Jorgito sabía leer pero se tropezaba en las palabras largas o las sílabas complejas, sin embargo en su casa practicó bastante y leyó muy bien, tan bien que la maestra le anotó en el cuaderno una felicitación.
Ahora él quería venir a la escuela y hacer las tareas. Otra tarde la maestra dijo que al otro día darían divisiones, que para dividir era necesario saber bien las tablas de multiplicar y además saber restar y sumar... Jorgito sabía multiplicar, sumar y restar... Pero las divisiones... parece que fueron las divisiones las que lo habían convertido en un cinco por ciento.
Era un martes, Jorgito no lo olvidará jamás, faltó un alumno y la maestra hizo que su compañero se sentara en otro banco, la maestra explicó cómo se divide, los chicos ensayaron en el pizarrón, pero él no fue. Cuando había que hacer la tarea en los cuadernos, la maestra se sentó al lado suyo. A Jorgito el corazón le galopaba,  se sentía orgulloso, sentado al lado de la maestra. Ahí paso a paso, Margarita le fue mostrando a Jorgito los secretos de la división. En los próximos días Jorgito pasaba a hacer las divisiones en la pizarra y con orgullo colocaba el rulo de operación terminada.
Otra tarde la maestra le trajo un cuaderno tapa dura, forrado que él comenzó a completar prolija y pulcramente. En primavera, la Seño Margarita le dijo que tenía que ir a la dirección con su cuaderno a hablar con la directora. Jorgito se asustó mucho en dos ocasiones había ido a la dirección, una vez por sumarse a un partidito de fútbol en la galería que terminó con un vidrio roto, otra no se acuerda bien por qué fue, pero le habían retado. Se paró en el umbral de la puerta de la dirección:
- Permiso directora
- Pasá Jorgito, mostrame tu cuaderno. Hum... ajá... ¡Que bien!- Anotó algo y puso unos sellos se levantó le dio un beso y le dijo:
- ¡Muy bien Jorgito te felicito!
Entró al aula la maestra Margarita leyó en voz alta lo que la directora le había anotado y pidió un aplauso. Pero eso no fue todo pasó a arriar la bandera, según dijeron por estudioso y aplicado.
Termino el año y Jorgito se sentía ansioso, quería saber, necesitaba saber si este año sería o no un cinco  por ciento. Pero la maestra dijo que pasarían todos de grado, que este año no hubo en el grupo ningún repetidor. Jorgito suspiró aliviado.
A fin de año, corrió con su libreta en la mano, agitándola como un preciado trofeo:
- Señora Laura, Señora Laura... mire mi libreta, ya no soy un cinco por ciento.
La maestra se limitó a decir - ¡Te felicito! Y fingiendo indiferencia se dio vuelta para que el niño no vea el llanto franco y abundante que le surgió, ese niño le permitió volver a ver, por que la Señora Laura estaba ciega de amor, comprendiendo que detrás de la estadística está la gente. Cruzó el patio y resignando un rancio orgullo se acercó a Margarita para que le cuente sus estrategias.
Colorin, colorado, ojalá que ningún niño repita de grado.
Diego Luján Sartori
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Descripción

Ahora Jorgito la tenía más clara. Era un repetidor, algo de eso sabía por qué su vecino había repetido varias veces, a él era la primera vez que le pasaba, nuevamente indagó en el patio y se enteró que había muchos cinco por ciento, incluso en su propio grado había dos más. O sea que el cinco por ciento no era uno solo, sino varios. Pero él no podía entender muy bien eso. Llegó a su casa y le comentó a su mamá: - ¿ Ma… la maestra me dijo que soy un cinco por ciento, vos sabés que es eso? - Mirá si la maestra te dijo que sos un cinco por ciento, serás eso. - Además me dijo que soy un repetidor. - Eso era Jorgito, y bueno como hay tantos cambios en las escuelas seguro que ahora al repetidor le llaman cinco por ciento.

Palabras Clave: repetidor alumnos escuela estadística

Categoría: Artículos

Subcategoría: Actualidad


Creditos: Diego Luján Sartori

Derechos de Autor: Diego Luján Sartori

Enlace: dielusar@hotmail.com


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