Todas las noches me acuesto con la esperanza de silenciar entre lo mas profundo de mi, cada recuerdo. Todas las noches antes de anestesiar, en mi cordura vagan instantes que congelaron fotografías, sonrisas y lugares de partida. Todas las noches, sin excepción, sin restricción y con mucha devoción, pienso en lo bien que me hizo y lo mal de cerrar los ciclos de forma atroz.
 
Esperando de nuevo, tener una inspiración, un verso, una rima, unas letras bonitas, una fuente mas productiva. Firmemente creo, que mi cordura se basa en sólo dos cosas, en el futuro con el perro al que nunca renunciare, y a las experiencias que nunca me negué.
 
Cada que acaba un ciclo, se abren el doble de lo ya vivido, se tienden trampas para tentar al mal camino, se vuelve mas difícil seguirlo, pero mas placentero poseerlo. Cada que acaba un ciclo, expulsas de mi, una porción de mi alma que ya no lamento. Cada que acaba un ciclo, me vuelvo mas ajena a mi cuerpo, que no se donde empiezo, y donde termino, si lo único que puedo dirigir son las letras que sudor que empaparon alguna vez ese colchón.
 
Cada que pasa el tiempo, cada que mas vivo, cada que mas respiro, los nuevos aires y me alimento de los suspiros, doy un paso atrás a mi destino ya escrito, y mientras mas pasan las horas y yo continuo con mis obras, menos serán los momentos de mi persona. Porque mientras mas lo intento, se que yo sólo me alejo, y me mantengo expuesta siempre tu criterio, y nunca me castigas, porque sabes que eso sería matarte en serio. 
 
Y porque si un día escribo, lo que en verdad no puedo hablar, pensaras que tú eres igual.
 
A dormir...